lunes, 11 de agosto de 2025

DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, SONETO XVII, DE PABLO NERUDA

 







SONETO XVII



No te amo como si fueras rosa de sal, topacio

o flecha de claveles que propagan el fuego:

te amo como se aman ciertas cosas oscuras,

secretamente, entre la sombra y el alma.


Te amo como la planta que no florece y lleva

dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,

y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo

el apretado aroma que ascendió de la tierra.


Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,

te amo directamente sin problemas ni orgullo:

así te amo porque no sé amar de otra manera,


sino así de este modo en que no soy ni eres,

tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,

tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.



PABLO NERUDA (1904-1973)

poeta chileno























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY LUNES, 11 DE AGOSTO DE 2025





 



































domingo, 10 de agosto de 2025

DE LA TECNOLOGÍA CONTRA LA DEMOCRACIA. ESPECIAL DE HOY DOMINGO, 10 DE AGOSTO DE 2025

 










“No es coincidencia que esta pérdida de democracia se dé al mismo tiempo que el auge de la tecnología digital”. Son palabras de Carissa Véliz, la profesora hispano-mexicana-británica, doctora en Filosofía y profesora de Ética en la Universidad de Oxford en su libro La privacidad es poder, y por eso –advierte– las decisiones que tomemos sobre nuestra privacidad en un mundo globalizado y digital moldearán el futuro de la humanidad durante décadas. 

Con ella habla a través de notas de voz de la red social Signal, en esta entrevista «en diferido» sobre economía de datos, democracia y ética digital, la politóloga Mariana Toro Nader en la revista Ethic [02/092024]

En Privacidad es poder advierte de que las empresas y los gobiernos nos están rastreando a cada minuto, utilizan nuestros dispositivos para saber quiénes somos, predecir nuestro comportamiento e influir en él. El desarrollo de nuevas tecnologías ha sido exponencial. ¿La situación en la que se encuentra nuestra privacidad está siendo cada vez peor?

No es fácil determinar exactamente si nuestra privacidad está mejor o peor que hace tres años. Por una parte, efectivamente sí hay más tecnologías que son muy invasivas y, en particular, la inteligencia artificial generativa ha consumido todo tipo de datos personales y preocupa mucho que no parece que estas empresas puedan cumplir con el Reglamento General de Protección de Datos. Por ejemplo, una empresa como OpenIA no está segura de qué datos tiene sobre ti y tampoco puede corregir los que sean incorrectos, ni mucho menos borrarlos. Pero, al mismo tiempo, cada vez hay más conciencia entre las personas de la importancia de la privacidad y también tenemos más herramientas para protegerla, como Signal, Protonmail, DuckDuckGo. Estos servicios están creciendo a un ritmo muy sano, lo cual sugiere que los ciudadanos están cansados de que se viole su privacidad por doquier y están buscando alternativas que, por otra parte, son cada vez mejores. También, alrededor del mundo vemos que hay más intentos por regular estas tecnologías y ahora mismo se está debatiendo en Estados Unidos una ley federal de la privacidad. No está claro que vaya a salir adelante, pero que esté en el debate público ya es un avance con respecto a hace unos años.

«Los datos personales son muy sensibles, muy difíciles de proteger, y hay mucha gente que los quiere para abusar de ellos». ¿Cree que la Ley de Servicios y Mercados Digitales o la Ley de IA que acaba de aprobar la Unión Europea tienen la capacidad de hacer del ciberespacio un lugar más seguro? ¿Más ético?

En general creo que esta regulación es un paso en la dirección correcta; sin embargo, nos falta camino que andar. Creo que hasta que no prohibamos el comercio de datos personales va a ser muy difícil minimizar las amenazas a la privacidad. Mientras uno pueda vender datos personales siempre va a haber la tentación de recolectar más de los necesarios y de venderlos al mejor postor. Otra cuestión que siento que la ley no reconoce suficientemente es la responsabilidad moral que supone convertir algo en datos. Se habla mucho de recolección de datos, como si fueran algo que está allá afuera, como setas en el bosque. Pero cuando se recolectan es que se transforma algo que no era un dato y esa decisión es moralmente significativa, porque los datos personales son muy sensibles, muy difíciles de proteger, y hay mucha gente que los quiere para abusar de ellos; por ejemplo, criminales, gobiernos adversarios, y por supuesto agencias de marketing, campañas políticas.

