domingo, 26 de mayo de 2019

[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Mayo, 2019 (IV)





Dicen que elegir es descartar, y estoy acuerdo con ello. Aquí les dejo algunos de los artículos de opinión publicados en la prensa diaria que durante la pasada semana he ido subiendo al blog en la columna Tribuna de prensa. Asumo la responsabilidad de su elección y de la posibilidad de equivocarme. Como dijo Hannah Arendt, espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar, pues la vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa: pensar, comprender, actuar. Se los recomiendo encarecidamente. Creo que merecen la pena, pero si no es así, la próxima vez acertaré. 


Europa, por Manuel Hidalgo
Peor lo tiene la oposición, por Teodoro León
Desconfiar de la filantropía propia, por Gabriela Cañas
También se fue Groenlandia, por Guillermo Altares
La venganza de Europa, por José I. Torreblanca

Y desde los enlaces de más abajo puede acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España, Europa y el mundo, actualizados continuamente.
El País (España)
Le Monde (Francia)
The Times (Gran Bretaña)
El Mundo (España)
Gazeta Wyborcza (Polonia)
La Vanguardia (España)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El País Semanal (España)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Der Spiegel (Alemania)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Paris Match (Francia)
National Geographic (Estados Unidos)
Expresso (Portugal)
Les Temps Modernes (Francia)

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana de los corresponsales en todo el mundo del diario El País. 



Un niño refugiado duerme en la ciudad siria de Atmeh



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

[PARLAMENTO] Diario de Sesiones de las Cortes Generales. Mayo, 2019 (IV)





Las Cortes Generales representan al pueblo español y están conformadas por el Congreso de los Diputados y el Senado. Ambas Cámaras ejercen la potestad legislativa del Estado, aprueban sus Presupuestos, controlan la acción del Gobierno y tienen las demás competencias que les atribuye la Constitución. 

En los Diarios de Sesiones de las Cámaras se reflejan literalmente los debates habidos en los plenos y las comisiones respectivas y las resoluciones adoptadas en cada una de ellas. Los demás documentos parlamentarios: proyectos de ley, proposiciones de ley, interpelaciones, mociones, preguntas, y el resto de la actividad parlamentaria, se recogen en los Boletines Oficiales del Congreso de los Diputados y del Senado. 

Desde este enlace pueden acceder a toda la información parlamentaria de la presente legislatura, actualizada diariamente. Les recomiendo encarecidamente que la exploren con atención si tienen interés en ello. Y desde estos otros a las páginas oficiales de las principales instituciones políticas nacionales, europeas y locales:



INSTITUCIONES EUROPEAS


INSTITUCIONES LOCALES


Desde estos otros enlaces pueden acceder a los Diarios de Sesiones de los plenos de ambas cámaras, así como a los de sus comisiones y los de las mixtas de las Cortes Generales, habidas en la semana precedente: 

I. CORTES GENERALES
(Sin sesiones)

II. CONGRESO DE LOS DIPUTADOS

III. SENADO

LUNES, 20 DE MAYO
1. Diputación Permanente

MARTES, 21 DE MAYO
1. Sesión plenaria constitutiva de la XIII Legislatura

Y desde estos otros a las agendas previstas para la semana próxima tanto en el Congreso como en el Senadoal programa que RTVE ofrece semanalmente sobre la vida parlamentaria, al blog de las Cortes Generales dedicado a la Conmemoración del 40º aniversario de la Constitución, y especialmente al Informe de la Secretaría General del Congreso de los Diputados que ha dado base a la Mesa de la Cámara para suspender de sus funciones a los diputados independentistas catalanes procesados por el Tribunal Supremo.




