lunes, 30 de septiembre de 2024

De las entradas del blog de hoy lunes, 30 de septiembre

 






Hola, buenos días a todos y feliz lunes, 30 de septiembre de 2024. Gane o pierda, Kamala Harris, se comenta en la primera de las entradas del blog de hoy lunes, guía para demócratas perplejos de todo el mundo,  puede presumir ya de haber encendido un farolillo en la noche política. En la segunda de ellas, un archivo del blog de octubre de 2019, se comentaba que en ocasiones la vida te pide bajarte del metro, olvidar el destino y dejar que se pasen los trenes, siempre tan llenos de gente y de prisa. El poema de hoy, en la tercera, es quizá, o sin quizá, el más hermoso de nuestro místico Juan de la Cruz. La cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todo ello le resulte interesante. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos, y nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Y sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt





De la guía para demócratas perplejos

 






Gane o pierda, Kamala Harris, comenta en El País [Kamala Harris, guía para demócratas perplejos de todo el mundo, 25/09/2024] el escritor Sergio del Molino, puede presumir ya de haber encendido un farolillo en la noche política. Parafraseando a los futboleros, está demostrando que hay partido frente al populismo resentido y que caben otras estrategias alternativas al repliegue radical en los extremos o al conservadurismo defensivo que tan caro les está saliendo, por ejemplo, a los socialdemócratas alemanes.

Gane o pierda, los demócratas de todo el mundo hemos visto que la democracia aún puede movilizar entusiasmos transversales, que interpelan a toda la comunidad política y siembran dudas al otro lado del muro que divide un país polarizado. Más allá de su puesta en escena, sus gestos o sus discursos; más allá incluso de la contundencia con la que humilló a Trump en el debate, el éxito de Harris consiste en no dar la razón a sus rivales y abrirles una vía de agua en el corazón de su propaganda. Hasta ahora, nadie lo había hecho tan bien como ella.

La acusación más recurrente y exitosa del populismo hacia los progresistas es el elitismo. Al reaccionar con soberbia, los progresistas les daban la razón y alimentaban el fuego que ya ardía a sus pies. Cuando Trump señalaba a los pijos progres como causa de todos los males del norteamericano común, cualquier sarcasmo de la tira cómica de The New Yorker solo servía como combustible para la hoguera. ¿Veis cómo no les importáis?, bramaban los Trump de ambos lados del Atlántico. El desprecio arrogante con el que una parte de la izquierda —la intelectual y cultural sobre todo, pero también la política— ha reaccionado al resentimiento de quienes se sienten descolgados del mundo ha terminado por arrojar a muchos votantes a los brazos de demagogos y mesías de baratillo.

Tal vez su biografía la vacunó contra la soberbia y le ayudó a presentarse como hija de unas clases medias meritocráticas, una versión actualizada del sueño americano con la que se pueden identificar muchos votantes para los que hacer América grande de nuevo significa mandar a sus hijos a la universidad y que prosperen como la buena chica Kamala. María Ramírez, en su reciente libro-perfil Kamala Harris, la primera, la caracteriza como negociadora y partidaria de comprender al otro sin renunciar por ello a sus propias posiciones. También la retrata como una política flexible, poco dogmática y apegada al presente y sus circunstancias. Quizá nada de esto baste para contener a Trump ni apagar los ardores guerreros de los que ya hacen planes para tomar el Capitolio otra vez, pero es un buen principio y una guía para demócratas perplejos de todo el mundo. Sergio del Molino es escritor.













Insert coin. [Archivo del blog, 03/10/2019]











