domingo, 30 de junio de 2024

Del doble rasero

 






Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz domingo. El sentimiento de agravio comparativo recorre a una parte importante de la ciudadanía global, comenta en la primera de las entradas de hoy en el blog la socióloga Olivia Muñoz-Rojas, y a juzgar por su ubicuidad, la expresión doble rasero está entre los vocablos que mejor condensan el sentir político de la época actual. En la segunda de ellas, un Archivo del blog de julio de 2015, el escritor Juan Goytisolo reflexionaba sobre los virajes ideológicos de unas creencias a otras en lo religioso y lo político. Y para terminar, como todos los días, el poema Así mismo, del poeta italiano Giacomo Leopardi (1798-1831) y las viñetas de humor de la prensa española. Espero que sean de su interés. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com












Desmontar los dobles raseros
OLIVIA MUÑOZ-ROJAS
26 JUN 2024 - El País

A juzgar por su ubicuidad, la expresión doble rasero, del inglés double standard, está entre los vocablos que mejor condensan el sentir político de la época actual. Similar a la expresión doble moral, se usó por primera vez en los años cincuenta, según el diccionario de inglés de Oxford que la define como “un conjunto de principios que se aplica de manera diferente y, por lo general, más rigurosa a un grupo de personas o circunstancias que a otro, especialmente: un código moral que impone estándares más severos de comportamiento sexual a las mujeres que a los hombres”. Su uso se ha generalizado en numerosos idiomas para señalar, además del género, otras discriminaciones que operan tanto en el interior de las sociedades como en las relaciones entre países. Como explica Coline de Senarclens, este trato diferente está legalmente sancionado en casos como el derecho al voto, que suele excluir a los menores y los extranjeros, pero “la mayoría de los dobles raseros son tácitos e informales, basados en convenciones sociales y en lo que es comúnmente compartido”.
Estas convenciones se manifiestan en cómo, consciente o inconscientemente, los reclutadores valoran un mismo currículo profesional según si el nombre es femenino o masculino. O en el modo en que las sociedades reaccionan ante expresiones de odio hacia un determinado colectivo respecto de cómo lo hacen cuando es otro colectivo el agredido. O en cómo, según el origen étnico y religioso de los perpetradores, los gobiernos etiquetan determinados actos violentos como terrorismo y otros como delitos de odio (por ejemplo, los atentados yihadistas respecto de los crímenes supremacistas blancos). O en la firmeza con que los gobiernos responden a las acciones militares de algunos países (como las de Rusia en Ucrania) y la tibieza que emplean con otros (como Israel en Gaza o Arabia Saudí en Yemen).
El sentimiento de agravio comparativo recorre a una parte importante de la ciudadanía global que considera que, pese a las convenciones jurídicas internacionales que reconocen derechos iguales para todos, las convenciones sociales imperantes siguen siendo las de un mundo estructurado conforme a una lógica de poder predominantemente patriarcal y, a menudo, colonial occidental. Al mismo tiempo, existe otra parte significativa de esta ciudadanía que se siente agraviada por las razones opuestas. Tanto en el Norte como el Sur y el Este Global, esta parte considera que la lucha contra el patriarcado y a favor de las minorías ha ido demasiado lejos. En el Norte Global, muchos consideran, además, que el cuestionamiento de los valores occidentales se ha extralimitado. En todas partes, habrían surgido nuevos dobles raseros que discriminan a los individuos y colectivos étnicos y culturales históricamente privilegiados, desde los varones blancos en Europa y América hasta los hindúes en la India o los malayos en Malasia.
Este choque de percepciones de la ciudadanía se refleja en una serie de posicionamientos intelectuales cruzados que refuerzan esas percepciones del público. Por una parte, estarían los pensadores de tradición progresista crítica que celebran una nueva ola emancipadora llamada a erradicar las diferentes formas que sigue tomando la injusticia en nuestras sociedades. Lo hacen además en el entendido de que el sexismo, el racismo y el clasismo se refuerzan mutuamente (lo que bell hooks definió como interseccionalidad) y que no se puede combatir un tipo de discriminación, por ejemplo la económica, sin combatir las demás. Piensan que la inclusión en pie de igualdad de una diversidad de apariencias, pertenencias y voces antaño silenciadas beneficia al conjunto de la sociedad humana, tanto al interior de los países como globalmente, haciéndola más libre y próspera.
