domingo, 24 de septiembre de 2017

[Tribuna de prensa] Lo mejor de la semana. Septiembre, 2017 (IV)





Les dejo con los Tribuna de prensa que durante esta semana pasada he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Espero que les resulten interesantes, y que como decía Hannah Arendt les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Son estos:

Domingo, 17 de septiembre:
Merkel, ¿canciller de Europa?, por Hans Kundnani.
Adjetivos7perpetuos, por Álex Grijelmo.
El entusiasmo del cónyuge abandonado, por Gabriela Cañas.

Lunes, 18 de septiembre:
América, sin rumbo, por Antonio Navalón.
Futuro, por Almudena Grandes.
Los que aman, por Ana Merino.

Martes, 19 de septiembre:
Desastres sobrenaturales, por Víctor Lapuente Giné.
Parálisis, por Félix de Azúa.
Vileza, por David Trueba.

Miércoles, 20 de septiembre:
Dos repúblicas por el precio de una, por José Ignacio Torreblanca.
Congelados, por Manuel Jabois.
Dinero negro, por Jesús Mota.

Jueves, 21 de septiembre:
Trump, el filósofo, contra Rocket Man, por Jorge Marirrodriga.
Polonia, bajo lupa europea, por Juan F. López Aguilar.
Otro impuesto al mundo de internet, por Vicente Lozano.

Viernes, 22 de septiembre:
El espanto, por Juan José Millás.
Movilización, por Jorge M. Reverte.
Izquierda, burguesía nación, por Jorge Galindo.

Sábado, 23 de septiembre:
Toda una vida con Serrat, por Elvira Lindo.
Distopía feminista, por Máriam Martínez-Bascuñán.
Medusa, por Julio Llamazares.


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)
Para terminar, les dejo con los reportajes de El País con las mejores imágenes del 2016, las treinta fotos más representativas de los 40 años de vida del periódico, las fotos ganadoras del World Press Photo 2017, y las 12 fotos del año de National Geographic. Y como siempre, las mejores fotos de la semana que termina en El País. 



Tras el paso de Irma, La Habana, Cuba




Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy domingo, 24 de septiembre de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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sábado, 23 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] Preferencias





Todos hemos visto Johnny Guitar: un western que se apropia con brillantez de los códigos del género mientras relata una melodramática historia de amor y despliega una alegoría sobre el macartismo. O sea: sobre el momento en que el Comité de Actividades Antiamericanas se dedicó a perseguir comunistas en el Hollywood de posguerra, comienza diciendo en un reciente artículo Manuel Arias Maldonado (1974), filósofo, sociólogo, politólogo, ensayista y profesor de Ciencia Política en la Universidad de Málaga.

En la película, Mercedes McCambridge interpreta a Emma, una de las notables del pequeño pueblo que espera la llegada inminente del ferrocarril. Sexualmente ambigua, está enamorada de un pistolero que a su vez corteja a Vienna, la dueña del saloon que encarna Joan Crawford. Incapaz de poner orden en sus propias pasiones, Emma se convierte en la principal instigadora del acoso a Vienna y sus próximos. Es ella la que convence a los demás de la necesidad de expulsarlos; ella la que lidera su persecución antorcha en mano. De un grupo de ciudadanos indecisos termina así por emerger una jauría enloquecida. Tal es la fuerza de los influjos humanos.

Se plantea aquí una cuestión política nada menor. Uno de los argumentos que sirven para legitimar al separatismo catalán dice que estamos ante un proceso bottom-up, es decir, una iniciativa popular que termina contagiando a los partidos y desborda el marco institucional. ¡Hay un pueblo en marcha! Otro, invocado también a menudo, sacraliza las preferencias individuales: si los ciudadanos quieren algo, hay que aceptarlo sin preguntarnos por qué han llegado a querer eso o si eso que quieren es moralmente aceptable. Serían preguntas impertinentes: no sirven al científico que trata de analizar objetivamente la realidad social ni al partido que piensa en las siguientes elecciones. Es como si el proceso de formación de las preferencias tuviera lugar en el interior de una caja negra hundida en el fondo del mar y nadie tuviera interés en mandar allí unos buzos.

