Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz sábado, 16 de agosto de 2025. El Tribunal Constitucional ha tenido una inmejorable oportunidad para demostrar su razón de ser y armonizar posturas jurídicas distintas, comenta en la primera de las entradas del blog de hoy Pedro Cruz Villalón, expresidente del Tribunal Constitucional, y no queda sino mirar hacia adelante. En la segunda, un archivo del blog de agosto de 2016, HArendt comentaba que se tenía por una persona ecuánime y poco dada a los exabruptos. En mis tiempos de activismo político y sindical, dice, me molestaba profundamente que mis compañeros me dijeran que tenía la sangre de horchata, dado que era difícil sacarme de mis casillas fuera cual fuera la situación; bien, supongo que con la edad uno pierde facultades. El poema del día, en la tercera, se titula Lo incómodo de estar todavía vivos, es de la poetisa española Luna Miguel, y comienza con estos versos: Por pereza siempre dejamos ganar a la pereza/o lo que es lo mismo: por dejar de hacer/por dejarnos caer en la desgana /escogemos el camino más breve el menos/esperanzador. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos míos. HArendt
El blog de HArendt - Pensar para comprender, comprender para actuar - Primera etapa: 2006-2008 # Segunda etapa: 2008-2020 # Tercera etapa: 2022-2025
sábado, 16 de agosto de 2025
DE LA SENTENCIA DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL SOBRE LA AMNISTÍA
El Tribunal Constitucional ha tenido una inmejorable oportunidad para demostrar su razón de ser y armonizar posturas jurídicas distintas: y no lo ha hecho, escribe en El País [Ahora que la amnistía es constitucional, 07/08/2025] el jurista Pedro Cruz Villalón, expresidente del Tribunal Constitucional. Ahora que el Tribunal Constitucional ha validado la amnistía, al jurista que suscribe no le queda sino mirar hacia adelante. Atrás quedan las expresiones de incredulidad e inquietud ante lo que en los medios se presentaba como texto de la ponencia previa a la deliberación y fallo. La sentencia, es cierto, ha evidenciado que mi inquietud, no así mi incredulidad, poseían fundamento, pero lo relevante ahora es que nuestro juez constitucional ha dejado dicho, en única y definitiva instancia, que aquella ley de amnistía, aparte unos muy puntuales extremos, es constitucionalmente adecuada. Y no sobra añadir que pecaría de temeraria la pretensión por parte de cualquier poder del Estado de poner en cuestión a partir del Derecho interno lo declarado por el tribunal.
Pendiente queda mirar hacia adelante. Pues ni la Constitución ni la misma justicia constitucional han salido sin rasguños del trance. En lo que sigue dejaré de lado los sufridos por la Constitución, no porque me parezcan nimios, sino porque ya han sido competentemente señalados. Opto en su lugar por centrar la atención en los sufridos por la propia justicia constitucional patria. Lo avanzaré sin rodeos: nuestro Tribunal Constitucional ha perdido en esta ocasión una inmejorable oportunidad de hacer valer que, como tal institución, mantiene su razón de ser.
Gertrude Lübbe-Wolff, una figura señera de la justicia constitucional alemana, ha dado a la luz un ingente trabajo bajo el epígrafe Culturas de la deliberación (Beratungskulturen, disponible en abierto). El largo subtítulo da cuenta de la razón de ser del empeño: en castellano, “cómo trabajan los tribunales constitucionales y de qué depende que integren o polaricen”. El mensaje es evidente. Lo que singulariza a estos órganos es, esencialmente, su capacidad y su voluntad de deliberar, tanto una cosa como la otra. Por así decirlo, la deliberación está en el ADN del juez constitucional. Y en función de cómo acierten en llevar a cabo esa dimensión de su oficio, los tribunales constitucionales contribuirán a la integración o a la polarización de la comunidad política: desde luego, siempre sin merma de la claridad y coherencia de la sentencia.
