martes, 13 de mayo de 2025

De las entradas del blog de hoy martes, 13 de mayo de 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz martes, 13 de mayo, sobre todo a los supersticiosos... La UE debe evitar el camino de la doctrina de Trump, que pretende hacer grande su país socavando los valores de la convivencia, sin los que no se mantiene una sociedad democrática, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy la filósofa Adela Cortina. La segunda es un archivo del blog de junio de 2012, sobre un artículo del francés Alain Badiou que resulta difícil no compartir: "El capitalismo confía el destino de los pueblos a los apetitos financieros de una minúscula oligarquía". El poema del día, en la tercera, se titula "De noche", el del poeta checo Vladimir Holan, y comienza con estos versos: "Durante la ausencia de la mujer amada/las tinieblas, totalmente enloquecidas, se apoderan de sus piernas,/se deslizan en los zapatos de hielo/y empiezan a bailar desde tu cama/hasta la inmensa sala del insomnio…". Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt












De la ética como fortaleza de Europa

 






La UE debe evitar el camino de la doctrina de Trump, que pretende hacer grande su país socavando los valores de la convivencia, sin los que no se mantiene una sociedad democrática, escribe en El País [La fortaleza de Europa está en su capital ético, 07/05/2025] la filósofa Adela Cortina. Decía Kant en el siglo XVIII, comienza diciendo Cortina, que hasta un pueblo de demonios, de seres sin sensibilidad moral, preferiría vivir en un Estado de derecho, en que las leyes regulan las relaciones mutuas y es el juez quien dirime en las disputas, a vivir en el estado de naturaleza, en el que reina la lucha de todos contra todos y vence el más fuerte en poder, no el que tiene mejores razones. Pero, eso sí, añadía a continuación que los demonios preferirían ese orden con tal de que tuvieran inteligencia.

También apelando a esa inteligencia, el Leviatán de Thomas Hobbes avisaba de que hasta el más débil puede quitar la vida al fuerte por mucho poder que acumule y que vivir pendiente de esa espada de Damocles hace insegura la existencia. De ahí que la razón aconseje firmar un contrato para buscar la paz y seguirla, el célebre contrato social del mundo moderno que ha llegado, mal que bien, hasta nuestros días. Hobbes creía que de ese contrato forma parte la obligación de mantener lo acordado, según el célebre apotegma pacta sunt servanda, los pactos han de cumplirse. Pero, como muy bien han recordado autores como Karl-Otto Apel, esa obligación no puede pactarse, sino que es un presupuesto ético sin el que pierde su fuerza obligatoria todo lo acordado.

Sin necesidad de entrar en reflexiones morales más profundas, como la de que hay que buscar la paz porque toda persona vale por sí misma y es preciso crear un orden social que proteja su vida y la empodere, ya en el más elemental nivel utilitario se entiende que es inteligente buscar aliados, y no adversarios, que pueden destruirnos a la menor oportunidad. Los juegos de suma positiva, en que todos ganan, son infinitamente más sabios que los de suma negativa, sobre todo si se asientan sobre la base de un mínimo de confianza en que los demás jugadores van a mantener su palabra durante un tiempo prudencial. La confianza básica es la piedra angular de la vida compartida. Desgraciadamente, en el siglo XXI tanto la política global como la local apuestan a los juegos de suma negativa selectiva, con desastrosas consecuencias para todos, especialmente para los peor situados.

Como es evidente, Donald Trump ha removido el tablero internacional introduciendo un cambio de alianzas. En principio consistió en abandonar a los socios que al menos verbalmente apuestan por los valores que Estados Unidos decía defender, es decir, la democracia y los derechos humanos, y en optar por autócratas como Vladímir Putin y Xi Jinping. Pero después inauguró un baile de contactos bilaterales volátiles, cambiantes, que generan desconfianza generalizada y desorientación, rompen esas reglas de juego ya asumidas, necesarias para el buen funcionamiento de la vida política, la económica y la social. Pero lo peor es que los demás países están imitando el modelo.

Cosa que Europa no debería hacer de ningún modo, porque, aun con todas sus grietas y debilidades, cuenta con la experiencia de haber ido forjando desde el Renacimiento la conciencia de ser no sólo una entidad geográfica, más o menos perfilada, no sólo el resultado de una historia nacida especialmente en Roma, no sólo una unión económica potente, sino también y sobre todo una cultura de valores compartidos, que supone un potente capital ético. La fortaleza de Europa fue forjándose cuando los renacentistas —Moro, Vives, Erasmo, Laguna— buscaron la paz, pero no unilateralmente, no desde la disgregación, sino intentando descubrir lo común a las distintas naciones que componían lo que había sido la república cristiana. Llegar a la paz exigía fortalecer las raíces comunes y respetar las diferencias que no generaran injusticias.

El camino de Europa no fue entonces la religión civil propuesta por Maquiavelo, sino la busca de valores comunes que irá dando lugar en el siglo XX a la ética cívica, propia de las sociedades democráticas y pluralistas, como es el caso de Europa e Iberoamérica, y también de algún modo de Estados Unidos.

El modelo de la religión civil, fuente de patriotismo nacionalista, considera que todo vale para cohesionar a la ciudadanía, incluso el recurso a los milagros, al mito de Rómulo y Remo en la fundación de Roma. Como bien diría Rousseau, no es ésta la religión del hombre, la que vincula al hombre con Dios, sino la religión del ciudadano, que une a los ciudadanos entre sí y a la nación. Obviamente, no puede ser sino particularista.

Por el contrario, el camino de la ética cívica para crear una cohesión madura entre la ciudadanía consiste en sacar a la luz los valores morales compartidos. Poco a poco irían cristalizando en la aspiración a la libertad, a la igualdad, al diálogo como fuente de resolución de conflictos, al respeto activo hacia aquellos que piensan de modo diferente, a la confianza en una ciencia situada al servicio de la humanidad y al respeto a la naturaleza. Valores que pretenden universalidad y reclaman, para articularse políticamente, la creación de Estados de derecho a través del contrato social, pero también el suelo nutricio de la alianza entre todas las personas, que obliga a los Estados a practicar la hospitalidad universal.

Es un camino mucho más prometedor que el de la doctrina MAGA, que puede volverse contra sus propios apóstoles si pretenden hacer grande su país socavando su propio capital ético, destruyendo los hábitos del corazón que constituyen su entraña. De ese capital forman parte los valores y las virtudes de la convivencia, sin las que no se mantiene una sociedad democrática.

Mentir impunemente, faltar a la palabra dada y asegurar que es un cambio de opinión, contar la historia haciendo de Ucrania el país invasor de Rusia y de Volodímir Zelenski un dictador, nazi para mayor dislate, pretender que Ucrania se niega a negociar, y que Putin, por el contrario, está dispuesto a llegar a un acuerdo, humillar a Zelenski desde el comentario despectivo sobre su atuendo hasta el flagrante desprecio de ningunearle en las conversaciones sobre el futuro de Ucrania, el constante cambio de humor, las groserías hirientes dirigidas a los interlocutores, el intolerable ensañamiento con los inmigrantes. Trump está traicionando los valores que hacían de Estados Unidos un país admirable y quebrando las reglas de juego necesarias para avanzar.

La aritmética de los votos, las supuestas ganancias económicas, que fluctúan día a día, y las balandronadas no hacen grande un país. ¿Cómo es posible que no haya habido antes en Estados Unidos una repulsa de buena parte de la ciudadanía, al menos desde el sector demócrata? ¿Cómo es posible que no hayan reaccionado rápidamente esas universidades supuestamente excelentes, que acumulan artículos en los primeros cuartiles de las revistas de impacto y ocupan los primeros puestos de los rankings académicos? Ni siquiera la ceremonia de los Óscar, tan crítica habitualmente con el mundo político, puso apenas en cuestión el cambio de rumbo.

