domingo, 13 de noviembre de 2022

De la hipocresía en las relaciones internacionales

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de la hipocresía en las relaciones internacionales, porque como dice en ella el analista político y director de EuroIntelligence, Wolfgang Münchau, la visita de Olaf Scholz a China es un acto de hipocresía política, pero también un signo de desesperación de un líder deseoso de aferrarse al pasado. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.






¿Se puede confiar en este hombre?
WOLFGANG MÜNCHAU
07 NOV 2022 - El País

Olaf Scholz pertenece a la tradición de dirigentes alemanes a los que les encanta hacer negocios con dictadores. Estrechar la mano de un líder chino está en el ADN del Partido Socialdemócrata de Alemania. “Hemos perdido a Rusia, hemos perdido el dividendo de la paz. No cabe esperar que perdamos también a China”. Ese es el mensaje que se recibe en Berlín estos días. Todavía hay algunos periodistas ingenuos que lo pregonan, pero los vientos están cambiando. Nos encontramos ante la verdadera Zeitenwende, por utilizar una expresión que ha empleado el propio Scholz, ante un cambio de era. Menos los consejeros delegados que acompañaron al primer ministro en su visita a Pekín, los líderes empresariales alemanes son mucho más escépticos. La mayoría —exceptuando a los leviatanes del Dax30— son partidarios de una versión de la globalización más descentralizada que el capitalismo de amiguetes de Gerhard Schröder, Angela Merkel y Scholz.
Alemania es un país en transición hacia un nuevo modelo económico cuyo perfil todavía no está claro. Como en cualquier transición, hay una vieja guardia que intenta frenar el proceso. Scholz pertenece sin lugar a dudas a esa categoría de políticos para los que el éxito económico es sinónimo de exportación industrial y superávits por cuenta corriente. Los cancilleres alemanes, empezando por Helmut Schmidt, llevan desde la década de 1970 viajando al este de Asia acompañados por consejeros delegados sentados en las filas traseras del avión, listos para firmar contratos acordados previamente. No recuerdo a ningún primer ministro de Reino Unido que haya hecho algo así. O a un presidente francés. Francia es todo lo corporativista que se puede ser. Sin embargo, ningún presidente querría que se le viera como subordinado a los intereses comerciales.
Los delirios industriales de Alemania alcanzaron su punto álgido hace unos años, cuando el entonces ministro de Economía, Peter Altmaier, prometió aumentar la participación de la industria en el PIB incluso por encima del 20% actual, que ya es el doble de la de Francia o Reino Unido. La pandemia y la guerra han acabado con esas fantasías. En mi opinión, los símbolos de aquella era eran el coche de gasolina y la planta química de 10 kilómetros cuadrados de BASF en Ludwigshafen, la más grande del mundo.
Scholz y su partido siguen viviendo en esa época. El canciller saca su inteligencia económica de personas como Martin Brudermüller, consejero delegado de BASF. Cuando, a principios de este año, un grupo de economistas predijo que un embargo alemán del gas ruso sería perfectamente gestionable, Scholz salió en televisión para acusarlos de irresponsables. Sus amigos empresarios le habían dicho que evitara tal embargo a toda costa. Cuando Vladímir Putin insistió en que las entregas de gas se pagaran en rublos, el canciller dijo que no cedería al chantaje, pero acto seguido permitió que las empresas alemanas aplicaran un truco de doble contabilidad con Gazprombank para permitir los pagos. Cuando Gazprom afirmó que el gasoducto Nord Stream 1 no podía volver a funcionar sin una turbina retenida en Canadá y sujeta a las sanciones económicas, Scholz hizo todo cuanto estuvo en su mano para que la turbina fuera eliminada de la lista de sanciones. Más recientemente permitió que Cosco, el operador portuario chino, comprara una participación en una terminal del puerto de Hamburgo, y actualmente está presionando para ayudar a una empresa china a comprar una fábrica de semiconductores en Dortmund a pesar de las objeciones de los servicios de seguridad alemanes.
Pero antes de que nos dé un ataque de ansiedad al ver la hipocresía del canciller alemán, deberíamos reconocer que todos estos ejemplos tienen algo más en común. La mayoría de las maniobras de Scholz han fracasado. El embargo del gas se produjo de todas maneras. El modelo empresarial de BASF está muerto. China no es el gran mercado de crecimiento para Alemania. Muchas empresas se están diversificando fuera del país asiático. Como nos recuerda el economista estadounidense Brad Setser, las exportaciones alemanas a China se dispararon en el periodo 2009-2012 debido al aumento de la demanda china de bienes de equipo alemanes, pero desde entonces la participación de estas ventas en el PIB alemán ha permanecido prácticamente estable. El nivel de exportaciones de Alemania a China es mayor que el de otros países de la Unión Europea, y Scholz tiene muchas ganas de proteger esa parte del sector exportador, pero el país asiático no va a ser una fuente de futuro crecimiento para Alemania.
Lo que ocurre en Alemania es que todo el modelo económico, basado en la energía barata y las exportaciones de instalaciones y maquinaria a países como China, ha llegado al límite. Alemania va a tener que diversificarse en una dirección que Scholz y sus amigos de la industria desconocen en gran medida. Esta es la razón por la cual me preocupa menos que Alemania establezca una alianza estratégica con China similar a la que estableció con Rusia. Lo que más me preocupa es que Alemania se quede atascada en el viejo mundo, no se adapte al siglo XXI, y arrastre consigo al resto de Europa.
Veo a Scholz como una figura de transición que llegó al poder tras un accidente electoral. Por ahora, ahí está, y tiene otros tres años por delante. Pero el verdadero cambio de era todavía no ha tenido lugar.



