Por su parte, los intelectuales de tradición conservadora e ilustrada denuncian el auge de una cultura de la victimización que jerarquiza a los individuos y los colectivos en función de cuán discriminados han estado en el pasado, confiriendo mayor estatus y privilegios a los más marginados dentro de los marginados (los últimos serán los primeros). Esta lógica generaría una competición nociva entre colectivos victimizados, reforzando estereotipos de debilidad y desvalimiento que restan agencia a los individuos que los conforman. Es más, sostienen pensadores como Christina Hoff Sommers, el énfasis en mejorar las oportunidades de las niñas estaría llevando a muchas sociedades a descuidar a los niños, no solo desplazándolos, sino imbuyéndolos de un sentimiento de culpa estructural. Del mismo modo, las políticas de cuotas y la discriminación positiva estarían minando la meritocracia, aupando a individuos exclusivamente por razón de su género, sexualidad y/o etnicidad en lugar de sus capacidades.
El principio mismo de igualdad de oportunidades estaría peligrando al discriminarse tácitamente contra los varones y los colectivos étnicos y sexuales mayoritarios. Alertan estos intelectuales contra un nuevo totalitarismo arcoíris que estaría poniendo en jaque la libertad de expresión, especialmente, en el ámbito cultural y educativo. Denuncian a los fascistas de la compasión, que juzgan duramente cualquier expresión presuntamente sexista, homófoba o racista, pero miran para otro lado cuando una mujer acosa a un hombre o un miembro de una minoría, por ejemplo, un inmigrante, ataca a la mayoría étnica y cultural de su entorno.
Pese a que la realidad, globalmente, demuestre lo contrario —esto es, que el poder sigue, mayoritariamente, en manos de varones y que la pertenencia a una mayoría étnica y/o sexual implica a priori más facilidades—, no se pueden obviar las percepciones y las experiencias, por escasamente representativas que sean, de quienes se sienten víctimas de nuevos dobles raseros. Muchos ciudadanos experimentan desconcierto, rabia y miedo ante la incipiente y profunda reconfiguración de “lo comúnmente compartido” que estamos viviendo y temen por su futuro y el de su herencia cultural, incluidos sus privilegios. Si bien resulta imprescindible no plegarse ante los contraataques de estos sectores, es importante recordar que los humanos tenemos una necesidad intrínseca de visibilidad, reconocimiento y respeto para prosperar como individuos y colectivos. Es necesario tener presente que el objetivo último de las luchas actuales no es desposeer a otros individuos y colectivos de ellos. La meta es lograr que nuestras convenciones sociales sean genuinamente ciegas a nuestras diversas características individuales y grupales a la hora de valorarnos unos a otros y permitirnos ocupar espacios de poder.
Habrá quien diga que los dobles raseros son consustanciales a nuestra naturaleza, que no hubo jamás civilización humana cuyas convenciones no estuvieran expresa o tácitamente basadas en el poder y la dominación de unos sobre otros. Mas, desde una perspectiva humanista crítica, no podemos abandonar la idea de que nuestras mentalidades y pactos de convivencia deben y pueden ser más justos y respetuosos con todos, exentos de dobles raseros. Esto exige seguir investigando sobre el modo en que concebimos y ejercemos el poder en todas sus escalas, desde la personal a la política y geopolítica.
Cada vez está más claro que los comportamientos abusivos que dañan la convivencia obedecen a patrones psicológicos y sociales que se repiten en todas estas escalas. No son patrimonio genético de ningún grupo y florecen en contextos de crisis acumuladas e incertidumbre material como el actual. A escala interpersonal, se puede contribuir a su desactivación con distintas técnicas, desde la comunicación expresa de límites hasta la escucha activa y la autorreflexión. A escala política y geopolítica, desactivarlos exige un mayor esfuerzo, pero el principio sería el mismo: firmeza desde el respeto y la empatía. Para salir del presente círculo vicioso de enfrentamiento y guerra e iniciar otro virtuoso más favorable al entendimiento, solo cabe perseverar en este esfuerzo de desescalada, individual y colectivamente. Olivia Muñoz-Rojas es doctora en Sociología por la London School of Economics e investigadora independiente. 

 











[ARCHIVO DEL BLOG] Ultras y santos. [Publicada el 02/07/2015]











Con la ironía que le caracteriza, y que ya dejó de manifiesto en su discurso de recepción del Premio Cervantes de este año, el escritor Juan Goytisolo reflexionaba ayer en El País sobre los virajes ideológicos de unas creencias a otras en lo religioso y lo político citando los ejemplos de Roger Garaudy, un histórico dirigente del partido comunista francés, que pasó sin apenas solución de continuidad de preconizar el diálogo entre cristianismo y marxismo a la conversión al islam; del ultraizquierdista Federico Jiménez Losantos de 1976 al agitador radiofónico actual, o del exetarra Jon Juaristi al núcleo duro de la FAES aznarista. "Quien abandona una fe y avanza en la vida a pecho descubierto, sin la cúpula protectora de un credo o ideología, dice al final del mismo, tiende con bastante frecuencia a refugiarse en otro y a vengarse de su propio pasado. El movimiento pendular no se detiene en su trayecto: elude el centro. Quienes atacaban desde la izquierda pasan a hacerlo desde la derecha y el atacado es el mismo. Los ejemplos abundan y los dejo a la consideración del lector". Y es que ya se sabe, la fe del converso es terrible... Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt












El poema de cada día. Hoy, Así mismo, de Giacomo Leopardi (1798-1837)

 







ASÍ MISMO

Ahora descansarás por siempre
mi cansado corazón. Murió el extremo engaño
que eterno creía. Murió. Bien lo siento,
en nosotros los queridos engaños,
no sólo la  esperanza, el deseo se apagó.
Descansa por siempre. Tanto
latiste. Nada valen
tus motivos, ni de suspiros es digna
la tierra. Amargura y tedio
la vida, sólo eso; y el mundo es fango.
Te tranquilizas ahora. Desespera
la última vez. A nuestro género el destino
no donó más que el morir. Hasta ahora te desprecia
la naturaleza, el terrible
poder que escondido en común daño impera,
y la infinita vanidad del todo.

Giacomo Leopardi, 1798-1837

















sábado, 29 de junio de 2024

De Mbappé como Zola

 






Hola, buenos días a todos y feliz sábado. Todos estamos llamados a participar en los asuntos políticos porque nos conciernen, comenta la escritora Irene Lozano en la primera de las entradas del blog de hoy: Tenía que ser en Francia donde naciera la nueva estirpe de los intelectuales, dice en ella allí Émile Zola publicó su célebre ¡Yo acuso…!, y yo aplaudo hoy a Kylian Mbappé por ocupar ese lugar, añade. La segunda reproduce un lejano ya Archivo del blog de noviembre de 2009, casi en el pleistoceno, en el que HArendt fantaseaba sobre la inminente sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatuto de Cataluña. En la tercera de hoy se publica un poema de la poetisa Safo de Lesbos, una Oda a Afrodita, escrita hace ya más de 2650 años, que conserva toda su belleza imperecedera. Y para terminar, como siempre, las viñetas de humor del día. Espero que todas les resulten interesantes. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com











Mbappé acusa como Zola
IRENE LOZANO
25 JUN 2024 - El País - harendt.blogspot.com

Tenía que ser en Francia donde naciera la nueva estirpe de los intelectuales. Allí Émile Zola publicó su célebre ¡Yo acuso…! y enmarcó el título de su artículo entre signos de exclamación que eran más bien de indignación. Corría el año 1898 y el escritor —ya en la cumbre de su carrera literaria— se atrevió a denunciar el antisemitismo que había llevado a la injusta condena de Dreyfus. Zola tomó partido, señaló a los responsables y arrostró las consecuencias en forma de juicio y exilio. Además inauguró una categoría: los intelectuales, un cuerpo de personas interesadas en la búsqueda de la verdad, con voluntad de influir en el debate público.
Yo aplaudo a Kylian Mbappé por ocupar ese lugar. Ya iba siendo hora de revitalizar la función de los intelectuales, que fueron muriendo sin reemplazo en el siglo XX. Las sociedades europeas del siglo XXI no han encontrado la forma de hacerles sitio, probablemente porque son gente de matices. Los intelectuales carecían de otro interés distinto del conocimiento y la defensa de sus ideas, a veces equivocadas; podían no tener la pericia técnica del experto ni la sapiencia de la academia; toda su autoridad se asentaba en la defensa de los valores; casi nunca eran pragmáticos. Demasiado complejo para un perfil de TikTok.
Mbappé se ha pronunciado contra los extremos y no se refería a los que corren por la banda. Sólo oír a un futbolista hablar de cosas distintas al fútbol ya es extraordinario. Mbappé tiene ideas, la materia prima con la que trabajaban los viejos intelectuales, desde Albert Camus a Bertrand Russell. Pero además tiene fama, imprescindible para hacerse escuchar en la economía de la atención. Claro que futbolistas con visibilidad hay muchos, aunque lo más frecuente es que la despilfarren en una marca de coches, un local de moda o un fijador de pelo. Casi siempre cobran por ello, hasta el punto de que les resulta engorroso hacerse una foto con algo o alguien si no suena el cling-cling de la caja registradora.
No tiene nada que ganar Mbappé con sus palabras, si acaso enemigos. Y tal vez esa sea la razón de que muchos no se atrevan, pues sólo asumen el riesgo inherente a la lesión del ligamento cruzado. Ha medido con precisión el mensaje que quería transmitir y a quién se lo dirigía. No ha abogado expresamente por el voto a un partido y, sin embargo, su mensaje ha sido netamente político: “Estoy en contra de los extremos, los que dividen. Hay jóvenes que se abstienen, quiero hacerles llegar este mensaje. Su voz sí cambia las cosas”. A esa generación cuyos índices de abstención en Francia rozan el 70% les anima a ejercer de ciudadanos, a creer en su capacidad de decidir el futuro con el voto.
La madre de Mbappé es argelina y su padre, camerunés. Él se crio en una de las banlieues donde a menudo la República sólo reparte desesperación y juegas con máscara si te rompen la nariz. Sin embargo, ha hablado como un francés: “Quiero estar orgulloso de defender a un país que representa mis valores”. Todo intelectual que se precie descubre una paradoja. La que él señala consiste en que el nacionalismo fanático antiinmigración traiciona los valores de Francia, aunque no deje de invocar el patriotismo. Él es francés de pura cepa porque defiende “la mezcla, la tolerancia y el respeto”. No lo es por sus raíces ni por el color de su piel, sino porque quiere serlo. Si hay que ponerle una pega es no haber dicho que parafraseaba a Simone de Beauvoir: no se nace francés, llega uno a serlo. Se identifica y se enorgullece de esos valores que están amenazados en este crítico momento en Francia.
La legitimidad de los intelectuales para implicarse en el debate público reside en esa apelación a la ciudadanía y los valores. Mbappé interviene en calidad de ciudadano, como podría hacerlo cualquier futbolista: todos estamos llamados a participar de los asuntos políticos porque nos conciernen. Por eso resulta más llamativo que aquí, sin ahorrar patetismo en el regate, algunos aún esgriman falta de conocimiento político para eludir pronunciarse.
Se ve que en muchos campos de fútbol españoles aún resuena el viejo consejo de Franco: “Haga usted como yo, no se meta en política”. Pero el rumor se vuelve tenue hasta apagarse cuando en esos mismos campos juegan las mujeres. Nuestras futbolistas, además de ser las mejores del mundo, saben utilizar la atención que reciben para ejercer una influencia positiva en la sociedad. Lo contrario de lo que hacen muchos de ellos, que tienen al mundo entero mirándoles y se concentran para decir una simpleza. Aitana Bonmatí se sirvió de su discurso al recibir el balón de oro de FIFA para reivindicar la igualdad, entre otras muchas cosas. Eso tras ganar un Mundial, cambiarse de ropa, defenestrar a un presidente de la Federación de fútbol, quitarse las botas de tacos y desencadenar un movimiento mundial contra la desigualdad en el deporte. No está mal. Fue un trabajo de equipo, como nos ha recordado Mbappé. Porque uno solo no puede con la selección reaccionaria global. Irene Lozano es escritora. 












[ARCHIVO DEL BLOG] Estatuto, Cataluña , España. [Publicado el 30/11/2009]









A estas alturas de la cuestión me imagino que el que más y el que menos tiene ya opinión formada sobre el follón del Estatuto de Cataluña a su paso por el Tribunal Constitucional. Así pues, ni una palabra más por mi parte; yo también la tengo formada, pero es la mía, y como no va a influir para nada en la resolución del contencioso me la guardo para mí. En todo caso, me gustaría recordar la anécdota que Julia Roberts protagoniza en la película "El Informe Pelícano" (Alan J. Pakula, 1993; basada en una novela de John Grisham) y que leí en un periódico de hace unos días. Julia Roberts, la protagonista, es una aventajada estudiante de Derecho. Su profesor (y amante), en una de sus clases, plantea a los alumnos un caso real en el que fue impugnada ante el Tribunal Supremo de los Estados Unidos una ley estatal que recortaba derechos reflejados en la Constitución Federal, pidiéndoles que argumentasen cual creían que fue la resolución del Supremo. La Roberts hace una exposición muy elaborada jurídicamente, argumentando que los derechos reconocidos en la Constitución están por encima y prevalecen sobre cualquier ley estatal que los conculque. Su profesor la felicita por su argumentación, pero la dice, que no, que el Tribunal Supremo falló a favor de la ley estatal. Y la respuesta de la protagonista, jurista en ciernes es: "Pues el Supremo se equivocó"... (Los puntos suspensivos son míos).
Hace treinta años que conozco a la magistrada del Tribunal Constitucional y ponente de la sentencia sobre el Estatuto de Cataluña, Elisa Pérez Vera. Fue mi profesora de Derecho Internacional Privado en la Facultad de Derecho de la UNED, y compartí con ella asiento en la Junta de Gobierno de la Universidad y en su Consejo Social, ella como Rectora y yo como representante de los alumnos. La admiro profundamente como jurista y como persona y estoy seguro de que sea cual sea la sentencia final será jurídicamente impecable.
Dicho esto, reconozco que me duele profundamente la animadversión de buena parte de los españoles, y por supuesto de la dirección del partido Popular, hacia Cataluña y los catalanes. Lo disfracen de lo que lo disfracen y por mucho que Rajoy se quiera poner de perfil para no salir pringado, él, y el partido Popular, son responsables en gran medida del distanciamiento, perceptible, y cada vez mayor, entre Cataluña y el resto de España.
Aunque sólo fuera por eso, por la necesidad de tender y no cortar puentes entre catalanes y españoles me parece acertado y sumamente interesante el artículo que el pasado día 28 de noviembre publicó en El País ("Estrategia del reencuentro") el profesor Pablo Salvador Coderch, catedrático de Derecho Civil en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Les recomiendo su lectura.
Se cuenta en la república checa que la mayor parte de sus conciudadanos se sintieron encantados y aliviados cuando los eslovacos decidieron por su cuenta y riesgo la desaparición del estado federal checoslovaco y optaron por la separación de checos y eslovacos en dos estados independientes... Estoy seguro de que algunos españoles y algunos catalanes también celebrarían el divorcio entre Cataluña y España. Con sinceridad, yo no entendería nunca una España sin Cataluña, pero tampoco una Cataluña sin España. Sean felices, por favor, aunque no corran buenos tiempos para la lírica. Tamaragua, amigos. HArendt











El poema de casa día. Hoy, Oda a Afrodita, de Safo de Lesbos (650-610) a. C.

 





ODA A AFRODITA

Hija de Jove, sempiterna Cipria,
varia y artera, veneranda diosa,
oye mi ruego: con letales ansias
no me atormentes.
Antes desciende como en otro tiempo
ya descendiste, la mansión del padre
por mí dejando, mis amantes votos
plácida oyendo.
Tú al áureo carro presurosa uncías
tus aves bellas, y a traerte luego,
de sus alitas con batir frecuente,
prestas tiraban.
Ellas del cielo por el éter vago
raudas llegaban a la tierra oscura;
y tú, bañando tu inmortal semblante
dulce sonrisa,
«¿Cuál es tu pena? ¿Tu mayor deseo
cuál?», preguntabas: «¿Para qué me invocas?
¿A quién tus redes, oh, mi Safo, buscan?
¿Quién te desprecia?»
«¿Húyete alguno? Seguirate presto.
¿Dones desdeña? Te dará sus dones.
¿Besos no quiere? Cuando tú le esquives
ha de besarte».
Ve, y me libra del afán penoso;
ven, cuanto el alma conseguir anhela
tú se lo alcanza, y a mi lado siempre,
siempre combate.

