miércoles, 8 de abril de 2009

Enseñanza: ¿Hay resquicio para la esperanza?

No soy hombre de grandes ni numerosas pasiones. Tengo algunas que otras, pequeñas, inofensivas e íntimas, así que no esperen que las cuente. Las públicas, también escasas, podríamos dividirlas en dos: personales (mis nietos, mi familia, mis amigas, el café, los gatos...) y académicas (la teoría política, el derecho constitucional, la historia de las religiones...). Hay alguna otra que implica una cierta frustración, como la enseñanza, y aunque no creo en las vocaciones desde la cuna y sí en las que se "hacen", la diosa Fortuna no me dio el empujoncito necesario para dedicarme a ella, pero me dejó interés y preocupación por la misma.

¿Por qué resulta tan frustrante la búsqueda de una enseñanza de calidad en España? Respuestas las hay para todos los gustos: que la culpa es de los padres, de los propios alumnos, de los inmigrantes, de la masificación escolar, de la falta de medios humanos y materiales, del propio sistema escolar, del desbarajuste legislativo estatal y autonómico..., Me gustaría leer de vez en cuando alguna autocrítica que pusiera el acento en la responsabilidad, o irresponsabilidad, de buena parte del profesorado, desde la educación infantil hasta los cursos de doctorado. Pero no abundan, no...

En estos días he leído varios artículos sobre este asunto. Dos de ellos en "El País". El primero, "La clase perdedora", escrito por José Luis Barbería, en el que se responsabiliza como primera causa del fracaso escolar a la falta de formación personal y académica de los padres y a la falta de hábitos de lectura familiares. Y a más cosas, claro está.

El segundo, "La Universidad tiene profesores de sobra, pero mal repartidos", escrito por Susana Pérez de Pablos, que pone de manifiesto, frente a una creencia generalizada, e interesada por parte de los propios afectados, que la universidad española presenta un exceso de profesorado muy por encima de los ratios de media de las universidades europeas. Y un reparto desproporcionado entre el profesorado de carreras de Letras y de Ciencias. Todo ello podría explicar el rechazo de una buena parte de ese mismo profesorado universitario al proceso de convergencia del Plan Bolonia, ante la inevitable "quema" (el entrecomillado es mio y no del autor) de áreas muy personales de conocimiento y de asignaturas, con todo lo que ello supone de asignación de recursos para los propios afectados, sus Departamentos de origen y la propia universidad.

Sobre la responsabilidad, o irresponsabilidad, del profesorado en la situación de la enseñanza española, en el número de abril de "Revista de Libros" (2) puede leerse un magnífico e interesante artículo de Mariano Fernández Anguita, catedrático de Sociología de la Universidad de Salamanca, titulado "Cuadernos de Quejas". Comenta en él varios libros recien publicados sobre el asunto en cuestión: "El profesor en la trinchera. La tiranía de los alumnos, la frustración de los profesores y la guerra en las aulas", de José Sánchez Tortosa (La Esfera de los Libros, Madrid, 2009); "Cartas de un maestro sobre la educación en la sociedad y en la escuela actual", de José Penalva Buitrago (Biblioteca Nueva, Madrid, 2009); y "Mal de escuela", de Daniel Pennac (Mondadori, Barcelona, 2009). Como está en abierto, lo pueden leer pinchando en este enlace (1). De todas maneras, y a pesar de su extensión, reproduzco más adelante los tres por si prefieren leerlos directamente en el blog. Se los recomiendo encarecidamente.

Dice el profesor Fernández Enguita en su citado artículo que en España hay tres cuartos de millón de profesores. Un colectivo que está conociendo una transformación radical de su entorno amplio (el lugar y el papel de la educación en la sociedad) e inmediato (las relaciones con alumnos y con familias), así como de su propia naturaleza (reclutamiento, condiciones de trabajo, cultura profesional), por lo que se encuentra ávido de ideas, imágenes, iconos, narraciones y otras expresiones simbólicas de su identidad, sus intereses y sus inquietudes. La principal fuente de alimentación de su imaginario colectivo no es la literatura, sino el cine: películas como "La lengua de las mariposas", "Todo empieza hoy" o "Ser y tener", que fueron comidilla de los claustros, materia para artículos editoriales y alimento para simposios, pero que aunque quizá no haya que echar las campanas al vuelo, lo cierto es que también para el sector editorial (y no sólo de libros de texto) constituyen los profesores un colectivo con ciertos intereses, creencias, valores y símbolos compartidos que están dando lugar a un nuevo género literario: lo que podríamos llamar el "cuaderno de quejas", que es precisamente el título de su interesante artículo.

¿El nombramiento del profesor Gabilondo, filósofo, rector de la Universidad Autónoma de Madrid, presidente de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) como ministro de Educación, y la vuelta de las universidades a su ministerio, será suficiente revulsivo para iniciar la revolución que la enseñanza necesita en España de una vez por todas? Lo espero de corazón por el bien de todos. Les dejo con una viñeta humorística de hoy en el diario parisino "Le Monde" (2). Y es que en todas partes cuecen habas, digan lo que digan... Sean felices, Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas, gráficos, fotos y viñetas:
(1) http://www.revistadelibros.com/articulo_del_mes.php?art=4315
(2) http://www.revistadelibros.com
(3)Viñeta de Le Monde:
http://medias.lemonde.fr/mmpub/edt/ill/2009/04/08/h_11_ill_1178084_0804newseduc2.gif?1239178399350
(4) Alumnos de una escuela infantil española:
http://www.elpais.com/recorte/20080517elpvas_1/LCO340/Ies/Alumnos_Ensenanza_Infantil.jpg
(5) Alumnos de Bachillerato en España:
http://www.elpais.com/recorte/20070410elpcat_1/LCO340/Ies/clase_alumnos_bachillerato.jpg
(6) Gráfico de una encuesta a los universitarios españoles:
http://www.aprendemas.com/Imagenes/Reportajes/P1/POPUP_FundacionBBVA.jpg





http://medias.lemonde.fr/mmpub/edt/ill/2009/04/08/h_11_ill_1178084_0804newseduc2.gif?1239178399350
Viñeta en el diario Le Monde de hoy




"La clase perdedora", por José Luis Barbería
(El País, 07/04/09)

Los alumnos de padres sin estudios tienen 20 veces más riesgo de fracaso - La educación no consigue eliminar las diferencias sociales. Imaginemos el sistema educativo como una larga de carrera de obstáculos. Lo primero que salta a la vista es el alto grado de abandonos prematuros y de participantes descalificados por no haber cubierto la distancia mínima en el plazo establecido. Lo segundo que llama la atención es la extracción social de los que se quedan por el camino, ya en los primeros tramos, y cargan con los sambenitos estigmatizadores del "fracasado escolar" y de "repetidor". Quítese de la cabeza la convicción de que la escuela es, por excelencia, el espacio natural de la igualdad de oportunidades que consagra la Constitución. Hágase a la idea de que, pese a los buenos propósitos, el éxito académico no depende exclusivamente del esfuerzo y de la capacidad personal de su hijo.

¿Cómo se explica, si no, que los perdedores pertenezcan de forma tan abrumadoramente mayoritaria a las familias de rentas más bajas? Por muchos casos de hermanos con rendimientos académicos dispares que se den, el análisis del problema establece que no estamos ante cuestiones personales. No es cierto que los alumnos partan de la línea de salida en condiciones idénticas y con competencias similares. Las diferencias están ya presentes en el kilómetro cero porque a la hora de matricularles por primera vez ya hay niños a los que se les ha inculcado el amor por la lectura y el conocimiento y otros a los que no. Por lo mismo, hay padres que acompañarán los estudios de sus hijos y velarán para que adquieran la mejor formación y otros que se inhibirán de esa tarea.

España partía hace sólo tres décadas de una situación muy alejada de los países desarrollados, también educativamente hablando, pero ha conseguido en ese tiempo ampliar la escolarización obligatoria hasta los 16 años, con uno de los sistemas educativos más equitativos de la OCDE, según el Informe Pisa -que evalúa el nivel de conocimientos de los jóvenes de 15 años de 55 países del mundo. El informe dice que si se eliminan los condicionantes socioeconómicos y culturales de los alumnos, las escuelas españolas públicas, privadas y concertadas dan unos resultados muy similares entre sí. Sin embargo, ese contexto sigue pesando enormemente. Los hijos de los trabajadores no cualificados tienen 4,5 veces menos de probabilidades de acceder al ámbito universitario que los vástagos de los profesionales de alto nivel. Sólo un tercio de los de familias obreras o de asalariados del campo cursará el Bachillerato y de ellos únicamente la mitad llegará a la universidad. Si usted no tiene estudios, le conviene saber que su chico cuenta con 20 veces más de posibilidades de incurrir en el fracaso escolar que el hijo de padres universitarios; exactamente, el 40% contra el 2%, según el estudio recientemente publicado por el profesor de Sociología de la Universidad de La Laguna, José Saturnino Martínez.

El sistema educativo es una maquinaria de reproducción de las desigualdades socioeconómicas, aunque en el caso de los alumnos particularmente brillantes y trabajadores deje márgenes de maniobra para "la movilidad de clase" y haya acompañado la irrupción de las mujeres, cuyo rendimiento es muy superior.

Gracias a las becas, siguen dándose ejemplos de alumnos de familias de rentas muy bajas que acaban una y hasta dos carreras universitarias. Pero no dejan de ser una notable excepción en un modelo en el que el capital cultural y económico condiciona fuertemente el rendimiento escolar y el estatus social. Es lo que las estadísticas llevan voceando tercamente sin que ese debate llegue a prender en la opinión pública. Y eso, que, como han puesto de relieve los economistas Jorge Calero y Josep-Oriol Escardíbul, la educación determina cada vez más la posición laboral y las trayectorias vitales de las personas.

"La extensión de la escolarización y la evidencia de que, por lo general, los hijos superan el nivel de conocimiento de sus padres contribuye a ocultar que las desigualdades relativas se mantienen más bien constantes para los chicos, aunque hayan disminuido entre las mujeres", opina José Saturnino Martínez.

Pero las estadísticas hablan de un problema colectivo que, además de socavar la equidad y la justicia, compromete el futuro del país arrojando al mercado de trabajo a masas de jóvenes poco cualificados para afrontar la "sociedad del conocimiento". Ahora vemos en las colas del paro a esos chicos que, sobre todo en el Sur y el Levante español, abandonaron prematuramente sus estudios tras el reclamo de un buen salario en la construcción o la hostelería.

Sólo el 68% de los jóvenes españoles cursa los estudios secundarios postobligatorios del bachillerato y los Ciclos Formativos de Grado Medio, frente al 81% medio del conjunto de la OCDE. Ese dato nos sitúa a la cola de Europa, únicamente por encima de Portugal y Malta, en un momento en el que la UE aspira a que el 85% de los jóvenes menores de 22 años hayan "completado" los estudios de Enseñanza Secundaria Superior en 2010. A ese "cuello de botella" en el sistema hay que sumar una tasa de fracaso escolar del 30,8%, el doble de la media de la UE-27. "El sistema reproduce la estructura social de España. Las familias de rentas altas envían a sus hijos a las escuelas privadas, en su mayoría, regidas por la Iglesia católica, mientras que las familias de rentas medias y bajas los envían a escuelas públicas, donde se concentran los hijos de los inmigrantes. Esta polarización por clase social caracteriza el sistema escolar en España", afirma Viçenc Navarro, economista y politólogo.

De hecho, las diferencias de rendimiento escolar registradas en el Informe PISA se explican básicamente por el nivel social, tanto de los padres como de los centros. Los investigadores han llegado a la conclusión de que la variabilidad observada entre centros educativos en las pruebas de lectura está asociada en un 50% a las características del estudiante, muy particularmente, al estatus socioeconómico de su familia y también al sexo, la edad y la condición o no de inmigrante. Las características del centro influirían en los resultados en un 16%, mientras que la naturaleza competitiva o cooperativa de los métodos didácticos, los medios materiales y el tipo de gestión no superarían el 6%. Descubrir que los elementos determinantes del rendimiento escolar son, en gran medida, ajenos al sistema ha sido una gran sorpresa para muchos teóricos que fían todas las soluciones a las reformas políticas o al incremento de la financiación.

No es un secreto que los alumnos de los colegios privados (independientes y concertados) obtienen, por lo general, mejores promedios que los de las escuelas públicas, aunque tampoco es evidente que esos resultados reflejen mejoras educativas. "Los centros privados pueden conseguir un mejor clima escolar por la vía de concentrar alumnos de características parecidas, pero el rendimiento académico de los adolescentes de los centros públicos sería, incluso, superior si se descontaran los factores socioeconómicos", sostienen Calero y Escardíbul. Así, la supuesta "calidad" educativa de esos centros no sería otra cosa que la "calidad" cultural y económica de los padres que llevan a sus hijos a esos colegios.

La mayoría de los expertos opina que el nivel cultural de los padres pesa más que sus recursos económicos. Queda fuera de toda duda que el sistema muestra una enorme resistencia a ser modificado. "La segregación urbana produce segregación escolar porque los centros privados están ubicados generalmente en áreas de población de nivel socioeconómico elevado y, por lo tanto, tienen mayores probabilidades de matricular a usuarios de ese nivel", indica Escardíbul. Las familias con más recursos seleccionan con mayor cuidado el centro escolar de sus hijos. Jorge Calero y otros estudiosos ponen el acento en lo que denominan el "efecto suelo", según el cual, el temor a perder posición social y la preocupación por la formación aumentan a medida en que se asciende de clase. Por lo mismo, y a la inversa, las familias de rentas más pobres tendrían menos inquietudes de esa naturaleza por la imposibilidad misma de descender en la escala social. Según esta teoría, la actitud de los padres ante la educación estaría, pues, condicionada por el análisis coste-beneficio. Las familias de menores rentas tienen mucho más en cuenta los ingresos que se dejan de percibir por aplazar la entrada en el mercado de trabajo.

¿Es exagerado afirmar que en la medida de sus recursos, las familias "compran" el nivel social, económico y de formación de los compañeros de colegio y potenciales amigos de sus hijos? Los centros privados tienden a seleccionar a sus alumnos-usuarios y a blindarse contra los estudiantes problemáticos. De alguna manera, la particularidad de su oferta descansa, precisamente, en su capacidad de seleccionar a sus estudiantes. Y eso que en el plano académico y de la disciplina no se puede homogeneizar bajo la misma mirada prejuiciosa a todos los hijos de la inmigración. "Me gustaría tener más inmigrantes en mi clase, pero siempre que sean chinos", apunta, con un punto de humor, una profesora de un centro público de Madrid.

Aunque, según algunos teóricos, la financiación pública adicional a los centros privados apenas mejora los resultados educativos, no se puede negar que, desde el punto de vista de los intereses particulares, optar por la enseñanza privada en España es una buena inversión. Puede, incluso, decirse que es tan buen negocio privado como mal negocio para el conjunto de la sociedad. La huida de la escuela pública que las clases medias iniciaron a mediados de los noventa no se ha detenido. El número de estudiantes de las universidades privadas pasó de 58.875 a 132.794 durante los años 1995- 2003, periodo en el que la enseñanza pública superior descendió de 1.449.967 a 1.349.248 alumnos. Contra lo que se supone, la incorporación de los hijos de inmigrantes sin formación no repercute negativamente en el rendimiento escolar medio si son menos del 10% de la clase.