sábado, 12 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Historias de la UNED. Año 1987: Sus alumnos reivindican una universidad mejor. [Publicada el 3/11/2014]



Emblema de la UNED


A los alumnos pasados, presente y futuros de la UNED.
A la mejor generación de representantes de los alumnos:
mis compañeros y amigos de los años 80

En una fecha que me resulta imposible de precisar de comienzos de 1987, el Consejo General de Alumnos de la UNED, compuesto por los sesenta representantes del alumnado de las distintas facultades y escuelas en el Claustro General de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), se reunió durante dos días en el Pazo de Mariñán (Galicia). 

De allí salió un borrador de lo que unos meses más tarde se convertiría en la famosa Tabla Reivindicativa de los alumnos de la UNED, como "programa que de forma permanente recogía sus aspiraciones en orden a la adecuación del mandato del artículo tercero de los Estatutos de la universidad a la realidad social, económica, cultural y académica de su entorno". La reunión de Mariñan la organizaron con singular eficiencia varios alumnos gallegos de la UNED, miembros de su Consejo General, entre los que creo recordar estaban Antonio M. Díaz, Andrés Vázquez, Milagros Ezquerro y Luisa María Martínez, todos ellos de La Coruña. 

Los estudiantes universitarios de 1987 ya no eran los alborotadores que entre los 60 y 70 del pasado siglo pusieron en jaque al régimen franquista y fueron perseguidos en los campus por la policía montada de los "grises". Eran ya por fortuna otros tiempos, de democracia incipiente pero consolidada, aunque las carencias de la vida universitaria eran prácticamente las mismas, carencias que en la UNED su suplían como se podía gracias al entusiasmo de sus profesores, tutores y alumnos. Alumnos la mayor de los cuales eran cuarentañeros que no habían podido acceder en su momento a los estudios universitarios; aunque también los había mucho más jóvenes, jóvenes que por razones varias: trabajo, domicilio, familia... habían optado por los estudios a distancia para poder acceder a la universidad.  

Creada en 1973 la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED) es hoy la mayor universidad pública española por el número de sus estudiantes, más de 260.000, que se reparten entre 27 títulos de grado, 65 de másteres, 18 de doctorado y más de 600 de formación permanente, impartidos desde su sede central en Madrid y con la inestimable colaboración de sus 62 centros asociados en España y 15 en el extranjero, repartidos por Europa, África y América.

De la UNED, mi alma máter, no puedo hablar sino bien. A pesar de sus muchas carencias en aquellos años nos dió la oportunidad a miles de españoles que en su momento no pudimos hacerlo, por las circunstancias que fueran, de acceder a los estudios superiores. ¿En qué medida las reivindicaciones de sus alumnos de hace casi treinta años influyeron en el desarrollo posterior de la UNED?. No tengo manera de saberlo, pero en todo caso me satisface enormemente poder haber participado junto a otros muchos alumnos pasados, presentes y futuros en el ilusionante proyecto de desarrollo y consolidación de la UNED.

