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martes, 5 de agosto de 2025

[ARCHIVO DEL BLOG] EL PASADO AL ACECHO. PUBLICADO EL 24/08/2006













El artículo del escritor chileno Ariel Dorfman en El País de hoy ("Günter Grass: Las claves de una ira") sobre el pasado nazi del escritor y Premio Nobel alemán, tan de actualidad, me ha producido una evidente desazón. Me parece bien que esas cosas se saquen a relucir -si es que no nos encontramos inmersos en una campaña destinada a publicitar su último libro- pero de ahí a poner en duda el valor moral de una persona que, con todos los errores que se le quieran achacar en su pasado, ha dado pruebas sobradas de talla moral en su trayectoria vital posterior, media un abismo. Creo que Dorfman lo describe bastante bien y la anécdota que le da pie para escribir su artículo resulta clarificadora del drama de tantas personas que, en un momento de sus vidas, erraron en el camino a tomar. Les dejo con  su artículo: "Günter Grass. Las claves de una ira", por Ariel Dorfman, El País, 24/8/2006. La primera vez que conocí a Günter Grass, nos peleamos furiosamente. Fue en marzo de 1975, si no recuerdo mal, que lo visité en su hogar cerca de Hamburgo, una amplia casa rural que daba a un río más plácido de lo que iba a ser, por cierto, nuestra relación tormentosa.
Al principio, todo anduvo sobre ruedas. Me había traído a ese lugar su gran amigo Freimut Duve, eminente editor, defensor de los derechos humanos y diputado alemán socialdemócrata por aquel distrito. Mientras Grass cocinaba una suculenta sopa de pescado -¡ya me habían advertido que era un gran cocinero!-, hablamos sobre su obra y la influencia descomunal que había tenido su Trilogía de Danzig en mi propia producción. De a poco, fui deslizando la razón, menos literaria, por la cual yo había buscado este encuentro. Había viajado desde el París de mi exilio -providencialmente, como se verá, con mi mujer Angélica- para proponerle a Grass que prestara su firma a una campaña en defensa de una cultura chilena amenazada por Pinochet que habíamos armado con García Márquez, Cortázar, Rafael Aberti y Matta, entre muchos otros artistas e intelectuales. Ya se había sumado Heinrich Boll y pensaba que no sería difícil convencer a este otro Premio Nobel alemán de que nos diera su entusiasta adhesión.
Cuando terminé mi exposición, sin embargo, se quedó callado un largo rato. Enseguida, le puso una tapa a la olla, bajó el gas para que se fuera guisando aquel bouillabaise tedesco con toda la lentitud que se merecía, y se fue a contemplar unos hermosos dibujos en que estabatrabajando.
Al levantar la vista, noté en sus ojos un sorprendente resplandor de cólera. Y dijo: “¿Por qué no quieren asistir los compañeros socialistas chilenos a la reunión en defensa de los patriotas checos que se hará en Francia este verano?”.
Yo le expliqué que, por mucha simpatía que tuviéramos muchos demócratas chilenos por la primavera de Praga y la lucha de los disidentes checos, era políticamente inviable manifestar tal predilección en forma pública. Hubiera significado una ruptura con los comunistas chilenos en un momento en que ellos formaban parte -más aún, eran la espina dorsal- de la resistencia a la dictadura, tal como habían sido pieza clave y leal durante el Gobierno de Salvador Allende.