Además, existen diferentes tipos de datos personales, que van desde los identificativos como el DNI, el teléfono o la dirección postal, hasta los financieros, familiares, las preferencias o aficiones y también están los biométricos. Hace unos meses vimos las filas de cientos de jóvenes vendiendo la foto de su iris a Worldcoin –cofundada por el creador de ChatGPT, Sam Altman–. La Agencia Española de Protección de Datos prohibió que la empresa continuara con el escaneo ocular. ¿Qué consecuencias podría acarrear la venta de datos biométricos?

Uno no da simplemente los datos que quiere dar, sino que da datos a través de los cuales se pueden hacer inferencias. Por ejemplo, cuando tú das datos de tus gustos musicales puede que no te importe que otro los sepa, pero estos se utilizan para, por ejemplo, inferir tu orientación sexual o tu estado de ánimo. Igual no querías darlos, pero no te estabas dando cuenta. Los datos biométricos son particularmente sensibles porque no los puedes cambiar. Cuando tú tienes una contraseña, si la pierdes, hay maneras de cambiarla. Pero si tú pierdes los datos de tu genética, de tu iris o de tus huellas dactilares, pues no se pueden cambiar. Por eso a los expertos en privacidad les gusta tan poco que se usen datos biométricos para cuestiones innecesarias, porque genera un riesgo innecesario. Si estos datos se pierden puede haber robos masivos de identidad y generar problemas no solamente graves para los individuos sino también problemas sistémicos.

«Hasta que no prohibamos el comercio de datos personales va a ser muy difícil minimizar las amenazas a la privacidad» Uno de los argumentos para entregar los datos sin mucho sigilo es que todo el tiempo nos están registrando, grabando: en la calle, en el transporte público; se necesita la huella dactilar o el reconocimiento facial para desbloquear nuestro teléfono, para abrir la app del banco. Por eso muchos concluyen que ya no hay mucho que hacer para proteger sus datos. ¿Cuán cierta es esta postura?

Esa postura es intuitiva pero incorrecta. Porque nunca sabes qué dato va a ser el que termine con un robo de identidad o te termine causando un problema. Y no es una cuestión de blanco o negro, no es como «o mis datos están fuera o no están». Se trata de cuántos datos y cómo se pueden coordinar entre ellos. Una analogía es con la salud: todos somos conscientes de que no es sano comer demasiada azúcar, ahora, si ya te comiste una galleta, ¿eso quiere decir que ya da igual cuánta azúcar comas? Pues no. Cuanta más azúcar comas, más riesgos generas para tu salud. Con la privacidad es lo mismo: mientras más datos pierdas, más riesgos creas. Lo que la gente no tiene en cuenta es que los datos personales tienen una fecha de caducidad bastante corta, o suelen tenerla: la gente cambia de gustos, se enferma, se cura, cambia de casa, de trabajo, y eso quiere decir que los datos más valiosos y más importantes de proteger son los que generas ahora. Además, hay diferencias en quién tiene los datos y para qué. Hay compañías, como Apple, que usan tu cara para desbloquear el teléfono –que a mí me parece un error–, pero también es verdad que esos datos en principio no se deben compartir con nadie. Por lo que la diferencia entre usar tu cara para desbloquear tu teléfono y dársela a una compañía como Worldcoin es abismal. En ese debate necesitamos mucha más educación y más matices.

Contrario a la tendencia mundial, en Alemania cada vez más personas están optando por pagar en efectivo para evitar el monitoreo constante. ¿Es esta una medida viable y efectiva para preservar la privacidad? Es una medida viable y efectiva. Creo que nunca deberíamos deshacernos del dinero en efectivo. Pero lo mismo aplica para muchos otros ámbitos de la vida. Por ejemplo, vamos a comparar dos posibilidades: comprar un ebook en Kindle o ir a tu librería de la esquina y pagarlo en efectivo. En el caso del Kindle no solamente es que el libro electrónico es menos robusto que el de papel, lo tienes que poner a cargar, no lo puedes llevar a la playa fácilmente porque si le entra arena se va a echar a perder, no se ve tan bien en el sol, se puede hackear. Y sobre todo: te están vigilando, saben exactamente a qué velocidad lees, qué pasajes te llaman la atención, qué subrayas, y están monetizando todos esos datos y uniéndolos a tu tarjeta, a lo que has comprado y lo que has visto online, tratando de perfilarte en una personalidad u otra. En cambio, el libro en papel no lo tienes que cargar, se puede caer de un edificio y probablemente sobreviva, y además es realmente tuyo. No sé si has tenido esa experiencia de estar leyendo un libro electrónico y de pronto hay una actualización y se cambian o te borran partes, lo que te recuerda que no es tuyo, habrás pagado por él, pero no es realmente tuyo, no como un libro de papel. Y, claro, cuando uno se imagina dentro de un régimen democrático, no parece demasiado grave que las corporaciones o el gobierno o ambos sepan qué lees. Pero en cuanto te imaginas un gobierno menos benévolo, te das cuenta de lo importante que es para la libertad de pensamiento.

«El código tiende a ser un instrumento muy autoritario» Ha dicho que, mientras las empresas tengan acceso a nuestros datos, no podremos estar seguros de que no se utilizarán para mal, pues no existe una policía de datos que los vigile. ¿Cuán utópico sería que algún día se creara esa «policía de datos» que proteja nuestra información? ¿Qué se requeriría?

No es utópico, en absoluto. Desde luego, entre lo ideal y la situación actual hay mucho camino por andar. Y más importante todavía que tener una policía de datos es prohibir el comercio de datos personales. Al prohibirlo, se lucha contra el incentivo de recolectar la mayor cantidad posible.

Más allá de los datos personales, en la era de la economía de la atención y del «capitalismo de la vigilancia», ¿también está en juego nuestra privacidad mental? Hasta cierto punto, la privacidad siempre es mental [risas]. Por ejemplo, si alguien tiene acceso a los datos de tu buscador, tiene acceso a muchos de tus pensamientos, a lo que te está preocupando, si te preocupa algo de salud, si estás buscando la solución a un problema, si estás buscando un préstamo. Y, en algunos sentidos, es todavía más grave que se pueda acceder a tu buscador que a tu cerebro, porque todavía tenemos problemas decodificando el cerebro, e igual tú no te acuerdas de qué buscaste hace 28 días a las 12 de la tarde, pero tu buscador sí. Pero también es cada vez mayor el riesgo para la privacidad cerebral. Se están desarrollando muchas tecnologías para leer las señales neuronales y todavía no son lo suficientemente sofisticadas para ser un riesgo importante, pero a mí me sorprende el hecho de que tanta gente esté trabajando en ello. Y me alarma. Por ejemplo, Apple ha aplicado a una patente de tener AirPods que lean las ondas cerebrales. ¿Por qué necesitamos eso? ¿Realmente es lo que necesita el mundo para ser un sitio mejor?

«Hay que diseñar mejor la tecnología para que respete los derechos humanos» Como están las cosas, con cada vez más noticias de filtraciones de datos (incluso de bases de datos bancarias), más páginas web que «obligan» a aceptar las cookies y más estudios que revelan las amenazas para la privacidad en los hogares «inteligentes», ¿se puede hablar hoy realmente de ética digital? ¿Cómo plantarle cara a la opacidad tecnológica sin caer en el neoludismo?

Cuando se desarrolló la ética médica fue a partir de escándalos que hicieron muy tangible y muy obvio por qué la necesitábamos. Precisamente porque nos estamos encontrando con prácticas muy poco éticas es que la ética digital está surgiendo como una disciplina. Porque si todas estas empresas utilizaran prácticas éticas, pues no habría tanta necesidad de un cambio. La acusación de que si te preocupan las prácticas éticas es que estás en contra de la tecnología es pura retórica. Porque estar en contra de la tecnología mal diseñada, de tecnología que está dañando a la gente, no tiene nada que ver con la buena tecnología. Encontraríamos muy pocas personas que están en contra de la tecnología por principio. Hay que diseñar mejor la tecnología para que respete los derechos humanos y para que sea una influencia positiva en la democracia y no negativa.

Para cerrar, ¿cree que la constante transgresión a la privacidad está poniendo en jaque al sistema democrático? Creo que las democracias están en un momento peligroso. Todos los años The Economist hace un estudio del estado de la democracia en el mundo y preocupa que en los últimos años la democracia está perdiendo terreno, no solamente en el número de países democráticos, sino también en la calidad de las democracias. Creo que no es una coincidencia que esta pérdida de democracia se dé al mismo tiempo que el auge de la tecnología digital. Y en parte es una pérdida de privacidad. La privacidad es importante porque nos protege de abusos de poder, y cuando hay instituciones, ya sea corporaciones, ya sea gobiernos, que tienen demasiado poder, eso suele erosionar la democracia. También hay que tener en cuenta que el código tiende a ser un instrumento muy autoritario. Si tú tienes una ley de que no puedes manejar a cierta velocidad, puedes romper esa ley –y tiene consecuencias–, pero cuando el código del coche no te deja ir a cierta velocidad, no hay negociación posible, no hay posibilidad de romper la regla y pagar un precio por ello, da igual si tienes una emergencia, una buena razón o una mala: el código es autoritario. Y sí, el código puede ser mucho más eficiente, pero no tenemos democracias para maximizar la eficiencia, sino para maximizar la libertad, el bienestar y la protección de los derechos. MARIANA TORO NADER es politóloga.





















sábado, 9 de agosto de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY SÁBADO, 9 DE AGOSTO DE 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 9 de agosto de 2025. Rocío de Meer, diputada de Vox, afirma que si su partido llega al poder expulsará de España a ocho millones de emigrantes y sus hijos porque alteran la configuración de la sociedad y España está en peligro de extinción; lo cuenta en la primera de las entradas del blog de hoy el escritor y académico Javier Cercas. En la segunda, un archivo del blog de agosto de 2013, el politólogo Víctor Lapuente afirmaba  que fuera de Italia, Berlusconi, había sido siempre tomado un poco a broma, pero que haríamos mal en desdeñar su impacto y lo que representa para otras democracias. El poema del día, en la tercera, es el famosísimo La canción del pirata, del poeta español José de Espronceda, que comienza con estos versos: Con diez cañones por banda,/viento en popa a toda vela,/no corta el mar, sino vuela/un velero bergantín. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt
















DE LAS NACIONES, LOS INMIGRANTES, DIOS Y LAS ALCANTARILLAS DE VOX

 







Vox pretende acabar con nuestro Estado laico y sustituirlo por otro cristiano; no tengo ni idea de lo que significa eso, afirma en El País [El peligro de las naciones en peligro, 03/08/2025] el escritor Javier Cercas.El 7 dej ulio pasado, comienza diciendo Cercas, Rocío de Meer, diputada por Alicante de Vox, afirmó que, si su partido llegaba al poder, expulsaría de España a ocho millones de emigrantes y sus hijos: según ella, la abundancia de expatriados está provocando un “reemplazo demográfico” que altera “la configuración de la sociedad”, lo que hace que “en muchas ocasiones” las calles españolas “no sean de los españoles”; en suma: España está en peligro de extinción. “Hay algo que no te han contado”, concluyó De Meer, y es que “puede desaparecer tu nación”.

Todo esto es un delirio traducido de los delirios de la internacional nacionalpopulista, y daría risa si no fuese porque quien lo propaga es el tercer partido de nuestro país (y subiendo). Un delirio práctico, histórico-político y ético. Un delirio práctico porque la emigración es uno de los cuatro principales responsables de que incluso Donald Trump reconozca que nuestra economía funciona (los otros tres son el turismo, los fondos europeos y el bajo precio de la energía, fruto de la llamada “excepción ibérica”); más aún: en 2024, el Banco de España estimaba que, para mantener las pensiones actuales, en los próximos años harían falta 24 millones más de trabajadores inmigrantes. O sea: si expulsamos a ocho millones de emigrantes, este país quiebra. Un delirio histórico-político. En El temps esquerp, Raimon Obiols sentencia: “Hay peligro cuando hay naciones en peligro”. Si alguien lo sabe es el propio Obiols: él fue durante años el principal dirigente del socialismo catalán y, como tal, lidió en elecciones sucesivas con un Jordi Pujol imbatible en parte gracias a su habilidad para agitar el fantasma de la extinción de Cataluña. “Si no me seguís, moriréis”, dice Obiols que venía a decir Pujol. “No moriréis físicamente, pero sí espiritualmente, o desde el punto de vista de vuestros usos y costumbres, de vuestra lengua”. Y acaba: “Eso es estimular la inestabilidad social de una forma tremenda y excitar el odio, ya que no morirás porque todo se acabe: morirás porque los otros te han matado”. El temor a la extinción nacional es tanto más absurdo y más fácil de manipular en política cuanto que las naciones no son realidades inmutables, sino productos históricos, comunidades imaginadas (por usar la expresión de ­Benedict Anderson), construcciones sociales cambiantes: un país no es una esencia sino un devenir, una historia, y la España de hoy es muy distinta, digamos, de la de inicios del XIX, en el momento en que cristaliza como nación; pese a ello, o precisamente por ello, ese miedo inducido fue uno de los carburantes del procés (y sigue siéndolo del nacionalismo catalán), como a su modo lo es de Putin, Le Pen, Netanyahu y la internacional nacionalpopulista, incluido Vox, que no en vano reclama, como sus aliados europeos, la reconquista de Europa por las naciones. Sobra añadir que este segundo delirio ha justificado históricamente todo tipo de atrocidades, y continúa haciéndolo: antes de que otros me maten, los mato yo. En cuanto al delirio ético, es una forma suavísima de calificar la abyección sin paliativos de deportar a ocho millones de personas y sus hijos (volviendo a lo práctico: ¿cómo piensan hacerlo? ¿Cazándolas a lazo en redadas policiales, como hace la policía de Trump? ¿Y quiénes serían exactamente los cazados? ¿Ortega Smith, que goza de un segundo apellido tan castizo? ¿Y qué me dicen de Ignacio Garriga, de madre ecuatoguineana y piel sospechosa?). Pero hay algo que me intriga mucho: como se sabe, Vox pretende acabar con nuestro Estado laico y sustituirlo por otro cristiano; no tengo ni idea de lo que significa eso —¿volver al nacionalcatolicismo franquista?—, pero me gustaría saber qué relación guarda su política migratoria con el cristianismo de Cristo, en qué pasaje del Evangelio se han basado para elaborarla. También me pregunto qué opina la Conferencia Episcopal al respecto.

En fin: nunca deberíamos haber permitido que la tercera fuerza política de este país difundiera semejante basura. Ahora nos toca a todos, empezando por los partidos políticos, acabar cuanto antes con ella, devolviéndola a las alcantarillas de donde nunca debió salir. Javier Cercas es escritor y miembro de la Real Academia Española.







