domingo, 29 de marzo de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es domingo, 29 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...


















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 28 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Diferente




Dibujo de Eulogia Merle para El País


Esta vez es realmente diferente. Es el momento en el que el “todo lo que haga falta” se aplique a políticas fiscales y monetarias innovadoras y de gran escala para que la emergencia sanitaria no se convierta en una crisis financiera global, escribe en el A vuelapluma de hoy ["Esta vez es realmente diferente". El País, 26/3/2020] Carmen Reinhart, profesora del Sistema Financiero Internacional en la Escuela de Gobierno Kennedy de la Universidad de Harvard.

"Si bien las pandemias son comparativamente raras, -comienza diciendo la profesora Reinhart- y las severas más raras aún, no tengo conciencia de un episodio histórico que pueda ofrecer alguna perspectiva sobre las posibles consecuencias económicas de la crisis global que está generando el coronavirus. Esta vez es diferente.

Una característica esencial de este episodio que lo hace único es la respuesta política. Los Gobiernos de todo el mundo están dando prioridad a medidas que limitan la propagación de la enfermedad y salvan vidas, incluido el confinamiento total de una región (como en China) y hasta de países enteros (Italia, España y Francia, por ejemplo). Una lista mucho más extensa de países, entre ellos Estados Unidos, han impuesto prohibiciones estrictas de viajes internacionales y han prohibido cualquier tipo de evento público.

Estas medidas no podrían estar más lejos de la respuesta política al brote viral más letal de los tiempos modernos, la pandemia de la gripe española de 1918-1919. Esa pandemia, que se cobró 675.000 vidas en Estados Unidos y por lo menos 50 millones en todo el mundo, ocurrió en el marco de la I Guerra Mundial. Este dato por sí solo impide trazar alguna comparación relevante con respecto a los efectos de la pandemia de la Covid-19 per se en la economía de Estados Unidos o global.

En 1918, el año en el que las muertes por la gripe alcanzaron un pico en Estados Unidos, las quiebras comerciales estaban en menos de la mitad de su nivel previo a la guerra, y fueron aún más bajas en 1919. Impulsado por el esfuerzo de producción de tiempos de guerra, el PIB real de Estados Unidos creció el 9% en 1918, y alrededor del 1% al año siguiente, inclusive mientras la gripe hacía estragos.

Con la Covid-19, en cambio, la enorme incertidumbre en torno a la posible propagación de la enfermedad (dentro de Estados Unidos y a nivel global) y la duración de la paralización económica casi total que hace falta para combatir el virus hacen que los pronósticos sean poco menos que una adivinanza. Pero, dada la magnitud y el alcance de la crisis del coronavirus, que destruye la demanda agregada y, al mismo tiempo, altera la oferta, los efectos iniciales en la economía real probablemente superen los de la crisis financiera global de 2007-2009.

Si bien la crisis del coronavirus no empezó como una crisis financiera, puede llegar a serlo y con una gravedad sistémica. Al menos hasta que la actividad económica reducida resulte en pérdidas de empleos, los balances de los hogares norteamericanos no parecen problemáticos, como sí lo eran en el periodo previo a la crisis financiera global. Es más, los bancos están mucho más capitalizados que en 2008.

Sin embargo, los balances corporativos parecen mucho menos saludables. Como dije hace más de un año, las obligaciones de deuda garantizada (CLO, por sus siglas en inglés), cuya emisión se ha expandido rápidamente en los últimos años, comparten muchas similitudes con los célebres títulos respaldados por hipotecas de alto riesgo que alimentaron la crisis financiera global.

La búsqueda de rendimientos en un entorno de tasas de interés bajas ha alimentado olas de préstamos de baja calidad (y no solo en obligaciones de deuda garantizadas). No sorprende, entonces, que la reciente caída bursátil haya expuesto altos coeficientes de apalancamiento y mayores riesgos de default.

Como si la crisis del coronavirus no fuera suficiente, la guerra petrolera entre Arabia Saudí y Rusia ya casi ha reducido a la mitad los precios del petróleo, agravando la difícil situación del sector energético de Estados Unidos. En un momento en que gran parte de la industria está afectada por las alteraciones de la cadena de suministro, y amplios segmentos del sector de servicios están más o menos paralizados, los defaults corporativos y las quiebras entre empresas pequeñas y medianas van a dispararse, a pesar del estímulo fiscal y monetario.