"Ningún otro país europeo presenta porcentajes tan altos de población en la enseñanza privada, que genera un gasto superior por alumno. En España, la escuela es clasista en lugar de ser una institución multiclasista donde cristalice el concepto de ciudadanía", critica Vincenç Navarro. Los estudios de la OCDE ponen de manifiesto el elevado peso proporcional del gasto privado español en educación, -0,5% del PIB en 2002, el más elevado de la UE a 15 -, en un país que invierte en enseñanza -4,3% del PIB en 2002- un punto menos de su PIB que los socios europeos.

En el extremo opuesto, los hijos de familias que responden a los indicativos de una madre inmigrante de cuello azul (trabajadora no cualificada) con menos de 100 libros en casa, aparecen potencialmente abocados al fracaso.

Remover las desigualdades sociales requiere que la educación sea lo más independiente posible de las condiciones socioeconómicas de los alumnos. "Habría que invertir justamente la situación actual para que la igualdad formal de oportunidades se convierta en igualdad real de oportunidades. Hay que impedir que las desigualdades de origen colonicen el sistema", subraya Jorge Calero. Según Escardíbul, la proclamada igualdad de oportunidades se resiente también porque la reserva de plazas limita la posibilidad de que los alumnos de incorporación tardía, inmigrantes, por lo general, entren en un centro concertado. La capacidad de recabar recursos económicos de las familias y de seleccionar a los alumnos de Bachillerato en función de sus notas constituye, a su juicio, otro obstáculo adicional.

"Aunque las becas y los programas de educación compensatoria cumplen una función notable, el sistema sigue siendo bastante selectivo en el acceso a los centros concertados y actúa insuficientemente en las aulas para corregir las desigualdades sociales. Las Administraciones deberían tener en cuenta que ubicar las escuelas en tal o cual zona contribuye a reducir o a incrementar la segregación", indica. El incremento de las becas y la inversión, la evaluación pública de los resultados de cada centro y la promoción del consumo familiar de bienes culturales son otras de sus propuestas.

Pero el obstáculo mayor que lastra el objetivo de la igualdad de oportunidades es el bajo nivel educativo de los padres. Aunque España es el cuarto país del mundo con mayor diferencia de nivel educativo entre la generación de los padres y la de los hijos, este despegue no le ha liberado todavía del peso inerte del pasado. El grado de formación de los padres que en 2004 tenían hijos de 17 o 18 años era el más bajo de la UE, excepción hecha de Portugal.

Los déficits académicos de los alumnos son, en buena medida, fruto de las carencias culturales de la propia sociedad. Tenemos la paradoja de que el fracaso y la repetición de curso son moneda corriente, incluso en comunidades como La Rioja o Castilla y León que, por sí mismas, podrían disputar a Finlandia y a Corea del Sur los primeros puestos de la excelencia en el Informe PISA. La tardía expansión de nuestro sistema académico hace que los escolares paguen hoy el retraso acumulado a lo largo de décadas.





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Alumnos de Educación Infantil




"La Universidad tiene profesores de sobra, pero mal repartidos", por Susana Pérez de Pablos
(El País, 08/04/09)

En España hay 12 alumnos por docente, por debajo de los 17 de media de la UE - El problema ante la reforma de Bolonia es la mala distribución por carrera. En letras hay de sobra; en ciencias experimentales y de la salud, aún más, pero en ciencias sociales y jurídicas y las carreras técnicas faltan profesores. Las quejas de algunos colectivos de que falta profesorado en las universidades españolas para implantar la reforma de Bolonia (para crear el espacio europeo de educación superior) se cae con el peso de los datos. España tiene más profesores que la mayoría de los países de la UE (tocan a 12 estudiantes por cada uno, frente a 16,7 de media en Europa). Cierto es que la red no está bien tejida. Tiene agujeros donde no debía haberlos y está demasiado prieta en otras partes. Porque hay un desequilibrio claro en su distribución.

Sólo dos países de la UE (hablando tanto del sistema público como privado) tienen menos alumnos por profesor (contando universidades públicas y privadas) que España, que son además dos naciones punteras en educación, Suecia y Noruega. Otros espejos en los que se mira la enseñanza española (y la europea, en general) son los de los países anglosajones, y reflejan lo mismo: Estados Unidos tiene un profesor para cada 15 de media (incluidas las punteras universidades Harvard o Yale) y el Reino Unido está en la media de la UE, con 16,4. La de la OCDE es similar, con 16.

La percepción de los colectivos de estudiantes y de los propios profesores de que faltan más docentes en España tiene entonces más que ver con otros factores, según reflejan las estadísticas y apuntan los expertos en política universitaria.

El gran desequilibrio en la distribución del profesorado por áreas de conocimiento queda reflejado en las medias. En las carreras de humanidades hay de media 10,5 alumnos por profesor; en ciencias sociales y jurídicas, 22,5; en las enseñanzas técnicas, 19,2; en ciencias experimentales, 5,6, y en ciencias de la salud, 6,6. No hay datos comparables de carreras porque es común que un mismo profesor imparta materias en diversas titulaciones.

La masificación de las aulas, tan generalizada hace un par de décadas, ha pasado a la historia y tiene poca pinta de volver a producirse. Ya sólo se da en casos puntuales. Y más con las nuevas reglas. Hasta la reforma ligada a Bolonia, los profesores universitarios podían dar un máximo de ocho horas de clase a la semana y seis de tutoría. El resto del tiempo era para prepararse las clases o investigar. A partir de ese cambio (en 2010), las reglas cambian y el modelo específico lo establece cada facultad. Los expertos hablan de un profesorado capacitado para el cambio, pero que tiene que asumir el nuevo modelo. Éste, en el que se convalidan por créditos tanto las clases, como el tiempo de estudio y otras actividades académicas, abre más el abanico de posibilidades. En él sería razonable que hubiera, por ejemplo, 100 alumnos en una clase magistral, 20 en un seminario (que se convalida por créditos académicos) o incluso cinco en una sesión práctica con el profesor.

La descompensación entre oferta y demanda, que ha aumentado progresivamente en los últimos años, ha acentuado el desequilibrio de profesores entre áreas de conocimiento, explica el secretario general de Universidades, Tecnología e Investigación de la Junta de Andalucía, Paco Triguero. "Había hasta ahora una estructura muy rígida con el profesorado muy estable y muy vinculado a una parcela especializada del conocimiento. Al moverse parte de la demanda y reducirse, especialmente en las carreras de humanidades y ciencias experimentales, se ha creado un problema".

Triguero cree necesario "quitar las rigideces, haciendo las áreas de conocimiento más flexibles y promoviendo una visión más colegiada de la formación". Es decir, fomentar el trabajo en equipo de los profesores "tanto por curso como por áreas temáticas", de forma que se ofrezcan varias asignaturas con un programa conjunto o que varios profesores puedan repartirse una materia. La clave, apunta Triguero, es la "planificación", que esté todo mejor ordenado. "En los primeros cursos de muchas carreras es donde es más factible aplicar estos cambios, dado que se dan materias más generalistas que puede impartir cualquier especialista avanzado", añade.

El presidente de la agencia de calidad universitaria catalana, Joaquim Prats, también cree que los problemas han sido el cambio en la demanda y la mala distribución del problema, y aporta un tercero: "No ha sido un acierto crear los másteres antes que los grados. Esto ha hecho aumentar el número de profesores, a pesar de que los másteres tienen en general una demanda pequeña".

La demanda desequilibra el sistema. No es casualidad que las quejas que han sonado más alto en el conflicto contra la reforma de Bolonia provengan mayoritariamente de las carreras de humanidades: son cada vez menos demandadas, lo que inquieta en muchas facultades y departamentos. Pero no sólo les pasa a éstas, también a otros estudios con una honda tradición y peso en el conocimiento occidental (como los de exactas, física, química...), pero con pocas salidas prácticas.

Traducido a datos, el curso pasado se ofrecieron más de 24.000 plazas de carreras de humanidades, de las que se llegaron a matricular sólo 18.400 alumnos, y se ofertaron 19.600 de ciencias experimentales, de las que se cubrieron 13.600. Y eso que algunas universidades reconocen que han bajado la oferta de plazas (se ve también en las estadísticas) para que no cante tanto el desfase entre oferta y demanda.

Aparte de la ausencia de una política bien programada para reorganizar las plantillas -algo que la Ley Orgánica de Universidades, de 2007, flexibiliza- no es menor el conflicto que se está entretejiendo por el miedo de algunas facultades y departamentos que sufren la caída de la demanda a perder peso y poder en los centros. El presidente de la Agencia de Calidad del Sistema Universitario de Cataluña, Joaquim Prats, habla de ello: "Al hacer los nuevos planes, se ve a menudo que muchos centros ponen los créditos optativos según criterios corporativos de los departamentos por el profesorado que tengan". Prats cree que hay un miedo psicológico a perder horas y, con ello, profesores y peso. "Nos pasa mucho, cuando en realidad el prestigio lo da la investigación, la transferencia de conocimiento a la sociedad y la calidad de la docencia que perciban los alumnos", concluye.





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Alumnos españoles de Bachillerato




"Cuadernos de quejas", por Mariano Fernández Enguita
CATEDRÁTICO DE SOCIOLOGÍA EN LA UNIVERSIDAD DE SALAMANCA
Revista de Libros, nº 148 · abril 2009

Daniel Pennac
MAL DE ESCUELA
Trad. de Manuel Serrat Crespo
Mondadori, Barcelona 256 pp. 21 €

José Penalva Buitrago
CARTAS DE UN MAESTRO. SOBRE LA EDUCACIÓN EN LA SOCIEDAD Y EN LA ESCUELA ACTUAL
Biblioteca Nueva, Madrid 176 pp. 11 €

José Sánchez Tortosa
EL PROFESOR EN LA TRINCHERA. LA TIRANÍA DE LOS ALUMNOS, LA FRUSTRACIÓN DE LOS PROFESORES Y LA GUERRA EN LAS AULAS
La Esfera de los Libros, Madrid 180 pp. 18 €

En España hay tres cuartos de millón de profesores, un nicho interesante para el libro. Se trata de un colectivo que está conociendo una transformación radical de su entorno amplio (el lugar y el papel de la educación en la sociedad) e inmediato (las relaciones con alumnos y con familias), así como de su propia naturaleza (reclutamiento, condiciones de trabajo, cultura profesional), por lo que se encuentra ávido de ideas, imágenes, iconos, narraciones y otras expresiones simbólicas de su identidad, sus intereses y sus inquietudes. La principal fuente de alimentación de su imaginario colectivo no es la literatura, sino el cine: películas como La lengua de las mariposas, Todo empieza hoy o Ser y tener fueron comidilla de los claustros, materia para artículos editoriales y alimento para simposios. Pero ésta es una revista literaria y, aunque quizá no haya que echar las campanas al vuelo, lo cierto es que también para el sector editorial (y no sólo de libros de texto) constituyen los profesores un colectivo con ciertos intereses, creencias, valores y símbolos compartidos que están dando lugar a un nuevo género literario: lo que podríamos llamar el cuaderno de quejas.

Todo comenzó con la Petita crónica d’un profesor a secundària, de Toni Sala, y el Panfleto antipedagógico, de Ricardo Moreno; continuó con obras de menor impacto, como La enseñanza destruida, de Javier Orrico, y El aula desierta, de Concha Fernández Martorell, entre otros; y se anima ahora con las Cartas de un maestro, de José Penalva Buitrago, y El profesor en la trinchera, de José Sánchez Tortosa, de los que hablaré en esta crítica. El lado bueno de esta avalancha es que los profesores escriban sobre su trabajo. Al distanciamiento de los estudios académicos y la frialdad de la literatura administrativa se suman así los testimonios de una parte de los protagonistas de la educación: los docentes. Y digo una parte porque, evidentemente, faltan los alumnos y sus familias. Los padres no escriben porque están dedicados a otras cosas, y tal vez porque no lo creen prudente. Y los alumnos lo hacen poco, por su edad y porque no es así como quieren llenar sus horas de ocio. Pero de vez en cuando nos llega su voz por una carambola: lo hace cuando, años después, alguno de ellos, con fines autobiográficos o literarios, recupera la experiencia de su escolarización. Es el caso del libro de Daniel Pennac, Mal de escuela, que reconstruye su vivencia como alumno, un mal alumno (un zoquete, o cancre, en su propia definición), enriquecida por la experiencia del profesor que luego fue y servida con la calidad narrativa del magnífico escritor que ahora es.

Los estilos de estos cahiers de doléances pueden ser muy distintos, pero su contenido es muy parecido. Hay diferencias, ciertamente, entre el verbo intrascendente y superficial de la Petita crónica y la brillantez polémica del Panfleto, como la hay entre la prosa soporífera de las Cartas de un maestro y la forma ágil de El profesor en la trinchera. La Crónica era una perfecta expresión de banalidad, probablemente compartida por el autor con muchos de sus lectores: joven profesor de secundaria que llega a su centro ya preguntándose si le tocará la ESO; que se presenta a sus alumnos diciendo: «Nos tendremos que soportar una temporada»; cuya única ocurrencia pedagógica es sacar a un alumno a escribir en la pizarra e invitar a los demás a señalar sus errores; que siente pereza ante la idea de llevar a los alumnos fuera del centro; que reclama aulas insonorizadas con puertas opacas para que no pueda verse el interior desde fuera; que se declara exhausto al final de cada trimestre; que pregunta a todos menos a sí mismo por qué los alumnos quieren leer a los ocho años pero ya no a los dieciséis. Un perfecto reflejo de esa parte del colectivo que entró en la enseñanza buscando calidad de vida y que ha encontrado muchas horas y días libres, pero muy poca tranquilidad de espíritu. Ni una sola idea nueva, ni una mínima reflexión de calado: sólo desgana y falta de compromiso.

Muy distinto era el Panfleto, la más brillante de estas obras. Conciso como ninguno de sus continuadores, desde el mismo título sintetizaba el frecuente malestar en secundaria ante las reformas y, en particular, ante la idea de una sustitución del énfasis en el contenido por la prioridad del método, apoyado en el menosprecio por el maestro y el pedagogo. Moreno cargaba –con razón, creo– contra la falsa disyuntiva entre contenido y forma, entre aprender y aprender a aprender, lo que no impedía que todo su escrito fuera la versión macro de esa misma disyuntiva, ahora entre las disciplinas y la pedagogía, pero vista y predicada desde la otra orilla. No le faltaba razón, tampoco, al denunciar la incapacidad del sistema escolar, en particular de la escuela pública, para alimentar el espíritu de un alumno siquiera un poco destacado. Y señalaba con acierto efectos imprevistos de las reformas, como la escasez de instrumentos con que afrontar la indisciplina sistemática (que también deriva, sin embargo, de la abstención del profesorado justamente donde los problemas empiezan, que es fuera de las clases, de la complicidad cómoda con los alumnos y de su empeño en mermar la autoridad de la dirección) o la posibilidad de que un alumno abandone el sistema sin una mínima formación profesional (que también proviene del carácter academicista que nunca ha dejado de tener, y que tanto debe a los gremios anclados en el sistema, y a la falta de flexibilidad de éste, incapaz de ofrecer otra opción que sólo estudiar o trabajar). Y reconozcámosle otro mérito: no caía en la vieja cantinela de que faltan recursos, sino que se asombraba de que, con más recursos que nunca, las cosas pudieran ir (según él) tan mal.

