sábado, 19 de junio de 2010

Europa über allen



 El filósofo Platón





En 64 años de vida da tiempo para bastantes lecturas. ¿Cuántas?: la verdad es que no tengo ni la menor idea, y tampoco me preocupa. En una de las secciones del blog: "Mis autores y libros favoritos", tengo puestos algunos de ellos. Sólo una mínima parte de los que recuerdo con especial cariño. Sí sé, en cambio, cuál fue mi primer libro leído del que tengo recuerdo: "La isla del tesoro", de Robert Louis.Stevenson, cuando tenía ocho años, y cuál el último, éste releído: "Infierno", de Dante Alighieri, ayer mismo. También estoy seguro de cuál es el que más veces he releído: "La República", de Platón, tanto por placer como por obligaciones académicas.

Para algunos tratadistas, "La República" de Platón es un libro sobre el gobierno ideal de la "polis". Discrepo cordialmente de dicha opinión. Para mí, "La República", es un tratado sobre la educación; de los gobernantes de la "polis", eso sí, pero de educación, no de gobierno. La tesis central del libro es la de que los filósofos, educados conforme a los preceptos expuestos por Platón, son los que deben gobernar las ciudades-estados: los reyes-filósofos. Esa es la teoría, claro está, porque cuando Platón pretendió convertirla en práctica real en la ciudad-estado siciliana de Siracusa, se salvó por los pelos de acabar vendido como esclavo. Mi conclusión personal es la de que a los filósofos hay que escucharlos y leerlos siempre con respeto, pero seguir sus consejos es harina de otro costal.

Pero hay excepciones: como la de Jürgen Habermas (1929), también filósofo, y premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales en 2003. Con toda seguridad, uno de los más influyentes, sino el que más, de los filósofos vivos actuales. Y de los más leídos y escuchados. El pasado 23 de mayo publicó en el diario El País un artículo titulado "En el euro se decide el destino de la U.E.". Todo un lujo para el periódico, pero sobre todo para el lector, en el que analiza la crisis financiera que se ceba sobre los estados europeos y la propia Unión y las posibilidades de cohesión que sobre esa misma Unión desata. A pesar de ello, o quizá precisamente a causa de ello, es un texto eminentemente político, que ensalza las virtudes de una Unión más estrecha y de la necesidad de ir a un gobierno económico de Europa. Es un texto largo, pero no complejo. Se lee y se comprende con suma facilidad.

Un ejemplo: "Por lo que respecta a la doma del asilvestrado capitalismo financiero, nadie puede engañarse sobre la voluntad mayoritaria de las poblaciones. Por primera vez en la historia del capitalismo, en el otoño de 2008 sólo pudo salvarse la columna vertebral del sistema económico mundial, impulsado por los mercados financieros, gracias a las garantías de los contribuyentes. Y este hecho -que el capitalismo no pueda ya reproducirse por sus solas fuerzas- se ha fijado desde entonces en las conciencias de los ciudadanos que, como ciudadanos-contribuyentes, tuvieron que salir fiadores del fracaso del sistema.

Y una recomendación final: "En épocas de crisis, incluso los individuos pueden hacer historia. Nuestra enervada élite política, que prefiere seguir los titulares del Bildzeitung, no puede convencerse a sí misma de que son las poblaciones quienes impiden una unificación europea más profunda. Saben perfectamente que el retrato demoscópico de la opinión de la gente no es lo mismo que el resultado de la formación de una voluntad democrática deliberativamente constituida de los ciudadanos. Hasta hora, no ha habido en país alguno una sola elección europea o un solo referéndum en el que se haya decidido sobre algo que no sean temas y listas electorales nacionales. Sin mencionar siquiera la miopía nacional-estatal de la izquierda (y aquí no hablo sólo del partido alemán La Izquierda), hasta este momento todos los partidos políticos nos deben el intento de conformar políticamente la opinión pública mediante una Ilustración a la ofensiva. Con un poco de nervio político, la crisis de la moneda común puede acabar produciendo aquello que algunos esperaron en tiempos de la política exterior común europea: la conciencia, por encima de las fronteras nacionales, de compartir un destino europeo común."

¿Serán los gobiernos y los pueblos de Europa capaces de escucharle? Espero que sí, porque, al menos para mí, la esperanza se llama Europa: "Europa über alles".

En la sección de vídeos del blog he puesto una intervención en el Parlamento europeo del diputado verde Daniel Cohn-Bendit, del 18 de mayo, sobre la ayuda financiera a Grecia que me parece absolutamente ilustrativa. Les recomiendo que la vean, pero sobre todo, que lean el artículo de Habermas. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





El filósofo Jürgen Habermas





"EN EL EURO SE DECIDE EL DESTINO DE LA U.E.", por Jürgen Habermas
 EL PAÍS  -  Internacional - 23-05-2010

Días decisivos: Occidente celebra el 8 de mayo y Rusia el 9 de mayo la victoria sobre la Alemania nacionalsocialista; también aquí, en Alemania, se habla de día de la liberación. Este año, las fuerzas de la alianza que lucharon contra Alemania (con la participación de una unidad polaca) celebraron conjuntamente un desfile de la victoria. En la Plaza Roja de Moscú Angela Merkel estaba justo al lado de Vladímir Putin. Su presencia confirmaba el espíritu de aquella nueva Alemania surgida en la posguerra, cuyas distintas generaciones no han olvidado que también fueron liberadas, a costa de los mayores sacrificios, por el Ejército ruso.

La canciller llegó desde Bruselas, donde había tratado de una derrota de un tipo completamente distinto. La imagen de la conferencia de prensa en la que se anunció la decisión de los jefes de Gobierno de la UE sobre el fondo de rescate común para contrarrestar los ataques al euro traicionaba la convulsa mentalidad no de aquella nueva Alemania, sino de la Alemania de hoy. La chirriante foto muestra las caras petrificadas de Merkel y Nicolas Sarkozy: unos jefes de Gobierno exhaustos que ya no tienen nada que decirse. ¿Acabará siendo esa foto el referente iconográfico del fracaso de una manera de ver Europa que ha marcado su historia durante más de medio siglo?

Mientras que en Moscú Merkel estaba a la sombra de la tradición de la antigua República Federal, este 8 de mayo pasado, en Bruselas, la canciller dejaba tras sí algo distinto: la lucha de semanas de una empedernida defensora de los intereses nacionales del Estado económicamente más poderoso de la UE. Apelando al ejemplo de la disciplina presupuestaria alemana, había bloqueado una acción conjunta de la Unión que habría respaldado a tiempo la credibilidad de Grecia frente a una especulación que buscaba la quiebra del Estado. Una serie de declaraciones de intenciones ineficaces había impedido una acción preventiva conjunta. Grecia como un caso aislado.

Hasta que no se ha producido la última conmoción bursátil, la canciller no ha cedido, ablandada por el masaje anímico colectivo del presidente de Estados Unidos, del Fondo Monetario Internacional y del Banco Central Europeo. Por temor a las armas de destrucción masiva de la prensa amarillista parecía haber perdido de vista la potencia de las armas de destrucción masiva de los mercados financieros. No quería de ninguna manera una eurozona sobre la que el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, pudiera decir al día siguiente: quien no quiera la unificación de las políticas económicas, debe olvidarse también de la Unión Monetaria.

La cesura. Desde entonces, todos los afectados empiezan a vislumbrar el alcance de la decisión que se tomó el 8 de mayo de 2010 en Bruselas. Las medidas de emergencia sobre el euro adoptadas de la noche a la mañana han tenido consecuencias distintas de las de todos los bail outs habidos hasta la fecha. Como ahora es la Comisión quien suscribe los créditos en los mercados representando a la Unión Europea en su conjunto, este mecanismo de crisis se ha convertido en un instrumento de comunidad que transforma las bases económicas de la Unión Europea.

El hecho de que a partir de ahora los contribuyentes de la zona euro avalen solidariamente los riesgos presupuestarios del resto de los Estados miembros supone un cambio de paradigma. Se ha tomado conciencia así de un problema reprimido desde hacía mucho tiempo. La crisis financiera, amplificada a crisis de Estado, nos trae el recuerdo de los errores originales de una Unión Política incompleta que se ha quedado a mitad de camino. En un espacio económico de dimensiones continentales, sumamente poblado, surgió un Mercado Común con una moneda parcialmente común, sin que al mismo tiempo se introdujeran competencias que sirvieran para coordinar eficazmente las políticas económicas de los Estados miembros.

Hoy ya nadie puede rechazar de plano, calificándola de irrazonable, la exigencia formulada por el presidente del Fondo Monetario Internacional de un "gobierno económico europeo". Los modelos de una política económica "conforme a las reglas" y de un presupuesto "disciplinado", según lo establecido en el Pacto de Estabilidad, no están a la altura de los desafíos de una adaptación flexible a constelaciones políticas en rápida transformación. Claro que hay que sanear los presupuestos nacionales. Pero no se trata únicamente de las trapacerías griegas o de las ilusiones de bienestar españolas, sino de una equiparación político-económica de los niveles de desarrollo dentro de un espacio monetario con economías nacionales heterogéneas. El pacto de Estabilidad, que precisamente Francia y Alemania tuvieron que dejar en suspenso en 2005, se ha convertido en un fetiche. No bastará con endurecer las sanciones para equilibrar las consecuencias no deseadas de la deseada asimetría entre la completa unificación económica de Europa y su incompleta unificación política.

Incluso la sección de Economía del Frankfurter Allgemeine Zeitung considera que "la unión monetaria está en la encrucijada". El periódico atiza con un escenario de horror la nostalgia por el marco alemán en contra de los "países con monedas débiles", mientras que una amoldable canciller habla repentinamente de que los europeos deben buscar "una mayor integración económica y financiera". Pero no hay, a lo ancho y a lo largo, huella alguna de la conciencia de una profunda cesura. Unos confunden la conexión causal entre la crisis del euro y la crisis bancaria y apuntan exclusivamente el desastre a la falta de disciplina presupuestaria. Otros se afanan denodadamente en reducir el problema de la falta de coordinación entre las políticas económicas nacionales a una mera cuestión de mejora de la gestión.

La Comisión Europea quiere que el fondo de rescate, de duración limitada, se mantenga a largo plazo, además de inspeccionar los planes presupuestarios nacionales, incluso antes de que estos se hayan sometido a los parlamentos nacionales. No es que estas propuestas sean descabelladas. Pero es una falta de vergüenza sugerir que semejante intervención de la Comisión en el derecho presupuestario de los parlamentos no tocaría los tratados y no aumentaría de forma inaudita el déficit democrático que se arrastra desde hace tanto tiempo. Una coordinación eficaz de las políticas económicas debe conllevar un reforzamiento de las competencias del Parlamento de Estrasburgo; también planteará, en otros ámbitos políticos, la necesidad de una mejor coordinación.

Los países de la zona euro se enfrentan a la alternativa entre una profundización de la cooperación europea y la renuncia al euro. No se trata de la "vigilancia recíproca de las políticas económicas" (Trichet), sino de una actuación común. Y la política alemana está mal preparada para esto.

Cambio generacional y nueva indiferencia. Tras el Holocausto, hicieron falta esfuerzos de décadas -desde Adenauer y Heinemann, pasando por Brandt y Helmut Schmidt, hasta Weizsäcker y Kohl- para el retorno de la República Federal al círculo de las naciones civilizadas. No bastaba con la astuta táctica marcada por el ministro de Exteriores, Hans Dietrich Genscher, de orientarse a Occidente por razones de oportunidad. Era precisa una transformación, infinitamente trabajosa, de la mentalidad de toda la población. Lo que acabó por propiciar un talante conciliador en nuestros vecinos europeos fueron, en primer término, la transformación de las convicciones normativas y el cosmopolitismo de las generaciones más jóvenes, crecidas en la República Federal. Y, naturalmente, en la actividad diplomática marcaron la pauta las convicciones creíbles de los políticos en activo durante aquella época.

El manifiesto interés de los alemanes por una unificación europea pacífica no era suficiente para desactivar la desconfianza hacia ellos, históricamente fundamentada. Los alemanes occidentales parecían conformarse con la división nacional. A ellos, con el recuerdo de sus excesos nacionalistas, no habría de resultarles difícil renunciar a la reivindicación de sus derechos de soberanía, asumir en Europa el papel del principal contribuyente neto y, si hacía falta, adelantar créditos que, en cualquier caso, redundaban en beneficio de la República Federal. El compromiso alemán, para ser convincente, tenía que tener un arraigo normativo. Jean-Claude Juncker ha descrito bien esa prueba de esfuerzo cuando, en alusión al frío cálculo de intereses de Angela Merkel, echaba en falta la disposición a "aceptar riesgos en la política interna en pro de Europa".

La nueva intransigencia alemana tiene raíces profundas. Ya con la reunificación se transformó la perspectiva de una Alemania que había crecido y se ocupaba de sus propios problemas. Más importante fue la quiebra de las mentalidades que se produjo tras la marcha de Helmut Kohl. Con la excepción de un Joschka Fischer prematuramente agotado, desde la toma de posesión de Gerhard Schröder gobierna una generación normativamente desarmada que permite que una sociedad cada vez más compleja le imponga un trato cortoplacista con los problemas del día a día. Consciente de la reducción de los márgenes de juego político, renuncia a fines y a intenciones de transformación política, por no hablar de un proyecto como la unificación de Europa.

Hoy las élites alemanas disfrutan de una recuperada normalidad nacional estatal. Al final de un largo camino hacia Occidente han adquirido su certificado de madurez democrática y pueden volver a ser como los demás. Ha desaparecido aquella nerviosa disposición a acomodarse con mayor prontitud a la constelación posnacional de un pueblo vencido también moralmente y obligado a la autocrítica. En un mundo globalizado todos deben aprender a incorporar a la propia perspectiva la de los otros, en vez de retraerse a la mezcla egocéntrica de esteticismo y optimización del beneficio. Un síntoma político del retroceso de la disposición a aprender son las sentencias sobre los tratados de Maastricht y Lisboa del Tribunal Constitucional alemán, que se aferran a superados dogmatismos jurídicos relativos a la soberanía. La mentalidad del ensimismado coloso centroeuropeo, que gira en torno a sí misma y que carece de ambición normativa, ya no es ni siquiera garantía de que la Unión Europea se mantendrá en su tambaleante status quo.

La adormecida conciencia de crisis. Cambiar de mentalidad no es razón alguna para hacer reproches; pero la nueva indiferencia tiene consecuencias para la percepción política del desafío actual. ¿Quién está realmente dispuesto a sacar de la crisis bancaria aquellas conclusiones que la cumbre del G-20 de Londres plasmó en bellas declaraciones de intenciones... y a luchar por ellas?

Por lo que respecta a la doma del asilvestrado capitalismo financiero, nadie puede engañarse sobre la voluntad mayoritaria de las poblaciones. Por primera vez en la historia del capitalismo, en el otoño de 2008 sólo pudo salvarse la columna vertebral del sistema económico mundial, impulsado por los mercados financieros, gracias a las garantías de los contribuyentes. Y este hecho -que el capitalismo no pueda ya reproducirse por sus solas fuerzas- se ha fijado desde entonces en las conciencias de los ciudadanos que, como ciudadanos-contribuyentes, tuvieron que salir fiadores del fracaso del sistema.

Las exigencias de los expertos están sobre la mesa. Se está hablando sobre el aumento de los fondos propios de los bancos, una mayor transparencia para las actuaciones de los fondos especulativos de inversión, la mejora de los controles de las bolsas y las agencias de calificación de riesgos financieros, la prohibición de instrumentos especulativos llenos de imaginación pero dañinos para las economías nacionales, la imposición de una tasa a las transacciones financieras, el reforzamiento de las provisiones bancarias, la separación de la banca de inversión y comercial o la disgregación preventiva de los complejos bancarios demasiados grandes para caer. En la cara de Josef Ackermann, presidente del Deutsche Bank y astuto lobbista mayor de la banca alemana, se reflejaba un cierto nerviosismo cuando la periodista televisiva Maybrit Illner le daba a elegir entre algunos de estos "instrumentos de tortura" de los legisladores.

No es que la regulación de los mercados financieros sea tarea sencilla. Para llevarla a cabo también se requiere, sin duda, el conocimiento especializado de los banqueros más taimados. Pero las buenas intenciones fracasan no tanto por la complejidad de los mercados como por la pusilanimidad y falta de independencia de los Gobiernos nacionales. Fracasan por una apresurada renuncia a una cooperación internacional que se ponga como fin el desarrollo de las capacidades de actuación políticas de las que se carece... y ello en todo el mundo, en la Unión Europea y en primerísimo lugar dentro de la zona euro. En el asunto de la ayuda a Grecia, los negociantes y especuladores en divisas creyeron antes el hábil derrotismo empresarial de Ackermann que la tibia aprobación de Merkel al fondo de rescate del euro; realmente, no tienen confianza alguna en la decidida disposición a cooperar de los países de la zona euro. ¿Cómo podrían ser de otra manera las cosas en una Unión que derrocha sus energías en peleas de gallos para llevar a las figuras más grises a los cargos más influyentes?

En épocas de crisis, incluso los individuos pueden hacer historia. Nuestra enervada élite política, que prefiere seguir los titulares del Bildzeitung, no puede convencerse a sí misma de que son las poblaciones quienes impiden una unificación europea más profunda. Saben perfectamente que el retrato demoscópico de la opinión de la gente no es lo mismo que el resultado de la formación de una voluntad democrática deliberativamente constituida de los ciudadanos. Hasta hora, no ha habido en país alguno una sola elección europea o un solo referéndum en el que se haya decidido sobre algo que no sean temas y listas electorales nacionales. Sin mencionar siquiera la miopía nacional-estatal de la izquierda (y aquí no hablo sólo del partido alemán La Izquierda), hasta este momento todos los partidos políticos nos deben el intento de conformar políticamente la opinión pública mediante una Ilustración a la ofensiva.

Con un poco de nervio político, la crisis de la moneda común puede acabar produciendo aquello que algunos esperaron en tiempos de la política exterior común europea: la conciencia, por encima de las fronteras nacionales, de compartir un destino europeo común.





El diputado europeo Daniel Cohn-Bendit






--
Entrada núm. 1308 -
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 18 de junio de 2010

Dudas y perplejidades


 
 El escritor Jorge Semprún



 "Un pensamiento que estuviera centrado sobre la certeza absoluta de sus propios postulados, de sus propios puntos de partida, no sería, verdaderamente, un pensamiento. Se limitaría a ser un discurso monolítico, un monólogo dogmático". La frase anterior la pronunció recientemente el escritor y comprometido intelectual de izquierdas, Jorge Semprún, ministro de Cultura (1988-1991) en el gobierno de Felipe González. La cita es de la profesora de la Universidad Autónoma de Madrid, Carmen Mata, que escribe un artículo en El País en torno a la importancia que para un intelectual que se precie supone su capacidad de duda y perplejidad.