Es más, en tanto se desarrolla la crisis del coronavirus de 2020, las similitudes entre los bonos corporativos de alto rendimiento y los títulos soberanos de países en desarrollo parecen estar afilándose.

Si bien la crisis financiera y de deuda de los años 1980 afectaron a los mercados emergentes, la crisis financiera global fue una crisis financiera (y, en algunos casos, también una crisis de deuda) en las economías avanzadas. El crecimiento promedio del PIB anual de China de más del 10% en 2003-2013 hizo subir los precios de las materias primas globales, impulsando a los mercados emergentes y a la economía global. Y, a diferencia de las economías avanzadas después de la crisis financiera global, los mercados emergentes tuvieron recuperaciones económicas en forma de V.

Sin embargo, en los últimos cinco años, los balances de los mercados emergentes (tanto públicos como privados) se han deteriorado, y el crecimiento se ha desacelerado significativamente. En igualdad de circunstancias, el reciente recorte significativo de las tasas de interés de la Reserva Federal de Estados Unidos y otras medidas en respuesta a la pandemia deberían aliviar las condiciones financieras globales también para los mercados emergentes. Pero la igualdad de circunstancias está lejos de ser real.

Por empezar, la clásica huida a títulos del Tesoro de Estados Unidos en tiempos de estrés global y el alza del índice de volatilidad VIX revelan un marcado incremento de la aversión al riesgo entre los inversores. Estos episodios normalmente conviven con diferenciales de riesgo de intereses en marcado aumento y reversiones abruptas de los flujos financieros en tanto el capital sale de los mercados emergentes.

Por otra parte, el desplome de los precios del petróleo y las materias primas reduce el valor de muchas exportaciones de mercados emergentes y, por tanto, afecta el acceso de esos países a dólares. En el caso más extremo (pero no único) de Ecuador, por ejemplo, estos riesgos se han traducido en un diferencial soberano de cerca de 40 puntos porcentuales.

Finalmente, el crecimiento económico de China fue un motor importante de sus préstamos significativos a más de 100 países en desarrollo de bajos y medianos ingresos en los últimos 10 años, como demostré en un documento reciente que escribí con Sebastian Horn y Christoph Trebesch. La ola de datos económicos débiles procedentes de China para principios de 2020, por ende, aumenta la posibilidad de una reducción sustancial de los préstamos al exterior.

Desde los años treinta las economías avanzadas y emergentes no experimentaban la combinación de una caída del comercio global, precios de materias primas globales deprimidos y una recesión económica sincronizada. Es verdad, los orígenes de la crisis actual son inmensamente diferentes, como lo es la respuesta política. Pero las políticas de aislamiento y distanciamiento que están salvando vidas también conllevan un coste económico enorme. Una emergencia sanitaria puede evolucionar hasta convertirse en una crisis financiera. Claramente, este es un momento de “todo lo que haga falta” para políticas fiscales y monetarias innovadoras y de gran escala".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Cabreo o rebelión cívica? Publicada el 24 de septiembre de 2009









A pesar de mi optimismo impenitente cada vez que oigo a un político hablar a boca-llena de vocación de servicio, o de servidores del pueblo, se me abren las carnes en canal. A mí, el comportamiento de la clase política española me provoca una profunda repugnancia; la de la derecha, con el PP al frente, repugnancia y desprecio; la canaria, repugnancia, desprecio e hilaridad a partes iguales.

Al ejercicio de la política en España se llega por ambición, por despiste, o por inutilidad para saber ganarse la vida honradamente. Entre los que llegan por ambición, la mayoría lo hace porque eso de "pisarmoqueta" es como tener un orgasmo múltiple permanente. Sí, se que la ambición también puede ser noble, pero que quieren que les diga... Entre los que llegan por despiste, están las personas honradas, los buenos profesionales, los ingenuos, que creen, de verdad, en los ideales republicanos de servicio a la "cosa pública", y que abandonan el barco a la primera de cambio, aburridos, asqueados, o por ambas cosas. Los otros, los de la "tercera vía", simplemente, porque no saben dar un palo al agua y hay que comer todos los días, y si es a costa de los demás, pues mejor que mejor... 

Tengo la impresión de que no soy el único español que piensa así. Al contrario, creo que cada día se percibe más un intenso cabreo ciudadano para con sus políticos, una rebelión cívica, que puede ser beneficiosa a la larga si no la sacamos de contexto.

