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jueves, 20 de febrero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] De corrupciones, obscenidades y volcanes (Publicada el 4 de agosto de 2009)




El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy



No acabo de entender muy bien la alegría del señor Rajoy, presidente nacional del partido popular, tras conocerse la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Valencia de sobreseer la acusación contra el presidente del gobierno de la citada comunidad autónoma. Primero porque aunque la decisión del Tribunal considere que no ha habido delito -algo bastante discutible, y de ahí el anunciado recurso de la Fiscalía Anticorrupción ante el Tribunal Supremo- también acredita que el presidente de la comunidad autonóma valenciana recibió unos regalos cuyo pago no ha podido demostrar (regalos que el Sr. Camps dijo desde el primer momento que había pagado, ergo, el Sr. Camps mintió a sabiendas de que mentía). Segundo, porque es muy posible que los miembros del Tribunal Supremo que hayan de ver el recurso, que no están en Valencia sino en Madrid, no tengan tan alto grado de amistad personal y notoria con el señor Camps como algunos de los miembros de la Sala del TSJV que acordó el sobreseimiento de la causa...

¿Cabe de la resolución dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia achacar una corrupción generalizada de los jueces? Yo diría que no, por lo menos, no en mayor número que la que cabría achacar a los bomberos, las asistentas, los empresarios de la construcción, los sindicalistas piqueteros, los políticos, los notarios o los pensionistas como yo. Ni siquiera lo pienso de los jueces de la Sala que ha dictado la resolución.

Sí que lo pienso, por el contrario, del partido popular. La desvergüenza de la cúpula del partido en todo este asunto ha sido tan llamativa que roza la obscenidad. Rebobino y repito: de la cúpula del partido, no de todo el partido.

Hay un precioso librito titulado "Los volcanes", tomo I de la "Guía Física de España" (Alianza, Madrid, 1986), dirigida por la geógrafa Carmen Romero, que se abre con una cita sobre los volcanes de mi tierra, Canarias, que dice así: "En Canarias no hay volcanes; toda Canarias es un volcán".

Si me permiten trasponer la cita a la vida pública española, la misma quedaría más o menos así: "En España no hay partidos corruptos; lo que está corrompido es la totalidad del sistema partidista".

Y la pregunta es: ¿tiene solución? Desde luego que sí, si hubiera voluntad por parte de sus protagonistas, los partidos. Voluntad que no parece tener nadie Rajoy, CampsAguirreBarberá y Soria (presidente de la "franquicia" pepera en Canarias, y recien salvadito por el TSJC de un embrollo similar), que tanto se ríen estos días...

En un artículo titulado "De regalos y corrupciones" que publican hoy en El País el abogado Agapito Ramos y el escritor Jorge M. Reverte, proponen un sencillo procedimiento para acabar con este tipo de corrupción a base de establecer un tope de precio a las dádivas, transparencia en las finanzas de los partidos y en los salarios de los políticos, medidas útiles -a su juicio- para atajar conductas impropias sin necesidad de legislar sobre la cuestión. Tengo serias dudas de que funcione, pero por intentarlo, que no quede. HArendt




El presidente de la C.A. de Valencia, Francisco Camps


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 6 de octubre de 2017

[A vuelapluma] Puigdemont y Rajoy, amortizados





Sea cual sea el resultado final de esta crisis social, política e institucional que estamos viviendo en España, y que un servidor de ustedes espera que se resuelva con los menores daños posibles para los catalanes y el resto de los españoles, no lo será desde luego por el valioso concurso que a ello hayan aportado los señores Puigdemont y Rajoy. Del primero no voy a decir nada porque es el principal responsable de esta crisis. Del segundo, cuya competencia es manifiestamente mejorable, resulta difícil entender como ha sido posible que llegara a presidente del gobierno de España. Claro está que si Donald Trump ha llegado a presidente de los Estados Unidos cualquier "cosa" es posible...

De "fusible", califica el profesor de la Facultad de Ciencias Políticas de la UNED, José Ignacio Torreblanca, a Mariano Rajoy. Nunca nadie pidió tanto apoyo para hacer tan poco, tan tarde ni tan mal, dice de él. Y lamento tener que reconocer que es una opinión que comparto al completo.

Un fusible es “un componente eléctrico hecho de un material conductor, generalmente estaño, que tiene un punto de fusión muy bajo y se coloca en un punto del circuito eléctrico para interrumpir la corriente cuando esta es excesiva”. “El fusible”, se nos explica, “se recalienta y se rompe (salta) y actúa como mecanismo de seguridad de toda la instalación”, comienza diciendo José Ignacio Torreblanca.