Yo no me atrevería a calificarme, ni por asomo, como intelectual, pero como ser pensante (ya saben: "cogito ergo sum", que dijo Descartes), confieso compartir esa sensación de duda y perplejidad en la que se encuentran sumidos buena parte de los españoles ante el viraje que en cuestión de días ha dado el presidente Rodríguez Zapatero a su política económica y social.

Me gustaría haber comenzado este comentario con un escueto "Como decíamos ayer..." El mismo con el que Fray Luis de León volvió a su aula de la Universidad de Salamanca en diciembre de 1574 después de pasar tres años como inquilino, forzoso, de las prisiones de la Inquisición. Pero no me ha sido posible. Llevo tres semanas debatiéndome entre la duda y la perplejidad, y eso que no he leído la "Guía de Perplejos" (1190 d.C) del filosófo judeo-andalusí Maimónides. De ahí mi silencio en el Blog, y lo que temo que me queda..., pero me alegra no tener la firmeza de convicciones de que hacen gala la derecha española y la gran patronal, por un lado, y una parte de la izquierda política y sindical, por otro. Mi impresión personal es que, por fin, ahora, estamos en el buen camino. Como siempre, sé que voy contra-corriente, en el bando de los perdedores, y tocándole las pelotas a lo políticamente correcto, pero..., ¡qué le vamos a hacer; cada uno es como es...! Nos vemos. Sean felices, por favor, Tamaragua, amigos. HArendt





Fray Luis de León (Universidad de Salamanca)
.

--
Entrada núm. 1307 -
http://harendt.blogspot.com
 
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 21 de mayo de 2010

El Apocalipsis, según el PP

Rajoy, por Forges



"Revelación de Jesucristo: se la concedió Dios para manifestar a sus siervos lo que ha de suceder pronto; y envió a su ángel para dársela a conocer a su siervo Juan, el cual ha atestiguado la palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo: todo lo que vio. Dichoso el que lea y los que escuchen las palabras de esta profecía y guarden lo escrito en ella, porque el Tiempo está cerca". (Apocalipsis: Juan, 1,1-3. Nueva Biblia de Jerusalén, Desclée de Brouwer, Bilbao, 1998).

Sustituyan Jesucristo por Rajoy, Dios por Aznar, el ángel por Cospedal, y a Juan por Montoro, y ya tendrán claro el escenario apocalíptico que el PP nos anuncia. ¿Comprenden ahora porqué terminaba mi comentario de ayer como lo terminaba? No soy el único que piensa así sobre la particularísima manera de hacer oposición del PP, que traducida al román paladino sería la del "cuánto peor, mejor". Lo de mejor para ellos, lo ignoro, y la verdad, me importa un huevo y la mitad del otro; lo de peor para todos, si que me preocupa.

También le preocupa al catedrático de sociología de la Universidad Complutense de Madrid y de la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que deja testimonio de esa preocupación en un desasosegante artículo que hoy publica en el diario El País, titulado "Ponerse en lo peor".

El profesor Sotelo, como otros muchos expertos, se muestra convencido de que antes o después saldremos de la crisis, gracias entre otras cosas a la fortaleza de la Unión Europea. La cuestión, dice, es cuándo y en qué condiciones, pero que en todo caso, añade, nos espera una década de crecimiento muy bajo y una alta tasa de desempleo que puede llevarnos a una peligrosa deriva social y política si no se ataja entre todos. Y a todas esas, el PP, ni está ni se le espera...

Les dejo con la lectura del artículo del profesor Sotelo. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



  

Rajoy, por Peridis





"Ponerse en lo peor", por Ignacio Sotelo
EL PAÍS  -  Opinión - 21-05-2010

El espectáculo que ofrece el primer partido de la oposición, empeñado obsesivamente en que el Gobierno nos lleva a la catástrofe, tanto si pretende salir de la crisis salvando el Estado social como si se ve obligado a cuestionarlo, coloca a la sociedad en estado de pánico permanente, con lo que, además de echar leña al fuego de la especulación internacional, se muestra dispuesto, con tal de que caiga Zapatero, a propiciar el mayor desastre.

Y lo hace, claro está, sin mencionar las medidas concretas, y de estas se trata, que pondría en marcha si llegara a gobernar. Sabe que si las hiciera públicas perdería las elecciones, y siempre podrá alegar que la herencia que dejaron los socialistas exige las medidas drásticas que seguro luego tomará. En estas circunstancias, ponerse en lo peor, aunque sea como mero ejercicio dialéctico, podría interpretarse como una invitación al suicidio colectivo.

En tiempos revueltos parece de sentido común el que tanto desde el banco azul como desde la oposición se dé cuenta de la situación con un mismo lenguaje claro, pero evitando esparcir alarmas que minen la concordia indispensable para enfrentarse juntos a las dificultades sobrevenidas. En tiempos de hondo malestar la oposición está obligada a colaborar con el Gobierno en la búsqueda de una pronta salida; cuando las aguas vuelvan a su cauce ya habrá ocasión de que cada cual presente propuestas alternativas.

Durante la II Guerra Mundial los laboristas supieron colaborar lealmente con los conservadores, actitud que, pese al enorme prestigio de Churchill, les llevó al poder en 1945. El electorado suele recompensar al partido que muestra que le importa más el bien de la nación que el suyo propio. Cuando la coyuntura aprieta no vale echarse mutuamente la culpa, o denigrar al contrario como si fuese la catástrofe personificada, sino que es el momento de encontrar una salida conjunta. De que no haya ocurrido así son responsables, con alguna excepción como la de CiU, en mayor o menor medida toda la clase política, pero muy en especial el PP.

¿Rige acaso la misma norma para el ciudadano? ¿Los medios deben renunciar también a discutir salidas diferentes de la crisis, ocultando los peligros que nos amenazan? Si a los políticos corresponde actuar conjuntamente, sin embarullarse en discusiones infinitas -la sorpresa suele ser el mayor factor del éxito, y ya habrá tiempo de dar explicaciones- en cambio toca a la sociedad discutir a fondo la situación, ofreciendo distintas soluciones acorde con la multiplicidad de intereses. En democracia son los ciudadanos los que plantean las alternativas y las instituciones las que toman decisiones que no pueden distanciarse mucho de las opiniones dominantes.

Lo que sigue no es más que una construcción arbitraria que vincula una catástrofe a la otra, como si cayeran en ristra las fichas del dominó. Cierto que no es probable que se concatene una desgracia a la otra, pero en la sociedad de alto riesgo en que vivimos hay que estar preparado para responder a los peores desastres. Condición de supervivencia es imaginar peligros y tener preparadas las respuestas adecuadas.

Partamos de lo más seguro, y es que antes o después saldremos de la crisis: la cuestión es cuándo y en qué condiciones. Está agotado el modelo productivo en torno al turismo y el ladrillo -aunque continuará formando una buena parte de nuestro PIB- y sufriremos la deslocalización de la industria, piénsese en la automovilística, como el resto de Europa.

Habrá que inventar un modelo de más alta productividad, probablemente en torno a las técnicas de comunicación, la energía limpia, el sector agrario, con especial desarrollo de la industria alimenticia y otros sectores en los que podamos encontrar un hueco en un mundo globalizado. Pero su puesta en marcha exigirá bastante tiempo, si es que logramos salir del bache en educación que, además de los recursos financieros, depende de factores sociales y culturales muy difíciles de calibrar.

El pronóstico que se hace, más fuera que dentro, es que España tiene por delante al menos una década de crecimiento muy bajo y una alta tasa de desempleo.

¿Cómo reaccionará la sociedad a este frenazo, después de dos decenios de crecimiento y de relativo bienestar, en los que los españoles han pasado de tener que emigrar a recibir en los últimos años cuatro millones de inmigrantes? ¿Aumentará la xenofobia al ritmo que han aumentado los canales televisivos de derecha? ¿Se logrará volcar a los sectores sociales más desposeídos contra los sindicatos y los partidos de izquierda, sobre los que se cargaría la responsabilidad de lo que acontece? ¿Cómo responderá el nacionalismo, que en Cataluña y el País Vasco tiene el terreno muy bien abonado, a un largo estancamiento?

 Únase esta paralización económica, con todas sus tensiones y secuelas sociales, a un nacionalismo que transporta la idea de que los males los causa España y la solución es la independencia de las "naciones sometidas", y especúlese con lo que podría ocurrir en tiempos de las vacas flacas.

Quedarán de manifiesto los altísimos costes de que se haya deslavazado el Estado, que con tanto esfuerzo habíamos empezado a construir en la segunda mitad del siglo XIX y primera del XX. Cierto que siempre había sido bastante débil, como muestran los índices de analfabetismo, causa principal de que, a diferencia de Francia, Alemania y Reino Unido, en la Península Ibérica se haya conservado el plurilingüis-mo. El que el Estado de las Autonomías haya marchado en los últimos 30 años aceleradamente hacia una confederación, alejándose cada vez más de un Estado federal, podría pagarse, en tiempos de estancamiento, a un precio altísimo.

¿Cómo reaccionaría el resto de España a una eventual ruptura de la unidad nacional? No cabe descartar que trajera consigo el fin de la monarquía. Ahora bien, esa tercera república con la que hoy sueña un grupo cada vez más nutrido de españoles, para una mayor frustración, podría ser obra de la derecha nacionalista más insolidaria. La república que a partir de la ruptura nacional se percibe en el horizonte quedaría en manos de una derecha supernacionalista que habría echado la culpa de la debacle a la "monarquía parlamentaria" con su Estado de las Autonomías.

Tómense estas reflexiones como lo que son, una pesadilla en una mala noche, pero en ningún caso se echen en saco roto. Sin entregarse a ningún fatalismo -el futuro que nos aguarda lo hacemos nosotros- hay que estar preparados para lo peor, buscando con sosiego puertas de escape. Y en cuanto inquiramos una tabla de salvación, se impone la conocida fórmula: España es el problema y Europa la solución.

El hecho nuevo en que basamos nuestra esperanza de que la historia no se repita es que estamos en la Unión Europea. Por fuertes que sean los envites contra el euro, podemos confiar en que la moneda común prevalezca, participando poco a poco del empuje que nuestros socios más fuertes inyecten en la economía europea.

Cabe razonablemente esperar que salgamos del atolladero en que la Unión se encuentra desde la ampliación, y que avancemos por fin en la construcción europea, conscientes de lo que sería de cada uno de nosotros si esta nos fallase. La crisis ha hecho evidente lo que realmente significa una Europa unida y no me cabe la menor duda de que al final saldrá robustecida.





El profesor Ignacio Sotelo



--
Entrada núm. 1306
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

jueves, 20 de mayo de 2010

La democracia, según Popper



El filósofo Karl Popper





Sobre Karl Popper (1902-1994), filósofo y sociólogo político británico de origen austríaco, he escrito en ocasiones anteriores en este blog. Especialmente de una de sus obras principales: "La sociedad abierta y sus enemigos" (Paidós, Barcelona, 2006). Escrita en 1945 durante su forzado exilio en Nueva Zelanda, trata en ella, como más tarde lo hará la también filósofa y teórica de la política norteamericana de origen alemán, Hannah Arendt, sobre los orígenes de los totalitarismos que asolaron el siglo XX: especialmente el comunismo y el nacional-socialismo.

Para el profesor José Sánchez-Alarcos, comentarista de la obra de Popper, la tesis central de "La  sociedad abierta y sus enemigos" es la de que el origen de los totalitarismos radica en la superstición de ciertas ideologías que parten de dos falsedades relacionadas: primero, que la historia se mueve en una dirección de acuerdo con leyes naturales y, segundo, que ellos, los ideólogos, conocen esa dirección. A partir de esas certezas, basadas en el determinismo histórico, se construye la utopía: dotados de esa tremenda información, se edifica un mundo maravilloso en el que los seres humanos serán felices porque el modelo de sociedad se adapta milimétricamente al sentido natural de la historia. Obviamente, quien se oponga a la construcción de esa sociedad perfecta, una sociedad cerrada que remite a la tribu, puede ser considerado un canalla y debe ser extirpado invocando razones morales, como ha sucedido en todos los Estados totalitarios.

Enemigo declarado de las utopías políticas, y por ende, de las ideas expuestas en la "República", de Platón, primer gran modelo utópico de Occidente cuya influencia, dice el profesor Sánchez-Alarcos, aún perdura, Popper manifiesta su certeza de que la salvaguarda de la libertad y del progreso están precisamente en sociedades abiertas en las que las personas deciden con sus acciones el curso de la historia, porque ni hay sociedades perfectas ni, por lo tanto, un camino ideal para alcanzar lo que solo existe en la imaginación de unos pensadores trasnochados.

De Popper escribía también hace unos días en el diario La Vanguardia, el periodista y columnista político Luís Foix, en un interesante artículo que reproduzco más adelante, titulado "Hereu se despeña". Comentaba en él el estruendoso fracaso de la consulta popular promovida por el consistorio barcelonés llamando a los ciudadanos a decidir sobre las posibles opciones para remodelar la Vía Diagonal de la capital catalana, y concluía su artículo, en el que augura el fín de la hegemonía socialista en el Ayuntamiento de Barcelona a causa del patinazo político de su alcalde, con una cita de Popper que dice que "la democracia no consiste en designar gobiernos sino en echarlos".

No puedo estar sino en completo acuerdo con Foix, y por supuesto con Popper, de quien recuerdo otra frase de la que no puedo precisar la fuente, que venía a decir que en las sociedades democráticas consolidadas, los ciudadanos, cuando ejercen su derecho de voto, no pretenden tanto elegir a un determinado gobierno, como impedir que lleguen a él (al gobierno) otros.

Nunca discuto ni pongo en cuestión lo que votan mis conciudadanos. Me podrá gustar más, gustar menos o no gustar nada, pero es su derecho y su decisión, y eso es lo fundamental para mí, pero les aseguro que viendo y oyendo a las señoras Cospedal y Saénz de Santamaría, o a los señores Aznar, Arenas, Montoro, Trillo o Rajoy, yo tengo clarísimo por quién voy a votar, aunque sea tapándome la nariz...

He puesto en la sección de videos uno con la lectura  de la famosa alegoría de "la caverna", incluida  en La República, de Platón. Espero que les resulte interesante. Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt







Portada de "La Sociedad abierta y sus enemigos"







"HEREU SE DESPEÑA", por Lluís Foix
Blog "El día después" - La Vanguardia, 16/05/2010

Desde que Obama ganara las elecciones en noviembre de 2008, las urnas van tumbando a gobiernos nacionales, autonómicos y locales. No recuerdo un caso de elecciones ganadas por partidos que estaban en el gobierno desde que la crisis económica sembró la inquietud y el temor en todo el mundo.

Esta semana los laboristas han abandonado el poder en Gran Bretaña después de trece años al frente del gobierno. En Francia, el partido de Sarkozy ha recibido castigos en las regionales que las ha ganado el partido socialista. Los italianos dieron la victoria a la alianza de Berlusconi pero fueron los de la Lega Norte los que ganaron en las principales regiones del norte, tradicionalmente feudos de la izquierda

Se avecinan cambios en Holanda, en Hungría ha aparecido la derecha extrema tras diez años de socialdemocracia. La señora Merkel ha perdido en el land de Renania Westalia del Norte, el land más poblado de Alemania. La crisis va expulsando a los gobiernos que no han podido ni han sabido dar respuestas a las preocupaciones más inmediatas de los ciudadanos.

Una convulsión económica como la que está recorriendo el mundo libre tiene consecuencias políticas inevitables. Ocurrió en los años treinta del siglo pasado y se repitió en la crisis de los años noventa.

En estas, se le ocurre al alcalde Hereu convocar una consulta sobre las distintas opciones para remodelar la Diagonal de Barcelona. Ha sido un fiasco. Ni siquiera el 13 por ciento de los barceloneses se han molestado en votar, a pesar de las posibilidades de emitir el voto por Internet. De los que han votado, casi un 80 por ciento se han pronunciado por la opción no aconsejada por el ayuntamiento de Hereu. Ha rodado la primera cabeza política, la de su brazo derecho y responsable de la consulta, en espera de que la consulta cause una crisis política en el consistorio barcelonés.

No entiendo cómo el alcalde Hereu haya podido leer tan malamente los signos de los tiempos y de la historia. No sé si se puede aplicar aquella sentencia de Talleyrand, el incombustible sobreviviente de la Revolución Francesa, cuando dijo que "es peor que un crimen, es un error". ¿Cómo no se ocurrió a Hereu que los barceloneses tenemos prioridades más perentorias que el futuro diseño de la Diagonal?

Todos los gobiernos, desde Felipe II hasta George Bush, han sabido lo que no se debía hacer y, sin embargo, lo hicieron. Fueron arrastrados por la "ingratitud" que se apodera de los pueblos cuando no están de buen humor y desconfían de sus gobernantes. Hereu ha perdido algo más importante que una consulta popular. Puede haber perdido la alcaldía que ha estado en manos de los socialistas desde hace más de treinta años. Popper decía que la democracia no consiste en designar gobiernos sino en echarlos.






El periodista Lluís Foix







--
Entrada núm. 1305
http://harendt.blogspot.com
 
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 19 de mayo de 2010

Jurisprudencia constitucional






















Creo que lo escribe con excesiva vehemencia, pero que no deja de tener buena parte de razón. Me refiero al artículo que en el diario El País publica hoy miércoles el abogado José María Ruiz Soroa, titulado "Democracia ramplona", sobre las críticas, a su juicio infundadas, que se formulan a la labor del Tribunal Constitucional como garante de los derechos y libertades de los españoles que la Constitución establece. En particular y sobre todo, a partir del interminable proceso de examen del Estatuto de Cataluña.

Dice Ruiz Soroa que hay dos formas de criticar el funcionamiento, incluso la existencia, de un Tribunal Constitucional. La primera, la de aquellos que argumentan que la capacidad de un pueblo para autogobernarse no puede estar limitada por unos textos constitucionales más o menos rígidos y heredados de generaciones pasadas. Y menos aún por unos tribunales que imponen su opinión elitista y técnica a los representantes de la ciudadanía e invalidan o recortan las leyes por estos aprobadas. Para estos autores, dice, nuestras actuales democracias constitucionales son "democracias paternalistas" (Waldrom) o "democracias jibarizadas" (Sánchez Cuenca), que tratan al ciudadano como a un ser precisado de muletas para desempeñarse en la vida pública. Es muy discutible, concluye, pero es una opinión razonada.