Más allá de esto, todos los cahiers, viejos y nuevos, vienen a decir lo mismo. Para empezar, describen una situación de siniestro total. «El deterioro de secundaria [...] me asusta», escribía Sala. De «desastrosísima situación» nos hablaba Moreno, diagnóstico compartido por Orrico. Los responsables nunca son los profesores, a pesar de su amplísima autonomía individual y colectiva, sino siempre los otros. La primera causa suele estar en las familias desconcertadas e incapaces de controlar a sus hijos, pero no es la única. En las Cartas de un maestro aguantan sucesivamente su filípica la madre desorientada, el padre listillo (informático, por cierto, mostrando esa incomodidad ante la pérdida del monopolio del conocimiento que el docente exorciza bramando contra una imagen trivializada de los medios o de Internet), el profesor innovador (y un poco lelo), el sindicalista, el investigador, el constructivista y el comisario-inspector. Todos lo hacen mal, por supuesto, pero se diferencian entre los que no entienden nada, como la madre, o son del gremio y militan en él, como el errado amigo sindicalista, tratados con benevolencia, y los que son ajenos, como el constructivista y el investigador, o han desertado de la base, como el innovador y el inspector, que provocan la mayor hostilidad. A los padres se les reprocha no dedicar tiempo a sus hijos, no ejercer autoridad sobre ellos ni apoyar la del maestro y no entender de educación (y peor si creen que lo hacen). Al investigador y al constructivista, su alejamiento de la escuela real y su apoyo a ideas traídas de la empresa o tomadas de un Rousseau simplificado. Al innovador y el inspector (desertores de la tiza) los dibuja como idiotas y lacayos del poder.

Como contrapartida, nos brinda su idea positiva de la educación en tres relamidas cartas a su discípula Helena, escritas con motivo de su acceso al bachillerato, sus progresos en la universidad y su desengaño del activismo pedagógico, cartas que me habría saltado al cabo de unas líneas de no estar obligado a leerlas para escribir esta nota, lo mismo que el insufrible diálogo desde la montaña. En suma, un libro prescindible, de nula aportación y lectura aburrida, pero que expresa los demonios del profesor cabreado. Por él desfilan todos los tópicos: falta de reconocimiento, escuela-guardería, falsedad de que los maestros trabajen poco... Además de los malvados, cuyas caricaturas merecen un capítulo cada una, desfilan otras figuras menores pero no menos execrables: orientadores, asesores, directores, políticos... A los recuperables (la alumna, los padres, el amigo sindicalista) les imparte consejos; a los desechables (innovador, inspector, constructivista, investigador), ni agua. Y, frente a todos ellos, el héroe, el maestro en su escuelita. El artificio, expuesto de manera tan cursi como el resto, de presentar el texto como el manuscrito inédito («lo único que tenía en la vida») de un viejo maestro fallecido (Don Pascual), recogido por otro intermediario («un humilde servidor») que lo envía a nuestro dedicado editor, Penalva Buitrago (en otras circunstancias profesor de instituto), hace que se evapore cualquier resto de modestia, prudencia e incluso pudor, y que se desate, en cambio, un interminable autobombo: «un ensayo que no se doblega ante la nomenklatura, [...] ni se deja seducir por la extravagancia de la erudición de relumbrón, [ni] se somete a la sumisión [sic] a que obligan las modas intelectuales o la obediencia legislativa que reclama la Administración oficial». Don Pascual representa al maestro superhéroe que guía a sus discípulos a la vida buena, cultiva su verdadera naturaleza humana y mantiene un diálogo con los grandes pensadores, mientras combate los intereses sociales (quiere decir económicos) y las injerencias políticas.

El libro de Sánchez Tortosa comparte esta visión épica del educador, quizá más forzada aún en sentido figurativo, aunque no biográfico. A pesar del título bélico, y de una buena porción de los tópicos del gremio, el combate del profesor atrincherado de Tortosa no es contra una conspiración universal, como en la visión paranoica de Penalva, sino la encarnación y hominización de la idea kantiana de la lucha entre moralidad (racionalidad) y naturaleza (instinto). Puesto que la educación de cada individuo (ontogénesis), al igual que la ilustración de la humanidad (filogénesis), es la lucha entre naturaleza y razón, esa lucha vive en cada alumno y en la institución. Así, si la imaginería popular ha identificado al empollón con el niño obediente, incluso sumiso, y al profesor con el antiguo alumno temeroso de abandonar la institución, se equivoca. El buen alumno es el valiente, que no se deja absorber por el grupo, por los medios, por los cantos de sirena de la sociedad; al contrario, el machito, el mal alumno, el rebelde aparente, es en realidad un cobarde. Y el profesor es el adalid de la más importante y difícil lucha, héroe entre los héroes, que guía a sus alumnos hacia la liberación, su salvador y mesías, comprometido y progresista frente a tantos alumnos racistas y fascistas. «Se non è vero è ben trovato»: la resistencia del alumno se convierte en cobardía, la adhesión en valor, el buen alumno en héroe de excepción y el profesor en superhéroe de oficio. Vale para dar ánimos a buenos alumnos y profesores, que pueden necesitarlos, pero es una imagen tan unilateral como la que combate, pues da por sentado que la escuela ofrece una cultura de valor, una educación liberadora, etc., que quien la rechaza lo hace en nombre de algo peor y que el profesor responde a su tipo ideal. Reconfortante para el profesor, que ve reconvertida en mesiánica una situación que se le antojaba miserable. En cuanto al alumno, incluido el buen alumno, es difícil que la aprecie, empezando porque no leerá el libro, y hay poca novedad en ello, pues ya es viejo que toda institución total (o semitotal), como señaló Goffman, no puede dejar de producir una teoría y una imagen de la naturaleza humana y del buen institucionalizado: el buen soldado, el buen paciente, el buen preso y, ahora, el buen alumno.

La gran diferencia entre este libro y el otro, aparte de que éste se deja leer muy bien, es que su centro lo ocupan los alumnos. En el de Penalva brillaban por su ausencia, pues hasta la pobre Helena se veía reducida a una marioneta de su Pigmalión, más aburrida que los inertes muñecos rousseaunianos, Émile y Sophie. Tortosa hace el esfuerzo de meterse en la piel de los adolescentes, como lo muestra su reiterada y sugestiva referencia a los iconos de su cultura: Neo y Morfeo (Matrix), Spiderman, Anakin Skywalker y Darth Vader, Bart Simpson, la abeja Maya, Pocholo, la Play Station, etc. Esto no le libra de los tópicos: dejadez familiar, abandono social, escuela-garaje, pedagogía, crisis de disciplina, exceso de garantismo, promoción de la violencia por los videojuegos, manipulación por el Estado e così via, pero permite un fresco multicolor y penetrante del alumnado, una fenomenología en la que cualquiera puede reconocer a sus alumnos o a sus hijos. Pero es la mitad del panorama, media verdad, una verdad a medias, luego media mentira. La media mentira es la apología implícita del profesor en la trinchera, representado en la dura y difícil lucha contra la ignorancia de sus alumnos en vez de, digamos, suspirando por las vacaciones. Como lo es poner en el centro de la trama argumental el descrédito del esfuerzo, la promoción de curso con algún suspenso o la carencia de medidas contra los alumnos disruptivos, pero ninguna atención a la falta de control sobre el trabajo de un profesorado que, si lo desea, puede limitar su actividad a las horas lectivas, que recorre todos los escalones de la carrera por pura inercia sin control ni incentivo y jamás es sancionado por hacer las cosas mal ni por no hacerlas.

Algunas de estas obras no vacilan a la hora de las consecuencias. Si la ESO nos disgusta, acabemos con ella. No hablan de transformar en tal o cual sentido la enseñanza obligatoria y común, sino de dividir a los alumnos a los doce años entre los que irán la universidad, guiados por sus ilustrados profesores, y los que deben empezar ya a aprender un oficio para ir a trabajar. Tortosa, como Moreno y Orrico, aboga abiertamente por ello, y Penalva lo hace de forma implícita. Este modo de pensar dicotómico (o lo de antes o lo de ahora, o bachillerato o ESO, o igualitarismo a la baja o selección darwiniana, o alumnos incondicionales o que se vayan al taller) tiene que ver con otra característica común: la combinación del menosprecio por la pedagogía (y, de paso, la psicología, sociología, economía...) con el diálogo con los grandes pensadores, con el recurso directo a Sócrates o Rousseau, Platón o Kant. Pero lo que ha hecho avanzar a la humanidad, al menos en la modernidad, no ha sido la gran talla de unos pocos sino el empeño de muchos en una empresa científica sistemática. Nuestros autores combinan felizmente los grandes sistemas filosóficos (en sus particulares versiones como, por ejemplo, la muy forzada del diálogo del Menón para defender el aprendizaje como recuerdo, memorístico, obviando su inmanentismo, que conduce a la pedagogía esencialista de la que tanto se abomina) con toda clase de afirmaciones de andar por casa y sin fundamento. Podría alinearme con la crítica hacia numerosas ingenuidades de la pedagogía, pero su rechazo tout court es otra cosa: es el rechazo de las teorías de alcance medio, situadas entre las afirmaciones gratuitas y las grandes teorías, o entre las máximas de fácil aplicación pero sin fundamento y los excursos filosóficos sin aplicación ninguna; y, de otro, una manera oblicua de decir que no hay nada en la estructura del sistema, la organización de los centros y la de los docentes sobre lo que reflexionar.

Frente a esta retórica corporativa, claustrofílica en origen y claustrofóbica si no eres gremio, Mal de escuela es refrescante. Pennac no es un innovador de los que critican nuestros autores patrios, sino defensor de expedientes tan clásicos como la lectura, el dictado o la memoria. Pero habla desde ambos lados, docente y discente. Todo el mundo ha sido alumno, pero Pennac fue un mal alumno, un zoquete, y no de los que se vanagloria para situarse por encima de la institución y los mortales (ya se sabe: Dalí, Einstein y otros genios no reconocidos por sus profesores, o estrellas mediáticas que alardean de adónde han llegado con su ignorancia) sino uno al que todavía le duele la experiencia. Los redactores de las lamentaciones también fueron alumnos, y lo recuerdan, pero sólo para comparar el paraíso perdido (¡aquel bachillerato!) con el infierno actual (¡esta ESO!).
Me quedo con tres ideas del magnífico Mal de escuela. La primera, el dolor del zoquete, el sufrimiento del alumno a quien la institución y los profesores, y bajo su influencia la familia y los compañeros, royeron la autoestima. Según nuestros apocalípticos, nadie tan feliz como el adolescente que arruina una clase. Pero Pennac nos habla del dolor de no comprender y de sus daños colaterales, del dolor compartido del alumno, sus padres y (digo yo, con dudas tras leer a los otros) sus profesores. Lo que sucede es que los profesores indignados de hoy fueron alumnos encantados ayer, seguramente en su salsa. Advierte Pennac, buen conocedor de la retórica republicana, contra ese empeño en defender la escuela selectiva desde una retórica de izquierda según la cual se trataría de la única oportunidad de redención del buen alumno de las clases populares: «¡Se lo debo todo a la escuela de la República! ¿No será que quieres hacer pasar por virtudes tus aptitudes? [...]. Reducir tu éxito a una cuestión de voluntad, de tenacidad, de esfuerzo: ¿es eso lo que quieres?».

La segunda: basta un solo profesor para salvarnos de nosotros mismos y hacernos olvidar a todos los demás. Pennac no habla de grandes pedagogos, comunicadores carismáticos ni genios en su especialidad, que no sabe si lo fueron, sino de profesionales que en su vivencia de alumno o su experiencia de profesor marcaron la diferencia. Al contrario que aquellos otros que «parecía como si, año tras año, se dirigieran a un público cada vez menos digno de sus enseñanzas [y s]e quejaban de ello a la dirección, en los claustros, en las reuniones de padres», nos habla de profesores que no soltaban la presa, que no tenían por qué amarnos, pero nos tomaban en consideración. «Los profesores que me salvaron –y que hicieron de mí un profesor– no estaban formados para hacerlo. No se preocuparon de los orígenes de mi incapacidad escolar. No perdieron el tiempo buscando sus causas ni tampoco sermoneándome. Eran adultos enfrentados a adolescentes en peligro. Se dijeron que era urgente. Se zambulleron. No lograron atraparme. Se zambulleron de nuevo, día tras día, más y más... y acabaron sacándome de allí. Y a muchos otros conmigo. Literalmente nos repescaron. Les debemos la vida». Hermosa reivindicación del educador frente al mero enseñante, del profesional implicado frente al del yo no soy un trabajador social, del compromiso personal (que no ha de confundirse con la entrega misionera) frente a la dimisión del papel de adulto.

La tercera: si el profesor no está, ¿cómo iban a estar los alumnos? «¡Oh, el penoso recuerdo de las clases en las que yo no estaba presente! Cómo sentía yo que mis alumnos flotaban, aquellos días, tranquilamente a la deriva mientras yo intentaba reavivar mis fuerzas. Aquella sensación de perder la clase... No estoy, ellos no están, nos hemos largado». Qué lejos se encuentra esta visión bidireccional y recíproca del mensaje de desinterés («Tendremos que soportarnos») o la impaciencia por las vacaciones de la Crónica, o de la imagen de dos mundos incomunicados, el docente y el discente, el de la Ilustración en la trinchera frente al ataque de la Play Station. Viene a decir que poco puede pedir quien no está dispuesto a dar, que a qué ese escándalo por el desinterés de los alumnos si es patente en tantos profesores.

Sin fábula ni artificio, Pennac devuelve la palabra, y vuelve visible a ese mal alumno al que nuestros apocalípticos enviarían sin vacilación al taller de carpintería. A través de su historia como alumno y profesor (no de sus propios logros, sino de los logros de otros, lo que le hace resultar más sincero y verosímil), nos retrotrae a la utopía de la institución escolar en ascenso, a la convicción de que son pocos, muy pocos, los alumnos que no pueden ser llevados a lograr con éxito un nivel suficiente de educación, alimentada por el esfuerzo real no del alumno soñado (el alumno golosina), sino del profesor real con alumnos reales; algo muy distinto de la ideología autojustificativa y paralizante que se destila de la reacción defensiva de un gremio descolocado.





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Encuesta a los universitarios españoles




(E-1130) .../...

miércoles, 1 de abril de 2009

Hoy hace 70 años

Hoy hace 70 años que finalizó la más cruel de las numerosas guerras civiles que los españoles hemos afrontado en nuestra historia. Ninguna produjo tan alto número de muertos, heridos, desaparecidos y exiliados. Ninguna paz fue tan sanguinaria como la que siguió a esta guerra. Me gustaría pensar que los españoles nos hemos vacunado para siempre de este virus mortal. Espero que sí. No es día para conmemoraciones pero sí para el recuerdo.