Eso es justo lo que nos ha faltado y falta en la crisis catalana. Nuestro sistema democrático ha ido recibiendo sobrecarga tras sobrecarga sin que saltara ningún mecanismo de seguridad: ni de diálogo cuando era posible ni de firmeza cuando era necesaria. La responsabilidad principal es, sin duda, de aquellos que han decidido introducir en el sistema democrático tensiones de un voltaje más alto del que este está preparado para soportar. El populismo, el nacionalismo, la apelación a la democracia directa, el vaciamiento de las instituciones, la excitación de sentimientos de odio y humillación, la reivindicación de la calle y la desobediencia como instrumentos de cambio político, el desprecio a las más elementales normas de convivencia, legales pero también cívicas, no tienen fácil cabida en un sistema eléctrico diseñado para el día a día de pagar las pensiones, construir carreteras, educar a los niños y curar las enfermedades de ciudadanos normales.

Pero la responsabilidad final es del vigilante del sistema, un señor que presume de anodino pero en cuyas manos, como jefe de Gobierno, los ciudadanos han depositado la responsabilidad de administrar el sistema eléctrico, esto es, la democracia. Rajoy ha asistido impávido durante años al desbordamiento de la tensión. Todas sus previsiones han resultado fallidas: los independentistas se dividirían, no iba a haber referéndum, los Mossos iban a colaborar, no habría declaración de independencia. Y todas sus actuaciones fracasadas en términos de eficacia pero también de comunicación, interior y exterior. Nunca ha tenido un plan, ni parece tenerlo ahora, más allá de trasladar los costes a otros y evitar su desgaste. Desde el Rey hasta la Fiscalía pasando por la Policía, Guardia Civil o los jueces, todas las instituciones del Estado han sufrido las descargas de alta tensión que él no ha querido asumir. Nunca nadie pidió tanto apoyo para hacer tan poco, tan tarde ni tan mal, concluye su artículo.

Y un servidor, en plan arbitrista, como voz que clama en el desierto, se atrevería a lanzar una sugerencia: Una vez encauzada la crisis, porque resolverse tardará aún un tiempo en resolverse, ¿sería posible un mínimo de responsabilidad por parte de los partidos constitucionalistas nacionales, es decir PSOE-PP-Cs (los cito por orden de antigüedad histórica y no por afinidad de ningún tipo), formaran un gobierno de unidad nacional paritario presidido por una personalidad independiente y claramente comprometida con los valores democráticos [¿qué tal un Emilio Lledó -perdóneme, don Emilio, por el atrevimiento] que promoviera una reforma constitucional consensuada y una vez aprobada por las Cortes convocara elecciones generales?



Mariano Rajoy y Carles Puigdemont



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt




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lunes, 29 de agosto de 2016

[A vuelapluma] El paripé de la investidura





No tengo muy claro si me molesta más el que intenten tomarme el pelo o el que me quieran hacer comulgar con ruedas de molino... Lo digo por el paripé que se traen PP y Ciudadanos en torno a sus pactos sobre programas de gobierno que faciliten la investidura de Mariano Rajoy como presidente. 

Que ellos se lo crean (cosa que no me creo), me parece bien. La política es ante todo y sobre todo representación, espectáculo. Y me hace gracia ver lo serios que se ponen ambos, Rajoy y Rivera, escenificando sus encuentros. Hasta amagan con enfadarse y todo, y se hacen mohines sobre quién de ellos quiere más a España. Puro espectáculo.

Pero no cuela. Como dice el periodista Fernando Garea en su artículo Los Toros de GuisandoMariano Rajoy se arrepentirá de haber ridiculizado en marzo un pacto como el de PSOE y Ciudadanos que era insuficiente para sacar adelante una investidura. Igual que estos días se habrá, añade, arrepentido de las duras críticas al anterior presidente del Congreso por demorar la investidura de Pedro Sánchez o por convocar el debate con un formato diseñado a mayor gloria del candidato, es decir, por hacer lo mismo que ahora ha hecho su fiel Ana Pastor. 

