Marianne: Símbolo de la República Francesa
À mes amies, depuis 1963,
Marie-Claude Bonté et Françoise Selosse,
Marie-Claude Bonté et Françoise Selosse,
toujours à mon coeur
Una semana después de los atentados terroristas en París a los redactores del semanario satírico Charlie Hebdo y un supermercado de comida judía en la Porte de Vincennes, saldados con veinte muertos, tres de ellos policías, e incluidos los tres terroristas abatidos por las fuerzas de seguridad, puede ser ya un buen momento para una recapitulación serena sobre lo sucedido y echar una mirada a lo que se ha dicho en España y algunos otros lugares sobre ello.
En España los acontecimientos fueron seguidos con expectación, pero la respuesta ciudadana en apoyo de los ciudadanos franceses víctimas del terrorismo islamista no ha sido la que cabía esperar. ¿Por qué? No tiene una explicación racional si nos atenemos al hecho de que precisamente España es el país europeo más castigado por el terrorismo islamista, al menos en el número de víctimas. Resaltaba el hecho el escritor Luis Prados en un artículo en El País titulado "Todos somos Excalibur", en el que señalaba que las pequeñas concentraciones de residentes franceses en nuestro país o de la comunidad musulmana en Madrid o la iniciativa de un grupo de dibujantes en Galicía palidecían de vergüenza en comparación con las multitudes reunidas en Londres, Washington, Berlín y otras capitales. Resulta dramático, concluye su artículo, que parezca que los españoles estimen en tan poco su libertad que den más valor a la vida de un perro (Excalibur, el perro de la enfermera infectada de ébola, sacrificado por orden de las autoridades sanitarias) que a la de diecisiete víctimas del terrorismo.
También el domingo pasado, en su crónica semanal en El País, la escritora Elvira Lindo escribía un corrosivo artículo titulado "¿Respeto o miedo?", reivindicando el derecho de humoristas y viñetistas a tomarse la religión y el poder a cachondeo sin tener que arriesgar sus vidas e invitándoles a tomar el relevo de los periodistas asesinados en la redacción de Charlie Hebdo sin tener que hacer repaso acerca de las posiblesa las culpas de Occidente, como ha hecho ese impresentable personaje que es el actor español Willy Toledo o el (¿negacionista?, ¿conspiranóico?) profesor estadounidense, Paul Craig Roberts, del que hablo más adelante.
El viernes, 9 de enero, el escritor y periodista canadiense David Brooks, escribía en The New York Times, El País y otros diarios, un clarificador artículo, "Yo no soy Charlie Hebdo", en el que apuntaba que quizá era este un buen momento para adoptar posturas menos hipócritas hacia nuestras propias figuras provocadoras, que concluía con estas palabras: "Las sociedades sanas no silencian el discurso, pero conceden un estatus diferente a los distintos tipos de personas. A los eruditos sabios y considerados se les escucha con gran respeto. A los humoristas se les escucha con un semirrespeto desconcertado, A los racistas y a los antisemitas se los escucha a través de un filtro de oprobio y falta de respeto. La gente que desea ser escuchada con atención tiene que ganárselo mediante su conducta. La masacre de Charlie Hebdo debería ser una oportunidad para poner fin a las normas sobre el discurso. Y debería recordarnos que desde el punto de vista legal tenemos que ser tolerantes con las voces ofensivas, aunque seamos selectivos desde el punto de vista social".
Ese mismo día y de nuevo en El País, el premio nobel de literatura Mario Vargas Llosa publicaba un artículo con el mismo título que se se había convertido ya en el más fuerte alegato contra los terroristas de París: "Je suis Charlie Hebdo", que comenzaba diciendo: "Creo que lo que ha ocurrido en París en estos días es no sólo un hecho horrible que pone los pelos de punta por su crueldad y salvajismo sino también una escalada en lo que es el terror. Hasta ahora mataban personas, destruían instituciones, pero el asesinato de casi toda la redacción de Charlie Hebdo significa todavía algo más grave: querer que la cultura occidental, cuna de la libertad, de la democracia, de los derechos humanos, renuncie a ejercitar esos valores, que empiece a ejercitar la censura, poner límites a la libertad de expresión, establecer temas prohibidos, es decir, renunciar a uno de los principios más fundamentales de la cultura de la libertad: el derecho de crítica".
Y con la misma fecha la escritora y profesora neerlandesa de la Escuela Kennedy de la Universidad de Harvard, Ayaan Hirsi Ali, escribía para Global Viewpoint un artículo titulado "Cómo responder al atentado de París", que también reproducía El País, en el que decía: "Cuanto más conciliamos y nos autocensuramos más audaz se vuelve el enemigo [...] Después de la horrenda masacre del miércoles en el semanario satírico francés Charlie Hebdo, tal vez Occidente renuncie por fin a la abundante retórica inútil con la que intenta negar la relación entre la violencia y el islam radical. No fue el ataque de un pistolero perturbado que actuaba como un lobo solitario. No fue una agresión “no islámica” perpetrada por un puñado de matones: se pudo oír cómo los criminales gritaban que estaban vengando al profeta Mahoma. Tampoco fue una acción espontánea. Había sido planeada para causar el mayor daño posible durante una reunión del equipo, con armas automáticas y con un plan de huida. Fue diseñada para sembrar el terror, y en ese sentido, ha funcionado".
Un día antes, el profesor y filósofo español Manuel Cruz, en su blog Filósofo de guardia, escribía otro artículo sobre el atentado contra Charlie Hebdo: "Al enemigo ni agua (o los peligros del diálogo)", en el que señalaba: "El prestigio de las ideas, como tantas otras cosas en el mundo actual, es algo extremadamente volátil. La idea de diálogo, por ejemplo, hace tiempo que se encuentra en horas bajas. Son muchos los que, desde posiciones que en principio se diría muy alejadas, coinciden en desdeñarla, cuando no en criticarla abiertamente. En especial por la connotación blanda, humanistoide, buenista que suele ofrecer. Frente a ello, la actitud presuntamente firme, coherente, rotunda, goza de saludable imagen. [...] Quien es de veras radical es el que se atreve a medirse con el otro, lo que no deja de ser una forma de medirse con uno mismo. Dialogar es una forma de beneficiarse de lo mejor del otro, tanto como de enriquecerlo con nuestros aciertos".
Casi voy terminando con este repaso selectivo de los dicho sobre los atentados islamistas de París. El escritor y periodista español Ilya U. Topper escribía desde Estambul para el diario electrónico El Confidencial un durísimo alegato titulado "Respetando a los caníbales: Europa es cómplice del fundamentalismo islámico" en el que decía: "Europa ha fomentado de forma activa y continua, de forma criminal, las corrientes más extremistas del islam, financiadas desde Arabia Saudí, Qatar, Kuwait y sus vecinos gracias a la marea del petróleo [...] La izquierda probablemente desgastará sus últimos cartuchos de tinta en intentar convencerse a sí misma de que el islam de los saudíes es diferente, exótico, intocable, digno de todo respeto como cualquier rito de una lejana tribu caníbal. [...] Europa, sus gobiernos, sus pensadores, sus demagogos, -termina diciendo- son el aliado necesario para los dirigentes de la hegemonía islamista financiada con petrodólares cuyo objetivo es convertirse en dueños absolutos de esa sexta parte del globo habitada por musulmanes, o personas forzadas por ley a considerarse musulmanes. Dueños absolutistas, por encima de las críticas, las parodias, las sátiras y las consideraciones de derechos humanos. Esto nada tiene que ver con una islamización de Occidente. Europa no es víctima. Es cómplice".
Contrapunto a las opiniones anteriormente expresadas, el politólogo estadounidense Paul Craig Roberts, exsubsecretario del Tesoro bajo la presidencia de Ronald Reagan, se sumaba en su blog a la teoría conspiranoica tan del gusto de la televisión de Putin (que no ha desaprovechado la oportunidad de oro que se le ofrecía) atribuyendo la autoría intelectual de los atentados de París a indeterminados servicios secretos occidentales, No hay prueba alguna de la misma y las evidencias dicen lo contrario, pero ¿qué importan las evidencias cuando contradicen nuestros deseos?