Les dejo más abajo la Tabla Reivindicativa (1987) elaborada por los representantes de los alumnos en el claustro general de la universidad, tabla que alcanzó justa fama en su seno. 

Una anécdota final. En 1985, en la primera sesión del claustro constituyente que debatiría y aprobaría finalmente el proyecto de estatutos de la UNED, la primera enmienda que se discutió fue una de los representantes de los alumnos que pedían que la universidad tuviera un nombre propio y `personal, no genérico, que la reconociera y en que se reconociese como tal. Para ello, proponían que la UNED pasara a denominarse "Universidad Nacional Miguel de Cervantes". Perdieron esa primera votación, pero luego ganaron muchas otras... Por eso, la UNED de hoy es nuestra indiscutible alma máter, pero también nuestra hija.  

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt







Pazo de Mariñán (La Coruña, Galicia)




TABLA REIVINDICATIVA DEL ALUMNADO DE LA UNED


El Consejo General de Alumnos, reunido en Madrid los días 4 y 5 de julio de 1987, se ha planteado la elaboración prioritaria de un Programa reivindicativo que de forma permanente recoja sus aspiraciones en orden a la adecuación del mandato del art. 3 de los Estatutos de la Universidad a la realidad social, económica, cultural y académica de su entorno.

A tal fin, el Consejo General acuerda:

1.º Exigir del Estado, en base a la responsabilidad contraida por el mismo a través de la Disposición Adicional 1.ª de la Ley de Reforma Universitaria, la adecuación inmediata de los presupuestos de la UNED, como única universidad estatal, para que pueda desarrollar de forma eficaz los finesy objetivos para los que fue creada y que se explicitan en el art. 3 de los Estatutos.

2.º Exigir de la Universidad el cumplimiento de los requisitos de eficacia, economía y celeridad porpios de toda administración pública, y en concreto, la agilización de los trámites de matriculación, concesión o denegación de becas, remisión del material didáctico a los centros asociados y notificación de los resultados de los exámenes a los alumnos.

3.º Exigir de la universidad el pronunciamiento definitivo de la misma sobre el límite de permanencia del alumnado que establece el artículo 27, 13 de los estatutos.

4.º Exigir de la Junta de Gobierno de la universidad la creación de la comisión de metodología y medios de la educación a distancia que establece el artículo 87 de los estatutos.

5.º Exigir de la Junta de Gobierno la concreción de un calendario que garantice en el seno de la universidad la discusión por todos los estamentos de la misma y a todos los niveles de las propuestas de directrices propias elaboradas por el Consejo de Universidades.

6.º Exigir de la Junta de Gobierno, con carácter de urgencia, la elaboración del reglamento que determina el artículo 44, 7 de los estatutos sobre corrección de las irregularidades que se detecten en la docencia y en los éxamenes.

7.º Solicitar la modificación de los actuales criterios de subvención por parte de la universidad a los centros asociados de la misma de forma que repercuta en estos, al menos, el 50 por ciento de la totalidad de lo recaudado por los mismos en concepto de tasas.

8.º Exigir de la Junta de Gobierno el desarrollo de los artículos 70 y 80 de los estatutos, determinando la dotación mínima presupuestaria material y personal conque deben contar los centros asociados para autorizar su funcionamiento, supliendo la propia universidad las situaciones deficitarias que no alcancen ese nivel mínimo.

9.º Demandar la ceación de las condiciones presupuestarias que permitan la progresiva transformación de los centros asociados en centros propios de la universidad, de acuerdo con lo establecido en el artículo 71 de los estatutos.

10.º Demandar el establecimiento inmediato por parte de la Junta de Gobierno de los instrumentos de control de las actividades académicas de los centros asociados que garanticen la calidad de sus enseñanzas y la tutorización de las asignaturas por parte de sus profesores tutores.

11.º Demandar el establecimiento de las dotaciones presupuestarias necesarias para el eficaz funcionamiento de la representación de los alumnos en los centros asociados, garantizando su participación paritaria con los demás estamentos universitarios en el desarrollo de sus actividades académicas.

Para la consecución de estos objetivos el Consejo General de Alumnos acuerda desarrollar con carácter inmediato las siguientes actuaciones:

1.º Instar la efectiva descentralización económica y funcional a efectos presupuestarios de facultades, escuelas y departamentos.

2.º Demandar el aumento significativo de las subvenciones de la universidad a los centros asociados.

