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sábado, 24 de mayo de 2008

El desgarro








Aun viéndolo desde la izquierda política donde me ubico, la crisis por la que está pasando el PP se me antoja un tanto ficticia. Hasta ahora, los únicos que están hablando son los que se han visto desalojados del poder interno del partido. Y unos cientos de mamelucos vociferantes que ni pesan ni influyen, aunque ellos piensen que sí... Yo veo más una lucha interna por el poder que una discrepancia ideológica profunda. Y lo de María San Gil me parece puro oportunismo político de una persona que ha perdido todas las elecciones a las que se ha presentado, y cada vez peor... Lo disfrace de lo que lo disfrace.

Entre ayer y hoy le leído tres artículos de opinión muy ponderados sobre la "crisis" del PP. Son periodistas de ideología diversa y de tres medios de comunicación distintos de Canarias (Federico Utrera, Canarias Ahora), Galicia (Xosé Luis Barreiro, La Voz de Galicia) y Madrid (Soledad Gallego-Díaz, El País). Leídos en conjunto pienso que aportan algunas claves interesantes. Disfrútenlos. Y sean felices a pesar de todo. HArendt




http://www.elpais.com/recorte/20080112elpepinac_5/LCO340/Ies/Maria_San_Gil_izquierda_Mariano_Rajoy.jpg
María San Gil y Mariano Rajoy: Eran otros tiempos...




"Crisis en el Partido Popular. Una búsqueda desesperada", por Soledad Gallego-Díaz

La campaña desatada en torno al congreso del PP tiene un aspecto cada vez más despiadado. Cada día se nota más la desesperación de quienes intentan forzar, como sea, una candidatura alternativa a la de Mariano Rajoy, que corte el paso al nuevo equipo y que vuelva a colocar al PP bajo la influencia de los dos medios de comunicación, la emisora de la jerarquía católica Cope y el diario El Mundo, que desempeñaron un papel fundamental en la pasada legislatura y que no renuncian ahora a tejer una poderosa alianza a la americana.

Todos ellos temen que si la candidatura de Rajoy es la única que compite, el actual líder del partido se garantice, al menos, otros tres años de protagonismo, con una anunciada, e inesperada, autonomía personal. Encontrar una alternativa a Rajoy es, sin embargo, difícil. Primero, porque los posibles herederos, algunos de los actuales barones (Francisco Camps y Esperanza Aguirre incluidos), no son diputados en el Congreso y éste es un país donde la oposición se ha hecho siempre vía parlamentaria, con los debates sobre el estado de la nación y las preguntas de control como elementos políticos básicos.

El candidato del PP a las elecciones de 2012 puede no ser parlamentario, pero sólo si se lanza ya en víspera de la nueva campaña electoral. Nadie puede resistir cuatro años enteros como jefe de la oposición y candidato a presidente del Gobierno fuera del Parlamento. Por eso algunos tratan de convencer a Juan Costa o a Gustavo Arístegui, que tienen escaño, para que se lancen a la aventura.

La cuestión es quién ejerce el mando en el PP hasta 2011. Camps y muchos otros barones prefieren que sea Rajoy, porque piensan que es un candidato debilitado y que, en cualquier caso, es mejor que dar paso a uno de sus auténticos enemigos, es decir, otro barón que se ponga al frente del extenso aparato del partido. Pero una cosa es que hayan dado su respaldo a Rajoy y otra, que estén dispuestos a asumir parte del desgaste que sufre en estos días el presidente del partido.

Camps, Arenas o Núñez Feijóo están contemplando la batalla desde la barrera: Rajoy se las tiene que arreglar solo, o con el exclusivo apoyo de Ruiz-Gallardón, que no tiene mucho que perder y sí algo que ganar, para salir vivo de esta ofensiva. Por eso los enemigos de Rajoy intentan desesperadamente echar toda la carne en el asador en estos días y se felicitan por el nuevo flanco abierto por una persona tan apreciada como María San Gil, quien parece haber aprovechado la situación para retirar su candidatura en las próximas, y pesimistas, elecciones vascas. La operación no ha salido del todo bien, porque el PP vasco está más alejado del pensamiento apocalíptico de Mayor Oreja de lo que ellos creían, pero aun así perjudica a Rajoy, porque oponerse a San Gil no da réditos entre los militantes del PP.

