viernes, 13 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Miedo



Maniquíes en una tienda de Gaza (Palestina)


"Las verdaderas pandemias mortales de este planeta -comenta en el A vuelapluma de hoy ["Miedo al otro". El País, 8/3/2020] el escritor Manuel Vicent- son el hambre, la violencia, las guerras, la emigración masiva, la fosa del Mediterráneo y las enfermedades confinadas al Tercer Mundo, pero estos males endémicos no causan miedo ni pánico porque no se transmiten a través del aliento y la saliva de los otros. En la historia de este planeta ha habido sucesivas extinciones de especies a causa de meteoritos gigantes, de volcanes y terremotos devastadores, pero la humanidad sigue bailando sobre las deslizantes placas tectónicas porque acepta que son fuerzas telúricas fuera de su alcance. Las epidemias bíblicas como la lepra y la peste bubónica se atribuían a un castigo de Dios, y para aplacar su ira se montaban procesiones de disciplinantes y se quemaba en la hoguera a brujas y herejes. En el Apocalipsis se dice que al abrirse el Séptimo Sello se hará un silencio en el cielo y siete ángeles tocarán sus trompetas de plata para anunciar el fin del mundo. No se necesita un lujo semejante. Hoy se sabe que la vida es un episodio contingente, una aventura bioquímica sin sentido en la historia de este planeta, que anteayer no existía y pasado mañana, cuando desaparezca, en la Tierra se instalará un silencio de piedra pómez y no habrá sido necesario que ningún ángel tocara la trompeta, bastó con un virus en forma de muñeco diabólico que la humanidad se fue pasando de unos a otros hasta quedar por completo exterminada. El infierno son los otros, dijo Jean Paul Sartre. Se refería a la mirada de los demás que nos penetra y nos delata. En este caso, la mirada será un virus y el terror vendrá porque quien te mate será quien más te quiera, quien te bese, quien te abrace, quien te dé la mano, quien te ceda el asiento en el metro, quien te ayude a cruzar la calle. El miedo al otro, en eso consiste el infierno que se acaba de instalar como un avance entre nosotros".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[MIS MUSAS] Hoy, con el poeta José María Quiroga Pla, el compositor Giuseppe Verdi y el pintor Angelo Bronzino




Las Musas, de Thorsvalden


Decía Walt Whitman que la poesía es el instrumento por medio del cual la voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz; Gabriel Celaya, que era un arma cargada de futuro; Harold Bloom,  que si la poesía no podía sanar la violencia organizada de la sociedad, al menos podía realizar la tarea de sanar al yo; y George Steiner añadía que el canto y la música son simultáneamente, la más carnal y la más espiritual de las realidades porque aúnan alma y diafragma y pueden, desde sus primeras notas, sumir al oyente en la desolación o transportarlo hasta el éxtasis, ya que la voz que canta es capaz de destruir o de curar la psique con su cadencia. Por su parte, Johann Wolfgang von Goethe afirmaba que cada día un hombre debe oír un poco de música, leer una buena poesía, contemplar un cuadro hermoso y si es posible, decir algunas palabras sensatas, a fin de que los cuidados mundanos no puedan borrar el sentido de la belleza que Dios ha implantado en el alma humana. 

Subo hoy al blog al poeta José María Quiroga Pla y su poema "Soñando voy, España...", al compositor Guiseppe Verdi y su aria "La donna e mobile" de la ópera Rigoletto, y al pintor Angelo Bronzino y su cuadro "El triunfo de Venus".



El poeta José María Quiroga Plá


José María Quiroga Pla (1902-1955) fue un poeta, ensayista, escritor, periodista y traductor, perteneciente a la Generación del 27. Sus inicios como poeta aparecen ligados al ultraísmo, colabora en numerosas revistas literarias y participa en el número extraordinario de la revista Litoral dedicado a Góngora. Amigo íntimo del también poeta Pedro Salinas, colaboró con él en la primera traducción al español de "En busca del tiempo perdido", de Marcel Proust. Ocupó diversos cargos al servicio de la República y al término de la guerra civil se exilia en Francia y más tarde en Suiza, donde muere. Fue secretario personal de Miguel de Unamuno, con una de cuyas hijas estuvo casado. Les dejo con su poema.