Safo de Lesbos , 650-610 a.C.










viernes, 28 de junio de 2024

De la fascinación del horror

 





Hola, buenos días de nuevo a todos y feliz viernes. Nuestra proximidad a la guerra es escasa, dice en la primera de las entradas de hoy del blog la escritora Marta Peirano, aunque la veamos cada día; y todos queremos lo mismo: identidad, pertenencia, comunidad. La segunda, continuación de la de ayer, un Archivo del blog de junio de 2015 sobre la crisis financiera de Grecia, muestra las divergencias que hubo en ese momento sobre la situación del país entre solventes comentaristas que mostraban como la Economía no era ni es ni fue nunca una ciencia exacta. El poema de hoy, en la tercera de las entradas, es de la poetisa estadounidense Sylvia Plath y lleva por título Carta de amor. Y para finalizar, como todos los días, las viñetas de humor. Espero que todo ello sea de su interés. Sean felices, por favor, aun contra todo pronóstico. Nos vemos mañana si la diosa Fortuna lo permite. Tamaragua, amigos míos. harendt.blogspot.com








Identidad, pertenencia, comunidad
MARTA PEIRANO
24 JUN 2024 - El País - harendt.blogspot.com

He visto docenas de veces Lo que el viento se llevó, y hay una escena que desde niña me causa estupefacción. Es durante la barbacoa de Twelve Oaks, en mitad de la fiesta en la que Escarlata O’Hara tortura pretendientes, duerme la siesta en pololos, acosa al novio de su prima Melita y conoce a Rhett Butler. Cuando llega la noticia de que ha estallado la guerra y los muchachos saltan y se abrazan como si les hubiese tocado la lotería.
Miramos la escena con ojos llenos de ironía retrospectiva. Los jóvenes terratenientes creen que les espera una victoria gloriosa porque el honor, el heroísmo y los grandes valores del Viejo Sur son más poderosos que los cañones del norte. También creen que un gobierno corrupto atenta contra su libertad tratando de abolir la esclavitud. Sabemos que la historia no les da la razón. Pero yo no entendía que la guerra misma podía ser celebrada como un acontecimiento feliz por gente rica y relativamente civilizada. Hasta que leí el Equivalente moral de la guerra, la conferencia que William James leyó en la Universidad de Stanford en 1906.
“La guerra moderna es tan costosa que consideramos el comercio como una mejor vía para saquear”, observa James. “Pero el hombre moderno hereda toda la belicosidad innata y todo el amor por la gloria de sus antepasados. Mostrar la irracionalidad y el horror de la guerra no tiene ningún efecto sobre él. Los horrores son lo que lo fascina”. Esa fascinación es inversamente proporcional a la experiencia directa con la guerra de una muchachada sureña intoxicada por la gloria de los héroes de la Revolución Americana y las gestas medievales. Pero también a la existencia de espacios donde un hombre puede demostrar lo que tiene dentro y aprende a ser útil a su comunidad.
“Todas las cualidades de un hombre adquieren dignidad cuando sabe que el servicio de la colectividad que lo posee las necesita”, escribe James. “Si se enorgullece de la colectividad, su propio orgullo aumenta en proporción”. Lo vemos en los deportes de equipo, en los programas de Alcohólicos Anónimos. Lo dicen los neurobiólogos, los filósofos y los académicos del bienestar. Necesitamos lugares donde construir los tres pilares de una vida plena: identidad, pertenencia, comunidad. A ser posible sin perseguir a nadie, sin matar o morir.
La guerra siempre tiene profetas. “Las naciones nunca son estacionarias”, decía el general Homer Lea. “Necesariamente deben expandirse o encogerse, según su vitalidad o decrepitud”. “Es la forma esencial del Estado”, decía el sociólogo S. R. Steinmetz. El economista Simon Patten decía que “la humanidad fue criada en dolor y miedo, y que la transición a una ‘economía del placer’ podría ser fatal para un ser que no tiene poderes de defensa contra sus influencias desintegradoras”. Patten fue el primero en observar el advenimiento de la sociedad del consumo y augurar algunas de las complicaciones. Pero el capitalismo no es equivalente a la paz.
No conocemos la clase de guerra que definió la primera mitad del siglo XX. Ni siquiera hacemos el servicio militar. Nuestra proximidad a la guerra es escasa, aunque la veamos cada día. Unos nos buscamos en manifestaciones que John Berger llamaba ensayos para la revolución. Otros se buscan en la manosfera, qAnon, la brigada antivacunas, MAGA y Alvise. Todos queremos lo mismo: identidad, pertenencia, comunidad. Marta Peirano es escritora.