Esperanza Aguirre y su entorno son otra cosa: la poderosa presidenta de la Comunidad de Madrid puede preferir, quizás, a cualquiera menos a Mariano Rajoy, pero tampoco puede unir su destino al de otro barón ni, desde luego, a un candidato poco sólido o disparatado, algo que sí están dispuestos a contemplar Jiménez Losantos, la jerarquía de la Iglesia católica o Pedro J. Ramírez, en su feroz intento por cortocircuitar a Rajoy. Todos ellos están empeñados en ofrecer a Aguirre su apoyo a cambio de arrastrarla a su campo. La presidenta, que nunca ha sido una militante religiosa, ha entregado la enseñanza de Educación para la Ciudadanía a los representantes más agresivos del pensamiento católico, y está jugando en ese campo de manera muy activa, pero no ha decidido aún arriesgarse y lanzar una candidatura alternativa, propia o encubierta, como le apremian. Si no hay tiempo ni capacidad para organizar otra candidatura potente, Aguirre necesita asegurarse que Rajoy no utiliza los tres próximos años para abrirle una guerra interna que le reste poder. Para eso, al menos, cuenta con el apoyo de Aznar, quien ya advirtió seriamente a Rajoy que en esta nueva etapa no debe modificar la actual relación de fuerzas dentro del partido.

¿Y Mariano Rajoy? El presidente del PP debe pensar que tres años es mucho tiempo. Su objetivo es simplemente llegar al congreso de junio sin ninguna candidatura alternativa creíble. Es decir, sin que los otros barones le hagan frente. Quizás dentro de tres años haya rehecho su poder interno y pueda realmente cumplir su deseo de volver a presentarse a las elecciones generales. Pero si no es así, si los barones reclaman su papel y tiene que dejar paso a otro candidato presidencial, por lo menos habrá dado un empujón al PP hacia una cierta modernidad. Hasta el momento, Rajoy ha cometido muchos errores, pero a trancas y barrancas va consiguiendo lo fundamental: arañar días sin que surja una alternativa creíble. A corto plazo, eso sería suficiente para el.

A largo, el problema está en el pensamiento de quienes, dentro del PP, creen que la alianza entre el PSOE y los nacionalismos se llevará por delante al Partido Popular y obligará a refundar la derecha española, que nunca ha perdido sus dos almas, la más abierta, aunque errática, de UCD, y la conservadora y católica de Alianza Popular. Aznar las unió pero no está escrito que tengan que permanecer siempre así. (El País, 23/05/08)




Soledad Gallego-Díaz




"La crisis del PP vista desde fuera", por Xosé Luis Barreiro

En el PP se juntan dos crisis, que, aunque relacionadas entre sí, son netamente diferentes. La primera, la que está en todos los periódicos, es una crisis interna, cuya descripción podría reducirse a la lucha por el poder que se desata cuando un líder enseña sus debilidades. Y la segunda, de la que casi nadie habla, es una crisis de discurso, o de proyecto, de cuyo análisis podrían derivarse los remedios que hay que aplicar a tan peliaguda situación. A la primera le llamo «interna» porque, a pesar de la algarada mediática, solo tiene interés para los que pelean en ella. Y a la segunda le llamo «de proyecto» porque, aunque condiciona las estrategias de los que se disputan el poder, compromete sobre todo a un cuerpo electoral que se está quedando sin un discurso que oponer a la euforia socialista.

Si usted quiere ir a la realidad de las cosas, y conocer la verdadera dimensión de esta segunda crisis, basta con que se plantee dos cuestiones muy sencillas y trate después de contestarlas. La primera de las preguntas es: ¿qué decisión ha tomado Mariano Rajoy desde que perdió las elecciones? Y la segunda podría formularla así: ¿En qué consiste el centro político y qué proyecto tiene el PP para cambiar y mejorar el país?

A la primera de las cuestiones debe responder que ninguna. Porque, además de haber consentido que la crisis del aznarismo se traslade a la sociedad como el derrumbe de su propio liderazgo, y de presentar sus tenues rectificaciones estratégicas como una cesión oportunista de los principios fundacionales del PP, está dejando que todas las piedras que le sirvieron de lastre -como Acebes y Zaplana- se vayan de rositas, convertidos en crítica viviente contra la autoridad del líder. Y la respuesta a la segunda pregunta basta con entresacarla de los propios discursos de Rajoy, de los que claramente se deduce que la acción de gobierno consiste en hacer lo que le interesa a la gente, y en dar a entender que a la gente solo le interesa lo suyo.

Valores ciudadanos, por lo que se intuye, no hay. Necesidad de gobernantes que abran caminos de futuro, incluso contra corriente, tampoco. Cambios sociales que aquilatar y normalizar, no se mencionan. Y del talismán del centro solo se sabe que es, siguiendo la definición expuesta en la Universidad de Comillas, «la capacidad de hablar con todos». De donde se deduce que centrista, centrista, solo es Zapatero, y que, fuera del presidente victorioso, solo nos queda la obsesión de ETA, motivo y guía de toda la política española.

Ahí está la verdadera crisis. Porque las aspiraciones y ambiciones de Esperanza Aguirre y de Ruiz-Gallardón solo son un episodio sin importancia en la larga lucha por el poder. (La Voz de Galicia, 24/05/08)





Xosé Luis Barreiro





"PP: Rumbo a lo conocido", por Federico Utrera

“Rumbo a lo desconocido (Historia secreta de los años más convulsos del PP)” es el nuevo libro de Graciano Palomo, quizás el analista más documentado de la derecha española y desde luego, sin discusión alguna, el más prolífico. Ha visto pasar por las filas conservadoras a Fraga, Mancha, Aznar y ahora Rajoy cuando por las bancadas socialistas pasaron Felipe, Almunia, Borrell y Zapatero. ¿Qué ocurrirá el 20 21 y 22 de junio en Valencia durante el XVI Congreso del PP? Palomo no lo sabe y lo admite, pero en su libro se vislumbra el “target” de los líderes de opinión del PP que van a mover el voto de los delegados, independientemente de su jerarquía orgánica, y entre los que él cree que no hay ningún canario, por más que el duelo entre Soria y San Gil en la ponencia política prometa mucho. Pero mas allá de si continuará Rajoy, surgirá un “tapado” de consenso forzado por Esperanza Aguirre o se impondrá Gallardón en unas primarias abiertas, lo que parece claro es que nada será igual que antes.

La pregunta, sin embargo, no es obscena en una democracia de masas donde el elemento mediático juega tanto de forma fáctica como el financiero y antes el sindical o el eclesial. ¿Se puede liderar el PP con la manifiesta hostilidad de la Cope y El Mundo? Para descifrarlo, háganse la pregunta a la inversa: ¿Se podría liderar el PSOE con la animadversión unánime de la SER, El País, la Sexta y Público? Poder se puede, pero otra cosa es lo que dure. El guerrismo no desapareció pese al pulso Guerra-Cebrián (muy parecido a éste de Pedro Jota-Rajoy) pero Borrell sólo duró unos minutos frente a El País y Zapatero ha logrado lo que parecía imposible: sortear las zancadillas de todos aquellos que tenían mucha prisa por desbancarlo. Y aún así, los que se han sentido perjudicados aguardan su momento para ajustar cuentas. ¿Podrá conseguir Mariano lo mismo? Si leen el libro de Graciano Palomo, podrán encontrar una respuesta, porque lo más útil para desentrañar lo desconocido es analizar lo conocido. Y eso, Palomo lo hace a las mil maravillas, porque como gusta él mismo decir y encontramos esparcido por el libro: la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero. (Canarias Ahora, 24/05/08)




Federico Utrera