SOÑANDO VOY, ESPAÑA...

Soñando, España, voy con tus caminos
en mi vagar, al Sena paralelo;
soñando con tu claro y alto cielo,
con tierras de encinar, montes de pinos,

trigueros llanos, viñas y olivares;
que en pan, aceite y vino y campo, al viento
especies vivas de tu esencia, siento
írseme el bien de los perdidos lares.

Soñándolo y soñándote distraigo
del hoy de hieles y el mañana incierto
el corazón y el pensamiento míos;

de tu recuerdo en el regazo caigo,
y en él me empuja de esperanza a puerto
la dulce agua batida de tus ríos.








Giuseppe Verdi (1813-1901) fue un compositor romántico italiano de ópera del siglo XIX, el más notable e influyente compositor de ópera italiana y puente entre el bel canto de Rossini, Bellini y Donizetti y la corriente del verismo de Puccini. Fue autor de algunos de los títulos más populares del repertorio lírico, como los que componen su trilogía popular o romántica: Rigoletto, Il trovatore y La traviata y las obras maestras de la madurez como Don Carlos, Aida, Otello y Falstaff. 

Rigoletto es una ópera en tres actos con música de Giuseppe Verdi y libreto en italiano de Francesco Maria Piave, basado en la obra teatral Le roi s'amuse, de Víctor Hugo. Estrenada el 11 de marzo de 1851 en el teatro La Fenice de Venecia, forma junto con El trovador y La traviata (ambas de 1853), la trilogía popular operística que compuso Verdi a mediados de su carrera. Se trata de un drama de pasión, engaño, amor filial y venganza que tiene como protagonista a Rigoletto, el bufón jorobado de la corte del Ducado de Mantua.

Desde este enlace pueden disfrutar de su famosísima aria "La donna e mobile" interpretada en 1994 en la ópera de Los Ángeles por los tenores José Carreras, Plácido Domingo y Luciano Pavarotti. Disfrútenla.



Fotograma de una representación de Rigoletto


Angelo Bronzino, más conocido como Bronzino (1503-1572) fue un pintor italiano áulico, uno de los más destacados representantes del manierismo más refinado, maduro e intelectual. La mayor parte de sus pinturas son retratos de grandes literatos y de integrantes de la familia de los Médicis o de allegados a ésta, por ejemplo de la hermosa Leonor Álvarez de Toledo, hija del virrey de Nápoles y enlazada matrimonialmente con los Médicis. Los retratos, la mayoría en estilo cortesano, llevan un cuidado tratamiento de las vestimentas y joyas, con colores fríos.

Su "Alegoría del triunfo de Venus" fue realizada etre los años 1540 a 1550, en la corte del duque Cosme I de Médici. Tiene una dimensión de 146 x 116 cm y se exhibe en la National Gallery de Londres desde 1860. Es una composición manierista, por su artificialidad y oposición al naturalismo y a los principios de belleza clásica defendidos durante el Alto Renacimiento. En él se representa a Venus sosteniendo la manzana de la discordia en su mano izquierda, y girando su cabeza para dar un beso a Cupido. El tema central de la pintura es el erotismo o el amor prohibido, que acompañado por la envidia y los celos producen consecuencias trágicas.​



El triunfo de Venus, de Bronzino



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es viernes, 13 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...




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jueves, 12 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Sin besos ni abrazos



Ilustración de Sara Morante para Impedimenta


"En Los diarios de Adán y Eva, -comenta en el A vuelapluma de hoy ["Vivir sin besos". El País, 6/3/20] la escritora Berna González Harbour- un delicioso relato de Mark Twain que hoy no resistiría la prueba del algodón de la corrección política, Adán se adapta tan bien a la expulsión del paraíso que encuentra rápidamente el lado práctico a ese nuevo mundo donde se ha de convivir con la muerte: “Nos hicimos con varias pieles de los animales muertos. Le pedí (a Eva) que los cosiera, a fin de tener unos trajes adecuados para las ocasiones públicas. He de admitir que ella me hace mucha compañía. Dice que a partir de ahora debemos trabajar para ganarnos la vida, pues así está mandado. En esto ella me será útil, pues el encargado de dirigirlo todo seré yo”.

Así es como Adán, expulsado del Edén por tomar del fruto de Eva, se hace jefe de este universo que nosotros hemos heredado en una obra tan ingeniosa que nos sirve para actualizar los símbolos de nuestro tiempo.

Y no vamos a circular desde aquí hacia el debate feminista que las amazónicas nos han puesto tan fácil, no, sino al de la carnalidad. El pecado, el contacto, la manzana prohibida que ofreció la serpiente a Eva, y esta a Adán, truncó el paraíso y abrió la puerta a un mundo de muerte y enfermedades que en esencia ensuciaba la vida sin carnalidad del jardín del Edén.

Estos días, parece que todo nos redirige a ese falso universo en el que el pecado está excluido: no podemos tocarnos, besarnos o tratarnos a menos de un metro de distancia. Las reuniones son virtuales, se cancelan ferias del libro, del móvil, congresos o hasta el estreno de James Bond. Muchos partidos serán sin público. Un ministro alemán le niega la mano a Merkel, el papa Francisco cancela audiencias mientras el mundo teme por su tos y la Iglesia anula los apretones de mano al dar la paz. La cultura del roce que tanto nos gusta, que tanto necesitamos y que hemos aprendido a desarrollar de tantas formas posibles, se tambalea para dar paso a un paraíso muy distinto del Edén, y es el de los besos por emoticono, las relaciones virtuales, la victoria de la tecnología y la vida sin reuniones. El derecho a roce ha muerto. China reivindica su capacidad de control facial de la población -que tanto nos asusta a los que aún creemos en la libertad- como un enorme instrumento contra el virus, y las redes celebran que las relaciones que favorecen no nos pueden contaminar.

Pero no salimos ganando en este nuevo paraíso sin pecado concebido. Muchos queremos abrazar, queremos besar, queremos contaminarnos de afecto y eso era lo bueno de este mundo imperfecto,  donde se puede morir pero también amar. Y acataremos los protocolos como Dios manda, claro que sí, pero recordaremos la frase que Mark Twain coloca en la tumba de Eva: “Dondequiera que ella estuviera, allí se hallaba el Paraíso. Adán”. Pues eso".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[ARCHIVO DEL BLOG] Falsos mitos (Publicada el 1 de septiembre de 2009)




La diosa Clío, musa de la Historia



Hay mitos y mitos. Destruir los falsos mitos, los que se construyen sobre datos erróneos, tergiversados, mal intepretados o lisa y llanamente inventados o prefabricados con alevosía y premeditación, es labor primordial de los historiadores.

Entre mis libros de cabecera hay uno, "Lecciones sobre la filosofía de la historia universal", de G.W.F. Hegel (1770-1831), al que le profeso especial estima. Lo tengo en dos ediciones, una de la Biblioteca Universal-Círculo de Lectores (Madrid, 1996) y otra de Alianza Universidad (Madrid, 1980).

Es en esta última en la que figura un extenso y clarificador prólogo del filósofo José Ortega y Gasset (1883-1955) en el que hay una frase que contrapone la labor del "filósofo" a la del "historiador". No me me resisto a reseñarla: "Tener 'ideas' es cosa para los filósofos. El historiador debe huir de ellas. La idea histórica es la certificación de un hecho o la comprensión de su influjo sobre otros hechos. Nada más, nada menos".