3.º Solicitar la revisión del actual sistemas de becas mediante la aplicaci´pon de criterios que respondan a la diversidad característica del alumnado de la UNED y a su situación social.

4.º Demandar el aumento sustancial de los fondos destinados a subvencionar la celebración de talleres, seminarios, convivencias, etc..., tanto entre profesores como entre alumnos y de unos con otros.

5.º Rebajar los precios del material didáctico y exigir la gratuidad de los sobres de matrícula y los programas de las asignaturas.

6.º Solicitar la creación de un colegio mayor por parte de la UNED que centralice las reuniones y estancias del alumnado y de los profesores tutores en sus actividades y desplazamientos a la sede central de la universidad con criterios de economía y racionalidad.

7.º Elaboración de una propuesta de reforma del actual sistema de evaluación del alumnado que determina el artículo 92 de los estatutos.

8.º Exigir el cumplimiento de las actividades académicas mínimas que determina el artículo 88 de los estatutos.

9.º Exigir de los departamentos de la universidad la regulación de:

9.a) Establecimiento de reglamentos de régimen interior (artículo 10 de los estatutos).

9.b) Regulación de la participación de los alumnos en las tareas de investigación (artículo 11 de los estatutos).

9.c) Regulación de las normas para la concesión de la "venia docendi" a los profesores tutores, garantizando la ratificación anual de los mismos por los consejos de departamento respectivos.

9.d) Exigencia de la elaboración de los planes anuales de actividades, asi como de las memorias, que para los departamentos establecen los artículos 12 y 13 de los estatutos.

9.e) Exigir de las juntas de facultades la elaboración de los planes anuales de actividades que recoge el artículo 30, 4, así como para los departamentos el artículo 88, 1,  de los estatutos. 

10.º Exigir que la tramitación de matrículas, con su correspondiente confirmación o anulación, sea conocida por los alumnos como más tarde en el mes de enero de cada año, así como que la recepción de los respectivos carnets de facultad se produzca antes del 30 de noviembre de cada año.

11.º Exigir la dotación material y personal que resulte necesaria para el negociado de becas, procediendo a su informatización total, de manera que el alumno conozca dentro de un plazo prudencial si su solcitud ha sido aceptada o denegada.

12.º Exigir que el material didáctico se encuentre en los centros asociados a disposición de los alumnos antes del primero de octubre de cada año.

13.º Exigir la existencia en todos y cada uno de los centros asociados del fondo editorial de la UNED en libros y medios audiovisuales, al menos de dos ejemplares por título, y de toda la bibliografía básica recomendada por los respectivos departamentos de la universidad.

14.º  Exigir la dotación material, técnica y humana precisa para agilizar la intercomunicación alumno-centro asociado-sede central, imprescindible en una universidad como la UNED.

15.º Solicitar la definición concreta de las funciones y competencias del nuevo virrectorado de alumnos en lo referente a la convocatoria y asistencia de los representantes del alumnado en cualquiera de los órganos de la universidad.

16.º Demandar la posibilidad de acceso de la delegación de alumnos, a través única y exclusivamente del delegado nacional de alumnos de la UNED a la asesoría jurídica de la universidad en solicitud de infomación o dictámenes sobre asuntos de su competencia.

17.º Determinar los procedimientos por los cuales la custodia y transporte de las valijas de exámenes sea competencia exclusiva de los respectivos tribunales, compensando económicamente a sus miembros en las condiciones que se estimen idóneas.

18.º Instar el traslado y establecimiento de las facultades y departamentos en sus nuevos edificios como más tarde para el mes de septiembre de este año.

Declaración final:

La incorporación de España a las Comunidades Europeas va a suponer a medio y largo plazo la transformación radical de la enseñanza universitaria, de las titulaciones profesionales e incluso de los hábitos culturales de nuestro pueblo. Una universidad como la UNED debe y puede garantizar a todos los ciudadanos el acceso en condiciones de igualdad a los estudios superiores y a las nuevas titulaciones que la sociedad futura demandará. Consciente este Consejo General de Alumnos de lasgeneralizadas carencias de la universidad española, y en concreto, de la insuficiente utilización de las técnicas y experiencias más idóneas de la enseñanza a distancia específicas de esta universidad, ha elaborado los criterios de actuación que anteceden -revisables de acuerdo con las circunstancias- para que sirvan de guía y línea de actuación de los representantes de los alumnos en su empeño de transformar las estructuras de la UNED y conseguir que nuestra universidad responda a las necesidades reales que demanda la sociedad de nuestro tiempo.

