viernes, 21 de febrero de 2020

[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 21 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

jueves, 20 de febrero de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] De corrupciones, obscenidades y volcanes (Publicada el 4 de agosto de 2009)




El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy



No acabo de entender muy bien la alegría del señor Rajoy, presidente nacional del partido popular, tras conocerse la decisión del Tribunal Superior de Justicia de Valencia de sobreseer la acusación contra el presidente del gobierno de la citada comunidad autónoma. Primero porque aunque la decisión del Tribunal considere que no ha habido delito -algo bastante discutible, y de ahí el anunciado recurso de la Fiscalía Anticorrupción ante el Tribunal Supremo- también acredita que el presidente de la comunidad autonóma valenciana recibió unos regalos cuyo pago no ha podido demostrar (regalos que el Sr. Camps dijo desde el primer momento que había pagado, ergo, el Sr. Camps mintió a sabiendas de que mentía). Segundo, porque es muy posible que los miembros del Tribunal Supremo que hayan de ver el recurso, que no están en Valencia sino en Madrid, no tengan tan alto grado de amistad personal y notoria con el señor Camps como algunos de los miembros de la Sala del TSJV que acordó el sobreseimiento de la causa...

¿Cabe de la resolución dictada por el Tribunal Superior de Justicia de Valencia achacar una corrupción generalizada de los jueces? Yo diría que no, por lo menos, no en mayor número que la que cabría achacar a los bomberos, las asistentas, los empresarios de la construcción, los sindicalistas piqueteros, los políticos, los notarios o los pensionistas como yo. Ni siquiera lo pienso de los jueces de la Sala que ha dictado la resolución.

Sí que lo pienso, por el contrario, del partido popular. La desvergüenza de la cúpula del partido en todo este asunto ha sido tan llamativa que roza la obscenidad. Rebobino y repito: de la cúpula del partido, no de todo el partido.

Hay un precioso librito titulado "Los volcanes", tomo I de la "Guía Física de España" (Alianza, Madrid, 1986), dirigida por la geógrafa Carmen Romero, que se abre con una cita sobre los volcanes de mi tierra, Canarias, que dice así: "En Canarias no hay volcanes; toda Canarias es un volcán".

Si me permiten trasponer la cita a la vida pública española, la misma quedaría más o menos así: "En España no hay partidos corruptos; lo que está corrompido es la totalidad del sistema partidista".

Y la pregunta es: ¿tiene solución? Desde luego que sí, si hubiera voluntad por parte de sus protagonistas, los partidos. Voluntad que no parece tener nadie Rajoy, CampsAguirreBarberá y Soria (presidente de la "franquicia" pepera en Canarias, y recien salvadito por el TSJC de un embrollo similar), que tanto se ríen estos días...

En un artículo titulado "De regalos y corrupciones" que publican hoy en El País el abogado Agapito Ramos y el escritor Jorge M. Reverte, proponen un sencillo procedimiento para acabar con este tipo de corrupción a base de establecer un tope de precio a las dádivas, transparencia en las finanzas de los partidos y en los salarios de los políticos, medidas útiles -a su juicio- para atajar conductas impropias sin necesidad de legislar sobre la cuestión. Tengo serias dudas de que funcione, pero por intentarlo, que no quede. HArendt




El presidente de la C.A. de Valencia, Francisco Camps


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[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 20 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




















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miércoles, 19 de febrero de 2020

[A VUELAPLUMA] Los responsables intelectuales



Fotografía de Wolfgang Schäuble en un cartel griego en contra de la austeridad


"Las ideas equivocadas -escribe en el A vuelapluma de hoy miércoles el periodista Joaquín Estefanía- también son responsables de que los ciudadanos hayan vivido casi una década de profunda crisis económica, mientras creían estar seguros y que no se repetirían los excesos del pasado. Es imprescindible corregirlas para que las dificultades no vuelvan. Una de esas ideas fue la llamada “austeridad expansiva”, que decía que todo ajuste basado en un recorte del gasto público tendrá finalmente carácter expansivo, olvidando a los que se quedan por el camino. Sus teóricos han sido los responsables intelectuales de la Gran Recesión, a los que se han de unir los protagonistas prácticos de la mayor operación de engaño de la historia moderna (una redistribución de la renta y la riqueza a la inversa) y los supervisores que no supervisaron.

Uno de los personajes que aplicaron con más rigor esa austeridad expansiva fue el alemán Wolfgang Schäuble, hoy presidente del Bundestag y antiguo ministro de Finanzas, que acaba de declarar que no cree que el populismo sea consecuencia de las políticas de austeridad por las que una parte importante de los europeos se sintió abandonada: “Los hechos hablan en contra de esas suposiciones no académicas (…). Yo creo que las causas son otras”.

La austeridad expansiva tiene varios padres. Ahora, uno de ellos, el profesor de la Universidad de Harvard Alberto Alesina, publica un libro (Austeridad; Deusto) en el que reivindica lo que él mismo y su colega Silvia Ardagna llevan diciendo desde finales de los años noventa: que no hay una sino dos austeridades: la basada en la subida de los impuestos (austeridad recesiva) y la que se centra en el recorte de gastos, que es la buena porque la austeridad y el crecimiento se hacen compatibles (austeridad expansiva). Nuestras investigaciones, dice Alesina, certifican que hay una diferencia importante en cuanto al efecto de los planes de la austeridad basado en el aumento de los impuestos y los paquetes de medidas de consolidación centradas principalmente en las reducciones del gasto. A favor de estos últimos.

Los autores (Alesina y dos profesores de Milán) acusan a los que han hecho balance de las políticas seguidas durante la Gran Recesión en Europa y las han calificado de estrepitoso fracaso, porque el crecimiento ha sido menor que antes y la deuda no ha disminuido, de llevar a una discusión tóxica o cuando menos áspera e ideologizada, lo que termina produciendo una conversación inútil e improductiva. Sin embargo, a lo largo de las 335 páginas de su texto no hay ni una sola reflexión central sobre los perdedores de las políticas de recortes de gasto y devaluación salarial que se han aplicado al menos entre los años 2008 y 2014.

Alesina contesta directamente a los que afirman que la austeridad, tal como ha sido concebida (una forma de deflación voluntaria por la cual la economía entra en un proceso de ajuste basado en más paro, reducción de salarios y un menor gasto social con el objeto de disminuir la deuda y el déficit), es una idea peligrosa que ha sido refutada por la realidad, sin que sus teóricos hayan hecho la menor autocrítica académica o profesional. Mark Blyth, un profesor de la Universidad de Brown, escribió en 2014: “No obstante, y a pesar de que [incluso] el Fondo Monetario Internacional ha perdido la fe en la austeridad, esto no significa que sus defensores no estén tratando de encontrar nuevos ejemplos de su (presunto) funcionamiento positivo. Hay demasiadas reputaciones en juego, y demasiado es también el capital político invertido, como para permitir que unos simples e inoportunos hechos vengan a interponerse en el camino de esta ideología”.

Alesina et altri escriben que no es cierto que la austeridad sea un “beso de la muerte” para los Gobiernos que adoptan este tipo de políticas. Desmienten con ello aquellas declaraciones del expresidente de la Comisión Europea Jean-Claude ­Juncker cuando dijo sobre los programas de ajuste: “Todos sabemos qué políticas debemos aplicar, lo que no sabemos es cómo salir reelegidos si las aplicamos”.

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[PENSAMIENTO] Sobre la libertad



Dibujo de Del Hambre para El País


"Mantener a la población en la ignorancia -afirma la poetisa y filósofa Chantal Maillard- y fomentar el odio ha sido siempre la doble estrategia de los partidos totalitarios cuando no pueden utilizar la fuerza para imponerse. El odio es un arma eficaz que necesita muy pocas ideas para germinar. No arraiga en la concordia ni en la razón cordial, sino en la voluntad de confrontación y el ansia de prevalencia.