En este entorno, Europa tiene que jugar sus cartas desde la unidad interna, cumpliendo sus obligaciones con sus aliados tradicionales, incluyendo los compromisos en seguridad y defensa, actuando —como se ha dicho— como un socio creíble en el fortalecimiento de los valores democráticos. Ese es el mejor camino para hacer grandes los países y un mundo que es ya global en un horizonte cosmopolita. Adela Cortina es Catedrática emérita de Ética y Filosofía Política de la Universidad de Valencia, miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas y directora de la Fundación ÉTNOR. Su último libro es ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial? (Paidós).



















[ARCHIVO DEL BLOG] La ilusión democrática. Publicado el 09/06/2012










Ya he escrito con anterioridad que a los filósofos hay que escucharlos con atención, bien para elogiarlos, bien para detestarlos; nunca para ignorarlos. A veces, hasta atinan, incluso cuando se meten a opinar de política. Quién desee profundizar en mi opinión al respecto basta conque ponga en el buscador del blog el término "filósofos".
Hace unos días, a través de la página en Facebook de una buena amiga grancanaria, llegué hasta un artículo sobre el filósofo francés Alain Badiou y su más reciente publicación: "El despertar de la historia" (Clave intelectual, Madrid, 2012).
Resulta difícil no compartir algunas de sus afirmaciones. Por ejemplo, ésta en que nos presenta un apocalíptico análisis del capitalismo: "El capitalismo confía el destino de los pueblos a los apetitos financieros de una minúscula oligarquía. En cierto sentido, se trata de un régimen de bandidos. ¿Cómo podemos aceptar que la ley del mundo esté regida por los voraces intereses de una camarilla de herederos y de nuevos ricos? ¿No es razonable llamar «bandidos» a quienes tienen como única norma el lucro, estando dispuestos, si es necesario, a pisotear a millones de personas amparándose en dicha norma? El hecho de que, en efecto, el destino de millones de personas dependa de los cálculos de tales bandidos es hoy tan obvio, tan visible, que la aceptación de esta «realidad», como dicen los plumíferos de los bandidos, es cada día más asombrosa. El espectáculo de los Estados patéticamente desconcertados porque una pequeña tropa anónima de evaluadores autoproclamados les ha puesto una mala nota, como haría un profesor de economía a sus estudiantes, es al mismo tiempo burlesco y muy preocupante. Por lo tanto, queridos electores, habéis instalado en el poder a gente que tiembla por las noches, como colegiales, al saber que por la mañanita los  representantes del «mercado», es decir los especuladores y los parásitos del mundo de la propiedad y del patrimonio, les pueden haber puesto un AAB, en lugar de un AAA. ¿No resulta bárbara esta influencia consensuada de los maestros oficiosos sobre nuestros maestros oficiales, para quienes la única  preocupación es conocer cuales son y serán los beneficios de la lotería en la que juegan sus millones? Por no hablar de que su angustioso sollozo se pagará con el cumplimiento de las órdenes de la mafia que siempre consisten en algo como: «Privaticen todo. Supriman la ayuda a los débiles, a los solitarios, a los enfermos, a los parados. Supriman toda ayuda a todos menos a los bancos. No asistan a los pobres, dejen morir a los viejos. Bajen el salario de los pobres y los impuestos a los ricos. Que todo el mundo trabaje hasta los 90 años. Enseñen matemáticas solo a los traders, a leer sólo a los grandes propietarios, historia sólo a los ideólogos a nuestro servicio.» Y la ejecución de estas órdenes arruinará en la práctica la vida de millones de personas."
Más difícil de compartir son opiniones como esta otra en la que afirma que el  marxismo no es "una rama de la economía (teorías de las relaciones de producción), ni una rama de la sociología (descripción objetiva de la «realidad social»), ni una filosofía (pensamiento dialéctico de las contradicciones), sino, repitámoslo, el conocimiento organizado de los medios políticos necesarios para desmontar la sociedad existente y por fin desarrollar una forma igualitaria y racional de organización colectiva, llamada comunismo." ¿El comunismo una forma igualitaria y racional de organización colectiva?...
Marxista-comunista como el mismo se define, parece obviar en la realización de la utopía comunista, el significado de palabras tan significativas sobre la democracia como las escritas por Lenin en el diario "Obrero y soldado", en agosto de 1917, cuando al referirse a las ilusiones constitucionales de buena parte de la sociedad rusa de aquel momento dice de ellas: "No es posible un intento adecuado de comprensión de la misión que corresponde a la Rusia de hoy sino se dedica una especial atención a la exposición sistemática y despiadada de las ilusiones constitucionales, a destruir sus raíces y a restablecer una conveniente perspectiva política." ¿Todo se reduce, pues, a eso: a una cuestión de perspectiva y de destruir de raíz toda ilusión democrática.?...
Los filósofos usan más a menudo de lo conveniente lenguajes abstrusos a la hora de definir conceptos de uso corriente en el lenguaje corriente de la gente corriente. Por ejemplo el de "verdad política", que se supone clave en el pensamiento de Badiou: "Una verdad política es el producto organizado de un acontecimiento popular masivo en el cual la intensificación, la contracción y la localización sustituyen a un objeto identitario, y a los nombres separadores que lo acompañan, por una presentación real de la potencia genérica de lo múltiple." Luego, se quejan los filósofos, al igual que los políticos, de que no los entendemos.
La anterior definición de verdad política la expuso Badiou en un artículo de mayo del pasado año sobre los acontecimientos del 15-M español. Es una definición de difícil comprensión para mi, que no soy ni filósofo, ni marxista, ni comunista. Quizá ahí esté el problema, mi problema. 
Y es una lástima, porque entre tanta jerga ininteligible e incomprensible para el común de los mortales se vislumbran "verdades" evidentes" como las expuestas al comienzo de la entrada en su análisis sobre el capitalismo.  Les animo a buscar en YouTube el vídeo en el que se ponen en relación la filosofía política de Michel Foucault y Alain Badiou. Espero que tanto la entrada como el vídeo les resulten interesantes. Y sean felices, por favor, a pesar del des-gobierno que padecemos. Tamaragua, amigos.  HArendt


