En Madrid, a 5 de julio de 1987.




  Los Reyes de España presiden la apertura del Curso 2012-2013 en la UNED



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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 11 de noviembre de 2022

De la construcción de Europa

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va de la construcción de Europa, la memoria, el horror y la historia, pues como dice en ella el escritor y miembro de la Real Academia Española, Antonio Muñoz Molina, el esfuerzo inmenso de sentido común y de concordia práctica de la Unión Europea se sustenta sobre los escombros de un continente arrasado por la guerra y envilecido por el genocidio. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.








Un cementerio en Alemania
ANTONIO MUÑOZ MOLINA
05 NOV 2022 - El País


Desde la ventana de la habitación del hotel se veía un ángulo de lo que al principio me pareció un parque, un muro de piedra y por encima copas de árboles otoñales, amarillos y rojos en el gris plomizo de la tarde, en una llovizna que flotaba en el aire. Al entrar en la habitación había caído de golpe sobre mí toda la aflicción gradual del viaje. Lo único que había visto de Stuttgart, desde la ventanilla empañada del taxi, era una desolación de calles periféricas, bloques de oficinas, edificios industriales, todo con esa modernidad reglamentaria sin alma de las ciudades alemanas reconstruidas tras la guerra. La estación de tren de Fráncfort me había abrumado unas horas antes con una confusión de gente afanosa en los andenes y de mensajes terminantes e indescifrables en los altavoces. Nada me cuesta menos que encontrarme perdido en el mundo. Una editora amable me había guiado hasta el punto exacto del andén en el que se situaría mi vagón y no se apartó de mí hasta que el tren no se puso en marcha. Podía haber un retraso importante, un cambio inesperado de vía. Entre el gentío que llenaba andenes y vestíbulos se distinguían muchas caras de emigrantes, familias enteras con niños, mujeres con velos. Pensé que en estos tiempos una estación de tren española deja una sensación mucho mayor de calma y orden. Ahora todo el mundo en Alemania se queja de los retrasos de los trenes.
En la claridad escasa del atardecer distinguí lápidas verticales entre los árboles. Según anochecía la llovizna se iba convirtiendo en lluvia copiosa. El sonido y el olor de la lluvia son un regalo melancólico para quien viene de la permanente sequía española. Anduve bajo un paraguas por una parte de la ciudad en la que había muy pocas luces encendidas y no se veía a casi nadie. Me crucé con un corredor que se alumbraba con una pequeña linterna atada a su gorro de lana, como una lámpara de minero. Mientras estuve solo iba por la calle como un espía infortunado en una novela antigua de John le Carré.
A la mañana siguiente había salido el sol y la ciudad era otra. Por la ventana de la habitación se veía mejor el cementerio cercano. La verja estaba abierta de par en par. Nada más cruzarla yo ya no estaba en Stuttgart y en el presente sino en una isla en el tiempo, en un bosque como del romanticismo alemán, con árboles muy altos y tumbas cubiertas de musgo y líquenes, en un paisaje pintado o imaginado por Friedrich. El suelo era una alfombra mullida y rumorosa de hojas sobre la hierba empapada por la lluvia de toda la noche, hojas de castaños, de arces, de robles, de tilos, de ailantos. Pero muchos de los árboles aún no se habían desprendido de las suyas, y otros eran de hoja perenne, así que a pesar del sol y el cielo despejado había anchas zonas de penumbra. Después de días de mucho trabajo, de ruido, de hablar y escuchar en exceso, estar solo y en silencio tenía un efecto curativo. En ese clima tan húmedo un musgo espeso cubría las partes bajas de los troncos y muchas de las lápidas más antiguas. El musgo y el liquen se añadían al desgaste del tiempo. Entre las hojas amarillas y rojas del suelo brillaban las bayas escarlata de los tejos, tan suculentas para los pájaros, los cuervos de graznido ronco más poderoso en aquel silencio que las sirenas lejanas de las ambulancias.
Había visto un rato antes en el hotel, en el televisor sin sonido, las llamaradas y ruinas de las ciudades en Ucrania, martirizadas con barbarie metódica por los misiles rusos. Había visto la geometría funeraria de los dirigentes del Partido Comunista Chino, la cara inexpresiva y la mirada muerta de Xi Jinping, tan inquietante en su impasibilidad como la cara fría de verdugo de Vladímir Putin. En las lápidas muy gastadas del cementerio conseguía a veces leer nombres y fechas, del siglo XVIII, de las primeras décadas del XIX, vidas enteras comprimidas entre el nacimiento y la muerte, trágicas en su concisión: en una tumba está el nombre de una mujer que murió de parto a los 20 años, y junto a ella su hija recién nacida y muerta, el mismo día.
Separado por un muro bajo, en una esquina de sombra, está el cementerio judío. Son casi todas tumbas de cierta importancia, con lápidas altas y muy bien labradas, con inscripciones en hebreo. Pero sobre ellas no ha actuado solo la lima del tiempo. Me voy fijando, y la mayor parte de las lápidas muestran huellas de haber sido atacadas, con picos, con martillos, con una saña que en muchos casos ha borrado por completo las inscripciones de los nombres, o partido y arrancado las placas de mármol. Sobre la piedra y el mármol gastados por la intemperie una crueldad homicida de hace más de ochenta años mantiene intactas las señales de un odio al que no le bastaba el exterminio de los vivos y exigía también la profanación de los muertos. Del 9 al 10 de noviembre de 1938, en la Noche de los cristales rotos, la sinagoga de Stuttgart fue incendiada, y noventa ciudadanos judíos asesinados, y muchos más fueron encarcelados.
Pero no hay una placa o una guía que recuerde aquello. Bastan las señales de la antigua furia para alumbrar la memoria de quien ponga un poco de atención. En otros tiempos, cuando estudiábamos lo más negro de la historia del siglo XX, teníamos la sensación de sumergirnos en un pozo irrespirable, pero también abolido, en una pesadilla menos aterradora porque pertenecía a los confines seguros del pasado. En los primeros noventa, el salvajismo de la llamada limpieza étnica en lo que había sido Yugoslavia pudo ser un aviso de que el viejo monstruo carnívoro no había perecido, pero aquella guerra quedaba lejos, en los márgenes de Europa, aunque estuviera tan cerca, apenas a la distancia de un vuelo corto en avión. Sabemos que la historia es una combinación tan compleja de circunstancias, pormenores, peripecias humanas, que no hay periodo que pueda repetirse. También sabemos que el poder sin límites enloquece a los seres humanos, que la codicia extrema no se detiene ante el delito ni el crimen, que la mente humana es extraordinariamente vulnerable a la irracionalidad y al fanatismo, a los delirios del resentimiento, a la seducción de los salvadores vengativos, más letales aún cuando la tecnología les ofrece armas capaces de destruir el mundo. El esfuerzo inmenso de sentido común y de concordia práctica de la Unión Europea se sustenta sobre los escombros de un continente arrasado por la guerra y envilecido por el genocidio. El cementerio antiguo de Stuttgart es un parque donde hay personas ociosas que toman el sol, o pasean a sus perros, o prestan atención a los cantos diversos de los pájaros. Pudo ser una mañana igual de luminosa y tranquila, en el otoño de 1938, cuando los asaltantes llegaron armados de picos y martillos para borrar los nombres y extirpar la memoria de quienes llevaban muertos muchos años.
