Hoy, uno de septiembre, se cumplen 70 años justos de la entrada de los ejércitos alemanes en Polonia, y con ello del inicio de la II Guerra Mundial. El historiador Ángel Viñas dedica hoy en El País a la efemérides un documentado artículo titulado "Un tiempo de sangre y fuego" en el que desmonta algunos falsos mitos, entre ellos, el existente sobre el pacto Stalin-Hitler que para algunos fue el paso previo necesario para la invasión, pero también sobre otros antecedentes que tuvieron como escenario la guerra civil española de 1936-1939. Espero que les resulte interesante. HArendt




1 de septiembre de 1939. Los alemanes invaden Polonia



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[SONRÍA, POR FAVOR] Es jueves, 12 de marzo




El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Tengo un peculiar sentido del humor que aprecia la sonrisa ajena más que la propia, por lo que, identificado con la definición de la Real Academia antes citada iré subiendo cada día al blog las viñetas de mis dibujantes favoritos en la prensa española. Y si repito alguna por despiste, mis disculpas sinceras, pero pueden sonreír igual...

















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miércoles, 11 de marzo de 2020

[A VUELPLUMA] Dolor



Estatua del centauro Quirón (Zaragoza, España)


"La primera vez que entraste -comienza diciendo en el A vuelapluma de hoy ["El eclipse del dolor". El País Semanal, 1/3/20] la escritora Irene Vallejo- supiste que no lo olvidarías. La puerta se abrió a una jungla eléctrica con sus lianas de cables. Como animales encaramados en ramas, los monitores lanzaban alarmas agudas y parpadeaban. Los bebés —pequeñísimos— descansaban en incubadoras de plástico, cerradas y cableadas. Esos niños diminutos te parecieron orquídeas rojas en la selva de la UCI neonatal. Y no lo has olvidado.

Te acostumbraste al universo de batas verdes, zuecos y sábanas con ribete azul. Supiste de la angustia de esperar al equipo médico y te familiarizaste con el ajetreo de los turnos. Donde está la cuna de tu niño, está tu casa. Junto a K, viviste en el hospital público. Os instruyeron en los secretos del lavado antiséptico de las manos, aspiraste el olor a desinfectante. Dejaste transcurrir mañanas enteras con los ojos fijos en la pared mientras el pequeño dormía, misteriosamente, entre los pitidos que os taladraban los oídos. Tu hijo conoció la sonda nasogástrica antes que el chupete, los palos de gotero antes que los árboles, la anestesia antes que la luna. Pero superó el peligro, y todas las noches estrelladas y todos los bosques de su vida futura son el regalo de aquellos profesionales y de aquellas máquinas de aspecto hostil. Has visto con tus propios ojos la alianza de medios humanos, científicos y tecnológicos para salvar las vidas, minúsculas y frágiles, de niños ricos o pobres. La decisión colectiva de no abandonar a nadie. Y no vas a olvidarlo.

Esperando frente a los ascensores, dejabas viajar la mente y pensabas en otras plantas del hospital y en los dormitorios de la ciudad, los suburbios y los pueblos, donde los médicos trabajan en la otra frontera, intentando aliviar a quien no sanará. “Paliativo” viene del latín palla, el manto de las mujeres. Es la metáfora de los cuidados que abrigan de la intemperie del dolor, el acompañamiento que hace llevadera la ruta hasta la línea de sombra. En un mundo que esconde la muerte y niega la agonía, estas balsámicas caravanas procuran que nadie atraviese en soledad los desiertos sin retorno.

A veces, en ciertos rincones del hospital, encontrabas el sufrimiento sin remedio. Entonces recordabas el mito griego donde, por vez primera, alguien pide ayuda para morir, angustiado por un dolor insoportable. Quirón era un centauro sabio, experto en plantas curativas. Un día desgraciado le hirió la rodilla una flecha empapada en veneno letal. El centauro se retiró aullando; era semidivino, y el don de la vida eterna se volvió una terrible carga. Torturado por su herida incurable, suplicó compasión a los dioses. Tan solo se apiadó de él un mortal, Prometeo, que a su vez sufría un tormento que le roía el hígado. Al ceder su inmortalidad al amigo luchador, Quirón se liberó por fin y ascendió al cielo como la constelación Sagitario. El titán Prometeo y Quirón representan dos formas de afrontar el dolor cuando no hay esperanza de curación o posibilidad de alivio: soportar o elegir dejar de sufrir. En situaciones terminales y extremas, ¿dónde está la frontera entre prolongar la vida y alargar la muerte? ¿Qué ofrecemos a quienes no quieren vivir enjaulados en el dolor? ¿Solo puede haber una respuesta —la misma— para Quirones y Prometeos?

Una noche de verano, montáis al niño en el coche para estar a solas con las estrellas. En vuestra vida, el titilar de los astros ha sustituido al parpadeo de los monitores, y los grillos de las vacaciones ya no te recuerdan la estridencia de las alarmas. Cuando llegáis a campo abierto, aparcáis en un costado de la oscuridad. Buscas la constelación de Sagitario, junto a la Vía Láctea, pero nunca aprendiste el mapa de las estrellas y te pierdes en la pradera de luces. Ignoras dónde, pero en algún lugar del neón celeste brilla el icono del centauro dulce que se rebeló contra su inmortalidad incurable. Según la leyenda, el combativo Prometeo fue capaz de resistir a toda costa, pero acudió al grito de su amigo devorado por una herida sin alivio. No abandonar a nadie, piensas, significa escuchar a todos: orquídeas, centauros y titanes".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





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[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Hoy, con "El eunuco", de Terencio



Fotograma de una representación actual de El eunuco


Continúo con esta entrada la sección dedicada a las obras de autores grecolatinos, subiendo al blog la comedia titulada El Eunuco, de Terencio. La pueden leer en el enlace inmediatamente anterior, y ver una representación de la misma por el Clípeo Teatro en este vídeo  de diciembre de 2017.  

Publio Terencio Afro fue un autor de comedias durante la República romana. Se desconoce la fecha exacta de su nacimiento, aunque Suetonio menciona que murió en 159 a. C. a la edad de treinta y cinco años. Sus comedias se estrenaron entre 170 y 160 a. C. A lo largo de su vida escribió seis obras, todas conservadas. En comparación, su predecesor Plauto escribió alrededor de ciento treinta obras. Las obras de Terencio utilizan un escenario griego pues las convenciones de la época impedían que los sucesos 'frívolos' tuvieran lugar en Roma. Terencio trabajó concienzudamente para escribir en un latín conversacional, y la mayor parte de los estudiosos consideran que su estilo en latín es particularmente agradable y directo. 

El original latino no indica dónde se localiza la acción de El eunuco, pero gracias a los diálogos, es fácil deducir la ubicación: la trama se desarrollaría en una calle de Atenas, entre las casas de Fedria y Querea (a la izquierda), la de Tais (en el centro) y la de Trasón (a la derecha). La obra comienza con un prólogo en el que Terencio se defiende de las críticas recibidas por plagio y falta de originalidad. Dejando a un lado el prólogo y centrándonos propiamente en la trama, debemos señalar que la protagonista de la obra es Tais, una joven cortesana de la que están enamorados dos personajes, un joven de nombre Fedria y un militar llamado Trasón. El primero le regala a Tais un eunuco feo y viejo, mientras que el segundo le ofrece una bella esclava de dieciséis años, Pánfila. Querea, el hermano de Fedria, se enamora de Pánfila y, haciéndose pasar por el viejo eunuco, se introduce subrepticiamente en casa de Tais, para abusar de ella. Posteriormente, Querea le contará a Antifón lo que ha hecho con Pánfila y cómo se ha aprovechado de su sueño para violarla, en lo que constituye una de las páginas más eróticas del teatro latino. El caso es especialmente grave, por cuanto Pánfila no es una esclava, sino una muchacha libre a la que Tais piensa devolver a sus padres. Sin embargo, como es habitual en el género, al final todo se solucionará y se llegará a un desenlace feliz, gracias a la boda de Querea con Pánfila. Mientras tanto, Tais se reconciliará con Fedria.





La diosa Talía, musa del teatro



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