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

sábado, 25 de mayo de 2019

[HEMEROTECA DEL BLOG] Ética, mentiras y política



Joseph Goebbels


No soy dado a las grandes admiraciones. Por cumplir la Ley de Igualdad, cito entre esas escasas personas admiradas a dos mujeres, a la politóloga alemana nacionalizada norteamericana Hannah Arendt, y a la filósofa francesa Simone Weil, no sé si por casualidad, ambas de origen judío; y a dos hombres, el filósofo y filólogo español Emilio Lledó, y el teólogo católico suizo Hans Küng. Por los cuatro citados siento una profunda admiración, tanto por la importancia de su obra intelectual como por el ejemplo de sus vidas. Y me gustaría destacar que uno de ellos, Emilio Lledó, fue profesor mío en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, y que sólo por el privilegio de haberle conocido y tenido como profesor ya merecieron la pena los años de estudio.

Pero hoy quiero hablar únicamente de Hans Küng, teólogo católico de renombre universal, consultor especial del Concilio Vaticano II por decisión expresa del papa Juan XXIII, y apartado fulminantemente de su cátedra de Teología en la Universidad alemana de Tubinga por el papa Juan Pablo II, por oponerse al dogma de la infalibilidad pontificia.

No soy creyente. No lo era ya cuando leí durante unas vacaciones en Mallorca, hace cuarenta y cuatro años, la primera de sus grandes obras teológicas: Ser cristiano (Ediciones Cristiandad, Madrid, 1974). Seguí sin serlo después de leer con sincera admiración al menos una decena de sus títulos posteriores. Y sigo ateo, a Dios gracias, diría yo. Pero no, desde luego, por culpa suya, porque reconozco que pocos libros existen con la profunda religiosidad y el rigor teológico de los escritos por Hans Küng. Aun hoy, a sus 80 años justos, sigue empeñado en la elaboración de una Ética de validez universal y del diálogo sin condiciones entre todas las iglesias. Y yo, esperando con ilusión la publicación en español de la segunda parte de su Libertad conquistada. Memorias (Trotta, Madrid, 2004), ya publicada en alemán.

El diario El País de hoy publica un interesante artículo suyo titulado ¿Está justificada la mentira en política? por el que desfilan George W. Bush, Henry Kissinger, Richelieu, Metternich, Bismarck, Theodore Roosevelt, Maquiavelo,Thomas Jefferson, Martín Lutero, Helmut Schmidt, Jimmy Carter, Bill Clinton y Monica Lewinsky..., entre otros. Espero que les resulte interesante, e instructivo.



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Alegoría de la Mentira


Una pregunta ética fundamental para el sucesor del presidente estadounidense George W. Bush, comienza diciendo Küng, es ésta: ¿Debe mentir un presidente? ¿Hay alguna circunstancia en la que la mentira esté justificada?

El ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger no tiene problemas para justificar las mentiras. Kissinger opina que el Estado -y, por consiguiente, el estadista- tiene una moral diferente a la del ciudadano corriente. Lo demostró en la práctica durante sus años en el Gobierno de Nixon y luego defendió esta opinión en su libro de 1994, Diplomacy, en el que menciona a figuras históricas que admira: entre otros, Richelieu, Metternich, Bismarck y Theodore Roosevelt.

Cuando le dije en una ocasión que esa visión del ejercicio del poder político me parecía inaceptable, él replicó, no sin ironía, que el teólogo ve las cosas "desde arriba" y el estadista "desde abajo".

Le hice esa misma pregunta sobre la mentira y la moral política a un buen amigo de los dos, el ex canciller de Alemania Federal Helmut Schmidt, cuando pronunció una conferencia sobre ética mundial en la universidad de Tubinga en 2007: "Henry Kissinger dice que el Estado posee una moral distinta de la del individuo, la vieja tradición desde Maquiavelo. ¿Es verdad que el político que se ocupa de asuntos exteriores debe atenerse a una moral especial?".

Schmidt me respondió: "Estoy firmemente convencido de que no existe una moral distinta para el político, ni siquiera el político que se ocupa de asuntos exteriores. Muchos políticos de la Europa del siglo XIX creían lo contrario. Quizá Henry sigue viviendo en el siglo XIX, no sé. Tampoco sé si hoy seguiría defendiendo ese punto de vista".