La opinión pública se parece con frecuencia a un niño que reacciona de manera infantil a los acontecimientos. Recordemos la crisis del euro: el continente se llenó de ciudadanos iracundos que lamentaban haber sido europeístas y los populismos empezaron a ganar fuerza. Después, durante la pasada primavera, las encuestas de opinión parecían haber enloquecido: el apoyo a la Unión Europa pasó en Francia del 38% al 56% y en Alemania del 50% al 68%. ¿Cómo se explica un giro semejante? Seguramente con la victoria de Trump, la recuperación económica y un caótico Brexit. ¡Menudas convicciones! Nada de lo que extrañarse: el votante es un ser por lo general desinformado que siente antes que piensa. De donde se deduce que las preferencias no van de abajo a arriba, sino en dirección contraria.

Basta con atender al caso vasco. Los últimos Euskobarómetros dicen que el independentismo nunca tuvo menor apoyo popular. Sin duda, el fin del terrorismo contribuye a ello. Pero uno se pregunta si el moderantismo del PNV no resulta decisivo: las élites han cambiado el discurso y los votantes se acomodan a ello. ¿Y Cataluña? Se alegará que hay muchas élites en disputa y varios discursos en contienda. Es cierto. Pero no todos se dejan oír por igual en según qué circunstancias; y está por discutirse que todos los fines políticos sean igual de legítimos. Para colmo, el nacionalismo goza de ventaja psicobiológica: nada más estimulante que formar parte de un grupo que culpa a otro de todos sus males. Estamos, sí, donde estamos. Pero no por casualidad. 



Escena de la película "Johnny Guitar"


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos.  HArendt



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[Humor en cápsulas] Para hoy sábado, 23 de septiembre de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Idígoras y Pachi en El Mundo; Forges, Peridis, Ros y El Roto en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 22 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] Qué bien estamos en nuestro pequeño jardín dogmático





Lucía Méndez Prada (1960) es una periodista y analista política española, redactora-jefe de Opinión del diario El Mundo, escribía hace unos días sobre la propensión de algunos grandes intelectuales europeos a dejarse fascinar por las ideologías totalitarias de su época. 

Mark Lilla, comienza diciendo, profesor de Humanidades de la Universidad de Columbia, es uno de los ensayistas políticos de moda en esta parte del mundo. Dos días antes de los atentados del 11-S, publicó Pensadores temerarios, un libro sobre algunos grandes intelectuales europeos fascinados de algún modo por las ideologías totalitarias del momento. Entre ellos, Martin Heidegger, Carl Schmitt o Michel Foucault. La obra ha sido reeditada en España por Debate con un epílogo del autor en el que hace un diagnóstico pesimista sobre el "superficial y desorientado" pensamiento político en Occidente. Lilla, que no esconde sus simpatías por el liberalismo, es crítico, sin embargo, con quienes se aferran "al dogma" de los "principios liberales y no avanzan más allá", porque "carecen de conciencia de las debilidades de la democracia y de cómo pueden producir hostilidad y resentimiento".

Lilla censura la nueva hybris de los pensadores actuales, distinta de la que padecían Heidegger o Schmitt, que consiste en obviar «a la gente que vive fuera del jardín encantado» donde cada intelectual reflexiona en torno a sí mismo."

Todos notamos -dice- que se están produciendo cambios. Pero carecemos de los conceptos e incluso el vocabulario adecuado para describir el mundo. De manera todavía más preocupante, carecemos de conciencia de que carecemos de ellos. Una nube de testaruda ignorancia parece haberse instalado sobre nuestra vida intelectual".

Desde este modesto lugar, contemplo a mi alrededor el mismo fenómeno que describe Mark Lilla. Percibo "una nube de testaruda ignorancia", de "dogmas" y de "prejuicios" que simplifican la realidad en el debate público y en las tribunas mediáticas. En la política y en el periodismo. Cada uno en su jardín dedicado a regar tranquilamente sus pensamientos, sin asomarse más allá de la valla para saber que existen otras realidades. Y que es necesario mezclarse con ellas para tener conciencia de cómo y por qué nuestro paisaje idílico de progreso y democracia se está nublando de miedo, ira, desigualdad, ansiedad y resentimiento. Igual es muy simple concluir que la gente se ha vuelto loca.

Lilla cuenta que cuando explica sus alumnos jóvenes la historia de las ideas se siente como "un poeta ciego que canta una Atlántida perdida". ¡Cómo le entendemos!, concluye diciendo Lucía Méndez. Tiene razón, qué bien se vive dentro de nuestro pequeño jardín dogmático...



Dibujo de Ajubel para El Mundo



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[Galdós en su salsa] Hoy, con "Gloria"



Estatua de Galdós (Pablo Serrano, Las Palmas GC)


Si preguntan ustedes a cualquier canario sobre quien en es su paisano más universal no tengan duda alguna de cual será su respuesta: el escritor Benito Pérez Galdós. Para conmemorar su nacimiento, del que van a cumplirse 174 años, he ido subiendo al blog a lo largo de los últimos meses su copiosa obra narrativa, que comencé con el primero de sus Episodios Nacionales, colección de cuarenta y seis novelas históricas escritas entre 1872 y 1912 que tratan acontecimientos de la historia de España desde 1805 hasta 1880, aproximadamente. Sus argumentos insertan vivencias de personajes ficticios en los acontecimientos históricos de la España del XIX como, por ejemplo, la guerra de la Independencia Española, un periodo que Galdós, aún niño, conoció a través de las narraciones de su padre, que la vivió. 

Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, en las islas Canarias, el 10 de mayo de 1843 y fallecido en Madrid el 4 de enero de 1920, Benito Pérez Galdós fue un novelista, dramaturgo, cronista y político español, uno de los mejores representantes de la novela realista del siglo XIX y un narrador esencial en la historia de la literatura en lengua española, hasta el punto de ser considerado por especialistas y estudiosos de su obra como el mayor novelista español después de Cervantes. Galdós transformó el panorama novelístico español de la época, apartándose de la corriente romántica en pos del realismo y aportando a la narrativa una gran expresividad y hondura psicológica. En palabras de Max Aub, Galdós, como Lope de Vega, asumió el espectáculo del pueblo llano y con su intuición serena, profunda y total de la realidad, se lo devolvió, como Cervantes, rehecho, artísticamente transformado. De ahí, añade, que desde Lope, ningún escritor fue tan popular ni ninguno tan universal, desde Cervantes. Fue desde 1897 académico de la Real Academia Española y llegó a estar propuesto al Premio Nobel de Literatura en 1912. 

Subo hoy al blog su novela Gloria. Publicada en Madrid en 1877 por la Imprenta de José María Pérez, pertenece al denominado grupo de "novelas de tesis", y narra un drama de intolerancia religiosa con final trágico.  

La primera parte de la obra fue escrita en 1874, pero Galdós no retoma el manuscrito de la novela hasta dos años más tarde. Para esta segunda parte Galdós mantuvo una intensa y turbulenta correspondencia con José María Pereda a propósito del argumento y, en especial, sobre las tesis manejadas por el autor; un auténtico pulso literario sostenido por las opuestas posiciones de Pereda y Galdós, superadas gracias a la profunda amistad entre ambos escritores. 

Como había hecho en Doña Perfecta, Galdós recrea una ciudad provinciana imaginaria para ambientar su nueva tragedia, pero ahora en una villa marinera de Cantabria. Gloria, una muchacha de 18 años, es hija única de la familia Lantigua (cuyo apellido ya sugiere riqueza, tradición y severa práctica del catolicismo). Su monótona y apacible existencia, con un pretendiente de la burguesía conservadora de Ficóbriga, se verá alterada por un joven extranjero, un náufrago inglés que ha sido acogido en su casa con caridad cristiana y las preceptivas reservas. Se enamoran con tanta pasión que ella se queda embarazada. Es entonces cuando él le confiesa que no es protestante —como se temían—, sino judío de origen español y familia germano-inglesa. En este crítico pasaje de la trama concluye la primera parte con la muerte del padre de Gloria, del disgusto. En la segunda parte de la novela, el drama evolucionará hacia la tragedia, con un final "shakespeariano" con olor de Romeo y Julieta a la española.

La edición que reproduzco es la existente en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante. El original de la novela se encuentra en la Biblioteca del Museo Canario, en la ciudad de Las Palmas. Disfrútenla. 




La casa natal de Benito Pérez Galdós, Las Palmas 



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[Humor en cápsulas] Para hoy viernes, 22 de septiembre de 2017





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción, y en la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos. Las de hoy con Morgan en Canarias7; Gallego y Rey y Ricardo en El Mundo; Forges, Peridis, Ros, El Roto y Sciammarella en El País; y Montecruz y Padylla en La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 21 de septiembre de 2017

[A vuelapluma] De la Constitución a la Constitución





Aquí y ahora, la prioridad absoluta es cumplir y hacer cumplir la Norma Fundamental, expresión de la soberanía nacional cuyo titular es el pueblo español, del que emanan todos los poderes del Estado; incluidos, claro está, los órganos y las competencias de la Generalitat catalana, afirma el profesor y catedrático Benigno Pendás, académico de Ciencias Morales y Políticas y director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales. Me parece de Perogrullo. Aquí lo primero que hay que hacer es impedir el referéndum ilegal que se pretende celebrar y restablecer el orden constitucional en Cataluña. Y después, todo lo demás que haga falta. Pero lo primero es lo primero. De Perogrullo, sí. ¿Pero serán capaces de hacerlo?

Al margen de metáforas interesadas, comienza diciendo el profesor Pendás, no existe choque de trenes, ni controversia entre dos frentes originarios de poder político. Legalidad y legitimidad democráticas confluyen en el mismo punto: garantizar el cumplimiento efectivo de la Constitución de 1978, la mejor de nuestra historia, un nuevo rumbo para esa vida española "dividida y angustiada" que denunciaba en su día don Américo Castro. Cumplir las leyes y las sentencias no es una opción, sino un deber inexcusable. Es un requisito sine qua non de la convivencia civilizada porque, en caso contrario, volveremos al estado de naturaleza en la versión de Hobbes: la guerra de todos contra todos. Es también un deber moral para quienes creemos en los valores de la Ilustración, el Estado constitucional, los derechos y libertades que derivan de la dignidad humana, frente a las identidades monolíticas, siempre imaginarias, como demostró con brillantez el (muy progresista) Benedict Anderson. Porque también Cataluña es, faltaría más, una sociedad plural y nadie puede hablar en su nombre con vocación de monopolio.

Siempre nos preguntamos (a veces con ira mal contenida) qué hacen el Gobierno o los jueces o los responsables políticos. Conviene recordar también la obligación de los ciudadanos de hacer frente al despropósito, cada uno en su ámbito y en el marco de sus posibilidades, dentro y fuera de Cataluña. ¿Cómo? Unos, los que tenemos voz en el espacio público, hablando alto y claro. Todos, haciendo caso omiso de las llamadas en contra de la ley. Algunos están a la altura: los letrados del Parlament con su rigor profesional; las asociaciones de jueces recordando que quien emite órdenes ilegales pierde el carácter de "autoridad"; muchos intelectuales próximos a la izquierda con su manifiesto; una parte considerable de los constitucionalistas españoles y otros notables juristas... Pero, insisto, la apelación se dirige también al resto de los españoles. No es momento para la indiferencia o la pasividad. La respuesta legal corresponde a los poderes públicos, con un respeto escrupuloso, como es evidente, a los procedimientos y requisitos jurídicos. Pero la sociedad civil juega un papel en la respuesta legítima, un compromiso con la España constitucional que no puede ni debe eludir. Le debemos mucho a la Constitución de 1978. Es hora de defenderla activamente, porque, como bien decía Ortega, el pecado más grave es la ingratitud. Por eso, los españoles tenemos que evitar esa tentación muy nuestra hacia la tristeza cívica, que invadía al personaje de Dostoievski. No faltan las razones para el desaliento. Pero todo se pierde si nos pueden el pesimismo estéril, el derrotismo o la pereza; incluso el hastío, a veces comprensible...

No habrá referéndum el 1-O, ni siquiera una parodia como la vez anterior. En cuanto al día 2, la situación se resume con relativa sencillez: de la Constitución a la Constitución. Es fácil identificar la fuente de inspiración: "de la ley a la ley... pasando por la ley", según se atribuye a Torcuato Fernández-Miranda en los tiempos inciertos de la Transición. Aquella Transición que, de acuerdo con John Elliot, fue una "hazaña" reconocida como tal en todos los países democráticos, pero cuestionada entre nosotros, unos por malevolencia y otros por inmadurez. España se situó entonces a la altura del tiempo histórico, en el lugar que le corresponde en Europa y en el mundo. Con sus grandezas y servidumbres, porque la política es el espejo de la vida y nada ni nadie es perfecto, salvo las utopías totalitarias. Saldamos entonces una vieja deuda con el Estado de Derecho, tantas veces maltratado a lo largo de nuestra historia. Por eso produce indignación la falta de respeto a las normas que otorgan garantías a los ciudadanos y sus representantes: plebiscitos con trampa; alborotos parlamentarios; sentencias incumplidas... Todo eso que cabe identificar con la arbitrariedad del poder y que aprendimos a superar gracias al imperio de la ley.¿Hay que reformar la Constitución? Vamos por partes. Es perfectamente lícito propugnar la reforma, pero también lo es sostener que está bien como está. ¿Es oportuno? Aquí caben serias dudas, y no sólo por un imaginario inmovilismo. El proyecto sugestivo orteguiano existía en 1978 y lo hemos compartido con éxito razonable: tenemos una democracia igual de buena e igual de mala que la de nuestros socios y vecinos en la Unión Europea. Ahora no hay tal proyecto común, sino perspectivas a veces contradictorias que apuntan hacia blancos móviles. Creo que es tiempo de forjar consensos y de escuchar a los expertos. Como es obvio, no hay Constitución sin pacto y ahí tenemos que estar todos los defensores de la España constitucional. La Comisión de Estudio en sede parlamentaria que propone el PSOE y asume con matices el PP debe tener muy claro su objetivo para evitar frustraciones. Ante todo, delimitar el perímetro de la reforma. La gran mayoría creemos (véanse las encuestas reiteradas) que lo esencial sigue siendo válido: Estado social y democrático de Derecho; monarquía parlamentaria; con más reticencias, Estado autonómico, cuya base es la unidad, la autonomía y la solidaridad. Por seguir con metáforas al uso: cuidado con abrir la caja de Pandora, aunque (como explica el hermoso libro de Dora y Erwin Panofsky) la caja en cuestión no era tal... Los oportunistas y algunos desleales esperan su momento para romper las bases de una convivencia fructífera para todos, y no hay que darles opciones para luego rasgarse las vestiduras cuando sea demasiado tarde. Nos conocemos hace mucho (unos cuantos siglos...) y aquí nadie va a engañar a nadie.

¿Serviría de algo la reforma? Vamos también por partes. No hay soluciones mágicas. Puede ser un buen mensaje, sobre todo, respecto de las generaciones jóvenes, y puede encauzar algunos problemas concretos, como la ordenación racional de las competencias autonómicas o la financiación. Incluso puede ilusionar (al menos un poco) con medidas de regeneración tanto en materia de instituciones como de derechos. No es poco, pero conviene que no nos hagamos trampas a nosotros mismos: si el huracán amenaza con la ruina del edificio, de poco sirve adecentar la fachada y tapar huecos de las ventanas. Una lista bien hecha de competencias estatales o la reducción del número de aforados no son argumentos suficientes para cambiar el curso de los tiempos. Lo inteligente es ahora explorar los acuerdos y prioridades, consultando a los expertos y abriendo el debate social y político como corresponde a una democracia plural.

Última reflexión. Más allá del día a día, estamos a escala universal ante un cambio de época, como decían los filósofos del idealismo alemán. Se habla, por Klaus Schwab, fundador del Foro de Davos, de la "cuarta" Revolución industrial. La economía global exige de los actores medianos una tensión permanente. Nuestra mejor herencia ilustrada, la democracia constitucional, compite con enemigos de verdad y no de juguete; muy en especial, el capitalismo autoritario según el modelo chino. Aquí y ahora, malgastamos lo mejor de nuestras energías en una querella identitaria con protagonistas de nivel muy discreto (siendo generosos) y actitudes plebeyas en la calle y en las instituciones. Ya sé que la melancolía acompaña a los esfuerzos inútiles, y acabo de decir que el pesimismo (al modo Gil de Biedma) es un lujo que no nos podemos permitir: la Historia de España no va a terminar mal. Pero es cierto que resulta agotador circular por la vida con un hándicap que nos impide atender a lo que importa de verdad. Lo haremos, si no hay otro remedio: el Estado de Derecho merece como mínimo respeto y afecto, y la defensa de la España constitucional es una causa justa que va a prevalecer frente a cualquier desafío.



Dibujo de Raúl Arias para El Mundo


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