Por “deliberación” hay que entender aquí el momento crucial de intenso y si es preciso prolongado diálogo entre los integrantes de la institución en el tratamiento de un litigio constitucional. A mayor complejidad del asunto, mayor urgencia adquiere la garantía de la suficiencia de esta etapa en el proceso de alumbramiento de la sentencia. Por su parte, la “integración”, entendida aquí como factor de cimentación de la comunidad política en torno a su Constitución, es un objetivo ciertamente cargado de ambición, por lo que en nuestras circunstancias ya será mucho si la justicia constitucional evita erigirse ella misma en un factor adicional de “polarización”, categoría esta última en la que no hace falta detenerse.
Lo que lamentablemente parece haber ocurrido en el caso que nos ocupa es un ejemplo de libro del referido efecto aditivo, seguramente involuntario, de polarización. Todo apunta, en el origen, a un trabajo competente por parte del grupo de letrados y letradas del tribunal en esta ocasión singularmente adscritos a la tarea, siempre en el contexto de las oportunas orientaciones recibidas. Pero una vez culminado ese trabajo, y distribuida la ponencia, se suponía llegado el momento de la implicación de la decena (esta vez) de integrantes del pleno del tribunal. En definitiva, tocaba deliberar con toda la amplitud que el caso requería a partir de lo que no pasaba de ser una opinión sobre diez. Es aquí donde honestamente pienso que el tribunal ha fallado de manera ostensible.
En este sentido conviene retener dos datos: a) el recurso de inconstitucionalidad, tal como aparece resumido en los antecedentes de la sentencia, evidencia la extraordinaria envergadura del asunto, coherentemente puesta de manifiesto en las 150 densas páginas de fundamentos jurídicos; b) este asunto había polarizado a nuestra sociedad a unos niveles raramente conocidos. La suma de estos dos factores ofrecía una circunstancia única para hacer valer que el título que nuestra Constitución dedica al Tribunal Constitucional sencillamente continuaba teniendo sentido: no solo por la competencia del juez constitucional para encarar en grupo los complejos problemas esta vez implicados, sino por su capacidad de integrar en toda la medida de lo posible las diferentes perspectivas legítimamente presentes en el pleno, por encontradas que inicialmente parecieran. Pues ambas capacidades se veían en esta ocasión eminentemente puestas a prueba.
En cambio, y lamentando mucho decirlo, la sentencia ha optado en su consecuencia por polarizar a base de no deliberar. Desde que en el arranque del pasado junio el texto de la ponencia llegó anómalamente a los medios, en paralelo con su distribución interna, se generalizó la opinión de que “esa” era ya la sentencia, dándose la consiguiente relevancia a la noticia. Se fijó, por lo que se sabe, un calendario poco menos que inapelable de deliberación y fallo sin correspondencia alguna con la complejidad técnica del asunto y con el reto de explorar puntos de encuentro. Poco extrañaría que el par de semanas disponibles hasta dicha deliberación y fallo hubiera sido empleado, en hipótesis, por los ya discrepantes en la puesta en pie de unos previsibles votos, tan extensos en algún caso como los fundamentos jurídicos de la sentencia. ¿Hubo ocasión de exponer a suficiencia en el pleno del Tribunal las respectivas posiciones antes de concluir en voto discrepante en caso de derrota? No lo parece, a juzgar por el ritmo de deliberación seguido.
Pero, cabría preguntarse, ¿es que no había modo de que las cosas hubieran ocurrido de manera diferente? La realidad es que cualquier intento de aproximación de enfoques hubiera requerido una deliberación sin fecha de caducidad, que adicionalmente diera a tiempo a la ponente para reflexionar sobre las numerosas sugerencias que sin duda habría recibido, antes de regresar al pleno con un segundo o tercer texto. Basta imaginar el trabajo y el tiempo que hubiera requerido poner en pie un esquema de sentencia que, por ejemplo, concluyera en una declaración de inconstitucionalidad de la ley excepcionalmente no seguida de su nulidad: como por lo demás la propia sentencia hace en un momento muy secundario. Pero sin duda vivo fuera de la realidad.