Por lo visto, sí. Al recomendar, hace poco, más participación militar en las guerras de Irak y Afganistán, Kissinger ha demostrado que sigue siendo un político que piensa desde el punto de vista del poder y en la tradición de Maquiavelo. Aunque por otro lado, ha dicho que está en favor del desarme nuclear total. ¿Es una contradicción o un signo de la sabiduría que da la edad?

En las reuniones del Consejo Interacción de ex jefes de Estado y de Gobierno, del que soy asesor académico, se discuten problemas de ética. Recuerdo que en 1997 no hubo ninguna cuestión relacionada con la Declaración Universal de las Responsabilidades Humanas del consejo que se debatiera con tanta intensidad como la de "¿No mentir?". El artículo 12 de la declaración trata sobre la veracidad, y dice: "Nadie, por importante o poderoso que sea, debe mentir". Sin embargo, inmediatamente sigue una puntualización: "El derecho a la intimidad y a la confidencialidad personal y profesional debe ser respetado. Nadie está obligado a decir toda la verdad constantemente a todo el mundo". Es decir, por mucho que amemos la verdad, no debemos ser fanáticos de la verdad.

Pero no exageremos. Los políticos también son seres humanos, e incluso una persona veraz puede mentir cuando se encuentra en una situación difícil. No hablo de las mentiras que se cuentan por diversión ni de las mentiras piadosas, sino de las mentiras deliberadas. Una mentira es una afirmación que no coincide con la opinión de la persona que la hace y que pretende engañar a otros en beneficio personal. O como dicen los Diez Mandamientos en Éxodo 20:16: "No darás falso testimonio contra tu vecino".

Una vez, el ex ministro de Asuntos Exteriores de un país del Sureste Asiático me contó, con una sonrisa, que en su ministerio corría esta definición de embajador: "Un hombre al que se envía al extranjero para que mienta". Pero hoy ya no puede construirse ninguna diplomacia eficaz a partir de esa idea. En la época de Metternich y Talleyrand, dos diplomáticos podían decirse mentiras a la cara. Pero hoy, en la diplomacia secreta, es necesaria la franqueza, por más que se emplee todo tipo de tácticas astutas en la negociación.

El juego sucio y los engaños no salen rentables a largo plazo. ¿Por qué? Porque minan la confianza. Y, sin confianza, la política constructora de futuro es imposible.

Por consiguiente, la primera virtud diplomática es el amor a la verdad, según dice el diplomático británico sir Harold Nicolson en su clásica obra de 1939, Diplomacy, que, por cierto, Kissinger menciona a regañadientes en su libro, en la página del copyright, pero luego no vuelve a citar en ninguna parte.

Eso significa que algunos estadistas como Thomas Jefferson tenían razón: no existe más que una sola ética sin divisiones. Ni siquiera los políticos y hombres de Estado tienen derecho a una moral especial. Los Estados deben regirse por los mismos criterios éticos que los individuos. Los fines políticos no justifican medios inmorales.

O sea, la veracidad, que está reconocida desde la Ilustración como condición previa fundamental para la sociedad humana, no sólo es un requisito para los ciudadanos individuales sino también para los políticos; especialmente para los políticos.

¿Por qué? Porque los políticos tienen una responsabilidad especial respecto al bien común y además disfrutan de una serie de privilegios considerables. Es comprensible que, si mienten en público y faltan a su palabra (sobre todo, después de unas elecciones), luego se les eche en cara y, en las democracias, tengan que pagar el precio, en pérdida de confianza, pérdida de votos en las elecciones e incluso pérdida de su cargo.

Las mentiras personales, como las que contó el ex presidente estadounidense Bill Clinton durante el caso de Monica Lewinsky, son malas. Pero lo peor es la falsedad, que afecta al fondo de las personas y sus actitudes esenciales (como puede verse en la actitud del presidente George W. Bush durante los cinco años de la guerra de Irak). Y lo peor de todo es la mendacidad, que puede impregnar vidas enteras. Según Martín Lutero, una mentira necesita otras siete para poder parecerse a la verdad o tener aspecto de verdad.

