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lunes, 3 de octubre de 2016

[A vuelapluma] La travesía del PSOE





Mis amigos, al menos aquellos que me conocen bien, se habrán extrañado de mi relativo silencio sobre el penoso espectáculo dado por los dirigentes del PSOE en su dramático Comité Federal del pasado domingo. Algo dije en las redes sociales, por ejemplo, que me negaba a condenar a ninguno de los dos grupos enfrentados porque consideraba a ambos igualmente culpables de la situación. A algunos eso les parecerá situarse au dessus de la mêlée para no comprometerme. Nada más lejos de la verdad porque como no soy ni militante ni afiliado al PSOE no tengo miedo alguno ni compromiso con nadie para decir lo que pienso, pero sí respeto profundo por aquellos que sí lo son y a quienes corresponde decidir el futuro de su partido. Les deseo valor y acierto, porque muchos españoles que confiamos y seguimos confiando en el proyecto socialdemócrata, ese que aúna libertad individual, igualdad política y solidaridad social y económica, y no en aventuras y quimeras populistas de izquierdas y de derechas, les necesitamos más que nunca.

En ese sentido, comparto la opinión que hoy expresa en El País el profesor de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid y diputado del PSOE por Teruel, Ignacio Urquizu, de que el principal problema del Partido Socialista no es tanto ideológico como de conexión con sectores representativos de los valores de progreso, conexión que entre las clases medias y medias-altas se sitúa ahora en tercera o cuarta posición. 

La calidad de cualquier democracia, señala Urquizu,  está muy relacionada con la calidad de su debate público. Ello exige que cuando se inicie una discusión, los argumentos que se pongan sobre la mesa sean rigurosos y certeros, y no un conjunto de lugares comunes, obviedades o consignas. El PSOE está inmerso en una discusión interna que, si no acertamos a resolver, puede dejarnos un largo tiempo en la oposición. Por ello, la salida del secretario general hace aún más urgente descifrar qué nos está pasando. La cuestión, dice, no es cómo solventamos nuestro trilema (Gobierno del PP, Gobierno alternativo y terceras elecciones). Este escenario, como el resto de fracturas por las que estamos pasando, es consecuencia de una dificultad mayor: los socialistas estamos encadenando sucesivas derrotas electorales.

Para muchos, añade más adelante, todo se reduce a una cuestión ideológica: “No somos suficientemente de izquierdas”. De ahí que se concentre nuestra energía en situar a Podemos como nuestro principal adversario y en justificar unos malos resultados con mantener la segunda posición y evitar el temido sorpasso. Siguiendo este hilo argumental, desbloquear la actual situación política se podría interpretar como una traición más a esos principios y valores. 

Aquellos que aceptan esta hipótesis, sigue diciendo, sitúan el origen de los problemas en la gestión de la crisis a partir de mayo de 2010. Pero esto es cuestionable. En primer lugar, eso significa obviar algunas realidades como que muchas de las medidas que se decidieron entonces eran el resultado de los desequilibrios que sufría la economía española durante la última década. De no haberse tomado, nuestro país estaría ahora en una situación peor.

En segundo lugar, añade, incluso medidas tan controvertidas como la reforma del artículo 135 de la Constitución contaban con más apoyo popular de lo que se dice. Los datos de Metroscopia de septiembre de 2011 muestran que un 62% de los españoles habría apoyado esta reforma constitucional en el caso de que se les hubiese consultado. Y si miramos por partidos, este porcentaje era del 60% para el electorado socialista. La crítica estaba en el procedimiento: el 61% consideraba que habría sido preferible celebrar un referéndum y solo el 32% justificó la urgencia para calmar a los mercados. En tercer lugar, es difícil que alguien que no se respeta a sí mismo y a su pasado sea respetado por los demás. En definitiva, aquellos años de gestión se han simplificado en exceso sin trazar un relato comprensible para el electorado de izquierdas.

Es cierto que en las grandes victorias electorales del Partido Socialista, señala, cuando superó los 10 millones de votos (1982, 2004 o 2008), el 50% de la extrema izquierda y como mínimo el 70% de la izquierda apoyaba al PSOE. Estos datos están muy alejados de las elecciones de 2015 y 2016. El 20 de diciembre, los apoyos socialistas en la extrema izquierda fueron del 18%, mientras que en la izquierda la intención directa de voto se situó por debajo del 40%. El 26 de junio, estos porcentajes fueron todavía inferiores y se situaron en el 14% y el 30% respectivamente.

Pero el principal problema del PSOE, dice, es algo más que ideológico. Es decir, reducir todo a una cuestión de izquierda y derecha es una simplificación excesiva de la realidad. Cuando se miran con detalle algunos datos más, se descubre una falta de conexión con las capas más avanzadas de la sociedad. Dicho de otra forma, la dificultad del PSOE va más allá de que no sea percibido como un partido progresista.

Si analizamos los apoyos electorales según el tamaño de nuestros municipios, añade, vemos que en las ciudades de más de 50.000 habitantes el Partido Socialista viene siendo, como mucho, la tercera fuerza política en las dos últimas elecciones generales. En urbes tan significativas como Madrid o Valencia, el PSOE se situó como la tercera fuerza. Por no hablar de lugares como Barcelona o Bilbao, donde caímos a la cuarta posición el 26-J. En las recientes elecciones vascas, en dos de las tres capitales de provincia el PSE ocupó la quinta posición. Las comunidades autónomas con mayor renta per cápita mostraron un cuadro parecido. En la Comunidad de Madrid, en el País Vasco y en Navarra, el PSOE fue la tercera fuerza política el 26-J. En Cataluña caímos a la cuarta posición.

Al mismo tiempo, continúa diciendo, cuando pasamos a mirar los datos de las encuestas del CIS, vemos que el Partido Socialista solo es capaz de ser una alternativa al PP entre los ciudadanos que tienen, como mucho, los primeros años de educación secundaria. En cambio, entre aquellos que declaran tener estudios superiores, el PSOE cae a la cuarta posición. Si analizamos los datos de todas las elecciones, nunca el Partido Socialista había tenido tan pocos apoyos entre la gente con estudios universitarios. Por clases sociales, el PSOE solo obtiene un amplio apoyo entre los obreros, mientras que en las clases medias y en las clases medias-altas se sitúa en tercera o cuarta posición. Esto no siempre ha sido así. En los años ochenta y en las dos victorias electorales de José Luis Rodríguez Zapatero, las clases medias depositaron su confianza de forma mayoritaria en el Partido Socialista.

Todos estos indicadores, dice más adelante, apuntan a que el PSOE ha perdido el apoyo de los sectores más avanzados de nuestra sociedad. Las grandes ciudades, las clases medias o las personas con estudios superiores suelen ser muy representativas de la modernidad. No es casual que Podemos haya tenido mayores niveles de confianza.

En definitiva, el principal problema del Partido Socialista no es tanto ideológico, sino de conexión con sectores de la sociedad que son muy representativos de los valores de progreso. Así, añade, el PSOE debe comenzar a pensar cómo vuelve a conectar con unos grupos sociales en los que sí fue un referente en el pasado. Pero para saber qué nos está pasando, no podemos precipitarnos. Esta reflexión, si queremos que sea certera y profunda, requiere más tiempo que el mes que la dirección saliente defendía.

Seguramente, concluye diciendo, deberemos abrirnos a nuevas ideas, ser valientes en los debates, quitarnos muchos prejuicios y ser conscientes de que los retos de la sociedad del futuro exigen medidas audaces. Así, combatir la desigualdad exige modernizar nuestro Estado de bienestar, o tener una economía más competitiva implicará una mayor racionalización de nuestro sistema productivo. Lo que cambia el mundo no son los golpes de efecto o los tuits, sino las ideas. En este aspecto, el Partido Socialista tiene una amplia tarea por delante. Solo así dejaremos de perder las elecciones ante el peor Gobierno de nuestra democracia.




Imagen de Eulogia Merle para El País




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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miércoles, 13 de enero de 2016

[Pensamiento] Entrevista a Zygmunt Bauman



Zygmunt Bauman


Zygmunt Bauman (Poznań, Polonia, 1925) es un sociólogo, filósofo y ensayista polaco de origen judío. Su obra se ocupa, entre otras cosas, de cuestiones como las clases sociales, el socialismo, el holocausto, la hermenéutica, la modernidad y la posmodernidad, el consumismo, la globalización y la nueva pobreza. Desarrolló el concepto de la «modernidad líquida», y junto con el también sociólogo Alain Touraine, recibió el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades de 2010.

Acaba de publicarse en español su libro Estado de crisis (Paidós, Barcelona, 2016) y viene de participar en el Foro de la Cultura que convoca cada año en la ciudad de Burgos a los grandes pensadores mundiales, entre los cuales, indiscutiblemente, está él. La revista Babelia (El País) le entrevistaba hace unos días con tal motivo y no me resisto a dejar constancia en el blog de algunas de sus respuestas. Por cierto, que ya he pedido a la Biblioteca Pública de Las Palmas el libro de Bauman y estoy esperando su aviso para pasar a recogerlo. Ya les contaré sobre ello...