El País de hoy lo hace con una crónica de la periodista Natalia Junquera, "El último pedazo de la II República", (1) en el que se recrea lo sucedido aquel día en el puerto de Alicante, en que se amontonaban miles de republicanos y sus familias en espera de unos barcos que les llevarían al exilio pero que nunca llegaron. Sólo lo hizo un pequeño carbonero inglés, el "Stanbrook", que desobedeciendo las órdenes de su patrón recogió a 3000 hombres, mujeres y niños y los trasladó hasta Orán, en Argelia.

Sirva esta crónica de recuerdo y homenaje emocionado a todos los que murieron y padecieron la injusticia de unos españoles contra otros. Sólo sabiendo la verdad de lo ocurrido podemos liberarnos del odio y el rencor. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) El reportaje, fotos y documentos anexos de El País en su formato original:
http://www.elpais.com//articulo/espana/ultimo/pedazo/II/Republica/elpepunac/20090401elpepinac_13/Tes

Fotos:
(1) El "Stanbrook", partiendo del puerto de Alicante hacia Orán el 1 de abril de 1939:
http://www.elpais.com/recorte/20090401elpepuint_12/XLCO/Ies/20090401elpepuint_12.jpg





http://www.elpais.com/recorte/20090401elpepuint_12/XLCO/Ies/20090401elpepuint_12.jpg
El "Stanbrook" partiendo del puerto de Alicante (01/04/39)




"El último pedazo de la II República", por Natalia Junquera
(El País, 01/04/09)

20.000 perdedores de la contienda se concentraron en el puerto de Alicante para huir de Franco - Sólo 3.000 lo lograron, y una docena optaron por suicidarse.

De todas las historias que pueden contar los que sobrevivieron y de todos los relatos que han podido reconstruir las familias de los que no lo hicieron, hay una capaz de concentrar todo el horror de 32 meses de Guerra Civil y anticipar todo el que continuó en la paz de los vencedores. Ocurrió en Alicante hace 70 años.
Franco ha ganado la guerra y la mitad de España trata de escapar de sus garras por la única salida que queda: el puerto de Alicante. Algunos han logrado irse en barcos durante los primeros 15 días de marzo. Pero los vencidos de última hora, los que más tiempo han tardado en asumir la derrota, se encontrarán en Alicante.

Cerca de 20.000 hombres, mujeres y niños deshechos extienden una alfombra tupida de hambre y miedo sobre el puerto. No cabe un alfiler, no se ve un trozo de suelo. Confían en esos barcos que la República ha apalabrado con Francia y Reino Unido para evacuarles. Pero para entonces, ya han empezado a reconocer al Gobierno de Burgos y las palabras se las ha llevado el viento. El único barco que saldrá de Alicante será el Stanbrook, un viejo carbonero inglés con capacidad para 24 tripulantes pilotado por un galés desobediente que se convertirá en un héroe. Iba a recoger naranjas, tabaco y azafrán, pero zarpó rumbo a la colonia francesa de Orán (Argelia) con cerca de 3.000 republicanos a bordo. La mayoría, con las manos vacías.

"La cola para embarcar era impresionante, había miles de personas. Pasaban las horas y temíamos no poder subir. Mi padre había estado en el frente así que para nosotros huir era cuestión de vida o muerte. Recuerdo perfectamente cómo después de muchas horas de espera el capitán Dickson me cogió por fin en brazos y me aupó al barco", relata Helia González, una de las afortunadas niñas del Stanbrook. Tenía cuatro años, "pero hay cosas que son imposibles de olvidar". "El capitán le daba la mano a cada pasajero al subir", recuerda Helia, que pasó las 24 horas de travesía sin soltar la de su padre -"me daba pavor perderme entre aquella masa de gente"- , pegada a su madre, a su hermana, y al único equipaje que llevaban para su otra vida: "Un maletín de 40x30 centímetros en el que mi madre había metido una muda de ropa interior, una sábana, pañales para mi hermana y unos cubiertos de plata que, por supuesto, no vendió a nadie porque nadie pudo comprarlos".

"Nada más salir cayeron bombas en el lugar donde había estado el barco", recuerda. "Al oír la explosión, el hombre que viajaba a nuestro lado se asustó tanto que se tiró al mar. Su bota golpeó a mi madre al caer. Fue terrible".

Las tropas italianas y las franquistas comenzaban a ocupar también Alicante. Mientras, miles de republicanos seguían llegando al puerto, convertido ya en una ratonera. Entre ellos, Carmen Arrojo, que entonces tenía 20 años. Había llegado allí con su padre, su hermano y su novio desde Madrid. No sabían a qué país conducían aquellos barcos que esperaban, ni les importaba. Pero el único que verían lo enviaba Franco. "Por un megáfono nos dijeron que tiráramos nuestras armas y que, o nos rendíamos a las cinco, o nos ametrallarían. Cuando fui a tirar mi pistola al mar, vi a un hombre corriendo a toda velocidad hacia mí. No sabía lo que iba a hacer, pero se tiró al agua. No pudimos hacer nada", recuerda Carmen.

Había llegado al puerto pocas horas después de que zarpara el Stanbrook. "Era un hervidero de caras chupadas por el hambre y el cansancio. En una esquina se reunían los de la UGT, en otra las mujeres antifascistas... A las dos de la tarde llegó el barco de Franco". A sus 90 años, Carmen confiesa que aún escucha los sonidos del horror que invadió aquella alfombra humana durante las tres horas que siguieron hasta agotar el plazo de los vencedores. "Delante de mí, un hombre se rebanó el cuello con una navaja. No olvidaré nunca aquel grito espantoso de una de sus hijas. Tuvieron que dejarle allí. La niña se tiró por el hueco de la escalera en cuanto llegó a la cárcel".

"Hay un parte del general Gambara que habla de 66 suicidios, aunque otro posterior, los reduce a 12. Se apuntaban unos a otros, contaban hasta tres, y disparaban", asegura Enrique Cerdán Tato, escritor que ha dedicado casi 40 años a estudiar aquel episodio. Un barco semivacío, el Marítima, había partido de Gandía pocas horas antes. Su capitán, obediente, sólo había permitido subir a unas 40 autoridades políticas.

En Orán, las autoridades impidieron a los pasajeros abandonar la embarcación. Dickson logró que dejasen salir a las mujeres y los niños. El padre de Helia logrará reunirse con ellas después de que intercedieran por él unos familiares. El resto acabará en un campo de trabajo cerca de Marruecos y muchos morirán construyendo el ferrocarril transahariano. La familia se ganará la vida sustituyendo a la mitad de la compañía de teatro español, que se había ido a la España de Franco.

A los miles de republicanos que aguardaban en el puerto de Alicante los llevarán a campos de concentración. Al novio de Carmen lo fusilarán. Ella tardará muchos años en recomponer su vida y con 90 publicará: Lo que no se debe perder. Memorias de una republicana.

Y la Asociación Cívica de Alicante tendrá que devolver una subvención del Gobierno para levantar un monumento a aquellas víctimas porque el Ayuntamiento (PP) se negó a colocarlo. Siguen negociando.




(E-1127) .../...

miércoles, 25 de marzo de 2009

Sobre el estado de la nación(alidad) canaria

Mi amigo y corresponsal en la ciudad de Mendoza (Argentina), el periodista Alberto Atienza, me llama la atención sobre la excesiva querencia que le presto en mi blog a los asuntos políticos. Su cariñosa protesta me ha hecho recordar el epitafio, apócrifo, sobre la tumba del genial Gruocho Marx: "Perdonen que no me levante". Pues eso les digo yo, perdonen que insista, pero es que el esperpento de la política canaria da mucho juego. Estos días se ha celebrado en el parlamento de Canarias el anual, por llamarlo de alguna manera, "Debate sobre el estado de la Nacionalidad". Y según se haya seguido en tal o cual medio de difusión, la cosa adquiere tintes kafkianos. Yo confieso que no lo he seguido en ninguno concreto, simplemente, por higiene mental, pero si he leído y oído cada día las crónicas que sobre el mismo han dicho y escrito los que saben de ésto por compromiso profesional, por lameculos y tiralevitas, o porque tienen que comer todos los días como el resto de los mortales y no les queda más remedio que apechugar con el muermo. De la televisión pública canaria, TVC "La Nuestra", ("De ellos" adjetivo yo sin ánimo de polémica) mejor ni hablamos y la descartamos de antemano, aunque cuando "me ha pillado despistado", se me han atragantado sus resúmenes. Y respecto a la prensa escrita de Las Palmas, pues hay de todo, pero mayoritamente, varapalo generalizado al gobierno regional (ATI-CC/PP), que a través de su presidente, don Paulino Rivero, ha hecho un discurso triunfalista, como no podía ser menos, de todos sus logros, ha (in)definido e (in)cuantificado todo lo que va a hacer, y ha echado la culpa de todos los males de Canarias al líder de la oposición, el señor López Aguilar; a la delegada del gobierno central, la señora Darias; al presidente del gobierno español, el señor Rodríguez Zapatero; a los carteros, a los repartidores de productos hortícolas, a los empresarios, los sindicalistas, los polícias, los fiscales, los jueces y los trabajadores en paro. Y ya ésta, aquí paz y después gloria. La realidad es que la economía canaria está entrando en "estado de coma", ante la indiferencia e incompetencia de un gobierno autónomo con signos de encefalograma plano, mientras la población sortea como puede, y con buen espíritu, la catástrofe. Y no dió para más el "Debate sobre el estado de la Nación(alidad)". Hasta el próximo. Prometo no reincidir en bastante tiempo. Les dejo con tres divertidas crónicas de lo que dio de sí el susodicho. Sean felices, si pueden y les dejan. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Fotos:
(1) Caricatura de Groucho Marx:
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicqCV_AWGkzoxW_-ofEijFBT7rfiBtoiN9-Tx4mwqvC77obVs5DQeDH8_LIvqFIDdP2HuYGr9txXA3ae4g-GNNNS_HJpesh0Q8pcBIufjRzBgiTdzX2CZHt4nS-ohJazwWrbdOxm9hhQGK/s400/fraga-groucho-marx.jpg
(2) Caricatura de Paulino Rivero:
http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_paulino0.jpg
(3) Caricatura de Juan Fernando López Aguilar:
http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_juan_fernando0.jpg





https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEicqCV_AWGkzoxW_-ofEijFBT7rfiBtoiN9-Tx4mwqvC77obVs5DQeDH8_LIvqFIDdP2HuYGr9txXA3ae4g-GNNNS_HJpesh0Q8pcBIufjRzBgiTdzX2CZHt4nS-ohJazwWrbdOxm9hhQGK/s400/fraga-groucho-marx.jpg
El humorista Groucho Marx




"LOS PARLAMENTARIOS DE DURACELL", por Alejandro Zabaleta
(La Provincia, 25/03/04)
Los diputados canarios duran y duran en un debate interminable, que consumió siete horas para certificar el desencuentro de siempre Para criticar a los socialistas canarios, Australia Navarro optó por citar a Pablo Neruda, mientras Barragán hacía lo propio con Manuel Chaves. .

Si alguna conclusión se puede extraer de la sesión parlamentaria de ayer, es que el estado de la nacionalidad canaria debe ser interminable, porque sus señorías, sin que nadie se lo pidiera, se marcaron un pleno de siete horas a palo seco. Los canarios desayunaron, se tomaron el café de media mañana, almorzaron y se echaron la siesta mientras Paulino Rivero y compañía no paraban de tirarse los trastos dialécticos a la cabeza. Los de las pilas Duracell bien harían en jubilar a sus simpáticos conejitos y echar mano de estos parlamentarios nuestros, que duran y duran y vuelven a durar, aunque sea para nada.

Porque eso es lo más triste: el pleno podía haber continuado ininterrumpidamente hasta 2010 y aun así Gobierno y oposición no habrían acercado posiciones, enrocados como están en sus visiones parciales de la realidad. "Esto no es un trámite, espero que nadie se canse y que debatamos todo lo necesario", avisaba Rivero en una de sus primeras intervenciones, advirtiendo de lo que se nos venía encima. En fin, si alguien tenía dudas sobre la necesidad de un cambio en el funcionamiento de este tipo de debates, ayer se habrá quedado convencido, después de semejante ladrillo.

La primera parte del pleno, en la que el presidente responde preguntas de los grupos políticos que sostienen el Gobierno, ocupó algo más de la mitad del tiempo y fue, como era previsible, un recital de autobombo a la mayor gloria del Ejecutivo. Tuvo tiempo la portavoz del PP, Australia Navarro, de echar mano de la literatura, rescatando a un poeta afín a una ideología que le es ajena, Pablo Neruda. Así, recordó a los socialistas que "podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera", una cita que quiso reforzar con una falda propia de Floreal (el mes francés, no el ex político canario).

El portavoz de CC, José Miguel Barragán, estuvo aforístico como de costumbre, retratando el desencuentro con los socialistas con el "ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio". Para convencer a la oposición de su errado estado, citó como auctoritas a uno de los suyos, nada menos que Manuel Chaves, eterno presidente de la Junta de Andalucía y socialista de pro. Remató recurriendo a la cultura de masas, para lamentar los gastos que el Gobierno central hace en el programa ¡Mira quién baila! Dispendio que, según Barragán, desautoriza a la oposición para criticar lo que cuesta la emisora televisiva autonómica.

Por fin llegó el careo entre Manuel Marcos Pérez y Paulino Rivero, que tenía el interés de ver cómo se desenvuelve el socialista en debates de enjundia. El que no tenía dudas era el presidente del Gobierno, que basó toda su estrategia en reducir la estatura política de su adversario, acudiendo a veces a un tono retador, a veces a un tono didáctico, como si se dirigiera a un niño al que hubiera que explicar las cosas. En su empeño por jibarizar al adversario, hasta lo motejó de "buena persona", algo que en política no equivale a nada precisamente bueno. Por su parte, Pérez comenzó con una fuerza que se fue diluyendo según avanzaba su intervención, aunque aprovechó para colar alguna velada referencia al caso salmón, como cuando insistía en la afición viajera de Soria.

Mientras se sucedía la liturgia parlamentaria, una diputada se sumaba desde su escaño al desencanto con el funcionamiento de esta Cámara y sus mecánicas. "Me pregunto cuál es el papel real de los parlamentarios, sobre todo de los que apoyan a un Gobierno", tecleaba la nacionalista Dulce Xerach en su blog, con el cloquío de Rivero como banda sonora, después de haber visto cómo su propio grupo no admitía sus cuatro propuestas de resolución, por cierto las únicas presentadas por un diputado a título personal.




http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_paulino0.jpg
Paulino Rivero, presidente del gobierno de Canarias




"FIDELÍN CHIQUITO", por Francisco Pomares
(Blog "El anillo de Moebius", 25/03/04)

Martes 24 de marzo, 16:47 de la tarde, inicio de la sexta hora (o de la siete, perdí la cuenta) de intervenciones paulinas en el debate del Estado embarazoso. Con diez o doce irredentos más, me esfuerzo por seguir -de pié tras los ventanales del pasillo-, el devenir inacabable de ocurrencias, citas de ‘Oscar Guay’ y desafíos galácticos. De pronto, sufro una revelación. A través del cristal veo al arcángel Gabriel (un Castro Cordobez con alas) que me revela el gran secreto de la legislatura: Paulino Rivero no existe, en realidad es sólo un ente ectoplasmático, una ilusión producto de la hibridación de Fidel Castro y Chiquito de la Calzada, recitando un papel escrito por el guionista de Pasión en Hiperdino.