Ahora bien, por supuesto que también existen políticos y estadistas honrados. Yo conozco a unos cuantos. Además de la virtud de la sinceridad, tienen que practicar la sagacidad. Sobre todo, deben ser perspicaces, inteligentes y perceptivos, estrategas hábiles e ingeniosos y, si es necesario, astutos y ladinos, pero no maliciosos, intrigantes ni canallas.

Deben saber cuándo, dónde y cómo hablar... o callarse. No todos los circunloquios y exageraciones son mentiras en sí mismos. No hay duda de que, en determinadas situaciones, puede haber conflictos de responsabilidades en los que los políticos deben decidir de acuerdo con su propia conciencia.

"Muchas veces era difícil: no podíamos decir toda la verdad y, con frecuencia, debíamos ocultarla o permanecer callados", me dijo el ex presidente estadounidense Jimmy Carter tras una sesión del Consejo Interacción. Y me impresionó profundamente cuando añadió: "Pero, durante mi mandato, en la Casa Blanca no mentimos nunca".



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El teólogo Hans Küng



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






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Publicada originariamente el 15/5/2008
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 24 de mayo de 2019

[EUROPA] Votar sí que importa





Entre los próximos 23 y 26 de mayo estamos llamados los ciudadanos europeos a elegir a nuestros representantes en el Parlamento de la Unión. Me parece un momento propicio para abrir una nueva sección del blog en la que se escuchen las opiniones diversas y plurales de quienes conformamos esa realidad llamada Europa, subiendo al mismo, de aquí al 26 de mayo próximo, al menos dos veces por semana, aquellos artículos de opinión que aborden, desde ópticas a veces enfrentadas, las grandes cuestiones de nuestro continente. También, desde este enlace, pueden acceder a la página electrónica del Parlamento europeo con la información actualizada diariamente del proceso electoral en curso.

Votar sí que importa, señala el presidente de la Comisión Europea Jean-Claude Juncker. La construcción de Europa es un proceso continuo y asentado en valores comunes. Las elecciones del domingo nos brindan la oportunidad de hacer oír nuestra voz, de defender aquello en lo que creemos.

En cuestión de días, comienza diciendo Juncker, los europeos serán llamados a las urnas en el mayor ejercicio democrático transnacional que existe en el mundo. Un total de 427 millones de personas en 28 países votarán a los miembros del Parlamento Europeo que les representarán. Al hacerlo, también determinarán la dirección de la política europea para los próximos cinco años.

Es cierto que, durante mucho tiempo, las elecciones al Parlamento Europeo han sido recibidas por los votantes con una gran dosis de apatía. A menudo, se oye a gente justificando su abstención porque “de todas maneras, ¿qué diferencia aportaría mi voto?”. Pero imaginemos que todos pensáramos así. Cada europeo debería emitir su voto pensando que todos los demás van a votar exactamente lo mismo que él y asumiendo la responsabilidad por las consecuencias de ese voto para nuestro continente.

Porque sí importa. Importa para nuestro planeta que votemos a personas que van a liderar la lucha contra el cambio climático. Importa para nuestros puestos de trabajo que votemos a personas que van a esforzarse por proteger los derechos de los trabajadores en la era digital. Importa para nuestra seguridad que votemos a personas que van a defender a los europeos en un mundo en el que hay fuerzas, nuevas y viejas, que han decidido ir por su cuenta o poner sus propias reglas. Europa está a tu servicio, no al revés. Votar es asegurar que así sea.

En todos los países habrá candidatos que clamarán que Europa nunca es la respuesta, que Europa atenta contra nuestra identidad nacional. No creo que esto sea cierto. Hay numerosos ámbitos en los que sencillamente las naciones europeas pueden hacer más juntas que separadas; por ejemplo, a la hora de hacer frente a los gigantes tecnológicos, asegurar nuestras fronteras exteriores, celebrar acuerdos comerciales o limpiar los océanos de plástico.

Así pues, tenemos que combatir a los populistas allí donde son débiles: con acciones, no con palabras; con esperanza, no con miedo; con unidad, no con división. Y con un plan claro para un futuro mejor, no con nostalgia de un pasado que nunca existió.

España es un país sólido, que ha sabido salir fortalecido de la crisis que vivimos en los últimos años, y en donde los ciudadanos conviven de manera natural con sus distintas identidades: nacional, regional, local y también europea. Ninguna de ellas es incompatible con las otras, sino que, al contrario, fortalece el ideal europeo de caminar todos juntos y unidos, sacando el máximo partido de nuestra diversidad y apuntalando nuestros valores comunes de democracia, paz, Estado de derecho, libertad, tolerancia, pluralismo, justicia, solidaridad, respeto a los derechos humanos e igualdad entre hombres y mujeres.

Cuando fui elegido presidente de la Comisión Europea, mi mandato fue claro: centrar la atención en las cosas que más importan a los europeos. Y esto es exactamente lo que hemos hecho. En este momento, 240 millones de europeos tienen trabajo, cifra más alta que nunca. El desempleo registra mínimos históricos en este siglo. Los salarios han subido un 5,7%. Hoy contamos con nuestra propia Guardia Europea de Fronteras y Costas para ayudarnos a proteger nuestras fronteras, aunque aún tenemos que culminar la labor que iniciamos en este contexto y alcanzar la cifra de 10.000 guardias de fronteras de la Unión. Hoy, cuando nos desplazamos a cualquier país de la Unión, podemos utilizar nuestros móviles sin recargo y usar los servicios de streaming que tengamos contratados. Nuestras empresas pueden comerciar con Japón y Canadá sin pagar aranceles, gracias a los mayores acuerdos comerciales del mundo.

Pero Europa no es solo cuestión de cifras y estadísticas: lo es de valores comunes. Son Europa los 120.000 jóvenes voluntarios que, a través del Cuerpo Europeo de Solidaridad, están ayudando a reconstruir las zonas afectadas por un terremoto en Italia. Son Europa los bomberos polacos recibidos como héroes en las calles de Suecia cuando fueron a luchar contra los incendios forestales. Son Europa los 30.000 jóvenes que viajan en tren por todo el continente gracias al programa DiscoverEU y los 10 millones de estudiantes de Erasmus que exploran nuevas culturas, historias y lenguas.

Por el camino, hemos sido sometidos a prueba de múltiples maneras. De cada una de las pruebas hemos salido más fuertes y más unidos. Logramos que Grecia permaneciera en el euro contra toda expectativa. Hemos reducido en un 90% el número de personas que llegan irregularmente a nuestras costas, pese a las voces que auguraban que la crisis migratoria sería imposible de gestionar. Y nos mantuvimos juntos cuando uno de los nuestros, el Reino Unido, decidió abandonar la Unión.

Siempre se puede hacer más y mejor. Pero todos esos desafíos han dado un nuevo impulso a nuestra Unión. Nos han recordado que nuestra Unión no puede darse por sentada, sino que exige un esfuerzo cotidiano. La opinión pública no ha sido tan favorable desde hace 27 años. En España, el 72% cree que ser miembro de la UE es positivo y el 74% votaría por permanecer en la Unión si mañana hubiera un referéndum.

Pero la construcción de Europa es un proceso continuo. No olvidemos que solo han transcurrido 30 años desde que cayó el telón de acero y el muro de Berlín quedó hecho añicos. Los europeos siempre han luchado por sus derechos, sus libertades, sus valores y su soberanía. Y hoy no tiene por qué ser distinto.

Las elecciones europeas del domingo nos brindan la oportunidad de hacer oír nuestra voz, de defender aquello en lo que creemos. Todos y cada uno de nosotros, solos ante nuestras papeletas de voto, sabemos que todos tenemos el mismo poder y la misma capacidad para influir en nuestro futuro común. Ese día todos somos Europa. Cada uno de nosotros tiene el destino en sus manos.







Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



HArendt






Entrada núm. 4918
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