viernes, 15 de agosto de 2025

DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY VIERNES, 15 DE AGOSTO DE 2015

 






































jueves, 14 de agosto de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY JUEVES, 14 DE AGOSTO DE 2025

 









Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz jueves, 14 de agosto de 2025. A veces un amigo se te pone al lado y te da una mala noticia y a ti te da por pensar en lo que puedas decirle para que se sienta bien o se sienta mejor, aunque puede que en realidad no espere ninguna de las dos cosas: ni sentirse bien ni estar mejor; puede que solo quiera estar contigo y no estar solo, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy el periodista José Luis Sastre. En la segunda, un archivo del blog de julio/agosto de 2014, HArendt reseñaba a lo largo de cuatro entradas sucesivas el libro "Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política" (Taurus, Madrid, 1995), del filósofo italiano Norberto Bobbio: ¿Puede y debe hablarse hoy de izquierdas y derechas en el seno de la política democrática occidental? Y en caso de que fuera así ¿cómo definir en la época actual esos términos? El poema del día, en la tercera, se titula Del otro lado del día, de la poetisa argentina María Florencia Rua, y comienza con estos versos: Colillas de cigarrillos se juntan/para armar una montaña/de muerte. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt

















DEL HORROR DE CADA DÍA

 








Hemos aprendido en los libros que la humanidad acabará por preguntar a generaciones enteras dónde estaban y adónde miraron mientras se cometían nuevos genocidios, escribe en El País [Contra el silencio, 06/08/2025] el periodista José Luis Sastres. A veces un amigo se te pone al lado y te da una mala noticia y a ti te da por pensar en lo que puedas decirle para que se sienta bien o se sienta mejor, aunque puede que en realidad no espere ninguna de las dos cosas: ni sentirse bien ni estar mejor, comienza diciendo Sastre; puede que solo quiera estar contigo y no estar solo. Hay parejas de ancianos que desayunan sin hablarse y en los bufetes de los hoteles les miran con pena y con prejuicios por el hecho de que no se digan ya nada, como si fuera poca cosa alcanzar la vejez con ese grado de amor intacto por el que todavía se comparte la hora sagrada de la tostada y del café.

A veces quisieras escribir una columna en la que pudieras decir lo que no has dicho hasta ahora, pero no se te ocurre porque algunos días ya le hemos dicho demasiadas cosas al mundo y lo único que puede hacerse es escuchar y leer por ver si otros le encuentran sentido al absurdo: al hecho de que se produzca una matanza en directo y las noticias bordeen el apocalipsis con una frivolidad que asusta. Hay días en los que ya se ha dicho lo que había que decir y sobreviene la tentación de dejar de hablar, porque es lo de siempre y porque quién querrá escuchar. Porque al final quizá tengan razón y no sirvan de tanto las palabras.

Y, en cambio, no queda más remedio que alzar la voz un día y al otro día, porque qué menos y porque hay silencios estruendosos y cómplices. Porque aprendimos en los libros que la humanidad acabará por preguntar a generaciones enteras dónde estaban y adónde miraron mientras se cometían nuevos genocidios y nuevos crímenes atroces. Nosotros, que hemos nacido por azar en este lugar y en esta época, siempre hemos pensado que habríamos sabido dónde colocarnos ante las atrocidades del pasado. Hicimos debates y juicios de quienes nos precedieron. Ahora, el espanto no está en el pasado. Por eso hay que seguir denunciando, aunque las palabras parezcan tan poca cosa: porque importa el deber moral y el deber de explicitarlo. Y para que, cuando pasen los años y nos pregunten qué hicimos o dónde estuvimos, podamos defender al menos una respuesta que no avergüence a nuestras conciencias. José Luis Sastre es periodista y escritor.
