No tengo empacho alguno en confesar que mi segunda opción de voto, a poca distancia de mi preferida, es la de Ciudadanos. Me cae mejor su partido que su líder. A pesar de ello me causa desazón la acerba crítica, creo que justificada, que de Albert Rivera hace el escritor Julio Llamazares en su artículo El pichón. En el argot ajedrecístico, dice Llamazares, se conoce como pichón al jugador falto de experiencia, presa fácil de sus competidores. La negociación que pretende llevar a cabo con ese buitre viejo que es el incombustible Rajoy confirma ese pensamiento y le hace merecedor del apodo, por inocente y falto de toda malicia. Las condiciones que ha puesto para apoyar a aquel en su investidura, añade, las hubiera aceptado cualquiera, hasta un Bárcenas que volviera al PP. ¿Quién no va a estar de acuerdo con que los imputados no ocupen cargos públicos, con que se termine con los aforamientos, con que se cree una comisión que investigue la financiación ilegal del PP, con que se terminen los indultos a condenados por corrupción, con limitar los mandatos de los presidentes del Gobierno a ocho años o dos legislaturas y hasta con la reforma de la ley electoral? Yo digo que sí ahora y ya veremos, le debió de decir Rajoy mirándolo con ternura, termina diciendo. 

Pero también me resulta bastante deprimente, a pesar del buen humor con que intento asistir al espectáculo, aunque solo sea para que los actores se ganen su sueldo, el papel que está jugando Pedro Sánchez en la representación. Evidentemente le doy toda la razón en negarse a dar los votos de su partido a un candidato al que detesta (como yo) por corrupto, cínico e incompetente, y algunos adjetivos más gruesos que me guardo por un elemental sentido de educación que no me gustaría perder definitivamente. Pero no me resulta de recibo la noticia de que aunque el PP cambiara de candidato en la investidura, el PSOE no se replantearía su "no". Me parece que eso es ponerse puertas a uno mismo, pero en fin, él sabrá lo que hace mejor que yo.

Con fina ironía gallega, tan distinta del sarcasmo de que hace gala su paisano, escribía también hace días un delicioso artículo el profesor Xosé Luis Barreiro. Lleva el título de Reciclando obviedades. El problema de Rivera, dice Barreiro, es que creyó que podía situarse en el centro de la política, y convertir al PP en variable dependiente. Y tales fueron su osadía e inexperiencia al ponerle condiciones a Rajoy, que acabó convertido en un sándwich listo para ser devorado. Cosa que está diciendo muchas más gente pero que Rivera y Ciudadanos no parecen querer ver. A estas alturas de la película, añade Barreiro, solo hay dos opciones: hacer cualquier cosa para que no haya elecciones, o hacer elecciones para que no haya cualquier cosa. Y yo -mayor de edad, con mucha experiencia y alguna ciencia, y con todos los sentidos conservados- elijo la segunda, añade.  Me apunto yo también a ella.

Me gustaría comentar en último lugar un reciente artículo firmado por el catedrático de Derecho Constitucional Jorge de Esteban titulado El ejemplo de Suárez. Y lo cito porque pienso que ilustra muy bien, a mi juicio, la razón por la que tantos españoles de mi quinta, esa que ronda ya la edad del paso a la eternidad, echamos de menos a pesar de sus innegables carencias a un político como Adolfo Suárez. Sería deseable, dice el profesor De Esteban, que no entrásemos en otro periodo electoral aceptando que la solución mejor para España fuera que Rajoy, siguiendo el ejemplo de Suárez, dimitiera. Pero si fracasa en la segunda votación de investidura, añade, debería presentar su renuncia, porque esa decisión sí que desbloquearía definitivamente el corsé que nos tiene agarrotados. Únicamente sería necesario entonces que con toda urgencia el PP eligiese, como sucedió en el caso de Calvo-Sotelo, un candidato para la Presidencia del Gobierno. Si esa persona fuera más abierta al cambio que Rajoy, podría volver a barajarse un Gobierno de coalición de los tres partidos constitucionalistas, única manera de llevar a cabo las reformas, incluidas las constitucionales, que necesita España, que mientras Rajoy siga en el cargo son prácticamente imposibles. ¿Se lo plantearía el PP llegado el caso? ¿Se repensaría su abstención el PSOE en esa circunstancia? ¿Tiene Rajoy sentido de Estado suficiente para entender que él es ya más obstáculo que solución? Me gustaría creer que sí pero tengo mis dudas. La representación comienza en unos horas. Disfrútenla, y ¡arriba el telón!


Adolfo Suárez (Caricatura de Jorge Arévalo)



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martes, 23 de agosto de 2016

[A vuelapluma] Vamos a jugar al trile...





Vamos primero con las definiciones, y recurro como siempre al nuevo Diccionario de la lengua española (2014). 1.- trilero: Tahúr que dirige el juego del trile. 2.- tahúr: Jugador fullero. 3.- fullero: Que hace fullerías. 4.- fullería: Astucia, cautela y arte con que se pretende engañar. Y 5.- trile: Juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada. Aclarado queda...

En contra de lo que suelen afirmar los filósofos, uno no suele ser buen juez de sí mismo... Por eso, quizá, hace unos días me quedé con mal sabor de boca al publicar mi último vuelapluma, titulado Coincidencia casual y dedicado a nuestro presidente del gobierno en funciones don Mariano Rajoy. ¿Me habré pasado dos pueblos, como decía graciosamente otro destacado exdirigente del PP reverenciado en su momento por don Mariano y ahora defenestrado como apestoso por lo que pueda pasar? Me tengo por una persona ecuánime y poco dada a los exabruptos... En mis tiempos de activismo político y sindical me molestaba profundamente que mis compañeros me dijeran que tenía la sangre de horchata, dado que era difícil sacarme de mis casillas fuera cual fuera la situación. Bien, supongo que con la edad uno pierde facultades...

Don Mariano amenaza a los españoles con unas terceras elecciones el día de Navidad... La verdad es que sería una pasada, pero en fin cosas más raras se han visto. Lo que me llama poderosamente la atención es que haga responsables de esas nuevas elecciones, ¡tres, tres en un año!, a quien no vote por él como presidente del gobierno en el próximo pleno de investidura. Ganarse la investidura es su problema, no el de la oposición ni el de los que no le hemos votado. Y si es incapaz de conseguirlo, la solución no es pedirles a los demás que le voten, sino que él, por el bien de todos los españoles, se bote a sí mismo. O pedírselo a su partido. Lo demás es faena de tahúr, trilero o farsante. O de pillo, o pícaro, si prefieren que recurramos a términos arraigados en la tradición literaria española.

Ver que persona tan comedida habitualmente como el periodista Xavier Vidal-Folch tenga que recordarnos algo tan elemental como lo anterior en un artículo de El País titulado Embestidura me reconcilia conmigo mismo. Nunca sabrá cuanto se lo agradezco.

Todo feo. Demasiadas embestidas tácticas en la pre-cocción de la investidura de Mariano, dice Vidal-Folch. La primera fue ningunear la Constitución, cuando el candidato designado por el Rey amagó con desobedecerla. Pidió reunirse con el líder de la oposición “para ver si me presento”. ¿Cómo que si me presento? Despreciaba así el mandato del artículo 99.2 de la Carta Magna, por el que el candidato “expondrá” su programa y “solicitará” la confianza de la Cámara. No es una opción, es un doble imperativo. Una doble obligación de hacer. Cuestionarla es una conducta extraña en un dirigente que predica sin descanso la necesidad de cumplir la ley. ¿O eso solo rige para los demás?

La segunda, continúa diciendo, fue olvidar la promesa al probabilísimo socio, y a su propio partido: “Una vez conocidas las condiciones de Ciudadanos para negociar, las someteré a debate y aprobación por el Comité Ejecutivo Nacional del PP” (tuit del día 10). No hubo nada porque “el PP no ha venido a hablar de condiciones”, proclamó tras reunir ese órgano, el día 17. Una coz, quizá para devaluar el impacto de su inmediata aceptación integral —verdadero trágala— de las seis sensatas condiciones de marras.

La tercera y última embestida, añade, fijar la fecha de investidura de forma que si fracasa, la tercera elección deba celebrarse el 25-D. Para presionar a Pedro Sánchez a facilitarla: “A ver si tiene narices de enviar a 36 millones de españoles a votar en Navidad”, tuiteó, gentleman, Xavier García Albiol. “Chantaje”, replicó Jordi Sevilla. Escupir a la mano de quien te tiene que dar de comer, curiosa táctica. Exigir al rival que haga (abstenerse) lo que tú no hiciste (ídem) cuando estabas en su posición de hoy (ser candidato), sorprendente coherencia.

Agravada si lo haces de forma perentoria, agónica, amenazante, termina diciendo. Confundir investidura con embestidura conlleva riesgo: la de desanimar, desincentivar e inhibir a aquellos de los rivales —los hay— partidarios de desbloquear la situación. ¿Cómo? Imponiendo un alto precio (social: ajuste sin recortes de bienestar, alza del salario mínimo, convenios serios, fiscalidad progresiva, alquiler simbólico a los desahuciados…) a su indispensable abstención. Matar, pero muriendo, pésimo negocio.

Gracias, don Xavier. Hoy dormiré mucho más tranquilo; gracias de todo corazón. 



El rey Felipe VI y el presidente Mariano Rajoy



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jueves, 18 de agosto de 2016

[A vuelapluma] Coincidencia casual






Trilero, truhán, tahúr, granuja, pícaro, pillo, bellaco, rufián, vago, truchimán, estafador, tafur, fullero, garitero, baratero, ventajista, matutero, cuco, chamarilero, timbero, tramposo, tuno, astuto, golfo, belitre, bergante, artero, vil, alfanate, ruin, tunante, zascandil, retrechero, bajo, doloso, desvergonzado, charrán, ribaldo, alfarnate, infame, mantés, ladino, taimado, vivo, quídam, badulaque, ñiquiñaque, modrego, paria, arrastrado, zorro, galopo, galopín, guripa, sinvergüenza, gamberro, desarrapado, indeseable, canalla, golfante, perillán, chusma, hampón, buscón, trotacalles, etc., etc., etc...

Cualquier relación causal entre los sustantivos de más arriba y el inquilino del piso de más abajo es mera coincidencia.



Palacio de La Moncloa, Madrid, España



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domingo, 24 de enero de 2016

[A vuelapluma] Mariano Rajoy: La última desvergüenza de un personaje indigno y sin honor




Caricatura de Mariano Rajoy


Este último a "Vuelapluma" va a ser cortito y sin apenas nada original que aportar, pues me limito a reproducir lo que otra persona ha dicho al respecto con mucha mayor elegancia de la que yo pudiera hacerlo. Me refiero al artículo de hoy en El País de la periodista Soledad Gallego-Díaz sobre la espantada de ese personaje indigno y sin honor que es el presidente en funciones del gobierno de España, don Mariano Rajoy Brey, a la petición del Rey de que intentara formar gobierno como candidato del partido más votado en las elecciones del pasado 20 de diciembre.

Se titula Tácticas que hunden a instituciones, y lo reproduzco a continuación sin glosa ni comentario más alguno. Ni que decir tiene que lo comparto plenamente desde la primera letra del título al punto y final del mismo. Dice así:

"La maniobra que hizo Mariano Rajoy esta semana supone un doble desaire al rey. Primero, se negó a someterse al voto de investidura, como expresamente le pedía Felipe VI y como él mismo había asegurado que estaba dispuesto a hacer. Segundo, insinuó que el rey le volverá a pedir lo mismo en el momento que al propio Rajoy le convenga más.

La desagradable consecuencia de toda esta artimaña (que no tiene nada que ver con un negociación poselectoral, sino que solo aspira a paralizar los plazos constitucionales y a sacar ventajas) es que, por el camino, habrá quedado deteriorado el papel mediador del rey y la monarquía será una institución más de las que Mariano Rajoy y el PP vienen utilizando desde hace años como si fueran parte de sus estrategias y tácticas.

Es cierto que el presidente en funciones hubiera firmado su testamento político si se hubiera sometido a una investidura que tenía seguro perder en escandalosa soledad. Las constituciones europeas permiten que el jefe de Estado encargue la formación de gobierno a un candidato y que este renuncie al cabo de un tiempo si no logra los apoyos necesarios, pero la española exige que quien recibe el encargo se someta a la sesión de investidura. Debería ser uno de los motivos por los que la Constitución necesita una reforma, pero de momento, es la que es. Lo que ninguna constitución prevé es que un candidato que rechaza el cometido le diga al jefe de Estado en qué momento le vuelve a interesar.

Sería curioso que Sánchez aplicara la misma táctica que Rajoy y rehusara también la propuesta del rey. Puesto que, según la Constitución, hay que convocar nuevas elecciones dos meses después de la celebración del primer acto fallido de investidura, ¿qué pasa si no hay votación de ningún tipo? ¿En qué plazo podría el rey proponer al presidente del Congreso la disolución de las cámaras?

La operación parece destinada a meter presión al dirigente socialista, Pedro Sánchez. La esperanza del PP es que fracase en su rápida negociación con Podemos o que el comité federal del PSOE rechace ese eventual acuerdo, dos posibilidades no descartables dada la petulancia (y dudosa intención) con la que Pablo Iglesias se lanzó a proponer un gobierno de coalición con Sánchez, repartiéndose los ministerios, sin molestarse en anunciar acuerdos previos, políticos o económicos.