Por desgracia, todo parece indicar que se había alcanzado un punto en el que nadie en el tribunal conservaba esperanza o confianza alguna en la deliberación. Al final se obtiene la sensación de que en el interior de nuestra justicia constitucional está hoy ausente algo tan elemental como el reconocimiento del otro, si se quiere, la capacidad de ver en el otro un interlocutor válido. Sería injusto no asumir que este lamentable estado de cosas arranca de atrás, pero mucho me temo que este episodio se vea en el futuro como epítome de esta infausta evolución. En suma, el cuadro resultante ha sido el de una justicia constitucional en cuyo seno no se delibera. Con el efecto de aparecer como una instancia de mera traslación del conflicto a una instancia adicional carente de efectivo valor añadido para el desarrollo de nuestra vida pública. Lo peor que le puede pasar.Pedro Cruz Villalón fue presidente del Tribunal Constitucional (1998-2001) y abogado general en el Tribunal de Justicia de la Unión Europea.
DEL ARCHIVO DEL BLOG. VAMOS A JUGAR AL TRILE. PUBLICADO EL 23/08/2016
Vamos primero con las definiciones, y recurro como siempre al nuevo Diccionario de la lengua española (2014). 1.- trilero: Tahúr que dirige el juego del trile. 2.- tahúr: Jugador fullero. 3.- fullero: Que hace fullerías. 4.- fullería: Astucia, cautela y arte con que se pretende engañar. Y 5.- trile: Juego callejero de apuestas fraudulentas que consiste en adivinar en qué lugar de tres posibles se encuentra una pieza manipulada. Aclarado queda...
En contra de lo que suelen afirmar los filósofos, uno no suele ser buen juez de sí mismo... Por eso, quizá, hace unos días me quedé con mal sabor de boca al publicar mi último vuelapluma, titulado Coincidencia casual y dedicado a nuestro presidente del gobierno en funciones don Mariano Rajoy. ¿Me habré pasado dos pueblos, como decía graciosamente otro destacado exdirigente del PP reverenciado en su momento por don Mariano y ahora defenestrado como apestoso por lo que pueda pasar? Me tengo por una persona ecuánime y poco dada a los exabruptos... En mis tiempos de activismo político y sindical me molestaba profundamente que mis compañeros me dijeran que tenía la sangre de horchata, dado que era difícil sacarme de mis casillas fuera cual fuera la situación. Bien, supongo que con la edad uno pierde facultades...
Don Mariano amenaza a los españoles con unas terceras elecciones el día de Navidad... La verdad es que sería una pasada, pero en fin cosas más raras se han visto. Lo que me llama poderosamente la atención es que haga responsables de esas nuevas elecciones, ¡tres, tres en un año!, a quien no vote por él como presidente del gobierno en el próximo pleno de investidura. Ganarse la investidura es su problema, no el de la oposición ni el de los que no le hemos votado. Y si es incapaz de conseguirlo, la solución no es pedirles a los demás que le voten, sino que él, por el bien de todos los españoles, se bote a sí mismo. O pedírselo a su partido. Lo demás es faena de tahúr, trilero o farsante. O de pillo, o pícaro, si prefieren que recurramos a términos arraigados en la tradición literaria española.
Ver que persona tan comedida habitualmente como el periodista Xavier Vidal-Folch tenga que recordarnos algo tan elemental como lo anterior en un artículo de El País titulado Embestidura me reconcilia conmigo mismo. Nunca sabrá cuanto se lo agradezco.
Todo feo. Demasiadas embestidas tácticas en la pre-cocción de la investidura de Mariano, dice Vidal-Folch. La primera fue ningunear la Constitución, cuando el candidato designado por el Rey amagó con desobedecerla. Pidió reunirse con el líder de la oposición “para ver si me presento”. ¿Cómo que si me presento? Despreciaba así el mandato del artículo 99.2 de la Carta Magna, por el que el candidato “expondrá” su programa y “solicitará” la confianza de la Cámara. No es una opción, es un doble imperativo. Una doble obligación de hacer. Cuestionarla es una conducta extraña en un dirigente que predica sin descanso la necesidad de cumplir la ley. ¿O eso solo rige para los demás?
La segunda, continúa diciendo, fue olvidar la promesa al probabilísimo socio, y a su propio partido: “Una vez conocidas las condiciones de Ciudadanos para negociar, las someteré a debate y aprobación por el Comité Ejecutivo Nacional del PP” (tuit del día 10). No hubo nada porque “el PP no ha venido a hablar de condiciones”, proclamó tras reunir ese órgano, el día 17. Una coz, quizá para devaluar el impacto de su inmediata aceptación integral —verdadero trágala— de las seis sensatas condiciones de marras.
La tercera y última embestida, añade, fijar la fecha de investidura de forma que si fracasa, la tercera elección deba celebrarse el 25-D. Para presionar a Pedro Sánchez a facilitarla: “A ver si tiene narices de enviar a 36 millones de españoles a votar en Navidad”, tuiteó, gentleman, Xavier García Albiol. “Chantaje”, replicó Jordi Sevilla. Escupir a la mano de quien te tiene que dar de comer, curiosa táctica. Exigir al rival que haga (abstenerse) lo que tú no hiciste (ídem) cuando estabas en su posición de hoy (ser candidato), sorprendente coherencia.
Agravada si lo haces de forma perentoria, agónica, amenazante, termina diciendo. Confundir investidura con embestidura conlleva riesgo: la de desanimar, desincentivar e inhibir a aquellos de los rivales —los hay— partidarios de desbloquear la situación. ¿Cómo? Imponiendo un alto precio (social: ajuste sin recortes de bienestar, alza del salario mínimo, convenios serios, fiscalidad progresiva, alquiler simbólico a los desahuciados…) a su indispensable abstención. Matar, pero muriendo, pésimo negocio. Gracias, don Xavier. Hoy dormiré mucho más tranquilo; gracias de todo corazón. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt
DEL POEMA DE CADA DÍA. HOY, LO INCÓMODO DE ESTAR TODAVÍA VIVOS, DE LUNA MIGUEL
LO INCÓMODO DE ESTAR TODAVÍA VIVOS
y las flores desaparecen
Hilda Doolittle
por pereza siempre dejamos ganar a la pereza
o lo que es lo mismo: por dejar de hacer
por dejarnos caer en la desgana
escogemos el camino más breve el menos
esperanzador o lo que es lo mismo: «separar
esto no sirve de nada» «qué pérdida
de tiempo» como si acaso al tiempo
hubiésemos podido alguna vez ganarlo «todo
está perdido» y «para qué» por dejar
de hacer dejamos de hacernos «cuánta pereza
el trabajo de un futuro limpio» «cuánto
nos cuesta entretenernos separando los
deshechos de nosotros mismos» «cuántas
y qué mal las quejas» que por pereza
destrozamos el mundo o lo que es lo mismo:
la vida es escandalosamente perezosa el futuro
es escandalosamente perezoso el mundo es
escandalosamente pequeño si lo piensas
solo nos cuesta amarlo porque nadie nos advirtió
de que amar y de que cuidar y de que vencer a la pereza
es un trabajo tan incómodo
como el de estar todavía vivos
LUNA MIGUEL (1990)
poetisa española
viernes, 15 de agosto de 2025
DE LAS ENTRADAS DEL BLOG DE HOY VIERNES, 15 DE AGOSTO DE 2025
Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes, 15 de agosto de 2025. Vivimos un tiempo de rabia y de malos sueños, dice en la primera de las entradas del blog de hoy el poeta Luis García Montero, y las dinámicas de la crispación política y los espasmos comunicativos invitan a sustituir la convivencia por afirmaciones agresivas y respuestas hostiles. En la segunda, un archivo del blog de agosto de 2015, el escritor Manuel Rivas decía: La España de charanga y pandereta, cerrado y sacristía, devota de Frascuelo y de María, que denunciara en sus vehementes versos el poeta Antonio Machado a principios del pasado siglo, ya no existe; mal que les pese a algunos carpetovetónicos que aun subsisten en el solar patrio, como esos energúmenos, defensores, promotores, civiles y autoridades que cada malhadado agosto español protagonizan espectáculos como el Toro de la Vega o el Escopetazo de Coria. El poema del día, en la tercera, se titula Oda a la Inmaculada, es del poeta español José María Blanco White, y comienza con estos versos: De nueva luz brillante resplandece/Claro, sereno y delicioso día, /Que al mundo anuncia cerca su ventura. Y la cuarta y última, como siempre, son las viñetas de humor, pero ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν" (toca marchar); volveremos a vernos mañana si las Euménides y la diosa Fortuna lo permiten. Sean felices, por favor. Y felicidades también les deseo a los españoles de pueblos y ciudades que hoy celebran la festividad de su patrona. Tamaragua, amigos míos. HArendt
DE LA NECESIDAD DE CONTAMINARSE
