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jueves, 25 de abril de 2019

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Hoy, con "Aulularia", de Plauto





En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta nueva entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos subiendo al blog la comedia Aulularia (La olla), de Plauto. La comedia está ambientada en Atenas, connotación común de las comedias de Plauto. Euclión, un viejo avaro, encuentra una olla llena de dinero y vive en el constante terror de que le sea robada. De hecho es descubierta y robada por el esclavo de Licónides, joven enamorado de la hija del viejo; pero la muchacha es prometida a un viejo pudiente, Megadoro, que tiene intención de desposarla también sin dote. Cuando el desesperado Euclión ve recuperada su olla, consiente la boda entre el joven y su hija, hecha madre tiempo atrás por el mismo Licónides. 

Tito Maccio Plauto (254–184 a. C.) fue un comediógrafo latino. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Escribió comedias palliatas adaptadas del griego con enorme éxito. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto. Su rico y vistoso lenguaje de nivel coloquial no elude la obscenidad y la grosería entre retruécanos, chistes, anfibologías, parodias idiomáticas y neologismos, usando un vocabulario muy abundante de una gran variedad de registros. Es un psicólogo penetrante en obras que anuncian ya la comedia de carácter o comedia de figurón, como es el caso de Aulularia sobre el tipo universal del avaro o Miles gloriosus sobre otro tipo eterno, el fanfarrón; la mezcla de dos acciones en una sola obra hizo de él el primer creador de la técnica del imbroglio o enredo, que tanto juego ofrecerá en la comedia. Algunos personajes como el esclavo liante, desvergonzado y diabólicamente astuto, presagian ya el personaje del gracioso en la comedia del Siglo de Oro español, y otros, como el parásito, derivarán en el del pícaro. Muchas de estas comedias terminan con una feliz anagnórisis o agnición o con la burla a un viejo. La obra de Plauto influyó en la comedias medievales de la monja Hrostsvita y en las comedias humanísticas que se componían en latín en las universidades como trabajo de fin de curso y en el Renacimiento. Hay mucho de Plauto, por ejemplo, en El avaro de Molière, en Giovanni Boccaccio y en las comedias de Shakespeare. 




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 3 de enero de 2019

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Miles gloriosus", de Plauto




Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta nueva entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Miles gloriosus, de Plauto, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, y ver completa en el vídeo al final de la entrada, en la representación que de la misma hace la compañía Clásicos Luna, del IES Pedro de Luna, de Zaragoza. Disfrútenla.

Miles gloriosus o El soldado fanfarrón, una de las obras más conocidas del dramaturgo latino Plauto, narra las aventuras y desventuras de Pirgopolínices, un soldado fanfarrón del que se burlan hasta los esclavos, que rapta a Filocomasia, cortesana ateniense, y se la lleva a Éfeso consigo; además, el mismo militar recibe como regalo de unos piratas a Palestrión, criado del joven ateniense Pléusicles, que estaba enamorado de Filocomasia, al igual que ella de él. Pléusicles viaja también a Éfeso para intentar recuperar a Filocomasia, y se hospeda en la casa contigua a la del militar. El criado hace un agujero en la pared, para que los enamorados puedan verse. Escéledro, uno de los criados del militar descubre a Filocomasia y Pléusicles besándose, pero ellos y Palestrión lo niegan, y les hacen creer que ha llegado de Atenas la hermana gemela de Filocomasia, que era la que se estaba besando con Pléusicles.

Con la complicidad de Periplectómeno, el viejo vecino del militar, Pleúsicles y Palestrión tienden entonces una trampa al soldado, haciéndole creer que la mujer del vecino está enamorada de él, y le envía un anillo de regalo como prueba de su amor. Palestrión aconseja al militar que abandone a Filocomasia, que la deje marcharse a Atenas con su hermana gemela y que además le regale sus joyas para ganarse su perdón. Pléusicles finge ser un capitán que viene a buscar a Filocomasia, de parte de su madre enferma. El militar libera a Palestrión en agradecimiento por sus servicios, y éste se marcha con Pléusicles y Filocomasia, que se finge apenada por tener que separarse del soldado. Cuando el soldado entra a casa del viejo, éste lo retiene y lo acusa de adúltero, y hace que su cocinero lo azote hasta que Pirgopolínices promete no tomar represalias contra nadie por los azotes recibidos.


Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.) fue un comediógrafo romano, de la región de Umbria, que se trasladó a Roma de muy joven ejerciendo allí de soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato. Posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Comenzó a escribir comedias adaptadas del griego. Se le atribuyeron hasta 130 obras, pero ya Varrón en el siglo I en su monografía De comoediis Plautinis, redujo su número a las 21 que se tienen por auténticas. Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega. No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto. La complicación de las tramas obligó a Plauto no pocas veces a poner un pequeño prólogo declamado por un actor, cuya función era explicar los argumentos demasiado complejos para que el público no se desorientara.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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lunes, 26 de noviembre de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Anfitrión", de Plauto



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la nueva sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Anfitrión, de Plauto, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

En Anfitrión, el dios Jupiter, enamorado de Alcmena, aprovechando la ausencia de su marido, Anfitrión, que está al frente de las tropas tebanas en su campaña contra los teléboas, toma el aspecto físico de éste para engañar a su esposa, con la que disfruta en el momento del comienzo de la comedia de una larga noche de amor. Le acompaña y asiste, bajo la apariencia de Sosia, esclavo de Anfitrión, su propio hijo, el dios Mercurio, que, en el papel de fiel y astuto esclavo de comedia, está dispuesto a todo con tal de favorecer los amores de su padre y señor. Y es precisamente en esta situación cuando se produce, tras el remate feliz de la guerra, el regreso de los verdaderos Sosia y Anfitrión, que va a brindar a los personajes divinos la posibilidad de burlarse de ellos y provocar las más divertidas situaciones. 