Bauman opina que la crisis de la democracia es sobre todo una crisis de confianza generada por la creencia de que los líderes no solo son corruptos o estúpidos, sino que son incapaces. Para actuar se necesita poder: ser capaz de hacer cosas; y se necesita política: la habilidad de decidir qué cosas tienen que hacerse. La cuestión es que ese matrimonio entre poder y política en manos del Estado-nación se ha terminado. El poder se ha globalizado pero las políticas son tan locales como antes. La política tiene las manos cortadas. La gente ya no cree en el sistema democrático porque no cumple sus promesas. Actuamos en términos parroquianos, añade: las instituciones democráticas no fueron diseñadas para manejar situaciones de interdependencia; la crisis de la democracia es una crisis de las instituciones democráticas.

Sobre el dilema en que Occidente se debate ahora mismo entre libertad y seguridad, Bauman cree que son dos valores tremendamente difíciles de conciliar. Si tienes más seguridad tienes que renunciar a cierta libertad, dice; si quieres más libertad tienes que renunciar a seguridad. Ese dilema va a continuar ya para siempre. 

Afirma igualmente que la idea de progreso es un mito, que estamos en un estado de interregno, entre una etapa en que teníamos certezas y otra en que la vieja forma de actuar ya no funciona. No sabemos qué va a reemplazar esto. Las certezas han sido abolidas, añade, y el movimiento de los indignados sabe cómo despejar el terreno pero no cómo construir algo sólido. La gente suspendió sus diferencias por un tiempo en la plaza por un propósito común, continúa diciendo. En cierto sentido pudo ser una explosión de solidaridad, pero las explosiones son muy potentes y muy breves, añade. El cambio de un partido por otro partido no va a resolver el problema. El problema hoy no es que los partidos sean los equivocados, sino que no controlan los instrumentos. Los problemas de los españoles no están confinados al territorio español, sino al globo. La presunción de que se puede resolver la situación desde dentro es errónea.

Preguntado por la crisis del Estado-nación y las aspiraciones independentistas de Cataluña la respuesta de Bauman es que el derecho de autodeterminación es hoy es una ficción porque no existen territorios homogéneos. Hoy toda sociedad es una colección de diásporas, dice. La gente se une a una sociedad a la que es leal, y paga impuestos, pero al mismo tiempo no quieren rendir su identidad. La conexión entre lo local y la identidad se ha roto. La situación en Cataluña, como en Escocia o Lombardía, es una contradicción entre la identidad tribal y la ciudadanía de un país. Ellos son europeos, pero no quieren ir a Bruselas vía Madrid, sino desde Barcelona. La misma lógica está emergiendo en casi  todos los países. Seguimos en los principios establecidos al final de la Primera Guerra Mundial, pero ha habido muchos cambios en el mundo, añade.

A la pregunta sobre si las redes sociales han cambiado la forma en que la gente protesta, Bauman se muestra escéptico sobre lo que él denomina "activismo de sofá", y subraya que Internet también nos adormece con entretenimiento barato. Las redes sociales, dice, pueden crear un sustituto de comunidad, pero que la diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad pero la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionadas. La gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales. Estas las desarrollas cuando estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte a las dificultades, involucrarte en un diálogo. Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, dice, sino al contrario, para encerrarse en lo que llama zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa, concluye diciendo.

Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt








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jueves, 11 de septiembre de 2014

Degradación política, crisis económica y desarme social




Viñeta de Forges


"Siempre he pensado que una democracia asentada puede afrontar con éxito una crisis económica, incluso tan compleja, larga y severa como la actual, con posibilidades de éxito. El problema surge cuando lo que creemos que es una sociedad avanzada nos revela su verdadero rostro y vemos, estupefactos, que no es más que una partitocracia corrupta en la que la democracia es una mera coartada, y el liberalismo económico y la sociedad globalizada de la que presume, la fachada mal encalada de una plutocracia financiera banal e irresponsable. Cunde el desánimo y la falta de confianza en las instituciones, la degradación política es perceptible, la corrupción campa a sus anchas. Y la prensa y los medios de comunicación dan cuenta de esa degradación con mayor o menor fortuna, con seriedad o con sensacionalismo, con rigor o de forma pueril. Pero el desencanto comienza a hacer mella en la ciudadanía y el caldo del populismo comienza a a dar sus primeros hervores".

Que una persona de por sí ecuánime y ponderada como el académico Emilio Lledó, filósofo y filólogo admirable, que fue profesor mío en la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, hiciera público hace unos años el alegato "Pandemia y otras plagas", era como para pensarse dos veces hacia donde nos encaminábamos y de la mano de quién. De plagas sociales que deterioran los cerebros y los comportamientos, calificaba el profesor Lledó a la corrupción y la mentira política, la partitocracia, el amiguismo, el deterioro de la educación y la sanidad pública, la irresponsabilidad y desvergüenza de buena parte del capitalismo financiero e inmobiliario, el independentismo identitario, y la estupidización colectiva que llevaban a cabo los medios de comunicación.