Desde el punto de vista de Rajoy, lo único que importa es que Sánchez, totalmente contrario a cualquier acuerdo con el PP, quede invalidado como candidato socialista, momento en el que el presidente en funciones, embozado en una anhelada abstención del PSOE, cree que puede llamar al rey para decirle: “Vuelva a pedírmelo ahora mismo”.

Lo que resulta inconcebible en toda esta historia es que Rajoy no haya aprovechado el 20-D para anunciar su retirada de la política o que los sectores más jóvenes y sanos de su partido no fueran capaces de imponerle ese abandono. El mismo día en el que Rajoy puso en marcha esta maniobra, una juez de Madrid ordenó imputar al PP por la destrucción de los ordenadores de Bárcenas y el número tres de la Presidencia del Gobierno presentaba su dimisión, señalado por haber participado durante su etapa en la empresa estatal Acuamed en la adjudicación de “compensaciones indebidas” a firmas particulares. ¿Cree posible el PP mantenerse en la presidencia del Gobierno, cercado por decenas de investigaciones judiciales e ignorando el coste que hace pagar a las instituciones? ¿Creen los dirigentes socialistas, tan lógicamente irritados con la jactancia de Podemos, que sus votantes soportarán mejor al PP?".

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jueves, 10 de diciembre de 2015

[A vuelapluma] La ausencia del presidente: "Honi soit qui mal y pense"




Caricatura de Mariano Rajoy


Que se avergüence quien haya pensado mal... La frase que da título a esta entrada de hoy fue pronunciada por el rey Eduardo III de Inglaterra a mediados del siglo XIV con ocasión de un lance cortesano que se hizo célebre. Y no creo que nuestro ínclito presidente del gobierno, don Mariano Rajoy, tenga la menor idea de su origen; o quizá sí, pero tengo dudas razonables sobre ello. 

La verdad es que por esas asociaciones de ideas de las que escribo a menudo, pensé en ella a raíz de la clamorosa y vergonzante estampida de nuestro presidente en todos los debates electorales a cuatro que se están dando en esta campaña electoral y de los sesudos análisis que, unos y otros, están haciendo sobre las razones profundas de su inexplicable y antidemocrática actitud. En todo caso, y perdónenme lo soez de la expresión, me la trae floja lo que haga o deje de hacer en la campaña electoral don Mariano Rajoy, así que aclarado el asunto, y ya que la frase original fue pronunciada en el antiguo dialecto normando-francés, voy a referirme a la destacada influencia francesa (pues fueron normandos, no los autóctonos sajones, los fundadores del Reino de Inglaterra) en algunas tradiciones británicas.

Tres ejemplos. ¿Sabían ustedes que el lema del Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda del Norte, que figura en su escudo de armas nacional dice Dieu et mon droit (Dios y mi derecho), así, escrito en francés? El nuestro, el de España, está en latín, y ya saben, dice eso de: Plus Ultra, es decir, Más allá, que fue el lema personal del rey Carlos I. 

¿Sabían ustedes que también se escribe en francés la fórmula mediante la cual los reyes de Gran Bretaña e Irlanda del Norte sancionan y promulgan las leyes: La Reine le veult, la Reina lo quiere? En nuestro país la fórmula de sanción legal es un poco más larga y formal: Yo, Felipe VI, Rey de España, a todos los que la presente vieren y entendieren. Sabed: que las Cortes Generales han aprobado y Yo vengo en sancionar la siguiente Ley. 

Y tercero, ¿sabían ustedes que el panteón real inglés en el que descansan Enrique II, Ricardo Corazón de León o Leonor de Aquitania, y algunos otros reyes ingleses está en suelo francés; concretamente en la Abadía de Fontevrault, cerca de Chinon, en Anjou?, ¿no?, bueno, pues ya saben otra cosa más.

Pero me he ido por las ramas, como siempre, porque lo que yo quería, aprovechando la excusa de la tocata y fuga de nuestro presidente de los debates electorales, era contar la historia del lance que que dio origen a la frase Honi soit qui mal y pense, y con ella al nacimiento de la Orden de la Jarretera, una de las más preciadas condecoraciones de la monarquía británica. Aunque la del Toisón de Oro de la monarquía española la gane por goleada. Dicho sin animus iniuriandi, que conste.

Cuenta la leyenda que una noche en que el rey Eduardo III de Inglaterra estaba bailando con la condesa de Salisbury en una gran fiesta de la corte, hacia el año 1344, la dama perdió su jarretera (liga), y aunque nunca se ha sabido si la caída de la liga fue voluntaria o accidental, el rey, apercibido del incidente, acudió presuroso y galante a recogerla y devolvérsela a su propietaria. Fue entonces que Eduardo se dio cuenta de que la gente de su alrededor estaba sonriendo y murmurando, así que, con toda la razón del mundo, parece que exclamó airado en normando-francés: Honi soit qui mal y pense, que en román paladino quiere decir: Que se avergüence quien haya pensado mal, y colocándose la media sobre su propio muslo, añadió que haría la pequeña jarretera azul tan gloriosa que todos querrían poseerla. Y con tal fin creó el rey la Orden de la Jarretera, cuyo símbolo es una jarretera azul oscuro, de borde dorado en la que aparecen las palabras pronunciadas por el rey. Hermosa historia, ¿no les parece?

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El lema de la Orden de la Jarretera en el castillo de Windsor




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viernes, 27 de noviembre de 2015

[Humor y Poesía] Hoy, "Amor, déjame, Amor; queden perdidos", de Luis Carrillo







Es muy posible que a algún purista le parezca una blasfemia lo que pretendo hacer durante unas semanas: unir en la misma entrada algunos de los más bellos sonetos de amor y a mis viñetistas cotidianos preferidos. Bien, pues lo siento por los puristas, pero un servidor piensa que hay pocas cosas en la vida más serias que el amor y el humor, así pues, ¿por qué no juntarlos?  Todo ello sin mayores pretensiones, aun reconociendo que meter en el mismo envoltorio un soneto de amor y unas viñetas humorísticas, por muy preñadas que estén de crítica social y realidad cotidiana, puede no resultar una fórmula afortunada. En cualquier caso, espero que sean de su agrado. 

El soneto es una composición poética compuesta por catorce versos de arte mayor, endecasílabos en su forma clásica, que se organizan en cuatro estrofas: dos cuartetos y dos tercetos. En el primer cuarteto suele presentarse el tema de la composición, tema que el segundo cuarteto amplifica. El primer terceto reflexiona sobre la idea central expresada en los cuartetos. El terceto final, el más emotivo, remata con una reflexión grave o con un sentimiento profundo desatado por los versos anteriores. De Sicilia, el soneto pasó a la Italia central, donde fue también cultivado por los poetas del "dolce stil nuovo" (siglo XIII). A través de la influencia de Petrarca, el soneto se extiende al resto de literaturas europeas.

Continúo hoy la serie de sonetos de amor con el titulado "Amor, déjame, Amor; queden perdidos", de Luis Carrillo y Sotomayor (1585-1610). Poeta, prosista y traductor español, representante del tópico, tan común en el Siglo de Oro, de hombre de armas y letras, y tan obsesionado por el paso del tiempo como exagerado en su apasionamiento religioso. De noble familia, estudió en Salamanca. Fue caballero de la Orden de Santiago, cuatralbo en las galeras de España, soldado en las luchas contra los moriscos y comendador de la Fuente del Maestre. Vivió en la Corte y frecuentó el círculo de Alonso Pérez de Guzmán, duque de Niebla, a quién numerosos poetas andaluces de la época, entre ellos Góngora, habían dedicado su producción. Los nombres de las mujeres a las que ensalza en sus obras se camuflan bajo los de Celia, Laura, Lisi, lo que no ha impedido que la crítica haya podido atribuir dichos apodos a personajes reales de la época. No es pequeña su producción literaria en verso teniendoen cuenta su breve existencia: cincuenta sonetos, dos églogas, quince canciones, ocho romances, un epitafio, tres letras, nueve poemas en redondillas, uno en liras y uno en décimas. Hay en ellas ecos de Garcilaso y preanuncios de Góngora. En prosa, es autor del interesante tratado Libro de la erudición poética (1611), en el que expone la estética del Barroco. El conceptismo y el culteranismo tienen en Luis Carrillo su precedente más inmediato.Tradujo versos del Remedia amoris de Ovidio y del De brevitate vita de Séneca. No publicó sus poesías en vida.

Las viñetas que acompañan la entrada son de los dibujantes Gallego y Rey, Idígoras y Pachi, Padylla, Peridis y Ricardo. Todas ellas dedicadas monográficamente a nuestro presidente del gobierno don Mariano Rajoy.


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt


***



AMOR, DÉJAME, AMOR; QUEDEN PERDIDOS

Amor, déjame, Amor; queden perdidos
tantos días en ti, por ti gastados;
queden, queden suspiros empleados,
bienes, Amor, por tuyos, ya queridos.

Mis ojos ya los dejo consumidos
y en sus lágrimas propias anegados;
mis sentidos, ¡oh Amor!, de ti usurpados
queden por tus injurias más sentidos.

Deja que sólo el pecho, cual rendido,
desnudo salga de tu esquivo fuego;
perdido quede, Amor, ya lo perdido:

¡Muévate -no podrá- crüel, mi ruego!
Más yo sé que te hubiera enternecido
si me vieras, Amor; mas eres ciego.

Luis Carrillo


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VIÑETAS




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 26 de agosto de 2015

[A vuela pluma] El PP, como Esparta. Reinterpretando a Platón



Ruinas de la acrópolis espartana



El título de "Padre" de la "Historia" se lo disputan dos ilustres griegos, Heródoto y Tucídides, que vivieron entre el 484 y el 400 a.C. Personalmente, como historiador, no sabría a cuál dar mi voto para resolver la controversia. La "Historia" de Heródoto me encanta por su amenidad; de Tucídides, su "Historia de la guerra del Peloponeso" me resulta fascinante. Por mí, les concedería el premio, "ex aequo", a los dos. No sé lo que pensará al respecto el sociólogo Amando de Miguel, pero en el diario El País de ayer, en su artículo "Memoria histórica: Miseria de la Historia", arremetía con bastante dureza, a cuenta de la aplicación y desarrollo de la Ley de Memoria Histórica, contra políticos e historiadores que parecen ver la Historia con anteojeras. Es decir, que solo ven de la Historia la parte que les interesa, obviando la complejidad de la misma. Y es que, como decía Voltaire, "la verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura". Creo que tiene buena parte de razón en su crítica, pero no paso de ahí.

También Platón plantea en su "República", cuestiones de Historia. Pero de historia futura, basada en el pasado. Para Platón, que vivió la crisis total de la democracia ateniense tras su derrota a manos de Esparta en la guerra del Peloponeso (431-404 a.C.), el modelo ideal de Estado no es su Atenas natal, sino Esparta. Una Esparta ideal regida por filósofos, quizá por él mismo, pero eso sí, inmóvil, anclada en un estado social absolutamente rígido e impermeable a cualquier cambio. Un ideal basado en un pasado mítico, perfecto e inalterable donde cada hombre y cada clase tiene su lugar y su función y cualquier novedad resulta un peligro para el Estado.

Cualquier comparación entre Platón y Mariano Rajoy es una mofa inaceptable, una ofensa al primero de ellos que yo no voy a cometer. Sin Platón y sin sus enseñanzas, y las de su maestro, Sócrates, el mundo sería mucho peor de lo que es; si Mariano Rajoy hubiera seguido de registrador de la propiedad el mundo no creo que lo echara en falta, y seguro, España estaría mucho mejor de lo que está. Da la impresión de que el señor presidente del gobierno estuviera intentando trasladar a la sociedad española el ideal de Estado inmovilista que Esparta representó y que Platón defendió implícitamente, con argumentos brillantes, en la "República"¿De qué otra manera cabría entender el anuncio del vicesecretario de Comunicación del PP, Pablo Casado, de que su partido renuncia a toda idea de reformar la Constitución en su programa electoral? Y ello, alegando que "cualquier intento de reforma podría servir para que los secesionistas tengan un resquicio para reescribir la historia de España". 

Es evidente que el señor Rajoy es un artista reconocido en lo de mezclar churras con merinas, pero que su cinismo y desvergüenza llegue a estos extremos resulta difícil de asimilar. Pero bueno, ahí esta. Cierto es que tal y como se presenta el panorama de las nuevas Cortes que surjan en diciembre, cualquier reforma constitucional que no cuente con el apoyo de PP y PSOE, sea cuales sean las otras fuerzas presentes en el Parlamento, está condenada al fracaso por loable que resulte la pretensión. De ahí que cupiera esperar, al menos hasta el anuncio reciente citado, alguna esperanza de consenso. No hay tal. De momento, y aunque en política casi todo es posible en cuestión de alianzas, ese es el "estado de la cuestión". Es decir, que una hipotética reforma de la Constitución no es para el gobierno y el partido que lo sustenta una "Cuestión de Estado", sino mero oportunismo electoral y que donde dijeron "digo" ahora dicen "Diego"... Y aquí, seguimos, inmóviles, camino del desastre.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Ruinas de la acrópolis ateniense





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