Contrapunto a las opiniones anteriormente expresadas, el politólogo estadounidense Paul Craig Roberts, exsubsecretario del Tesoro bajo la presidencia de Ronald Reagan, se sumaba en su blog a la teoría conspiranoica tan del gusto de la televisión de Putin (que no ha desaprovechado la oportunidad de oro que se le ofrecía) atribuyendo la autoría intelectual de los atentados de París a indeterminados servicios secretos occidentales, No hay prueba alguna de la misma y las evidencias dicen lo contrario, pero ¿qué importan las evidencias cuando contradicen nuestros deseos?
Marianne, la matrona símbolo de la República Francesa llora y honra a las víctimas de los atentados del 7, 8 y 9 de enero. Sus lágrimas nos estremecen, pero ¿y ahora, qué hacer?. Los gobiernos de la Unión Euopea se han apresurado a anunciar medidas de control dentro y sobre las fronteras de la Unión en aras de la seguridad. Al lema de la República: Libertad, Igualdad y Fraternidad ¿pretenderán añadirle un cuarto: Seguridad? Bien, pero no en detrimento de la Libertad. Decía Thomas Jefferson, padre de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y tercer presidente del país, que quien sacrifica su libertad a su seguridad acabará más o menos tarde por perder ambas.
No es casualidad, no puede serlo, que la libertad ocupe el primer lugar del lema del republicanismo, por delante de la igualdad y la fraternidad (solidaridad, diríamos ahora). También aquí podemos aducir la experiencia de la historia: libertad, igualdad y solidaridad están en un mismo plano, sí, pero tenemos que tener claro cual es la prioridad: no hay igualdad que valga sin libertad. Lo contrario es la igualdad del comunismo, de las experiencias totalitarias habidas, y quizá por haber. No hay igualdad posible sin libertad, pero conseguir la igualdad es sencillísmoi, basta con suprimir las libertades... y todos esclavos. Ya lo han intentado varias veces en el pasado siglo, y funcionó. En todo caso, como ha dicho el primer ministro francés, Manuel Valls, no estamos en una guerra de religiones, sino en una guerra contra el terrorismo y el fanatismo.
Al final de su libro "La invención de los Derechos Humanos" (Tusquets, Barcelona, 2009), la historiadora y profesora estadounidense de la Universidad de California en Los Ángeles, Lynn Hunt, dice: "La violencia (¿terrorista?) dista mucho de ser excepcional o reciente; judíos, cristianos y musulmanes llevan mucho tiempo tratando de explicar porqué el Caín bíblico mató a su hermano Abel. A medida que han pasando los años desde las atrocidades nazis, estudios detenidos han mostrado como seres humanos corrientes, sin anormalidades psicológicas ni apasionadas convicciones políticas o religiosas podían ser inducidas en circunstancias apropiadas a cometer con sus propias manos lo que sabían que eran asesinatos en masa. Todos los torturadores de Argelia, Argentina y Abu Ghraib también empezaron siendo soldados corrientes. Los torturadores y los asesinos son como nosotros, y con frecuencia infligen dolor a personas que tienen delante. [...] El marco de los derechos humanos, con sus organismos internacionales, sus tribunales internacionales y sus convenciones internacionales, podría resultar exasperante dada la lentitud conque responde o la repetida incapacidad de alcanzar sus objetivos últimos; sin embargo -añade la profesora Hunt- no disponemos de ninguna estructura mejor para afrontar estos asuntos. Los tribunales y las organizaciones gubernamentales, por muy internacional que sea su ámbito, siempre se verán obstaculizadas por consideraciones geopolíticas. La historia de los derechos humanos demuestra que al final la mejor defensa de los derechos son los sentimientos, las convicciones y las acciones de multitudes de individuos que exigen respuestas acordes con su sentido interno para la indignación".
Termino. Desde este enlace del diario El País pueden acceder a un listado actualizado día a día y permanentemente de todos los artículos publicados hasta la fecha, y que se vayan publicando en lo sucesivo en el mismo, sobre los atentados de París.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
Entrada núm. 2209
Termino. Desde este enlace del diario El País pueden acceder a un listado actualizado día a día y permanentemente de todos los artículos publicados hasta la fecha, y que se vayan publicando en lo sucesivo en el mismo, sobre los atentados de París.
Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt
La portada de hoy de "Charlie Hebdo"
elblogdeharendt@gmail.com
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
7 comentarios:
Simplemente genial....
Saludos
Carlos: nunca entenderé que en nombre de un dios, sea el que sea, se asesine. Tampoco entiendo el porqué no nos unimos todos, ya igual la nacionalidad, en contra de tanta falta de libertad. ¿Es mejor mi dios que el tuyo?. No entiendo de la intolerancia, ni del razismo...genial post. Un beso
Excepcional artículo, Carlos.
Estoy de acuerdo con casi todos los analistas que citas (salvo con los fanáticos conservadores o el imbécil del Willy Toledo).
Lo inteligente ante lo ocurrido en París es seguir publicando con total libertad y sin miedo, porque el miedo mata las ideas. Que el fanatismo no nos calle.
Besos y encantada de leerte de nuevo.
Muchas gracias: Águeda, Inma y Mark; vosotros, siempre tan amables.
He leído con gran respeto su artículo, y pienso que debería existir también un espacio para la discrepancia. Si bien coincidimos en que es un atentado aborrecible e injustificable, pienso -con todo el temor a equivocarme y desde la humildad- que ni es un atentado a la libertad de expresión ni ha sido un atentado islamista. No se puede culpar a 1.500 millones de personas en el mundo, sino a un grupo fanático que utiliza la religión para justificar sus fines, y no al revés (religión que usa un arma para defender sus ideas). Todos los atentados que matan son mucho más que un atentado contra la libertad de expresión. Son atentados contra el derecho a existir. Creo que atentados contra la libertad de expresión o la libertad religiosa, son los que suceden en Nigeria o en tantas partes del mundo que tienen tan poca acogida mediática. También pienso que Charlie Hebdo debería conocerse como lo que es y como lo que ha sido: Un semanario que se ríe de los más de seiscientos muertos por el mismo fanatismo del que ha sido víctima en Egipto, que se rió incluso de los muertos por ETA en nuestro País. No merecían la muerte, pero tampoco ser considerados adalides de la libertad de expresión, ni mucho menos héroes de causa alguna. Sin embargo supongo que sí se pueden utilizar estas muertes para justificar una guerra tan ilegítima y vergonzosa como la de Irak. No comprendo cómo se puede hablar de libertad de expresión encarcelando a un niño por parodiar la portada de Charlie Hebdo utilizando el mismo tipo de "humor" de la revista. Eso es libertad de "mi" expresión. Como sucede tantas veces, las ideas contrarias a las nuestras no son acogidas en el ámbito de la discusión responsable y civilizada, porque en realidad lo que tristemente prevalece es la “verdad” de la que nos creemos portadores como si fuéramos poseedores del conocimiento perfecto y sin fisuras, de la verdad universal -que creo que no existe-. Y eso, repito, no es una defensa a la libertad de expresión, sino una defensa de nuestras ideas, porque la libertad de expresión comprende también otros pensamientos diferentes a los nuestros. Qué difícil resulta este debate, es un tema muy delicado y se entiende la vehemencia. Pero los muertos son muertos independientemente de su nacionalidad y del color de su piel o sus ideas. Las personas que son asesinadas aquí o allí deberían ser recordadas con el mismo dolor. Todos deberíamos llorar la muerte que provoca la violencia, ocurra donde ocurra. Sin fronteras, de manera universal. Sin que unas justifiquen las otras. Gran artículo, en calidad de argumentos, narración, ideas; a pesar de la (importante)discrepancia. Un saludo.
La libertad de expresión es la base de cualquier sistema democrático, Israel. No creo que no compartas eso. Pero compartir ese axioma democrático no implica compartir ni respetar lo que dicen los otros, solo su derecho a decirlo. Mi profesor de Filosofía en la universidad me enseñó que lo que merece respeto son las personas y la vida humana, no las ideas. Esas, estamos en todo el derecho de compatirlas, con palabras. Un saludo y gracias por compartir mi blog. Siempre eres bienvenido.
En mi párrafo final de contestación a tu ciomentario, Israel, quise decir "combatirtlas", no "compartirlas". Quiero creer que en el contexto de la respuesta se entendía, pero por si acaso no es así, más vale dejarlo claro. Un saludo.
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