sábado, 10 de febrero de 2024

Del engañoso olor de la verdad

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado. Nuestra confianza en que somos capaces de distinguir los vídeos reales de los falsos, escribe en El País el genetista Javier Sampedro, carece de apoyo empírico, y ya muchas empresas grandes y pequeñas desarrollando software para detectar deepfakes, pero los intoxicadores tampoco se están quietos; el resultado va a ser una carrera de armamentos, como la que mantienen las conchas cada vez más duras de los caracoles y las pinzas cada vez más fuertes de las langostas: pura biología. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. HArendt. harendt.blogspot.com















El engañoso olor de la verdad
JAVIER SAMPEDRO
01 FEB 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Este es un año electoral en medio mundo, y los intoxicadores de masas ya tienen afiladas sus armas para interferir con los procesos a mayor bien de sus sombríos intereses. La fiesta ya ha empezado en Estados Unidos. Los votantes de New Hampshire para las primarias recibieron la semana pasada una llamada robótica donde el presidente Joe Biden les animaba a abstenerse. Se trataba en realidad de un deepfake (mentira profunda), una técnica de inteligencia artificial (IA) que permite imitar la voz, la cara o los gestos de cualquier personaje. Todos hemos visto ejemplos experimentales en el último año. En este caso se había usado un sistema de ElevenLabs, una startup de inteligencia artificial norteamericana, que ya ha anunciado el bloqueo de la cuenta del intoxicador. Pero hacer esto es ya tan fácil y barato que cada cuenta yugulada generará siete nuevas, como las cabezas de la hidra mitológica.
Las mentiras profundas no suponen un salto filosófico respecto a las mentiras a secas (fakes) que ya distorsionaron impunemente la elección en la que Donald Trump llegó al poder y la campaña que sacó al Reino Unido de la Unión Europea, por citar sus dos mayores éxitos. Los fundamentos psicológicos de ambas modalidades son los mismos: la gente tiende a creerse, y a propagar, cualquier mentira que coincida con sus prejuicios; etiquetar un bulo como tal no impide que se lo sigan creyendo y lo sigan diseminando; la repetición machacona de una falsedad la convierte en verdad para las audiencias acríticas. Pero un vídeo bien falsificado funciona aún mejor que una mentira escrita. Ver es creer, al fin y al cabo. Nos podemos preparar para lo peor.
Nuestra confianza en que somos capaces de distinguir los vídeos reales de los falsos carece de apoyo empírico. Una investigación de psicología experimental presentada en iScience con 210 voluntarios muestra que no distinguimos los deepfakes de los vídeos verdaderos, que encima tendemos a considerar falsos los que son auténticos, y que todos sobrestimamos nuestra habilidad de discernimiento. Por muy listo que te creas, puedes hundirte hasta las trancas en las arenas movedizas de la mentira profunda.
Los científicos de la computación llevan tiempo buscando formas de distinguir un vídeo real de uno falso, y cada vez resulta más difícil. Es verdad que, incluso con la IA más moderna, suele haber detalles que delatan el fraude. Todos nos quedamos atónitos con el deepfake del papa Francisco envuelto en un impresionante papa-plumas blanco. Aquello parecía de verdad. Un experto puede detectar que no lo es, porque la sombra de sus gafas está en un lugar de la cara que no encaja con el resto de la iluminación de la escena. De modo similar, el habla generada por IA falla en los titubeos, las respiraciones y las sutilezas del movimiento de los labios. Pero hay que ser un experto para darse cuenta. Los demás no nos fijamos en esas cosas, y es demasiado pedirnos que lo hagamos.
Hay muchas empresas grandes y pequeñas desarrollando software para detectar deepfakes, pero los intoxicadores tampoco se están quietos. El resultado va a ser una carrera de armamentos, como la que mantienen las conchas cada vez más duras de los caracoles y las pinzas cada vez más fuertes de las langostas. Pura biología. Javier Sampedro es genetista.



































[ARCHIVO DEL BLOG] Internet, lecturas, libros, líderes... [Publicada el 06/10/2013]