Fidel: no quiero bromear con cosas serias, pero juro que una vez me contaron en Cuba que lo peor del castrismo fue tener que aguantar sus discursos. Con Pedrosota Ramírez al lado, escuché un discurso de Fidel en la inauguración de un hotel en Varedero, hace veinte años. Sólo tardó media hora. Paulino le supera con creces en todas y cada una de sus entradas estelares: se ha cargado el Parlamento, no hay debate que sobreviva en la diarrea de tanta palabra leída. Al socialista Manuel Marcos, Rivero le invita a hablar más de veinte veces. Pero sólo le deja hacerlo (con el reglamento a mano) en dos ocasiones.

Chiquito, pero matón: un auténtico fistro de la pradera este Rivero. Se pasó las seis horas de puntillas sacando pecho tras la tribuna, retador y faltón, con la chulería preceptiva, y repitiendo las palabras favoritas de su repertorio torero. Amagó varias veces con enseñar papeles y sacar la cuenta de las imputaciones y corrupciones socialistas (como hacía Justo Fernández en sus buenos tiempos del Canal 7 de Paco Padrón), y presentó recortes de ‘El Mundo’ como si fueran informes del Fondo Monetario. Se trabó tanto como suele, pero con dominio de la coreografía: hablo, me callo, respiro, miro con desprecio a los sociatas, vuelvo a hablar, grito, abro los brazos, me callo, señalo con el dedo hacía atrás, me callo otra vez, respiro, grito y vuelta a empezar. A la sexta hora ya le costaba dar pie con bola y no paraba de trabucar; pobres transcriptores. Agotó a las esforzadas chicas del lenguaje de signos.

Pasión en Hiperdino: un guión de telenovela, trufado de palabras como indignidad, traición y servilismo, seguidas –varias veces- de promesas ¡¡por mi honor!! (por el suyo). Y un momento perfecto, momento de protagonista criollo seduciendo a la rubia teñida hija del dueño de la hacienda. Una mirada intensísima a la cámara de Willy, dentro, máxima audiencia: “tengo fama de ser honrado, honesto, serio, trabajador, constante y perseverante”, un autorretrato con mucha modestia. Y luego, apretarse el cinto y reconocer virilmente que los serios también lloran: “Tengo miedo al ridículo”, susurró. Confesiones de galán en la edad madura, dos confesiones por lo que paga usted por una: ¡¡¡Ños, qué precios!!!




http://www.canarias7.es/especiales/elecciones07/img/perfil_juan_fernando0.jpg
J.F. López Aguilar, líder socialista canario




"LA NACIONALIDAD, MADRE", por José Antonio Alemán
(Canarias Ahora, 25/03/09)
Hace unos meses, creo que en ocasión de otro debate, confesé aquí mismo que escribía sin saber cómo se había desarrollado ni esperar al acuerdo (o desacuerdo) último. Acerté en lo tocante a cómo fue la cosa y al resultado final, pero no, comprenderán, porque tenga uno especiales dotes adivinatorias sino porque estos políticos son gente previsible. Tanto, recuerden, que meses antes de las últimas elecciones autonómicas ya hablábamos en los periódicos de que CC y PP gobernarían con Paulino de presidente y el PSOE en la oposición. No había siquiera la posibilidad de decir que queda mucha Liga por delante, la respuesta tópica de los futbolistas en trance de descenso.

Reconozco que hice mal entonces, como me reprochara algún lector; sin valorar que al menos no oculté que no me interesaba el asunto, aun a sabiendas de que, de haberme callado, no se hubiera notado mi “ausencia”. Por eso ayer seguí el debate sobre el estado de la nacionalidad. No saqué en claro nada que no supiera. Aunque, eso sí, pude comprobar que, en efecto, la profesión periodística es la segunda más peligrosa; sobre todo si fumas. Porque puedes dormirte con el cigarrillo encendido y despertar en medio de densa humareda y hasta llamas. No ocurrió lo segundo, pero sí que me durmió Paulino. Debería hacerme con una copia para las noches en que pierda el sueño.

Y ayer por la mañana cometí otra temeridad: escuché a Australia Navarro en ayunas. Como por razones de edad uno está ya descatalogado, me pregunté qué se me perdía delante de la pantalla, si no estaba obligado y decidí dejarlo para ocuparme de asuntos propios. Que arreen quienes vienen atrás; les toca ahora mamarse la tranca de informar.

Al mediodía regresé a casa y encontré de nuevo a Paulino ocupando abusivamente mi pantalla. Seguía de pesado en el tono grave de quien quiere transmitir que es un tipo serio y cabal. Pero noté cierta tensión, como si estuviera a pique de liberar el rompetechos que llevan dentro por lo general quienes no llegan a 1,70. Si de su intervención inaugural no anoté nada porque venció el sueño, les dije, en la de Australia Navarro me pregunté a qué venían las críticas a Zapatero. No porque me parezca mal que rajen lo que sea menester sino porque el objeto del debate sobre el estado de la nacionalidad es el balance de lo realizado por el Gobierno de Canarias, no por el central. Aunque también es verdad que cuando creía yo que Australia iba a perderse definitivamente por las antípodas, regresó para hacer el elogio de Paulino y de su Gobierno antes de la crisis, durante la crisis y después de la crisis; si llegamos vivos. Nada digo en contra porque estaba obligada; además, quién sabe, lo mismo la escucha Obama y telefonea a Paulino para saber cómo lo hace y quedo yo fatal.

Vino a decir la diputada popular, en definitiva, que gracias a Paulino, con Soria en los teclados, hay menos crisis que ayer pero más que mañana. Y que todo es culpa de Zapatero malo; la consigna de Rajoy a sus apóstoles y apóstolas que han de aprovechar cualquier oportunidad para darle leña; a él y en el caso canario también al gandul de López Aguilar, la hacendosa Australia dixit.

Vuelvo al presidente porque el hombre, ya embalado, desafió (en mi pantalla, oye) al psocialista Marcos Pérez a dar la cara. Se aprovechó, en el plan marrullero rústico habitual, del formato de este tipo de debates que le da a él todo el tiempo que quiera para alegar mientras el contrincante sólo dispone de unos minutos de réplica. Fue tal la cantidad de desafíos, de cuestiones, de preguntas para responder “aquí y ahora” que debió sentirse el diputado psocialista en la piel de quien ha de resumir en 59 segundos la historia de la Humanidad. Eso anoté y eso fue, justamente, lo que alegó Manuel Marcos Pérez en su réplica.

Ahí los dejé. Con sus reprobaciones y propuestas de resolución del debate en su diálogo de sordos. Éstos deprimen hasta al Alcoyano, club de afamada moral deportiva.




(E-1125) .../...

martes, 24 de marzo de 2009

Iglesia contra Ciencia: Tres enfoques críticos

Hablaba ayer de la desastrosa imagen de nuestra política exterior con respecto a la retirada de las tropas españolas de Kosovo, que no por coherente, deja de ser una fenomenal metedura de pata diplomática. Cabría decir lo mismo del recién concluido viaje pastoral del papa Benedicto XVI al continente africano y sus polémicas declaraciones sobre la inutilidad del uso del preservativo en el combate mundial de esa pandemia africana que es el virus del SIDA (1).

Iglesia y Ciencia no han ido de la mano nunca en los tiempos modernos, así que no vale de nada perder el tiempo en una discusión seria al respecto. Por muy buena voluntad que pongan ambas, y hay que reconocer que la Iglesia pone muy poca, ciencia y religión siguen siendo realidades incompatibles.

Jesús Mosterín (2), filósofo, profesor investigador en el Instituto de Filosofía del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, en Madrid, le lanza hoy ("Obispos, aborto y castidad") una andanada de gran calado a Benedicto XVI y la jerarquía católica española,
respectivamente, a cuenta de sus recientes declaraciones en África sobre el SIDA, y en España, por su beligerante campaña antiabortista, andanada que comparto plenamente. A mi, la verdad, me parece bien que la iglesia española y la universal, defiendan públicamente sus opiniones y criterios, sean éstos los que fueren. Lo que me parece sumamente hipócrita, es que no mantegan esos mismos criterios ni posturas de beligerancia e intransigencia en países como Francia, Holanda, Gran Bretaña o Estados Unidos, donde el aborto está regulado de forma similar a la española. Me duele pensar que la razón sea que la jerarquía católica nacional esté convencida de que los españoles somos unos pobres infelices incapaces de pensar por nosotros mismos y necesitados de tutela, mientras que a los ciudadanos de los países citados, mayores de edad, como nunca consentirían a sus jerarquías católicas respectivas que se entrometieran en asuntos que no son de su competencia, mejor no molestarlos.

Por otro lado, Avaaz.org (3) una ONG ("Avaaz" significa "voz" en varios idiomas asiáticos y europeos) de ámbito internacional, independiente y sin fines de lucro y cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan, acaba de lanzar una campaña mundial de recogida de firmas para hacer llegar al papa Benedicto XVI, respetuosamente, su opinión contraria a la condena papal del uso del preservativo en el combate contra el SIDA. Les animo a sumarse a esa campaña entrando en la dirección: http://www.avaaz.org/es/pope_benedict_petition.

Y como conclusión, el interesante artículo que el divulgador y científico español, Pere Estupinya, en su estupendo blog "Apuntes científicos desde el MIT", escribe hoy sobre este mismo asunto, con el título de "Benedicto XVI: Las evidencias científicas contradicen sus palabras". Espero que los disfruten. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)




Notas:

(1) http://es.wikipedia.org/wiki/AIDS
(2) http://www.ifs.csic.es/Personal/mosterin.htm
(3) http://www.avaaz.org/es/
(4) http://lacomunidad.elpais.com/apuntes-cientificos-desde-el-mit/posts

Gráficos:
(1) La realidad del SIDA en África:
http://www.cprevia.com/wp-content/uploads/2007/07/sidaenafrica.jpg

Fotos:
(1) Benedicto XVI en África:
http://www.jornada.unam.mx/2009/03/18/fotos/042n1soc-1.jpg
(2) Cartel de propaganda antiabortista en España:
http://img8.imageshack.us/img8/6691/abortobibianaaido.gif





http://www.cprevia.com/wp-content/uploads/2007/07/sidaenafrica.jpg
La realidad del SIDA en África




"El Papa vs. los preservativos", por Organización Avaaz

Estimad@s amig@s,

Las recientes declaraciones del Papa Benedicto XVI sugiriendo que el uso de preservativos puede agravar la epidemia del sida podría poner en riesgo a millones de personas. Firma la petición dirigida al Papa para que evite socavar el ya probado y efectivo trabajo de prevención
del VIH/SIDA.

La semana pasada, durante su primera visita a África, el Papa Benedicto XVI afirmó que "[el SIDA] no puede solucionarse a través de la distribución de preservativos, que agravan aún más el problema."

Las declaraciones del Papa están en abierta contradicción con las investigaciones sobre VIH/SIDA y representan un retroceso de décadas en el arduo trabajo para lograr la concienciación, educación y prevención de la enfermedad. Dada su poderosa influencia moral sobre más de 1.100 millones de católicos en el mundo, y ante una realidad de 22 millones de VIH positivos en África, estas palabras podrían afectar severamente la pandemia de VIH y poner millones de vidas en riesgo. La creciente preocupación mundial está comenzando a dar resultados y el Vaticano ha mostrado cierta voluntad de revisar dichas declaraciones: firma nuestra petición ahora pidiéndole al Papa una mayor atención para no socavar las ya probadas y efectivas estrategias de prevención del virus.

No se trata de una disputa religiosa, sino de una seria preocupación que concierne a las políticas de salud pública. Las creencias personales de católicos y de gente de todos los credos deben ser
respetadas, y la prédica del Papa sobre la fidelidad podría ser eficaz en la prevención del VIH/SIDA si el uso de preservativos no fuese desestimado. La Iglesia Católica está llevando a cabo numerosos trabajos de ayuda social, incluyendo el cuidado de personas que viven con el virus o la enfermedad. Pero la afirmación del Papa de que la distribución de preservativos no es un mecanismo de prevención eficaz contra el VIH/SIDA no es un argumento que sea sustentado por los investigadores. Por contra, puede llevar a una disminución en el uso de los profilácticos, lo cual sería mortal para miles.

El hecho es que el uso de preservativos puede prevenir eficazmente el VIH y el SIDA. No existe una solución fácil para detener esta cruel enfermedad pero los profilácticos y la educación son la mejor combinación conocida en materia de prevención, y no está demostrado que ello resulte en un aumento de una actividad sexual riesgosa. Es por eso que incluso sacerdotes y monjas que trabajan en África han cuestionado las declaraciones del Papa.

Puede que no seamos capaces de pedirle a la Iglesia Católica que cambie su posición en relación a este asunto, pero lo que le estamos pidiendo al Papa es que cese este tipo de declaraciones contra
estrategias de prevención cuya eficacia está probada. Es importante que gente de todas las creencias, especialmente católicos, le reclamen al Papa un ejercicio de cuidado y mesura en sus palabras, especialmente por su rol de liderazgo en un asunto como éste. Firma la petición abajo y comunicaselo a tus amigos y familiares: tu acción puede, de hecho, salvar muchas vidas.

http://www.avaaz.org/es/pope_benedict_petition

25 millones de personas en el mundo han fallecido a causa del VIH/SIDA, y 12 millones de niños son hoy huérfanos a causa de esta enfermedad. Con vuestro apoyo masivo, podemos ganar una importante batalla en la lucha por un mundo sin VIH/SIDA.

Con esperanza,

Ricken, Alice, Ben, Graziela, Iain, Brett, Paula, Pascal, Luis, Paul,
Veronique, Milena y todo el equipo de Avaaz.

PD: Hemos realizado una encuesta sobre esta campaña con un grupo de 20.000 miembros de Avaaz elegidos al azar. Más del 90% de los encuestados apoyó esta campaña. Más de 75% de los miembros de Avaaz que se declaran católicos nos dieron su visto bueno.

Fuentes:
* EL Papa no quiere condones - BBC Mundo:
http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_7949000/7949116.stm
* En África, el Papa rechazó el uso del preservativo contra el
SIDA - Clarin:
http://www.clarin.com/diario/2009/03/18/elmundo/i-01879443.htm
* Informe de UNAIDS sobre la situación del VIH/SIDA en África Subsahariana:
http://www.unaids.org/es/CountryResponses/Regions/SubSaharanAfrica.asp

Avaaz es una organización independiente y sin fines de lucro cuya misión es asegurar que los valores y opiniones de la mayoría de la gente sean tomados en cuenta en las políticas que nos gobiernan. "Avaaz" significa "voz" en varios idiomas asiáticos y europeos. Avaaz
no acepta dinero de gobiernos ni de empresas y su equipo esta basado en oficinas en Ottawa, Londres, Río de Janeiro, Nueva York, Buenos Aires, Washington DC y Ginebra. No te olvides visitar nuestras páginas enFacebook Myspace y Bebo. Si quieres contactar con nosotros escribe a
info@avaaz.org. o entra a http://www.avaaz.org





http://www.jornada.unam.mx/2009/03/18/fotos/042n1soc-1.jpg
Benedicto XVI en África





"Obispos, aborto y castidad", por Jesús Mosterín
(El País, 24/03/09)

La Iglesia católica ha puesto en marcha una campaña fundamentalista con el fin de paralizar la revisión de la ley de aborto vigente. Pero también prohíbe la contracepción. Sólo permite la
castidad o el natalismo salvaje.