DEL ARCHIVO DEL BLOG. DE DERECHAS E IZQUIERDAS (VERSIÓN ÍNTEGRA). PUBLICADO ENTRE EL 30/07/2014 Y EL 05/08/2014








¿Puede y debe hablarse hoy de izquierdas y derechas en el seno de la política democrática occidental? Y en caso de que fuera así ¿cómo definir en la época actual esos términos? Esas fueron las preguntas que hace veinte años le hicieron al filósofo italiano Norberto Bobbio y a las que él respondió con la nitidez y pedagogía de un gran maestro y gran ciudadano en su libro "Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política" (Taurus, Madrid, 1995). "Frente al fascismo y al nazismo, dice en el libro, hubo que comportarse como extremistas, escogiendo entre resignarse y resistir. Y no dudo que fueron los extremistas entonces los que llevaron la razón. Pero en una sociedad democrática -añade- y pluralista, donde existen varios grupos en libre competición, con reglas de juego que deben ser respetadas, mi convicción es que tienen mayor posibilidades de éxito los moderados. Guste o no guste -contínua más adelante- las democracias suelen favorecer a los moderados y castigar a los extremistas. Se podría también sostener que es un mal que así ocurra. Pero si queremos hacer política, y estamos obligados a hacerla según las reglas de la democracia, debemos tener en cuenta los resultados que este juego favorece. Quien quiere hacer política día a día debe adaptarse a la regla principal de la democracia: la de moderar los tonos cuando ello es necesario para obtener un fin, el llegar a pactar con el adversario, el aceptar el compromiso cuando este no sea humillante y cuando sea el único medio de obtener algunos resultados".

Norberto Bobbio fue profesor de filosofía en la universidad de Turín y senador vitalicio de la república italiana, a la par que uno de los más grandes pensadores políticos conteporáneos. A reseñar ese interesantísimo libro, que leí por vez primera en marzo de 1995 y que acabo de releer con ienorme placer estos difíciles días que los españoles estamos viviendo, voy a dedicar esta y las próximas entradas del blog, entradas que iré intercalando para no resultar monotemático con las que vengo dedicando desde hacia varias semanas al tema de España en la poesía española contemporánea del exilio.

"Siempre he dado al término izquierda -dice Bobbio- una connotación positiva, incluso ahora que está siendo cada vez más atacada, y al término derecha una connotación negativa, a pesar de estar hoy revalorizada". Para Bobbio -dice el profesor Joaquín Estefanía en la introducción del libro- la parte central de su pensamiento político fue la distinción esencial entre derecha e izquierda, que no es otra que la diferente actitud que las dos partes muestran sistemáticamente frente a la idea de igualdad.

Si para la izquierda la igualdad es el fin de toda política, la libertad es el medio de toda política de derechas. De la conjunción entre libertad e igualdad extrae el filósofo italiano un espectro político de cuatro categorías:

a) La extrema izquierda jacobinista de los movimientos y doctrinas a la vez igualitarios y autoritarios. b) El centro-izquierda del socialismo liberal y la socialdemocracia, de movimientos y doctrinas liberales y a la vez igualitarios. c) El centro-derecha de los partidos conservadores, de movimientos y doctrinas liberales y a la vez desigualitarios. d) La extrema derecha: fascismo y nazismo, de movimientos y doctrinas a la vez antiliberales y antigualitarios.

La distinción entre izquierda y derecha sigue siendo válida hoy día. Y no solo ha existido una izquierda comunista -dice Bobbio en el libro que estamos comentando-, ha existido también una izquierda, y todavía existe, dentro del horizonte capitalista. La distinción tiene una larga historia que va más allá de la contraposición entre capitalismo y comunismo. Existe todavía y no solo, como ha dicho alguien en broma, en las señales de tráfico, concluye Bobbio. 

¿Es verdad o no es verdad -se pregunta- que lo primero que nos planteamos cuando intercambiamos opinión sobre un político es si es de derechas o de izquierdas? La pregunta tiene sentido, dice, y desde luego entre las posibles respuestas está también la de que el personaje en cuestión no sea ni de derechas ni de izquierdas. ¿Pero como es posible -añade- no darse cuenta de que la respuesta "ni sí ni no" solo es posible si los términos "izquierda" y "derecha" tienen un sentido y quien plantea la pregunta y quien la contesta saben, aunque sea vagamente, cuál es? ¿Cómo se puede opinar sobre si un objeto es blanco o negro si no tenemos la menor idea sobre la diferencia entre los dos colores?

Mientras existan hombres cuyo empeño político sea movido por un profundo sentido de insatisfacción y de sufrimiento frente a las iniquidades de las sociedades contemporáneas -afirma Bobbio-, hoy quizá de una manera menos combativa que en épocas pasadas, se mantendrán vivos los ideales que han marcado desde hace más de un siglo todas las izquierdas de la historia. 

