domingo, 4 de marzo de 2018

[TRIBUNA DE PRENSA] Lo mejor de la semana. Marzo, 2018 (I)






Dicen que elegir es descartar. Estoy de acuerdo, y asumo la responsabilidad que me quepa por mi elección. Aquí les dejo los Tribuna de prensa que durante la pasada semana he ido subiendo a Desde el trópico de Cáncer. Tres, como máximo, cada día. Como dijo Hannah Arendt espero que les inviten a pensar para comprender y comprender para actuar. La vida, a fin de cuentas, no va de otra cosa que de eso. Se los recomiendo encarecidamente. Creo que merecen la pena. Son estos:



DOMINGO, 25 DE FEBRERO
De nuevo, el ridículo, por Elvira Lindo
Lo que sabe Zapatero, por Moisés Naím
Le llamó hijo de p..., por Álex Grijelmo

LUNES, 26 DE FEBRERO
La ley de Tocqueville, por Jorge del Palacio
Proletariado emocional, por Joaquín Estefanía
La parálisis, por Antonio Navalón

MARTES, 27 DE FEBRERO
Fariseos, por Félix de Azúa
El contexto, por David Trueba
La libertad del arte, por Juan Luis Cebrián

MIÉRCOLES, 28 DE FEBRERO
Un cementerio de cinco estrellas, por Fernando Aramburu
Desfachatez intelectual, por Fernando Palmero
Barrer, por Leila Guerriero

JUEVES, 1 DE MARZO
Sombras y (algunas) luces, por Jesús Lizcano y Manuel Villoria

VIERNES, 2 DE MARZO
Perdedores, por Jorge Galindo
Comisionado, por Jorge M. Reverte
Represión, por Juan José Millás

SÁBADO, 3 DE MARZO
La cena, por Julio Llamazares
Peligrosa inmunidad, por Máriam Martínez-Bascuñán


Y desde los enlaces de más abajo pueden acceder a algunos de los diarios y revistas más relevantes de España y del mundo, actualizados continuamente. Espero que los disfruten:

The Washington Post (EUA)
El País (España)
Le Monde (Francia)
The New York Times (EUA)
The Times (Gran Bretaña)
Le Nouvel Observateur (Francia)
Chicago Tribune (EUA)
El Mundo (España)
La Vanguardia (España)
Los Angeles Times (EUA)
Canarias7 (España)
El Universal (México)
Clarín (Argentina)
L'Osservatore Romano (Vaticano)
La Voz de Galicia (España)
NRC (Países Bajos)
La Stampa (Italia)
Frankfurter Allgemeine Zeitung (Alemania)
Le Figaro (Francia)
Tages Anzeiger (Suiza)
Komsomolskaya Pravda (Rusia)
Excelsior (México)
Die Welt (Alemania)
El Nuevo Herald (EUA)
Revista de Libros (España)
Letras Libres (España)
Claves de Razón Práctica (España)
Cuadernos para el diálogo (España)
Litoral (España)
Jot Down (España)
Real Instituto Elcano (España)
Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (España)
Der Spiegel (Alemania)
The New Yorker (EUA)
Política Exterior (España)
Cidob (España)
Concilium (España)
Le Monde Diplomatique (Francia)
Le Nouvel Afrique (Bélgica)
Time (EUA)
Life (EUA)
Revista Española de Ciencia Política (España)
Cambio16 (España)
Jeune Afrique (Francia)
Tiempo (España)
Historia y Política (España)
Newsweek (Estados Unidos)
Nature (Estados Unidos)
Historia National Geographic (España)
Paris Match (Francia)
Instituto Nacional de Estadística (España)

España en el mundo

365 días en alertas
2017, el año del desencuentro
Las mejores fotografías de 2017
Lo que pensamos de Europa
Las mejores fotografías científicas del año

Y como siempre, para terminar, las mejores fotos de la semana.





La hora de la oración (Monasterio budista de Pathum Thani, Tailandia)



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy domingo, 4 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: vámonos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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sábado, 3 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] La España de las autonomías





La crisis catalana ha hecho tambalearse la creencia de que el Estado de las autonomías había adquirido, más o menos, su forma definitiva. Pero lejos de romper con el sistema hay que aprovechar que la Constitución es reformable, escribe en El País Álvaro Delgado-Gal, físico, filósofo, profesor de Lógica y Filosofía del Lenguaje en la Universidad Complutense de Madrid, y director de Revista de Libros.