La actual campaña de la Conferencia Episcopal contra los linces y las mujeres que abortan pone de relieve el patético deterioro de la formación intelectual del clero, que si bien nunca ha sobresalido por su nivel científico, al menos en el pasado era capaz de distinguir el ser en potencia del ser en acto. ¿Dónde quedó la teología escolástica del siglo XIII, que incorporó esas nociones aristotélicas? ¿Qué fue de la sutileza de los cardenales renacentistas? La imagen de deslavazada charlatanería y de enfermiza obsesión antisexual que ofrecen los pronunciamientos de la jerarquía católica no sólo choca con la ciencia y la racionalidad, sino que incluso carece de base o precedente alguno en las enseñanzas que los Evangelios atribuyen a Jesús.

La campaña episcopal se basa en el burdo sofisma de confundir un embrión (o incluso una célula madre) con un hombre. Por eso dicen que abortar es matar a un hombre, cometer un homicidio. El aborto está permitido y liberalizado en Estados Unidos, Francia, Italia, Portugal, Japón, India, China y en tantos otros países en los que el homicidio está prohibido. ¿Será verdad que todos ellos caen en la flagrante contradicción de prohibir y permitir al mismo tiempo el homicidio, como pretenden los agitadores religiosos, o será más bien que el aborto no tiene nada que ver con el homicidio? De hecho, el único motivo para prohibir el aborto es el fundamentalismo religioso.
Ninguna otra razón moral, médica, filosófica ni política avala tal proscripción. Donde la Iglesia católica (o el islamismo) no es prepotente y dominante, el aborto está permitido, al menos durante las primeras semanas (14, de promedio).

Una bellota no es un roble. Los cerdos de Jabugo se alimentan de bellotas, no de robles. Y un cajón de bellotas no constituye un robledo. Un roble es un árbol, mientras que una bellota no es un árbol, sino sólo una semilla. Por eso la prohibición de talar los robles no implica la prohibición de recoger sus frutos. Entre el zigoto originario, la bellota y el roble hay una continuidad genealógica celular: la bellota y el roble se han formado mediante sucesivas divisiones celulares (por mitosis) a partir del mismo zigoto. El zigoto, la bellota y el roble constituyen distintas etapas de un mismo organismo. Es lo que Aristóteles expresaba diciendo que la bellota no es un roble de verdad, un roble en acto, sino sólo un roble en potencia, algo que, sin ser un roble, podría llegar a serlo. Una oruga no es una mariposa. Una oruga se arrastra por el suelo, come hojas, carece de alas, no se parece nada a una mariposa ni tiene las propiedades típicas de las mariposas. Incluso hay a quien le encantan las mariposas, pero le dan asco las orugas. Sin embargo, una oruga es
una mariposa en potencia.

Cuando el espermatozoide de un hombre fecunda el óvulo maduro de una mujer y los núcleos haploides de ambos gametos se funden para formar un nuevo núcleo diploide, se forma un zigoto que (en circunstancias favorables) puede convertirse en el inicio de un linaje celular humano, de un organismo que pasa por sus diversas etapas de mórula, blástula, embrión, feto y, finalmente, hombre o mujer en acto.

Aunque estadios de un desarrollo orgánico sucesivo, el zigoto no es una blástula, y el embrión no es un hombre. Un embrión es un conglomerado celular del tamaño y peso de un renacuajo o una bellota, que vive en un medio líquido y es incapaz por sí mismo de ingerir alimentos, respirar o excretar -no digamos ya de sentir o pensar-, por lo que sólo pervive como parásito interno de su madre, a través de cuyo sistema sanguíneo come, respira y excreta. Este parásito encierra la potencialidad de desarrollarse durante meses hasta llegar a convertirse en un hombre. Es un milagro maravilloso, y la mujer en cuyo seno se produzca puede sentirse realizada y satisfecha. Pero en definitiva es a ella a quien corresponde decidir si es el momento oportuno para realizar milagros en su vientre.

El niño es un anciano en potencia, pero un niño no tiene derecho a la jubilación. Un hombre vivo es un cadáver en potencia, pero no es lo mismo enterrar a un hombre vivo que a un cadáver. A los vegetarianos, a los que les está prohibido comer carne, se les permite comer huevos, porque los huevos no son gallinas, aunque tengan la potencialidad de llegar a serlas. Un embrión no es un hombre, y por tanto eliminar un embrión no es matar a un hombre. El aborto no es un homicidio. Y el uso de células madre en la investigación, tampoco. Otra falacia consiste en decir que, si los padres de Beethoven hubieran abortado, no habría habido Quinta Sinfonía, y si nuestros padres hubieran abortado el embrión del que surgimos, ahora no existiríamos. Pero si los padres de Beethoven y los nuestros hubieran sido castos, tampoco habría Quinta Sinfonía y tampoco existiríamos nosotros. Si esto es un argumento para prohibir el aborto, también lo es para prohibir la castidad. Pero tanta prohibición supongo que resultaría excesiva incluso para la Iglesia católica. Una de sus múltiples contradicciones estriba en que impone un natalismo salvaje a los demás, mientras a sus propios sacerdotes y monjas les exige el celibato y la castidad absoluta.

Desde luego, la contracepción es mucho mejor que el aborto, pero la Iglesia la prohíbe también (siguiendo en ambos casos al ex-maniqueo Agustín de Hipona, no a Jesús). Tanto el anterior papa Wojtyla como el actual papa Ratzinger se han dedicado a viajar por África y Latinoamérica despotricando contra los preservativos y el aborto, lo que equivale a promover el sida y la miseria. En cualquier caso, la contracepción puede fallar. A veces el embarazo imprevisto será una sorpresa muy agradable. Otras veces, llevarlo a término supondría partir por la mitad la vida de una mujer, arruinar su carrera profesional o incluso traer al mundo un subnormal profundo o un vegetal humano descerebrado. Sólo a la mujer implicada le es dado juzgar esas graves circunstancias, y no a la caterva arrogante de prelados, jueces, médicos y burócratas empeñados en decidir por ella.

El aborto es un trauma. Ninguna mujer lo practica por gusto o a la ligera. Pero la procreación y la maternidad son algo demasiado importante como para dejarlo al albur de un descuido o una violación. El aborto, como el divorcio o los bomberos, se inventó para cuando las cosas fallan.

Muchas parejas anhelan tener hijos, muchas mujeres desean quedar embarazadas y esperan con ilusión el nacimiento de la criatura. El infante querido y deseado suele estar bien alimentado y educado, colmado de cariño y estimulación y (salvo raro defecto genético) su cerebro se desarrolla bien. Por desgracia, el mundo está lleno de madres violadas o forzadas y de niños no deseados, abandonados a la mendicidad y la delincuencia, famélicos, con los cerebros malformados por la carencia alimentaria y la falta de estímulos, carne de cañón de guerrillas crueles y explotaciones prematuras. La jerarquía eclesiástica se ensaña con esas mujeres desgraciadas. El cardenal nicaragüense Obando y Bravo se opuso al aborto terapéutico de una niña de nueve años, violada, enferma y con su vida en peligro. Hace un par de años, la Iglesia de Nicaragua acabó apoyando políticamente al dictador Daniel Ortega a cambio de que éste prohibiese definitivamente el aborto terapéutico. Hace unas semanas el arzobispo Cardoso ha
excomulgado en Brasil a la madre de otra niña de nueve años violada por su padrastro y en peligro de muerte por su embarazo doble, así como a los médicos que efectuaron el aborto. En 2007 se hizo famoso el caso de Miss D, una irlandesa de 17 años embarazada con un feto con
anencefalia, es decir, sin cerebro ni parte del cráneo, condenado a ser un niño vegetativo, ciego, sordo, irremediablemente inconsciente, incapaz de percibir, pensar ni sentir nada, ni siquiera dolor. Las autoridades impidieron que Miss D fuera a Inglaterra a abortar, aunque más tarde los tribunales anularon la prohibición. Los grupos católicos fanáticos presionan para que se impida a las irlandesas que viajen a Inglaterra a abortar, lo que choca con la legislación comunitaria, que garantiza la libertad de movimientos en la UE.

En España misma, el año pasado, una mujer preñada de un feto con holoprosencefalia, condenado a morir al nacer o a vivir como vegetal, tuvo que ir a Francia a abortar. El derecho a abortar es para muchas mujeres más importante que el derecho a votar en las elecciones, y ha de serles reconocido incluso por aquellos que personalmente jamás abortarían. En 1985 se aprobó la reforma del Código Penal para cumplir a medias y mal el programa electoral del PSOE. Desde entonces, tanto los Gobiernos de Felipe González como de Zapatero se han dedicado a marear la perdiz, diciendo que no era el momento oportuno y que había que esperar a que los obispos dejasen de vociferar. Pero los obispos nunca van a dejar de vociferar. Después de 24 años de remilgos, espero que los socialistas se decidan finalmente a liberalizar el aborto dentro de las primeras semanas del embarazo. Tampoco hace falta ser tan progre para ello. Margaret Thatcher lo tenía ya perfectamente asumido hace 30 años.





http://img8.imageshack.us/img8/6691/abortobibianaaido.gif
Cartel de propaganda antiabortista en España



"Benedicto XVI: Las evidencias científicas contradicen sus palabras", por Pere Estupinya
(Apuntes científicos desde el MIT, 24/03/09)

Las primeras reacciones tras oír al Papa Benedicto XVI diciendo durante su visita a África que “la distribución de preservativos no soluciona el problema del SIDA, incluso lo agrava” son de estupor y enfurecimiento visceral. ¿Cómo puede alguien tan influyente espetar semejante sandez? ¿hasta tal punto está su ideología por encima de la vida de tantos miles de personas?

Al día siguiente lees que el Vaticano ha reiterado oficialmente dichas palabras , y te enervas todavía más al comprobar lo desfasada y peligrosa que puede llegar a ser la Iglesia Católica como institución. ¡Que se aparten de una vez por todas!
Entonces recuperas la calma y recuerdas un post antiguo en el que describiste un estudio del Poverty Action Lab del MIT demostrando que repartir libros en escuelas africanas no mejoraba el rendimiento escolar de los alumnos. Las recetas que funcionan en los países ricos no tienen porqué hacerlo en el complejo mundo en desarrollo.

Te asaltan ciertas dudas ¿a ver si me estaré dejando llevar yo también por ideas preconcebidas? Enseguida aparece en mente el seminario atendido hace tres semanas en Boston con Esther Duflo , la directora del Poverty Action Lab (J-PAL). El planteamiento básico del J-PAL es que para atajar los problemas del mundo en desarrollo debemos utilizar menos ideología y más ciencia. Y algo por lo que empezar es no asumir tan alegremente que conocemos bien las soluciones y sólo se trata de implantarlas, ya que muchos años y millones de dólares invertidos por instituciones como el World Bank, IMF, ONG’s… demuestran lo contrario. En África se llevan gastadas cantidades ingentes de dinero en proyectos que no funcionan.

He aquí la propuesta del J-PAL: Ante un problema determinado, utilizar la metodología científica para evaluar cuál es la mejor intervención para solventarlo. ¿Cómo? La medicina lleva años haciendo estudios epidemiológicos para entender las causas de ciertas enfermedades y testar posibles tratamientos. Se trata de trasladar esta metodología a las políticas de desarrollo: si quieres comparar las diferentes maneras de mejorar la educación en un país, escoge un número considerable de escuelas, sepáralas en grupos, aplica una medida a cada grupo, y haz un estudio randomizado para ver al cabo del tiempo cuál ha sido más efectiva. Quizás te sorprendan los resultados .

Este “novedoso” método de evaluación está proporcionando grandes éxitos al J-PAL. Como premio y estímulo la fundación BBVA les otorgó el pasado enero un premio de 400.000 euros . Recupero el hilo de la historia: ¿Habrán realizado algún estudio randomizado para comparar diferentes políticas de prevención del SIDA? ¿Habrán evaluado científicamente si potenciar el uso del preservativo disminuye el número de contagios? Búsqueda en su web y… Bingo! En 2006 Esther Duflo publicó los resultados de un estudio financiado por el World Bank para analizar la conducta sexual de los adolescentes de Kenya , y justo en enero del 2009 Pascaline Dupas presentó una ampliación .

Información insuficiente en Kenya. En las sesiones sobre prevención del SIDA que se imparten en las escuelas de Kenya se habla de cómo se transmite el virus, de cómo lidiar con personas infectadas, de abstinencia hasta el matrimonio… pero no se mencionan los preservativos. Sí, inaudito, pero según el estudio del J-PAL el programa educativo diseñado por el gobierno sólo se concentra en la abstinencia. El foco principal no es “reducir el riesgo”, sino “evitarlo”. ¿es la mejor estrategia? Esto es lo que pretendían averiguar.

Para ello seleccionaron 328 escuelas con un total de 70.000 adolescentes, las dividieron en grupos de condiciones similares, y a cada uno de ellos aplicaron diferentes intervenciones. Al cabo de 2 años contabilizaron el número de embarazos, que en tales edades es un buen indicador del sexo inseguro. En un grupo de escuelas se entrenó a los maestros para enseñar sólo el programa oficial del gobierno, en otras se debatía abiertamente sobre el uso de condones, y en otro tomaban medidas para que las adolescentes permanecieran más tiempo en la escuela.

En la ampliación del estudio hecha por Dupas también se informaba a las estudiantes que los hombres de edad avanzada tenían índices de SIDA mucho mayores (en Kenya es muy habitual que las adolescentes tengan sexo inseguro con personas adultas).
También se pasaron tests antes y después del estudio para conocer cómo se había modificado la conducta sexual de los adolescentes.

De los estudios de Duflo y Dupas surgieron una serie de conclusiones: seguir el programa oficial centrado en la abstinencia no disminuía el número de embarazos. Informar sobre el riesgo de mantener relaciones con personas mayores hacía que las niñas modificaran la edad de sus parejas. Informar sobre el uso de preservativos fomentaba su uso sin aumentar el número de relaciones sexuales. Y mantener a las niñas en la escuela también lograba disminuir el número de embarazos.

En concreto, en el estudio de Dupas se observó que la estrategia del gobierno de “eliminar el riesgo” no era efectiva, mientras que la campaña ampliada que proponía “reducir el riesgo” (informar sobre el uso de preservativos y la distribución de SIDA por edades) logró aumentar el uso de preservativos sin incrementar el número total de relaciones sexuales. Y como consecuencia redujo en un 28% el número de embarazos entre adolescentes, el parámetro utilizado como referencia al sexo inseguro.