Hace unos días me llego por Internet a través de un correo amigo un artículo supuestamente escrito por el novelista y académico Arturo Pérez-Reverte, titulado "Esa gentuza" [Patente de corso, 5/7/2009] en la que pone a la clase política española a caer de un burro. Eso sí es un cabreo. Lo comparto. Pero ni yo me atrevería a decir lo que le dice a nuestros parlamentarios nuestro preclaro académico. Lo reproduzco más adelante, pero ignoro la fecha y lugar de su publicación.

El pasado día 11, aniversario de la tragedia de las Torres Gemelas de Nueva York, otra notable escritora y periodista, Rosa María Artal, escribía un artículo titulado "Test de agudeza mental: busca las diferencias entre las formas politicas de EEUU. y España" [El Periscopio, 11.9.2009] en el que dejaba reflejo de las abismales diferencias de comportamiento entre los modos parlamentarios españoles y norteamericanos. A favor de estos últimos con enorme diferencia. Pueden leerlo más adelante.

Y sobre la chabacana y pueblerina clase política canaria, que quieren que les cuente... El también escritor y periodista grancanario, José Antonio Alemán, escribía ayer un delirante artículo titulado "La dedicación política y dos piedras" [El Anillo de Moebius, 23/9/2009] sobre nuestro ínclito vicepresidente del des-gobierno canario y presidente del PP de las islas, José Manuel Soria, y sobre algunos de los últimos sucesos y chismes de la vida política local. Al final, llegaba a la misma conclusión que expuse al comienzo de este comentario sobre esa "tercera vía" de acceso a la poltrona y la moqueta: "De seguir así, acabarán dedicándose a la política y a las empresas públicas los que no sirvan para otra cosa y los que no logren levantar cabeza profesional en el ejercicio privado. Que es lo que ya ocurre". Apañados vamos, añado yo. HArendt





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[SONRÍA, POR FAVOR] Es sábado, 28 de marzo





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viernes, 27 de marzo de 2020

[NUESTRA EUROPA] ¡Responde, Europa!



Roma, hoy


"Me preocupa Europa. De hecho, me preocupa el mundo entero; no hay refugios que estén a salvo de la tormenta económica mundial. Pero la situación de Europa me preocupa todavía más que la de EE UU.", decía hace justamente once años ["¿Qué le pasa a Europa?". El Pais, 22/3/2009] el premio Nobel de Economía en 2008, Paul Krugman. 

Once años después de esa pregunta ["Europa no responde". El País, 16/3/2020] Gianluca di Feo, subdirector del diario italiano La Repubblica, se queja de la respuesta europea a la crisis provocada por el Covid-19 que asola el continente y especialmente a Italia y España:  "Mascarillas, guantes de goma, gafas de plástico. Eso fue lo primero que Italia le pidió a Europa: invocó ayuda para levantar la más sencilla de las barreras contra el coronavirus. Sin obtener respuesta, Francia y Alemania cerraron las fronteras a estos productos, prohibiendo su exportación, y nos enviaron una siniestra señal: desde Bruselas no llegaría ningún apoyo concreto, ni siquiera las cosas más pequeñas".

Desde esta página de la Comisión Europea, permanentemente actualizada, se puede acceder a los planes y decisiones de la Unión para hacer frente a la  crisis. 



La presidenta de la Comisión Europa, Ursula von der Leyen



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 27 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...


















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 26 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Emociones





Harían mal los responsables políticos en no llamar a la puerta de las humanidades en tiempos de pandemia, pues la batalla no es solo contra el virus, sino contra las metáforas de la enfermedad, afirma en el A vuelapluma de hoy ["Contagio emocional". ABC, 24/3/2020] el filósofo Javier Moscoso. 

"En uno de los cuentos más emblemáticos de Edgar A. Poe, -comienza diciendo Moscoso- el detective Dupin resuelve el misterio de un chantaje, no mediante la aplicación del razonamiento lógico, sino a través de la identificación empática. En «la carta robada», que así se llama este maravilloso cuento, Poe defiende que, para averiguar los pensamientos de otros, no hay nada como comenzar por acomodar nuestras expresiones faciales a las suyas, y esperar a que los mismos sentimientos afloren en nuestro corazón. Por boca del avezado Dupin, el escritor se pregunta si los grandes moralistas, desde Maquiavelo a La Bruyère, no fueron tal vez más que personas dotadas con esa capacidad de hacer brotar en su interior los pensamientos y sentimientos de otros. Tiempo antes de que el filósofo Adam Smith estableciera que la simpatía era el fundamento de la sociedad civil, el suizo Albrecht von Haller, fundador de la fisiología moderna, le había cortado la cabeza a un buey para estudiar sus movimientos post-mortem. Cuando vio brotar una lágrima del ojo del animal, juró que jamás repetiría experimento semejante.