Hay quien ha sostenido -dice más adelante- que el rasgo característico de la izquierda es la no violencia; que la renuncia a utilizar la violencia para conquistar y ejercer el poder es lo que caracteriza al método democrático en política. Por eso, y para justificar el lugar que los valores supremos de la igualdad y la libertad han jugado en la historia política de Europa en el siglo XX, valores que siguen más vigentes que nunca, dice Bobbio, se animó a escribir el libro. 

Derecha e izquierda, dice, son términos antitéticos, recíprocamente exclusivos y conjuntamente exhaustivos: exclusivos, añade, en el sentido de que ninguna doctrina ni ningún movimiento pueden ser al mismo tiempo de derechas o de izquierdas; exhaustivos, porque una doctrina o movimiento únicamente puede ser de derechas o de izquierdas. 

No existe disciplina alguna, continúa, que no esté dominada por alguna díada omnicomprensiva: en sociología, la de sociedad-comunidad; en economía, la de mercado-planificación; en derecho, entre lo privado y lo público; en filosofía entre trascendencia-inmanencia; y en política, entre derecha e izquierda, que si bien no es la única, dice, si es cierto que podemos encontrarla en todas partes.

En estos últimos años, añade, se ha venido diciendo repetidamente, hasta convertirse en un lugar común, que la distinción entre izquierda y derecha ya no tiene razón alguna para seguir utilizándose. En el origen de esos planteamientos se encontraría, dice, la llamada crisis de las ideologías. Pero las ideologías están más vivas que nunca. Las ideologías del pasado han sido sustituidas por otras nuevas, o que pretenden pasar por nuevas. El árbol de las ideologías siempre está reverdeciendo, y tal y como ha quedado demostrado en muchas ocasiones, continúa, no hay nada más cargado de ideología que afirmar que las ideologías están en crisis. Y quien diga que no es ni de izquierdas ni de derechas es siempre de derechas.

En todo caso, dice, reducir la diferencia entre izquierda y derecha a la pura expresión de pensamiento ideológico sería una simplificación injusta, pues también ambos conceptos implican programas contrapuestos respecto a muchos problemas. Contraste, pues, no solo de ideas, sino también de intereses y valoraciones, concluye. 

Las opiniones políticas no se discuten, dice Bobbio en el libro que estamos reseñando (veánse las anteriores entradas I y II), se aceptan o se niegan, sin más. Conviene tenerlo claro, añade, porque cuando hablamos de contraposición entre extremismo y moderación estamos planteando sobre todo una cuestión de método; pero cuando hablamos de los valores de la derecha o la izquierda estamos planteando sobre todo una cuestión de fines. 

Y cuando lo hacemos de igualitarismo -dice más adelante-, o sea, de la nivelación de toda diferencia, hablamos de un límite extremo de la izquierda que es más ideal que real. La igualdad de la que habla la izquierda es casi siempre una igualdad "secundum quid" (es decir, una igualdad respecto a algo), pero nunca es una igualdad absoluta. 

Los conceptos de "derecha" e "izquierda", continúa diciendo, no son conceptos absolutos. Son conceptos relativos. No son conceptos sustantivos y ontológicos. No son calidades intrínsecas del universo político. Son "lugares" del espacio político que pueden designar diferentes contenidos según los tiempos y las situaciones. De ahí, añade, que el hecho de que derechas e izquierdas presenten una oposición quiera decir simplemente que no se puede ser al mismo tiempo de derecha y de izquierda. Pero no quiere decir nada sobre el contenido de las dos partes contrapuestas, por lo cual el extremismo de izquierdas traslada la izquierda a la derecha, y el extremismo de derechas traslada la derecha a la izquierda. 