La polémica viene de antiguo, sobre todo a partir de los años 30 del pasado siglo, y se hizo patente en la confrontación que llevaron a cabo dos grandes juristas: el austriaco Hans Kelsen y el alemán Carl Schmitt, sobre "quién debe ser el defensor de la Constitución". Ya la he tratado anteriormente en el blog, y allí me remito.

La segunda, siempre a juicio del autor del artículo, es la de aquellos que aun teniendo a la vista que el Tribunal Constitucional ya había acordado en su sentencia nonata de hace unas semanas la inconstitucionalidad de una veintena de artículos del Estatuto, algo en lo "que todos sus miembros estuvieron de acuerdo", añade, han emprendido una campaña desaforada para sacarlo adelante pese a quien pese. Supongo, aunque no lo dice, que se refiere a los partidos que han promovido el reciente acuerdo del Parlamento de Cataluña en defensa del actual texto estatutario y solicitando la modificación de la ley del Tribunal Constitucional.

Desde mi atalaya de mero espectador y seguidor interesado de la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, comparto con el señor Ruiz Soroa su opinión de que la labor del Tribunal ha sido, en cuanto a la salvaguardia de los derechos y libertades de los españoles se refiere, a pesar de algunas excepciones de interpretación que ahora no vienen al caso, absolutamente positiva. Dicho lo cual, reitero dos cuestiones que están en la mente de todos y que nuestro articulista no menciona: a) es absolutamente injustificable que una sentencia sobre la constitucionalidad de una ley, sea ésta de la complejidad que sea, lleve más de tres años sin resolverse; y b) es absolutamente injustificable que la renovación de aquellos de sus miembros que han cumplido su mandato se prorrogue indefinidamente por la imposibilidad de acuerdo entre los dos grandes partidos nacionales.

De la primera cuestión los únicos responsables son los propios miembros del Tribunal; de la segunda, los únicos responsables son el partido popular y el partido socialista. Como obligar a estos últimos a un ejercicio de responsabilidad resulta poco menos que una utopía, me pregunto: ¿por qué no dimiten en pleno los miembros del Tribunal Constitucional forzando así su renovación? 

He puesto en la cabecera del blog la milenaria y venerada imagen de la lechuza de Atenea, diosa de la Sabiduría, a ver si nos ilumina en estos momentos de tribulación.  Y en la sección de vídeos, uno sobre el homenaje tributado el pasado mes de enero por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), mi alma máter, al que fuera primer presidente del Tribunal Constitucional, el profesor Manuel  García Pelayo. Espero que les resulte interesante Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt

 





María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional




 
"¿DEMOCRACIA RAMPLONA?", por José María Ruiz Soroa
EL PAÍS  -  Opinión - 19-05-2010

Escuchamos hoy un confuso discurso sobre la democracia que, en nombre del principio de autogobierno de los ciudadanos, clama contra el hecho de que un reducido colegio de jueces pueda poner su particular opinión por encima de la voluntad de los representantes de esos ciudadanos en los parlamentos, por encima incluso de la voluntad expresada en referéndum por los mismos ciudadanos catalanes. En este discurso se mezclan respetables posturas de principio con un craso oportunismo sectario que pretende vestir con ropajes democráticos lo que es sólo un interés, el de que una determinada ley (el Estatut, se entiende) salga adelante a costa de todo.

Principios defienden aquellos autores que argumentan que la capacidad de un pueblo para autogobernarse no puede estar limitada por unos textos constitucionales más o menos rígidos y heredados de generaciones pasadas. Y menos aún por unos tribunales que imponen su opinión elitista y técnica a los representantes de la ciudadanía e invalidan o recortan las leyes por estos aprobadas. Para estos autores, nuestras actuales democracias constitucionales son "democracias paternalistas" (Waldrom) o "democracias jibarizadas" (Sánchez Cuenca), que tratan al ciudadano como a un ser precisado de muletas para desempeñarse en la vida pública. Es muy discutible, pero es una opinión razonada.

Intereses defienden en cambio quienes, a la vista de la ya probada inconstitucionalidad del Estatut (puesta de relieve inapelablemente en la última sesión del Tribunal Constitucional, TC, en la que todos sus miembros estuvieron de acuerdo en que como mínimo una treintena de preceptos del Estatut eran inconstitucionales), han emprendido una campaña desaforada para sacarlo adelante pese a quien pese.

A estos muñidores del democratismo radical -sección catalana- se les puede cuestionar su sinceridad democrática. Y su propia lógica. Por una sencilla razón: porque el rendimiento empírico de nuestra justicia constitucional no avala en absoluto sus impostadas quejas, sino más bien todo lo contrario. Es decir, que cuando este TC ha invalidado leyes aprobadas por la soberanía popular (y lo ha hecho varias veces), nunca ha sido para disminuir el autogobierno de los ciudadanos, sino para ampliarlo. Y sobran ejemplos.

Cuando el TC invalidó por inconstitucional la Ley de Seguridad Ciudadana o de la patada en la puerta, ¿no incrementó nuestros derechos ciudadanos? Cuando el TC rechazó el decreto ley antiterrorista, ¿protegió o limitó nuestros derechos? Cuando declaró inconstitucional la Ley de Enjuiciamiento Criminal y prohibió que el juez instructor fuera también el juez sentenciador, o vetó los juicios sin noticia previa, ¿nos trató como a menores de edad? Cuando el TC invalidó las limitaciones de derechos a los inmigrantes contenidas en sucesivas leyes de inmigración socialista y popular, ¿de verdad que jibarizó nuestra democracia? ¿O más bien la amplió un poco más?

Seamos serios: la ejecutoria de nuestro TC no recuerda para nada la del Tribunal Supremo de Estados Unidos del primer tercio del siglo XX, aquel tribunal que hizo un uso abusivo de ciertas cláusulas constitucionales para invalidar así cualquier legislación progresiva en materias sociales o económicas, llegando a provocar la directa amenaza de Roosevelt de reformarlo si no modificaba su actitud. Ningún tribunal constitucional europeo, desde la posguerra en adelante, se ha significado por funcionar como un reductor de autogobierno, sino todo lo contrario, como un potenciador de democracia. ¿A qué viene entonces este súbito ataque de esencialismo democrático en su contra?

Pero si hay un ejemplo patente de la contradicción flagrante en que caen los demócratas radicales -sección catalana- es el que proporciona la sentencia del Tribunal de 13/08/1983, que invalidó una Ley Orgánica aprobada con los votos de una supermayoría de representantes del pueblo en el Congreso y el Senado, en concreto la Ley Orgánica 30/06/1982. Aquella norma rechazada se llamaba (¿recuerdan?) "Ley Orgánica para la Armonización del Proceso Autonómico" y fue recurrida ante el Tribunal por los partidos nacionalistas, que alegaban que congelaba y reconducía el desarrollo del Estado autonómico "de una manera inconstitucional". Incluso el Partido Comunista de Santiago Carrillo, que ahora también se apunta a la eliminación del TC por antidemocrático, acudió a él en 1982 en demanda de protección democrática. Y el Tribunal Constitucional les dio la razón, y sobrepuso su propia interpretación de la Constitución a aquella que había hecho el pueblo soberano a través de sus representantes. ¿Dónde estaría hoy el Estatut si la mayoría hubiera sido soberana sin límites?

Cuando los nacionalistas y comunistas acudían al Constitucional en 1983, y exigían el amparo de la Constitución contra las decisiones legislativas de la inmensa mayoría de los representantes del pueblo español, ¿no estaban ellos mismos proclamando que la Constitución y su interpretación por el Tribunal eran la última instancia de legitimidad en nuestro sistema democrático? ¿Cómo es, entonces, que ahora argumentan que ni la Constitución ni el Tribunal pueden "jamás" ponerse por encima de la voluntad del Parlamento o del sentimiento de un pueblo? ¿Es que su ramplona concepción de la democracia depende del lado en que caigan sus intereses?























José María Ruiz Soroa




--
Entrada núm. 1304 
http://harendt.blogspot.com
"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 14 de mayo de 2010

Bochorno y vergüenza


Caricatura del juez Baltasar Garzón





Se consumó la mayor afrenta a la democracia española desde el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Nunca pensé que se podrían repetir en mí los sentimientos de bochorno y vergüenza que sentí ese lejano día de hace 29 años. Y lo han consumado un juez instructor lunático, un Consejo General del Poder Judicial desprestigiado y un Tribunal Supremo en la inopia, con la inhabilitación y procesamiento del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, por intentar que los crímenes del franquismo no quedaran impunes. Y todo ello con el aplauso y el apoyo indisimulado del principal partido de la oposición.

A pesar de todo, sigo creyendo en la grandeza de la democracia. Como dijo Pericles en la Atenas del siglo V a.C., "nuestro régimen político se llama democracia porque el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría", y estoy convencido de que, finalmente, y más pronto que tarde, prevalecerá la justicia sobre la impunidad.