Vivimos un tiempo de rabia y de malos sueños, escribe en InfoLibre [Yo soy de Pedro, 02/08/2025] el poeta Luis García Montero, las dinámicas de la crispación política y los espasmos comunicativos invitan a sustituir la convivencia por afirmaciones agresivas y respuestas hostiles. Cuando los adversarios dejan de ser personas que albergan sus propias razones para convertirse en enemigos, el otro sólo puede ocupar el sitio de las amenazas. Sitio es un espacio que puede ser ocupado o una acción de sitiar, el acto de cercar un lugar para que se cierren todas las salidas. En un mundo globalizado, cuando la comunicación humana es inseparable de las vinculaciones tecnológicas y de la trabazón económica, convertir al otro en enemigo es una estrategia de peligrosas consecuencias humanas y de falsificación política de la convivencia. Los que no quieren que se debata la organización interna de una sociedad, sus desigualdades, su justicia social, sus caminos de progreso, sus posibilidades de acuerdo, prefieren sustituir cualquier disputa democrática por la denuncia del otro como la encarnación del mal. La caricatura ofensiva del adversario político se desplaza hasta el desprecio furioso ante los que llegan de fuera, convertidos en amenazas inadmisibles, fuente de todos los males.
La impunidad con la que el racismo está invadiendo de nuevo las leyes y las declaraciones en Estados Unidos y en Europa no es sólo una muestra más del envilecimiento corrosivo y mediático de la dignidad humana, sino también un síntoma de la hermandad última entre la extrema derecha y el neoliberalismo convertido en dictadura salvaje de los millonarios. Las consignas de la extrema derecha son la estrategia identitaria de los que no quieren que se discuta el orden interior de una identidad, las injusticias económicas y sociales que provoca entre los suyos la ley salvaje del más fuerte. Y todo se falsifica, los datos, las estadísticas, los sentimientos y las palabras. Del mismo modo que la fraternidad religiosa puede convertirse en odio beligerante, las palabras libertad e igualdad, fundamento de la razón democrática, pueden acabar en manos de los que necesitan imponer nuevas formas de autoritarismo para desmantelar los Estados que pretendan regular una convivencia justa.
Todo se revuelve. Para las personas que se han comprometido con la igualdad de género y la defensa de la condición femenina, resulta desolador que la extrema derecha, cómplice del machismo en todas sus violencias, utilice las imágenes de burka para denunciar los peligros de la migración africana. Aclaro que yo no simpatizo nada con ningún signo de sometimiento de género y que me irritan los que defienden el burka en nombre del respeto a las identidades tradicionales. Nací dentro del clericalismo católico y crecí para perderle el respeto a mis identidades tradicionales. Pero es escandalosa la manipulación del feminismo para generar coyunturas de odio contra los migrantes y para que un ser humano, víctima del desarraigo y el hambre, deje de ser un motivo de solidaridad política y se convierta en una amenaza sin matices para la sociedad.
Hay que darle la vuelta a todos los argumentos que ahora intentan darle la vuelta a los valores humanos de la democracia. La palabra contaminar se identifica con la degradación de la naturaleza, el contagio, la infección, las alteraciones nocivas de lo que se considera puro. Pedro Guerra le dio la vuelta a ese concepto con una canción, “Contamíname”, que popularizaron Ana Belén y Víctor Manuel. Los instrumentos musicales, el darbuska, el buzuki, los libros, los bailes, los boleros y las culturas no son un humo que asfixia, sino una invitación para el entendimiento. Sí, mézclate conmigo, pero no con la rabia y los malos sueños, pero sí con los labios que anuncian besos. Bajo mi rama tendrás abrigo.
En una reunión de directores del Instituto Cervantes en Tenerife, mientras se hablaba de las palabras, el mestizaje, los cayucos y la defensa de la cultura hispana en los Estados Unidos, Pedro Guerra nos hizo el honor de venir a su tierra para que la sintiéramos nuestra. Y cantó su “Contamíname”. Habré oído y cantado más de cinco mil veces esa canción. Pero volví a emocionarme al escuchar a Pedro. Creo que es necesario que el mundo democrático vuelva a emocionarse con todos los valores que fundamentan su razón de ser ante las supersticiones y los fanatismos que quieren imponer la ley del más fuerte, la ley salvaje de los millonarios. Y me contamino, y canto una vez más con Pedro Guerra. Luis García Montero es poeta y director del Instituto Cervantes.
