miércoles, 23 de octubre de 2024

El poema de cada día. Hoy, La reina de la noche, de Alicia Louzao (1987)

 







LA REINA DE LA NOCHE

 


«Todos los peligros que encierra el mar, todos los de la tierra»

Ovidio


 

La reina de la noche y el dedo en el mapa 

que mueve sobre la hoja y despierta el agua que surge de la tierra 

y abre los dedos en una especie de camino por donde circulan los desaparecidos. Con una bolsa de patatas fritas, un reloj de bolsillo y la mochila de aquellos que llevan todo lo que tienen como un clavo en el ojo. 

La reina de la noche y el dedo en el mapa 

que mueve en la mesa y tuerce y arruga hasta el punto en el que las venas se llenan de peces de plata y escamas en la piedra. 

Y escamas en la piedra. 

Y los caminantes que cruzan el agua que surge de la tierra y la reina que mueve los dedos como si sostuviera todas las razones entre los dedos. 

El dedo en el mapa. 

Pero estas cosas no las sabe nadie. 

Porque la reina de la noche se oculta en un pequeño apartamento de cortinas blancas y azulejo en el suelo. Lleva los pies descalzos. La arruga en la frente. El dedo en el bolsillo del pantalón vaquero apunta el mapa encima de la mesa 

que despierta el agua. 

La reina guarda todos los países en un mueble de Ikea. Y guarda todos los mundos. Y guarda todas las flores. 

Cuando está triste, 

agita el mapa como una tela fina sobre los cuerpos, 

como si el río cruzase la garganta,

agita el mapa y los caminantes pierden el equilibrio y comprueba la hora en sus relojes de acero inoxidable. 

Todavía las cuatro de la tarde. La hora imprecisa y toda la melancolía. 

Cuando la reina tiene sueño se dobla sobre el mapa y los caminantes sienten el peso de la noche sobre sus cabezas. 

Porque el pelo negro. 

Porque los rizos. 

Porque la reina descansa sobre todos ellos y ellos abandonan los caminos y buscan el ojo de la luna para que no apague: 

la lumbre en la mano 

y la bolsa de patatas que nunca se acaba cuando se tiene hambre. Los dedos llegan hasta donde la reina duerme 

con la cabeza como el mundo sobre el otro mundo de los caminantes. 

Y cuando está triste la noche sube hasta la garganta y de las venas del mapa salpican los peces y llegan hasta los cuerpos de los caminantes. 

La reina con el dedo en el mapa. 

Pero esto nadie lo sabe. 

Nadie sabe que el día largo con las horas arrastradas comienzan cuando ella no encuentra la bolsita de té negro, la cuchara de azúcar, el pan, la mantequilla, el pájaro en los ojos que la avisa de que son ya las dos de la tarde y los caminantes se mueven en la tierra 

y el mapa se arruga en la mano de la reina de la noche 

divorciada, metro setenta, piscis ortopédico, caja de galletas con dibujos dorados, alergia al polen porque es la reina de la noche y con estas cosas ella lo recuerda. 

Mueve el dedo la reina y se mueve el agua. 

En el cajón del mueble de Ikea guarda el mapa de todos los ríos y todos los países y todas las ciudades antes de que desaparecieran. No ve a los caminantes pero ellos la ven un poco a ella cuando llueve finito sobre los cuerpos. 

Y los ríos de plata

Cruzando la tierra llenos de agua y llenos de peces que la reina de la noche cuenta con las puntas de los dedos no sean que se despierten. 

Y con el dedo en el mapa desordena las piedras y los insectos. 

La reina busca el desayuno o duerme o simplemente se seca el pelo dentro del baño de azul y de niebla. El mapa de los países dentro del cajón y los caminantes que pasan frío cuando la reina se olvida de ellos o busca el desayuno o simplemente se seca el pelo. 

Solo la ven un poco llueve finito. 

El mapa se arruga sobre los dedos y se mueve el agua. 

La lumbre en la mano. 

Pero esto nadie lo sabe. 



Alicia Louzao (1987)

Poetisa española








De las viñetas de humor de hoy miércoles, 23 de octubre de 2024

 

























martes, 22 de octubre de 2024

De las entradas del blog de hoy martes, 22 de octubre de 2024






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 22 de octubre de 2024. En la primera de las entradas del blog de hoy, titulada De la derecha de siempre, se habla del origen del termino "derecha", cuyo significado político viene de París y que cumplió hace unas semanas 235 años. La segunda de ellas, un archivo del blog de octubre de 2015, es un cuento para adultos titulado Un marido sin vocación, escrito por Enrique Jardiel Poncela. La tercera es hoy el poema titulado no lo puedo explicar, del poeta turco Orham Veli Kanik, para algunos especialistas el segundo poema más leído del mundo. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt








De la derecha de siempre

 








Los españoles hablan de derechas porque creen que son muchas; los sudacas decimos derecha porque quizá sospechamos que todas son una, dice en El País [La palabra derecha, 19/10/2024] el escritor Martín Caparrós. Pero el significado político de la palabra viene de París y cumplió, hace semanas, 235 años: “El 29 de agosto empezamos a reconocernos: los que defendían su religión y su rey se reunieron a la derecha del presidente para evitar los gritos, los insultos y las indecencias que sucedían en la parte opuesta, a su izquierda”, escribió en sus memorias el barón de Gauville, diputado de la nobleza en la Asamblea de la Revolución Francesa. Era el nacimiento de la definición política más eficaz de los últimos siglos: la izquierda, la derecha.

Funcionó, se mantuvo: era muy clara, muy gráfica y tan arbitraria que, aunque ahora parezca extraño, aquellos señores se podrían haber parado al revés y lo diríamos al revés y sería lo mismo. En cualquier caso seguimos hablando de derechas e izquierdas, sus matices. Durante años las derechas quisieron disfrazarse de centros. Pero vieron que las izquierdas lo conseguían mejor y tuvieron que lanzarse a su derecha. Así que ahora las que más suenan se hacen llamar “extrema derecha” o “ultraderecha”.

Estamos impresionados porque la “extrema derecha” resucitó cuando la dábamos por muerta. Durante décadas fue la etiqueta que casi todos esquivaban; ahora, al contrario, es una que muchos buscan, aun cuando no esté muy claro qué quiere decir, qué quieren decir. Lo que sí lo está es que nos venden la ilusión de un movimiento global unificado —”la extrema derecha avanza en el mundo”— cuando las diferencias entre ellos son cuantiosas.

A veces parece que decir “extrema derecha” es tan vago como decir “populista”. Vago, digo, en el sentido de perezoso, descuidado. Es una concesión que les hacemos y deberíamos dejar de hacerles. Definir a todos esos oportunistas dispersos como parte de lo mismo les da poder, los agiganta —y, por lo tanto, vale la pena hilar más fino y resaltar sus diferencias.

Que son tantas: algunos son estatistas, otros quieren destruir el Estado; algunos son nacionalistas, otros son pura globalización; algunos mueren por el mercado, otros le desconfían; algunos responden a viejas tradiciones fascistas, otros acaban de inventarse; muchos son bien cristianos, otros más bien supersticiosos; varios son muy homófobos, otros un poco más. Y suelen ser antisemitas como sus mayores pero han inventado una nueva manera de serlo: apoyar a su camarada de Israel.

Los une, si acaso, su forma de aprovechar la frustración reinante y ofrecer a esos frustrados la expectativa de un “cambio social”. Es curioso: en varios países esas derechas han conseguido aparecer como la única reacción contra un statu quo que todos los demás supuestamente representan. Y así convierten a los demás en “conservadores” que quieren mantener la democracia, estas sociedades donde tantos no viven las vidas que merecen.

Eso sí que es un cambio: la derecha siempre se definió por conservar, por pelear para que nada cambiara porque cualquier cambio era peor, destruía el orden. No se podía ser de derecha sin una religión, que garantizaba que todo iba a seguir igual porque era la voluntad de un dios. Ni se podía ser de derecha sin algún dinero porque la derecha existía para garantizarte que los pobres no te lo “robarían”. Ni se podía sin aferrarse a las viejas tradiciones y las viejas reglas. Ahora, en cambio, muchos de los votantes de derecha son trabajadores que temen ser reemplazados por migrantes, perder los privilegios que deberían tener por haber nacido más cerquita. Estas nuevas derechas expresan y exprimen como nadie el miedo al diferente.

Pero la meta que realmente los unifica a todos es la que silencian: mejorar las vidas de los ricos. Lo hacen de muchas maneras. El enredo fiscal es uno de sus favoritos: se nota poco y los beneficia mucho. Y así cumplen su viejo objetivo con eficacia renovada: si hay algo que estas nuevas derechas tienen en común es su habilidad para conseguir que los voten los pobres para defender los intereses de los ricos. Descubrieron que estas nuevas máscaras ultras pueden dar un aspecto moderno y sexy a las políticas de siempre, y tratan de ponérselas. Usar a los descontentos para mejorar la situación de los más contentos es el truco más viejo del manual y, por eso, cada tanto cambia de nombre comercial: ahora se llama extrema derecha cuando debería llamarse la gran derecha, el gobierno tradicional de los poderosos de toda la vida. O derecha a secas, que es lo que es y ha sido desde aquel día en que todos los nobles que defendían al rey decidieron juntarse en un costado del salón —y atrincherarse allí. Martín Caparrós es escritor.











