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miércoles, 17 de mayo de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Dibujo", de Ana María Mopty de Kiorcheff





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Dibujo,  de la escritora argentina Ana María Mopty de Kiorcheff (1948). Nació en San Miguel de Tucumán, donde actualmente vive. Es profesora en Letras, egresada de la UNT, con ejercicio de la docencia en escuelas secundarias y universidades de Jujuy y Tucumán. Participó en libros colectivos y publicó cuatro libros de cuentos y microrrelatos. Figura también antologías internacionales y actualmente estudia la narrativa breve en al Noroeste Argentino. Es una de las coordinadoras y fundadoras de la "Asociación Literaria Dr. David Lagmanovich", dedicada a la difusión de los textos de ese autor y de la microficción en general.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Dibujo, de Ana María Mopty de Kiorcheff, publicado en Microrrelatos (1998). Tiene diecinueve palabras, y dice así:



DIBUJO

Con claridad soñó que
 el que lo creaba, moría. 
Al día siguiente no pudo
 despertar ninguno de los dos.





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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jueves, 20 de abril de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Poema I", de Alba Omil





Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Poema I,  de la escritora argentina Alba Omil. Nacida en Recreo, Catamarca. Maestra Normal Nacional, se graduó en Lengua y Literatura Española y Americana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Fue diputada provincial por el partido Unión Cívica Radical Intransigente. Sigue escribiendo cuentos y ensayos.

La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? 

Les dejo con el relato Poema I, de Alba Omil, publicado en Con ritmo de jazz (1998). Tiene dieciocho palabras, y dice así: 


Poema I

De nuevo lo golpeó la realidad, 
con saña. 
Quiso aislarse del mundo. 
Borrarlo. Reconstruirlo. 
Y escribió el poema.








Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 31 de marzo de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Adán y Eva", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Adán y Eva,  de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Denevi irrumpió en el mundo literario con más de treinta años con su novela Rosaura a las diez, que se convierte de inmediato en un gran éxito y que más tarde sería llevada al cine. También incursiona en el mundo del teatro, pero es como cuentista, cuando en 1960 obtiene el premio de la revista "Life en español" por su relato Ceremonia secreta, cuando alcanza mayor fama. Sus personajes bordean lo estrafalario, y en sus relatos predominan la ambigüedad, la intriga y el humor negro. Practicó el periodismo político, fue presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, y miembro de la Academia Argentina de Letras. 

Su relato, incluido en la obra Parque de diversiones (1970), tiene diecisiete palabras y dice así: 


ADÁN Y EVA 

Recordando lo que él hizo 
con el amor de Dios, Adán 
siempre recelará del amor de Eva.



Adán y Eva (1507), por Alberto Durero. M. del Prado, Madrid


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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lunes, 13 de marzo de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Dolores zeugmáticos", de Guillermo Cabrera Infante





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Dolores zeugmáticos , de Guillermo Cabrera Infante (1929-2005) escritor y guionista cubano, exiliado por su oposición al régimen castrista, nacionalizado británico. Obtuvo el Premio Cervantes en 1997. Su estilo se caracteriza por los continuos retruécanos, paronomasias, agudezas, uso del hipérbaton y traslaciones idiomáticas, con los que intenta imitar el ritmo sincopado del jazz; por el dominio de los registros coloquiales de la lengua cubana, por un espléndido sentido del humor y por una gran cultura, manifiesta en la abundante intertextualidad de que hacen gala sus textos.

Su relato, incluido en la obra Exorcismos de estilo (1967),  tiene dieciocho palabras y dice así: 


DOLORES ZEUGMÁTICOS

Salió por la puerta y de mi vida, 
llevándose con ella mi amor
 y su larga cabellera negra








Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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miércoles, 22 de febrero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "El harén de un tímido", de René Avilé





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 


Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado El harén de un tímido, de René Avilés Fabila (1940), escritor, periodista y catedrático de universidad mexicano, autor de cuentos, novelas y obras autobiográficas. Notable exponente iberoamericano de la prosa narrativa contemporánea, su obra ha sido incluida en multitud de antologías, traducida a diversos idiomas y analizada por múltiples estudiosos de distintos países. Inició su carrera literaria en 1960 formándose literariamente con escritores como Juan José Arreola y Juan Rulfo. Ha abordado diversos géneros, como la novela y el cuento, principalmente fantásticos y amorosos.

Su relato, incluido en la obra Cuentos de hadas amorosas, tiene quince palabras y dice así: 



EL HARÉN DE UN TÍMIDO

Como temía decirles que no,
opté por conservar a todas 
las mujeres que he amado.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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miércoles, 15 de febrero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Preocupación", de Orlando E. Van Bredam





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Preocupación, de Orlando E. Van Bredam (San Marcial, 1952). Escritor, ensayista y profesor argentino. Catedrático de Teoría Literaria y Literatura Iberoamericana en la Universidad Nacional de Formosa, Argentina. Desde niño se interesó por la literatura. Dos antologías nacionales de microrrelatos han incluido textos suyos. Ha sido finalista del Premio Clarín Alfaguara y obtenido varios premios nacionales argentinos. 