DEL ARCHIVO DEL BLOG. ESPAÑA Y LOS TOROS. PUBLICADO EL 29/08/2015
La España de "charanga y pandereta / cerrado y sacristía / devota de Frascuelo y de María" que denunciara en sus vehementes versos el poeta Antonio Machado a principios del pasado siglo, ya no existe. Mal que les pese a algunos carpetovetónicos que aun subsisten en el solar patrio. Como esos energúmenos que denunciaba el escritor Manuel Rivas en su artículo de hace unos días, "La hora de la verdad", en El País, en referencia a los defensores y promotores, civiles y autoridades, que protagonizan en este malhadado agosto español de cada año espectáculos como el Toro de la Vega o el Escopetazo de Coria. Auténticas salvajadas impropias de un país que se dice civilizado, realizadas con total impunidad por mor de unas tradiciones que deberían haber sido erradicadas hace ya mucho tiempo. Dicen que es la tradición, señala Rivas, y que hay que conservarla. En este caso, sigue diciendo, viene muy a cuento la proposición de Walter Benjamin: “Hay que arrancar la tradición de los brazos del conformismo”. Y el conformismo, añade, en estos sacrificios que se obstinan en llamar “fiesta”, es la muerte. Si la tradición es el maltrato, hay que abolir esa tradición. Hay que salirse de esa macabra tradición horaria que asocia la “hora de la verdad” con la “hora de la muerte”, termina diciendo.
El toro es un animal totémico en la vieja tierra de Iberia. Como lo fue en Creta, ya saben, la leyenda esa del Minotauro, o las escenas de bellas cretenses de senos desnudos saltando sobre un toro... Algunos historiadores, o fabuladores si lo prefieren así, defienden apasionadamente que esa afición les llegó a los cretenses desde los confines del Mediterráneo occidental, es decir, desde la Península Ibérica, y no en sentido contrario. No seré yo quien se oponga a ello.
Antes de hablar sobre los toros y España me gustaría hacer una declaración previa. En esa "lucha" que dicen los aficionados entre la bestia y el hombre en que consiste la llamada Fiesta de los toros, yo estoy con el toro. Y eso no quiere decir ni por asomo que me alegre la muerte de un torero, ni la de cualquiera de esas personas que mueren corneadas cada año, este verano ya van doce, en las malhadas fiestas populares que tienen al toro por protagonista. Creo, lisa y llanamente que es una "fiesta" que debería desaparecer.
No creo que la sugerencia vaya a tener el menor éxito. También reconozco que si las corridas de toros desaparecieran, los toros bravos desaparecerían con ellas rumbo a los mataderos porque su existencia, conservación y reproducción no tendrían la menor razón de ser. Así, y dado que para muchos los toros son cuestión de imagen nacional, no solo por el de Osborne que alegra nuestras carreteras, propongo que el Estado expropie en razón de fines de interés nacional (art. 33.3 de la Constitución Española) todas las ganaderías de toros bravos de España y las dehesas en que se crían, y las reconvierta en parques protegidos donde los toros, en libertad y en su entorno natural, puedan ser admirados por los visitantes foráneos y nacionales.
En cuanto a la "Fiesta" en sí, por llamarle algo, se prohibiría terminantemente que los toros fueran lanceados a caballo o banderilleados, y mucho menos, muertos, ni en la plaza ni en los mataderos, sino que serían devueltos a sus dehesas después de toreados para que disfrutaran de una merecida jubilación y descanso hasta el fin de sus días.
Finalmente, y respecto a todos los otros festejos similares a los citados de Tordesillas (Castilla y León) y Coria (Extremadura) de carácter popular con que alegramos los veranos en España, me gustaría proponer que los ciudadanos corrieran a bastonazos una vez al año a sus regidores municipales, en pelota picada (los regidores), para deleite de propios y extraños, declarándolas fiestas de interés turístico nacional. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt