En la mitología griega Talía era una de las dos musas del teatro, la que inspiraba la comedia y la poesía bucólica o pastoril. Divinidad de carácter rural, se la representaba generalmente como una joven risueña, de aspecto vivaracho y mirada burlona, llevando en sus manos una máscara cómica como su principal atributo y, a veces, un cayado de pastor, una corona de hiedra en la cabeza como símbolo de la inmortalidad y calzada de borceguíes o sandalias. Era hija de Zeus y Mnemósine, y madre, con Apolo, de los Coribantes.
Les pido disculpas por mi insistencia en mencionar a los clásicos, de manera especial a los griegos, y de traerlos a colación a menudo. Me gusta decir que casi todo lo importante que se ha escrito o dicho después de ellos es una mera paráfrasis de lo que ellos dijeron mucho mejor. Con toda seguridad es exagerado por mi parte, pero es así como lo siento. Deformación profesional como estudioso y amante apasionado de una época y unos hombres que pusieron los cimientos de eso que llamamos Occidente.
Continúo con esta entrada la sección de Un clásico de vez en cuando dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia Pluto, de Aristófanes, que pueden leer en el enlace inmediatamente anterior.
Aristófanes (444-385 a.C.) fue un comediógrafo griego, principal exponente del género cómico. Vivió durante la guerra del Peloponeso, época que coincide con el esplendor del imperio ateniense y su posterior derrota a manos de Esparta. Sin embargo, también fue contemporáneo del resurgimiento de la hegemonía ateniense a comienzos del siglo IV a.C. Leyendo a Aristófanes es posible hacerse una idea de las intensas discusiones ideológicas (políticas, filosóficas, económicas y literarias) en la Atenas de aquella época. Su postura conservadora le llevó a defender la validez de los tradicionales mitos religiosos y se mostró reacio ante cualquier nueva doctrina filosófica. Especialmente conocida es su animadversión hacia Sócrates, a quien en su comedia Las nubes lo presenta como un demagogo dedicado a inculcar todo tipo de insensateces en las mentes de los jóvenes. En el terreno artístico tampoco se caracterizó por una actitud innovadora; consideraba el teatro de Eurípides como una degradación del teatro clásico.
Pluto fue escrita hacia el 380 a. C., y la da título el dios griego de la riqueza, Pluto. Como la mayoría de las obras de Aristófanes, es una sátira política de la Atenas de la época incluyendo a un maestro estúpido, un esclavo insubordinado, y muchos ataques a la hipócrita moral de entonces (y de siempre).
La obra está protagonizada por Cremilo, un anciano ciudadano ateniense, y su esclavo Cario. Cremilo se ve a sí mismo y a su familia como virtuosos pero pobres. Está preocupado por ello y pide consejo a un oráculo. La obra comienza justo después de haber recibido el consejo de seguir al primer hombre con el que se encuentre y convencerle de que le acompañe a su casa, un "hombre" que resulta ser el dios Pluto.
La primera parte de la obra expone cómo la riqueza no es repartida entre los virtuosos, ni necesariamente entre los no-virtuosos, sino aleatoriamente entre toda clase de hombres. Pero Cremilo está convencido de que si se restituyera la vista a Pluto, estos errores podrían rectificarse y el mundo sería un lugar mejor. En la segunda parte de Pluto la diosa Pobreza refuta el razonamiento de Cremilo de que es mejor ser rico, argumentando que sin pobreza no habría esclavos, pues todos ellos podrían comprar su libertad, ni tampoco comidas o bienes lujosos, pues nadie trabajaría si todos fueran ricos. Al final de la obra, el dios Pluto, con su vista ya sanada, da riquezas a algunos y se las quita a los que ve que no son virtuosos, provocando comentarios rencorosos y clamores de injusticia por parte de los que han perdido sus riquezas. Aristófanes lanza en Pluto a los dirigentes atenienses, casi todo ellos ricos, algunos de sus más mordaces ataques.
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