Les invito a leer el artículo que sobre el asunto escribe hoy en el diario El País, el magistrado emérito del Tribunal Supremo y miembro de la Comisión Internacional de Juristas, José Antonio Martín Pallín.  Y si lo desean pueden ver como el periodista Iñaki Gabilondo (CNN+) anunciaba el pasado 11 de febrero el procesamiento de Baltasar Garzón por su intento de investigar los crímenes franquistas. Lo he puesto en la sección de vídeos. Sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




Forges y la Justicia





"UN JUEZ ANTE LA HISTORIA", por José Antonio Martín Pallín
ELPAIS.com  -  España - 14-05-2010

Algunas veces, la Historia entra en los Tribunales. Los crímenes del nazismo y del fascismo se sentaron en el banquillo de los acusados. La Asamblea General de Naciones Unidas, el Consejo de Europa y el Parlamento Europeo han condenado el golpe militar que dio lugar a la guerra civil española y la instauración duradera de un régimen que, según declaran, tuvo el apoyo de la Alemania nazi y la Italia fascista.

La victoria de los rebeldes dio paso a doscientos mil Consejos de Guerra sumarísimos, con más de cien mil sentencias de muerte. Los vencedores exterminaron extrajudicialmente a gran número de vencidos. Algunos consiguieron encontrar asilo y muchos otros vivieron un exilio interior, despojados de sus bienes y expulsados de sus cargos. Nunca pudieron reclamar sus derechos ante los tribunales.

Muerto el Dictador, una Ley de Amnistía (1977) ponía fin a la responsabilidad de los vencedores por hechos que toda la comunidad jurídica internacional calificaba como crímenes contra la humanidad. Los que pretendieron la revisión y anulación de los consejos de guerra fracasaron porque, como dijo la Sala Militar del Tribunal Supremo, se ajustaban al "ordenamiento legal vigente en aquella época".

La Ley de Amnistía (1977) y la llamada Ley de la Memoria Histórica (2007), verdadera Ley de Punto Final se esgrime como barrera infranqueable para restaurar los principios de justicia y reparación que propugna el propio legislador.

Los legisladores de la Ley de la Memoria Histórica abandonan la idea de la nulidad de los juicios franquistas, si bien conceden que sus tribunales eran ilegítimos, contrarios a derecho y vulneraban las más elementales exigencias del derecho a un juicio justo. El Comité de Derechos Humanos de Ginebra encargado de velar porque España cumpla el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos nos recuerda la obligación de derogar la Ley de Amnistía y declarar la imprescriptibilidad de los crímenes contra la humanidad.

Con estos precedentes, un juez español, Baltasar Garzón, universalmente conocido por el caso Pinochet, estima que existe una base jurídica para realizar la revisión jurídica de una historia criminal. Abre una causa en la que incluye ejecuciones extrajudiciales y desaparición forzada como crímenes contra la humanidad y el secuestro y entrega a los vencedores de treinta mil niños arrebatados a sus madres y familias. A la vista de la reacción del Tribunal Supremo, el Juez Baltasar Garzón podría clamar como el príncipe Segismundo: ¿Qué delito cometí contra vosotros juzgando?





El magistrado del Tribunal Supremo José A. Martín Pallín





--
Entrada núm. 1303 -
http://harendt.blogspot.com

 "Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

domingo, 9 de mayo de 2010

¡Feliz día, Europa!

Cartel Oficial Día de Europa 2010




9 de mayo: Día de Europa. Hoy hace justamente 65 años terminaba la II Guerra Mundial en territorio europeo con la rendición incondicional de Alemania ante las potencias aliadas. Ese mismo día,  solamente  cinco años después, el 9 de mayo de 1950, el ministro francés de Asuntos Exteriores, Robert Schuman, presentaba solemnemente en París la denominada "Declaración Schuman", que significaba el comienzo del proceso de construcción de la Unión Europea. No es extraño, pues, que dicho día, el 9 de mayo, fuera declarado Día de Europa, convirtiéndose junto a  la bandera azul con las doce estrellas doradas y la "Oda a la Alegría" de Ludwig van Beethoven, como Himno, en el tercero de los símbolos oficiales de la Unión Europea.

Tampoco resulta extraño que se haya elegido precisamente este día de hoy para la presentación oficial del "Informe Europa 2030", sobre el futuro de la Unión Europea, que el Consejo Europeo de París de diciembre de 2007, encargara a un Grupo de Reflexión, presidido por el ex presidente del gobierno español Felipe González, y otras once personalidades europeas, entre las que se encuentran  Vaira Vike-Freiberga, ex presidenta de Letonia, Jorma Ollila, ex presidente ejecutivo de Nokia, Lech Walesa, histórico líder sindical anticomunista polaco y ex presidente de Polonia, o el italiano Mario Monti, ex comisario de Competencia. El grupo comenzó sus trabajos a finales de 2008, y en este año y medio de trabajo, los 12 sabios han mantenido 15 reuniones y escuchado la opinión de políticos e intelectuales como Jacques Delors, Pascal Lamy, Alain Lamassoure, Jean Pisani, Peter Sutherland o Antonio Vitorino. Lo iremos desmenuzando pormenorizadamente en entradas sucesivas.

Pueden ustedes leerlo en el enlace que he puesto más arriba. También, al final de este comentario, pueden leer la "Declaración Schuman" que dio inicio al proceso de constitución de la Unión hace ahora 60 años. También pueden ver más adelante la representación que la pintura barroca hizo de Europa, la joven fenicia divinizada tras ser seducida por Zeus. Y al inicio de este comentario  el diseño ganador del concurso para el Cartel oficial del Día de Europa 2010. Y al final del mismo la foto del ex presidente del gobierno español y presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la Unión, Felipe González. Y ya puestos, en la sección correspondiente pueden ver sendos vídeos: uno, en el que se relata en imágenes el proceso de desarrollo y conformación de la Unión, y otro en el que Ana Belén, Miguel Ríos, Víctor Manuel y  Serrat, cantan al alimón el Himno de Europa: la "Oda a la Alegría" de Ludwig van Beethoven.

¡Feliz día, Europa!. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Representación barroca de la diosa Europa



"Texto de la "Declaración Schuman" (París, 9 de mayo de 1950)"

La paz mundial no puede salvaguardarse sin unos esfuerzos creadores equiparables a los peligros que la amenazan.

La contribución que una Europa organizada y viva puede aportar a la civilización es indispensable para el mantenimiento de unas relaciones pacíficas. Francia, defensora desde hace más de veinte años de una Europa unida, ha tenido siempre como objetivo esencial servir a la paz. Europa no se construyó y hubo la guerra.

Europa no se hará de una vez ni en una obra de conjunto: se hará gracias a realizaciones concretas, que creen en primer lugar una solidaridad de hecho. La agrupación de las naciones europeas exige que la oposición secular entre Francia y Alemania quede superada, por lo que la acción emprendida debe afectar en primer lugar a Francia y Alemania.

Con este fin, el Gobierno francés propone actuar de inmediato sobre un punto limitado, pero decisivo.

Modelo - Declaración Schuman de 9 de mayo de 1950El Gobierno francés propone que se someta el conjunto de la producción franco-alemana de carbón y de acero a una Alta Autoridad común, en una organización abierta a los demás países de Europa.

La puesta en común de las producciones de carbón y de acero garantizará inmediatamente la creación de bases comunes de desarrollo económico, primera etapa de la federación europea, y cambiará el destino de esas regiones, que durante tanto tiempo se han dedicado a la fabricación de armas, de las que ellas mismas han sido las primeras víctimas.

La solidaridad de producción que así se cree pondrá de manifiesto que cualquier guerra entre Francia y Alemania no sólo resulta impensable, sino materialmente imposible. La creación de esa potente unidad de producción, abierta a todos los países que deseen participar en ella, proporcionará a todos los países a los que agrupe los elementos fundamentales de la producción industrial en las mismas condiciones y sentará los cimientos reales de su unificación económica.

Dicha producción se ofrecerá a todo el mundo sin distinción ni exclusión, para contribuir al aumento del nivel de vida y al progreso de las obras de paz. Europa podrá, con mayores medios, proseguir la realización de una de sus tareas esenciales: el desarrollo del continente africano. De este modo, se llevará a cabo la fusión de intereses indispensables para la creación de una comunidad económica y se introducirá el fermento de una comunidad más amplia y más profunda entre países que durante tanto tiempo se han enfrentado en divisiones sangrientas.

Mediante la puesta en común de las producciones básicas y la creación de una Alta Autoridad de nuevo cuño, cuyas decisiones obligarán a Francia, Alemania y los países que se adhieran, esta propuesta sentará las primeras bases concretas de una federación europea indispensable para la preservación de la paz.
Para proseguir la realización de tales objetivos, el Gobierno francés está dispuesto a iniciar negociaciones según las siguientes bases.

La misión encomendada a la Alta Autoridad común consistirá en garantizar, en el plazo más breve posible, la modernización de la producción y la mejora de su calidad; el suministro, en condiciones idénticas, del carbón y del acero en el mercado francés y en el mercado alemán, así como en los de los países adherentes; el desarrollo de la exportación común hacia los demás países; la equiparación y mejora de las condiciones de vida de los trabajadores de esas industrias.

Para alcanzar estos objetivos a partir de las dispares condiciones en que se encuentran actualmente las producciones de los países adherentes, deberán aplicarse con carácter transitorio determinadas disposiciones que establezcan la aplicación de un plan de producción y de inversiones, la creación de mecanismos de estabilidad de los precios y la creación de un fondo de reconversión que facilite la racionalización de la producción. La circulación del carbón y del acero entre los países adherentes quedará liberada inmediatamente de cualquier derecho de aduanas y no podrá verse afectada por tarifas de transporte diferenciales. Progresivamente se irán estableciendo las condiciones que garanticen espontáneamente una distribución más racional de la producción y el nivel de productividad más elevado.

La organización proyectada, al contrario que un cártel internacional tendente a la distribución y a la explotación de los mercados mediante prácticas restrictivas y el mantenimiento de grandes beneficios, garantizará la fusión de los mercados y la expansión de la producción.

Los principios y compromisos esenciales anteriormente expuestos serán objeto de un tratado firmado entre los Estados. Las negociaciones indispensables para precisar las normas de aplicación se llevarán a cabo con ayuda de un árbitro designado de común acuerdo, cuya misión consistirá en velar por que los acuerdos se ajusten a los principios y, en caso de desacuerdo insalvable, decidirá la solución que deba adoptarse.

La Alta Autoridad común, encargada del funcionamiento de todo el sistema, estará compuesta por personalidades independientes designadas sobre bases paritarias por los Gobiernos, quienes elegirán de común acuerdo un presidente. Las decisiones de la Alta Autoridad serán ejecutivas en Francia, en Alemania y en los demás países adherentes. Se adoptarán las disposiciones adecuadas para garantizar las vías de recurso necesarias contra las decisiones de la Alta Autoridad.

Un representante de las Naciones Unidas ante dicha autoridad se encargará de hacer, dos veces al año, un informe público a la ONU sobre el funcionamiento del nuevo organismo, en particular por lo que se refiere a la salvaguardia de sus fines pacíficos.

La creación de la Alta Autoridad no prejuzga en absoluto el régimen de propiedad de las empresas. En el ejercicio de su misión, la Alta Autoridad común tendrá en cuenta las facultades otorgadas a la autoridad internacional del Ruhr y las obligaciones de todo tipo impuestas a Alemania, mientras éstas subsistan.





Felipe González, presidente del Grupo de Reflexión sobre el futuro de la Unión Europea





--
Entrada núm. 1302 -
http://harendt.blogspot.com

"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

domingo, 2 de mayo de 2010

Krugman y los banqueros




El profesor Paul Krugman




Comenzar el mes comentando un artículo de un Premio Nobel y que encima éste (el PN) venga a decir lo mismo que Mariano José de Larra 200 años ha y que un plumilla aficionado como yo hace cuatro días, pues.., que quieren que les diga: me llena de satisfacción... 

¿Lo recuerdan? Lo citaba, a Larra, en mi entrada anterior, titulada "Standard & Poor´s". Decía el maestro de periodistas a mediados de la década de 1830:  "¿Cómo se quiere lograr este fin [interesar a la ciudadanía en la causa de los asuntos públicos] no viendo más termómetro del público bienestar que el alza o baja de los fondos en la Bolsa, en cuyo movimiento sólo se interesan veinte jugadores?". Y yo, por mi parte, concluía mi comentario con estas palabras: "Las instituciones públicas nacionales, europeas e internacionales no pueden estar a merced de las opiniones de unos señores y entidades privadas que han demostrado que no merecen credibilidad. La Bolsa, como decía Larra hace 180 años no puede ser el termómetro de la vida pública. Y si funciona mal, habrá que arreglarla, o cambiar las reglas de su juego, pero lo que no puede consentir una sociedad madura y democrática es que los intereses privados de unos especuladores arruinen la economía y la solvencia de un Estado y la vida de sus ciudadanos".

Pues bien, lo dicho anteriormente son juegos florales al lado de lo que Paul Krugman, profesor en la Universidad de Princeton y Premio Nobel de Economía 2008, dice de los banqueros de su país y de Wall Street en un artículo sin desperdicio que publica hoy domingo la revista Negocios. Lo reproduzco más adelante, pero vayan haciendo boca con algunas de sus perlas.

La primera, directa al presidente Obama, por quedarse corto: "Obama debería estar tratando de hacer lo que es bueno para el país, y punto. Si hacerlo perjudica a los banqueros, qué se le va a hacer". La segunda, a Wall Street: "lo que es malo para Wall Street podría ser bueno para Estados Unidos". Y la tercera a los banqueros; "¿Por qué estaban ganando dinero a paladas los banqueros? Mi interpretación, que refleja los esfuerzos de los economistas financieros por encontrarle sentido a la catástrofe, es que principalmente apostaban con dinero de otra gente".

Después de esa andanada a la línea de flotación, Krugman advierte a los optimistas: "Tras recibir un duro golpe durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis, los beneficios del sector financiero se están disparando otra vez. Parece muy probable que el sector volverá a jugar a los mismos juegos que nos metieron en este lío inicialmente".

Luego, vienen las recomendaciones: "El Fondo Monerario Internacional ha hecho un llamamiento en favor de un impuesto sobre la actividad financiera -un FAT, o 'gordo', en sus siglas en inglés- que gravaría los beneficios y las remuneraciones del sector financiero. Un impuesto así, sostiene el fondo, podría "atenuar la asunción de riesgos excesivos".

Y para terminar, patada directa a "sus partes íntimas", las de Wall Street: "La propuesta del FMI es en realidad demasiado blanda. Aun así, si se convierte en una realidad, Wall Street va a estar que trina. Pero el hecho es que hemos estado dedicando una parte demasiado grande de nuestra riqueza, una parte demasiado grande del talento del país, al negocio de diseñar complejos planes financieros y trapichear con ellos; planes que tienen cierta tendencia a destrozar la economía. Poner fin a esta situación perjudicará al sector financiero. ¿Y?".

Pues eso: ¿Y? ¿Verdad que no se puede decir más alto y más claro? Pues hala, a trabajar. Duro con ellos, Sr. Obama. Gracias, Sr. Krugman. Y ustedes, señoras y señores del BCE, la Comisión Europea, y la presidencia de turno de la U.E., ¡venga, un poco más de decisión!...

En la sección de vídeos he puesto una entrevista que en TVE1 le hacían al profesor Krugman recientemente sobre la crisis en España, sus causas y consecuencias y posibles soluciones. Espero que les resulte interesante. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







Barack Obama, presidente de EE.UU.




"NO LLOREN POR WALL STREET", por Paul Krugman
NEGOCIOS - 02/05/2010

La semana pasada, el presidente Obama fue a Manhattan, donde instó a una audiencia proveniente en gran parte de Wall Street a respaldar la reforma financiera. "Creo", afirmó, "que estas reformas son, en última instancia, no sólo lo mejor para los intereses de nuestro país, sino también lo mejor para los intereses del sector financiero".

Bueno, ojalá que no hubiese dicho eso; y no sólo porque realmente necesite, desde el punto de vista político, adoptar una postura populista, poner alguna distancia visible entre él y los banqueros. El hecho es que Obama debería estar tratando de hacer lo que es bueno para el país, y punto. Si hacerlo perjudica a los banqueros, qué se le va a hacer.

Es más aún, la reforma realmente debería perjudicar a los banqueros. Un conjunto cada vez mayor de análisis indica que un sector financiero excesivamente grande es perjudicial para la economía en general. Reducir ese sector excesivamente grande no hará feliz a Wall Street, pero lo que es malo para Wall Street podría ser bueno para Estados Unidos.

Ahora bien, las reformas que actualmente están sobre el tapete -y que yo apoyo- podrían terminar siendo buenas para el sector financiero, así como para el resto de nosotros. Pero eso se debe a que sólo abordan una parte del problema: harían las finanzas más seguras, pero podrían no hacerlas más pequeñas.

¿Cuál es el problema con las finanzas? Empecemos por el hecho de que el sector financiero moderno genera enormes ingresos y nóminas, pero proporciona pocos beneficios tangibles.

¿Se acuerdan de la película de 1984 Wall Street, en la que Gordon Gekko afirmaba que "la codicia es buena"? Según los criterios actuales, Gekko sería un pelagatos. En los años que precedieron a la crisis de 2008, el sector financiero representaba un tercio de los ingresos nacionales totales (aproximadamente, el doble de lo que suponía dos décadas antes).

Nos decían que estos beneficios estaban justificados porque el sector estaba haciendo grandes cosas por la economía. Canalizaba el capital hacia usos productivos; repartía el riesgo; mejoraba la estabilidad financiera. Ninguna de esas cosas era cierta. El capital no se estaba canalizando hacia los innovadores que crean empleo, sino hacia una burbuja inmobiliaria insostenible; el riesgo estaba concentrado, no repartido; y cuando la burbuja estalló, el supuestamente estable sistema financiero se hundió, con la peor crisis mundial desde la Gran Depresión como daño colateral.

Entonces, ¿por qué estaban ganando dinero a paladas los banqueros? Mi interpretación, que refleja los esfuerzos de los economistas financieros por encontrarle sentido a la catástrofe, es que principalmente apostaban con dinero de otra gente. El sector financiero hizo apuestas demasiado grandes y arriesgadas con fondos prestados -apuestas que fueron enormemente rentables hasta que fallaron-, pero fue capaz de conseguir préstamos baratos porque los inversores no comprendían lo frágil que era el sector.

¿Y qué hay de los tan cacareados beneficios de la innovación financiera? Coincido con los economistas Andrei Shleifer y Robert Vishny, que en un artículo reciente sostienen que gran parte de esa innovación consistió en crear la ilusión de seguridad proporcionando a los inversores sustitutos falsos de activos pasados de moda como los depósitos bancarios. Finalmente, la ilusión se vino abajo (y la consecuencia fue una crisis financiera desastrosa).

En su discurso de la semana pasada, por cierto, Obama insistió -dos veces- en que la reforma financiera no ahogará la innovación. Es una lástima.

Y ésta es la cuestión: tras recibir un duro golpe durante el periodo inmediatamente posterior a la crisis, los beneficios del sector financiero se están disparando otra vez. Parece muy probable que el sector volverá a jugar a los mismos juegos que nos metieron en este lío inicialmente.

De modo que, ¿qué tenemos que hacer? Como he dicho, apoyo las propuestas de reforma de la Administración de Obama y sus aliados del Congreso. Entre otras cosas, sería una pena ver que la campaña antirreforma de los dirigentes republicanos -una campaña marcada por una falta de honradez y una hipocresía asombrosas- triunfa.

Pero estas reformas deberían ser sólo el primer paso. También tenemos que reducir el tamaño de las finanzas.

Y no son sólo los detractores de fuera los que dicen esto (no es que los detractores de fuera críticos tengan nada de malo, ya que han acertado mucho más que los supuestamente buenos conocedores del tema; véase Greenspan, Alan). El Fondo Monerario Internacional ha hecho un llamamiento en favor de un impuesto sobre la actividad financiera -un FAT, o 'gordo', en sus siglas en inglés- que gravaría los beneficios y las remuneraciones del sector financiero. Un impuesto así, sostiene el fondo, podría "atenuar la asunción de riesgos excesivos". También podría "tender a reducir el tamaño del sector financiero", cosa que el fondo presenta como algo bueno.

El tema es que la propuesta del FMI es en realidad demasiado blanda. Aun así, si se convierte en una realidad, Wall Street va a estar que trina.

Pero el hecho es que hemos estado dedicando una parte demasiado grande de nuestra riqueza, una parte demasiado grande del talento del país, al negocio de diseñar complejos planes financieros y trapichear con ellos; planes que tienen cierta tendencia a destrozar la economía. Poner fin a esta situación perjudicará al sector financiero. ¿Y?





Jean-Claude Trichet, presidente del BCE





--
Entrada núm. 1301 -
http://harendt.blogspot.com

"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 28 de abril de 2010

Standard & Poor´s

 Sede de la Standard & Poor´s




La noticia de la tarde: "La agencia de calificaciones Standard & Poor's (S&P) ha rebajado un escalón la nota de la deuda española a largo plazo. La calificación ha pasado de AA+ a AA con perspectiva negativa, lo que deja abierta la posibilidad de nuevos recortes de rating a medio plazo. La noticia ha caído como una bomba en la Bolsa de Madrid, que cuando se conoció caía en torno al 1,5%. La sesión ha terminado con un descenso del 2,99%, que se suma a la caída del 4,19% de ayer".

Nada más conocerla he recordado un pasaje del artículo "El Ministerio Mendizabal", escrito por Mariano José de Larra (1809-1837) en los años 30 del siglo XIX. Decía Larra en él: "¿Cómo se quiere lograr este fin [interesar a la ciudadanía en la causa de los asuntos públicos] no viendo más termómetro del público bienestar que el alza o baja de los fondos en la Bolsa, en cuyo movimiento sólo se interesan veinte jugadores?".
.
Salvando las distancias, pienso que no se puede decir con mayor claridad. Las instituciones públicas nacionales, europeas e internacionales no pueden estar a merced de las opiniones de unos señores y entidades privadas que han demostrado que no merecen credibilidad. La Bolsa, como decía Larra hace 180 años no puede ser el termómetro de la vida pública. Y si funciona mal, habrá que arreglarla, o cambiar las reglas de su juego, pero lo que no puede consentir una sociedad madura y democrática es que los intereses privados de unos especuladores arruinen la economía y la solvencia de un Estado y la vida de sus ciudadanos. Y si los gobiernos no saben afrontar la situación, cámbieselos.

He puesto en la sección de vídeos una entrevista que le hicieron en su día al profesor Leopoldo  Abadía, dónde explica con sencillez y cierta dosis de gracia el origen, las causas y el desarrollo de la crisis financiera que nos asola. Espero que les resulte interesante. Y sean felices a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






Emblema del Fondo Monetario Internacional




 




"STANDARD & POOR´S REBAJA UN ESCALÓN LA CALIDAD DE LA DEUDA ESPAÑOLA", por Luis Doncel
ELPAIS.com  -  Economía - 28-04-2010

La agencia de calificación abre la puerta a nuevos recortes. La agencia Standard & Poor's (S&P) ha rebajado un escalón la nota de la deuda española a largo plazo. La calificación ha pasado de AA+ a AA con perspectiva negativa, lo que deja abierta la posibilidad de nuevos recortes de rating a medio plazo.

La noticia ha caído como una bomba en la Bolsa de Madrid, que cuando se conoció caía en torno al 1,5%. La sesión ha terminado con un descenso del 2,99%, que se suma a la caída del 4,19% de ayer.

"En nuestra opinión, es probable que España sufra un largo periodo de bajo crecimiento económico, lo que perjudica la situación de sus arcas públicas. La previsión negativa refleja la posibilidad de otra rebaja si las finanzas públicas españolas evolucionan peor de lo que nosotros ahora prevemos", asegura el comunicado de S&P

La decisión se produce un día después de que la calificadora degradara ayer a bono basura la deuda griega y los mercados temblaran. El mismo día bajó dos escalones el rating portugués hasta A-, lo que sirvió para que todas los ojos apuntaran a Lisboa como la siguiente pieza del dominó en el que se juegan su sostenibilidad los países de la periferia de la zona euro. Ahora es el turno de España.

La pregunta que muchos se hacen es cómo han acumulado tanto poder unas empresas que quedaron en entredicho en verano de 2008 tras sus errores de diagnóstico en el hundimiento del banco estadounidense Lehman Brothers.

"Que algunas agencias intenten erigirse de nuevo en albaceas de la pureza económica y cuestionen los pilares sobre los que se sustenta nuestra economía produce cuando menos cierta dosis de perplejidad",
disparó ayer la vicepresidenta primera al conocer las rebajas del rating griego y portugués. Quizás María Teresa Fernández de la Vega estaba poniendo la venda antes de la herida, y con sus críticas se anticipaba a algo que ayer ya parecía muy posible: la degradación de la deuda española por parte de S&P. "Estamos adoptando todas las medidas para cumplir nuestros compromisos", ha añadido hoy la propia De la Vega tras conocer la rebaja del rating español.

Pablo Guijarro, de Analistas Financieros Internacionales, cree que esta rebaja no tiene por qué ser traumática. "A nadie le coge por sorpresa, porque la propia cotización de la deuda ya recogía este riesgo. S&P ya avisó el pasado diciembre de que esto podría ocurrir cuando publicó una previsión negativa para nuestro país", sostiene. Dos de las tres agencias más importantes, Moody's y Fitch atribuyen por ahora la calificación más alta a la deuda española (Aaa y AAA, respectivamente), lo que supone una calidad óptima. Mientras que S&P le otorga un AA, el tercer escalón en el podio de las calificaciones, que implica una alta calidad crediticia, pero que se aleja de la óptima.

La mayoría de países europeos -Holanda, Suecia, Reino Unido, Austria, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Luxemburgo...- obtienen matrícula cum laude en las tres agencias. España y Holanda quedan en un escalón inmediatamente inferior. La primera recibe la máxima calificación de dos de las tres empresas, y la segunda obtiene la segunda mejor nota de las tres. Más abajo quedan Irlanda, Italia y Portugal. Y el perdedor absoluto es Grecia, cuya deuda tiene el dudoso honor de haber abandonado la zona de inversión para pasar a ser considerada como especulación. En román paladino: ha quedado al nivel del bono basura.

A estas temidas agencias se les ha criticado mucho porque tienden a sobrerreaccionar en momentos convulsos como los que vivimos; y en cambio, a dar su visto bueno con demasiada facilidad cuando las cosas van bien. "Es cierto que en el caso de los Estados soberanos están intentando anticipar las dificultades que podrán atravesar y puede que estén yendo más allá de lo que parece razonable. Pero esta sobrerreacción también obedece a las críticas que recibieron después de Lehman Brothers por no haber advertido nada. Están tratando de mejorar su imagen", concluye Guijarro.

El Gobierno pide calma tras el recorte de S&P ya que España sabe "hacer sus deberes". Nadie lo ve tan negro como Standard & Poor's. La agencia matiza que la decisión "no tiene un impacto inmediato" en la banca.

La agencia de medición de riesgos Standard & Poors ha advertido de que la rebaja de la calificación de la deuda española de 'AA+' a 'AA' con perspectiva negativa "no tiene un impacto inmediato en los rating de los bancos españoles". Además de las perspectivas económicas "débiles", los riesgos económicos para el sector bancario español "se acentúan", según la agencia, "por la concentración excesiva de los créditos morosos en el sector de la construcción".

Así, indica que continuarán observando "de cerca" cómo la corrección de estos desequilibrios económicos afecta al crédito y a la capacidad de los bancos para absorber la morosidad. En concreto, analizará el impacto del "actual y fuerte ajuste del sector inmobiliario, que está dando lugar a una considerable acumulación de activos problemáticos", además de seguir "el impacto de un entorno operativo menos favorable, con un bajo crecimiento del volumen de negocio y mayores costes de
financiación".

Por otra parte, la agencia ha rebajado la calificación de deuda de 'AA+' a 'AA' a una emisión del Fondo de Estructuración Ordenada Bancaria (FROB) de 3.000 millones de euros.






El Banco Central Europeo





--
Entrada núm. 1300 -
http://harendt.blogspot.com

"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)