Es fácil fabricar problemas. Se lanza una idea y se la nombra. Una vez nombrado cualquier fantasma adquiere existencia. El siguiente paso es aún más fácil: se sitúa a los probables adversarios en el reñidero y se les azuza. De inmediato vuelan las plumas. A favor o en contra del fantasma, los partidarios se enzarzan, mientras en los altavoces se retransmite la pelea y el público hace sus apuestas.

Quienes, confundiendo la política con el poder, utilizan tales ruidosas artimañas saben que, de este modo, distraerán a la población de lo que más importa. Lo triste del asunto es que caemos en sus redes: opinamos, debatimos, nos enfrentamos y terminamos escupiendo lodo.

Esto, por supuesto, no es hacer política. La política no se hace con opiniones, sino proponiendo acciones que faciliten la convivencia, no que la deterioren. Y en este sentido es como ha de entenderse la educación.

Quienes, desde la voz pública, la emprenden con la función docente en una sociedad cuyo mayor bien es el de pensar y expresarse libremente no están haciendo otra cosa que tratar de desestabilizar los cimientos de un sistema social que necesitó de varias revoluciones para implantarse y que se resumía en aquellas famosas palabras de Camille Desmoulins que los franceses incluyeron en su Constitución de 1848: “Libertad, igualdad y fraternidad”.

Y no es que nuestra sagrada democracia sea el mejor sistema posible —tampoco este mundo es el mejor de los mundos posibles—, pero qué duda cabe de que puede mejorarse. Una mejor democracia será aquella que esté formada por personas que puedan pensar libremente. Cuando esto no se da, recordando a Stuart Mill, diremos que el gobierno de la mayoría es aún peor que el gobierno de un tirano, pues protegerse contra la tiranía de la opinión y el sentimiento prevaleciente es mucho más complicado que defenderse de un tirano.

Pero ¿qué significa pensar libremente? ¿De qué o frente a qué podemos ser libres? Evidentemente, no se trata aquí de libertad política, sino de aquella otra libertad que precede a toda libertad política y sin la cual ésta no ha lugar. Pensar libremente significa pensar libre de conflictos interiores: aquellos que vienen producidos por la desinformación, la manipulación informática, los prejuicios, el adoctrinamiento y la incapacidad para gestionar las propias emociones y entender cómo y por qué o frente a qué se generan. Un individuo libre es aquel que será capaz de pensar sin que nada de esto enturbie su mente.

Ahora bien, esto no se consigue sin una formación adecuada. Y por adecuada entiendo aquella que, lejos de adoctrinar, enseñe a pensar correctamente: según reglas lógicas y no a partir de creencias, convicciones, opiniones ni sentimientos heredados, los diversos temas que afectan a la convivencia. Esto es lo que siempre fue —o debería haber sido— la enseñanza de la ética, una disciplina que, en este país, se ha considerado siempre, lamentablemente, como una maría:una de esas asignaturas que no tienen importancia y que pueden, por tanto, aprobarse sin necesidad de estudio. ¿Por qué será, si ésta es precisamente una de las materias que más han preocupado a los pensadores de todas las culturas? Y no vale argumentar que a los alumnos no les interesa la filosofía, porque sí que les interesa, y mucho, aprender a pensar y a dialogar con instrumentos lógicos adecuados; sí que les interesa participar en los asuntos públicos, y sí que están capacitados para hacerlo. La filosofía no es —o no sólo— metafísica (de ésta se ocupan ahora mucho mejor los físicos teóricos), es ante todo un instrumento, una lente y, a la vez, el arte de pulirla. Los niños no son ositos de peluche. No hay que defenderles de la razón, sino enseñarles a utilizarla correctamente, allí donde la razón alcanza.

Los hijos no son una pertenencia, son una responsabilidad. Somos responsables de ellos en las dos acepciones del término: estar al cuidado y ser la causa. El deber de cuidarlos viene dado por la responsabilidad que supone darles vida y traerles a un mundo impredecible, difícil, complejo, y mucho más extraño de lo que parece. De ahí la obligación, por nuestra parte, de procurarles una educación que les permita vivir y convivir en la complejidad sin trabas ideológicas. Que les permita, en definitiva, ser dueños de la parte de sí que al pensar corresponde cuando pensar se hace sin prejuicios.

Y en esto, el voto de confianza ha de serles dado a los docentes, pues en las condiciones actuales, más que un trabajo remunerado, la enseñanza es, sin duda, una vocación cuya única recompensa es ver a los alumnos desenvolverse libremente fuera de los viejos moldes que nos han llevado a tan mal puerto.

No es la información ni la libertad de pensamiento lo que pone en riesgo la convivencia, sino el ansia de tener, de poseer y de poder. Esto sí que ha de preocuparnos. Y si el miedo a la libertad sigue siendo un problema, pensemos que solamente con ella serán capaces las nuevas generaciones de enfrentarse a los problemas reales y graves que habrán de resolver sin nuestro concurso y que solamente desde ella estarán en situación de poder concebir y programar un futuro más acorde con las necesidades de un planeta que nosotros no supimos preservar".



La escritora Chantal Maillard



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es miércoles, 19 de febrero





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...

















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martes, 18 de febrero de 2020

[A VUELAPLUMA] El peligro de prohibir



La diputada socialista Adriana Lastra


"El programa electoral del PSOE incluía la prohibición de la apología y exaltación del franquismo -comenta el escritor Daniel Gascón en el A vuelapluma de hoy martes-. Su vicesecretaria general, Adriana Lastra, ha anunciado que la reforma del Código Penal llevará la modificación. Ha dicho que en democracia no se puede homenajear a dictadores ni a tiranos, aunque hay dirigentes de Podemos e IU que lo hacen con cierta frecuencia.

No se sabe bien en qué consistiría la regulación, ni queda claro qué es la exaltación del franquismo. Es posible que nadie lo sepa. Quizá sea un globo sonda: el Gobierno anuncia una medida, hay un revuelo, se señalan las consecuencias negativas, y cuando no sucede lo peor, porque la medida no llega tan lejos, parece que ha acertado. Entretanto, polarizas y colocas al PP en una posición incómoda.

También puede ser una chapuza. Muchos expertos han manifestado dudas. Según el Tribunal Constitucional, la libertad de expresión “no puede verse restringida por el hecho de que se utilice para la difusión de ideas u opiniones contrarias a la Constitución”, que ampara la “mera adhesión ideológica a posiciones políticas de cualquier tipo”. El límite es la incitación a la violencia. Si queremos proteger la expresión de ideas y opiniones, hablamos también —o básicamente— de la expresión de ideas odiosas. De que puedan circular ideas que nos gustan estamos todos a favor. César Rendueles ha escrito que perseguir ese delito de opinión constituye un homenaje al franquismo. En los últimos años, sin ETA en activo, se han utilizado leyes destinadas a combatir el terrorismo —pensadas para un delito y no una posición— para perseguir a cantantes o tuiteros. Eso ha conducido a situaciones tan injustas como ridículas. Podemos intentar prohibir los discursos que nos resultan antipáticos y complicarle la vida a la gente que nos cae mal. Pero prohibir un discurso puede servir para que luego veten también el tuyo.

Corres el riesgo de regalarle la defensa de la libertad de expresión a la ultraderecha. Y, sobre todo, cuando prohíbes una opinión porque te parece peligrosa para la democracia ya has empezado tú mismo a degradar la democracia. No hace falta que vengan los enemigos reales o imaginarios: has adelantado su trabajo. El franquismo no es ya una amenaza para nuestra democracia. Pero sí puede serlo la pulsión antipluralista, que está bien repartida por el espectro político". 

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






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