[ARCHIVO DEL BLOG] Y el muro (de Berlín) se cayó. [Publicada el 9/11/2009]


Y el Muro se cayó... Berlin, 9 de noviembre de 1989



Este comentario se publica a las 20,12 horas (de Canarias) del 9 de noviembre de 2009. Justamente a los veinte años del momento en que el Muro de Berlín se cayó. ¿Qué estaba haciendo usted exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese día 9 de noviembre de 1989 en que la Historia de Europa dio un vuelco? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero...

También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con mi familia, una especie de "diario" que cuarenta y cinco años después aún sigo llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podríamos decir un "diario" clásico en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los amigos, las lecturas... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese "Diario" de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un mero registro pormenorizado y anotado día a día de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones y confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, y miles de páginas después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay una escueta anotación de cuatro líneas, escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana".

Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mí, ni querría hacerlo, un análisis de él, sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinte años. Si lo han comentado otras muchas personas en estos días. Y he elegido tres de esos comentarios, los que me han parecido más interesantes, para dejarlos reflejados en el Blog.

El primero es de Rosa María Artal, periodista. con la que mantengo relación epistolar esporádica a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día ella estaba en Berlín con un equipo de Televisión Española y lo vio y lo vivió en primerísima persona, y lo ha rememorado en El País en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", publicado el pasado día 24 de octubre.

El segundo es del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que en un artículo titulado "Por qué cayó el Muro" (El País, 06/11/09) explica las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero y la Guerra Fría, y al comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último está escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS, y líder del comunismo mundial. que en El País del pasado día 5 escribía un interesante y ponderado artículo, titulado "Veinte años después del Muro, la historia continúa", en el que analiza los cambios positivos que han ocurrido en el mundo en estos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentan la humanidad y los Estados. Perdónenme la presunción, pero estoy seguro que les van a interesar. HArendt




Berlín. La Puerta de Brandeburgo, hoy



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





HArendt




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jueves, 10 de noviembre de 2022

Del cambio climático

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mi propuesta de lectura de prensa para hoy va, de nuevo, sobre el cambio climático, pues como dice en ella la socióloga y profesora universitaria Cristina Monge, el cambio climático no es un problema de futuro, sino de absoluto presente y los afectados somos nosotros, y la solución no tiene que plantearse en términos de renuncia, sino como la oportunidad de reconstruir la idea de bienestar de forma coherente con el mantenimiento de la vida. Se la recomiendo encarecidamente y espero que junto con las viñetas que la acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Nada más por mi parte salvo desearles que sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos.