En ocasiones, escribe en El Mundo el periodista Pedro Simón, la vida te pide bajarte del metro, olvidar el destino y dejar que se pasen los trenes. Tan llenos de gente y de prisa. El otro día, comienza diciendo Simón, calculé cuánto tiempo me tiro al año metido en el metro para ir a trabajar. Cuánta parte de mi existencia se va en ir y venir y esperar sin ver la luz del sol, allí abajo, a 25 metros de profundidad y a 30 kilómetros por hora. Restando el tiempo de vacaciones, los días en que me puede la pereza y cojo el coche o cuando me quedo a escribir en casa, la cifra total ronda los 20 días anuales.
Veinte días enteros sólo en un año, no vayan a creerse, con sus 24 horas cada uno. Como si todo el Tour de Francia -desde la salida hasta los Campos Elíseos- te lo pasases sentado en un vagón de la línea uno o haciendo un trasbordo en Plaza Elíptica sin salir ni una vez a la superficie. Por eso en ocasiones la vida te pide bajarte en una estación en la que nunca te has bajado, subir a una calle que nunca has pisado, olvidar el destino y dejar que pasen los trenes. Tan llenos de gente y de prisa.
Puedes estar feliz en tu lugar de trabajo, sentirte querido y querer, poner los pies en la mesa de la redacción como en el salón de tu casa. Sólo que el cuerpo te pide cambiar de postura y de ruta por un breve tiempo.
Te pasas media vida buscando seguridad y horario fijo y columna y luego llega un momento en que los hijos tienen bigote y te has acostumbrado a estar enterrado en el metro.
Hasta los 40 o así creo que no te enteras de algo importante: la libertad no consiste en hacer lo que uno quiere. La libertad tiene más que ver con negarse a hacer lo que uno no quiere hacer. Veinte días. 480 horas. Casi 30.000 minutos...
Soy consciente de la vida que quemo anualmente embalado en el metro. Y también de todo ese otro tiempo con luz y sin codazos que no he calculado cuando llego al periódico. Porque hay gente incalculable que dejo por un tiempo.
Cuántas enseñanzas suman al año las historias de la gente que me vino a contar. Cuántos días los minutos de terapia con Elena o Amelia. Cuántos las crisis internacionales que me ha solucionado Silvia en los postres. Cuántos las clases de humanidad de Rafa y Antonio. Cuántos las aventuras en ese barco de papel con Lucía, Iñako, Ana María, Sacri, José, Teresa, Rebe, Gonza, Jorge, Rodrigo y más. Me bajo un rato de la línea circular y luego regreso, familia. Seguid siendo plurales e incorregibles. Dad la vida si es preciso para que nadie nos quite el pollo a la plancha del comedor. Y hacedme un último favor: que alguien se ocupe de regarme las plantas. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt















Del poema de cada día. Hoy, Noche oscura, de Juan de la Cruz (1512-1591)

 







NOCHE OSCURA



En una noche oscura

con ansias, en amores inflamada,

¡oh dichosa ventura!

salí sin ser notada,

estando ya mi casa sosegada.


A oscuras, y segura,

por la secreta escala disfrazada,

¡Oh dichosa ventura!

a oscuras, y en celada,

estando ya mi casa sosegada.


En la noche dichosa

en secreto, que nadie me veía,

ni yo miraba cosa,

sin otra luz y guía,

sino la que en el corazón ardía.


Aquesta me guiaba

más cierto que la luz del mediodía,

adonde me esperaba

quien yo bien me sabía,

en parte donde nadie parecía.


¡Oh noche que guiaste!

¡Oh noche amable más que la alborada:

oh noche que juntaste

Amado con Amada.

Amada en el Amado transformada!


En mi pecho florido,

que entero para él solo se guardaba,

allí quedó dormido,

y yo le regalaba,

y el ventalle de cedros aire daba.


El aire de la almena,

cuando yo sus cabellos esparcía,

con su mano serena

en mi cuello hería,

y todos mis sentidos suspendía.


Quedeme, y olvideme,

el rostro recliné sobre el Amado,

cesó todo, y dejeme,

dejando mi cuidado

entre las azucenas olvidado.



Juan de la Cruz (1542-1591)

Místico español










De las viñetas de humor de hoy lunes, 30 de septiembre de 2024

 


















domingo, 29 de septiembre de 2024

De las entradas del blog de hoy domingo, 29 de septiembre de 2024

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo 29 de septiembre de 2024. Podríamos encontrar muchos ejemplos en las últimas semanas, de la catalanofobia del PP, se comenta en la primera de las entradas del blog de hoy, pero con las entrevistas de sus dirigentes en la semana que termina se dice todo. En la segunda, un archivo del blog de octubre de 2019, se hablaba de que estábamos inmersos en una profunda renegociación de género y que quizá habría que buscar un nuevo término que reflejara mejor unas relaciones físicas y emocionales entre hombres y mujeres más equilibradas y libres. La tercera es hoy un poema de Paul Éluard que sirvió de introducción a una famosa novela de los años 50 del pasado siglo. La cuarta, como siempre, son las viñetas de humor del día. Espero que todo ello le resulte interesante. Y ahora, como decía Sócrates, nos vamos, y nos vemos de nuevo mañana si la diosa Fortuna lo permite. Y sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Tamaragua, amigos míos. HArendt










De la catalanofobia del PP

 





Podríamos encontrar muchos ejemplos en las últimas semanas, pero solo recojo las entrevistas más recientes, escribe en La Vanguardia [El PP y la catalanofobia, 24/09/2024] su director Jordi Juan: Alfonso Rueda, presidente de la Xunta de Galicia, afirma este domingo en El Mundo: “No admitiré que se le dé un solo euro a Catalunya a costa de Galicia”. Y María Guardiola, presidenta de la Junta de Extre­madura, también este domingo en La Razón: “La defensa del interés de Extremadura no puede ir en perjuicio de un catalán”. Y el fin de semana pasado, Juan Moreno Bonilla, presidente de la Junta de Andalucía, en El Mundo: “No voy a aceptar que un catalán tenga más que un andaluz”.

