martes, 12 de agosto de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MARTES, 12 DE AGOSTO DE 2025

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 12 de agosto de 2025. La gran noticia de la semana pasada, no relacionada con Epstein, fue el pésimo informe de empleo del viernes y la reacción inmediata de Donald Trump, que no fue repensar sus políticas, sino despedir al director de la Oficina de Estadísticas Laborales, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy el premio Nobel de economía Paul Krugman. En la segunda, un archivo del blog de junio de 2009, HArendt comentaba el impacto que le había provocado una película de animación titulada Vals con Bashir (2008), del realizador israelí Ari Folman, ganadora del Globo de Oro a la mejor película extranjera, y que había recordado muchísimo a otra gran película, Munich (2005), de Steven Spielberg. El poema del día, en la tercera, es el Soneto XXIII de Garcilaso de la Vega, para la mayoría de los expertos, el más hermoso soneto de la historia en lengua española, que comienza con estos versos: En tanto que de rosa y azucena/se muestra la color en vuestro gesto,/y que vuestro mirar ardiente, honesto,/enciende al corazón y lo refrena. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt


 










DE TRUMP POR EL CAMINO DE ORBAN, PERO MUCHO PEOR

 







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La gran noticia de la semana pasada, no relacionada con Epstein, fue el pésimo informe de empleo del viernes y la reacción inmediata de Donald Trump, que no fue repensar sus políticas, sino despedir al director de la Oficina de Estadísticas Laborales, escribe en su blog paulkrugman@substack.com” [Trump se está desesperando, y estamos en un momento extremadamente peligroso, 04/08/2025] el premio Nobel de Economía, Paul Krugman . 

¿Qué hará cuando sus aranceles y deportaciones empiecen a reflejarse en las cifras de inflación? No sé cuánto veremos en la próxima publicación, que se publicará el 12 de agosto. Pero la evidencia anecdótica sugiere que las empresas, que han estado frenando el traslado de los costos arancelarios a los consumidores con la esperanza de que Trump diera marcha atrás, se están preparando para subir los precios. Y encuestas privadas, como el Índice de Gerentes de Compras Globales de S&P, sugieren que un aumento significativo de la inflación está a la vuelta de la esquina.

La cuestión es que los datos económicos oficiales están empezando a confirmar lo que los economistas convencionales llevan diciendo desde el principio. Una política errática que genera incertidumbre deprime el crecimiento y la creación de empleo; los aranceles suben los precios. Trump ha apostado a ser más inteligente que los economistas al advertir sobre las desventajas de sus políticas. Al fin y al cabo, todos trabajan en instituciones marxistas como… Goldman Sachs. Y puede que intente ordenar a las agencias de estadística que publiquen mejores noticias. Pero nadie se lo creerá.

Todo esto ocurre en un contexto político en el que Trump se enfrenta a una desaprobación pública masiva, no solo en general, sino en todos los temas: ¿Significa esto que Trump está acabado, que una economía débil minará su apoyo político, lo que resultará en importantes victorias demócratas en las elecciones a gobernador de este año y en las elecciones intermedias del próximo? Ojalá estuviera seguro. Desafortunadamente, un posible efecto de las malas noticias económicas podría ser inducir a MAGA a acelerar el verdadero Proyecto 2025 —el complot para destruir la democracia estadounidense—.

O tal como lo pienso, creo que ya no estamos en Hungría. Para quienes no sepan de qué hablo: Muchos observadores, incluyéndome a mí, han visto la caída de Hungría en un autoritarismo moderado como un modelo de lo que puede suceder aquí. (Y la derecha ha visto a Hungría como un modelo a seguir). Desde que tomó el poder en 2010, Viktor Orbán y el partido gobernante, Fidesz, han socavado sistemáticamente las instituciones democráticas, creando un estado de partido único de facto. Pero el proceso ha sido gradual y relativamente pacífico: tácticas de salami que desmantelaron a la oposición efectiva poco a poco, en lugar de tanques en las calles y campos de detención.

¿Por qué Orbán adoptó un enfoque gradualista para destruir la democracia? En parte, sin duda, porque una toma de poder demasiado abierta podría haber despertado finalmente al resto de la Unión Europea de su letargo. Pero también es cierto que el Fidesz tuvo el lujo de tiempo, ya que hasta hace poco el partido mantuvo una gran popularidad entre la población húngara.

Parte de esta popularidad puede deberse a la toma de control de los medios de comunicación por parte del Fidesz. Pero también es cierto que durante mucho tiempo Orbán pudo afirmar haber hecho próspera a Hungría. Asumió el poder en un momento de desempleo extremadamente alto: Hungría, como gran parte de la periferia europea, se vio atrapada en la desastrosa crisis causada por el pánico a la deuda en Europa. Y logró presidir una fuerte caída del desempleo a medida que se relajaban las medidas de austeridad.

Ahora está claro, en cambio, que Trump y MAGA no tienen tiempo para darse el lujo. La aprobación de Trump ya se ha desplomado. Heredó una economía con bajo desempleo e inflación moderada, pero ahora preside un mercado laboral en declive y pronto se enfrentará a un repunte inflacionario, sin la culpa de nadie más que él. Puede que logre presionar a los estadísticos del gobierno para que manipulen las cuentas y hagan que las cifras parezcan buenas, pero eso es más difícil de lo que parece. E incluso si las cifras oficiales dicen que todo va de maravilla, nadie lo creerá.

Así que, si Trump y MAGA quieren aferrarse al poder, tendrán que hacerlo ante la baja aprobación pública y el pobre desempeño económico. Esto, lamentablemente, no significa necesariamente que no puedan destruir la democracia. Significa que tendrán que hacerlo rápida y descaradamente.

De hecho, como informó CNN el otro día , los republicanos están intentando de múltiples maneras, en efecto, manipular las elecciones intermedias. Sus acciones incluyen un plan para una manipulación extrema de los distritos electorales en Texas, a mediados de la década, que podría costarles a los demócratas varios escaños en la Cámara de Representantes; intentos de interferir en los procedimientos electorales, por ejemplo, prohibiendo a los estados aceptar el voto por correo después del día de las elecciones y obligándolos a exigir prueba de ciudadanía. Gran parte de esto es claramente inconstitucional, pero eso no significa que no vaya a suceder.

¿Y si estas acciones no bastan? Recuerden, los partidarios de Trump, con su claro apoyo, ya intentaron anular los resultados de las elecciones de 2020.

Lo importante es que ahora mismo Trump tiene un poder inmenso, gracias en gran parte a la cobardía de muchas de las instituciones que deberían controlarlo. Pero también está perdiendo apoyo rápidamente, en gran parte porque está incumpliendo por completo sus promesas económicas.

Esa combinación hace de este un momento extremadamente peligroso. Y si el autoritarismo llega a Estados Unidos, no cuenten con que sea blando. Paul Krugman es premio Nobel de Economía.




















DEL ARCHIVO DEL BLOG. TERAPIA ANTIBELICISTA (VERSIÓN ÍNTEGRA). PUBLICADO EL 17/06/2009

 






No soy lector asiduo de cómics para adultos. Nunca me han atraído especialmente. De niño disfrutaba mucho con los tebeos (la versión hispánica del cómic) de "El guerrero del antifaz", "El hombre enmascarado" o "Supermán". Del primero, recuerdo sus incesantes luchas contra los sarracenos que ocupaban la península ibérica, siempre con su antifaz puesto, acompañado de su joven amigo; me gustaba imitarle con mi espada de madera, un antifaz sobre los ojos, y unos gruesos calcetines de lana blancos que doblaba sobre los tobillos a modo de calzas, como los que vestía el protagonista. Del segundo ("El Fantasma" era el nombre original del cómic norteamericano de 1936) recuerdo muy bien sus aventuras en las selvas asiáticas, montado en un hermoso caballo. Todo ello gracias a mi hermano Alberto, once años mayor que yo, que me regaló la colección completa de sus aventuras. De "Superman" no puedo decir nada que ustedes no sepan, si acaso, el sentimiento de preocupación que me embargaba cada vez que mi héroe volador caía en manos de los malos por culpa de la kriptonita... No soy yo de los que dicen que todo tiempo pasado fue mejor; "fue", y con eso basta para pasar página.

Con la introducción anterior no pretendo en modo alguno trivializar mi comentario de hoy, sino por el contrario, situarlo en la diferente capacidad de la sociedad de nuestro tiempo para asumir una historia aunque se presente ésta en un formato tan poco "formal" como el de un documental de dibujos animados. Esta tarde he visto por televisión un película de animación realmente impactante. Se trata de "Vals con Bashir" (2008), del realizador israelí Ari Folman, ganadora del Globo de Oro a la mejor película extranjera y propuesta para los Óscar de este año. Me ha recordado muchísimo a otra gran película. "Munich" (2005), de Steven Spielberg.

Si el film de Spielberg recreaba la operación de castigo preparada por los servicios secretos israelíes contra los terroristas palestinos responsables de la matanza de varios atletas judíos al inicio de las Olimpiadas de Munich, en 1972, y los escrúpulos que en forma cada vez más acusada, el protagonista, jefe del comando del Mossad encargado de la operación, se va formando en cuanto al sentido de la venganza israelí, "Vals con Bashir" lo que plantea es la necesidad de conocer la verdad y enfrentarse a ella para poder seguir viviendo. Algo que a muchos aún incomoda, molesta y perturba en España, en Israel, y en otros muchos lugares.

La película comienza con la visita al protagonista de la misma, el propio director del documental, Ari Folman, de un antiguo compañero suyo en el ejército con el que veinte años atrás, participó en la invasión del Líbano por las tropas israelíes (1982), que le cuenta una pesadilla que sufre todas las noches en la que unos perros asilvestrados le persiguen hasta su casa por las calles de una ciudad, en lo que él cree que es una rememoración de una acción de guerra en la que participó, junto con el director, y de la que éste le confiesa no recordar absolutamente nada.

A partir de ahí, el protagonista del documental, el propio Ari Folman, comienza a interrogarse e investigar el "por qué" él no puede recordar nada de aquella misión de 1982. Visita a amigos y compañeros, y poco a poco, su memoria va reaccionando a los estímulos que le aportan sus investigaciones y recordando cada vez con más fidelidad aquellas acciones de guerra en las que participó, veinte años atras, cuando sólo era un joven soldado con 19 años.

Con unas cada vez más angustiosas y dramáticas imágenes (dibujos), tejidas a base de los recuerdos de quiénes fueron sus compañeros de misión, el documental nos va acercando a la que es la escena central, y final, del film: el asesinato a manos de las milicias cristianas libanesas, aliadas de Israel, de miles de refugiados palestinos, entre ellos ancianos, mujeres y niños, en los campamentos de Sabra y Chatila, en las afueras de Beirut, ante la pasividad del ejército de ocupación israelí, que conocedor de lo que estaba sucediendo, no hizo nada por parar la matanza hasta varios días después de que comenzara. La película termina con el protagonista recordando y asumiendo el horror de lo ocurrido y con imágenes, ahora reales, de lo que los soldados israelíes encontraron allí cuando recibieron órdenes de parar la masacre.

El hecho de que no sean imágenes reales lo que vemos, sino dibujos, apenas sin colores, en blanco y negro, acrecienta en cierto modo la sensación irreal de angustia de los personajes. Un alegato antibelicista que honra a su autor y a una buena parte de la sociedad israelí, del que más abajo pueden ver un "trailer" publicado en YouTube.

Pocas horas después de publicada esta entrada en mi blog, en el diario El País, en su sección "Cuarta Página", normalmente dedicada al gran artículo de Opinión de ese día, aparece uno del escritor y periodista israelí Akiva Eldar, columnista del periódico israelí Ha'aretz y coautor del libro "Lords of the Land, the war over Israel's settlements in the occupied territories, 1967-2007", titulado "Colonos, el enemigo interior" que me parece un excelente complemento a lo dicho por Ari Folman sobre memoria, historia y responsabilidad personal y que reproduzco a continuación. Espero que les resulte interesante. Lo reproduzco a continuación. Dice así: El medio millón de colonos en territorios palestinos ocupados supone el principal obstáculo a la paz y viola los principios fundacionales de Israel. Ahora Netanyahu debe escoger entre ellos y Estados Unidos. En octubre de 1991, pocos meses después de la primera Guerra del Golfo, mi periódico me envió a Madrid para cubrir la histórica conferencia sobre Oriente Próximo que promovió la Administración del primer presidente Bush. En Jerusalén Este y Cisjordania hay 127 asentamientos autorizados y más de 100 'ilegales'. Estas cifras explican el creciente escepticismo sobre la posibilidad de crear un Estado palestino

Cargos destacados de la mayoría de los países árabes y representantes de los territorios palestinos ocupados se sentaron junto a una impresionante delegación israelí, encabezada por el primer ministro Isaac Shamir y el viceministro de Asuntos Exteriores, Benjamin Netanyahu. Yo estaba abrumado. Por primera vez en 40 años de beligerancia, dirigentes árabes y sionistas se sentaban juntos, prometiendo llevar la paz a nuestra desgarrada región.

No todos estaban tan encantados. Junto a mí, en el avión que nos llevó de vuelta a casa, estaba uno de los fundadores del movimiento de los colonos, preocupado por el futuro de su proyecto vital. En ese momento, 220.000 colonos judíos vivían en Cisjordania, la franja de Gaza y Jerusalén Este. Todo el mundo creía que en poco tiempo el proceso de paz obligaría a Israel tanto a devolver a los palestinos los territorios ocupados en junio de 1967, como a la retirada de los colonos. A cambio, los dirigentes árabes pondrían fin a la situación de guerra con Israel y normalizarían sus relaciones con el Estado judío.

En junio de 2009, menos de 18 años después, cuando el presidente Barack Obama hizo su histórico discurso de reconciliación en El Cairo, el número de colonos alcanza prácticamente el medio millón, 300.000 de ellos en Cisjordania y el resto en Jerusalén. En la franja de Gaza ya no quedan, ya que en 2005 Israel evacuó a los 8.000 que allí vivían.

Estas cifras pueden explicar el creciente escepticismo que cunde entre los árabes cuando se habla de la esperanza de poder instaurar un Estado palestino viable e independiente cuya capital sea Jerusalén Este. Los 127 asentamientos que fueron autorizados y financiados por los sucesivos Gobiernos israelíes y los más de 100 "enclaves ilegales" dividen en pequeños trozos los territorios ocupados en la guerra de 1967. En la actualidad, el hijo del colono que conocí hace 18 años en el avión que me traía de Madrid es un activista que habita en uno de esos enclaves "ilegales" y que se opone al Gobierno cuando intenta eliminar todos los asentamientos construidos en propiedades privadas palestinas.

Según un informe publicado recientemente por la OCHA (Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de los Asuntos Humanitarios, en sus siglas en inglés), los asentamientos son "el factor que más determina los movimientos y las restricciones que sufren en sus accesos" los 2,5 millones de palestinos que habitan Cisjordania. El Área C, que según los acuerdos de Oslo se encuentra totalmente bajo control israelí, constituye en torno al 60% del territorio cisjordano y se destina exclusivamente a los asentamientos.

Durante muchos años, la sociedad israelí, incluyendo a perspicaces personas de izquierda, vio en el movimiento de los colonos una nueva versión nacional-religiosa del movimiento sionista laico que levantó el país cuando éste se componía principalmente de pantanos y desiertos, rodeados de aldeas árabes hostiles. Como para la mentalidad popular robar las tierras palestinas de los territorios ocupados era un noble acto ideológico, los colonos contaban con un amplio apoyo. Ese clima les ayudó a establecer vínculos sólidos con los dirigentes políticos, militares y económicos.

La Declaración de Independencia de Israel de 1948 se concibió como cimiento moral de la perspectiva sionista. Ese documento seminal del sionismo garantiza que el nuevo Estado proporcionará "a todos sus habitantes una absoluta igualdad social y política". Así que si los territorios ocupados en 1967 son formalmente anexionados, Israel estará obligado a garantizar derechos de ciudadanía a sus residentes palestinos, en los que deberán incluirse el derecho al voto y el derecho a presentarse a la Knesset, el Parlamento israelí.

Dentro de los márgenes de la Línea Verde, es decir, de las fronteras anteriores a 1967, los judíos constituyen la gran mayoría de la población (el 79%). Según las proyecciones demográficas, la separación entre Israel y los territorios ocupados garantizaría también en 2020 el mantenimiento de esa ventaja relativa para los judíos. Pero la anexión de Cisjordania y Jerusalén Este -oficial o de facto- convierte, ya desde ahora, el territorio situado entre el mar y el río Jordán en un Estado binacional con el 54% de judíos y el 46% de no judíos.

Los dirigentes sionistas declararon que el Estado de Israel "se basará en la libertad, la justicia y la paz". Durante 42 años, los asentamientos situados en mitad de los territorios ocupados han privado de libertad a millones de personas. ¿Qué relación existe entre la incautación de tierras privadas y la justicia y la paz? ¿Cómo encaja el enorme incremento del número de colonos desde la conferencia de Madrid con esa declaración de hace 62 años: "Tendemos nuestra mano a todos los Estados vecinos y a sus pueblos, ofreciéndoles paz y buena vecindad"?

De no ser por su miedo a los colonos, quizá Israel no estaría haciendo caso omiso de la mano tendida por la Liga Árabe, que continúa ofreciendo, desde marzo de 2002, paz y buena vecindad dentro de las fronteras del 4 de junio de 1967.

La Declaración de Independencia también era un llamamiento a las Naciones Unidas "para ayudar al pueblo judío a levantar su Estado y a recibir al Estado de Israel en la comunidad de naciones". En realidad, los asentamientos y la construcción del muro de separación, concebido para adaptarse a las necesidades de los colonos, han sido los hechos que más condenas por parte de la ONU y más protestas internacionales contra Israel han suscitado.

El principal documento político sionista anunciaba asimismo que el nuevo Estado "fomentará el desarrollo del país en beneficio de todos sus habitantes". El desarrollo de la tierra ocupada por los colonos, en beneficio de una minoría que ni siquiera representa el 5% de los habitantes del país, se llevó a cabo en detrimento de otras zonas del país, entre ellas ciudades desfavorecidas. Y ni siquiera hemos mencionado las enormes sumas que se gastan para que las Fuerzas de Defensa Israelíes protejan los asentamientos y sus rutas de acceso.

En los últimos años ha aumentado el número de israelíes que considera que los asentamientos no son únicamente un obstáculo en el camino que conduce a un Estado palestino independiente. También han comprendido que la ocupación es un impedimento capital para la existencia y el desarrollo del sueño sionista. El ex primer ministro Ehud Olmert declaró al periódico Ha'aretz en noviembre de 2007 que si no se llegaba pronto a una solución con dos Estados, "el Estado de Israel está acabado". Sin embargo, aparte de hablar, Olmert estaba haciendo bien poco para apartar ese obstáculo de la senda de la paz y del sionismo.

Ahora, el primer ministro es Netanyahu, representante de Israel en la Conferencia de Madrid en calidad de viceministro de Asuntos Exteriores. Pocos meses después de esa conferencia, el presidente Bush, padre, dejó claro a Israel que hablar al mismo tiempo de asentamientos y de paz es un contrasentido. Insistió en que el Gobierno israelí tendría que elegir a quién debía enfrentarse: a Estados Unidos o a los colonos. El Ejecutivo israelí prefirió la primera opción y perdió tanto la amistad estadounidense como las elecciones generales. Ahora el presidente Obama ha planteado el mismo dilema. Netanyahu no tardará en tener que elegir. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)











DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, SONETO XXIII, DE GARCILASO DE LA VEGA

 







SONETO XXIII




En tanto que de rosa y azucena


se muestra la color en vuestro gesto,


y que vuestro mirar ardiente, honesto,


enciende al corazón y lo refrena;


   y en tanto que el cabello, que en la vena


del oro se escogió, con vuelo presto,


por el hermoso cuello blanco, enhiesto,


el viento mueve, esparce y desordena;




   coged de vuestra alegre primavera


el dulce fruto, antes que el tiempo airado


cubra de nieve la hermosa cumbre.




   Marchitará la rosa el viento helado,


todo lo mudará la edad ligera,


por no hacer mudanza en su costumbre.






GARCILASO DE LA VEGA (1491-1536)

poeta español


























DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY MARTES, 12 DE AGOSTO DE 2025

 






































lunes, 11 de agosto de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 11 DE AGOSTO DE 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 11 de agosto de 2025. Madrid no es exactamente una capital del jazz como París o Tokio, a pesar de que tiene un festival internacional en otoño y un departamento dedicado al género en el Real Conservatorio Superior de Música, y si alguna vez lo ha parecido, ha sido por culpa del Café Central, y parece impensable que un lugar tan fundamental para Madrid como el Café Central vaya a sucumbir a la burocracia ciega de la especulación inmobiliaria, afirma en la primera de las entradas del blog de hoy, la escritora Marta Peyrano. En la segunda, un archivo del blog de noviembre de 2015, HArendt hablaba de la desconfianza que le merecían todos aquellos que hablan de la Patria, la Nación, el País, el Estado, la Justicia, la Democracia, el Pueblo o Dios (y más cosas) en primera persona, con mayúscula, y poniéndolos siempre por delante como justificación de sus acciones. El poema del día, en la tercera, es el Soneto XVII, de Pablo Neruda, que comienza con estos versos: No te amo como si fueras rosa de sal, topacio/o flecha de claveles que propagan el fuego:/te amo como se aman ciertas cosas oscuras,/secretamente, entre la sombra y el alma. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt














DE LA LENTA AGONÍA DEL ALMA DE LA CIUDAD DE MADRID

 







Parece impensable que un lugar tan fundamental para Madrid como el Café Central vaya a sucumbir a la burocracia ciega de la especulación inmobiliaria, afirma en El País [Esto es una carta de amor, 04/08/2025] la escritora Marta Peyrano. Madrid no es exactamente una capital del jazz como París o Tokio, a pesar de que tiene un festival internacional en otoño y un departamento dedicado al género en el Real Conservatorio Superior de Música. Si alguna vez lo ha parecido, ha sido por culpa del Café Central. El establecimiento rojo de la céntrica plaza del Ángel no es sólo uno de los locales de jazz más prestigiosos y queridos de Europa. También es un hogar para todos los que fusionan jazz y flamenco, un punto clave del eje latino, y el nudo que ata los sonidos árabes y los ritmos africanos con el jazz continental. Pero, sobre todo, es el lugar donde varias generaciones de madrileños aprendimos a amar el jazz, de la misma manera que aprendimos a amar el cine en la Filmoteca, y el arte en los museos.

Sus residencias semanales, un formato que comparte con el mítico Village Vanguard de Nueva York, ha permitido a los artistas ir desarrollando relaciones profundas con la sala, con el público y con la ciudad. Ha facilitado que los debutantes compartan escenario con leyendas, que los talentos locales colaboren con los grandes mitos de Nueva Orleans, Cuba o Nueva York.

Ese amor con amor se paga. Todo el mundo sabe que Tete Montoliu se vino de Barcelona a tocar durante cinco semanas seguidas sólo para rescatar al club de la quiebra durante el Mundial de fútbol del 94. Que durante dos décadas Javier Krahe, príncipe de los cascarrabias, se quedaba la última semana antes del comienzo de la Navidad. Parece impensable que una comunidad tan vital vaya a sucumbir a la burocracia ciega de la especulación inmobiliaria.

Confieso que no recuerdo quién tocaba la primera vez que fui. Lo hice con un amigo del instituto cuyos padres, periodistas argentinos, escuchaban jazz. Yo me sentía la última coca-cola del desierto porque me gustaban Billie Holiday, Ella Fitzgerald y Louis Armstrong, Porgy & Bess. Pero en mi casa lo que mi padre ponía era el Alan Parsons Project y a Eumir Deodato; y a mi madre le gustaban Ana Belén y Víctor Manuel.

El mundo del jazz era para mí una película extranjera sin subtítulos, un club exclusivo de fumadores de pipa y recitadores de Frank O’Hara, gente rica y sofisticada, adulta e intelectual. Yo no era uno de los cool cats. Me daba pudor hasta pararme a leer los carteles, por si alguien me decía pero tú de qué vas. Esa noche aporreé la mesa, bailé y bebí con los músicos, y volví a casa integrada y fanatizada. Todo el mundo tiene una historia parecida del Central.

“No hay mejor público que este”, decía Montoliu hace 31 años. “Hay algo en el lugar que hace que el público se fusione y transmita una emoción particular”, comentó este verano Ben Sidran, antes de tocar allí.

Es la intimidad de ese escenario lo que propicia la conexión mágica. Hay pocos sitios donde la audiencia y los artistas puedan mirarse a los ojos y respirar la misma respiración. Residente regular desde 1999, Sidran grabó un disco en directo con su cuarteto para celebrar sus primeras cien noches del Central (Cien noches, Nardis, 2008). Allí dice: “No podemos elegir de quién nos enamoramos en la vida. A veces el amor nos elige y es algo curioso. Como una fuerza magnética que ocurre y, cuando te ocurre, lo sabes”. No sé cómo podemos renunciar a eso y seguir siendo una ciudad excepcional. Marta Peyrano es escritora.












DEL ARCHIVO DEL BLOG. SOBRE EL AMOR A LA PATRIA. PUBLICADO EL 09/11/2015













Las campañas electorales me ponen de los nervios, lo confieso. Y en algunas ocasiones hasta me hartan. En época de elecciones se suelen exacerbar los sentimientos patrióticos, y las alusiones a la Patria, la Nación, el País o el Estado, así, con mayúsculas, se convierten en el pan nuestro de cada día. 
Desconfío, por decirlo suavemente, de todos aquellos que hablan de la Patria, la Nación, el País, el Estado, la Justicia, la Democracia, el Pueblo o Dios (y más cosas) en primera persona, con mayúscula, y poniéndolos siempre por delante como justificación de sus acciones. Me dan miedo. Y de vez en cuando me repelen. Sobre todo cuando suenan a oportunismo electoral.
Es difícil entenderse, aunque sea en el mismo idioma, cuando no compartimos el sentido de las palabras que empleamos. Así pues, para que se me pueda entender, y replicar, reproduzco las acepciones, tomadas del Diccionario de la lengua española de la RAE (2014) que me son más cercanas, de algunas de las palabras empleadas en esta entrada:
1. estado: 6. m. Forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio.
2. nación: 1. f. Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo gobierno.
3. país: 2. m. Territorio, con características geográficas y culturales propias, que puede constituir una entidad política dentro de un Estado.
4. patria: 2. f. Lugar, ciudad o país en que se ha nacido.
5. patriota: 1. m. y f. Persona que tiene amor a su patria y procura todo su bien.
6. patriotismo: 2. m. Sentimiento y conducta propios del patriota.
7. pueblo: 3. m. Conjunto de personas de un lugar, región o país.
El escritor y académico Javier Marías en un artículo de hace unos años en El País Semanal titulado "Cómo se llamará esta afección", escribía: "Siempre me ha costado mucho entender el patriotismo. Las proclamas del tipo "Amo España" (o Inglaterra, Escocia, Italia, Cataluña o Galicia, lo mismo da) me han sonado falsas y huecas, además de inverosímiles, porque nadie está capacitado para "amar" así, en bloque, un país entero, menos aún una metáfora o un concepto. Uno ama, como mucho, a unas cuantas personas a lo largo de su vida, sin que nos importen su lugar de nacimiento ni la lengua que hablen. Casi siempre se pertenece a un sitio por accidente. A ese sitio nos acostumbramos, sí, y durante un tiempo es nuestro único mundo. En él desarrollamos nuestros primeros afectos: creamos vínculos fuertes con algunas personas y paisajes, adquirimos hábitos que nos son gratos y que hasta pueden llegar a sernos indispensables. Por lo general nos sentimos cómodos, y bastaría con que nos viéramos condenados al exilio -como ha sucedido a tantos españoles a lo largo de la historia- para que echáramos desmedidamente en falta esos paisajes y esos hábitos. La mayoría de la gente vive donde vive porque se encontró allí al nacer y se incorporó a lo que ya estaba en marcha. Se instaló naturalmente y ya no se plantea moverse, a no ser que sienta un profundo descontento o aburrimiento, o sea inquieta y quiera hacer lo que antes se llamaba "conocer mundo", o vea que su lugar no es el adecuado para abrirse camino en su profesión. Pero todo es principalmente una cuestión de costumbre, y el amor tiene poco que ver en ello".
El artículo completo de Marías me pareció desgarrador, y quizá, excesivo. En todo caso comparto con él ese sentimiento de "patriotismo negativo" al que alude en su texto: aquel que nos hace avergonzarnos de muchos de nuestros compatriotas y de muchas de las cosas que se han hecho y dejado de hacer en nombre de la patria.
Leyéndolo he recordado un libro del también escritor e ilustre filósofo, Fernando Savater, que me impresionó sobremanera cuando lo leí, por su atrevimiento y la dureza de sus planteamientos, contra el propio concepto de nación. Se titulaba "Contra las patrias" (Tusquets, Barcelona, 1987), y no sé si don Fernando seguirá sosteniendo lo que en el decía contra "todas" las patrias"; supongo que sí, porque el concepto de "patria", como se vé en las definiciones del Diccionario de la RAE, no es unívoco.
También ignoro si Javier Marías había leído cuando escribió su artículo la magnífica biografía de Hannah Arendt de la periodista y escritora francesa Laure Adler, titulada "Hannah Arendt" (Destino, Barcelona, 2006). Me gustaría pensar que sí por la coincidencia casi literal entre lo que escribe Marías sobre el "amor patrio" y lo que pone Laure Adler en boca de su biografiada (página 426), sobre ese mismo concepto de amor a la patria, o al pueblo: "Tiene usted toda la razón: no me anima ningún amor de esa clase, y eso por dos motivos: jamás en toda mi vida he amado a ningún pueblo, a ninguna colectividad; ni al pueblo alemán, ni al francés, ni al norteamericano, ni a la clase obrera, ni nada de todo eso. Yo amo únicamente a mis amigos, y la sola clase de amor que conozco y en la que creo es en el amor por las personas."
¿Plagio inocente e inadvertido o simple coincidencia de sentimientos? Cualquiera de los dos hechos son posibles. No me preocupa. Como Marías, yo también me pregunto como se llamará "esa afección que nos hace incapaces de enorgullecernos junto a la capacidad de avergonzarnos por lo ajeno vecino". En todo caso, como él, estoy seguro de que no somos los únicos españoles que la padecemos.
Mi paisano Nicolás Estévanez, (1838-1914), militar y político de prestigio, y sobre todo poeta, escribió un hermosísimo poema sobre el mito de la patria titulado "La sombra del almendro". Les dejo con él. Dice así:

LA SOMBRA DEL ALMENDRO

La patria es una roca,
la patria es una fuente,
la patria es una senda y una choza.

Mi patria no es el mundo;
mi patria no es Europa;
mi patria es de un almendro
la dulce, fresca, inolvidable sombra.

A veces por el mundo
con mi dolor a solas
recuerdo de mi patria
las rosadas, espléndidas auroras.

A veces con delicia
mi corazón evoca,
mi almendro de la infancia,
de mi patria las peñas y las rocas.

Y olvido muchas veces
del mundo las zozobras,
pensando de las islas
en los montes, las playas y las olas.

A mi no me entusiasman
ridículas utopías,
ni hazañas infecundas
de la razón afrenta, y de la Historia.

Ni en los Estados pienso
que duran breves horas,
cual duran en la vida
de los mortales las mezquinas obras.

A mi no me conmueven
inútiles memorias,
de pueblos que pasaron
en épocas sangrientas y remotas.

La sangre de mis venas,
a mi no se me importa
que venga del Egipto
o de las razas céltica y godas.

Mi espíritu es isleño
como las patrias rocas,
y vivirá cual ella
hasta que el mar inunde aquellas costas.

La patria es una fuente,
la patria es una roca,
la patria es una cumbre,
la patria es una senda y una choza.

La patria es el espíritu,
la patria es la memoria,
la patria es una cuna,
la patria es una ermita y una fosa.

Mi espíritu es isleño
como las patrias costas,
donde la mar se estrella
en espumas rompiéndose y en notas.

Mi patria es una isla,
mi patria es una roca,
mi espíritu es isleño
como los riscos donde vi la aurora...

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. HArendt