[ARCHIVO DEL BLOG] Cuentos para la edad adulta. Hoy, "Un marido sin vocación", de Enrique Jardiel Poncela. Publicado el 03/10/2015.











El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos.
Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten.
Hoy continúo la serie con "Un marido sin vocación", de Enrique Jardiel Poncela (1901-1952), escritor y dramaturgo español. Su obra, relacionada con el teatro del absurdo, se alejó del humor tradicional acercándose a otro más intelectual, inverosímil e ilógico, rompiendo así con el naturalismo tradicional imperante en el teatro español de la época. Esto le supuso ser atacado por una gran parte de la crítica de su tiempo, ya que su humor hería los sentimientos más sensibles y abría un abanico de posibilidades cómicas que no siempre eran bien entendidas. A esto hay que sumar sus posteriores problemas con la censura franquista. Sin embargo, el paso de los años no ha hecho sino acrecentar su figura y sus obras siguen representándose en la actualidad, habiéndose rodado además numerosas películas basadas en ellas. Murió de cáncer, arruinado y en gran medida olvidado, a los 50 años. En su nicho figura como epitafio una frase suya: «Si queréis los mayores elogios, moríos». La originalidad de Jardiel no reside tanto en la selección de los temas como en la creación de situaciones grotescas, ridículas o increíbles, lo cual consigue por medio de ironías, diálogos vivaces, equívocos, sorpresas o contrastes de estilos y registros, mezclando a menudo lo sublime y lo vulgar. El influjo del estilo de Jardiel sobre muchos de sus contemporáneos es algo fuera de toda duda. Alfredo Marqueríe acuñó el término jardielismo e insistió en que en ciertas obras de Edgar Neville, de Calvo Sotelo, de José López Rubio, de Miguel Mihura, de Tono, de Víctor Ruiz Iriarte, en los tipos que presentan, en las situaciones, en el juego coloquial, la huella de Jardiel está siempre presente. Entre los autores que reciben y reconocen su influjo se hallan Jorge Llopis, Álvaro de Laiglesia, Alfonso Paso, Juan José Alonso Millán, Carlos Llopis, Ignacio Amestoy, Ramón Paso y otros. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 


UN MARIDO SIN VOCACIÓN (SIN LA LETRA “E”)

Nota: Narración escrita por el autor sin utilizar la letra “e”.


Un otoño -muchos años atrás-, cuando más olían las rosas y mayor sombra daban las acacias, un microbio muy conocido atacó, rudo y voraz, a Ramón Camomila: la furia matrimonial.

-¡Hay un matrimonio próximo, pollos! -advirtió como saludo a su amigo Manolo Romagoso cuando subían juntos al Casino y toparon con los camaradas más íntimos.

-¿Un matrimonio?

-Un matrimonio, sí -corroboró Ramón.

-¿Tuyo?

-Mío.

-¿Con una muchacha?

-¡Claro! ¿Iba a anunciar mi boda con un cazador furtivo?

-¿Y cuándo ocurrirá la cosa?

-Lo ignoro.

-¿Cómo?

-No conozco aún a la novia. Ahora voy a buscarla…

Y Ramón Camomila salió como una bala a buscar novia por la ciudad.

A las dos horas conoció a Silvia, una chica algo rubia, algo baja, algo gorda, algo sosa, algo rica y algo idiota; hija única y suscriptora contumaz a La moda y la Casa (publicación para muchachas sin novio).

Y al año, todos los amigos fuimos a la boda. ¡La boda! ¡Bah!… Una boda como todas las bodas: galas blancas, azahar por todos lados, alfombras, música sacra, bimbas, sonrisas, codazos, almohadón para hincar las rodillas los novios y para hincar las rodillas los padrinos; lunch, sandwichs duros como un fiscal…

Al onzavo sandwich hubo una fuga súbita por la sacristía y un auto pasó raudo, y unos gritos brotaron:

-¡Adiós! ¡Adiós! ¡Vivan los novios! ¡Vivaaan!

Y los amigos cogimos otro sandwich -dozavo- y otra copita. Y allí acabó la cosa.

Mas, para Ramón Camomila, la cosa no había acabado allí…

Al contrario: allí daba principio.

Y al subir con su novia al auto fugitivo, vio claro, vio clarísimo: ni amaba a Silvia, ni notaba inclinación ninguna al matrimonio, ni sintió su alma con la vocación más mínima por construir un hogar dichoso.

-¡Soy un idiota! -murmuró Ramón-. No valgo para marido, y lo noto cuando ya soy ciudadano casado…

Y corroboró rabioso:

-¡Soy un idiota!

Silvia, arrinconada junto a Ramón, bajaba los ojos con rubor, y al bajar los ojos subía dos mil grados la rabia masculina.

-¡Dios mío! -gruñía Ramón mirándola-. ¡Casado! ¡Casado con una niña insulsa como unas natillas!… No hay ya salvación para mí…, ¡no la hay!

Incapaz para dominar su irritación, dirigió unas palabras durísimas a Silvia.

-¡Prohibido fingir rubor y mirar a la alfombra! -gritó. (Silvia miró al parabrisas con infantil docilidad).

Y Ramón añadió para su sayo, alumbrado por una brusca solución:

-Voy a lograr su odio. Voy a obligarla a suplicar un divorcio rápido. Poco valgo si no logro inspirarla asco con cuatro o cinco burradas a cual más disparatada…

Y tal solución tranquilizó mucho a su alma.

Por lo pronto, al subir a la fotografía (visita clásica tras una boda), Ramón hizo la burrada inicial. Un fotógrafo modoso y finísimo abordó a Ramón y a Silvia.

-Grupo nupcial, ¿no? -indagó.

-Sí -dijo Ramón. Y añadió-: Con una variación.

-¿Cuál?

-La sustitución más original vista hasta ahora… Novio por fotógrafo. Hoy hago yo la foto… ¡Viva la originalidad!

Y Ramón aproximó la máquina y advirtió al asombrado fotógrafo:

-¡Vamos! Coja por la mano a la novia y sonría con ilusión. La cara más alta… ¡Cuidado! ¡Así!… ¡Ya!

Ramón tiró la placa, y a continuación obligó al pago al fotógrafo; guardó los duros y salió con Silvia orondo y dichoso.

-¡Al auto! -mandó. (Silvia ahora iba llorando)-. ¡La cosa marcha! -susurró Ramón.

Al otro día trasladaban sus organismos a Irún. (Lo clásico, asimismo, tras una boda.)

Ramón no quiso subir al vagón con Silvia.

-Yo viajo con los maquinistas -anunció-. Voy a la locomotora… ¡Hasta la vista!

Y subió a la locomotora, y ocupó su actividad ayudando a partir carbón. Al arribar a Irún había adquirido un magnífico color antracita.

***

Ya allí, compró sus harapos a un sordomudo andrajoso, vistió los harapos y marchó a la fonda a buscar a Silvia.

Y tocado con las ropas andrajosas anduvo por Irún, acompañando a Silvia y cogido a su brazo mórbido y distinguido. Nutrido público los miraba al pasar, asombrado.

Silvia sufría cada día más.

-¡La cosa marcha! ¡La cosa marcha! -murmuraba todavía Ramón-. Pronto rogará Silvia un divorcio total. Sigamos con las burradas. Sigamos con la droga antimatrimonial, multiplicando la dosis.

***

Ramón vistió a continuación sus fracs más maravillosos, y al pisar un salón, un dancing u otro lugar público acompañado por Silvia, imitaba a los criados, y con un paño al brazo acudía solícito a todas las llamadas.

Una mañana pintó sus párpados con barniz rojo.

***

Por fin lo trasladaron al manicomio.

Y Ramón asistió a su propia dicha: su contrato matrimonial yacía roto y vivía imposibilitado para otra boda con otra Silvia…


FIN



 









Del poema de cada día. Hoy, No lo puedo explicar, de Orham Veli Kanik (1914-1950)

 






NO LO PUEDO EXPLICAR



Si llorara, ¿podrías oír

Mi voz en mis poemas?

¿Podrías tocar mis lagrimas

Con tus manos?

Antes de caer presa de este dolor,

Nunca supe que las canciones fueran tan encantadoras

Y las palabras tan suaves.

Sé que hay un lugar

Donde se puede hablar acerca de todo;

Siento que estoy cerca de ese lugar,

Sin embargo no lo puedo explicar.



Orhan Veli Kanik (1914-1950)

Poeta turco











De las viñetas de humor de hoy martes, 22 de octubre de 2024

 






























lunes, 21 de octubre de 2024

De las entradas del blog de hoy lunes, 21 de octubre de 2024

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 21 de octubre de 2024. El arzobispado de México recibió en 1777 el encargo de realizar un padrón, para organizar más eficazmente la recaudación fiscal del virreinato, pero la cosa se complicó, porque no resultaba tan simple colocar a gentes de tan distintas identidades en unas pocas categorías, se comenta en la primera de las entradas de hoy titulada De eso de vivir juntos los españoles. En la segunda pueden leer un archivo del blog del 22 de octubre de 2013 sobre el varapalo de la justicia europea a la denominada Doctrina Parot, elaborada por la tan original como siempre jurisprudencia nacional. En la tercera pueden leer el poema titulado Hoy, Domingo 12 de septiembre 1937, de la poetisa guatemalteca Ana María Rodas. Y la cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todas ellas les resulten de  interés. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos. Nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt