El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
martes, 24 de junio de 2025
lunes, 23 de junio de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY LUNES, 23 DE JUNIO DE 2025
DEL PROBLEMA DE NO ENSAYAR LAS CAÍDAS
Quien crea que este Gobierno puede mantenerse en pie o bien es un fanático o bien es algo peor, escribe en El País [Aprender a caer, 16/06/2025] el filósofo Diego S. Garrocho. En muchos deportes de riesgo, comienza diciendo Garrocho, una de las primeras cosas que aprendes al empezar a practicarlos es a ensayar la caída. Es temerario montarte en un caballo si no sabes reaccionar en el caso de que el animal pierda las manos, y los motoristas se ponen casco no por si se caen, sino para cuando se caigan. Los actores escriben en un papelito su discurso, por si al final les dan el Oscar. Pero en política, me temo, todo el mundo debería tener pensado su final con detalle por un sencillo axioma ontológico: todo termina.
La colección de escándalos que atraviesan al PSOE evidencia el final irreversible de un ciclo. Que las dos manos derechas de Sánchez se encuentren inmersas en sórdidos casos de corrupción compromete de forma letal al presidente del Gobierno. Cualquier persona en su circunstancia se encontraría con el crédito agotado, pero el maltrecho historial de la palabra de Sánchez y su heterodoxa relación con la verdad hacen inverosímil cualquier explicación que se reduzca al orden del lenguaje.
Lo peor no es lo ya publicado. Lo más inquietante es lo que puede acabar saliendo y la siniestra coherencia de lo ya sabido con unas formas y maneras que no pueden extrañar a nadie. Algunos venían avisando desde hacía tiempo —y ahora sabemos que con razón— de la abolición de la moral pública. Un ejemplo revelador: solo en los últimos días hemos visto a tres ministros intentar desprestigiar a la UCO sosteniendo públicamente la mentira de que la Guardia Civil planeaba asesinar al presidente. De hecho, la propia portavoz del Gobierno fue capaz de mantener el bulo en la rueda de prensa del Consejo de Ministros después de que ya hubiera sido desmentido. Sin pestañear.
El clima en el que puede cocinarse una mentira de ese tipo u ordenarse el señalamiento de jueces y periodistas rima demasiado bien con las fechorías que van publicándose por capítulos. Y nadie, absolutamente nadie, es ya capaz de perimetrar un espacio de seguridad que pueda ponerse a salvo del pudor futuro. En las próximas semanas seguirán publicándose noticias que nos helarán la sangre, y quienes fueron cooperadores necesarios de la atmósfera en la que se hizo posible todo esto fingirán sorpresa e indignación.
Hay volantazos que, a partir de un determinado momento, ya no resultan verosímiles y en la circunstancia en la que se encuentra este Gobierno solo queda minimizar el daño guionizando el final. Porque quien crea que esto puede mantenerse en pie o bien es un fanático o bien es algo peor. Pobres de aquellos que no ensayaran la caída.
[ARCHIVO DEL BLOG] DEL SECUESTRO DE LAS REDES SOCIALES. PUBLICADO EL 03/07/2017
DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, SUENE TU NOMBRE, DEL POETA ESPAÑOL JAVIER DE BENGOECHEA
SUENE TU NOMBRE
domingo, 22 de junio de 2025
DE LA CÁRCEL Y LA EJEMPLARIDAD. ESPECIAL DE HOY DOMINGO, 22 DE JUNIO DE 2025
Es tan admirable como inquietante comprobar que prácticamente todos los líderes políticos mundiales que nos vienen a la cabeza como referentes éticos en el ejercicio honesto del poder han pasado años, y por lo general muchos, en la cárcel, escribe en la revista Ethic [Cárcel y ejemplaridad, 12/06/2025] el politólogo Víctor Lapuente. La cárcel no reinserta siempre a los delincuentes, pero sí a los inocentes, comienza diciendo Lapuente. Quienes han sido encerrados por crímenes que no habían cometido o por las acciones justas que sí habían realizado contra regímenes injustos parecen estar hechos de otra pasta –o haber sido modelados por otra pasta entre los barrotes–. Es tan admirable como inquietante comprobar que prácticamente todos los líderes políticos mundiales que nos vienen a la cabeza como referentes éticos en el ejercicio honesto del poder han pasado años, y por lo general muchos, en la cárcel. Lech Walesa en Polonia, Václav Havel en la extinta Checoslovaquia, Nelson Mandela en Sudáfrica, Michelle Bachelet en Chile o el recientemente fallecido Pepe Mujica en Uruguay. Todos fueron encarcelados o torturados de forma cruel antes de alcanzar la presidencia de sus países y es como si, en la dureza y soledad de la prisión, hubieran adquirido una resistencia moral contra los vicios del poder.
Y fueron tentados. Si alguien podía haberse erigido en aprendiz de dictador en la Europa del Este antes de Viktor Orbán o los hermanos Kaczynski fueron quienes presidieron las transiciones a la democracia; quienes, con las instituciones de la libertad todavía titubeantes, tenían la ocasión de manipular los instrumentos de poder a su favor. Y, por ejemplo, extender el mandato presidencial más allá de lo aceptable constitucional o legítimamente. Pero Lech Walesa o Václav Havel no siguieron la senda que, después, adoptarían tantos dirigentes pioneros de las democracias nacidas tras la caída del muro de Berlín.
Aunque el caso más destacado es el de Nelson Mandela. Desde George Washington, probablemente no ha habido primer presidente de una democracia con mayor presión social para que se aferrara a las riendas del poder de por vida. Dada la legitimidad adquirida durante años de resistencia frente al cruel régimen del apartheid, nada lo habría detenido si Mandela hubiera decidido perpetuarse en el sillón presidencial. Todo lo contrario, había un fervor popular, como en los EE.UU. de finales del siglo XVIII con Washington, animando a que el presidente electo se convirtiera en monarca. Y no solo eso no ocurrió, sino que Mandela renunció a las prebendas del poder, con dos decisiones históricas: primero, rechazando colonizar la oficina presidencial con militantes de su partido y colaborando por tanto con funcionarios públicos que habían trabajado para el régimen anterior; y, segundo, dejando voluntariamente la presidencia sudafricana tras apenas servir un solo mandato.
El carácter de Mandela queda reflejado en una de las escenas más conmovedoras de la película Invictus, dirigida por Clint Eastwood y basada en el libro de John Carlin sobre la presidencia de Nelson Mandela. En ella se muestra el primer día de Mandela en el palacio presidencial, tras su victoria electoral que puso fin al apartheid en Sudáfrica. En esta escena, varios funcionarios blancos se preparan para empacar sus pertenencias personales. Están anticipándose a un evento evidente: serán despedidos por un presidente al que, siendo opositor, ellos mismos habían encarcelado durante nada menos que 27 años. Sin embargo, se equivocaban por completo. Para sorpresa de todos, Mandela reúne a los empleados y les dice: «Si queréis iros, estáis en vuestro derecho. Y si en vuestro corazón creéis que no podéis trabajar con el nuevo gobierno, entonces es mejor que os marchéis. Pero si estáis empaquetando porque teméis que vuestro idioma o el color de vuestra piel o para quién trabajasteis en el pasado os descalifica para trabajar hoy, estoy aquí para deciros que no tengáis tal miedo. Hoy es hoy, el pasado es el pasado. Ahora miramos al futuro». Mandela optó por no hacer una purga en aras de un objetivo más grande. Puso por encima de todo la reconciliación nacional en una sociedad profundamente dividida, en lugar de aplicar el rodillo que muchos miembros del Congreso Nacional Africano demandaban.
En el cono sur hemos tenido también ejemplos de presidencias heroicas tras experiencias personales traumáticas, como las de Michelle Bachelet en Chile, quien fue sometida a tortura psicológica y golpes en 1975 bajo la dictadura de Pinochet, o Pepe Mujica en Uruguay. Este caso es particularmente relevante, pues la estima popular de la que llegó a gozar Mujica fue estratosférica durante su presidencia, de 2010 a 2015. Consiguió el milagro de que sus políticas agradaran al capitalismo global, hasta el punto de que la revista The Economist nombró a Uruguay «país del año» en 2013, y, al tiempo, llevó a cabo políticas progresistas de lucha contra la pobreza, además de medidas sociales como la legalización de la marihuana, el aborto y el matrimonio homosexual. Todo ello mientras vivía en una humilde casa, conducía su viejo escarabajo azul y volaba en clase turista.
Y el buen hombre tuvo que morir el mismo día en el que el descendiente de George Washington, Donald Trump, recibía como regalo un jet privado de 400 millones de dólares, bañado en oro, por parte de Qatar, un régimen con un dudoso récord en protección de derechos humanos. Muere la buena ética y revive la mala estética.
sábado, 21 de junio de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY SÁBADO, 21 DE JUNIO DE 2025, DÍA DEL SOLSTICIO
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 21 de junio de 2025, día del solsticio. Está en juego la dignidad de la democracia misma, y lo menos que cabe pedir al presidente Sánchez es que se someta a una moción de confianza y/o convoque elecciones, afirma en la primera de las entradas del blog de hoy el politólogo Fernando Vallespín. En la segunda, un archivo del blog de junio de 2024, se hablaba del solsticio de verano es un fenómeno astronómico que tiene lugar cuando el eje de rotación de la Tierra se inclina hacia el sol en su punto más extremo, y que eso sucedía porque la Tierra no gira en un ángulo recto perfecto en relación con su órbita alrededor del sol, sino que tiene una inclinación de unos 23 grados y 27 minutos, que es la latitud en la que se ubican los trópicos, el de Cáncer (que da nombre a este blog) al norte, y el de Capricornio al sur. El poema de hoy, en la tercera, es del poeta español Miguel de Unamuno, se titula A España, y comienza con estos versos: Labio, ézpañá, paladeo tu nombre, rosa carnosa, / fresco y rojo de cereza, y agua se me hace la boca. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt