domingo, 20 de julio de 2014

Mi cita dominical con Elvira Lindo: ¿Quedamos para hablar del nuevo PSOE?




La escritora Elvira Lindo



Buenos días, Elvira. Feliz domingo. ¿Cómo estás? Hacía mucho tiempo que no charlábamos un ratito. Tú, con tus viajes o escribiendo; yo, con las vacaciones, ejerciendo de abuelo a tiempo completo casi más que en época escolar... 

Acabo de leer en El País, como hago siempre los domingos de madrugada, tu columna, que hoy dedicas al nuevo-próximo secretario general del PSOE Pedro Sánchez, que titulas "Qué grande es ser joven". Sí, tienes razón; yo no añoro la juventud, pero tiene ciertos privilegios, como el de equivocarse, que me da cierta envidia.

Pero hablábamos de tu artículo... Veo con gusto que seguimoslos los dos en la misma línea. Hace unos días le expresé al señor Pedro Sánchez en su página de Facebook casi palabra por palabra las mismas cosas que hoy le dices tú. Claro, tú se lo dices mucho más literaria, elegante e irónicamente: que por la izquierda-izquierda ya no va a ninguna parte; que ha dejado con el trasero al aire a los diputados europeos españoles socialistas; que "eso" que el dice defender no es la socialdemocracia que los europeos y españoles necesitamos; que si no pacta ni en Europa ni en España con el centro-derecha con quién va a pactar, ¿con el señor Pablo Iglesias?; que o "centra" el partido o no va a ganar; que pensara en los votantes y no solo en los "militantes": ¡qué palabra tan rancia: militantes; como si fueran un ejército en marcha!...

¿Te ha contestado? A mí tampoco. Y la verdad, lo de ser joven (yo voy ya para 69) es una enfermedad que se pasa con el tiempo, no un valor que de calidad al producto y menos en política. Y era, de los tres, el que más me gustaba. Mal empieza... ¡Toma ya claridad de ideas! Esto último lo digo por mí, no por él. Es un placer saludarte de nuevo. Nos vemos el domingo próximo a la misma hora y en el mismo sitio. Un beso. Tu amigo, HArendt.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez




Entrada núm. 2113
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

El poeta Enrique Azcoaga y el tema de España en la poesía española contemporánea (XXII)




Fuente de Cibeles. Al fondo la alcaldía de Madrid



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso de términos tales como "pueblo, país, patria, gobierno, nación, España, estado"?... Al usarlos parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas no deberíamos avergonzarnos de reivindicar el uso del nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara, No es solo de ellos, es también nuestra. Y deberíamos hacerlo sin vergüenza alguna, sin ningún tipo de remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz". 

Hoy traigo hasta el blog al poeta Enrique Azcoaga (1912-1985). Nacido en Madrid estudió en la Escuela de Artes y Oficios. Conoció al poeta Miguel Hernández, que influyó sobremanera en su creación literaria. Formó parte del patronato director de las Misiones Pedagógicas de la república. En 1933 obtiene el Premio Nacional de Literatura. En los años 40 emigra a Buenos Aires, donde permanece durante once años. A su vuelta España obtiene el premio Lázaro Galdiano. Colaboró con Eugenio D'Ors en diversas actividades literarias. Fue un notable poeta, escritor y crítico de arte. Francisco Calvo Serraller le dedicó una sentida necrológica en el diario El País. Les dejo con su poema "España":


Cuando el viajero ciego te recorre
negándote por torpe o por malsana
manía de no ver claro, descubro
lo que hay en ti de alba.

El español que vuelve a su terruño,
vacío, contrahecho de distancia,
no puede -descastado- darse cuenta
lo que hay en ti de casta.

El truhán que necesita verte hundida
para flotar en falso, es el que pasa
por tu milagro joven, despreciando
lo que hay en ti de ansia.

El desterrado innoble, ese que tiembla
pensando si mejoras, dio la espalda
por siempre a su verdad, y no comprende
lo que hay en ti de ala.

El estéril que vive de tu gloria;
los que al deificarte te degradan,
ignoran por cenizos y por rotos
lo que hay en ti de garza.

El emigrado ruin que por dinero
hijo se siente un día de otra patria,
reniega de tu estirpe cuando olvida
lo que hay en ti de raza.

Cuando a diario escucho al mal nacido
negarte inútilmente con su baba,
comprendo por encima de mi furia
lo que hay en ti de brasa.

 "España"
Enrique Azcoaga


Y mañana nos vemos con el poeta Javier de Bengoechea. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt



El poeta Enrique Azcoaga





Entrada núm. 2112
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

sábado, 19 de julio de 2014

El poeta Julián Ándugar y el tema de España en la poesía española contemporánea (XXI)




El río Segura a su paso por Murcia



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso de términos tales como "pueblo, país, patria, gobierno, nación, España, estado"?... Al usarlos parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas no deberíamos avergonzarnos de reivindicar el uso del nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara, No es solo de ellos, es también nuestra. Y deberíamos hacerlo sin vergüenza alguna, sin ningún tipo de remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz". 

Hoy traigo hasta el blog al poeta Julián Andúgar (1917-1977). Nacido en Santomera (Murcia) en el seno de una familia campesina, comienza sus estudios en un seminario menor. Sus convicciones políticas le llevan a afiliarse al PSOE en 1935. Durante la guerra civil llega a ostentar el grado de capitán en el ejército republicano. Al término de la misma, tras pasar unos meses encarcelado se exilia en Francia. A su vuelta a España se afinca en Alicante por cuya provincia es elegido senador en 1977 en las listas del PSOE. Muere en esa ciudad tres meses después. Seguidor de Miguel Hernández, su poesía, no muy extensa, se caracterizó por un alto contenido social. Les dejo con su poema "Con España me acuesto y me levanto":


Con España me acuesto y me levanto
(si alguien dice con Dios también lo digo);
busco un hombre formal para testigo,
que abone mi denuncia en todo y cuanto

cierto y preciso fuera, que no es tanto
dejar la piel, los ojos, si consigo
a España recobrar ganado amigo,
a más del gozo que vendrá de canto.

De aquí, de allá, de mares por en medio,
velad, gritad, pedid sumariamente,
cada uno es demandante y da la cara.

Que ya estoy hasta aquí de tanto tedio,
de que hombres como picas se contenten
con verla a media luz siendo tan clara.

"Con España me acuesto y me levanto"
Julián Andúgar


Y mañana nos vemos con el poeta Enrique Azcoaga. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt






El poeta Julián Andúgar





Entrada núm. 2111
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

viernes, 18 de julio de 2014

El poeta José García Nieto y el tema de España en la poesía española contemporánea (XX)




Santa María del Naranco (Oviedo, Asturias)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado?... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas deberíamos reivindicar el nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara sin vergüenza alguna, sin remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, los poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz". 

Hoy traigo hasta el blog al poeta José García Nieto (Oviedo, 1918 - Madrid, 2001). Nace en el seno de una familia dedicada al derecho y al periodismo. Huérfano de padre desde muy temprana edad vive sucesivamente en Zaragoza, Toledo y Madrid donde se afinca desde antes de la guerra civil, y ejerce como secretario del Ayuntamiento de Chamartín de la Rosa. Al final de la misma se dedica exclusivamente a la literatura, especialmente la poesía y el teatro. Forma junto a Gabriel Celaya, Blas de Otero y José Hieero la denominada generación de la postguerra. Obtiene en dos ocasiones el Premio Nacional de Literatura, y en 1996 el Premio Cervantes. Ingresa en la Real Academia Española en 1982. En el triste aniversario del inicio de la tragedia de la última guerra civil española, que parece nadie quiere recordar, les dejo con el bellísimo y entrañable poema de García Nieto titulado "España":



A mi hijo 

Esto que tienes ante ti, 
hijo mio, es España, 
No podría decirte -yo no puedo,
al menos, con palabras-
cómo es su cuerpo duro,
cómo es su cara trágica,
cómo su azul cintura, extensamente
humedecida y agitada.
Su pecho, recio y de varón, respira
por las altas montañas;
la suave corbatura del regazo,
femenina, se ensancha
hasta la soledad de las arenas
múltiples y doradas;
los brazos de sus ríos acumulan
venas que acercan las gargantas
oscuras o los verdes valles
arrancando la tierra, acariciándola.

Esto que tienes, que tenemos
ahora mismo, es España.
Es mía porque puedo
celosamente amarla,
tocar su piel y estremecerme,
mirarme en ella fijo, cara a cara,
sentirme antiguo, envejecer con ella,
o nuevo cada día y estrenarla.
Es tuya porque puedo
con pasión entregártela,
porque me la he ganado sin fronteras;
sin tener que acotarla,
la he traído a mi voz cuando he querido,
como a una oveja que paciente aguarda
el silbo del pastor.

No hay quien le ponga
puertas, y yo te invito a traspasarlas.
Mira; aprende a mirar con ella, aprende
a acompañarte de ella, acompañándola.
Tierra de andar y comprobar despacio
huidiza de tan delgada,
difícilmente bella de tan sobria,
fina y calladamente regalada;
tierra para escuchar como una música,
para no echársela a la espalda.
Cuando puedas, lo digo desde ahora,
lo escribo desde ahora, por si falta
un día en tus oídos
la fe de mi palabra,
cuando puedas, y tengas el pie firme,
y claro el corazón, y abierta el alma,
sal al camino, cíñete la ropa,
hijo mío, y ándala.

El sol se pone para todos. Mira;
ahora lo está ocultando Guadarrama;
el cielo es como un ópalo, como una
precipitación nacarada;
quedan azules, negras, las tranquilas
honduras de estas navas
que enciende sucesivamente
el racimo esperado de sus casas.
Arriba, las estrellas aparecen
"sin prisas y sin pausas";
se pierden, numerosos, los senderos
y en la penumbra se unen las montañas.
Gigantesca, se espuma "La Peñota":
suave "El Montón de Trigo" se destaca;
afila "Siete Picos" en la sombra
su aguda dentellada;
quiebra "La Maliciosa" bruscamente
su plomiza atalaya,
y allí, en su cascarón de ávida nieve,
se hunde Navacerrada.

Esto que ves, que tienes, que te entrego
hijo mío, es España.
Digo y escribo, y puede más su nombre
que la mano y la voz. Es como un agua
que desborda este vaso de mi verso
donde quiero encerrarla.
Bebe, hijo mío, bebe; el trago es tuyo,
tuya es la herencia, tuya la privanza.
Sobradamente te dará en los días
su variedad multiplicada.
Tú podrás elegir, como el que hunde
sus manos en el cofre que guardara
un tesoro con el tiempo acumulado,
la joya deseada.

Deja un día a tus ojos que se pierdan
en la redonda vega de Granada;
junto al silencio de sus torres rojas
oye las fuentes de la Alhambra;
mira Toledo enamorando el Tajo,
el fresco prado hacia la mar cantábrica,
el cielo por los arcos de Segovia,
Ávila en su quietud amurallada,
Sevilla entre jazmines una noche,
Burgos de piedra donde el Cid cabalga,
Cádiz como una nieve mar adentro,
balcón de Tarragona, luz de Málaga,
cúpulas de la nave aragonesa,
orillas de la Huelva aventurada,
minera Asturias con el verde cuello,
Córdoba entre arcangélica y romántica,
Alicante con palmas hacia oriente,
Valladolid con la oración tallada,
coronado León entre los puertos,
Zamora altiva, Huesca pirenaica,
Galicia que la mano de Dios hizo,
rosa sillar nacida en Salamanca,
campos para la flor de Extremadura
donde la encina sin cesar batalla,
Madrid desde el palacio a la pradera,
Barcelona de las Atarazanas,
Valencia de las puertas y los puentes,
Álava señorial, Cuenca encantada,
Bilbao de hierro, Soria junto al frío,
Jaén del olivar, Murcia hortelana,
lejanísima islas de fortuna,
islas de claridad mediterránea...

¿Ves, hijo mío? El vaso se desborda;
deja a tus labios apurar la gracia.
Esta es mi herencia; pudes hacer uso
de ella y proclamarla.
Lo que te doy en buena hora
que en buena hora lo repartas.

"España"
José García Nieto


Y mañana nos vemos con el poeta Julián Andúgar. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta José García Nieto



Entrada núm. 2110
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

jueves, 17 de julio de 2014

Ateos y creyentes: para comenzar, respeto mutuo




El sacrificio de Ifigenia, de B. Flemal (1614-1675)




Creo que ya he comentado anteriormente que mis dos personajes favoritos de ficción, ambos femeninos, ambas griegas, son la inocente Ifigenia de Eurípides y la valerosa Antígona de Sófocles. Los masculinos, también de ficción, ambos españoles, el pícaro a la fuerza Lázaro de Tormes de Alfonso de Valdés, y el idealista Don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes. En cuanto a personajes de la vida real, entre mis contemporáneos más admirados, citaría dos mujeres, la politóloga norteamericana Hannah Arendt y la filósofa francesa Simone Weil, ambas judías, ambas ateas, y dos hombres, el teólogo suizo Hans Küng y el paleontólogo y filósofo francés Teilhard de Chardin, ambos sacerdotes católicos. 

De Hannah Arendt me impresionó sobre todo su libro "Los orígenes del totalitarismo", aunque he leído casi toda su obra; de Simone Weil, su "Carta a un religioso", me dejó una huella profundísima. Y de Teilhard de Chardín, del que tambíen he leído varios de sus libros, el que me produjo más impacto fue sin duda "El fenómeno humano". Pero hoy quería hablar sobre todo de la vida y la obra del controvertido teólogo católico Hans Küng.

De Küng lo último que he leído con inmensa curiosidad y placer ha sido el segundo tomo de sus memorias: "Verdad controvertida. Memorias", que abarca el periodo 1968-2007, con episodios tan relevantes como su enfrentamiento con el Santo Oficio romano (la Inquisición actual), la prohibición de enseñar dictada contra él por el papa Juan Pablo II, y las relaciones primero amistosas y luego tirantes, pero siempre respetuosas, con su ex-compañero de cátedra en la Universidad de Tubinga, Josep Ratzinger, el anterior papa Benedicto XVI.

No estoy intentando crear un paralelismo entre ellos, pero si el personaje de Lázaro es el ejemplo perfecto del trepa para sobrevivir, e Ifigenia cautiva por su inocente voluntad de entrega a los dioses hasta el sacrificio, los de Antígona, Don Quijote, Arendt, Weil, Teilhard de Chardin y Küng, son paradigmas de la voluntad de defender contra todos y frente a todos, su libertad de criterio y opinión, en búsqueda de la verdad. Al menos de su verdad.

Mi primera lectura de Küng fue su monumental "Ser cristiano" (1974), hace más de treinta años, que devoré durante unas vacaciones familiares en Mallorca. Luego, más tarde, seguirían "¿Existe Dios? Respuesta al problema de Dios en nuestro tiempo" (1978), "Proyecto de una ética mundial" (1990), "El judaísmo. Pasado, presente, futuro" (1991), "El cristianismo. Esencia e historia" (1994), "Libertad conquistada. Memorias" (2002), "Credo. El símbolo de los apóstoles explicado al hombre de nuestro tiempo" (2007), y algunas otras más que no cito para no resultar cansino. También durante muchos años estuve suscrito y fui lector fiel de la edición española de la revista internacional de teología "Concilium", fundada por él.

Ninguna de estas lecturas, ni de otras muchas sobre el cristianismo y las religiones de la tierra, ha hecho tambalear mi falta de fe en dios o en la vida eterna. Sigo sin creer ni en uno ni en la otra, pero que nadie confunda falta de fe con falta de respeto por el fenómeno religioso, que no sólo no me es ajeno, sino que me sigue interesando profundamente. Creo que todos saldríamos ganando, ateos y creyentes, si aprendiéramos a respetarnos y no inmiscuirnos en las creencias o no creencias ajenas. Respeto mutuo y cada uno a lo suyo. 

Al mes justo de la muerte de su autor, el teólogo español Casiano Floristán, compañero de Hans Küng en la Universidad de Tubinga, la revista El Ciervo publicaba un hermoso artículo de homenaje a su colega suizo, titulado "Hans Küng, un teólogo muy generoso", que es un estupendo resumen de las vicisitudes teológicas, personales y vitales del gran teólogo católico. Me ha resultado imposible encontrar el enlace en línea a dicho artículo, así que lo reproduzco literalmente. Les dejo con él:

"Vi por primera vez a Hans Küng en junio de 1960, en el patio del seminario católico Wilhelmstift de Tubinga con su pelo ondulado, tupé rubio, gafas “Truman”, tez curtida por los aires y soles del montañismo y la natación, mirada socarrona, sonriente y apuesto. Iba con sandalias sin calcetines, más parecido a un franciscano de Asís que a un jesuita de Roma. Sospecho que sus zapatos los dejó en el Colegium Germanicum et Hungaricum de Roma, donde cursó tres años de filosofía y cuatro de teología (1948-1955). Llamativo contraste: mientras que algunos españoles subíamos a Alemania a estudiar teología, un suizo-alemán bajaba a cursarla en la Gregoriana de Roma. Dice Küng en sus memorias con ironía: “La Roma católica me convirtió en un católico frente a la Roma de la curia”. Ejemplar conversión.

Hans se ordenó sacerdote diocesano el 9 de mayo de 1955 y celebró su primera misa en la cripta de San Pedro, debajo de la cúpula vaticana, sin que se conmovieran sus cimientos. Sin duda, hubo amigos y familiares sólidamente cristianos que rezaron para que el misacantano saliese airoso de sus futuros combates con los responsables de la curia romana. Ese día le rodearon sus padres y hermanos. Todos han hecho piña a su alrededor cuando ha recibido un premio académico o un monitum de la Congregación de la Doctrina de la Fe, otrora Santo Oficio, vigilado por los cardenales, Ottaviani primero, y Ratzinger después.

Al volver de estudiar en Roma y pasar por su casa familiar de Sursee, pueblo suizo donde había nacido en 1928, camino de París para obtener su doctorado, se puso unos zapatos ecuménicos del almacén de su padre, comerciante de calzados, con cuya compraventa se ganaba el pan y las salchichas para su familia numerosa.

En los dos años de París redactó brillantemente su tesis sobre la justificación en Karl Barth, teólogo protestante suizo, con quien trabó gran amistad. La publicación de su trabajo causó sensación, tanto en los medios teológicos católicos como en los protestantes. Empezó a ser conocido en toda Europa, a repensar la teología de arriba abajo y a ser vigilado por monseñores germanos y romanos. Los guardias suizos del Vaticano –por respeto a su paisano– quedaron al margen.

Entonces recibió la llamada de la Universidad de Tubinga. Se hizo cargo a sus 32 años de la cátedra de teología fundamental en la Facultad de Teología Católica. Justamente en enero de 1959, un año antes, había convocado Juan XXIII el Vaticano II. Casualmente yo había aprobado en diciembre de 1959 mi tesis sobre las relaciones entre la pastoral alemana y la sociología religiosa francesa, bajo la dirección del pastoralista Arnold. Por Arnold supe que el claustro de la Facultad católica de Tubinga había aceptado en 1959 a Hans Küng como catedrático en lugar de Urs von Balthasar, exquisito teólogo de la estética, la dramática y la música celestial.

Por cierto, yo regresé de Tubinga a mi diócesis de Pamplona con mi doctorado en pastoral. Al parecer era el primero que obtenía este título en España. Un cura navarro guasón, amigo mío, me presentó a los sacerdotes diocesanos así: este es Casiano, primer pastoralista de España y quinto de Alemania.

Volvamos a Tubinga. Los profesores Küng y Ratzinger, de la misma edad, coincidieron amigablemente tres años en la Facultad de Teología de esa preciosa ciudad, de 1965 a 1968. La revuelta estudiantil del 68 ahuyentó a Ratzinger de la Tubinga liberal a la Babiera conservadora y afianzó a Küng en su cátedra, tapizada de libertad y de verdad. Uno llegó a ser el vigilante de la fe y otro el vigilado. Ratzinger se apuntó a las decisiones inquisitoriales y Küng a las preguntas inquisitivas.

En poco tiempo se hizo Hans con el dominio de las principales lenguas europeas. Lo pude comprobar anualmente en las reuniones de la revista internacional Concilium, durante la semana de Pentecostés, a lo largo de dieciocho años, a partir de 1973, en cuyo consejo editorial ingresé con Gustavo Gutiérrez. La revista Concilium había sido fundada en 1964 por los teólogos Rahner, Congar, Schillebeeckx y Küng. Las discusiones de Küng con los colegas germanos, franceses y angloamericanos sobre cualquier tema, en cualquier idioma, eran admirables. En 1975 fui a la reunión anual de Concilium, aquel año en Nimega, con la encomienda –por parte de unos curas de Vallecas– de traer una buena suma de marcos o dólares para pagar las homilías multadas de aquellos clérigos inquietos y ayudar a los curas que estaban en la cárcel concordataria de Zamora jugando al mus. Pasé la gorra y obtuve el equivalente de lo que entonces costaba un Seat 600. No sólo fue Küng el más generoso, sino que me dijo: “Si no basta, me lo dices”.

Al final del encuentro nos predicaban Rahner o Congar –uno sordo y otro en silla de ruedas–, pero maestros espirituales indiscutibles de la eucaristía final, celebrada en gregoriano y en latín. Menos mal que nunca se asomó por allí un grupo de progres del 68 para increparnos de reaccionarios. Definitivamente quedé admirado de aquellos grandes teólogos: eran piadosos y cantaban bien el gregoriano. Hans Küng sabía más latín que los demás, ya que lo había perfeccionado en Roma a base de silogismos.

Soy testigo del cambio que, por influencia de Gustavo Gutiérrez y Leonardo Boff, hicieron los teólogos de Concilium respecto de la teología de la liberación, reconocida con magnanimidad. Hubo quienes aprendieron castellano para leer directamente los textos básicos latinoamericanos, editados en España, que yo me encargué de que los recibieran.

Las críticas de Küng sin pelos en la lengua a la curia romana han sido siempre claras y contundentes. “La nueva teología conciliar y posconciliar –afirma– apenas ha entrado en la curia”, en la que “se mantienen los privilegios y prerrogativas romanos usuales desde la Edad Media”. No cede Hans a los chantajes, huye de los aduladores y no se considera un “lobo solitario” ni un teólogo con “afecto antirromano”.

Nombrado en 1962 por Juan XXIII “perito conciliar”, trabajó activamente en el Vaticano II. Vivió paso a paso las cuatro sesiones conciliares, examinó los esquemas y los juzgó con lucidez singular. Como sabía escribir muy bien en latín, redactó muchas propuestas para que los obispos amigos renovadores las llevasen al aula conciliar. “No pongas mi intervención en un latín demasiado culto –le dijo una vez el cardenal belga Suenens– porque los obispos del Concilio no lo entienden. Hazlo en un latín macarrónico”.

Küng reconoce que el Concilio aceptó una serie de propósitos reformadores centrales. “A pesar de todas las decepciones –afirma–, el Concilio ha merecido la pena”.

Describe en el primer tomo de sus memorias los rasgos de los papas Pío XII, Juan XXIII y Pablo VI con vigor y sin acritud, con seriedad y una buena dosis de humor. Esperamos su juicio sobre Juan Pablo II en el segundo tomo. Retrata a los grandes teólogos que ha conocido, valora y pondera sus contribuciones, admira a los exégetas seriamente documentados y muestra sintonía con los métodos histórico-críticos, que conoce y utiliza. Perito oficial del Vaticano II, ha sido discutido por sus escritos. Propuesto en una consulta popular como candidato al obispado de Basilea, la Congregación de la Doctrina de la Fe le retiró en 1979 la misión canónica de enseñar en la Facultad de Teología de Tubinga. No podía ser considerado teólogo católico. Pienso que esto le ocurrió, no sólo por sus consideraciones teológicas, sino por sus desconsideraciones respecto del Papa y del Opus.

No obstante, siguió en esta prestigiosa universidad estatal como profesor interfacultativo de teología ecuménica por decisión del rectorado. Su lema es “decir una palabra clara, con franqueza cristiana, sin miedo a los tronos de los prelados”. Cuando le dicen “siempre fue así”, contesta: “¿Fue siempre así? ¿Y tiene que ser siempre así?” Le han acusado de que ha hecho todo “demasiado pronto”, como si esto fuera un desvarío. “Los teólogos –sentenció en una ocasión– no producen las crisis; simplemente las señalan”.

Al acabar la segunda sesión del Vaticano II en 1963, fue retirado de la circulación un libro suyo sobre el Concilio. Al terminar el Vaticano II provocaron muchas discusiones sus obras sobre la Iglesia y sus estructuras. En 1970 levantó una gran polvareda su reflexión sobre la infalibilidad. Son incisivos sus últimos libros sobre la Iglesia Católica y sobre la mujer. Permanentemente crítico frente al “sistema romano", ha mantenido con coraje su pertenencia activa a la Iglesia o –como él mismo señala–, a su “terruño espiritual”, que es el cristianismo.

Hans conoce los problemas culturales de nuestra época, la tradición cristiana, la situación espiritual de cada momento, el presente de las Iglesias y las grandes religiones hoy activas. Es maestro como expositor, tiene antenas para captar la modernidad y la posmodernidad, sintetiza investigaciones exegéticas e históricas y acuña brillantemente nuevas interpretaciones teológicas. Ha dado la vuelta al mundo por lo menos dos veces. Por eso escribe –como lo recalca él mismo– desde un “horizonte universal”.

Uno de los grandes temas que ha tratado Hans Küng es la esencia del cristianismo. Su respuesta es contundente: “No hay cristianismo sin Cristo”. Por eso el cristianismo como religión no es meramente una idea (justicia o amor, por ejemplo), ni unos dogmas (cristológicos o trinitarios), ni una cosmovisión (frente a visiones ateas), sino la persona de Cristo Jesús. Jesucristo es la figura básica viviente de los cristianos, el centro del cristianismo. Sin Jesucristo no hay historia del cristianismo, ni reunión de cristianos.

Creó la Fundación Ética Mundial, de la que es director desde 1995, dedicada al fomento del diálogo interreligioso sobre postulados éticos. Ha logrado en poco tiempo que su Proyecto de ética mundial se extienda por todo el mundo, traducido a quince idiomas.

Vino a Madrid en la primavera de 1957 a estudiar español, vivió en la Mutual del Clero y asistió a una corrida de toros y decidió no volver más. Como a mí me gustan los toros y estamos en España, me atrevo a decirle a Hans que sabe torear divinamente astados escolásticos, brinda desde el centro del ruedo a un gentío universal sentado democráticamente en la plaza, pone banderillas a miuras que saben latín, da naturales con la izquierda a victorinos curialistas y ejecuta la suerte de matar a la primera, después de haber recibido algunas volteretas y cornadas clericales. Al final, ovación, dos orejas, vuelta al ruedo y salida a hombros por la puerta grande conciliar".


"Hans Küng, un teólogo muy generoso"
Casiano Floristán

Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El teólogo Hans Küng






Entrada núm. 2109
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

El poeta Leopoldo de Luis y el tema de España en la poesía española contemporánea (XIX)




La Mezquita de Córdoba (Córdoba, Andalucía)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado?... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas deberíamos reivindicar el nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara sin vergüenza alguna, sin remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, los poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz". 

Hoy traigo hasta el blog al poeta Leopoldo de Luis (1918-2005). Nace en Córdoba en el seno de una familia de abogados e intelectuales. Con un año de edad se traslada con su familia a Valladolid. A los 17 años estudia Magisterio en Madrid en la Residencia de Estudiantes. Se alista voluntario en el ejército de la República al inicio de la guerra civil haciendo amistad con otros poetas como Miguel Hernández, Gabriel Celaya o León Felipe. Encarcelado al final de la guerra, es liberado en 1942. Publica sus primeros versos en revistas como "Garcilaso", "Espadaña" y la "Revista de Occidente". En 1979 obtiene el Premio Nacional de Literatura, y poco más tarde el de las Letras Españolas. Muere en Madrid. Les dejo con su poema: "Mina  oscura": 



España, mina oscura de metales
de llanto y sueño, yacimientos pobres
sobre el que pasan arañando, sobre
elque levantan sombras sepulcrales.

Patria de hierro. Hoja de piñales
cambiada por monedas de agr¡o cobre,
afilada con triste agua salobre
contra desesperados perdernales.

Olla redonda, patria, gran caldero
para cocer el rojo caldo ibero
que envenenan remotos cardenillos.

Secreto corazón deplanta madre.
Guarda tu noche un can para que ladre
a una luna de hoces y cuchillos.

"Mina oscura"
Leopoldo de LuisJ


Y mañana nos vemos con el poeta José García Nieto. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El poeta Leopoldo de Luis






Entrada núm. 2108
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

miércoles, 16 de julio de 2014

El poeta Jaime Gil de Biedma y el tema de España en la poesía española contemporánea (XVIII)




Basílica de Santa María del Mar (Barcelona, Cataluña)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado?... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas deberíamos reivindicar el nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara sin vergüenza alguna, sin remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, los poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz". 

Hoy traigo hasta el blog al poeta Jaime Gil de Biedma (1929-1990). Considerado como uno de los autores más importantes de la Generación del 50, nace en Barcelona (Cataluña) en el seno de una familia de la alta burguesía castellana dedicada al comercio de tabacos. Estudió Derecho en las universidades de Barcelona y Salamanca. Su poesía evoluciona del intimismo a la racionalidad y de allí al nihilismo más absoluto. Su condición homosexual y su profundo pesimismo le llevan al límite de una serie de experiencias autodestructivas. En 1974 abandona toda producción literaria. Murió de sida en Barcelona, pero sus cenizas reposan en el panteón familiar de Nava de la Asunción (Segovia, Castilla y León). Les dejo con su poema: "Y era el demonio de mi sueño el ángel":



¡Alúmbrame, fuego último,
hermosura verdadera
en el recuerdo, principio
nuestro y fundación!
¡Oh tierra!

Solamente era un murmullo
y un temblor, algo que inquieta
igual que un claro en un bosque,
una profunda exigencia

de raíz, una palabra
que quisiera ser expresa
y duele..., pero ya subes
por el alma que recuerda

iluminándola, dándote
en esa luz tan serena,
tan hermosa y tan benigna
que hasta ilumina tu ausencia.

¡Qué bien por el firmamento!
¡Qué celestemente llena
toda la noche reluces
alumbrándonos la pena!

Remota, pacificada,
igual a la luna vuelas
con tu dominio de ruinas
mientras abajo golpean

sin sueño, furiosamente,
muerte, asolamiento, guerra,
civil injustica, toda
la historia terrible, fresca

todavía en la memoria
como una fiera que acecha.
¡Ay España, tu hermosura
qué de llantos acarrea!

"Y era el demonio de mi sueño el ángel"
Jaime Gil de Biedma


Y mañana nos vemos con el poeta Leopoldo de Luis. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




El poeta Jaime Gil de Biedma





Entrada núm. 2107
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

martes, 15 de julio de 2014

El poeta Antonio Aparicio y el tema de España en la poesía española contemporánea (XVII)




Monumento a Gustavo Adolfo Becker (Sevilla, Andalucía)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso y comprensión de conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación, Estado?... Parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas deberíamos reivindicar el nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara sin vergüenza alguna, sin remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, los poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza.

Hoy traigo hasta el blog al poeta, dramaturgo y crítico teatral Antonio Aparicio (1916-2000). Nacido en Sevilla se da a conocer como poeta en las celebraciones del centenario de Gustavo Adolfo Becker. Lucha del lado de la República durante la guerra civil escribiendo en numerosas revistas y plublicaciones de la época. En 1938 publica su "Elegía a la muerte de Federico García Lorca. Al final de la guerra se refugia en la embajada de Chile en Madrid con la ayuda de Pablo Neruda, de donde se exilia a Chile, con estancias breves en Argentina, Brasil, México y Europa. En 1954 se afinca definitivamente en Caracas (Venezuela), donde muere. Les dejo con su poema: "Esperando patria":



Golpeo contra los muros,
llamo a las puertas gritando.
Y me contesta el silencio,
callando.

De año en año, de dolor
en dolor, siempre buscando.
Y me contesta el silencio,
callando.

Interrogo al caminante,
pregunto a la piedra, al árbol.
Y me contesta el silencio,
callando.

Alzo los ojos al cielo
y a Dios que no escucha, emplazo.
Y me contesta el silencio,
callando.

Te busco por la esperanza,
los recuerdos reanimando.
Y me contesta el silencio,
callando.

Silencio contra esperanza,
silencio helado de espanto.
¡Muros de la patria mía,
callando!

"Esperando patria"
Antonio Aparicio



Y mañana nos vemos con el poeta Jaime Gil de Biedma. Sean felices, por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt



El poeta Antonio Aparicio




Entrada núm. 2105
http://elblogdeharendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)