Por tanto, estos estudios científicos (y otros que se pueden rastrear en la bibliografía de ambos) contradicen claramente las palabras de Benedicto XVI. Fomentar el uso del preservativo sí tiene resultados positivos en la lucha contra el SIDA. Lo se, no estoy diciendo nada nuevo a los que ya saben que no deben hacer mucho caso a lo que diga el Papa, pero por desgracia no todo el mundo es consciente de ello, y resulta que el gobierno de Kenya todavía mantiene un programa de prevención en escuelas centrado en la abstinencia, cuando podrían estar reduciendo en un 28% el riesgo de contagio entre sus adolescentes.




(E-1124) .../...

lunes, 23 de marzo de 2009

La maldición monclovita

Da la impresión de que el presidente José Luis Rodríguez Zapatero (1) ha perdido el Norte (y el Este, el Sur y el Oeste). ¿Por culpa de una crisis económica de la que no es responsable directo? Pudiera ser que sí, pero... Les ha pasado a todos los anteriores presidentes salvo a Calvo Sotelo, al que no le dio tiempo a nada. La maldición de La Moncloa (2) ataca de nuevo. No se que le pasa a ese edificio pero vuelve locos a sus inquilinos en cuanto lo habitan durante más de cuatro años. Mi amiga Ana dice que es el PODER, un maleficio del que ninguno de ellos sabe, quiere o puede desprenderse, adherido al cuerpo como una segunda piel... Su próximo ocupante debería volar La Moncloa hasta los cimientos y volver al Paseo de La Castellana. Al menos podrían probar y ver si funciona...

Dos artículos de hoy en El País me hacen temer lo peor. El primero, "Aplastados bajo la lógica", de José Ignacio Torreblanca (3), profesor titular de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la UNED y director de la oficina en Madrid del European Council on Foreing Relations, sobre el caso Kosovo (4), un patinazo más, y van no se cuantos, de la errática política exterior del presidente del gobierno. El segundo, "Italia y España, una confluencia", de Félix de Azúa (5), escritor, sobre la cada vez más perceptible, extendida y generalizada corrupción de "toda" la clase política española (con las excepciones de rigor). Es como para echarse a temblar. A pesar de ello, disfrútenlos, y sean felices, aunque se emperren en impedírselo. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Jos%C3%A9_Luis_Rodr%C3%ADguez_Zapatero
(2) http://www.la-moncloa.es/default.htm
(3) http://www.uned.es/dcpa/Profesores/Torreblanca.html
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Kosovo
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/F%C3%A9lix_de_Az%C3%BAa


Fotos:

(1) Palacio de La Moncloa, Madrid:
http://casl.umd.umich.edu/hum/spanishco/14.%20Arquitectura_Neoclasica/images/140Madrid.Moncloa.51247c.jpg
(2) El presidente del gobierno español, J.L. Rodríguez Zapatero:
http://www.elpais.com/recorte/20070115elpepinac_5/LCO340/Ies/Jose_Luis_Rodriguez_Zapatero_presidente_Gobierno.jpg




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La Moncloa, sede de la presidencia del gobierno (Madrid)




"Aplastados bajo la lógica", por José Ignacio Torreblanca
(El País, 23/03/09)

Los políticos suelen ser acusados de ser demasiado pragmáticos. En su defensa, suelen argüir que la realidad es más compleja de lo que parece, que lo deseable no siempre es posible y que su obligación es considerar los costes y beneficios de una decisión antes de tomarla. Pero a lo que no estamos acostumbrados es a la situación contraria, es decir, a que un Gobierno siga una decisión hasta sus últimas consecuencias, independientemente de sus costes, caiga quien caiga, como se dice popularmente.

Algo de esta lógica ciega hemos visto la semana pasada en la decisión del Gobierno de retirar las tropas de Kosovo. No cabe duda de que el presidente tiene razón cuando defiende la medida como "lógica y coherente" con la decisión de no reconocer la independencia. Pero anunciar la retirada a unos pocos días de que el presidente de Serbia y su ministro de Defensa se pasearan por Madrid, ejemplificando lo que Zapatero personalmente describió como prueba de unas relaciones bilaterales "muy estrechas", y a unos pocos días de que el presidente Obama llegue a Europa para participar en una serie de cumbres (entre ellas de la OTAN) cruciales para las relaciones con Estados Unidos, no parece desde luego producto de un cálculo racional. En cualquier caso, puede ser muy mal entendido, como ha quedado demostrado en la cascada de declaraciones negativas que el anuncio ha producido entre nuestros más estrechos aliados, incluyendo Francia y Estados Unidos, así como por parte de la OTAN y la presidencia checa de la Unión Europea. Hay decisiones de una lógica tan aplastante que pueden aplastarle a uno.

Lo curioso es que Kosovo es, bajo cualquier criterio, un asunto menor desde el punto de vista de los intereses de España. Y sin embargo, va camino de convertirse en uno de los legados más visibles de la política exterior de Zapatero. Aznar también cometió un error similar al magnificar un incidente como el de Perejil, un islote sin importancia y de disputada soberanía pero que acabó trastocando su política europea haciéndole ver enemigos por todas partes.

Si Kosovo fuera una política, se hubieran valorado desde un principio los costes y beneficios de adoptar uno u otro curso de acción. Pero Kosovo es simplemente un instinto, un reflejo condicionado, lo que hace imposible todo análisis racional de las acciones del Gobierno. Así, desde que hace un año Pristina declarara la independencia, el Gobierno se ha ido encerrando en un callejón sin salida.

Primero, adoptó una decisión que pretendía lograr de una tacada dos cosas incompatibles entre sí: negar con toda rotundidad que la declaración de independencia de Kosovo constituyera precedente alguno para, a continuación, conceder el precedente negándose a reconocer la independencia. Desde esta lógica original, tan singular como defectuosa -"no constituye precedente, pero me niego a reconocerlo"-, el Gobierno ha ido adoptando sucesivas decisiones, todas tan lógicas y coherentes como costosas para la política exterior. Primero fue intentar justificar su argumentación desde el derecho internacional, cuando era el derecho interno lo que preocupaba. Luego fue votar en la ONU para que el Tribunal Internacional de Justicia examinara la legalidad de la declaración de la independencia, aunque hubiera que votar con los no alineados y en contra de todos nuestros aliados de la OTAN y de la UE. Y ahora, retirar las tropas aunque nuestros aliados de la OTAN y de la UE se queden boquiabiertos.

Todo ello a cambio de qué, cabe preguntarse. Me confieso ignorante de las sutilezas de la política vasca y catalana, pero al menos me consolaría que, dado que el coste de las decisiones del Gobierno sobre Kosovo pesa como una losa sobre nuestra política exterior, hubiera beneficios tangibles en el ámbito doméstico. Pero si sirve o no a Patxi López o a la unidad patria la retirada de tropas es desde luego un enigma para el cual carezco de respuesta.

Más allá de los dudosos beneficios, es innegable que los costes serán elevados. Kosovo no es Irak, pero dos retiradas son muchas como para ser una coincidencia. Lógicamente, algunos se preguntarán qué problema tiene España. Si Irak era Administración Bush cien por cien, Kosovo es un claro producto de la Administración de Bill Clinton, incluida una guerra con Serbia en la que (por cierto) España participó a pesar de carecer de una resolución de la ONU que la refrendara. Un aliado es alguien que arrima el hombro, no alguien que constantemente imparte lecciones de principios. Por eso, Grecia, Rumania y Eslovaquia, que tampoco reconocen Kosovo, mantienen sus tropas allí. Desde luego, si el plan era seducir a Obama, presidente de un país nacido de una bellísima declaración (unilateral) de independencia, ZP va a tener que trabajar mucho más de lo inicialmente previsto.





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José L. Rodríguez Zapatero, presidente del gobierno español




"Italia y España, una confluencia", por Félix de Azúa
(El País, 23/03/09)

Cuando el presidente Zapatero aseguró públicamente, con ese énfasis suyo tan inseguro, que habíamos superado a Italia y que pronto alcanzaríamos a Francia, me eché a temblar. No sólo por el disparate (evidente para cualquiera que haya viajado un poco), sino porque sin la menor duda el presidente estaba persuadido de lo que decía. Un amigo bien situado en Asuntos Exteriores me comentaba su desazón.

Hay que tener en cuenta que nuestros vecinos de la bota están bien informados: todos los grupos mediáticos españoles, menos uno, están controlados por empresas italianas, y sus carcajadas se oyeron en Pekín. Ahora ya empiezan a quedarse con la energía, ese sector llamado estratégico.

Ciertamente, hace años que se va produciendo una deriva española hacia Italia (que no lo contrario), pero en el ámbito de la trama económico-política y la infiltración mafiosa. En todo lo demás, educación, preparación técnica, iniciativa empresarial o civilización urbana, nos dan ciento y raya.

Hubo un tiempo en que los políticos españoles parecían salvarse de la arraigada delincuencia a la italiana. Aquel país ha sido destruido por una clase dirigente chulescamente ajena a la población que les paga. Parecía que eso no iba a suceder en España, pero los últimos meses han puesto al descubierto cómo se extiende también aquí la cleptocracia.

En Italia, según dicen los expertos, el caos político se debe a la pésima construcción constitucional, tras la Segunda Guerra, que propicia la desintegración de partidos, y la presencia de jefes mafiosos en la Democracia Cristiana desde las primeras elecciones. De entonces a la fenomenal corrupción de la etapa socialista y el exilio de Craxi, la trama se fue espesando y los intereses mafiosos han acabado por devorar la vida parlamentaria sin distinción de derechas e izquierdas.

Aún faltaba la llegada de Berlusconi, uno de los más siniestros dirigentes europeos, sólo comparable con los de algunos enclaves balcánicos. En este momento Italia es un país con una inseguridad jurídica próxima a la de las satrapías latinoamericanas.

Cuando comento con los profesionales de la política su progresiva deriva hacia el modelo italiano, suelen negarlo con vehemencia. A los pocos días aparecen tres ayuntamientos, cinco diputados, once concejales y un presidente autonómico pillados en corruptelas, fraudes o corrupciones. De cada diez casos, la proporción viene a ser de cinco del PP por dos del PSOE. Los tres restantes suelen afectar a los asuntos regionales, como el famoso 3% de Maragall, que jamás se esclarecen dado el espe-sor clientelar que han generado las autonomías, auténticos paraísos de las oligarquías locales.

Este paralelismo con Italia creo que es explicable, no sólo por la chapuza jurídica o por la inveterada deshonestidad de las sociedades mediterráneas, sino también porque los italianos sufrieron sólo unas pocas décadas menos de fascismo que los españoles. El fascismo, además de una ideología ridícula, es un sistema que nacionaliza la totalidad de los recursos para repartirlos luego entre los fieles del régimen.

Así se crea una nube de particiones jerarquizadas que hace prácticamente imposible la supervivencia en el exterior de la adhesión incondicional. La necesidad cotidiana y la falta de escrúpulos de los ambiciosos logran que una enorme proporción de la sociedad quede atrapada por el sistema y se conforme con él.

Si en Italia o en España se hubiera procedido a una depuración de todos aquellos que se enriquecieron con el fascismo, nos habríamos quedado sin clase dirigente. Y fueron ellos quienes decidieron si había o no depuración. Como en Italia, los colaboracionistas españoles se incorporaron a diversos partidos, desde Alianza Popular a Convergència i Unió, del mismo modo que los estalinistas se lavaron la cara en las múltiples izquierdas más o menos democráticas que se fundaron entonces y que han ido derivando hacia grupos de vaguísima ideología y sólido oportunismo. Nunca habrá memoria histórica para este proceso.

El resultado ha sido una clase política que, con las consabidas excepciones, desde el principio ignoró por completo el sentido de la expresión "dinero público", y que además se considera impune. Un partido político español se parece más a la Renfe o a Telefónica que a un partido inglés o alemán. Y suelen actuar con igual zafiedad e inoperancia. De vez en cuando un político va a dar en la cárcel, pero nunca, que yo sepa, por dilapidar inmensas cantidades en actividades estériles o en obras ruinosas.

Hasta tal punto los políticos ignoran que el dinero público no es suyo ni está al servicio de su ideología, que hace unos días José Montilla recomendaba a los empresarios catalanes que no subieran los sueldos de sus trabajadores. No se le pasó por la cabeza que él cobra más que el presidente español. Que sus camaradas del Parlament gozan de sueldos colosales fijados (y aumentados) por ellos mismos. Que tras dos legislaturas los conservan toda la vida. Que sus gastos son en buena parte opacos y que, por ejemplo, niegan a la oposición la documentación que les reclama y no pasa nada. Que también es secreto el número y el sueldo de los asesores. Y que la famosa institución para controlar la malversación pública se ha quedado en una burla a los ciudadanos.

Según la última encuesta del Centro de Estudios de Opinión, un 74,3% de los catalanes está insatisfecho o muy insatisfecho con sus políticos. ¿Y a ellos qué les puede importar? Mientras les protejan sus jefes... Lo suyo es callar y bajar la testuz.

A mediados de mes vi por la televisión nacional catalana a Carod Rovira, vicepresidente de Cataluña, con los indios shuars del Ecuador. Ha dedicado un millón de euros a propiciar el bilingüismo entre estas curiosas tribus indias. Seguramente el presidente del Ecuador acepta gustoso el dinero de los catalanes para una finalidad que le importa un pimiento. Es obvio, en cambio, que este asunto, a saber, que los indios aprendan su propia lengua, es de la mayor importancia para los obreros de la Seat. Pero si pude ver unos segundos a Carod en funciones paternales fue porque le acompañaba un equipo de la televisión nacionalista. La imagen del vicepresidente aceptando la lanza india que le ofrecía el jefe shuar en perfecto castellano y medio en cueros ha costado a los catalanes bastante más que cien ternos de sastre valenciano.

No obstante, es seguro que Carod cree estar haciendo lo mejor para su país. Y seguirá haciéndolo porque la clase política catalana no quiere controlar el gasto público. Es su único poder, ya que la población le es cada día más desafecta. Ellos son el único valor de Cataluña, del mismo modo que Carod está persuadido de ser, él en persona, Cataluña. El dinero de Cataluña es, por lo tanto, suyo. Resulta muy difícil (y tedioso) tratar de hacerle entender que esa Cataluña suya se reduce a un grupo de amigos, una televisión y un par de cientos de miles de votos en decadencia. Y que el resto, hasta siete millones, lo miramos como Nani Moretti miraba a los parlamentarios italianos. Gordos moscones girando sobre el inmenso pastel del dinero público, satisfechísimos, ajenos a todo, ebrios de retórica barata, de egoísmo y de impunidad.

Sí, es cierto: como dijo Zapatero, llevamos camino de superar a Italia, pero no exactamente en algo que merezca la pena. Por el camino que vamos, para alcanzar la seriedad de Francia harán falta algunos siglos.



(E-1123) .../...

domingo, 22 de marzo de 2009

Yo también soy UNED







Yo también soy UNED... El próximo jueves, día 26, es el día de la UNED, la Universidad Nacional de Educación a Distancia. La única universidad pública española de ámbito estatal, bajo la dependencia directa del Ministerio de Ciencia e Innovación y la tutela de las Cortes Generales. Creada en el año 1972, tiene en la actualidad más 180.000 alumnos (la más numerosa de España), repartidos en 11 Facultades y 2 Escuelas Técnicas Superiores), imparte 33 titulaciones oficiales y cuenta con 1400 profesores universitarios y 6900 profesores-tutores que ejercen sus funciones en la sede central de la universidad, en Madrid, y en 61 Centros Asociados, 80 extensiones y una decena de países.

Mi vinculación con la UNED abarca un período de más de 30 años. Entre 1973 y 1984, en la Facultad de Derecho; entre 1978 y 1989 en la Facultad de Geografía e Historia; y entre 1994 y 2005, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología. A comienzo de los años 80 participé como representante de los alumnos en el Claustro Constituyente de la UNED, que elaboró y aprobó sus primeros Estatutos, y formé parte de su Junta de Gobierno y de su Consejo Social en calidad de Delegado Nacional y presidente del Consejo General de Alumnos de la Universidad. Durante 8 años fui también Delegado Nacional y presidente del Consejo de Alumnos de la Facultad de Geografía e Historia y miembro de su Junta de Facultad, así como representante de los alumnos en varios Consejos de Departamento de las Facultades de Geografía e Historia y de Ciencias Políticas y Sociología. Podría decirse sin faltar a la verdad que en ella (en la UNED) he sido pinche, cocinero y fraile.

¿Qué puedo decir yo de la UNED que no sea elogioso? La UNED es mi "alma mater". Mi madre nutricia cultural, académica y personal. De ella, de sus profesores y mis compañeros de estudio y de la delegación de alumnos, guardo los mejores y más imborrables recuerdos de mi vida. No quiero parecer descortés por omisión con ninguno de ellos así que los personalizo a todos en los nombres de "mi" rectora, Elisa Pérez Vera, catedrática de Derecho Internacional Privado y rectora de la UNED, magistrada del Tribunal Constitucional; de Emilio Lledó Íñigo, catedrático de Historia de la Filosofía, miembro de la Real Academia Española; de Antonio de Bethencourt Massieu, catedrático de Historia Moderna de España y Decano de la Facultad de Geografía e Historia; de Antonio Antelo Iglesias, profesor de Historia Medieval de España; y por último, de Faustino Fernández-Miranda y María Luz Gutiérrez Araus, vicerrectores durante el Claustro Constituyente, y profesores de las Facultades de Ciencias Políticas y Sociología y Filología, respectivamente.

De mis compañeros de fatigas académicas sólo puedo decir que fueron y siguen siendo mis mejores amigos a pesar del tiempo y la distancia que nos separa: Lourdes Pulet y Lino Chaparro (Las Palmas), María Luisa Martínez (Cartagena), Araceli Olmedo (Ciudad Real) y Andrés Vázquez (La Coruña) en la Facultad de Derecho; Luisa María Martínez (La Coruña), Inmaculada Recio (Mérida), Isabel García, Encarna Galván, Esther Suárez, Carmen Llopis, Germana Roy y Nani Morán (Las Palmas), Rosa Casanovas (Barcelona) María Francesca Fernández (Reus), Ana María Olivo (Lanzarote), Carmen Rojas (Elche), Agustina Peralta (Zamora), María Dolores Ferrete (Sevilla), Gabriel Bassa (Palma de Mallorca), Antonio García (Algeciras), Juan Carlos Morate (Palencia), Mercedes Rodríguez (La Palma) y Bernabé Borja (Ceuta), en la Facultad de Geografía e Historia; Teresa Barreda (Benalmádena), María Jesús Hierro (Bilbao), Salma Tabraue (Las Palmas), Raquel Martí (Denia), Ana Castelo (Ámsterdam), Maribel Amaya (Madrid) y Rafael Rodríguez (Elche), en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología; Nidia Afonso (Las Palmas), en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales; Milagros Ezquerro (La Coruña), en la Facultad de Psicología; y Turía Abdelkader (Melilla) y Antonio Manuel Díaz (La Coruña) en la E.T.S. de Ingeniería Industrial. Espero que me perdonen todos aquellos que se me han quedado en el tintero. Mi cariño y mi recuerdo son para ellos también. Y también para los profesores-tutores de los Centros Asociados de las UNED, que personalizo en Leopoldo Santana (Facultad de Derecho) y Agustín Millares (Facultad de Geografía e Historia), ambos de Las Palmas.

De las carencias y dificultades del aprendizaje universitario a distancia, los alumnos de la UNED lo sabemos casi todo. La más dolorosa, la inexistencia casi hasta ahorita mismo, y no del todo culminada aún, de una metodología específica de enseñanza a distancia, con utilización preferente de Internet. Precisamente en una universidad pionera, junto a la Open University británica, en ese tipo de enseñanza universitaria siempre ha constituido un déficit difícil de soslayar por muy buena voluntad que pusiéramos profesores y alumnos. Y sobre la evaluación final del curso, que aún sigue jugándose a una sola carta, la del examen presencial y único, ¿qué decir? O sobre la deficiente infraestructura de algunos de sus Centros Asociados y las carencias formativas de muchos de sus profesores-tutores, que su buen hacer profesional y mejor voluntad no acaban de soslayar. O la tardanza, inexplicable, en conocer los resultados de los exámenes.... En compensación, sus alumnos son los que obtienen mejor puntuación en todos los procesos de oposiciones a los que se presentan.

Durante algunos años, los delegados de alumnos de las distintas carreras que se impartían en el Centro Asociado de Las Palmas, visitamos regularmente a los alumnos de C.O.U. de los Institutos de Enseñanza Media de la isla, para explicarles que era la UNED y como funcionaba, que se podía estudiar en ella y como se estudiaba en una universidad a distancia. Siempre fuimos bien recibidos. Y bastantes de ellos acabaron matriculados y licenciados por la UNED. Recuerdo que al final de nuestras charlas siempre les decíamos dos cosas, a modo de colofón: Una, que en la UNED el truco estaba en aguantar el chaparrón del primer año; que si tenían constancia y no abandonaban los estudios a la primera decepción, podían estar seguros de terminar la carrera. La segunda, que la UNED creaba adicción, en este caso positiva, que era como nicotina o cafeína inyectada en vena. En mi caso, y el de muchos de mis compañeros, ha sido una absoluta verdad.

Y una anécdota final: cuando comencé a estudiar en la UNED aún eran asignaturas obligatorias Religión y Formación del Espíritu Nacional; yo tuve que cursarlas..., ¡y aprobarlas! Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Los Reyes en la UNED (Octubre, 2013)



(E-1122) .../...

viernes, 20 de marzo de 2009

Posmodernidades y corrupciones

Ignoro lo que opinarán ustedes, pero soy de los que piensan que una democracia asentada puede permitirse un cierto grado de corrupción entre sus políticos, individualmente, sin que las instituciones se resquebrajen o resientan. Entiéndanme, por favor: no estoy en favor de la corrupción ni de los corruptos. Digo, simplemente, que la corrupción es algo consustancial a la democracia, simplemente porque hay libertad, y donde la hay, siempre habrá políticos, administradores, finacieros y empresarios sinvergüenzas que se aprovechen de ello. Lo que hay que hacer es descubrirlos y meterlos en la cárcel. Y punto.

A mi, personalmente, me asusta mucho más el que la sociedad y la ciudadanía se tomen esa corrupción de sus políticos, dirigentes y administradores públicos como algo no sólo normal sino divertido, excusable e incluso elogioso. Admirable al respecto la denostada democracia estadounidense: el gobernador de Illinois, acusado de vender un asiento en el Senado al mejor postor, es destituido de su cargo sin contemplaciones, por su propio partido y su parlamento. El presidente Clintón se salvó por un voto de la destitución... ¿Por follarse a una becaria empleada de la Casa Blanca? No, eso no es delictivo; se le procesó por mentir a quienes investigaban el caso.

¿Y aquí? Políticos corruptos, incursos en causas judiciales, se amparan en la presunción de inocencia (aplicada a "los suyos", nunca a "los otros"), para seguir en el cargo, sin entender que la presunción de inocencia delictiva no tiene nada que ver con su posición política. Me resisto a aceptar las imágenes de partidarios, amigos y vecinos, jaleando como "hooligans" a políticos acusados de corrupción. O reelegidos una y otra vez, a pesar de estar incursos en procedimientos criminales. Esa sí es la corrupción que me asusta: la del cuerpo social y político, la de los ciudadanos indiferentes, la de los estómagos agradecidos. La otra, la verdad, es que no me preocupa. Y si la Justicia, fuera justicia, es decir rápida y eficaz, me preocuparía menos aún.

La periodista Rosa María Artal (1) cuenta algo muy similar en un interesante artículo publicado en El País del pasado día 17, titulado "Hijos de la picaresca", en el que relaciona esa fascinación que provoca en algunos el político corrupto con la genuina tradición literaria española de la "picaresca", por lo que parece genéticamente inseparable del carácter nacional. Espero que les resulte interesante. También pueden darse una vuelta por el blog de la citada periodista, "El Periscopio" (2), y de paso, si les apetece recordar las dos obras cumbres de la picaresca española: "El Lazarillo de Tormes" (3), atribuida a Alfonso de Valdés, secretario del emperador Carlos V, y "La vida del buscón don Pablos" (4). de Francisco de Quevedo. Disfrútenlas. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)


Notas:
(1) Rosa María Artal:
http://es.wikipedia.org/wiki/Rosa_Mar%C3%ADa_Artal
(2) El Periscopio:
http://rosamariaartal.wordpress.com/
(3) El Lazarillo de Tormes:
http://es.wikipedia.org/wiki/Lazarillo_de_Tormes
(4) El Buscón don Pablos:
http://es.wikipedia.org/wiki/El_Busc%C3%B3n


Fotos:
(1) Rosa María Artal:
http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg





http://www.academiatv.es/files/fotac_artalrosamaria_2.jpg
La periodista Rosa María Artal




"Hijos de la picaresca", por Rosa María Artal
(El País, 17/03/09)

Una conciencia laxa ante la corrupción, la creencia frente a la ciencia y un atraso educativo secular: tres pies para una mesa que cojea por su erróneo diseño. Alcaldes de todos los partidos son acusados de corrupción, ingresan en la cárcel entre llantos, vítores y aplausos, y, en el 71% de los casos, resultan reelegidos, aumentando incluso sus apoyos. ¿Concedemos los españoles mayor permisividad que otros pueblos a la trampa, el robo, la malversación, el cohecho y todas sus variantes delictivas?

Sin duda, somos hijos de la picaresca, un género literario asociado a las letras españolas que nos ha impregnado el alma. O viceversa. En su tiempo de esplendor -siglo XVII-, la picaresca supuso una auténtica creación porque abordó con crudo realismo la verdad, en contra de las idealizaciones del Renacimiento. La novela picaresca suprime artificios de lenguaje y refleja la sociedad en la que vive: la que distingue a los seres humanos según su cuna y arroja a los abismos al pobre, que sólo puede medrar con subterfugios superiores a los de aquellos a quienes se ve obligado a servir. España de falacia y pandereta, de filfa, patraña y estafa, lerda y falsa, clerical y oscurantista, que nunca concede al pícaro la gracia heroica del triunfo sobre el poder. Su astucia obligada sólo le ayuda a sobrevivir.

Pocos países en la historia han ostentado la hegemonía mundial. España tuvo ese dudoso privilegio durante varios siglos. Lo que otros imperios robaron -tributos y botines de guerra, si se prefiere usar eufemismos- puebla sus museos. Grecia y Egipto se contemplan en el British londinense, y, lo que resta, en el Louvre parisino o en el Vaticano. ¿Y qué fue de los tesoros incautados por España? A partir de esa primera interrogante, nos encontramos a los Austrias dominados por validos o, llegados los Borbones, a la regente María Cristina, que amasó una inmensa fortuna trapicheando, según se le atribuye, con la sal, los incipientes ferrocarriles e incluso la trata de esclavos.

La Segunda República no se libra de despilfarros, falta de organización y corruptelas. Alejandro Lerroux se vio obligado a dimitir de su breve mandato como presidente del Gobierno por los escándalos del estraperlo y el cobro de favores -uno de los pocos a quienes la corrupción le pasó factura-. En realidad, la trayectoria española del siglo XX está llena de casos con nombre propio. Inolvidables Matesa y Sofico en el franquismo; el aceite de colza, con la UCD, y todos los que ya apoya la memoria reciente.

España, pozo de dinero negro, ha hecho de la burbuja inmobiliaria el primer alimento para nuestra fama de corruptos. Extendida por todo el territorio español, prevarica, trafica con influencias, cobra comisiones y adjudica irregularmente. Se la está atajando con múltiples investigaciones y condenas, pero la basura no cesa de fluir. Una comisión del Parlamento Europeo dictaminó en 2007: "El urbanismo que está padeciendo España es un atentado contra derechos fundamentales, movido por intereses bastardos de constructores sin escrúpulos, conchabados con alcaldes de poca monta, enfeudados unos y otros en la codicia y la avaricia".

Si nos atenemos a los datos de la organización Transparency Internacional, ocupamos, sin embargo, el puesto 28 -entre 180- entre los más limpios, con una calificación de notable (6,8). La ciudadanía, en cambio, dice percibir alta corrupción, sobre todo política. Sólo que -y esto es básico- no le importa. Sólo un 2% de los ciudadanos la cita como problema en las encuestas del CIS.

Para los diccionarios de sinónimos, el pícaro es travieso, pilluelo, bribón, tunante, revoltoso o astuto. ¡Dulce benevolencia! Buena parte de los españoles admira a quien se enriquece, sin importarle los métodos.

El desmesurado peso de la Iglesia católica en el Estado español a lo largo de toda su existencia no es ajeno a la aceptación tácita de la corrupción. Influencia clara, cuando aún intenta impedir en España lo que acepta en otros lugares, como el estudio de Educación para la Ciudadanía o una ley del aborto europea. Partimos de dos premisas fundamentales que constituyen la razón de ser la religión: creencia frente a ciencia y juicio, y limpieza del pecado con una penitencia cómoda y solitaria. Los vecinos que vitorean alcaldes presuntamente corruptos no "creen" que lo sean, de nada les sirven las pruebas, les posee la fe. Muchos políticos también participan de esa actitud. Y sobre todo, demuestran pensar que la contrición privada exime de culpa, al margen de la justicia.

Causa y consecuencia, la educación sigue siendo asignatura pendiente de los españoles porque, a pesar del indudable y vertiginoso crecimiento económico, partir del subdesarrollo y la dictadura lastra. Aún presentamos un notable fracaso de instrucción infantil... y evidentes carencias en los adultos. Desde la inocua falta de uso de expresiones corteses y el escaso dominio de lenguas extranjeras, a no pensar en los otros -elemento básico de una formación adecuada-. País bipolar, de excesos y carencias, generador de caspa que no tapa el progreso.

Una llave para el cambio: la búsqueda del bien común. Y con ella, franquear la entrada a una nave que aguarda durante siglos partir hacia una nueva España. Por la borda y con una pesada ancla, habremos de arrojar la picaresca y todo lo que implica. Para enderezar la Historia.




(E-1119) .../...