En los tiempos que corren, habría que reconocer que el drama de la nueva pandemia posee una dimensión psicológica y emocional que no puede desatenderse. Las medidas de distanciamiento social, que no son sino una forma suave de llamar al confinamiento, producen un efecto similar al del náufrago atrapado en su isla, aislado y, sin embargo, responsable de mantener sus rutinas cotidianas, sus valores morales y sus virtudes económicas. La circunstancia de que Defoe escribiera tanto un libro sobre la soledad de un náufrago como un diario de la peste nos hace ver hasta qué punto la relación entre el aislamiento y la pandemia, entre los individuos y sus referentes emocionales, no pueden olvidarse en tiempos de tragedia. Dentro de poco seremos capaces de derrotar la enfermedad, pero tal vez pasemos por alto lo que podíamos haber aprendido de nosotros mismos. Hay que recordar que, desde los tiempos de Tucídides, o incluso desde que Apolo castigara a los griegos con la peste, las grandes visitaciones, como se llamaba a estos episodios, nos han puesto en la necesidad de movilizar no solo nuestros conocimientos, sino nuestros recursos emocionales. Nada extraño por otra parte, puesto que no hay relatos sin emociones ni enfermedad humana sin relato. Así que, a medida que avanza la enfermedad, también afloran los sentimientos. Y no todos son bienvenidos ni carecen de consecuencias. Harían mal los responsables políticos en no llamar a la puerta de las humanidades en tiempos de pandemia, pues la batalla no es solo contra el virus, sino contra las metáforas de la enfermedad, de las cuales la historia nos proporciona innumerables ejemplos.

Para empezar, nuestra situación presente puede parecernos única, pero no lo es en absoluto. La gran pandemia de este año, como la peste de 1665, como cualquier otra, no distingue fronteras. Por el contrario, es un fenómeno propio de la globalización que algunos juzgarán cosa de ahora, pero que en realidad ha sido cosa de siempre. Por muy extraño que les parezca a algunos, nunca hemos estado solos. De ahí que hayamos tenido siempre la tentación de pensar que la enfermedad viene de lejos. Al describir la peste que asoló Atenas en el siglo V antes de Cristo, el historiador Tucídides explicaba que la epidemia había surgido en Etiopía, más allá de Egipto. De los valles del Nilo había llegado a Libia, desde donde se extendió por el Peloponeso. Tampoco innovamos demasiado en las soluciones. En la peste de Florencia de 1348, que dio lugar al Decameron, Boccaccio explicaba cómo, para combatir la enfermedad, algunos ciudadanos prefirieron apartarse de cualquier otro ser humano y encerrarse en sus casas; otros optaron por la satisfacción de sus más diversos apetitos y hubo también quien, ante la rapiña y el desorden, prefirió abandonar sus posesiones, buscando refugio en el campo. Como en la peste de Londres de 1665, sobre la que escribió Defoe en 1722, la llegada de la epidemia propiciaba, antes como ahora, una nueva relación de los ciudadanos con la autoridad, así como una forma de enfrentar de manera individual y colectiva la experiencia de la tragedia. Tampoco faltan, en cualquier acontecimiento que cuestione o suspenda provisionalmente el orden social, las acusaciones veladas o explícitas. Fuera de la lógica del castigo divino, con la que Apolo castigó a las griegos en la Ilíada, la naturalización de cualquier fenómeno disruptivo ha pasado, históricamente, por el señalamiento del otro, hasta el punto de que el drama de la pandemia ha servido muchas veces de abrevadero del odio y del fanatismo. La historia de la xenofobia y de la peste se han encontrado muchas veces, aunque no siempre bajo la bandera de la discriminación racial. Baste recordar que en los comienzos de la epidemia de sida, tampoco faltaron voces dispuestas a explicar la desgracia por la orientación sexual de los enfermos.

Puesto que la visitación supone una ruptura del universo normativo, es lógico que afloren los sentimientos de pertenencia grupal, ya estén animados por el amor o por el odio. Los aplausos y las caceroladas que se escucharon hace unos días en algunas ciudades de España tienen orientación política muy diferente, desde luego, pero ambos fenómenos obedecen a la misma necesidad, la de construir un orden emocional que sostenga el espectáculo de la tragedia. Ya sea como reconocimiento o como señalamiento, el gesto subraya la urgencia de aunar los vínculos de pertenencia grupal, mediante la movilización de pasiones, incluso contradictorias.

Al contrario que Robinson Crusoe, que tenía que hacer esfuerzos por mantener viva la civilización, aun estando solo, los protagonistas del año de la peste deben intentar no sucumbir a las pasiones ficticias, ni a las emociones inmoderadas. Es decir, deben evitar convertirse en salvajes, aun estando juntos. El alegato de Defoe a favor de las medidas impopulares que sirvieron, en lo posible, para contener la epidemia, forman parte de la lógica británica del «Keep calm and carry on» (mantenga la calma y siga adelante) que tan buenos resultados produjo durante los bombardeos de Londres en 1940. Bajo la forma de lo que los psicólogos denominan «contagio emocional», que los antiguos llamaban «ósmosis» y los modernos «simpatía», los seres humanos reconocemos nuestro carácter gregario, hasta en condiciones de confinamiento. Ahora bien, el contagio emocional en tiempos de epidemia, que nos lleva a arrojarnos sin control sobre los rollos de papel higiénico, es tan peligroso como el contagio viral, pero al contrario que este último, puede ser modulado. No es una imposición de la naturaleza, sino un factor humano que puede y debe regularse".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[ARCHIVO DEL BLOG] ¿Por qué dormía Europa? (Publicada el 22 de septiembre de 2009)






En el verano de 1940, cuando hacía justamente nueve meses que había estallado la guerra en Europa, un joven y brillante estudiante de la Universidad de Harvard leía su tesis de graduación en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales. Se titulaba "Appeasement in Munich", y analizaba en ella las razones que llevaron al gobierno británico a una suicida política de contemporización y apaciguamiento a toda costa con el cada vez más creciente belicismo de Hitler, y a firmar con él los vergonzantes acuerdos de Munich que darían rienda suelta al expansionismo nazi. Obtiene la calificación de "Sobresaliente Cum Laude" y un mes después se publica como libro con el título de "Por qué dormía Inglaterra", convirtiéndose en un auténtico "superventas" que gana el prestigioso Premio Pulitzer de ese mismo año. Veinte años más tarde, ese joven estudiante, John F. Kennedy, sería elegido presidente de los Estados Unidos de América.

"Por qué dormia Inglaterra" se publica en España por la editorial barcelonesa Plaza &.Janés en 1965, supongo que a raíz de la conmoción mundial que produce el asesinato del presidente Kennedy. Yo la leo ese mismo año en una edición de bolsillo que aún conservo y que, casualmente, ojeaba hace unos días. Ya he dejado constancia en este blog de mi juvenil apasionamiento por la figura de Kennedy. Su trágica muerte dio lugar a uno de los días que más imborrable impresión han dejado en mi vida, y que puedo relatar minuto a minuto con exactitud. Su lectura me emociono. Lo leí con fervor y apasionamiento y, en cierto modo, encaminó mi recién iniciada vida académica hacia la Historia y la Ciencia Política.

No tengo muy claro que tipo de asociación de ideas me ha llevado a recordar el libro citado, ¿quizá su título?, al leer el artículo que en el diario "El País" de ayer publicaba el profesor de Ciencias Políticas de la UNED, José Ignacio Torreblanca, titulado "Completar Europa". ¿Quizá el dramático llamamiento que formula en el mismo a enderezar el tortuoso momento que vive la Unión Europea y que la reelección de Durao Barroso como presidente de la Comisión no ayuda, precisamente, a despejar? Pudiera ser, aunque también pudiera haberlo provocado la apelación final del articulista a que los europeos, con Barroso a la cabeza, completemos de una vez por todas el mapa de la Unión y luchemos por consolidarla en el concierto mundial.

La verdad es que no me gustaría que ninguno de mis nietos obtuviera su grado académico dentro de veinte años con una tesis que se preguntara y explicara "¿Por qué dormía Europa?"... Precisamente, cuando más necesitábamos de ella. HArendt




John F. Kennedy



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