Casi por las mismas fechas la prestigiosa y polémica economista italiana Loretta Napoleoni, escribía otro artículo titulado "Democracias feudatarias", en el que a partir de la conmemoración de los aniversarios respectivos del atentado sobre las Torres Gemelas de Nueva York y la caída del gigante financiero norteamericano Lehman Brothers, se preguntaba quien había salido ganando con esas tragedias. Y la desconcertante respuesta que encontraba es que la beneficiaria había sido una oligarquía de privilegiados, señores feudales de la globalización que poseían el poder económico y financiero y controlaban la información, y una pequeña casta de servidores suyos dentro de los Estados, que estaban provocando un deterioro acelerado de las democracias y un desplazamiento progresivo de las mismas hacia formas de gobierno premodernas.

Como colofón, también por esas fechas, el Premio Nobel de Economía y profesor de la Universidad norteamericana de Princeton, Paul Krugman, escribía un detallado y extenso artículo titulado "¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?", en el que partiendo de la publicación de "La riqueza de las naciones" de Adam Smith en 1776, y pasando por Keynes y Friedman, analizaba la historia de la Economía como ciencia, y de los economistas como sus gurús, para concluir que éstos tienen que enfrentarse a la incómoda realidad de que los mercados financieros distan mucho de la perfección, de que están sometidos a falsas ilusiones extraordinarias y a las locuras de mucha gente; admitir que la economía keynesiana sigue siendo el mejor armazón que tenemos para dar sentido a las recesiones y las depresiones; y hacer todo lo posible para incorporar las realidades de las finanzas a la macroeconomía, replanteándose sus propios fundamentos para que la imagen que emerja ante la profesión, aunque no sea tan clara ni nítida, al menos tenga la virtud de ser parcialmente acertada.

Cinco años después de los hechos expuestos más arriba tengo la impresión, es posible que equivocada, de que la degradación política, el desánimo social y el populismo "made in Spain" avanzan a marchas forzadas. Quizá, solo quizá, la situación económica (o más bien la financiera) parece encauzada, pero los resultados para los millones de parados sin expectativas a corto y medio plazo, las economías familiares y las pequeñas y medianas empresas no acaban de verse por muchos juegos malabares que el gobierno haga con las cifras. ¿Hasta cuándo? Resulta difícil de predecir...

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El profesor Emilio Lledó



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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 12 de septiembre de 2013

Cinco años hablando de crisis, y la casa sin barrer...




Max Weber




Hace cinco años justos el Congreso de los Estados Unidos le dijo no al Plan Bush para refinanciar, con dinero público, a las entidades de crédito en estado terminal... El capitalismo ya no es lo que era; y los capitalistas, menos aún... Cuando en 1903 el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) publicó su monumental obra "La ética protestante y el espíritu del capitalismo" (Alianza, Madrid, 2006), los capitalistas eran de otra ralea: eran gentes duras, éticamente formadas, poco dadas al sentimentalismo, pero que asumían las responsabilidades de sus hechos sin pestañear. Si sus empresas se hundían, ellos se hundían con ellas; como los capitanes antiguos con sus barcos... Hoy, no. Hoy, cuando su mala gestión hunde sus empresas, se marchan tranquilos con indemnizaciones millonarias pactadas y aseguradas de antemano, dejan el embolado a los accionistas después de poner en la calle a la mayor parte de sus empleados, y esperan, tranquilos, que el Estado, ese Estado del que ellos reniegan y se mofan, les saque las castañas del fuego con el dinero de todos...

Ignoro si los huesos de Max Weber se estarán removiendo en su tumba. Espero que no. Pero estoy seguro de que renegaría de esa caterva de indeseables que han dejado el sistema financiero occidental hechos unos zorros... Como decía la escritora Almudena Grandes en un artículo de por aquellas fechas: "Desnudos", nuestros jóvenes neo-liberales se quedaron en pelota picada y con sus vergüenzas colgando al viento, como el emperador del cuento, y deberían haber pagado la vajilla destrozada con sus dineros. ¿Qué quieren que les diga?, ¿qué me alegré?... Pues va a ser que no, pero casi desearía decirles que sí... Al final, unos días después, una amplia mayoría del Senado y de la Cámara de Representantes aprobó la inyección de 700.000 millones de dólares (de dinero público) para reflotar el sistema financiero norteamericano.

Hace ya bastantes años asistí a una reunión de representantes sindicales con un alto ejecutivo de la banca española. Recuerdo que explicó con una curiosa metáfora como funcionaba el sistema bursatil mundial. La Bolsa, decía, y todo el sistema económico y financiero en general, funciona en base a algo tan "sutil" como la confianza. Imaginen, nos contaba, que les ofrecen una caja, cerrada, que contiene lo que, según los expertos, son los mejores vinos del mundo. Y todo ello, por "x" euros, o dólares, o la moneda que ustedes quieran. Es seguro, que en base a la "confianza" que despiertan esos vinos, siempre habrá alguien interesado en pagarle a usted "x" más "n" euros o dólares por la caja. Y que conforme la caja aumente de valor por las sucesivas ventas, seguirá habiendo algún otro comprador dispuesto a ofrecer "x" más "n" más "y" euros o dólares por ella... Así, hasta que la compre alguien que decida abrirla y bebérsela sin ponerla a la venta, y descubra que los vinos que estaban dentro de la caja eran unos vulgares tintorros... El negocio de los vinos (de calidad) se hundirá irremisiblemente... Y todo, por que, un borrachín con dinero prefirió beberse la caja de vinos antes que seguir negociando y ganando dinero con su compra-venta sucesiva...

También por aquellos días el profesor Gabriel Tortellá, catedrático emérito de Historia Económica de la Universidad de Alcálá, en un artículo titulado "Crisis, ciclos e historia", que todo este asunto de la crisis económica y financiera que aquejaba al mundo occidental le sonaba a historia "deja vu", que estas tremendas fluctuaciones económicas se repiten cíclicamente, y que con un poco más de "memoria histórica" por parte de los responables financieros, económicos y políticos, situaciones críticas como las que estamos viviendo se podían prever, paliar, e incluso, evitar...

En similar sentido, el también ex profesor de la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, en "Una crisis anunciada", señalaba que todos sabíamos que antes o después llegaría esta crisis, anunciada por economistas ilustres, causada por una desregularización generalizada, que las crisis de los noventa en Asia y América Latina ya pusieron de relieve, y que como no se percibía una alternativa al sistema de producción existente, su desplome se consideraría una catástrofe que habría que impedir a cualquier precio, aunque todos los indicios apuntaban, concluye, a que esta crisis podría conducir al fin de la supremacía económica norteamericana.

Y los de siempre, como siempre, a verlas venir y capear el temporal como podamos... Cinco años hablando de crisis, los responsables de rositas, y la casa sin barrer...

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




http://www.elpais.com/recorte/20080929elpepivin_2/XLCO/Ges/20080929elpepivin_2.jpg
Romeu (El País, 29/09/08)







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domingo, 1 de septiembre de 2013

El pulso de España (IV y última): Análisis de una crisis total




Viñeta de Forges en El País



Cuarta y última entrega de la Encuesta "El pulso de España", titulada "Lo que se espera del Estado", elaborada por Metroscopia para El País, y analizada durante el pasado mes de agosto por el profesor José Juan Toharia. Las tres entregas anteriores pueden leerse en las entradas del blog correspondientes a los días 18 de agosto y 26 de agosto pasados. 

La idiosincrasia es la idiosincrasia y España es, posiblemente, el país europeo en el que sus ciudadanos piden a las instituciones públicas más amparo y protección. Casi 25 puntos más que en la media de los restantes estados de la Unión. De esos ciudadanos que demandan la protección del Estado como una obligación hacia las personas más necesitadas, el 63% se declara votante del PP, y el 80% del PSOE. Respecto a los que piensan que la economía funciona mejor supervisada por el Estado (un 62%) que por el mercado (un 27%), el 62% se declaran votantes del PP, y el 63% del PSOE. No andan muy distanciadas ambas posiciones. ¿De ahí la bajada en picado de la confianza en el gobierno? Es posible, pero supongo que también influirá la incompetencia manifiesta para no ya resolver, sino tan siquiera encauzar la crisis que asola a los españoles.

Para el 86% de los encuestados es responsabilidad del Estado proporcionar atención sanitaria a todos los ciudadanos. Para el 71%, el Estado tiene la obligación de proteger y ayudar a las personas más necesitadas, frente al 7% que entiende que eso es responsabilidad de la propia persona.

Un 78% de los españoles consultados considera que el Estado debe controlar las actividades y beneficios de los bancos; un 92% entiende que los únicos responsables de su hundimiento (el de los bancos y cajas) son sus gestores; un 90% de los ciudadanos cree que todavía no se han exigido a esos gestores las oportunas responsabilidades civiles y penales.

No es extraño que la gran banca española esté volcada en su apoyo a un gobierno que garantiza a sus máximos responsables su total impunidad. ¿Jueces y fiscales estarán por la labor de impedírselo? Las apostillas y comentarios no técnicos son responsabilidad del autor del blog, no del profesor Toharia.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt




Viñeta de Peridis en El País





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lunes, 26 de agosto de 2013

El pulso de España (III). Análisis de una crisis total




Viñeta de Peridis en El País



¿"Por qué no se hunde España"? La respuesta que se desprende de esta tercera entrega del análisis del profesor José Juan Toharia a la encuesta "El pulso de España" realizada por Metroscopia para El País entre los días 15 de junio y 12 de julio de 2013 sobre treinta y seis instituciones y organismos públicos y privados de los sistemas jurídico, económico y político españoles, y publicada en el citado diario el pásado sábado, es que España se mantiene en pie gracias a instituciones públicas y privadas que contribuyen eficazmente al bien común.