[ARCHIVO DEL BLOG] RADIOGRAFÍA DE LA DERECHA ESPAÑOLA: SIN DIOS, SIN MORAL, SIN VERGÜENZA. PUBLICADO EL 27/08/2013











¿Recuerdan ustedes la serie española de televisión "Crematorio"? Se emitió el año 2011, y estuvo dirigida y escrita por Jorge Sánchez Cabezudo y basada en la novela homónima de Rafael Chirbes; una serie fascinante. Como lo es la que se está emitiendo ahora los sábados por la noche en la 2 de RTVE titulada "Comisario Brunetti"; una serie alemana del año 2000, dirigida por Sigi Rothemund y Christian von Castelberg, basada en las novelas de la escritora norteamericana Donna Leon. La primera transcurre en la costa levantina española; la segunda en la Venecia actual. Y ambas tratan y reflejan lo mismo: la corrupción y el poder que financieros y empresarios sin escrúpulos ejercen sobre las administraciones y los poderes públicos. Quizá sea por su temática que la escritora Donna Leon, que vive en Venecia desde hace muchos años, se ha negado a que sus novelas se traduzcan al italiano y a que la serie televisiva basada en ellas se vea en Italia. ¿Para vivir tranquila, o por algo más?
Quizá mi digresión anterior está muy traída por los pelos pero me ha venido sugerida por la lectura del artículo de ayer en El País: "La derecha sin Dios", escrito por Víctor Lapuente Giné, profesor del Instituto para la Calidad de Gobierno de la Universidad de Gotemburgo (Suecia).
Al inicio de su artículo, el profesor Lapuente dice que fuera de Italia, Berlusconi, ha sido siempre tomado un poco a broma, pero que haríamos mal en desdeñar el impacto de Berlusconi y de lo que representa para otras democracias, al igual que fueron minusvaloradas en su tiempo la mafia, el fascismo y el terrorismo de izquierdas (las Brigadas Rojas), como excentricidades específicamente italianas e instransferibles a otras democracias "más serias" (el entrecomillado es mio).
Para Lapuente, la esencia del "berlusconismo" es la de una derecha con iglesia (la católica), pero profundamente amoral en sus principios: Una derecha para la que todo vale, siempre que sirva para enriquecerse o ganar elecciones, y que tiene su paradigma en la frase del pensador católico (e italiano) Vittorio Messori, de que "mejor un putero que haga buenas leyes para la iglesia que uno catoliquísimo que nos perjudique", que muy bien pudiera haber sido pronunciada por uno de nuestros insignes prelados carpetovetónicos o financieros escrupulosos de comunión diaria.
A esta derecha "mediterránea" y clerical, representada por Berlusconi y Rajoy, de los que el profesor Lapuente dice que están unidos porqué ninguno de los dos tiene proyecto alguno para transformar la sociedad, contrapone el pensamiento y la ideología de líderes de la derecha centroeuropea y anglosajona, como Cameron, Tatcher o Reagan, que tuvieron, dice, una narrativa construida por intelectuales próximos como Edmund Burke, Milton Friedman o Friedrich Hayek.
La izquierda también cojea ideológicamente, incapaz de articular un mensaje innovador, dice al final de su artículo, pero sigue caminando inspirada en unos ideales que trascienden el interés individual para conseguir una sociedad sin pobreza y con iguales oportunidades para todos. El desierto es duro, añade, pero Dios da fuerzas para seguir. Todo lo contrario de esa derecha que renunciando a caminar parece decidida a acampar en un confortable supermercado, entregada a la adoración del becerro de oro, entre casinos, sobres marrones y confetis. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




















DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, LA CANCIÓN DEL PIRATA, DE JOSÉ DE ESPRONCEDA

 







LA CANCIÓN DEL PIRATA




Con diez cañones por banda,

viento en popa a toda vela,

no corta el mar, sino vuela

un velero bergantín;


bajel pirata que llaman,

por su bravura, el Temido,

en todo mar conocido

del uno al otro confín.


La luna en el mar riela,

en la lona gime el viento

y alza en blando movimiento

olas de plata y azul;


y va el capitán pirata,

cantando alegre en la popa,

Asia a un lado, al otro Europa,

y allá a su frente Estambul;


«Navega velero mío,

sin temor,

que ni enemigo navío,

ni tormenta, ni bonanza,

tu rumbo a torcer alcanza,

ni a sujetar tu valor.


»Veinte presas

hemos hecho

a despecho,

del inglés,


»y han rendido

sus pendones

cien naciones

a mis pies.


»Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.


»Allá muevan feroz guerra

ciegos reyes

por un palmo más de tierra,

que yo tengo aquí por mío

cuanto abarca el mar bravío,

a quien nadie impuso leyes.


»Y no hay playa

sea cualquiera,

ni bandera

de esplendor,


»que no sienta

mi derecho

y dé pecho

a mi valor.


»Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.


»A la voz de ¡barco viene!

es de ver

cómo vira y se previene

a todo trapo a escapar:

que yo soy el rey del mar,

y mi furia es de temer.


»En las presas

yo divido

lo cogido

por igual:


»sólo quiero

por riqueza

la belleza

sin rival.


»Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.


»¡Sentenciado estoy a muerte!;

yo me río;

no me abandone la suerte,

y al mismo que me condena,

colgaré de alguna entena

quizá en su propio navío.


»Y si caigo

¿qué es la vida?

Por perdida

ya la di,


»cuando el yugo

de un esclavo

como un bravo

sacudí.


»Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar.


»Son mi música mejor

aquilones

el estrépito y temblor

de los cables sacudidos,

del negro mar los bramidos

y el rugir de mis cañones.


»Y del trueno

al son violento,

y del viento

al rebramar,


»yo me duermo

sosegado

arrullado

por el mar.


»Que es mi barco mi tesoro,

que es mi dios la libertad,

mi ley, la fuerza y el viento,

mi única patria la mar».




JOSÉ DE ESPRONCEDA (1808-1842)

poeta español