La gran crisis catalana ha tenido sobre la nación dos efectos, manifiesto el primero y menos visible y tal vez más importante el segundo, comienza diciendo. No es cuestión baladí, desde luego, que la mitad de la clase política se haya amotinado en una de las regiones más pobladas de España y la cuarta en renta per cápita. Sin embargo, hay más, mucho más. El espasmo secesionista catalán ha conmovido la creencia de que el Estado autonómico había adquirido su hechura definitiva, punto arriba, punto abajo. Esta idea encerraba un aspecto moral y otro ejecutivo: se entendía que los poderes locales proclives al nacionalismo estaban siendo capaces de conciliar su sesgo ideológico con una lealtad suficiente al país en su conjunto, y que no entrañaba riesgos grandes darle hilo a la cometa. Pero la hipótesis ha decaído, como la fe en la medicina homeopática o la invulnerabilidad de la línea Maginot. Un balance muy rápido de lo que en este momento se piensa y no siempre se dice, incluiría por lo menos los puntos siguientes: uno, que la vigencia de la ley en Cataluña comenzó a debilitarse a partir de 1984, cuando se renunció a pedir responsabilidades a Jordi Pujol en todo lo atinente a la quiebra de Banca Catalana; dos, que la inhibición prolongada del Estado indujo la aparición en aquella comunidad de fueros o jurisdicciones informales y no controlables; tres, que consecuencia y, a la vez, condición sine qua nonde todo esto, fue una desnaturalización de la Constitución; cuatro, que el comportamiento de los grandes partidos nacionales fue equívoco, por cuanto inspirado, no ya en un principio de prudencia, sino en la necesidad en que cada uno se veía de completar mayorías parlamentarias en oposición al otro; cinco, que la única alternativa para hacer compatible la pugna partidaria con la imposición de la ley en todo el territorio, a saber, un acuerdo sobre mínimos en los extremos que más afectan a la integridad del Estado, no se adoptó finalmente, o por sectarismo o por inadvertencia o por las dos cosas a un tiempo.

Resultaría enormemente injusto extraer de este diagnóstico una interpretación integral de los años que nos separan del 78. Ahora bien, la ecuanimidad, exigible en los libros de historia, rara vez contagia a la historia misma, y no excluyo grandes sustos y accidentes en los años venideros. En lo referente a las causas mediatas o inmediatas del gran drama del uno de octubre de 2017 (drama en un sentido teatral, amén de histórico), caben conjeturas diversas. Es posible afirmar, no sin fundamento, que el proceso de desarticulación nacional estaba muy avanzado, y que por algún sitio tenía que saltar la liebre; o también que entraba dentro de lo esperable que el envión penal contra la familia Pujol fuera interpretado por círculos convergentes como una ruptura del pacto implícito que hasta ese momento había regido las relaciones entre Madrid y el nacionalismo catalán. En realidad, los dos argumentos son complementarios. El primero, no obstante, ofrece al análisis más ángulos que el segundo. Conforme se desleía el Estado, la política se iba adaptando a esa mengua o disminución, complicada de sobrellevar aunque, en apariencia, no letal. La resulta ha sido una mutación en bloc de las autonomías, de los partidos y de las expectativas asociadas a los mandatos constitucionales. Más a hurtadillas que de manera explícita, y más por vía práctica que enunciativa, se ingresó en usos de gobierno crecientemente alejados de lo previsto en el 78.

La deriva, proyectada en un horizonte virtual, apuntaba hacia lo que Pedro Sánchez, en uno de sus momentos (momentos tan mudables y espantadizos, que se necesita cuaderno y lápiz para no hacerse un lío cuando se intenta situarlos en el calendario), ha denominado “nación de naciones”. En otras palabras, un arreglo confederal. Dado, sin embargo, que la confederación no es viable, por razones que estimo innecesario enumerar aquí, nos encontramos con que el proceso ha terminado por ser, más que de recolocación, de descomposición, tanto en lo que toca a la estructura estatal, como a las conductas que deberían protegerla. Los compromisos, los reflejos, las inercias acumuladas durante decenios se han convertido en un obstáculo para que se intente lo que no se puede dejar de intentar, esto es, una reconducción del Estado autonómico y la inauguración de modos políticos menos atentatorios contra la estabilidad nacional.

Se comprueba lo apurado del caso observando el revuelo reciente sobre la aplicación del cupo vasco. Ciudadanos la ha denunciado como insolidaria y poco democrática. Absolutamente nadie puede poner en duda que es insolidaria y poco democrática. No se comprende que la segunda comunidad española en renta per cápita no transfiera recursos y pueda, gracias a esta singularidad, invertir en dinero público por habitante una cantidad que dobla a la media nacional. Pese a ello, muchos han acusado a Ciudadanos de demagógico, me temo que no siempre de mala fe. En efecto, la libertad de maniobra, en los tiempos que corren, es muy estrecha, sobre todo si se asume el punto de vista de un profesional de la política. Forzar la equidad en el País Vasco obligaría a vencer la voluntad de las filiales populares y socialistas en aquella región, produciría un enfrentamiento con el PNV y, punto más interesante aún, exigiría medidas cuyo alcance no es previsible y que podrían conducir, en virtud de una lógica intrínseca, a revisar el juego de flujos, prestaciones y contraprestaciones que en la interfaz autonómica (no sola catalana o vasca sino igualmente andaluza, manchega, gallega o castellanoleonesa) gobierna la captación de recursos y habilita a los grandes partidos nacionales para proveer cargos y poner orden en sus filas. El argumento de que el encaje de Cataluña será imposible mientras esta siga sufriendo un agravio fiscal comparativo, y de que el empate por lo alto tampoco es hacedero, puesto que la extensión del privilegio haría que el Estado fuera infinanciable, remite a tiempos y plazos que se perciben como remotos y por ende políticamente no operativos. La resulta es una suerte de parálisis, o, peor, de multiplicación de movimientos que mutuamente se contradicen. Lo evidencia la actitud esquizofrénica del PSOE, favorable en Cataluña a políticas no redistributivas, y en Andalucía a la redistribución en nombre, no de la igualdad de todos los españoles, sino de derechos regionales que se envuelven en una retórica de acento localista y fugas seudonacionalistas.

Por ahí irá perdiendo fuerza el sistema actual. Y por otros rotos y descosidos que el lector no tendrá dificultad en imaginar. Cada cierto tiempo, y ha transcurrido bastante, el tinglado partidario se desgasta, y se precisa algo más que cataplasmas y composturas para que continúe funcionando. Por fortuna, no se adivinan alternativas a la democracia del 78 ni nadie piensa seriamente en salirse de la Unión Europea, salvo algunos radicales y los independentistas, los cuales, bien mirado, tampoco quieren salirse de la Unión Europea. Y tenemos una Constitución, y, por tanto, la oportunidad de reformarla. Ya vendrá la buena. Paciencia y barajar.



Dibujo de Eva Vázquez para El País



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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[CUENTOS PARA LA EDAD ADULTA] Hoy, con "Ajedrez", de Kjell Askildsen





El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Desde hace unos meses vengo trayendo al blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros.

Continúo hoy la serie de Cuentos para la edad adulta con el titulado Ajedrez, de Kjell Askildsen (1929), escritor noruego, considerado uno de los grandes maestros actuales del relato breve. Su primer libro, Desde ahora te acompañaré a casa, publicado en 1953 fue aclamado por la crítica, y al tiempo prohibido por «inmoral» en la biblioteca pública de su ciudad natal, debido a su alto contenido sexual. Askildsen es un escritor reconocido mundialmente y traducido a cerca de veinte idiomas. Les dejo con su relato:



AJEDREZ
por
Kjell Askildsen


El mundo ya no es lo que era. Ahora, por ejemplo, se vive más tiempo. Yo tengo ochenta y muchos, y es poco. Estoy demasiado sano, aunque no tenga razones para estar tan sano. Pero la vida no quiere desprenderse de mí. El que no tiene nada por qué vivir tampoco tiene nada por qué morir.

Tal vez sea ese el motivo.

Un día hace mucho, antes de que mis piernas empezaran a flaquear seriamente, fui a visitar a mi hermano. No lo había visto desde hacía más de tres años, pero seguía viviendo donde fui a visitarlo la última vez.

-Sigues vivo -dijo, aunque él era mayor que yo.

Me había llevado un bocadillo y él me ofreció un vaso de agua.

-La vida es dura -dijo-, no hay quién la aguante.

Yo estaba comiendo y no contesté. No había ido allí a discutir. Acabé el bocadillo y me bebí el agua. Mi hermano miraba fijamente hacia algún punto situado por encima de mi cabeza. Si me hubiera levantado y él no hubiese desviado la mirada antes, se habría quedado mirándome directamente, pero sin duda la habría desviado. Mi hermano no se encontraba a gusto conmigo. O dicho de otro modo, no se encontraba a gusto consigo mismo cuando estaba conmigo. Creo que tenía mala conciencia o, al menos, no buena. Escribió una veintena de novelas muy largas. Yo solo he escrito unas pocas, que además son breves. A él se le considera un escritor bastante bueno, aunque un poco obsceno. Escribe mucho sobre el amor, sobre todo el amor físico, no pregunto dónde lo habrá aprendido.

Mi hermano seguía con la mirada clavada en algún punto situado por encima de mi cabeza, supongo que se sentía en su derecho por las veinte novelas que tenía en sus nalgas fofas. Me estaban entrando ganas de largarme sin decirle el motivo de mi visita, pero pensé que después de la caminata que me había dado sería de tontos, así que le pregunté si le apetecía jugar una partida de ajedrez.

-Eso lleva mucho tiempo -dijo-, y yo ya no tengo mucho tiempo que perder. Podrías haber venido antes.

Debí levantarme y largarme en ese momento, se lo habría merecido, pero soy demasiado cortés y considerado, esa es mi gran debilidad, o una de ellas.

-No lleva más de una hora -dije.

-La partida sí -contestó-, pero a eso habría que añadir la excitación posterior o el cabreo si la perdiera. Mi corazón, sabes, ya no es lo que era. Y el tuyo tampoco, supongo.

No contesté, no tenía ganas de discutir con él sobre mi corazón, así que dije:

-De modo que tienes miedo a morir. Vaya, vaya.

-Tonterías. Lo que pasa es que mi obra aún no está concluida.

Así de pretencioso estuvo, me entraron ganas de vomitar. Yo había dejado el bastón en el suelo, y me agaché a recogerlo, quería que dejara de presumir.

-Cuando morimos, al menos dejamos de contradecirnos -dije, aunque no esperaba que entendiera el sentido de mis palabras. Pero él era demasiado soberbio para preguntar.

-No ha sido mi intención herirte -dijo.

-¿Herirme? -contesté levantando la voz. Era razonable que me irritara-. Me importa un bledo lo poco que he escrito y lo poco que no he escrito.

Me puse de pie y le solté un discurso:

-Cada hora que pasa, el mundo se libra de miles de tontos. Piénsalo. ¿Te has parado alguna vez a pensar en la cantidad de estupidez almacenada que desaparece en el transcurso de un día? Imagínate todos los cerebros que dejan de funcionar, pues es ahí donde se almacena la estupidez. Y sin embargo, todavía queda mucha estupidez, porque algunos la han perpetuado en libros, y así se mantiene viva. Mientras la gente siga leyendo novelas, ciertas novelas de las que tanto abundan, la estupidez seguirá existiendo.

Y añadí, un poco vagamente, lo confieso:

-Por eso he venido a jugar una partida de ajedrez.

Permaneció callado un buen rato, hasta que hice ademán de marcharme, entonces dijo:

-Demasiadas palabras para tan poca cosa. Pero les sacaré partido, las pondré en boca de algún ignorante.

Exactamente así era mi hermano. Por cierto, murió ese mismo día, y no es improbable que me llevara sus últimas palabras, pues me marché sin contestarle, y eso no debió de gustarle nada. Quería tener la última palabra y la tuvo, aunque supongo que habría querido decir algo más. Cuando recuerdo lo que se irritó, me viene a la memoria que los chinos tienen un símbolo en su grafía que representa la muerte por agotamiento en el acto sexual.

Al fin y al cabo éramos hermanos.

FIN






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[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy sábado, 3 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas. 





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viernes, 2 de marzo de 2018

[HUMOR EN CÁPSULAS] Para hoy viernes, 2 de marzo





El Diccionario de la lengua española define humorismo como el modo de presentar, enjuiciar o comentar la realidad resaltando el lado cómico, risueño o ridículo de las cosas. Pero también como la actividad profesional que busca la diversión del público mediante chistes, imitaciones, parodias u otros medios. Yo no soy humorista, así que me quedo con la primera acepción.