Esta entrada es continuación de la publicada en el blog el pasado 18 de agosto, con los dos primeros análisis del profesor Toharia sobre la mencionada encuesta: "Un país decepcionado", y "El desplome de la política".

Entre los cuerpos y organismos de la administración pública son los médicos del sistema público de sanidad y los investigadores científicos los que reciben una calificación más alta, con un 92% de grado de satisfacción ciudadana, seguidos de profesores de la enseñanza pública, fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado y fuerzas armadas; los que menos valoración reciben son los inspectores de Hacienda, que aun así, obtienen un 53% de valoración.

Dentro de las instituciones y órgano del sistema jurídico, el peor valorado en su conjunto, el mayor grado de aceptación lo reciben los abogados, con un 53%, y el menor, los fiscales, con un 46%.

Sobre el sistema económico, el mayor índice de aceptación es para las pymes, con un 90%, el segundo más alto de todos los examinados por la encuesta, por debajo de médicos e investigadores, y el menor, los bancos con un decrépito y mayoritario descrédito ciudadano que solo alcanza el 15%  de aceptación, seis puntos menos que la jerarquía episcopal, con un escuálido 21%. 

En cuanto a las instituciones estrictamente políticas, el mayor índice de satisfacción lo recibe el Príncipe de Asturias, con un 62%, seguido del Rey, con un 50% de valoración. 

La institución peor valorada en toda la encuesta son los partidos políticos, con un irrelevante 6% de aceptación ciudadana. Pero ellos, por lo que parece, no se dan por aludidos.

Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates: "Ιωμεν", vámonos. Tamaragua, amigos. HArendt





Viñeta de Erlich en El País




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domingo, 18 de agosto de 2013

El pulso de España (I y II). Análisis de una crisis total




La crisis (viñeta de Forges)



El pasado día 10 el diario El País publicaba un artículo de José Juan Toharia,  doctor en Sociología por la Universidad de Yale (Estados Unidos) y profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, titulado "Un país decepcionado", primero de una serie, "Pulso a España", dedicada al análisis de la situación nacional a través de encuestas ciudadanas realizadas por Metroscopia para la Fundación Ortega Marañón.  

Un 67 por ciento de los encuestados (de los cuales el 65% votó PP y el 71% PSOE) considera que somos un país fundamentalmente serio y con fuertes valores cívicos que logra resolver sus problemas mediante acuerdos. Frente a ellos, otro 26 por ciento (de los que el 29% votó PP y el 24% PSOE) considera que somos un país con tendencia la violencia y a la confrontación en el que se puede producir un estallido social en cualquier momento.

Curiosamente, dice el profesor Toharia, ese desaliento ciudadano no respondería tanto a una pérdida de autoestima y confianza en nosotros mismos, cuanto a la cada vez más insoportable constatación de que buena parte de nuestras instituciones y figuras públicas no están sabiendo estar a la altura que nuestra sociedad merece.

Nadie cuestiona hoy, concluye el artículo, ni siquiera en medio de la actual catástrofe económica y social, el sistema democrático. No parece fácil, se dice en él, encontrar en nuestro entorno europeo una sociedad que sepa mantenerse tan paciente, solidaria y generosa en medio de una crisis tan profunda y con una tal carencia de liderazgo público. Porque ese es el principal problema que pesa sobre nuestra sociedad, añade el profesor Toharia, el derrumbamiento (por anquilosamiento, incompetencia o ceguera partidista) de algunas instituciones de crucial importancia para la vigorización de nuestra vida pública.

Al análisis de lo que piensan los ciudadanos españoles sobre sus principales instuciones políticas, sociales y económicas está dedicada la segunda entrega de la serie, "El desplome de la política", publicada en El País de ayer.

En esta segunda entrega, la conclusión a la que se llega es que los españoles están muy irritados con una corrupción que perciben tolerada e impune, y desilusionados con sus instituciones.

No es algo que esté ocurriendo solo en España, se dice en él. También en otros países (se analizan las respuestas de los ciudadanos en España, Francia, Italia y Estados Unidos) afectados por la crisis económica y solidamente democráticos se registra un profundo desplome de la confianza ciudadana en sus instituciones políticas: jefatura del estado, parlamento, gobierno y partidos políticos. 

De entre los cuatro países analizados, España registra el mayor índice de aceptación ciudadana de las instituciones citadas, aunque solo la Corona alcance un justo 50%; Francia es la que peor valora a su presidente de la república (con un 31% de aceptación) e Italia la que menos valora a su parlamento, gobierno y partidos políticos (con unos escuálidos 9, 16 y 7 por ciento), respectivamente.