Mi aclaración no logró aplacar a Günter Grass. Para él, los soviéticos habían intervenido en Checoslovaquia con la misma arrogancia imperial que los norteamericanos en Chile, y era crucial denunciar simultáneamente a los dos superpoderes, unirse en la defensa del socialismo democrático, seguir buscando un modelo económico y social que rompiera con los grandes bloques hegemónicos. Y cuando yo respondí que para sacarnos a Pinochet de encima no podíamos perjudicar el indispensable apoyo de la Unión Soviética, junto al de sus aliados, el autor de El tambor de hojalata, no quiso dirigirme más la palabra. Por suerte, había quedado seducido con el encanto de mi mujer y dedicó el resto de nuestra visita a conversar animadamente con ella. Comenté más tarde con mi amigo Freimut que, de no haber estado Angélica presente, Grass seguramente me hubiera expulsado de su hogar. Al despedirse, eso sí, me lanzó algunas palabras finales: “Cuando algo es moralmente correcto”, dijo, “hay que defenderlo sin preocuparse de las consecuencias políticas o personales que vamos a pagar”.
Pienso ahora, treinta años más tarde, en esa admonición perentoria que me espetó. Sería fácil devolvérsela con altivez, echarle en cara sus propias fallas éticas a ese hombre que me había exigido rectitud insobornable, preguntarle hoy con qué derecho trataba de darme lecciones de honradez alguien que escondía en ese mismo momento su propio pasado nazi. Esa ha sido, por lo demás, la reacción de la mayoría de los comentaristas.
Aunque tal indignación me parece comprensible, sospecho que es también intelectualmente peligrosa y hasta un poco holgazana. Porque no creo que el hecho de que Günter Grass haya ocultado durante casi toda su vida su participación en las SS de Hitler invalide sus posteriores posturas morales o políticas. Tenía razón en sus juicios sobre Alemania y la amnesia que la aquejaba. Tenía razón en su defensa de la revolución sandinista. Tenía razón en que la reunificación de su paísdebió haberse llevado a cabo de otra manera. Tenía razón en que es necesario recordar a las víctimas alemanas de los bombardeos durante la Segunda Guerra Mundial. Y tenía razón también en el caso particular que llevó a que nuestro primer encuentro fuera tan desafortunado. Yo mismo se lo hice saber unos años más tarde, cuando coincidimos en La Haya para una conferencia literaria, y se lo reiteré en varias
ocasiones en las décadas siguientes: los socialistas chilenos deberíamos haber abrazado la causa de los disidentes de los países comunistas con mayor arrojo e integridad y yo mismo, como escritor, tenía una obligación adicional de plantearme a favor de la libertad, dondequiera que se viese vulnerada.
Tenía razón Günter Grass, sí, pero todos estos años me quedó dando vuelta otra pregunta más enigmática: ¿por qué tanta furia frente a lo que era, después de todo, una legítima diferencia de opiniones? ¿Por qué tanta cólera?
Ése es el misterio que las revelaciones sobre el pasado de Grass permiten ahora ir -tal vez, tal vez- develando. ¿No es posible que fuera precisamente ese joven nazi, ese culpable alter ego adolescente, el que demandaba a su encarnación adulta que nunca más se permitiera una posición que no fuera transparente, definitiva, éticamente tajante? ¿No explica eso tanto arrebato, tanta efervescencia?
Claro que hay que tener cuidado. Si algo nos enseña la obra literaria de este autor gigante es que somos seres complejos y contradictorios y probablemente indescifrables. No sería justo que termináramos reduciendo toda la vida de un escritor tan magníficamente múltiple a los mensajes que sin duda le fue susurrando a lo largo de su existencia aquel ser pretérito, maligno e inocente, que seguía pernoctando en su oscuro interior, ese pasado suyo que Günter Grass nunca pudo, creo yo, perdonar. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt



















domingo, 26 de enero de 2025

[ARCHIVO DEL BLOG] Los "Cantos" de Hölderlin. Publicado el 09/08/2016











Treinta y dos grados a la sombra a las diez de la mañana son muchos grados para la ciudad de Las Palmas. Además, acabo de vislumbrar por una esquina a un vecino que no quiero saludar... Ya me he topado hace un momento con uno de esos pelmas que se hacen el gracioso cuando te echan el ojo encima. Dos seguidos sería demasiado para mi cuerpo sudoroso... Hago un quiebro en redondo y me alejo. Mis pasos me llevan en volandas hacia San Telmo, y una vez allí, a la Biblioteca Pública del Estado. Es sábado, y está fresquita, calmosa, sin apenas gente. Ojeo las estanterías al albur y me encuentro con los libros de poesía. En la balda que queda a la altura de mis ojos veo varias ediciones de la Ilíada de Homero; ninguna de la Odisea, lo que me llama la atención. E inmediatamente antes de Homero un librito, delgado, de apenas un centenar de páginas, en cuyo canto leo Cantos - Friedrich Hölderlin (Linteo, Orense, 2010). Me quedo ojeándolo un rato y decido llevármelo a casa para leerlo.
No sé mucho de Hölderlin (1770-1843), poeta lírico alemán cuya poesía acoge la tradición clásica y la funde con el nuevo romanticismo. De vida atormentada y trágico final, fue amigo y compañero de Hegel y Schelling, y lector de Spinoza, Leibniz y Kant. Si sabía de su admiración por la Grecia clásica, admiración que comparto, en la que veía una lejana imagen, panteísta, de la armonía original entre el ser humano, la sociedad y la naturaleza. 
Hölderlin, dice su editor, concibió toda su obra poética al modo de los rapsodas griegos, como un canto, aunque utilizó también ese término para designar unos determinados poemas tardíos escritos entre mayo de 1801 y diciembre de 1803. Estos poemas, sigue diciendo el editor, se caracterizan por un tinte memorialístico, de tono elevado y visionario, paisajes grandiosos y afirmaciones aforísticas, pero sobre todo por su transgresión, algo nuevo y escandaloso que haría de Hölderlin durante muchos años un poeta maldito, de lectura poco recomendable y religiosidad apocalíptica, que hizo saltar todos los moldes formales conocidos.
He leído el libro, veinte poemas, de un tirón. En voz baja, pero audible para mí. Con entonación y ritmo, como dicen que hay que leer la poesía. Pero falla la rima, tarea casi imposible en una traducción. Les dejo con el último "canto" del libro, el titulado Mnemosine (la musa de la memoria). Espero que les guste. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




MNEMOSINE

Maduros están, sumidos en el fuego, ardientes,
los frutos que fueron en la tierra probados, y es ley
que todo en él se adentre, como las serpientes,
proféticamente, soñando
en las cimas del cielo.
Y hay que retener
mucho, igual que se sostiene
en la espalda la carga de leña.
Pero son tortuosos los caminos. Y forzados
como rocines avanzan, cautivos,
los elementos y las viejas leyes
de la Tierra. Pero un anhelo siempre
tiende a la libertad. Y es mucho
lo que hay que retener. La lealtad
es necesaria. Pero no queremos mirar
ni delante ni atrás. Queremos dejar que nos acunen,
como una barca que oscila sobre el mar.

Pero, ¿y lo qué amamos? Vemos
sobre el suelo un rayo de sol y polvo seco
y sombríos los bosques de la patria. En los tejados
florece, mansamente, el humo, y sube
hacia las viejas coronas de las torres. Herida
está el alma por un rayo celeste, y sin embargo,
son buenas las señales del día:
pues la nieve, como los lirios del valle,
noblemente, brilla
en las verdes praderas
de los Alpes, allí,
por una carretera de lo alto,
un caminante habla,
acaloradamente, con otro,
de una cruz que antaño
al borde del camino
pusieron para honrar a los muertos. ¿Qué es lo que
significa?

Bajo la higuera se me ha muerto
Aquiles, y Áyax
yace al lado de las grutas marinas,
junto a los arroyos
cercanos de Scamandros.
En el rumor del sueño
el gran Áyax murió,
según la firme y constante tradición de Salamina,
en tierra extraña.
Patroclo estaba revestido con la coraza real. Murieron
otros muchos. En Citerea está
Eleutera, ciudad de Mnemosine. Dios
quito el manto a la musa, y alguien luego, de noche,
desató sus rizos. Pues los Seres Celestes
se enfurecen cuando alguno no puede
retener su alma, como debe; si así sucede
no merece duelo.

















domingo, 4 de agosto de 2024

[ARCHIVO DEL BLOG] Tinto de Verano: Sociología vital. [Publicada el 06/08/2009]










¡Joder, vaya verano que nos están dando los políticos! ¿No se ha dicho siempre que en agosto "cerraban por vacaciones"? A ver si es verdad... Aunque el cuerpo me pide entrarle al trapo pepero y su deslenguada secretaria general, prefiero entretenerme leyendo los refrescantes relatos cortos de El País. El de hoy, de la escritora Luz Sánchez-Mellado, se titula Socióloga de campo, y es una deliciosa recreación del acontecer diario de una desenfadada socióloga aficionada que busca su lugar al sol... Espero que les guste. Dice así: Lo confieso, soy cotilla. Chafardera, chismosa, alcahueta, entrometida. No es que yo vaya por ahí todo el día buscando información, que también, para eso me pagan, es que me la encuentro, yo qué culpa tengo. Es un don. No me hace falta ni carrera ni master ni nada. Sólo estos oídos y estos ojitos que se va a tragar la tierra. Y un poquito de empatía y de sangre en las venas, que hay algunas tan divinas que parece que ni sudan ni orinan. Que ni sienten ni padecen. Mentira. Todas tenemos nuestro corazoncito y la que no, está muerta y enterrada. O debería estarlo.
La gente está deseando contarte su vida. Tú te pones a tiro y se te abre el prójimo en canal, palabra. Desde la peluquera de tu barrio hasta la vicepresidenta económica si se tercia. Todo consiste en tocar la tecla adecuada y con los años una va afinando. Lo malo es que a mí me pasa lo mismo. Si me das cuartelillo te lo suelto todo. Todo. Y luego tienes que vivir con eso. En el último cumpleaños de la niña invité a las mamás del colegio a un ponche en el jardín. Me confié y me perdí yo solita para los restos. Ahora los papás de las amigas de Rebeca me miran raro. Ésta es la multiorgásmica de las tetas operadas a la que le pone Rubalcaba, piensan, se lo leo en las pupilas. Sus señoras les han ido con el cuento, no me cabe la menor. No las culpo. Yo también lo haría. Y además ¿qué pasa? Cada una tiene sus perversiones.
Te lo digo yo, que me dedico a esto. Aunque sea de chiripa. Fue al año de mudarnos al chalé. Estaba yo tan tranquila de señora de mi casa cuando se me presenta un vecino a ofrecerme un empleo. Resulta que el tipo es un cazatalentos y estaba buscando a una jefa de investigación de mercados para una multinacional de compresas. Llevaba ya cincuenta lumbreras entrevistadas cuando me vio en acción en una reunión de la comunidad y lo tuvo claro. Yo era su mujer. Desde entonces aquí me tienes, sonsacando a mis congéneres. Es un trabajo sucio, pero alguien tiene que hacerlo. Gano un dineral y trabajo en lo mío. No tendré el título, pero para socióloga, servidora. Me río yo de los estudios del CIS. Para qué tanta macroestadística. La verdad está ahí fuera.
Precisamente ahora me voy a hacer un estudio de campo -quien dice campo, dice playa- a la parte norte de Menorca. Pijas catalanas flacas como estacas con sus maridos ideales y sus cachorros de diseño vestidos de impoluto lino blanco. De ésas que se preguntan a qué huelen las nubes. Un filón, o sea. De aquí me sale el informe definitivo. Yo me abro. Ya les cuento. Sean felices, por favor, que ya llegará el otoño. Tamaragua, amigos. HArendt











miércoles, 16 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Poesía para horas bajas. [Publicada el 16/11/2011]









Las palabras son siempre peligrosas; una expresión poco meditada  te puede joder el día. Hoy ha estado a punto de pasarme a mi; al final se arregló solo, como suelen arreglarse estas cosas, dando tiempo al tiempo y procurando no encharcarla de nuevo. Hemos estado todo el día en casa, en Maspalomas. Mi mujer, trasplantando al jardín unos árboles que estaban delante del portal de casa, en Las Palmas, que fueron arrancados para reformar la calle; yo, refugiándome en "La Eneida" (Vosgos, Barcelona, 1973) de Virgilio (siglo I a.C.) y una vez más, en "Cien poemas de amor" (Barral-Corregidor, Barcelona, 1971) del poeta hindú Amaru (siglo VII d.C.): 



"El:

Cuando mi estrecho abrazo presionó sus senos, su piel se erizó; 

con la extraordinaria intensidad de su apasionado sentimiento 

su vestimenta resbaló de sus caderas, mientras ella, con débil acento, 

me decía: “No, no, ya basta”.

Y luego, yo no sabré decir si se quedó dormida o si desfalleció, 

si se refugió en mi corazón o se derritió entre mis brazos. 

Ella, a una amiga: 

Cuando mi amante subió a mi lecho, 

de por sí sola se soltó la hebilla de mi cinturón y, 

mal sostenido en mi cintura, mi vestido se deslizó por mis caderas. 

Eso es lo único que sé, pues, apenas sentí el contacto de su cuerpo, 

de todo me olvidé: 

de quién era él, de quién era yo, 

de como fue nuestro placer”.



Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt 










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Entrada núm. 1413 
"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)

martes, 28 de julio de 2020

[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con Mariana Pineda



Fotograma de una representación actual de Mariana Pineda




Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a ir subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca.

Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Continúo hoy la serie con la obra teatral Mariana Pineda, drama histórico escrito por Lorca entre 1923 y 1925. Fue estrenada el 24 de junio de 1927 en el Teatro Goya, de Barcelona por la compañía de Margarita Xirgú, con escenografía de Salvador Dalí. 

La obra gira en torno a la historia real de Mariana Pineda, una mujer granadina de 26 años condenada a muerte y ejecutada en Granada el 26 de mayo de 1831, por defender la causa liberal frente al absolutismo del rey Fernando VII, al haberse encontrado en su casa una bandera liberal con las palabras Libertad, Igualdad y Ley, bandera que había sido fue bordada por unas mujeres del barrio del Albaicín. 

La pueden leer desde este enlace, en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, tomada de sus Obras completas, Madrid, Aguilar, 1954También pueden disfrutarla, completa, en este video del canal YouTube, puesta por el grupo Taller de Teatro Dionisos, de Jerez de la Frontera, el año 2011. 






Monumento a Lorca. Plaza de Santa Ana, Madrid



La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 6257
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 25 de julio de 2020

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico Víctor García de la Concha




Víctor García de la Concha, en su toma de posesión académica


La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. En sus primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. El 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. 

A esta sección del blog iré subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico Víctor García de la Concha (1934). Elegido el 7 de noviembre de 1991, tomó posesión de la silla académica "c" el 10 de mayo de 1992 con el discurso titulado Filología y mística: San Juan de la Cruz, «Llama de amor viva»respondido en nombre de la corporación por el académico Gonzalo Torrente Ballester.

Fue secretario (1992-1998), director de la corporación y presidente de la ASALE (1998-2010), y desde 2011 es director honorario. Víctor García de la Concha es licenciado en Filología Española (Universidad de Oviedo) y en Teología (Universidad Gregoriana de Roma). Dedicó su tesis doctoral a Los senderos poéticos de Ramón Pérez de Ayala (1970). Ha sido profesor de instituto y catedrático de Literatura Española en las universidades de Valladolid, Murcia, Zaragoza y Salamanca. Desde esta última ha puesto en marcha numerosas iniciativas, entre ellas la Academia Literaria Renacentista y los encuentros literarios de Verines, en Asturias.

Ha sido investido honoris causa por seis universidades americanas (Estados Unidos, Perú, Honduras, Cuba, Nicaragua y México) y por cinco españolas, las de Valladolid, Alcalá de Henares, Antonio Nebrija de Madrid, León y Salamanca. Entre 2012 y 2017 fue director del Instituto Cervantes.

Autor de una extensa bibliografía, Víctor García de la Concha es especialista en literatura del Renacimiento y en los escritores místicos del siglo XVI, con numerosos estudios dedicados a san Juan de la Cruz, fray Luis de León —en septiembre de 2018 mantuvo, en el Instituto Cervantes, una conversación con el académico Emilio Lledó sobre su edición de la obra de fray Luis Cantar de cantares de Salomón— y santa Teresa. En 1993 publicó Nueva lectura del «Lazarillo de Tormes» y en 2011 coordinó la edición facsimilar del códice Durán-Masaveu, cuaderno autógrafo de Lope de Vega.

También ha prestado especial atención a la literatura contemporánea en castellano, en obras como La poesía española de 1935 a 1975 (1987) y Cinco novelas en clave simbólica (2010). Ha dirigido la revista Ínsula y las colecciones Austral (Letras) y Clásicos Castellanos de la Editorial Espasa-Calpe.

Víctor García de la Concha, decidido impulsor de la política lingüística panhispánica durante su etapa como secretario y director de la RAE, fue distinguido —como reconocimiento a esta labor— con la Orden del Toisón de Oro en 2010.

Ha recibido, entre otros, el Premio Castilla y León de Ciencias Sociales y Humanidades (2003), la Medalla de Honor de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (2003), el Premio Fernando Lázaro Carreter (2009), el Premio Internacional Menéndez Pelayo (2011) y el Premio a las Ciencias Sociales de la Fundación Marazuela (2012).

En marzo de 2014 participó en el proyecto «Cómicos de la lengua» con un comentario académico sobre Teresa de Ávila, texto que volvió a presentarse el 4 de julio en el Festival de Teatro Clásico de Almagro y, el 2 de febrero de 2015, en el Teatro de La Abadía, leído por José Luis Gómez.

En 12 de junio de 2014 se presentó en la sede de la institución su libro La Real Academia Española. Vida e historia, publicación enmarcada dentro de los actos conmemorativos del III Centenario de la corporación. Es un relato secuencial y minucioso de la trayectoria de la institución a lo largo de tres siglos.

El 21 de septiembre de 2015 García de la Concha inauguró en Ávila el congreso mundial «Teresa de Jesús, patrimonio de la humanidad» con la ponencia La reforma literaria de Teresa de Jesús. 

El 29 de octubre de 2015 leyó la lección extraordinaria del Día de la Fundación pro-RAE, dedicada a la obra literaria de Teresa de Ávila.

Participó en la inauguración del VII CILE, celebrado en San Juan (Puerto Rico) del 15 al 18 de marzo de 2016.

El 11 de julio de 2016 inauguró el curso de verano del Instituto Cervantes y la Universidad Complutense Desenvolverse con éxito en el mercado de la enseñanza de las lenguas extranjeras: evaluar opciones y tomar decisiones.

El Consejo de Ministros del 7 de abril de 2017 le concedió la Gran Cruz de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio. La recibió en un acto celebrado en el Alcázar de Segovia presidido por el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy.

El 10 de mayo de 2017 intervino en las I Jornadas de Historia «Quinientos años después. Villaviciosa, 1517. La época en que don Carlos vino a Asturias». También ofreció en Oviedo una conferencia sobre «Literatura y sociedad en la época del Emperador».

En 2018 editó el Cantar de cantares de Salomón, de fray Luis de León.



Real Academia Española, Madrid



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martes, 21 de julio de 2020

[MIS MUSAS] Hoy, con el poeta Dionisio Ridruejo, el compositor Amilcare Ponchielli y el pintor Pedro Pablo Rubens



Las Musas, de Thorsvalden


Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual la voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 

Subo hoy al blog al poeta Dionisio Ridruejo y su poema España toda aquí, al compositor Amilcare Ponchielli y el aria Cielo e mar de su ópera La Gioconda, y al pintor Peter Paul Rubens y su cuadro El juicio de Paris. Disfruten de ellos.





El poeta Dionisio Ridruejo



Dionisio Ridruejo Jiménez (1912-1975) fue un escritor y político español perteneciente a la generación del 36 o primera generación poética de posguerra. Miembro temprano de la Falange Española de José Antonio Primo de Rivera, durante la guerra civil fue responsable de Propaganda en el bando franquista. Reprochó a Franco en una carta no apostar decididamente por el fascismo, por lo que fue encarcelado y llegó a exiliarse. Acabaría experimentando una transición ideológica que le situó en una posición crítica con la dictadura, muy próxima a la socialdemocracia o a un liberalismo socializante. Como poeta, Ridruejo puede adscribirse a la que Dámaso Alonso llamó poesía arraigada: cultiva en la mayor parte de su obra el estrofismo clásico y usa una lengua pura y clara. Posee una gran serenidad formal propia de la estética garcilasista y es un maestro en la forma del soneto, para el cual poseía una gran facilidad. Fue autor juvenil de dos versos del Cara al sol. Sus comienzos poéticos deben algo al modelo machadiano; sus temas preferentes son el amoroso, la naturaleza, los sentimientos religiosos y patrióticos y el arte y la literatura. En sus últimos años toma el rumbo íntimo de los recuerdos.



ESPAÑA TODA AQUÍ

España toda aquí, lejana y mía, 
habitando, soñada y verdadera,
la duda y fe del alma pasajera, 
alba toda y también toda agonía.

Hermosa sí, bajo la luz sin día
que me la entrega al mar sola y entera:
campo de la serena primavera
que recata su flor dulce y tardía.

España grave, quieta en la esperanza,
hecha del tiempo y de mi tiempo, España,
tierra fiel de mi vida y de mi muerte.

Esta sangre eres tú y esta pujanza
de amor que se impacienta y acompaña
la fe y la duda de volver a verte.




El compositor Amilcare Ponchielli



Amilcare Ponchielli (1835-1856)fue un compositor italiano, adscrito al movimiento romántico. Su obra más conocida es La Gioconda. Comenzó a estudiar con su padre, que era organista. A los nueve años ingresó en el conservatorio de Milán. Fue organista en la iglesia de San Hilario en Cremona, donde también fue profesor de música. Fue maestro director de las bandas municipales de Piacenza y Cremona, y para ellas compuso algunas obras. En 1881 fue nombrado maestro de capilla de Santa María la Mayor en Bérgamo. En 1883 entra como profesor en el Conservatorio de Milán. Entre otros alumnos, tuvo a Giacomo Puccini y Pietro Mascagni. Sus óperas, representadas con mucho éxito, son óperas italianas con cierta influencia de la gran ópera francesa: gran número de personajes, ballet y participación del coro.




Representación actual de La Gioconca


La Gioconda es una ópera en cuatro actos con música de Amilcare Ponchielli y libreto en italiano de Arrigo Boito, basada en el drama Angélo, tyran de Padoue (Ángelo, tirano de Padua) de Victor Hugo. Fue estrenada en La Scala de Milán, el 8 de abril de 1876.  La trama se desarrolla en Venecia en el siglo XVII. Enzo Grimaldo, noble genovés desterrado de Venecia, vive disfrazado de marinero. Es el amante de La Gioconda, cantante de baladas, pero él ama a Laura, esposa de Alvise Badoero, gran consejero. Barnaba, un espía que desea a La Gioconda que le rechazó con vehemencia, reconoce a Enzo y lo denuncia al consejo... Desde este enlace pueden ustedes ver y escuchar el aria Cielo e mar de la Gioconda, interpretada por el tenor Franco Corelli. 




El pintor Pedro Pablo Rubens


Peter Paul Rubens (1577-1640) fue un pintor barroco de la escuela flamenca. Su estilo exuberante enfatiza el dinamismo, el color y la sensualidad. Sus principales influencias procedieron del arte de la Antigua Grecia, de la Antigua Roma y de la pintura renacentista, en especial de Leonardo da Vinci, de Miguel Ángel, del que admiraba su representación de la anatomía,​ y sobre todo de Tiziano, al que siempre consideró su maestro y del que afirmó «con él, la pintura ha encontrado su esencia». Fue el pintor favorito del rey Felipe IV de España, su principal cliente, que le encargó decenas de obras para decorar sus palacios y fue el mayor comprador en la almoneda de los bienes del artista que se realizó tras su fallecimiento. Como consecuencia de esto, la mayor colección de obras de Rubens se conserva hoy en el Museo del Prado, con unos noventa cuadros, la gran mayoría procedentes de la Colección Real.


El juicio de Paris (1639), una pintura al óleo de 199 x 379 cm que se encuentra en el Museo del Prado de Madrid, es uno de los últimos trabajos de Rubens. A lo largo de su carrera pintó varias versiones de este tema. La obra le fue encargada por Felipe IV de España para la decoración del Palacio del Buen Retiro (Madrid). Rubens trata aquí el episodio mitológico en un formato apaisado, de tal manera que las figuras parecen formar un friso. Sentado en el tronco de un árbol, aparece el pastor Paris, quien tiene que elegir a la diosa más bella del Olimpo, con el aspecto dubitativo propio de tan difícil tarea. Le sostiene la manzana de oro que constituye el premio el dios Hermes, con el caduceo y el petaso; se muestran ante ellos las tres diosas contendientes, de izquierda a derecha: Atenea, diosa guerrera y de la sabiduría, con las armas que la caracterizan en el suelo y envuelta en un rozagante velo de seda plateada; Afrodita, la diosa del amor, en el centro, envuelta en un paño color carmesí y con su hijo Eros a los pies y un amorcillo volador que muestra cuál será el veredicto, pues se dispone a coronarla mientras dirige una mirada cómplice al espectador; y finalmente, Hera, la reina del Olimpo como esposa de Zeus, representada de espaldas, mientras se desprende del rico manto de terciopelo morado recamado en oro que la cubre, en una bella postura serpentinata y con un pavo real, su atributo, posado en la rama de un árbol cercano. 



El juicio de Paris



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viernes, 17 de julio de 2020

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Los diálogos platónicos. Hoy, con Eutifrón




Busto de Platón. Museos Vaticanos


Comienzo un nuevo capítulo de entradas de la sección Clásicos de siempre del blog subiendo al mismo los Diálogos de Platón. Lo continúo con el titulado Eutifron o de la santidad, que pueden leer en el enlace anterior, y los sucesivos los iré subiendo con la periodicidad habitual de uno al mes, esperando que merezcan su interés.


Eutifrón (Ευθύφρων) o Sobre la santidad es un diálogo perteneciente a la serie llamada Primeros diálogos, escritos en la época en que el autor era aún joven. La fecha exacta permanece, sin embargo, incierta: sus comentaristas la hacen variar entre desde el 399 y el 395 a. C., justo antes del proceso de Sócrates y unos pocos años después de su muerte.

Se supone que se desarrolla hacia el 399 a. C.: más precisamente entre la acusación de Meleto y el proceso de Sócrates. Eutifrón es un personaje oscuro, pero que parece realmente haber existido, como es regla en los personajes puestos en escena por Platón. Los hechos relatados en el diálogo son probablemente exactos y bien conocidos por los atenienses de la época. Por otra parte, es difícil precisar si este Eutifrón corresponde al personaje del mismo nombre nombrado en el Crátilo, aunque, a priori, nada parece objetarlo.

Eutifrón trata sobre la naturaleza de la santidad, pero no aporta al tema conclusión alguna. En la escena introductoria Sócrates acaba de descubrir que fue objeto de una acusación por parte de un tal Meleto, un joven oportunista que le reprocha corromper a la juventud con sus discursos y sus ideas, especialmente en materia de religión. Cuando se dirigía hacia el Pórtico del rey, en Atenas, para comparecer ante el arconte rey, se cruza con Eutifrón, que se sorprende de verlo allí. Después de haberle contado su desgracia adornándola con halagos irónicos a la sensatez de Meleto, Sócrates pregunta a su vez la razón por la cual Eutifrón se encuentra en el mismo lugar que él. Eutifrón le responde que se apresta a cometer un acto de gran piedad. Acaba, en efecto, de presentar una acusación contra su propio padre. Uno de los jornaleros de su familia, que trabajaba en sus tierras en Naxos, había una tarde bebido demasiado y degolló a uno de los criados de la familia. El padre de Eutifrón ordenó, entonces, atar de pies y manos al criminal y arrojarlo a una fosa, al mismo tiempo que envió a un hombre a consultar al exégeta sobre qué debía hacer. El padre se olvidó del hombre atado que, antes de que regresara el enviado, había muerto de frío y de hambre. Sócrates se alegra de esas circunstancias: si Eutifrón procede con tanta determinación, es seguramente porque tiene una visión clara y precisa de lo que es pío y de lo que no lo es. De lo contrario, no se animaría a presentar una acusación tan grave contra su padre. Le ruega encarecidamente, entonces, que lo ilumine sobre la naturaleza de la piedad, a fin de que Meleto no pueda acusarlo de carecer de ella.

Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. Su nombre original parece haber sido Aristocles, y nace en el seno de una familia aristocrática ateniense que por línea paterna se decía descendiente del mítico rey Codro, y por línea materna estaba emparentada con Solón, el gran reformador político de la ciudad y poeta. En 387 fundó la Academia de Atenas, institución que continuaría a lo largo de más de novecientos años, a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.

Participó activamente en las enseñanzas de la Academia y escribió sus obras, siempre en forma de diálogos sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación. A diferencia de sus contemporáneos, casi todo el trabajo de Platón ha sobrevivido intacto.

Mediante mitos y alegorías Platón desarrolló sus doctrinas filosóficas. En su teoría de las formas o ideas, sostuvo que la realidad sensible es solo una "sombra" de otra más real, perfecta e inmutable. De ese mundo proviene el alma humana y todos los conceptos universales (formas), los cuales son innatos en ella. El alma es inmortal, pero ésta se encuentra "encarcelada" en el cuerpo. Platón es considerado como uno de los fundadores de la filosofía política al considerar que la ciudad justa estaría gobernada por filósofos reyes. Intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores.

Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Sus ideas fueron la base del llamado neoplatonismo de filósofos como Plotino y Porfirio, que influyeron en San Agustín y, por lo tanto, en el cristianismo. 




La Escuela de Atenas, Rafael (1512). Museos Vaticanos



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