Si se fijan todo el relato va en la misma dirección: contraponer el catalán al gallego, al extremeño o al andaluz. Se da por hecho que el nuevo sistema de financiación va a suponer un incremento de las cuentas de Catalunya a costa del resto de comunidades. De nada vale decir que el proyecto aún no se ha presentado, ni se ha discutido, y que el propio presidente de la Generalitat, Salvador Illa, proclame que “Catalunya ha estado y estará a la primera línea de la solidaridad en España”. Lo que se busca es tratar de imponer un discurso que alienta la catalanofobia en toda España.

En la reunión mantenida ayer en la sede del PP en Génova, donde Alberto Núñez Feijóo reunió a todos sus barones, se dejó caer de nuevo la idea de organizar manifestaciones para salir a la calle y denunciar las consecuencias de la “singularidad” de Catalunya. Menos mal que la propia dirección nacional del PP enfrió los ánimos movilizadores y señaló que, de momento, esta vía no está sobre la mesa.

No es bueno alentar la confrontación entre territorios. El independentismo catalán lo ha hecho y tiene buena parte de culpa de la fractura que se ha generado estos últimos años. Pero parece que el PP no se ha enterado o no se ha querido enterar de que el perfil del actual presidente de la Generalitat es muy diferente. Alentar la catalanofobia solo puede llevar a su vez a fomentar más hispanofobia en Catalunya y dar nuevos argumentos al independentismo que no ha desaparecido. No todo vale para ganar votos. Jordi Juan es director de La Vanguardia.









De los dilemas de la seducción. [Archivo del blog, 01/10/2019]

















Estamos inmersos en una profunda renegociación de género y quizá haya que buscar un nuevo término que refleje mejor unas relaciones físicas y emocionales entre hombres y mujeres más equilibradas y libres, escribe la profesora Olivia Muñoz-Rojas, doctora en Sociología por la London School of Economics e investigadora independiente.
Es pronto aún para vaticinar las consecuencias estructurales del movimiento MeToo, pero una de las cuestiones que parece preocupar a algunos es el futuro de la seducción entre los sexos. ¿Cómo seducir en un mundo donde hay que ir haciendo explícito lo que uno desea y no en cada momento de un encuentro íntimo? ¿Cómo seducir en la transparencia cuando la seducción, tal y como la conocemos hasta ahora, se basa en la ambigüedad? Del latín seducere,conducir a otra parte, las tres acepciones de seducir que presenta el Diccionario de la RAE ayudan a entender el singular cóctel semántico y cultural que esconde la palabra y, con ella, el acto de seducir: “1. tr. Persuadir a alguien con argucias o halagos para algo, frecuentemente malo. 2. tr. Atraer físicamente a alguien con el propósito de obtener de él una relación sexual. 3. tr. Embargar o cautivar el ánimo a alguien”.
Las nociones de pecado, sexo y amor conviven tácitamente en la etimología de la palabra y contribuyen a explicar el paradigma de la seducción, heteronormativo y androcéntrico, todavía dominante en la cultura occidental. Herencia, sobre todo, del siglo XIX, explican los historiadores; bajo este paradigma, la seducción en el terreno de las relaciones íntimas se entiende como un juego de poder entre el hombre y la mujer que sigue un guion particular. Un guion, para la psicología, es un esquema mental, “una estructura cognitiva que representa un conocimiento organizado sobre un determinado ámbito”, que guía nuestras acciones y nos ayuda a anticipar las de los demás. Desde esta perspectiva, y admitiendo toda su complejidad en la práctica, el guion prototípico de la seducción, especialmente en las primeras relaciones, se resume de la siguiente manera: el hombre toma la iniciativa de una aproximación física y la mujer muestra, inicialmente, resistencia antes de sucumbir a la seducción del varón. Se asume que es el hombre quien inicia la actividad sexual, dado su supuesto mayor impulso sexual, que explicaría también su promiscuidad. Frente a esta iniciativa, se espera que la mujer ejerza de guardiana del sexo, marcando los límites al varón en la situación concreta y exponiéndose, en general, con menor frecuencia a situaciones de intimidad, si no quiere ser percibida como una mujer fácil. Uno de los problemas de este guion de la seducción, que permea nuestra cultura (desde las artes hasta los medios) y condiciona nuestros actos, es que comparte elementos con el que asociamos a una situación de abuso sexual. Ciertos estudios, como el realizado por Heather Littleton y Danny Axsom con estudiantes universitarios estadounidenses, demuestran que algunos de sus elementos, como la resistencia simbólica atribuida a la mujer, pueden llevar a determinados varones a perseverar en sus avances físicos, aun cuando esta resistencia es genuina; y a algunas mujeres a interpretar esos avances contra su voluntad como parte del guion normal de la seducción.
Esto lleva a preguntarse si la cuestión del consentimiento a un avance sexual se resuelve con un sí explícito por parte de la mujer. Pues es posible consentir a una actividad sexual no querida o deseada, como explican las psicólogas Lucia F. O’Sullivan y Elizabeth R. Allgeier. Ese consentimiento, sería, nuevamente, el resultado de expectativas sociales y de género, incluida la anticipación de una reacción contrariada o violenta por parte del varón de no producirse ese consentimiento o, desde la perspectiva del varón, la expectativa de que debe consumar una acción sexual por él iniciada. Al calor del movimiento MeToo, hay quienes reivindican la importancia de explorar abiertamente todas las zonas grises que resultan de este guion asimétrico y ambiguo aún imperante, en el que el placer sexual de las mujeres ocupa un papel secundario, sus expresiones de resistencia o consentimiento pueden ser fingidas con el fin de adaptarse a aquel y, por otra parte, el varón carga con el peso visible de la iniciativa.
No es casualidad que en los últimos años un gran número de estudios sobre sexualidad y consentimiento —generalmente, desde una perspectiva feminista— se hayan generado en la órbita anglosajona, donde también se inició el movimiento MeToo. Y que, al mismo tiempo, algunas de las reacciones de reivindicación masculinista más visibles hayan surgido en el mismo entorno cultural: desde el inusitado éxito del psicólogo canadiense Jordan Peterson, quien denuncia el “asalto contra la masculinidad” que cree distinguir en la actualidad, hasta el renovado interés por la llamada comunidad de seducción (Seduction Community), una red informal de grupos físicos y virtuales que promueve técnicas para el cortejo y de autoafirmación masculina para contrarrestar la que perciben como creciente e injustificada dominación femenina en las relaciones entre los sexos.
Fuera del entorno anglosajón, una de las reacciones críticas al MeToo que más atención recibió en su momento fue la tribuna que firmaron a principios de 2018 un centenar de mujeres, entre ellas la actriz Catherine Deneuve, en Le Monde. Estas, en su mayoría francesas, consideraban que “tocar una rodilla, tratar de robar un beso, hablar de cosas íntimas en una cena profesional o enviar mensajes de connotación sexual a una mujer cuya atracción no es recíproca”, junto a otros elementos que podrían formar parte del guion de la seducción, no debieran ser suficientes para incriminar a un hombre y acusarlo de acoso sexual, y, menos aún, destruir su carrera. El escrito pone en evidencia la brecha cultural que muchos aprecian entre un supuesto puritanismo anglosajón que confronta a las mujeres con los hombres, y una presunta libertad sexual francesa que reclama matices —¿acaso, junto a los donjuanes, no conviven las femmes fatales?— y cuestiona el papel de víctima estructural de la mujer en sus relaciones con el varón.
Como parte de la profunda renegociación de las relaciones de género que estamos viviendo en la actualidad, el guion de la seducción se está reescribiendo. Hay mucho en juego en un aspecto tan esencial de las relaciones entre los sexos y no debería sorprender que muchos, tanto hombres como mujeres, teman perder, en ese nuevo guion (quizá, nuevos guiones), el papel que hasta ahora han ostentado. Desde algunos sectores científicos y académicos hay tímidas, pero muy necesarias, llamadas a una exploración de carácter más interdisciplinar sobre las dinámicas de la seducción y su evolución en nuestra especie; una que tenga en cuenta tanto nuestra biología como nuestra socialización y la interacción entre ambas. El objetivo es encontrar elementos empíricos y teóricos con los que trabajar colectivamente para impedir los abusos y lograr que más hombres y mujeres se sientan genuinamente cómodos y satisfechos en sus relaciones íntimas. Es posible que, en el proceso, el significado de seducir cambie e, incluso, que abandonemos la palabra por otra que refleje mejor unas relaciones físicas y emocionales entre hombres y mujeres más equilibradas, libres y equitativas. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
















Del poema de cada día. Hoy, Desfigurada apenas, de Paul Éluard (1895-1952)

 






DESFIGURADA APENAS



Adiós tristeza.

Buenos días tristeza.

Estás inscrita en las líneas del techo.

Estás inscrita en los ojos que amo.

Tú no eres exactamente la miseria,

pues los más pobres labios te denuncian

por una sonrisa.

Buenos días tristeza.

Amor de los cuerpos amables,

potencia del amor,

cuya amabilidad surge

como un monstruo incorpóreo.

Cabeza sin punta,

tristeza bello rostro.



Paul Éluard (1895-1952)

Poeta francés















De las viñetas de hoy domingo, 29 de septiembre de 2024