El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
martes, 15 de julio de 2025
lunes, 14 de julio de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 14 DE JULIO DE 2025. 236º ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA REOLUCIÓN FRANCESA
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 14 de julio de 2025. Si los españoles no quisieran que se alcanzaran pactos de legislatura entre fuerzas con distintas prioridades votarían en favor de mayorías absolutas, pero sucede lo contrario, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy el cineasta David Trueba. La segunda, un archivo del blog de tal día como hoy de 2014 en la que se hablaba de que París, aquel día de hacía 225 años, fue una fiesta con el asalto del pueblo a la prisión real de La Bastilla, que significó el inicio de la Revolución Francesa y el colapso del Antiguo Régimen. El poema del día en la tercera, es del poeta Fray Luis de León, se titula Oda a Santiago, y comienza con estos versos: Las selvas conmoviera,/las fieras alimañas, como Orfeo,/si ya mi canto fuera/igual a mi deseo,/cantando el nombre santo Zebedeo. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt
DE LA SENTENCIA DEL CONSTITUCIONAL
Si los españoles no quisieran que se alcanzaran pactos de legislatura entre fuerzas con distintas prioridades votarían en favor de mayorías absolutas, pero sucede lo contrario, escribe en El País [La sentencia del Constitucional, 08/07/2025] el cineasta David Trueba. Fue pintoresca la reacción a la sentencia del Tribunal Constitucional que ampara la ley de amnistía dictada por el Gobierno para los condenados en el procés separatista catalán, comienza diciendo Trueba. De nuevo la histeria sobreactuada que dura un par de días, se utiliza y se tira a la papelera. Los mismos que dicen defender férreamente la separación de poderes y que afean cualquier crítica a sentencias o instrucciones judiciales, algunas de las cuales son como mínimo cuestionables, han salido a insultar a todos los miembros del Constitucional que han apoyado la resolución. Descalificaciones brutales, portadas degradantes e injurias contra magistrados que llevan décadas de oficio y llegaron al tribunal con el acuerdo de los dos principales partidos. Este delirio forma parte del estado mental en que vivimos, donde nadie se atreve a ver la viga en el ojo propio. Entre otras cosas, porque la viga del sectarismo ya no deja ni ver el propio ojo.
Que la ley de amnistía cumplía con los preceptos constitucionales era evidente. Su redacción fue una filigrana para resultar admisible. Cualquiera es libre de cuestionar su oportunidad, incluso su pertinencia, pero no conviene confundir el juicio político sobre las razones que la impulsaron con la revisión del Constitucional. La aritmética parlamentaria obliga en toda vida política a negociar concesiones y acuerdos. Si los españoles no quisieran que se alcanzaran pactos de legislatura entre distintas fuerzas, cada una con muy distintas prioridades, votarían en favor de mayorías absolutas. Pero sucede al contrario; han dado en votar parlamentos cada vez más fraccionados donde los pactos son imprescindibles. Hasta Donald Trump, para sacar su llamada Ley Grande y Hermosa, ha concedido a Alaska y otros estados ciertas ventajas a cambio del voto de sus senadores. Las cesiones a partidos que representan a sus autonomías, incluso de impuestos del Estado, han sido necesarias tradicionalmente para elegir un presidente en España. La amnistía, al fin y al cabo, sería la menor de las concesiones, pues, tras las condenas de cárcel y los años de exilio de sus máximos responsables, recuperar la normalidad perdida no resulta tan gravoso para el conjunto de los ciudadanos.
Es evidente que los magistrados del Supremo que protagonizaron aquel juicio, herido por el defecto de ser un juicio más político que técnico, aborrezcan de la ley de amnistía. Lo cuestionable es que se hayan inventado estratagemas para inutilizarla. La más chocante es la que apela a la malversación. Es algo así como si tras la amnistía que dictó el gobierno de José María Aznar para la cúpula de Interior condenada por el secuestro de Segundo Marey perpetrado por los GAL, los jueces exigieran que se mantuviera la condena por los daños psicológicos que le causaron a la víctima. O por doblar las matrículas de los coches utilizados para el delito.
Las amnistías provocan una enorme controversia siempre y los gobiernos que recurren a ellas han de asumir el coste político. Esto les obliga a esmerarse en la pedagogía con los ciudadanos, algo complicado cuando los discursos electorales son primarios y ramplones. Si los socialistas no se hubieran pasado una campaña negando la posibilidad de la amnistía hubiera resultado mucho más fácil convencer a los españoles de su pertinencia. Es una buena lección. A todos, y sobre todo a los políticos, nos iría mejor con una versión más adulta y rigurosa de la política. En lo que concierne a los altos tribunales estamos obligados a aceptar su designio si no queremos deslizarnos definitivamente hacia la degradación absoluta. David Trueba es cineasta.
[ARCHIVO DEL BLOG] Y PARÍS FUE UNA FIESTA. PUBLICADO EL 14/07/2014
EL POEMA DE CADA DÍA. HOY, ODA A SANTIAGO, DE FRAY LUIS DE LEÓN
ODA A SANTIAGO
Las selvas conmoviera,
las fieras alimañas, como Orfeo,
si ya mi canto fuera
igual a mi deseo,
cantando el nombre santo Zebedeo;
y fueran sus hazañas
por mí con voz eterna celebradas,
por quien son las Españas
del yugo desatadas
del bárbaro furor, y libertadas;
y aquella Nao dichosa,
del cielo esclarecer merecedora,
que joya tan preciosa
nos trujo, fuera agora
cantada del que en Citia y Cairo mora.