La banca registra su peor valoración entre los españoles (con un 15%) y las grandes empresas en Estados Unidos (con un 22%). La judicatura recibe su mejor valoración en Francia (con un 58%), la menor en Italia (con un 43%) y entre los españoles un 50%. La iglesia católica donde peor valorada está es en Francia, con un 31% (en España, el 41%). Los sindicatos reciben sus peores valoraciones en Italia y Estados Unidos, con un 20% de aceptación, que en España es del 28%.

En cuanto al conjunto de las restantes instituciones analizadas: pymes, grandes empresas, bancos, enseñanza pública, policía, sistema de salud, fuerzas armadas y administración pública, son las italianas las que reciben, en conjunto, una valoración más baja por parte de sus ciudadanos, salvo en Estados Unidos, donde las menos valoradas son la policía, las escuelas públicas y el sistema de salud.

Entre los posibles remedios para esta escalada imparable de descrédito institucional, se dice en el estudio, los españoles proponen tachar nombres de las listas electorales (85%); elecciones primarias para la selección de líderes (79%); limitación temporal del mandato de los dirigentes de los partidos (83%); y creación de una jurisdicción especial, ágil y bien equipada, para casos de especial gravedad económica o política (un 89%). Medidas quizá complejas pero no imposibles, y que parecen ya insoslayables para la regeneración de esta democracia, concluye el artículo.

Puenden acceder a los dos estudios comentados en los enlaces resaltados en rojo de más arriba, que a su vez llevan a otros enlaces de análisis más concretos. En todo caso, espero que esta entrada les haya resultado interesante. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν" (vámonos). Tamaragua, amigos. HArendt

P.D.: La segunda parte de esta entrada publicada en el blog el 26/8/2013, pueden leerla en este enlace.




Mercado y Constitución (viñeta de Forges)





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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

jueves, 11 de julio de 2013

Humor ácido: Empleos biodegradables. (Reedición de la entrada publicada el 8/5/2008)






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Romeu (El País, 08/05/08)




De nuevo un poco de humor negro para endulzar la vida del trabajador... Por un lado, un contrato de trabajo de 90 minutos, que gana un Premio de Precariedad otorgado por la Juventudes de Izquierda Unida de Palencia. Por otro, la para algunos inexplicable página de beneficios de la banca española en época de vacas anoréxicas... ¡Mundo cruel!. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt





Mariano Rajoy, presidente del gobierno (2013)




"Un contrato de hora y media gana un premio de precariedad", 
Agencia EFE/Palencia - El País, 08/05/08

La crítica a la elevada precariedad del mercado de trabajo es, además de fundamentada (España, con un 31,7%, tiene la tasa de empleo temporal más alta de la UE), recurrente. Y el área de juventud de IU de Palencia ha optado por un enfoque irónico para volver a llamar la atención sobre este problema: un concurso que premia al trabajo más precario. En la modalidad de contrato de duración más breve, ganó un hombre de 35 años que firmó un contrato de hora y media a repartir en una semana de trabajo.

En la categoría de más contratos encadenados, el premio fue para un joven de 23 años que sumó 15 trabajos en 2005. Iván Fradeja, responsable del área de IU, agradeció el espíritu deportivo de los participantes -no reveló su identidad para evitar perjudicarlos en su búsqueda de empleo- y aseguró que varios concursantes habían sido excluidos por haber trabajado sin contrato y no poder demostrar la duración de sus empleos. Los ganadores serán premiados con un ejemplar del Estatuto de los Trabajadores, otro de la publicación Mundo Obrero y una estampa de san Precario. 





J.L. Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno (2008)





Entrada núm. 1909
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

domingo, 28 de octubre de 2012

La socialdemocracia y la crisis




Viñeta de Erlich en "El País"


Este vídeo complementa la entrada del blog de esta misma fecha titulada "Capitalismo y Estado de Bienestar, ¿son incompatibles?". Es una grabación de la sesión introductoria del seminario impartido en abril pasado en la Universidad de Gerona por el profesor de la UCM Ignacio Urquizu, dedicado a analizar el papel de la socialdemocracia tras la gran recesión.

Y sean felices, por favor; a pesar del gobierno.Tamaragua, amigos. HArendt







Entrada núm. 1750
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

Capitalismo y Estado de Bienestar, ¿son incompatibles?





El profesor Norberto Bobbio (1909-2004)



Cada día me cuesta más ponerme a escribir, tal vez por que cada día tengo menos cosas que decir. Me vencen el desánimo y la desesperanza. Todo es análisis económico y yo, lo reconozco, de economía no entiendo nada. La padezco, pero no la entiendo. Como la mayoría de los españoles y de los ciudadanos y personas de allende los Pirineos y el mar. 