Del poema de cada día. Hoy, De noche, de Vladimir Holan

 






DE NOCHE



Durante la ausencia de la mujer amada

las tinieblas, totalmente enloquecidas, se apoderan de sus piernas,

se deslizan en los zapatos de hielo

y empiezan a bailar desde tu cama

hasta la inmensa sala del insomnio…


Los zapatos suenan, dan vueltas, patean, retozan

sin piedad, abiertamente, y eso dura

y se sienten bien, bailan sin duda el uno con el otro.


Tu amor sin fe sólo les ayuda

de los celos al adulterio.

Los oyes toda la noche, y más y más te hielan,

y no empiezan a fundirse hasta el momento

de volver hacia ti…





***



V NOCI


V nepřítomnosti milované

ženy zmocní se jejích nohou docela zblázněné tmy, 

vklouznou do ledových střevíčků 

a počnou tančit z tvé postele 

do nesmírného sálu nespavosti…


Střevíčky zní, točí se, dupou, dovádějí 

bez lítosti, otevřeně, a to trvá 

a je jim dobře, tančí spolu bezpochyby.


Tvé lásce bez víry to jenom pomáhá 

od žárlivosti k cizoložství. 

Slyšíš je celou noc, a čím dál tím víc tě zebou, 

a roztát začnou teprve v okamžiku, 

kdy se vracejí k tobě…



***



VLADIMIR HOLAN (1905-1980)

poeta checo


























De las viñetas de humor de hoy martes, 13 de mayo de 2025

 









































lunes, 12 de mayo de 2025

De las entradas del blog de hoy lunes, 12 de mayo de 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz lunes, 12 de mayo de 2025. Con una sola medida, China ha cambiado el escenario de la guerra comercial declarada por Estados Unidos, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el econonista Barry Eichengreen: bastó con que China estableciera un control a las exportaciones de tierras raras para que la situación se diera la vuelta. En la segunda, un archivo del blog de tal día como hoy de hace once años, HArendt ironizaba sobre eso que llaman "la vocación de servicio". A la mayoría de los políticos, decía, pero no sólo a ellos, también a jueces, médicos, militares, obispos, misioneros, funcionarios, maestros, banqueros, periodistas y líderes de opinión, por citar algunos especímenes de la diversa fauna humana, se les llena la boca con lo de la "vocación de servicio"; sobre todo cuando hablan de la suya. No deberíamos creerles siempre. La tercera, con el poema titulado "Un mundo cambiante", es del poeta eslovaco Stefan Strázay y comienza con estos versos: "El mundo cambia, se destiñe./Se agria. Por la noche hay cada vez menos oscuridad,/en invierno menos nieve. Cada dos por tres/es domingo por la tarde". Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt













La tortilla económica de Trump comienza a quemarse

 






Con una sola medida, China ha cambiado el escenario de la guerra comercial declarada por Estados Unidos, escribe en El País [A Trump se le vuelven las cosas en contra, 06/05/2025] Barry Eichengreen,  profesor de Economía y Ciencia Política en la Universidad de California/Berkley. Bastó con que China estableciera un control a las exportaciones de tierras raras para que la situación se diera la vuelta, comienza diciendo Eichengreen. En las semanas posteriores al 2 de abril, el “Día de la Liberación”, en el que el presidente Trump impuso los llamados aranceles recíprocos a decenas de países, la Casa Blanca y la mayoría de los comentaristas independientes estaban de acuerdo en algo: en que Estados Unidos tenía más posibilidades que China de ganar la guerra comercial. China exportaba a Estados Unidos más que Estados Unidos a China. Si el comercio se interrumpía por los aranceles y las represalias, China tenía más que perder, en ingresos por exportaciones. La economía estadounidense había empezado 2025 a toda máquina; en cambio, China tenía graves problemas financieros, sobre todo en el sector inmobiliario. También en este aspecto, Estados Unidos estaba en mejor posición para soportar un conflicto comercial prolongado.

Además, a diferencia de lo que pasaba durante el primer mandato de Trump y la presidencia de Biden, en esta ocasión China no podría desviar sus actividades de exportación y montaje a través de terceros países para eludir los aranceles estadounidenses. Los funcionarios de otros países desesperados por acceder al mercado estadounidense se apresurarían a volar a Washington para entablar negociaciones con el gobierno de Trump y acabarían ofreciendo valiosas concesiones comerciales.

Bastaron un par de semanas y la prohibición de exportar tierras raras por parte de China para que los comentaristas bajaran de la nube. Que Estados Unidos dependa tanto de las importaciones procedentes de China no es una ventaja, sino un lastre. Las tierras raras se utilizan en baterías, productos electrónicos y otros componentes de la fabricación de móviles, vehículos de motor y material militar. En muchos casos, China controla más del 90% de la capacidad mundial de refinado de esos minerales. Conseguir esos insumos de fuentes alternativas puede ser materialmente imposible y se tardarían años en construir una capacidad de refinado equivalente en Estados Unidos. Por el contrario, gran parte de lo que importa China de Estados Unidos, como la soja, lo puede adquirir en mercados como Brasil.

Por supuesto, la prohibición estadounidense de exportar alta tecnología a China puede frenar la modernización tecnológica del país. Pero muchas de esas medidas no son nuevas, porque existen desde la presidencia de Biden y el primer mandato de Trump. Por eso China lleva varios años desarrollando una capacidad propia que le permita producir de forma autónoma los componentes de alta tecnología y ya está instaurando soluciones alternativas para las carencias que tiene todavía. Por ejemplo, en abril del año pasado, Huawei anunció un nuevo teléfono que funciona con un chip mejorado de siete nanómetros, lo que parece sortear los intentos de Estados Unidos de impedirle adquirir esa tecnología. En noviembre presentó un teléfono que funciona íntegramente con software chino y, por consiguiente, no depende ni del iOS de Apple ni del Android de Google.

En cuanto a los problemas económicos y financieros, el gobierno chino ha puesto en marcha una serie de medidas para reducirlos. En el primer trimestre de 2025, aumentó el gasto fiscal al ritmo más rápido desde el año 2022, en pleno covid-19. El Banco Popular de China ha permitido que el renminbi se deprecie gradualmente frente al dólar, lo que contribuye a sostener los sectores exportadores y evita una depreciación seria que alarmaría a los mercados financieros. Los precios de la vivienda nueva están bajando más despacio y en menos ciudades que en el pasado, lo que indica que el mercado inmobiliario tal vez está estabilizándose.

Por el contrario, la mejor forma de calificar los intentos del gobierno de Trump de gestionar la economía es decir que son caóticos y contradictorios. Un día, Trump y sus asesores quieren un dólar más fuerte: al día siguiente, lo quieren más débil. Los aranceles que agitan los mercados financieros se suspenden de forma inesperada, pero nadie sabe por cuánto tiempo. A pesar de que el déficit presupuestario ya supera el 6 % del PIB, el Congreso sigue empeñado en hacer nuevas bajadas fiscales, que quiere compensar con unos recortes del gasto totalmente fantasiosos que ha decidido el DOGE de Elon Musk. Y, con el mercado de bonos ya en alerta máxima, Trump ha repetido su amenaza de despedir al presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell. Como era de esperar, ante toda esta incertidumbre, las empresas estadounidenses han dejado de invertir y la confianza de los consumidores ha sufrido un enorme deterioro. ¿Cuál de las dos economías es más fuerte en este momento?

En vez de dejar que China se quedase aislada del resto del mundo, el presidente Xi emprendió una “gira de seducción” por el sudeste asiático y prometió fortalecer los lazos comerciales con la región. El presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, viajó a Pekín, como sabrán los lectores de este periódico, lo que augura la posibilidad de unas relaciones comerciales más intensas entre China y la Unión Europea. Mientras tanto, la promesa de la Casa Blanca de conseguir nuevos acuerdos comerciales ha dado paso al silencio. Es probable que otras negociaciones de Trump —por ejemplo, con la Universidad de Columbia y el bufete de abogados Paul Weiss de Nueva York— hayan convencido a los gobiernos extranjeros de que ceder a las irracionales exigencias de este gobierno no garantiza la reciprocidad, sino exigencias todavía más irracionales.

Por último, está la cuestión de qué gobierno está en mejor situación para mantener el rumbo emprendido. El presidente Xi y el Politburó chino no tienen rivales políticos. El ataque de Estados Unidos solo ha servido para reafirmar el patriotismo de un pueblo chino orgulloso y agruparlo detrás de su líder, igual que el ataque de Trump y el vicepresidente J. D. Vance contra Volodímir Zelenski unió al pueblo ucraniano en torno a su presidente. Cada fin de semana, está habiendo en Estados Unidos marchas y manifestaciones contra Trump. A medida que sus principales seguidores empiecen a notar la subida de los precios en los supermercados y el aumento del desempleo, la opinión pública dará un giro fatídico para un presidente cuya popularidad en materia económica ya ha caído al 43 %.

¿Cómo terminará la guerra comercial de Trump? Lo más probable es que siga el consejo que, según se dice, dio en 1966 el entonces senador por Vermont George Aiken con respecto a la guerra de Vietnam. El gobierno debería limitarse a “declarar la victoria y retirarse”. Barry Eichengreen es profesor de Economía y Ciencia Política en la Universidad de California/Berkley.














[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Para qué la política?. Publicado el 12/05/2014










A mi amiga Isabel G.


A la mayoría de los políticos, pero no sólo a ellos, también a jueces, médicos, militares, obispos, misioneros, funcionarios, maestros, banqueros, periodistas y líderes de opinión, por citar algunos especímenes de la diversa fauna humana, se les llena la boca con lo de la "vocación de servicio"; sobre todo cuando hablan de la suya. No deberíamos creerles siempre. El altruismo no es moneda de uso corriente entre las clases altas (ni entre las medias, ni las bajas, dicho sea de paso) aunque excepciones, haberlas haylas. Y lo que ellos llaman "vocación de servicio" la mayoría de las veces no pasa de ser ambición personal, ganas de medrar, búsqueda de gloria, pasión por el poder, ansias de mando, y a veces, hasta búsqueda del martirio como medio para ganarse el cielo. Casi cualquier cosa menos altruismo.
Algunos dicen de la política que es "el arte de lo posible". Quizá pensando en que los deseos de cambiar por la fuerza la naturaleza del mundo y de quienes lo hemos ido habitando en oleadas sucesivas, los intentos de convertir en realidades lo que no son mas que utopías, no han traído para los hombres nada más que sangre, muerte y lágrimas. Un ejemplo clásico, el de la "República" de Platón (siglo IV a.C.). Quizá, otros, llamen a eso "utilitarismo", una doctrina política de impreciso término que pusieron en boga Jeremy Betham y John Stuart Mill a mediados del siglo XIX. Pero pienso que no tiene nada que ver una cosa con otra.
Por ejemplo: ¿la pusilanimidad de los gobiernos europeos ante la crisis Ucrania-Rusia es arte de lo posible, utilitarismo o mera supeditación de todo criterio moral (sí, la política también es moral) a los meros intereses económicos? ¿Y la imposibilidad de encontrar una salida lo menos dolorosa posible a la crisis económico-financiera que asola el sur de Europa es también arte de lo posible, utilitarismo o mera incapacidad de enfrentarse al invisible y todopoderoso poder financiero que acogota nuestras economías y sobre todo nuestras sociedades? 
Dos experimentos sociales llevados a cabo en el pasado siglo, dos intentos de transformar por la fuerza la naturaleza propia del ser humano: comunismo y nazismo, acabaron en inmensas tragedias. Ambas eran doctrinas totalitarias; ambas pretendieron cambiar el hombre y el mundo, y sus injusticias, de raíz; ambas provocaron la muerte de millones de seres inocentes; ambas fracasaron. Hannah Arendt las estudió muy bien en uno de sus más originales libros: "Los orígenes del totalitarismo". Pero lo han intentado desde el principio de la historia.
No es extraño pues que Hannah Arendt (sí, de nuevo ella) se preguntara en "¿Qué es la política?" que si alguien se interroga sobre eso es que ya no son válidas las respuestas formuladas por la tradición. Decir que la política es un medio para un fin más elevado, añade más adelante, es como no decir nada, pues la determinación de ese fin último ha sido muy diversa a través de los siglos. Si la política es para ella el reino de la libertad, es esta, la libertad, o debería ser el fin último de la política, pero de una política que sirva para asegurar la vida, añade.
No otra parece ser también la opinión de John Rawls en su "Una teoría de la justicia", donde dice: 1) Cada persona debe tener un derecho igual al más amplio sistema de libertades fundamentales iguales, compatible con un sistema análogo de libertades para todos; y 2) Las desigualdades sociales y económicas deben ser reguladas de tal forma que, a) den el máximo beneficio a los menos favorecidos; y b) estén vinculadas a funciones y posiciones abiertas a todos en condiciones de igualdad equitativa de oportunidades. Lo que no es el caso, desde luego, en este momento de la historia. (Eso lo digo yo, claro; no Rawls).
Termino de nuevo con Hannah Arendt. Dice en su libro citado más arriba que si se quiere cambiar una institución, una organización, cualquier corporación pública mundana, lo que hay que hacer es renovar su constitución, sus leyes, sus estatutos, y esperar que todo lo demás se dé por sí mismo.
Bueno, pues démosle un empujoncito nosotros. No se quede en casa el día 25 y acuda a votar. Por quién usted quiera: piense en Europa, piense en usted, y vote. Nos merecemos una Europa mejor que la que tenemos ahora. Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt