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viernes, 10 de julio de 2015

[A vuelapluma] Lecciones de la crisis griega




Viñeta de El Roto (El País)



Me ha venido muy bien esta semana pasada de descanso forzoso por circunstancias familiares. No solo en lo personal, reanudando lazos entrañables que la distancia y el tiempo habían aflojado, sino en lo más íntimo, dándole importancia a lo que de verdad lo tiene y haciéndome ver que el mundo es como es, con toda su complejidad maravillosa, y no como a nosotros nos gustaría que fuera: simple, sencillo, directo, claro...

Esta digresión a vuela pluma de hoy, basada como todas las demás en opiniones de otros sobre las que reflexiono en el blog cada día con mayor o peor fortuna, va sobre la crisis griega que acaba de azotar los poco pétreos muros de la zona euro y de la propia Unión Europea, y sobre el papel que en ella han jugado algunos actores individuales. 

Vaya por delante, y para ahorrar tiempo e ilusiones a sus fans, que los tiene y muchos, que no me gusta el señor Tsipras; no como persona, que no juzgo, sino como político. Creo, sinceramente, que nos ha tomado el pelo a todos, pero sobre todo, a los griegos. Nada de una gran tragedia clásica a lo Sófocles, Esquilo o Eurípides. Más bien una comedia ligera a lo Aristófanes, que afortunadamente ha sido encarrilada, como no podía ser de otra manera, porque la crisis griega, a pesar del señor Tsipras, era la crisis de todos.

"Atenas acepta finalmente la propuesta que sus ciudadanos rechazaron en referéndum. Con apenas ligeros retoques. El Gobierno de Grecia envió la noche del jueves el plan con las medidas prioritarias para pactar el tercer y ansiado rescate con los acreedores, que está llamado a evitar la bancarrota y la salida del euro. Atenas acata prácticamente al 100% la última oferta europea —la rechazada en voto del pasado domingo—, y se compromete a hacer concesiones simbólicas, y circunscritas a las subidas de impuestos". Este es el comienzo de la noticia que hoy, viernes, reproducen todos los periódicos y cadenas de televisión del mundo mundial, como diría Manolito Gafotas. Y que nuestro viejo refranero carpetovetónico enfatizaría diciendo eso de "para ese viaje no hacían falta alforjas", señor Tsipras.

La primera andanada extrapolítica contra las maniobras del señor Tsipras vino hace escasos días de un controvertido, por lo audaz de sus diatribas, filósofo francés de origen sefardí, Bernard-Henry Lévy (1948): "No, amigos griegos, pese a lo que se oye por todas partes y a lo que pregonan en Francia esos que aconsejan pero nunca pagan, como los Le Pen y los Mélenchon, la votación del domingo [se refiere al referéndum celebrado en Grecia] no es unavictoria de la democracia. Primero porque la democracia, y vosotros lo sabéis mejor que nadie, es mediación, representación, delegación regulada de las voluntades y los intereses. No necesariamente un referéndum. O, si lo es, es solo excepcionalmente, cuando los representantes electos están contra las cuerdas, cuando han perdido la confianza de sus mandantes y los procedimientos normales han dejado de funcionar. ¿Acaso era este el caso? ¿El señor Tsipras estaba tan debilitado que no tuvo más remedio que descargar su responsabilidad sobre su pueblo y caer en esta democracia de excepción que es la democracia plebiscitaria? ¿Y qué ocurriría, dicho sea de paso, si cada vez que se enfrentan a una decisión que no tienen el valor de asumir, los socios de Grecia suspendieran las conversaciones y pidieran ocho días para que el pueblo zanjase la cuestión? A menudo se oye —y es cierto— que Europa es demasiado burocrática, demasiado lenta en sus decisiones, demasiado aparatosa. Lo menos que se puede decir es que si el método Tsipras, Dios no lo quiera, llegase a inspirar a un Gobierno estilo Podemos o similar, no remediaría esa deficiencia". Ni que decir tiene que apoyo todo el argumentario anterior sin fisuras, asumiendo las con buen talante las consecuencias personales que se me puedan derivar de ello por parte de mis buenos amigos, que los tengo, cercanos a las tesis y modos de Tsipras, versión hispánica.

La segunda en la boca, que dirían los creyentes, le ha venido al señor Tsipras de manos del ministro francés de Economía, Emmanuel Macron (1977), que aunque juega a toro pasado, le ha recordado al primer ministro griego que no todo vale en política. Macron es el ministro más joven del Gobierno francés y probablemente el más brillante, pero también el más controvertido. Los críticos de su partido, el socialista, le tachan de “liberal” por su ley para modernizar la economía, aprobada definitivamente este jueves por decreto. En esta entrevista, hecha en su despacho horas antes de partir de visita a España, afirma que él está para reformar, para influir en la “transformación ideológica” de la izquierda, modernizando la economía, dándole importancia a la justicia social. Como se vislumbra en la entrevista de más arriba, una recuperación de los ideales socialdemócratas: "El liberalismo político es un elemento de la izquierda. La izquierda es el partido de la emancipación y la libertad, en coordinación con la solidaridad. Si no, la izquierda se convierte en un partido conservador", dice en ella. 

Por último, las reflexiones siempre ajustadas del periodista de El País, Xavier Vidal Foch, que en el diario de ayer jueves, lo hacía sobre las diez lecciones de futuro que cabe sacar de esta crisis:

1. En la Europa del euro reforzado, toda gran cuestión de política económica interna de un socio es de facto competencia común. Y política interior de todos.

2. En paralelo a la economía y a la política, hay una opinión pública europea en formación, polarizada, con vaivenes y dientes de sierra. Empezó con la oposición a la guerra de Irak y ahora se multiplica.

3. El discurso moralista empeora la tensión. Para unos la deuda es “injusta” (Syriza); para otros “lo moral es pagar las deudas” (Donald Tusk). Más que el qué, importa el cómo: cómo hacer que la deuda sea sostenible y no asfixiante. Política, números.

4. Nunca la unión monetaria fue más política. Con las del domingo la habrán abordado media docena larga de sesiones de “cumbre”: la cúpula política de la Unión, el Consejo Europeo.

5. El FMI vive una extrema polaridad zigzagueante. Hoy va de keynesiano (herencia de DSK), mañana de neoliberal, como era costumbre. Resulta imprevisible.

6. Han irrumpido en la Unión los nuevos socios bálticos y otros “pecos” (países de la Europa central/oriental) con perfil propio. En las instituciones (Tusk, Dombrovskis) y los Gobiernos. Ya les interesa la UE tanto como la OTAN.

7. Las políticas de la Unión se cambian con influencia, pedagogía, tenacidad. La reorientación de la austeridad hacia el estímulo a la demanda, la inversión y el crecimiento debe más a la insistencia socialdemócrata (SPD, Hollande, Schulz) y socialcristiana (Juncker) que a los golpes de mano radicales de un país sufriente, pero que se aísla.

8. España ha existido poco. Frases hechas, obviedades, consumo interno cruzado, barato. ¿Por qué siestea el Congreso?

9. Los casandras, heraldos del apocalipsis, reverdecen a la primera recaída, a ver si esta vez hay suerte y el desastre confirma sus pronósticos antes fallidos y su religión de cuanto-peor-mejor, siempre y cuando el hambre afecte a otros: los Hans-Werner Sinn, los Paul Krugman, qué mensaje de ética.

10. Los dramas de Grecia se arrastran dos siglos. No se evaporarán en un día. Mientras se trabaja, conllevancia.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Alexis Tsipras






Entrada núm. 2362
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)