Osa el cruel tirano
ensangrentar en ti su injusta espada;
no fue consejo humano;
estaba a ti ordenada
la primera corona, y consagrada.
La fe que a Cristo diste
con presta diligencia has ya cumplido;
de su cáliz bebiste,
apenas que subido
al cielo retornó, de ti partido.
No sufre larga ausencia,
no sufre, no, el amor que es verdadero;
la muerte y su inclemencia
tiene por muy ligero
medio por ver al dulce campanero.
[¡Oh viva fe constante!
¡oh verdadero pecho, amor crecido!
un punto de su amante
no vive dividido;
síguele por los pasos que había ido.]
Cual suele el fiel sirviente,
si en medio la jornada le han dejado,
que, haciendo prestamente
lo que le fue mandado,
torna buscando al amo ya alejado,
ansí, entregado al viento,
del mar Egeo al mar de Atlante vuela
do, puesto el fundamento
de la cristiana escuela,
torna buscando a Cristo a remo y vela.
Allí por la maldita
mano el sagrado cuello fue cortado:
¡camina en paz, bendita
alma, que ya has llegado
al término por ti tan deseado!
A España, a quien amaste
(que siempre al buen principio el fin responde),
tu cuerpo le inviaste
para dar luz adonde
el sol su claridad cubre y esconde;
por los tendidos mares
la rica navecilla va cortando;
Nereidas a millares
del agua el pecho alzando,
turbadas entre sí la van mirando;
y dellas hubo alguna
que, con las manos de la nave asida,
la aguija con la una
y con la otra tendida
a las demás que lleguen las convida.
Ya pasa del Egeo,
y vuela por el Jonio; atrás ya deja
el puerto Lilibeo;
de Córcega se aleja
y por llegar al nuestro mar se aqueja.
Esfuerza, viento, esfuerza;
hinche la santa vela, enviste en popa;
el curso haz que no tuerza,
do Abila casi topa
con Calpe, hasta llegar al fin de Europa.
Y tú, España, segura
del mal y cautiverio que te espera,
con fe y voluntad pura
ocupa la ribera:
recebirás tu guarda verdadera;
que tiempo será cuando,
de innumerables huestes rodeada,
del cetro real y mando
te verás derrocada,
en sangre, en llanto y en dolor bañada.
De hacia el Mediodía
oye que ya la voz amarga suena;
la mar de Berbería
de flotas veo llena;
hierve la costa en gente, en sol la arena;
con voluntad conforme
las proas contra ti se dan al viento,
y con clamor deforme
de pavoroso acento
avivan de remar el movimiento;
y la infernal Meguera,
la frente de ponzoña coronada,
guía la delantera
de la morisca armada,
de fuego, de furor, de muerte armada.
Cielos, so cuyo amparo
España está: ¡merced en tanta afrenta!
Si ya este suelo caro
os fue, nunca consienta
vuestra piedad que mal tan crudo sienta.
Mas, ¡ay!, que la sentencia
en tabla de diamante está esculpida;
del Godo la potencia
por el suelo caída,
España en breve tiempo es destruida.
¿Cuál río caudaloso,
que los opuestos muelles ha rompido
con sonido espantoso,
por los campos tendido
tan, presto y tan feroz jamás se vido?
Mas cese el triste llanto,
recobre el Español su bravo pecho;
que ya el Apóstol santo,
un otro Marte hecho,
del cielo viene a dalle su derecho:
vesle de limpio acero
cercado, y con espada relumbrante;
como rayo, ligero,
cuanto le va delante
destroza y desbarata en un instante;
de grave espanto herido,
los rayos de su vista no sostiene
el Moro descreído;
por valiente se tiene
cualquier que para huir ánimo tiene.
Huye, si puedes tanto;
huye, mas por demás, que no hay huida;
bebe dolor y llanto
por la mesma medida
con que ya España fue de ti medida.
Como león hambriento,
sigue, teñida en sangre espada y mano,
de más sangre sediento,
al Moro que huye en vano;
de muertos queda lleno el monte, el llano.
¡Oh gloria, oh gran prez nuestra,
escudo fiel, oh celestial guerrero!
vencido ya se muestra
el Africano fiero
por ti, tan orgulloso de primero;
por ti del vituperio,
por ti de la afrentosa servidumbre
y triste cautiverio
libres, en clara lumbre
y de la gloria estamos en la cumbre.
Siempre venció tu espada,
o fuese de tu mano poderosa,
o fuese meneada
de aquella generosa,
que sigue tu milicia religiosa.
[Las enemigas haces
no sufren de tu nombre el apellido;
con sólo aquesto haces
que el Español oído
sea, y de un polo a otro tan temido.]
De tu virtud divina
la fama, que resuena en toda parte,
siquiera sea vecina,
siquiera más se aparte,
a la gente conduce a visitarte.
El áspero camino
vence con devoción, y al fin te adora
el Franco, el peregrino
que Libia descolora,
el que en Poniente, el que en Levante mora.
FRAY LUIS DE LEÓN (1527-1591)
poeta español