Hace escasos días leía en el último número de Revista de Libros un demoledor artículo, titulado "Los esclavos felices", que constituye todo un alegato contra la socialdemocracia y su incapacidad para gestionar eso que hemos venido en llamar "Estado de Bienestar". Está escrito por un reconocido economista, Raimundo Ortega, y comenta y crítica con enorme dureza el libro de otro economista, José V. Sevilla, titulado El declive de la socialdemocracia (RBA, Barcelona, 2012), que defiende todo lo contrario de nuestro articulista sobre la gestión de la crisis económica que nos asola.

Hay en el texto de Ortega dos afirmaciones con las que resulta difícil no estar de acuerdo: la primera, que "la socialdemocracia está varada en un dilema angustioso"; la segunda, que "la redistribución de la renta no es un derecho político que no imponga obligaciones a sus beneficiarios". Todo lo demás se me escapa, así que les remito al enlace de más arriba. Por cierto,  para mayor profundización académica al respecto, les invito a leer las voces "capitalismo" y "estado de bienestar", respectivamente, en el Diccionario de Política, tomo I, de Noberto Bobbio y otros (Siglo XXI, México, 1994).

De Norberto Bobbio y su libro Derecha e izquierda. Razones y significados de una distinción política (Taurus, Madrid, 1995), escribe hoy en El País el profesor de la UNED, Santos Juliá, citando a ambos en un interesante artículo que lleva el sugestivo título de "Desigualdad como antesala de la ruina", que como resulta casi obvio, no comparte los criterios economicistas de Raimundo Ortega. Les remito, igualmente, a su lectura.

Les recomiendo igualmente leer la entrevista que el diario "Público" realizaba en sus páginas el pasado día 22 a los economistas y profesores Vicenç Navarro y Juan Torres López, titulada "El capitalismo cada día más incompatible con la democracia", en la que comentan su libro Los amos del mundo. Las armas del terrorismo financiero (Espasa-Calpe, Madrid, 2012). Merece la pena.

Personalmente no creo en el valor ni la dignidad de las personas según su clasificación ideológica. Tampoco en que los que se clasifican como de "derechas" sean mejores ni más listos que los que nos ubicamos políticamente en la "izquierda", aunque es cierto que a los primeros parece irles mucho mejor que a los segundos en la situación actual. Tampoco tengo excesiva confianza en esa izquierda utópica que todo lo confía a la revolución social y política. Supongo que es cuestión de temperamento (hablo del mio, por supuesto), pero coincido en que "algo" y "pronto", por no decir "ya mismo", hay que hacer. ¿Pero dónde está la propuesta de la "izquierda"? Avísenme si la vislumbran, por favor.

En la siguiente entrada del blog, la 1750, pueden acceder a un vídeo sobre la socialdemocracia y la crisis, con la grabación de la sesión introductoria del seminario impartido el pasado mes de abril en la Universidad de Gerona por el profesor de la UCM, Ignacio Urquizu, bajo el título de "El futuro de la socialdemocracia tras la gran recesión".  

Y sean felices, por favor; a pesar del gobierno. Tamaragua, amigos. HArendt




Portada de "Derecha e Izquierda", de N.Bobbio




Entrada núm. 1749
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)

jueves, 8 de mayo de 2008

Empleos biodegradables



¡A ver si es verdad!


De nuevo un poco de humor negro para endulzar la vida del trabajador... Por un lado, un contrato de trabajo de 90 minutos, que gana un Premio de Precariedad otorgado por la Juventudes de Izquierda Unida de Palencia. Por otro, la para algunos inexplicable página de beneficios de la banca española en época de vacas anoréxicas... ¡Mundo cruel!... 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




Romeu (El País, 08/05/08)


"Un contrato de hora y media gana un premio de precariedad". (Agencia EFE/Palencia).

La crítica a la elevada precariedad del mercado de trabajo es, además de fundamentada (España, con un 31,7%, tiene la tasa de empleo temporal más alta de la UE), recurrente. Y el área de juventud de IU de Palencia ha optado por un enfoque irónico para volver a llamar la atención sobre este problema: un concurso que premia al trabajo más precario. En la modalidad de contrato de duración más breve, ganó un hombre de 35 años que firmó un contrato de hora y media a repartir en una semana de trabajo.

En la categoría de más contratos encadenados, el premio fue para un joven de 23 años que sumó 15 trabajos en 2005. Iván Fradeja, responsable del área de IU, agradeció el espíritu deportivo de los participantes -no reveló su identidad para evitar perjudicarlos en su búsqueda de empleo- y aseguró que varios concursantes habían sido excluidos por haber trabajado sin contrato y no poder demostrar la duración de sus empleos. Los ganadores serán premiados con un ejemplar del Estatuto de los Trabajadores, otro de la publicación Mundo Obrero y una estampa de san Precario. (El País, 08/05/08).



Viñeta de Forges


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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)