El primero en ser burlado será el esclavo Sosia, que, enviado por delante por Anfitrión para anunciar a su esposa su regreso victorioso, va a encontrarse con un doble (el dios Mercurio) que no está dispuesto a dejarle pasar y que acaba haciéndole dudar de su propia identidad y obligándole a regresar al puerto. A continuación, tras despedirse afectuosamente Júpiter de Alcmena, alegando la necesidad de su presencia al lado de sus tropas, se produce el regreso del verdadero Anfitrión, que escucha con asombro las increíbles afirmaciones de su esclavo sobre la existencia de otro Sosia, mucho más fuerte que él, que le cerró por la fuerza el camino de la casa y le impidió cumplir con su misión. Pero su asombro será aún mayor ante el frío recibimiento de su esposa, que, no menos sorprendida por el rápido regreso de su marido, se cree víctima de una burla por parte de él. Y este asombro se va a tornar en furia al enterarse de que él mismo acaba de dejarla tras pasar una noche juntos, para acabar convirtiéndose en desconcierto cuando su esposa, encajando con la admirable dignidad de una matrona inocente los cargos de infidelidad que su marido profiere contra ella, aporta pruebas fehacientes en favor de sus palabras. 

Tras el altercado, Anfitrión sale en busca de sus propios testigos. Entra entonces en escena de nuevo Júpiter, que, siempre bajo el aspecto de Anfitrión, para complicar más las cosas y, de paso, satisfacer un poco más su pasión, viene a solicitar el perdón de su esposa, calificando de simple broma todas las acusaciones pronunciadas. A continuación, mientras Júpiter disfruta nuevamente de los favores de Alcmena, regresa Anfitrión, pero Mercurio, apostado en el tejado de la casa y fingiendo una borrachera, le impide la entrada y aprovecha la ocasión para someterlo a una nueva sesión de burla. En este punto se abre en la comedia una amplia laguna en la que, juntándose en escena Júpiter y Anfitrión, debían de acusarse mutuamente de adulterio y ni siquiera Blefarón, piloto, era capaz de distinguirlos. Al final, tras el relato por boca de la despavorida Bromia del milagroso parto de Alcmena, que de una vez da a luz a dos gemelos, Hércules e Ificles que lo acompañan, el propio Júpiter, revelando su verdadera personalidad, aclara todo lo sucedido.

Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.) fue un comediógrafo latino. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Comenzó a escribir comedias adaptadas del griego. Se le atribuyeron hasta 130 obras, pero ya Varrón en el siglo I en su monografía De comoediis Plautinis, redujo su número a las 21 que se tienen por auténticas. Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega. No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto. La complicación de las tramas obligó a Plauto no pocas veces a poner un pequeño prólogo declamado por un actor, cuya función era explicar los argumentos demasiado complejos para que el público no se desorientara.




Representación actual de Anfitrión, de Plauto



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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lunes, 13 de agosto de 2018

[UN CLÁSICO DE VEZ EN CUANDO] Hoy, con "Pséudolo", de Plauto



Talía, Musa de la Comedia, por Giovanni Baglione


En la mitología griega, Talía (Θάλεια) era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.

Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los grecolatinos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.

Continúo con esta entrada la nueva sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Pséudolo, de Plauto, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior. Disfrútenla.

El Pséudolo (El impostor) de Plauto, trata el tema de la separación y unión de dos enamorados, con el engaño del personaje que impedía que se reunieran. La acción se desarrolla en una calle de Atenas, delante de las casas de Simón, padre del joven Calidoro, y del lenón Balión, el alcahuete que trabaja con cortesanas. El Pseudolus, probablemente la mejor y más característica de las comedias de Plauto, (siglos II-III a. C.) tiene una trama tópica, cuyo motivo central es el engaño llevado a cabo por un esclavo contra un lenón (alcahuete) para arrebatarle una cortesana amada por su amo y que había sido vendida a un soldado.

El joven Calidoro ama apasionadamente a Fenicia, una cortesana que pertenece al lenón Balión, pero no sólo carece de dinero necesario para rescatarla, sino que, para mayor desesperación, por una carta de la propia Fenicia,  averigua que su amada había sido vendida por veinte minas a un soldado. Éste ya ha pagado quince a cuenta y Balión solo espera que un mensajero suyo, debidamente acreditado por una contraseña, le abone las cinco restantes, para entregarle a la muchacha. El plazo fijado para la entrega expira, precisamente, aquel mismo día. En su impotencia, Calidoro acude a su esclavo Pséudolo, que promete solemnemente a su amo quitarle la cortesana al lenón o conseguir las veinte minas necesarias para el pago del rescate.

Tito Maccio Plauto (254-184 a. C.) fue un comediógrafo latino. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Comenzó a escribir comedias adaptadas del griego. Se le atribuyeron hasta 130 obras, pero ya Varrón en el siglo I en su monografía De comoediis Plautinis, redujo su número a las 21 que se tienen por auténticas. Plauto se inspiró en los autores de la Comedia nueva griega. No se limitó a traducir, sino que adaptó los originales al gusto romano, e introdujo canciones y danza. A decir de los antiguos, tanta fue su estimación durante todo el Imperio, que algunos autores llegaron a afirmar que si las Musas hablaran latín lo harían con el estilo de Plauto. La complicación de las tramas obligó a Plauto no pocas veces a poner un pequeño prólogo declamado por un actor, cuya función era explicar los argumentos demasiado complejos para que el público no se desorientara.




Representación actual del "Pséudolo" de Plauto



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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"Atrévete a saber" (Kant)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"Estoy cansado de que me habléis del bien y la justicia; por favor, enseñadme de una vez para siempre a realizarlos" (Hegel)