Su narración, incluida en la obra La vida te cambia los planes (1994), tiene veinte palabras y dice así: 


PREOCUPACIÓN

—No se preocupe. Todo saldrá bien 
—dijo el Verdugo.
—Eso es lo que me preocupa 
—respondió el Condenado a muerte.




Ejecución de los comuneros de Castilla. (Antonio Gisbert, 1860)



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martes, 7 de febrero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Escena conyugal", de Luis Felipe Hernández





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie "Píldoras literarias" con el relato titulado Escena conyugal, de Luis Felipe Hernández (1959), escritor, actuario y profesor mexicano. Ha publicado libros de cuentos, minificciones y una novela y obtenido varios premios literarios. Su narración, incluida en la obra Minificción mexicana, de Lauro Zavala, tiene diecinueve palabras y dice así: 



ESCENA CONYUGAL

Lanzaba con presteza uno tras otro
 los cuchillos a su mujer, 
quien los recibía con el trapo para secarlos.




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jueves, 26 de enero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Paolo y Francesca", de Marco Denevi





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 


Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Paolo y Francesca, de Marco Denevi (1922-1998), escritor y dramaturgo argentino. Irrumpió en la literatura con la novela Rosaura a las diez (1955) y dos años después en el teatro con Los expedientes, que gana el Premio Nacional de Teatro. Como cuentista,  gana en 1960 el premio de la revista Life en español por su relato Ceremonia secreta, traducido a varios idiomas y adaptado cinematográficamente en 1968 en el Reino Unido. Elementos característicos de sus obras son los personajes que bordean lo estrafalario, la ambigüedad de la percepción y el conocimiento, el predominio de la intriga y un humor que tiende al negro. Practicó el periodismo político a partir de 1980, En 1990 fue elegido presidente honorario del Consejo de Ciudadanos, entidad que promovió para incentivar la inquietud cívica. Su narración, incluida en la obra Parque de diversiones (1970), tiene dieciocho palabras y dice así: 


PAOLO Y FRANCESCA

El Infierno se les antoja un Paraíso 
porque al menos están exonerados 
del tormento de callar su amor








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sábado, 21 de enero de 2017

[Píldoras literarias] Hoy, con "Derecho", de Orlando E. Van Bredam





La noción de brevedad ronda siempre las consideraciones sobre la minificción de los minirrelatos. Aunque la brevedad no sea, ni con mucho, el único rasgo que es necesario observar en estas brillantes construcciones verbales, resulta lógico que para el lector común, e inclusive en cierta medida para el escritor, resalte de manera especial. 

Fue, en efecto, la primera característica que llamó la atención de lectores y críticos de esta forma literaria: la que primero produjo desconcierto y, a partir de allí, admiración. Ocurre, sin embargo, que tal noción es eminentemente subjetiva. Se puede considerar breve un relato de ocho o diez páginas, pero también lo será uno de un par de páginas, e igualmente, y con mayor razón, algún texto de extensión aún menor, que podremos describir en función de un determinado número máximo de líneas o de palabras, y no de páginas ni de párrafos. 

Pesan en este sentido la tradición de una literatura, y también la implícita comparación -casi instintiva, casi subconsciente- que formulamos con otros textos que conocemos, o bien con lo que se considera cuento o relato en nuestra propia literatura o en una distinta de ella. ¿Habremos de aceptar una categoría nueva, la del microrrelato brevísimo o hiperbreve, aunque el nombre resulte redundante? ¿O bien entenderemos que hay casos en que el escritor extrema alguna de las características que también tienen otros textos de este tipo, y ese hecho es percibido por el lector como un factor de diferenciación? Ustedes deciden. 

Continúo hoy la serie Píldoras literarias con el relato titulado Derecho, de Orlando Enrique Van Bredam (San Marcial, 1952). Escritor, ensayista y profesor argentino. Catedrático de Teoría Literaria y Literatura Iberoamericana en la Universidad Nacional de Formosa, Argentina. Desde niño se interesó por la literatura. Dos antologías nacionales de microrrelatos han incluido textos suyos. Ha sido finalista del Premio Clarín Alfaguara y obtenido varios premios nacionales argentinos. 

Su narración, incluida en la obra Las armas que carga el diablo (19964), tiene veintiuna palabras y dice así: 


DERECHO

-Yo te voy a sacar derecho, mocoso 
-le dijo mi vecina al hijo 
y le dobló la espalda con los golpes.






Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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