En la medida de lo posible iré subiendo al blog cada día las viñetas de mis dibujantes favoritos en Canarias7, El Mundo, El País y La Provincia-Diario de Las Palmas. Disfruten de ellas.





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jueves, 1 de marzo de 2018

[A VUELAPLUMA] El valor de uso del lenguaje





Me cuesta confesarlo (porque habrá quien diga que no merezco el salario que se me paga) pero mi trabajo es fácil, escribe en El Mundo Felipe Fernández Armesto, historiador y catedrático de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EEUU). Mis alumnos de la Universidad de Notre Dame, comienza diciendo, son hábiles y bien dispuestos, y colaboran con responsabilidad y hasta con entusiasmo en su propia educación. 

Dominan lecturas extensas y aprenden enormes cantidades de datos sin reparos. El único problema que tengo es que llegan a la universidad sin saber manejar el lexicón. El lenguaje es un arma brillante que debe empuñarse con confianza y blandirse con audacia, lo que exige al que se defiende con palabras la misma destreza que a uno que se defiende con la violencia, pero en este caso, con un conocimiento perfecto de cada palabra, de su significado normal, de sus perspectivas de convertirse en metáfora, y de lo que la distingue de otras palabras semejantes. Si mis estudiantes se equivocan, no es por falta de inteligencia, sino por la influencia funesta de la sociedad que les rodea. 

La vida política y el equilibrio social vienen amenazadas por falta de claridad en el uso del lenguaje. En el aula, los mal entendidos más frecuentes son por el uso de las palabras «factor» - que quiere decir algo que determina un resultado ineludible, pero que a menudo se emplea erróneamente para expresar lo que realmente es una simple influencia o condición- y «evolución», que es un proceso científico que lleva hacia un destino predecible o progresivo. En el contexto social, el vocabulario más confuso es el relativo al término «sexo». Sexo es una cosa, y género otra. Una persona que quiere cambiar los términos con los que se define a sí misma, sustituyendo a los masculinos por los femeninos o al revés, queda dentro de su sexo natural y objetivo, sin tener ningún derecho a abandonar las responsabilidades que le corresponden. Un semental puede ser femenino sin dejar de ser macho si nos referimos a él, por ejemplo, como a una bestia. «Una persona» es femenina, pero puede ser hembra o varón. Una mujer puede ser simultáneamente un detective masculino, digamos, y una esposa femenina. 

Es por olvidar o desconocer tales distinciones que en EEUU hemos terminado enredados en controversias ridículas sobre si un hombre que se califica de femenino debe usar los baños de mujeres. Por supuesto, debido a la destreza de la cirugía moderna, podemos cambiar incluso de sexo -lo que es más que un cambio de género y conlleva una orientación nueva-. No lo recomiendo en absoluto, porque conozco casos que han acabado mal sin aportar felicidad, ni fortuna, y espero de todas formas que una persona transexual tenga la humildad de darse cuenta de que ella no es ni típica ni representativa de su nuevo sexo. Pero si a alguien le atrae la idea de someterse a las operaciones precisas y en principio poco apetecibles, no tengo la menor duda en reconocer la transformación y acordar con él, con cortesía y respeto, el trato correspondiente. Si hubiésemos mantenido el valor real de las palabras no hubiéramos abordado el debate absurdo que ahora estamos sufriendo en Reino Unido sobre quiénes pueden admitirse en los puestos y privilegios propios de cada sexo. Los cambios de moda en la vida sexual han dado lugar a mal entendidos inquietantes que son peligrosos para los hombres acusados -a veces injustamente- de ofensas graves contra la libertad e integridad personal de mujeres. Hay que insistir en el hecho de que «violación» no quiere decir «seducción posteriormente arrepentida». Un piropo puede ser de mal gusto pero, a menos que no se diga para insultar ni ofender, no es acoso sexual. Las proposiciones sexuales, si los que las lanzan admiten el rechazo sincero sin recelo, son parte de las relaciones normales entre los sexos. El derecho de las mujeres al rechazo puramente ritual también es sagrado. Es por falta de sentido crítico que en EEUU la canción popular de Frank Loessing de 1944, Baby, Its Cold Outside, en la que se trata de la colaboración entre seductor y seducida bajo el pretexto de que el tiempo frío exige que ésta se quede en el piso de aquél, está al punto de perderse del repertorio bajo un bombardeo de calumnias que la denuncian por inducir a violación. 

En política, es cada vez más evidente que vamos olvidando el significado de palabras clave como «democracia», «derecho» o «nación». Para ayudar a los que se dejan engañar por la retórica nacionalista, les ofrezco las mismas definiciones que suelo compartir en mi aula.

Nación: es un grupo que se califica de «nación», ni más ni menos. El término no tiene ningún valor objetivo. Hay buenos motivos para calificarse así -experiencias históricas (siempre que no sean míticas, que normalmente lo son), idioma común, tradiciones culturales peculiares- y otros malos: interés político, materia genética, supuestos rasgos físicos o mentales (que seguramente no existen y que suelen inventarse para excluir a minorías despreciadas), presunto espíritu u otra herencia metafísica y engañosa. El hecho de ser una nación no confiere ningún derecho a tener Estado ni instituciones propias; pensar lo contrario es nacionalismo -una doctrina decimonónica que persiste entre los desperdicios de una época de sangre y odios que debemos trascender-. Los catalanes, gallegos, bretones, escoceses... y españoles incluso somos naciones. Pero ¿qué más da? Nuestros futuros dependen de la capacidad de renunciar el nacionalismo y trabajar con nuestros vecinos y compadres históricos en marcos políticos cada vez más flexibles y consensuales.

Democracia: la democracia propiamente dicha es un sistema de Gobierno de acuerdo con la voluntad del pueblo, según un asesoramiento racional e imparcial -no de una parte, ni de un sector del pueblo, por grande y poderoso que sea-. No es la tiranía de la mayoría, ni mucho menos, en el caso catalán, la de una minoría de un 40 o 47%. Hay distintos métodos, todos imperfectos, de calcular la voluntad del pueblo; normalmente remitimos a las elecciones de representantes. Pero lo que importa es que el Gobierno respete e intente sinceramente incorporar los intereses y deseos de todos. Es por eso que la democracia auténtica se somete al mando de las leyes y constituciones para proteger las minorías. Socavar una constitución democrática o descartar leyes democráticamente promulgadas no es democracia, aunque sea por parte de un Gobierno democráticamente elegido, sino golpismo, demagogia, o despotismo. 

Derecho: un derecho es una capacidad o facultad inviolable, que se ejerce sin contraer responsabilidad ninguna. Los derechos no se conceden, ya que lo que se concede puede revocarse. Se justifican por una doctrina sencilla y práctica: si quiero que mis derechos se respeten, debo respetar los de los demás. De ahí surgen obligaciones mutuas, que no son parte ni precondición de los derechos, sino sus consecuencias. El derecho básico es el derecho a la vida, porque los demás derechos no le valen a un muerto y porque si queremos que no se nos aborte, ni ejecute, ni gasee, ni masacree, ni aplique la eutanasia cabe extender la misma cortesía a los que odiamos o menospreciamos. Solemos confundir derechos con privilegios o protecciones o bienes públicos o convenios bajo garantía. Se puede hablar, por ejemplo, de un derecho a educarse, pero no a educarse a costa de los conciudadanos. La enseñanza gratuita es un bien precioso y necesario, pero no es un derecho. La libertad de pensar o creer lo que nos dé la gana es inviolable y, por tanto, es un derecho. La libertad de decirlo en voz alta es condicional y la ejercemos sólo por acuerdo recíproco. Les droits de lhomme son distintos a los sedicientes droits du citoyen. Aquellos son derechos auténticos por ser universales; éstos son más bien privilegios acordados entre miembros de una comunidad concreta para excluir a los demás. ¿Existe un derecho a la autodeterminación de una comunidad política? Por supuesto que no: se trata de un principio de gran valor que conduce a la coexistencia pacífica de todos. Pero no puede ser un derecho por no poder ser inviolable. Un supuesto derecho a la autodeterminación catalana, por ejemplo, podía resultar incompatible con la autodeterminación de los españoles en su conjunto. Evidentemente ambas son comunidades políticas. Los demás españoles podrían permitírsela a cualquier grupo español, pero por pura magnanimidad, no por ser un derecho.


Dibujo de Sean Mackaoui para El Mundo



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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