No te sacrifiques por el futuro del planeta
CRISTINA MONGE
04 NOV 2022 - El País


La crisis climática y los efectos de la invasión de Ucrania han provocado una tormenta perfecta que difícilmente se podrá gestionar si no se alinean los actores públicos, privados y sociales en la misma dirección, desde un marco adecuado que impulse a la transformación. La manera como se entienda y se explique el desafío es crucial. De ahí que sea importante cuestionar algunos elementos que se han convertido en mitos. El desafío climático no acabará con el planeta, ni es un problema de futuro, ni mucho menos exige sacrificios. Vayamos por partes.
Primer mito: el principal problema no lo tiene el planeta, sino quienes lo habitamos. Como la ciencia se ha encargado de demostrar, la parte más vulnerable ante la crisis climática no es el planeta como ente físico, sino los sistemas biológicos que sustenta, y en particular nuestras sociedades. Aunque la concatenación de desastres ecológicos puede alcanzar puntos de no retorno, la Tierra tiene una enorme capacidad de resiliencia y puede recuperarse de muchas de las tropelías a las que la sometemos. Un buen ejemplo es el agujero de la capa de ozono, que generó preocupación años atrás, y que, gracias a la prohibición de los CFC (clorofluorocarburos) mediante un tratado internacional, ha conseguido reducirse y, con el concurso de algunos elementos atmosféricos, cerrarse casi por completo. Se comprobó también en la pandemia, cuando al bajar drásticamente el tráfico en las ciudades mejoró de forma clara la calidad del aire, y la naturaleza pujó por recuperar espacio en el ámbito urbano.
La mayor vulnerabilidad no es la del planeta como tal, sino la de los seres vivos que lo habitamos. Solamente en España y solo en el último año, el Instituto de Salud Carlos III ha hecho un primer cálculo de en torno a 6.000 muertes asociadas a temperaturas extremas: 4.500 a las altas temperaturas y 1.500 a las bajas. A esto hay que añadir que, según la Agencia Española de Meteorología, las situaciones anticiclónicas en España se están haciendo más persistentes, lo que lleva a un aumento de la contaminación en las ciudades que las investigaciones de Julio Díaz y Cristina Linares relacionan con 10.000 muertes prematuras al año en España a corto plazo, así como con nuevos casos de cáncer de pulmón, enfermedades neurodegenerativas en adultos o trastornos de la conducta en niños. Si nos fijamos en la sequía, según la Organización Mundial de la Salud, Naciones Unidas y el último informe del IPCC, afecta cada año a más de 55 millones de personas en todo el mundo, incrementando notablemente el riesgo de morbilidad y mortalidad, especialmente en países subdesarrollados.
La crisis climática nos enferma y nos mata, aunque a unos más que a otros. Personas mayores, niños y niñas, quienes arrastran problemas de salud y, por supuesto, los más pobres sufren en mayor medida los efectos del cambio climático. Ese cambio opera como un agravante de problemas previos. No ha sido él el causante de la desigualdad, ni de las brechas de género, ni de los conflictos, pero exacerba cada uno de estos problemas, convirtiendo a la sociedad en más desigual, más conflictiva y más violenta. El cambio climático nos enferma como personas y como sociedad.
Segundo mito: el cambio climático no es un problema de futuro, sino de absoluto presente. Lo acontecido este verano en España es una muestra. Tuvimos que afrontar 42 días oficialmente declarados como olas de calor —siete veces más que el promedio calculado entre 1980 y 2010—, incendios de sexta generación que han arrasado tantas hectáreas como en los cuatro años anteriores juntos, o la sequía que mantiene en jaque los embalses y desecado buena parte de los humedales, que ha ocasionado pérdidas de más del 30% de cereal, ha terminado con buena parte del marisco de nuestras costas y empieza a requerir restricciones de agua en municipios como Sevilla e incluso en la cordillera Cantábrica. Se acabó, por tanto, vincular el desafío climático al futuro y a las próximas generaciones. Lo tenemos aquí, ahora, nos está matando, empobreciendo y haciendo nuestras sociedades más desiguales y conflictivas.
Tercer mito: no se trata de sacrificios, sino de disfrute. Ante esta realidad demoledora, llama la atención que se haya abierto paso la idea de “sacrificio” como palanca de transformación. Sacrificarse hoy a cambio de un futuro vivible. Se trata de una estrategia perdedora, construida, en el fondo, desde consideraciones del modelo de vida actual como algo deseable y placentero al que habría que renunciar. Es llamativo, y altamente contradictorio, que hasta las posiciones más críticas con el modelo de desarrollo actual se apunten a dicha tesis. Un análisis más detallado la desmiente.
La idea de sacrificio se sustenta sobre la pérdida de algo positivo. Se sacrifica tiempo de estar con la familia para cumplir con los compromisos laborales, se sacrifican horas de sueño para entrenar el siguiente maratón, o tardes con los amigos para acudir al fisio a la sesión de rehabilitación. Es evidente que renunciar a estar con la familia, descansar o disfrutar con los amigos representa una pérdida objetiva de algo positivo. No ocurre así cuando se pretende poner en marcha la transición ecológica.
Reducir el consumo de carne abre la puerta a un universo distinto de alimentos, sabores y gastronomía de la que disfrutar; dejar el coche en casa en los desplazamientos cotidianos evita atascos, problemas de aparcamiento, estrés y permite hacer algo de ejercicio caminando o yendo en bici; aislar adecuadamente la casa para evitar pérdidas de energía permite ahorrar y reduce los ruidos molestos. Tres ejemplos en los que en ningún momento está justificada la idea de sacrificio ni de renuncia. De la misma manera que no concebimos la expresión “sacrifícate y deja de fumar”, no deberíamos plantear el abandono de nuestra adicción a la energía (especialmente procedente de fuentes fósiles) en términos de renuncia y sacrificio, sino como la oportunidad de reconstruir la idea de bienestar de forma coherente con el mantenimiento de la vida y el disfrute de la naturaleza.
Se puede alegar que no en todos sitios se dispone de transporte público, o que no en todas las familias se puede diversificar el menú con alimentos más variados y saludables, y en efecto es así. De ahí la importancia de que la idea de transición ecológica vaya estrechamente unida a la de justicia. He aquí una de las cuestiones cruciales en el momento actual: cuando alguno de esos comportamientos implica un esfuerzo desproporcionado es cuando la política, la ciencia o la tecnología no están consiguiendo sus objetivos. Por poner un ejemplo, si no es posible liberarse de la dependencia cotidiana del coche privado porque no se dispone de alternativas de transporte colectivo y si no se puede organizar la vida para evitar tantos desplazamientos, hay que reclamar de la política, de las empresas y de la tecnología la puesta en marcha de las medidas oportunas. ¿Acaso la subvención del abono de transporte en Cercanías y Media Distancia no ha sido un antes y un después en el transporte público de las grandes ciudades? Faltaría articular mecanismos en el mismo sentido más allá del ámbito urbano.
Todo esto no exonera de la responsabilidad individual de cada cual a la hora de adoptar comportamientos más responsables con la sostenibilidad. Ahora bien, toda la concienciación del mundo servirá para poco si no se dispone de las estructuras sociales, políticas y económicas que permitan activar las medidas de transición ecológica como lo que son: una oportunidad para el disfrute y el placer.