 








[ARCHIVO DEL BLOG] Grecia en la encrucijada, II. [Publicada el 30/06/2015]











La prueba de que la economía no es una ciencia exacta -en realidad ninguna ciencia que se tenga por tal debería serlo- la encontramos hoy en el diario El País con la clara confrontación entre dos opiniones absolutamente divergentes sobre la salida de la crisis del euro que la situación en Grecia ha provocado. Por un lado, las de los premios Nobel de Economía, Paul Krugman, decidido partidario de la salida de Grecia del euro, no como mal menor sino como mejor solución para ellos, en su artículo Grecia al borde, y Joseph E. Stiglitz, en el suyo Obligar a Grecia a ceder. En el lado contrario, la del que fuera economista jefe del FMI, el español Fernando Fernández Méndez de Andés, con el suyo Grecia: ahora más Europa, que asegura que esta crisis es lo mejor que le ha podido pasar al euro y a la Unión Monetaria y Fiscal europea, porque gracias a ella se van a adelantar y comenzar a funcionar todos los mecanismos previstos para convertir esa unión fiscal y monetaria en ciernes en el auténtico gobierno fiscal europeo, y el Informe del Real Instituto Elcano, titulado Euro: dudas sobre mañana, plan para 2025, no tan confiado en que todo va a ir bien para el euro, pero razonando que hay expectativas suficientes para que no todo salga mal. No se dejen llevar por sus simpatías o antipatías previas. La verdad es que de las crisis se suele salir fortalecidos, y el euro, Grecia y la Unión pueden salir fortalecidos de esta. Y entonces, quizá, habrá merecido la pena tanto sacrificio. Esperemos un poco de cordura por parte de todos y conservemos la esperanza en la racionalidad de nuestros dirigentes políticos, por difícil de asumir que resulte en estos momentos. Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt













El poema de cada día. Hoy, Carta de amor, de Sylvia Plath (1932-1963)

 






CARTA DE AMOR

No es fácil expresar lo que has cambiado.
Si ahora estoy viva entonces muerta he estado,
aunque, como una piedra, sin saberlo,
quieta en mi sitio, mi hábito siguiendo.
No me moviste un ápice, tampoco
me dejaste hacia el cielo alzar los ojos
en paz, sin esperanza, por supuesto,
de asir los astros o el azul con ellos.
No fue eso. Dormí: una serpiente
como una roca entre las rocas hiende
el intervalo del invierno blanco,
cual mis vecinos, nunca disfrutando
del millón de mejillas cinceladas
que a cada instante para fundir se alzan
las mías de basalto. Como ángeles
que lloran por la gente tonta hacen
lágrimas que se congelan. Los muertos
tenían yelmos helados. No les creo.
Me dormí como un dedo curvo yace.
Lo primero que vi fue puro aire
y gotas que se alzaban de un rocío
límpidas como espíritus. y miro
densas y mudas piedras en tomo a mí,
sin comprender. Reluzco y me deshojo
como mica que a sí misma se escancie,
igual que un líquido entre patas de ave,
entre tallos de planta. Mas no pienses
que me engañaste, eras transparente.
Árbol y piedra nítidos, sin sombras.
Mi dedo, cual cristal de luz sonora.
Yo florecía como rama en marzo:
una pierna y un brazo y otro brazo.
De piedra a nube iba yo ascendiendo.
A una especie de dios ya me asemejo,
hiende el aire la veste de mi alma
cual pura hoja de hielo. Es una dádiva.

Sylvia Plath, 1932-1963