El criterio más frecuentemente adoptado para distinguir la derecha de la izquierda, sigue diciendo, es de la diferente actitud que asumen los hombres que viven en sociedad frente al ideal de la igualdad, ideal este que es junto al de la libertad y la paz uno de los fines últimos que se proponen alcanzar y por cuales están dispuestos a luchar. Es por eso que el concepto de igualdad es relativo, no absoluto. Es relativo por lo menos en tres variables: a) los sujetos entre los cuales nos proponemos repartir los bienes o gravámenes; b) los bienes o gravámenes que repartir; y c) el criterio por el cual repartirlos. O lo que es lo mismo: igualdad sí, pero ¿entre quién, ¿en qué?, ¿basándose en qué criterio?

Estas premisas son necesarias porque cuando se dice que la izquierda es igualitaria y la derecha no -añade Bobbio-, no se quiere decir en absoluto que para ser de izquierdas sea preciso proclamar el principio de que todos los hombres deben ser iguales en todo, independientemente de cualquier criterio discriminatorio. En otras palabras, afirmar que la izquierda es igualitaria no quiere decir que sea también igualitarista. Una doctrina o un movimiento igualitarios, tienden a reducir las desigualdades sociales y a convertir en menos penosas las desigualdades naturales. Cosa distinta es el igualitarismo, cuando se entiende como "igualdad de todos en todo". Esa sería no solo una visión utópica -a la cual, hay que reconocerlo, se inclina más la izquierda que la derecha- sino, peor, una mera declaración de intenciones a la cual no parece posible dar un sentido razonable.

Con la próxima entrada concluyo la serie dedicada a comentar algunos de los aspectos más destacados del libro "Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política", del filósofo italiano Norberto Bobbio. En el ínterin, les invito a leer la entrevista que El País de ayer sábado hacía a la filósofa estadounidense y profesora de ciencias políticas y sociales, Nancy Fraser, en la que habla sobre las igualdades y desigualdades sociales, económicas y políticas del mundo actual. 

Dice el profesor Bobbio en el libro que venimos comentando ("Derecha e Izquierda. Razones y significados de una distinción política") que las desigualdades naturales existen, y que si algunas de ellas se pueden corregir, la mayor parte de esas mismas desigualdades no se pueden eliminar. Y respecto a las desigualdades sociales, añade, si algunas se pueden corregir e incluso eliminar, muchas, especialmente aquellas de las cuales los mismos individuos son responsables, lo único que se puede intentar es no fomentarlas.

Políticamente, dice, se puede llamar correctamente igualitarios a aquellos políticos que, aunque no ignorando que los hombres son tan iguales como desiguales, aprecian mayormente y consideran más importante para una buena convivencia lo que los asemeja que lo que los diferencia. Por el contrario, los no igualitarios serían, en cambio, aquellos que partiendo del mismo jucio de hecho, aprecian y consideran más importante para conseguir una buena convivencia la diversidad que la uniformidad.

Los igualitarios -añade más adelante- parten de la convicción de que la mayor parte de las desigualdades que los indignan y querrían hacer desaparecer son sociales y, como tales, eliminables; los no igualitarios, por el contrario, parten de la convicción opuesta, que las desigualdades son naturales y, como tales, ineliminables.

Para Bobbio el ideal igualitario y el no igualitario puede personificarse ejemplarmente en el contraste de pensamiento entre Rousseau y Nietzsche, precisamente, por la distinta actitud que el uno y el otro asumen con respecto a la naturalidad y artificialidad de la igualdad y de la desigualdad. En el "Discurso sobre el origen de la desigualdad", dice, Rousseau parte de la consideración de que los hombres han nacido iguales, pero la sociedad civil, o sea, la sociedad que se sobrepone lentamente al estado de naturaleza, los ha convertido en desiguales. Para Nietzsche, por el contrario, los hombres son por naturaleza desiguales (y para él es un bien que lo sean porque, además, una sociedad formada sobre la esclavitud como era la griega, y justamente en razón de la existencia de los esclavos, era una sociedad avanzada para su tiempo) y solo la sociedad con su moral de rebaño, con su religión de la compasión y la resignación, los ha pretendido convertir en iguales.

La conclusión de esa disputa, continúa, no puede ser más radical: en nombre de la igualdad natural, los igualitarios condenan la desigualdad social; en nombre de la desigualdad natural, los no igualitarios condenan la igualdad social.

La regla de oro de la justicia, sigue diciendo, es tratar a los iguales de una manera igual y a los desiguales de una manera desigual, pero para que eso no resulte una mera fórmula vacía hay que responder previamente a una pregunta: ¿Quiénes son los iguales y quiénes son los desiguales?

La igualdad como ideal sumo o incluso último de una comunidad ordenada, justa y feliz, añade más adelante, se acopla habitualmente con el ideal de la libertad, considerado este también como supremo o último. Y ninguno de los dos es separable del otro; son las dos caras de una misma moneda: no hay igualdad posible sin libertad; pero la libertad tampoco es realizable sin un cierto grado de igualdad. Pero al mismo tiempo es preciso, sigue diciendo, hacer una observación elemental que habitualmente no se hace: los dos conceptos de libertad y de igualdad no son simétricos: mientras la libertad es un estatus de la persona, la igualdad indica una relación entre dos o más entidades. O como dice George Orwell, citado por Bobbio, "todos los hombres son iguales, pero algunos son más iguales que otros".

Si uno de los criterios para distinguir la derecha de la izquierda, concluye, es la diferente apreciación con respecto a la idea de igualdad, y el criterio para distinguir a los moderados de los extremista (tanto en  la derecha como en la izquierda) es su diferente actitud con respecto a la libertad, se podría distribuir el espectro en el que se ubican las doctrinas y movimientos políticos en cuatro espacios: a) en la extrema izquierda estarían los movimientos a la vez igualitarios y autoritarios (como el comunismo histórico); b) en el centro-izquierda, las doctrinas y movimientos a la vez igualitarios y libertarios (como el socialismo liberal y la socialdemocracia); c) en el centro-derecha las doctrinas y movimientos a la vez libertarios y no igualitarios (los partidos liberales y conservadores) ; y d) en la extrema derecha, las doctrinas y movimientos antiliberales y antigualitarios (como el fascismo y el nazismo).

El comunismo fracasó históricamente, dice al final de su libro, pero el desafío que lanzó permanece. Bastaría, continúa diciendo, con desplazar la mirada de la cuestión social del interior de cada Estado (de la que nació la izquierda en el siglo XIX), hacia la cuestión social internacional, para darse cuenta de que la izquierda no solo no ha concluido su propio camino sino que apenas lo ha comenzado.

Como colofón, cita Bobbio las palabras de uno de sus maestros, el también filósofo Luigi Einaudi, que entiendo me permiten cerrar definitivamente el excurso que he hecho en estas cuatro entradas sobre el libro citado al comienzo, que dicen así: "Las dos corrientes (liberalismo y socialismo) son respetables, y aunque adversarias, no son enemigas; porque las dos respetan la opinión de los demás y saben que existe un límite para la realización del propio principio. El optimum no se alcanza en la paz forzada de la tiranía totalitaria; se toca en la lucha continua entre los dos ideales del liberalismo y del socialismo (libertad e igualdad), ninguno de los cuales puede ser vencido sin daño común". 

Por mi parte, amén de recomendarles su lectura, animarles igualmente a leer el libro "Algo va mal" (Taurus, Madrid, 2010), del historiador británico Tony Judt (1948-2010), que a mi entender, actualiza en gran manera lo dicho por Norberto Bobbio en el libro que hemos venido comentando. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt














DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, DEL OTRO LADO DEL DÍA, DE MARÍA FLORENCIA RUA

 







DEL OTRO LADO DEL DÍA




Colillas de cigarrillos se juntan

para armar una montaña

de muerte.


Un pibe de gorrita

abajo de un estribillo

susurra “talento”.

Ideas cortadas con tijera

de metal y nieve

como lamparitas se prenden

en los cuerpos que bailan.

Mensajes anuncian lo que no

pudimos perder:


alguien te espera

del otro lado del día.

Vimos la espalda de una chica

el monumento de un prócer.

Un vómito en la bacha

de la cocina,

un rugbier hablando

de conciencia social,

un sol de rayo láser militando en la nuca.

La noche trabaja por error.

¿Qué confusión va a pestar

para que la luz no avance?

¿Vas a esforzarte en torcer

la puntería?




MARÍA FLORENCIA RUA (1992)

poetisa argentina




















DE LAS VIÑETAS DE HUMOR DE HOY JUEVES, 14 DE AGOSTO DE 2025

 

































miércoles, 13 de agosto de 2025

DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY MIÉRCOLES, 13 DE AGOSTO DE 2025

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz miércoles, 13 de agosto de 2025. Antes del viernes, la evidencia anecdótica y las encuestas independientes apuntaban generalmente a una economía, la estadounidense, que enfrentaba fuertes dificultades como resultado de una política errática, pero las cifras oficiales de empleo seguían indicando un crecimiento sólido, escribe en la primera de las entradas del blog de hoy el el premio Nobel de Economía, Paul Krugman. En la segunda, un archivo del blog de

septiembre de 2013, HArendt comentaba la iniciativa de El País de hacía un mes de publicar una serie de artículos sobre lo que quedaba de la llamada "Primavera árabe" una vez que el ejército egipcio había tomado de nuevo el control del país. El poema del día, en la tercera, se titula Gacela de la terrible presencia, es del poeta español Federico García Lorca, y comienza con estos versos: Yo quiero que el agua se quede sin cauce./Yo quiero que el viento se quede sin valles./Quiero que la noche se quede sin ojos/y mi corazón sin la flor del oro. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean  felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt














DE LA MANIPULACIÓN DE LOS DATOS ECONÓMICOS POR TRUMP

 






En términos económicos, el informe de empleo del viernes equiparó los datos duros con los datos blandos. Antes del viernes, la evidencia anecdótica y las encuestas independientes apuntaban generalmente a una economía que enfrentaba fuertes dificultades como resultado de una política errática, pero las cifras oficiales de empleo seguían indicando un crecimiento sólido, comenta el premio Nobel de Economía, Paul Krugman, en su blog https://paulkrugman.substack.com/ [El estilo paranoico en la economía estadounidense. Recuerda, cada acusación es una confesión] el 05/08/2025.

Sin embargo, el viernes, la Oficina de Estadísticas Laborales informó un débil crecimiento del empleo en julio y, lo que es más importante, revisó a la baja sus estimaciones para mayo y junio. Las cifras oficiales muestran ahora una desaceleración económica; no una recesión, al menos por ahora, sino una marcada desaceleración. A continuación, se presenta el promedio móvil de tres meses del crecimiento del empleo:

La mayoría de los economistas consideraron este informe totalmente creíble. La Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) tiene una excelente reputación por sus análisis minuciosos y objetivos, y como mencioné, el informe del viernes ajustó las estimaciones oficiales a otras evidencias. ¿Qué hay de esas revisiones? Como explicó Jared Berstein en una publicación de Substack ayer, las revisiones son normales . Sin entrar en detalles, la BLS busca ser puntual, por lo que publica informes preliminares basados en datos incompletos y luego los revisa periódicamente a medida que se obtienen más datos. Las revisiones tienden a ser especialmente significativas en los puntos de inflexión; lo que vimos el viernes es exactamente lo que esperaríamos si la economía estuviera experimentando una desaceleración significativa, lo cual se reflejaría con mayor fuerza en los datos revisados que en los informes iniciales. Pero Donald Trump gritó “conspiración” y despidió al director del BLS, porque por supuesto lo hizo:

No quiero dedicar mucho tiempo a desmentir la afirmación de Trump de que hubo una conspiración para desprestigiar las cifras de empleo. Basta decir que manipularlas sería un proceso complejo, que requeriría la cooperación de muchas personas, y casi con seguridad tendríamos denunciantes que nos lo dirían. De hecho, sabremos que está sucediendo cuando, como parece muy probable, el equipo de Trump politice la BLS.

Y como dije, los indicadores independientes también apuntan a una desaceleración del empleo. Por ejemplo, Automatic Data Processing, que gestiona las nóminas de muchas empresas, elabora estimaciones independientes del empleo privado. Conozco a gente que sigue de cerca estos temas y considera que las cifras de ADP son ambiguas y menos fiables que las de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS), pero si la BLS manipulara las cifras para ocultar las glorias de la economía de Trump, esperaríamos ver ese auge oculto de Trump en las estimaciones de ADP. No lo hacemos:

Así que la afirmación de Trump de que las cifras económicas decepcionantes son noticias falsas difundidas por izquierdistas radicales es un disparate. Pero también era predecible. Afirmar que los datos económicos que no te gustan son un fraude perpetrado por una conspiración del Estado profundo ha sido una práctica habitual en la derecha durante mucho tiempo, desde los "conspiradores de la inflación" de la era Obama.

La historia es la siguiente: el desempleo en Estados Unidos se disparó tras la crisis financiera de 2008. Para mitigar la caída, el gobierno de Obama implementó un programa de estímulo fiscal, mientras que la Reserva Federal implementó una política de "flexibilización cuantitativa"; en términos generales, imprimiendo mucho dinero.

Muchos en la derecha se descontrolaron, insistiendo en que estas medidas provocarían una inflación descontrolada, incluso hiperinflación. Sin embargo, economistas más o menos keynesianos como yo desestimamos estas advertencias. Nuestros modelos indicaban que, en una economía deprimida con alto desempleo, una política fiscal y monetaria expansiva no sería inflacionaria; de hecho, advertí que el estímulo de Obama era demasiado pequeño.

Los keynesianos tenían razón. He aquí, por ejemplo, una comparación de la «base monetaria» (reservas bancarias más efectivo en circulación) con los precios al consumidor tras la crisis financiera:

La gran inflación que predijeron los críticos de Obama simplemente no ocurrió. Pero en lugar de admitir que se habían equivocado y replantear sus modelos económicos, muchos en la derecha insistieron en que la inflación galopante realmente estaba ocurriendo, pero que los estadísticos del gobierno ocultaban la cruda realidad. Durante un tiempo, muchos derechistas citaron con entusiasmo a analistas charlatanes —una especie de equivalente económico de los antivacunas o los negacionistas del cambio climático— para respaldar afirmaciones descabelladas sobre la inflación. Y hablo de voces influyentes, no de figuras marginales desconocidas. Por ejemplo, en 2010, el historiador Niall Ferguson, a quien muchos aún consideran un importante intelectual público, insistió en que las cifras oficiales estaban equivocadas y que « la inflación de dos dígitos ha vuelto ». Que yo sepa, nunca ha reconocido su error.

Por cierto, no se trata de que "todo el mundo lo hace". Cuando la inflación se disparó temporalmente bajo el gobierno de Joe Biden, no conozco a ningún economista de tendencia demócrata, dentro o fuera de la administración, que negara la realidad de las cifras de inflación, y mucho menos las atribuyera a una conspiración política. El estilo paranoico de la economía estadounidense es muy propio de la derecha.

Y como para la derecha de hoy toda acusación es una confesión, predije incluso antes de que Trump asumiera el cargo que su administración haría lo que él acusó falsamente a los demócratas de hacer, y comenzaría a manipular los datos económicos .

Sin embargo, ni siquiera yo esperaba que Trump reaccionara ante la primera cifra negativa de empleo de su administración despidiendo sumariamente al comisionado de la Oficina de Estadísticas Laborales. Tampoco esperaba que los funcionarios de Trump fueran tan descarados en su intención de politizar la agencia estadística.

Pero eso es lo que están haciendo. En tan solo unas horas, el economista jefe de Trump respaldó sus teorías conspirativas y declaró la intención del gobierno de reemplazar al personal de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) con leales políticos. En CNBC, Kevin Hassett , director del Consejo Económico Nacional, declaró que en todo el gobierno de Estados Unidos, ha habido personas que se han resistido a Trump en todos los lugares posibles, y declaró que para asegurarnos de que los datos sean lo más transparentes y confiables posibles, vamos a contratar a personas altamente calificadas que tengan un nuevo comienzo y una nueva perspectiva sobre el problema.

Supongo que no soy el único economista que ya está buscando fuentes de datos alternativas que podamos usar para averiguar qué está sucediendo detrás de la fachada de la economía Potemkin que Trump seguramente intentará crear.

La cuestión es que la negativa de Trump a aceptar malas noticias económicas y su probable intento de corromper los datos oficiales probablemente no engañen a mucha gente. Pero, por supuesto, está rodeado de gente que le dirá lo que quiere oír, así que podría lograr engañarse a sí mismo. Y esto significa que cuando la economía empiece a tener problemas graves, Trump ni siquiera admitirá que están ocurriendo cosas malas, y mucho menos hará un esfuerzo serio por solucionarlos.