¿Está cambiando internet nuestra forma de leer y de pensar? ¿Leen nuestros líderes políticos, sociales y económicos a los clásicos o solo resúmenes e informes técnicos que otros técnicos les dan ya mascados y listos para engullir? ¿La alta literatura favorece las neuronas cerebrales más que la literatura de evasión o el ensayo científico o académico? Son preguntas a cuya respuesta se acercan los artículos que traigo hoy hasta el blog junto a dos bellísimas digresiones sobre la literatura y los libros en general.
Mi primer libro, al menos el primero del que yo tengo recuerdo exacto, me lo regalaron el día que cumplí ocho años; el segundo, poco después, fue "La isla del tesoro", de Robert Louis Stevenson. Con ellos comencé mi aventura con los libros y cincuenta y nueve años después, ahí sigo, aunque cada vez a un ritmo menor. En el margen derecho del blog en el apartado final "Relación mínima e incompleta de algunos de mis autores y libros favoritos", hay una serie de autores y de libros (solo uno por autor), citados por orden alfabético; no están todos los leídos, evidentemente, pero si están leídos todos los citados... A pesar de ello, reconozco que ya no puedo mantener el ritmo de épocas pasadas. Y confieso, con pudor, mi enorme deuda con la gran y buena literatura que no he leído ni leeré ya.
El premio nobel de Literatura Ohran Pamuk escribió hace un tiempo en la revista "Babelia" un artículo titulado "La memoria de Pamuk", que es un bellísimo recorrido sentimental, en primera persona, sobre su pasión por los libros desde su más temprana juventud, que salvando las distancias, me ha resultado muy familiar. Recuerda en él el orgullo con que su padre veía como se llevaba "sus" libros a "su" biblioteca en ciernes... Yo lo hice con la de mi padre, un gran lector también hasta su ancianidad. Y veo con orgullo que mis hijas arramblen con los libros de la biblioteca familiar para incrementar las suyas, pero sobre todo espero, deseo y pido a Atenea, diosa pagana de la Sabiduría, que mis nietos aprendan pronto a descubrir por sí mismos el mundo maravilloso que se esconde en los libros. 
En "El País" de hoy mismo otro premio nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, rinde un emotivo homenaje al gran filólogo e historiador de la literatura Martín de Riquer, recientemente fallecido, en su artículo "Entre caballeros andantes y juglares": Martín de Riquer, dice en él, se movía por la Edad Media como por su casa y nadie que yo haya léido me ha hecho vivir tan de cerca y con tanta verdad lo que debió ser la vida en Occidente hace mil años.
Yo soy más lector de ensayo que de ficción, aunque mi biblioteca familiar esté repleta de literatura, así que no sé si atreverme a llevarle la contraria a lo que hace unos días comentaba Javier Sampedro en "El País": "La alta literatura es gimnasia para el cerebro", sobre un estudio publicado recientemente por la prestigiosa revista "Science" en el que se analiza el por qué la escritura literaria estimula las áreas cerebrales implicadas en la emoción social y la empatía, mientras que la novela popular y el ensayo no lo hacen. Si ellos lo dicen...
También hace unos días Javier Rodríguez Marcos publicaba en "El País" otro artículo: "Libros para liderar el mundo", en el que comentaba que la dieta lectora de los políticos no debería ser solo de informes técnicos y que los futuros líderes políticos sociales y económicos del mundo, por ejemplo los que ahora se están formando en escuelas de élite como los alumnos de la Harvard Business School, estudian gestión leyendo la "Antígona" de Sófocles o "Muerte de un viajante" de Arthur Miller. Como soy algo provocón me gustaría ponerlo en relación con otro de hace unos años en "El País Semanal": "Sepa de libros sin leer ni una línea", escrito por Íker Seisdedos, que era un jocoso comentario sobre otro jocoso libro publicado por Anagrama: "Cómo hablar de los libros que no se han leído", escrito por el psicoanalista y profesor de literatura de la Universidad de París Pierre Bayard. ¿Cuántos de los libros que tienen en su casa han leído ustedes?, pocos, ¿verdad?... Lo mismo me pasa a mi...
He dejado para el final un reportaje firmado por el periodista Abel Grau: "Internet cambia la forma de leer... ¿y de pensar?", publicado hace ya un tiempo en "El País" sobre la forma en que internet está cambiando, a juicio de numerosos especialistas en comunicación, psicología y neurobiólogos, no sólo nuestra forma de leer, sino incluso nuestra forma de pensar, modificando los esquemas de funcionamiento del cerebro a la hora de procesar la información que recibe... ¿Ciencia ficción?, no lo se..., pero tengo que reconocer que no es lo mismo procesar la información obtenida a través de un libro determinado, la consulta de una bibliografía específica sobre un tema cualquiera en una biblioteca, la lectura detenida de un documento en un archivo, o lidiar con el caudal de información suministrada por la pantalla de un ordenador con solo teclear una determinada palabra en un buscador tipo como Google... ¿Verdad que no?... Espero que la entrada de hoy les haya resultado interesante. Y sean felices, por favor, y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt













viernes, 9 de febrero de 2024

De escritores y perros

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Mientras las palabras brotan y se alinean formando sentido, comenta en El País el escritor Fernado Aramburu,ahí cerca, a los pies de quien escribe, un pecho cubierto de pelambre sube y baja al ritmo de la pausada respiración, es su perro. Les recomiendo encarecidamente la lectura de su artículo y espero que junto con las viñetas que lo acompañan, en palabras de Hannah Arendt, les ayude a pensar para comprender y a comprender para actuar. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. HArendt. harendt.blogspot.com












Escritores y perros
FERNANDO ARAMBURU
06 FEB 2024 - El País - harendt.blogspot.com

El filósofo Arthur Schopenhauer se hizo acompañar a lo largo de su vida por sucesivos caniches. Es sabido que prefería los perros a los hombres. Dejó escrito que el perro “es fiel en la tempestad; el hombre ni siquiera cuando sólo hay viento”. Uno, por suerte, ha tenido roces algo más gratificantes con sus congéneres; así y todo, poco me costaría confeccionar una lista extensa de contemporáneos que no le llegan a mi perra, en nobleza de carácter y en otros atributos que me callo, al corvejón. Thomas Mann dedicó una obrita afectuosa, de elevada escritura, a su compañero peludo, traducida a la lengua española con el título de Señor y perro. Me viene asimismo a la memoria un hermoso poema de Vicente Aleixandre (ese hombre que, por encima de todo, necesitaba amar) dedicado a su perro Sirio. En uno de los versos sitúa al animal en un “reino de serenidad y silencio”. Me pregunto si dicho reino sería el jardín de su casa de la calle Velintonia, en venta por subasta y abandonada como tantas cosas de provecho cultural descuidadas por esos que dicen llamarse servidores públicos. Hay una fotografía de Pérez Galdós que me inspira particular simpatía. Muestra al novelista envejecido, sentado en la terraza de su palacete de Santander, hoy inexistente (otra pérdida cultural). En una mano sujeta un puro. La otra aparece blandamente posada en el cuello de un mastín con cara de buen amigo. A uno lo complace imaginar a esos y otros canes adormecidos junto al escritorio. Y mientras las palabras brotan y se alinean formando sentido, ahí cerca, a los pies de quien escribe, un pecho cubierto de pelambre sube y baja al ritmo de la pausada respiración. Puede ocurrir que la mirada del escritor y la del animal se crucen un instante. Yo imagino los ojos del perro teñidos de lástima, diciendo: ¿Por qué te castigas, pobre humano? Con lo bien que estarías ahora corriendo por los montes. Fernando Aramburu es escritor.






























[ARCHIVO DEL BLOG] El Bosón de Higgs: ¿Ahora sí, o todavía no? [Publicada el 05/07/2012]









Reconozco con pudor que mi ignorancia sobre las leyes físicas que rigen el universo es prácticamente absoluta. Lo que no es óbice para que me interese por los descubrimientos científicos siempre que me los expliquen en latín vulgar, o lo que es lo mismo, en lenguaje asequible y con suficiente voluntad divulgativa como para permitirme hacerme una idea más o menos precisa, aunque sea superficial, de la realidad del fenómeno en cuestión.
La primera vez que leí algo sobre el Bosón de Higgs fue el 15 de febrero de 2009 en un artículo de El País, escrito por Luis Miguel Ariza, titulado "La chispa de Dios. ¿Qué pasó al comienzo de todo?". Lo reproduje en "Desde el trópico de Cáncer" al día siguiente, comentando con cierta dosis de sorna y reconocimiento de ignorancia, que a mí, lo del "bosón", me recordaba a un personaje de "El Señor de los Anillos", de J.R.R. Tolkien. Fue esa broma, y el reconocimiento de mi ignorancia, la que me animó a pedir públicamente a través del blog a una buena amiga y vecina mía en Maspalomas, Inés, física de profesión, que intentara explicarme de que iba aquello del Bosón de Higgs.
Para mi sorpresa, mi amiga aceptó el reto inmediatamente y a lo largo de varios días fue explayando en su blog una explicación asequible sobre lo que era el Bosón de Higgs, y lo hizo mediante una especie de parábola que, precisamente, tomaba como punto de partida la referida novela de "El Señor de los Anillos" de Tolkien. Con sumo placer reproduje sus explicaciones en una nueva entrada de "Desde el trópico de Cáncer" del 20 de febrero, y esa entrada se convirtió, gracias a ella, en una de las más visitadas y leídas del mismo hasta la fecha de hoy.
Tres años y medio después de aquella mención medio jocosa por mi parte, medio científica y humorística por parte de mi amiga, los científicos parecen estar ya de acuerdo en que el Bosón de Higgs existe, y que su descubrimiento abre las puertas de un conocimiento mucho más exacto y casi definitivo de las leyes que rigen el universo. 
Les recomiendo accedan a los enlaces que he puesto en la entrada, así como que vean los tres vídeos que la acompañan como anexos. Y espero tengan más suerte que yo en su comprensión. En todo caso, no cabe duda de la importancia de un descubrimiento que permite vislumbrar el origen de todo cuanto existe, aunque las preguntas sigan siendo todavía más numerosas que las respuestas. Pero es que así es como avanza la ciencia: a base de preguntas, respuestas, errores, nuevas preguntas.... Y sean felices, por favor. A pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt