sábado, 21 de junio de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY SÁBADO, 21 DE JUNIO DE 2025, DÍA DEL SOLSTICIO

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 21 de junio de 2025, día del solsticio. Está en juego la dignidad de la democracia misma, y lo menos que cabe pedir al presidente Sánchez es que se someta a una moción de confianza y/o convoque elecciones, afirma en la primera de las entradas del blog de hoy el politólogo Fernando Vallespín. En la segunda, un archivo del blog de junio de 2024, se hablaba del solsticio de verano es un fenómeno astronómico que tiene lugar cuando el eje de rotación de la Tierra se inclina hacia el sol en su punto más extremo, y que eso sucedía porque la Tierra no gira en un ángulo recto perfecto en relación con su órbita alrededor del sol, sino que tiene una inclinación de unos 23 grados y 27 minutos, que es la latitud en la que se ubican los trópicos, el de Cáncer (que da nombre a este blog) al norte, y el de Capricornio al sur. El poema de hoy, en la tercera, es del poeta español Miguel de Unamuno, se titula A España, y comienza con estos versos: Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa, / fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DE LAS EXCUSAS QUE YA NO SIRVEN

 








Está en juego la dignidad de la democracia misma, y lo menos que cabe pedir al presidente Sánchez es que se someta a una moción de confianza y/o convoque elecciones, afirma en El País [Sin palabras, 15/06/2025] el politólogo Fernando Vallespín. Hace 12 años, comienza diciendo, me valí de una columna con este mismo título para mostrar mi perplejidad e indignación por los escándalos de corrupción que poco a poco iban propagándose por nuestro espacio público. Les recuerdo que entonces, enero de 2013, fue el momento álgido de los casos Urdangarín y Bárcenas. Ahora nos enfrentamos al de Cerdán/Koldo/Ábalos. Después de releerla, he estado tentado de dejarla tal cual, copiarla sin más como si se tratara de algo ocurrido en el presente. Triste, muy triste, sí. Hay, sin embargo, dos hechos que hacen que la situación sea distinta: primero, ese elemento sórdido en el que irse de putas parece formar parte intrínseca de la quiebra del orden mental que acompaña a la venalidad; como si trasgredir determinadas normas contuviera un elemento orgiástico que hiciera de catalizador de otros instintos reprimidos. En este sentido, la situación actual se aproxima más al caso Roldán, con esas inefables fotos en Interviú con el protagonista en calzoncillos.

El segundo hecho diferencial es que pensábamos que ya habíamos puesto punto y final a esa fase; que, como se dice ahora, estábamos en otra pantalla. La crudeza del escándalo tira por la borda el designio explícito con el que se inició la primera etapa del actual Gobierno socialista: desterrar la corrupción y encaminarnos por la vía de la regeneración de la moral pública. Hay aquí, por tanto, un daño colateral, el de las expectativas frustradas. Y este es el más difícil de aliviar, porque los protagonistas no han sido, además, cargos periféricos de alguna provincia remota, sino actores centrales en la vida del partido durante los años medulares del mandato de Sánchez. Es inevitable pensar, pues, que aquello que motivó la entrada de estos personajes por la puerta grande en la política nacional no era por lealtad a algún proyecto, sino para satisfacer sus más viles intereses privados. Y esta sospecha hace que se emborrone aún más ese elemento esencial de la democracia, la confianza en nuestros dirigentes. El impacto va más allá de la decepción momentánea; inevitablemente, contamina también a aquellos, la mayoría, que ejercen la política guiados por firmes convicciones éticas y un sincero compromiso con lo público.

Por eso mismo, por el desgarro que produce en la confianza en el sistema, la reacción exige algo más que esa contrita petición de perdón con el consiguiente anuncio a la vez de seguir con el business as usual. Está en juego la dignidad de la democracia misma, y para este tipo de situaciones excepcionales esta forma de gobierno demanda algo no menos extraordinario. Recordemos que en su día sirvió para justificar toda una moción de censura; ahora lo menos que cabe pedir al presidente es que se someta a una moción de confianza y/o convoque elecciones. No hacerlo sería caer en el cinismo o en la incongruencia cognitiva: ¿por qué lo que entonces se vio como una necesidad imperiosa no se considera imprescindible ahora?

Pero también reclama algo que no se resuelve confirmando sin más a quien ejerce el poder o cambiándolo por otro. Me refiero a la adopción de medidas eficaces de regeneración democrática consensuadas entre los partidos. En casi todos los casos de corrupción que asoman se aprecia cómo las lealtades partidistas se ponen siempre por encima de las convicciones éticas, del mismo modo que todo proceso de reforma institucional, en vez de reforzar los contrapoderes tiende a hacerlos más permeables a los intereses de partido. La columna de hace 12 años la acababa reclamando un reseteo ético e institucional de nuestro sistema político, la urgencia de acceder a otra cultura cívica. Visto lo visto, ya no sé si seguir haciéndome ilusiones. Como bien dice Judith Shklar, “el dolor de la decepción política no viene del fracaso de los líderes, sino del descubrimiento de que uno creyó sinceramente”.


















[ARCHIVO DEL BLOG] EL DÍA DEL SOLSTICIO. PUBLICADO EL 20/06/2024

 








Justo en este mismo instante en que se publica esta entrada en el blog, las 21:51 horas del 20 de junio de 2024, hora de Canarias, se produce el Solsticio y el hemisferio norte entra en el verano, y el hemisferio sur en el invierno.
El solsticio de verano es un fenómeno astronómico que tiene lugar cuando el eje de rotación de la Tierra se inclina hacia el sol en su punto más extremo. Esto sucede porque la Tierra no gira en un ángulo recto perfecto en relación con su órbita alrededor del sol, sino que tiene una inclinación de unos 23 grados y 27 minutos, que es la latitud en la que se ubican los trópicos, el de Cáncer (que da nombre a este blog) al norte, y el de Capricornio al sur. 
Eso es lo que nos dice la ciencia, pero hay vida más allá de la ciencia. Pese a los muchos siglos de ciencia en el fondo de nuestras conciencias alienta un animismo primitivo que tiene que ver con lo natural más que con la ciencia. Lo comentaba justamente hace un año en El País el escritor Julio Llamazares. 
A coger el trébole, decía Llamazares, el trébol de cuatro hojas, ese que da buena suerte, encender y saltar hogueras o bañarse en los ríos o en el mar bajo la Luna: millones de personas en el mundo saldrán un año más de sus casas la noche de este domingo, cumpliendo con un rito pagano para unos y cristiano para otros.
La noche de San Juan, aunque no coincide exactamente con el solsticio de verano (el de invierno en el hemisferio sur) tiene su origen en él y como tal es tomado por muchísimas personas, que consideran la fiesta una celebración panteísta. Pese a los muchos siglos de religiones modernas, en el fondo de nuestras conciencias alienta un animismo primitivo que tiene que ver con lo natural más que con la filosofía y la ciencia.
A la vez que el mundo avanza hacia la tecnificación robótica, que la informática y la astronomía conectan el conocimiento humano y el universo, cada vez menos ignoto, la humanidad sigue teniendo necesidad de misterio, de algo que la haga sentir viva por encima de la tecnología. Enganchados a móviles y a ordenadores, necesitamos a la vez sentir que estos no lo solucionan todo y que hay algo que se les escapa, algo que nos pertenece y que ya estaba dentro de nuestros espíritus antes de que aparecieran ellos. Algo que tampoco tiene que ver con la religión como nos la presentan, en todo caso con sus antecedentes mágicos. En el fondo de todos nosotros, lo queramos o no, hay un eco de la historia de ese tiempo en el que las preguntas aún no tenían respuestas, o por lo menos no todas ellas.
La noche de San Juan en Occidente va unida a la superstición, una rémora para quienes consideran que todo tiene una explicación científica. Posiblemente estén en lo cierto, pero eso no les faculta para descalificar a quien necesita creer en algo diferente de lo que la tecnología y la ciencia nos presentan como único real. Sin entrar en creencias milenaristas o en fantasías heterodoxas, de esas que las televisiones también nos venden como si fuera una publicidad más, hay gente que necesita seguir pensando para vivir que no todo tiene explicación y que cabe aún el misterio en este mundo, llámese poesía o representación sin más. Por eso, en noches como estas, la de San Juan o la de Navidad, la más corta y la más larga dependiendo de los hemisferios terrestres, todos sentimos un estremecimiento y un desasosiego que tratamos de convertir en fiesta, para no reconocer que nos asusta el misterio del tiempo y nuestro desvalimiento como especie, en medio del gran enigma del universo y de la eternidad que intuimos detrás de él. “El mayor de los soles en un lado / y del otro luna nueva / lejos de la memoria como aquellos pechos / Y en medio el abismo de la noche estrellada, / el cataclismo de la vida”, escribió el poeta griego Yorgos Seferis mirando el cielo de Atenas un solsticio de verano, sin saber que esa noche quedaría para siempre prendida de su poema como de tantos poemas escritos por tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia, la mayoría de ellos perdidos para siempre con las luces de la noche, con las hogueras y las ilusiones brotadas al calor de su fantasía, tan fugaz. Otro poeta, este de la pintura, lo escribió con sus pinceles en un lienzo cuyo título, Noche estrellada, resume todos esos poemas, los conocidos y los por escribir. “Las piedras de molino muelen todo / y todo en astros se convierte / En vísperas del día más extenso”, dejó escrito Seferis. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt

















DEL POEMA DE CADA DIA. HOY, A ESPAÑA, DEL POETA ESPAÑOL MIGUEL DE UNAMUNO

 





A ESPAÑA


Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa,
fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca.
Es tu saliva batido, de tu lengua, la española,
tomé el pan de la palabra, un pichón de la paloma.
Nuestras lenguas se mezclaron, España, y sentí la ola
de brasa, desde la nuca en mis entrañas ahonda.
Mordí en tus labios, España, del paraíso en la poma,
y al darte mi blanca sangre, me diste tu sangre roja.
Me siento padre del pueblo, por ti perdura en mi obra,
me desmayo en el arrobo de hacerte, España, señora.



MIGUEL DE UNAMUNO (1864-1936)
poeta español




















DE LAS VIÑETAS DEL BLOG DE HOY SÁBADO, 21 DE JUNIO DE 2025

 






















































viernes, 20 de junio de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY VIERNES, 20 DE JUNIO DE 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 20 de junio de 2025. El escándalo del PSOE agrava una crisis general de la socialdemocracia europea, y para adaptarse a una nueva época, la familia no solo debe afinar argumentos racionales, sino también hallar una conexión emocional, escribe la primera de las entradas del blog de hoy el analista de política internacional Andrea Rizzi. La segunda es un archivo del blog de junio de 2018 en el que el escritor Mario Vargas Llosa hablaba de que no había otra salida de la situación en la que se encuentra la tierra de Rubén Darío y de Sandino que la renuncia inmediata del poder de Ortega y Murillo; siete años después todo sigue, no igual, sí mucho peor. La tercera, con el poema del día, es hoy del inmortal poeta español Antonio Machado, se titula Rosa de fuego, y comienza con estos versos: Tejidos sois de primavera, amantes, / de tierra y agua y viento y sol tejidos. / La sierra en vuestros pechos jadeantes, / en los ojos los campos florecidos. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













DEL COLAPSO DE LA SOCIALDEMOCRACIA EUROPEA

 






El escándalo del PSOE agrava una crisis general, y para adaptarse a una nueva época, la familia no solo debe afinar argumentos racionales, sino también hallar una conexión emocional, escribe en El País [El colapso de la socialdemocracia europea: en busca de una emoción, 14/06/2025] el analista de política internacional Andrea Rizzi. El escándalo de corrupción que ha estallado en el alma del PSOE es un  nuevo, terrible golpe para la socialdemocracia europea, comienza diciendo Rizzi. Al amanecer de este siglo, la histórica familia política estaba al frente de los Ejecutivos de Alemania, Reino Unido, Italia, Francia, Países Bajos, Portugal y Suecia, así como de la presidencia de la Comisión Europea. Hoy en su reducido perímetro de mando destacan Reino Unido —donde el partido laborista sufre un fortísimo desgaste a solo un año de su victoria—, Dinamarca -donde implementa políticas migratorias parecidas a las de la ultraderecha— y en España. En este último caso, es dudoso que pueda seguir mucho, y es probable que después le espere una larga travesía del desierto, a la vista de los escándalos y de los precios políticos pagados por seguir en el poder.

La hemorragia, por supuesto, tiene características específicas en cada país. En el caso español ensancha la herida un grave caso de corruptelas. Pero, en conjunto, es evidente la profunda dificultad de la familia política en adaptar su discurso a una nueva época, posindustrial y con nuevos esquemas socioculturales. El abrazo, bastante acrítico, con el capitalismo le hizo perder la confianza de clases trabajadoras manufactureras; cierta forma de expresarse y ejercer el poder le desconectó de las periferias, de las clases populares, reduciendo en muchos casos su perímetro a clases urbanas formadas; su corresponsabilidad en la construcción de un sistema que les desfavorece suscita la suspicacia de los jóvenes; la manera en la que se ha abanderado la justa protección de minorías o colectivos en situación de discriminación ha despertado el recelo de muchos.

Estas, y otras circunstancias, han hecho que muchos ciudadanos en busca de protección ante las adversidades de un tiempo brutal desconfíen de una propuesta política que es, racionalmente, la que más les conviene. Algunos han transitado hacia planteamientos soberanistas de ultraderecha. Otros, hacia formaciones populistas de izquierda como la de Jean-Luc Mélenchon o inclasificables como el Movimiento Cinco Estrellas. Otros, los más, se dejan caer en la abstención, ese virus letal para la democracia. Desgraciadamente, los graves errores del PSOE amenazan con espolear ese fenómeno.

Todo eso es dramático porque resta fuerza a una familia política europea esencial para que la necesaria reconfiguración de Europa, con el objetivo de garantizar su seguridad en un nuevo contexto, se haga de la mano de la cohesión social. Sin la segunda, la primera será un fracaso. Los enemigos de la Europa unida y democrática sin duda festejan viendo como se debilita la familia socialdemócrata, alentando la radicalización o el descreimiento y la apatía. Rusia descorcha vodka de la buena a cada paso que detecta en una dirección o la otra.

Nadie tiene una fórmula mágica para revertir la debacle. En una certera tribuna, Cristina Monge subrayaba recientemente en estas páginas que el punto de partida necesario es aprender a escuchar con una actitud más abierta los malestares de cierta parte de la sociedad. Cabe señalar que, demasiado a menudo, un equivocado sentido de superioridad moral ha empañado la vista.

A partir de ahí, la socialdemocracia tiene que reconstruir. Sobresale del espacio de esta columna y de las capacidades de su autor señalar cómo, en la miríada de aspectos en los que hay que reflexionar. Pero sí cabe al menos una sugerencia: tiene que buscar y hallar una emoción a partir de la cual conectar y construir. Los argumentos racionales son condición necesaria pero insuficiente. Vivimos un tiempo profundamente emocional. Galopa el asalto de fuerzas con un discurso emocionalmente potente: la revancha. Hay que hallar una emoción de respuesta.













[ARCHIVO DEL BLOG] NICARAGUA, HORA CERO. PUBLICADO EL 17/06/2018

 







No hay otra salida de la situación en la que se encuentra la tierra de Rubén Darío y de Sandino que la renuncia inmediata del poder de Ortega y Murillo, dice en El País [Nicaragua, hora cero, 17/06/2018] el escritor Mario Vargas Llosa. El comandante Daniel Ortega, comjenza diciendo, amo y señor de Nicaragua desde el año 2007, ha propuesto adelantar a 2019 las elecciones a fin de seguir un año más en el poder, durante el cual piensa, sin duda, encontrar nuevas tretas que le permitan eternizarse en esa presidencia a la que llegó mediante una mazamorra electoral en la que se mezclaban residuos del sandinismo, empresarios mercantilistas y purpurados católicos como su antiguo adversario, el cardenal Miguel Obando (recientemente fallecido), a quien ganó para su causa con una oportuna conversión y haciendo que lo casara con su antigua compañera y cómplice, la actual vicepresidenta Rosario Murillo.

Como a todos los tiranuelos, al comandante Ortega la codicia de poder lo ciega y no le permite ver que, pese a las matanzas que su policía política y los parapoliciales sandinistas siguen perpetrando —cuando escribo este artículo hay ya 160 muertos y más de un millar de heridos—, su impopularidad es gigantesca. Ella abraza prácticamente a todos los sectores sociales, empezando por los empresarios, que han decretado un paro nacional exigiéndole la renuncia, y siguiendo con los estudiantes, los obreros, los campesinos, la Iglesia Católica, es decir, el grueso de una sociedad a la que la corrupción, los robos, la demagogia, la censura, los crímenes y el desenfreno de la pareja gobernante han llevado a movilizarse, con gran gallardía, para poner fin a uno de los regímenes más abyectos de la historia centroamericana.

La historia del comandante Ortega es digna de ser novelada. Luchó contra la dictadura de Somoza, fue a la cárcel por ello, y cuando triunfó la revolución encabezó el Gobierno sandinista. En 1990, derrotado en las elecciones por Violeta Chamorro, él y buen número de dirigentes del Gobierno perpetraron la célebre piñata en la que se repartieron casas, tierras y bienes nacionalizados, lo que motivó que muchos sandinistas genuinos y decentes, como el escritor Sergio Ramírez, rompieran con ellos y los denunciaran.

Para volver al poder, Daniel Ortega aparentó una doble conversión democrática y religiosa, haciendo pactos delirantes (como el que fraguó con Arnoldo Alemán, al que ayudó a salir de la cárcel a la que había sido condenado por corrupción) y aliándose con empresarios sin escrúpulos, a los que ofreció todo lo que le pidieron a condición de que no se metieran en política —eso sería cosa suya— y con el cardenal Obando. De este modo se hizo con el poder en unas elecciones fraudulentas. Desde entonces, se ha atornillado en el Gobierno, hundiendo al país en operaciones turbias, como la que fraguó con un empresario chino para construir un nuevo canal que uniera el Caribe con el Pacífico, proyecto que quedó en nada, y caprichos delirantes como el bosque de árboles metálicos erigido por Rosario Murillo que los estudiantes rebeldes se han encargado de destruir en una operación catártica.

El levantamiento popular que comenzó en abril y sigue hasta ahora hubiera ocurrido mucho antes si la Nicaragua endeudada y ruinosa no hubiera contado con el petróleo venezolano que el comandante Chávez, primero, y luego Nicolás Maduro regalaban generosamente a su aliado sandinista.

Las manifestaciones, encabezadas por los estudiantes y apoyadas por el grueso de la opinión pública, tenían como razón de ser inmediata protestar contra una reforma de las pensiones que aumentaba las cuotas de los pensionistas, pero, en verdad, esta era la gota que colmaba el vaso, pues la indignación popular contra los abusos y pillerías de la pareja presidencial, que fermentaba en silencio gracias a la represión, encontró una vía de salida y dejó, tanto al Gobierno como al resto del mundo, sorprendidos por la magnitud que alcanzó y el coraje de los manifestantes frente a la brutalidad con que el régimen trató de sofocarlas.

No hay otra salida de la situación en que se encuentra la tierra de Rubén Darío y de Sandino que la renuncia inmediata del poder de la singular pareja que ahora lo ocupa y la convocatoria inmediata de elecciones, como pide el pueblo de Nicaragua. El Informe de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos sobre la violencia salvaje desatada por el Gobierno de Ortega y Murillo contra los pacíficos manifestantes muestra, sin equívoco, que el sistema político que ambos presiden ha violado en estos días todas las normas y principios democráticos y actúa con la ferocidad represiva de las peores dictaduras. La sangre derramada en estos últimos dos meses por el valiente pueblo nicaragüense, enfrentándose a las balas, asesinatos, encarcelamientos y torturas, pondrá punto final a una de las últimas tiranías que, como reminiscencia de una época funesta, sobreviven en América Latina.

Para ello es indispensable que los países democráticos y las organizaciones internacionales, como las Naciones Unidas, la OEA, la Unión Europea, se solidaricen con los patriotas nicaragüenses exigiendo la renuncia de los Ortega-Murillo y la celebración al menor plazo posible de elecciones libres, con observadores internacionales, de manera que el país recobre la libertad y empiece la reconstrucción de las instituciones democráticas después de tantos años de sufrimientos.

Precisamente Nicaragua es uno de los países latinoamericanos que han padecido más a lo largo de la historia: ocupaciones, dictaduras, saqueos, guerras civiles. La de Somoza fue una de las peores tiranías que ha experimentado el continente, y su derrota, una gesta popular que despertó grandes esperanzas. Sin embargo, el sandinismo que la reemplazó optó pronto por la utopía colectivista excluyente y, en vez de echar las bases de una sociedad democrática, generó una guerra civil y una división social que han impedido hasta ahora al país erigir las instituciones que garantizan el progreso económico y la libertad política. Pero nunca es tarde para iniciar este proceso y, luego de las experiencias terribles que han signado su historia reciente, la salida del poder del comandante Ortega y su siniestra compañera deberían inaugurar una nueva era para esa tierra de héroes y de grandes poetas.

La realidad de nuestro tiempo no está ya para sistemas tiránicos ni utopías sociales: ambas cosas solo han traído miseria y dolor a los países que sucumbieron a ellas. América Latina lo va entendiendo también, y la prueba es que ya casi no quedan regímenes de aquella índole, con las tristes excepciones de Cuba y Venezuela. Y, de los países que respaldaban el “socialismo del siglo XXI” (por oportunismo y codicia, pues solo lo practican de palabra, no de hecho), parece estarse apartando Ecuador, y ahora Nicaragua, de modo que, por fin, la democracia reemplazará aquella deprimente realidad política —la que reinaba en América Latina de mi juventud— en la que, de un confín a otro del continente, había dictaduras militares, con las excepciones habituales: Costa Rica y Uruguay. No es casualidad, por eso, que la libertad en estos países parezca más enraizada que en los otros, así como la cohesión social y la paz.