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lunes, 6 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Utopía




 
Dibujo de Eduardo Estrada para El País

Seamos realistas, pensemos lo imposible: Si miramos a nuestro alrededor, -comenta en el A vuelapluma de hoy [Seamos realistas, pensemos lo imposible. El País, 26/6/20] la filósofa Joke J. Hermsen, es posible ver brotes de perspectivas esperanzadas. Oímos voces que proclaman la necesidad de comprometernos en la construcción de un mundo más justo y sostenible.

"Después de un largo periodo de espera, preocupación y encierro en casa, -comienza diciendo Hermsen- ha llegado el momento de preparar nuestra vuelta al mundo público de los colegios, las oficinas, los restaurantes y los servicios públicos. ¿Pero cómo vamos a regresar a la sociedad? ¿Retomamos el hilo y seguimos adelante con nuestras vidas como si no hubiera ocurrido nada? ¿O acaso el periodo de confinamiento nos ha inspirado para reflexionar sobre el mundo y darnos cuenta de que es necesario cambiar si queremos salvar nuestro planeta para las generaciones futuras?

La crisis de la covid-19 nos ha vuelto a muchos más conscientes de las cosas que han salido mal durante los últimos decenios de políticas neoliberales en Occidente: las desigualdades económicas, el cambio climático, la falta de solidaridad, el fracaso de nuestros servicios públicos y la injusticia social, entre otras. Probablemente, muchos aspiramos a un mundo mejor, más sostenible y más justo. La pregunta, por tanto, es cómo vamos a cambiar esas cosas y vamos a hacer realidad un mundo mejor, sin volver a caer en los modelos de explotación irresponsable, agotamiento de los recursos y rentabilidad económica solo para unos pocos.

Distintos filósofos de diversas tradiciones han demostrado que una de las condiciones para poder cambiar es el poder de la esperanza. Antes de emprender ninguna iniciativa transformadora, tenemos que “aprender otra vez a tener esperanza”, como dijo el filósofo judío Ernst Bloch (1885-1977) en la introducción de su famoso libro El principio esperanza. Las primeras frases podrían haberse escrito hoy, y no hace 70 años: “¿Quiénes somos? ¿De dónde venimos? ¿Adónde vamos? ¿Qué esperamos? Muchos se sienten confusos. El suelo tiembla, y no saben por qué ni de qué. [...]Se trata de aprender otra vez a tener esperanza. La esperanza, superior al miedo, no es pasiva ni está encerrada en la nada. La emoción de la esperanza da amplitud a las personas, en lugar de encerrarlas”.

Aprender otra vez a tener esperanza significa, ante todo, superar nuestros sentimientos de impotencia, frustración y miedo. Esta difícil tarea solo puede llevarse a cabo gracias a nuestras aptitudes sociales para conectar con otros y nuestras aptitudes creativas para pensar de forma imaginativa. Aprender otra vez a tener esperanza significa tratar de concebir el mundo como si todavía no existiera. Es la exploración y el desarrollo de visiones utópicas de un mundo más justo y sostenible, en el significado griego original de la palabra outopos: un lugar inexistente, pero mejor. Las visiones y las ideas esperanzadas y utópicas no solo nos ayudan a criticar el statu quo actual de la sociedad occidental y descubrir sus defectos, sino también a imaginar un mundo en el que se destruya menos la biosfera y haya menos injusticias socioeconómicas.

Tenemos que “ser realistas y pensar lo imposible”, como escribió Bloch. Esta es otra definición de esperanza. Pensar lo imposible —o lo que aún no es realidad—, además de ser un requisito para el cambio, justifica nuestra naturaleza humana. Nuestra capacidad de hablar, pensar y crear nos convierte en “un sustrato de posibilidades”. Podemos imaginar lo que nosotros, y el mundo, podríamos ser, y esa perspectiva es precisamente lo que nos da esperanza.

Como seres humanos estamos anclados en el tiempo; podemos reflexionar sobre el pasado y podemos soñar sobre el futuro. El futuro todavía es desconocido, es aún una mera posibilidad. Por eso, Bloch puede escribir: “El tiempo es esperanza”. Debemos tomar en serio nuestro “estar en el tiempo” y nuestra capacidad de esperar e imaginar para poder ser fieles a nuestra humanidad.

Antes de volver a salir al mundo, tenemos que ser muy conscientes de este fundamento de esperanza en el que se apoya toda vida humana. No es el momento de abusar del cinismo, el escepticismo y la ironía. Seguramente asomarán más adelante y nos convertirán en objeto de humor, pero, por ahora, debemos aprender de nuevo a tener esperanza para poder transformarnos.

También debemos ser más conscientes de nuestro estar en el tiempo. En la sociedad capitalista occidental hemos vivido bajo una enorme presión temporal; en el último siglo, el tiempo se ha vuelto, cada vez más, un criterio exclusivamente económico. Como nos pagan en función de las horas que trabajamos, el tiempo se ha convertido en dinero. Los beneficios aumentan si se hace el mismo trabajo en menos horas; el tiempo se ha vuelto escaso y estamos en una dinámica acelerada que muchas veces nos causa cansancio y estrés crónicos. Esta fatiga no es buena. No solo nos enferma y nos deprime, sino que pone en peligro nuestra capacidad de imaginar y esperar.

Cuando el tiempo se convirtió en dinero se vinculó casi por completo al verbo “tener”; dejó de pertenecernos a nosotros y al verbo “ser”, ya no “éramos en el tiempo”. Esta reducción del tiempo al modelo económico y cronológico nos distanció de nosotros mismos, de nuestro trabajo, de los demás y del mundo, como señalaron Rosa Luxemburgo y Hannah Arendt. Debemos comprender que no solo “tenemos” y medimos el tiempo, sino que también “somos” y experimentamos el tiempo. El tiempo del reloj económico no es más que una perspectiva abstracta y artificial que, bajo las leyes del capitalismo, ha ensombrecido casi cualquier otra experiencia del tiempo.

Si el tiempo es esperanza, como dice Bloch, solo puede emanar de nuestro estar en el tiempo, y no de los principios alienantes del tiempo económico. Debemos volver a prestar atención a esta experiencia interior del tiempo, que se presenta cuando estamos descansando, pensando, soñando despiertos, meditando, caminando, leyendo o pintando. Muchas personas han experimentado este “tiempo interior” sin querer durante el confinamiento, si es que no estaban esforzándose sin parar en hospitales y otros servicios públicos. Los que hemos tenido que quedarnos en casa hemos perdido el hilo del tiempo económico y, tras una primera fase de malestar y angustia, quizá hemos experimentado ya ese otro tiempo que Bloch llamaba “la captura de la eternidad en el momento”. La esperanza surge de ese “momento”, que señala el principio de cualquier cambio o creación.

Si miramos con cuidado a nuestro alrededor, es posible que veamos ya estos brotes de perspectivas esperanzadas. Oímos cada vez más voces que proclaman en voz alta la necesidad de un mundo sostenible y vemos nuevas iniciativas democráticas en países como Bélgica, Irlanda y Dinamarca, con consejos cívicos en los que la gente se involucra más y se compromete con el mundo sociopolítico. Oímos protestas más sonoras contra las injusticias fiscales que favorecen a las multinacionales y al puñado de supermillonarios que dirigen el mundo, leemos con más seriedad las propuestas de una renta básica, vemos a grupos locales que organizan huertos comunitarios y fuentes de energía sostenible en sus pueblos o en sus barrios.

La esperanza ciega la razón, dirán quizá algunos políticos. Por supuesto, a veces. Pero vivir sin esperanza significa vivir sin imaginación ni compasión, que es no vivir en absoluto. Verdaderamente no tenemos más remedio. Si queremos salvar nuestro planeta y mantener nuestro mundo humano, debemos empezar a esperar e imaginar un mundo mejor ya. Oscar Wilde tenía razón cuando escribió: "Un mapa del mundo que no incluya Utopía no merece ni que se le eche un vistazo, porque deja fuera el único país en el que la humanidad siempre acaba desembarcando".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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viernes, 15 de noviembre de 2019

[TEORÍA POLÍTICA] Actuar como si...



Protesta estudiantil en México


El escritor y periodista mexicano Pablo Majluf escribe en Letras Libres sobre el autoritarismo y la demagogia populista, y recuerda, que ya en su momento, y haciendo cara al autoritarismo de su época, Václav Havel decidió actuar "como si" fuera ciudadano de una sociedad libre, en un ejercicio de libertad con el que logró salirse con la suya, en una fórmula que se puede rescatar de cara a otro régimen mentiroso y potencialmente destructivo.

"Ya muchos nos preguntamos qué hacer frente al autoritarismo y la demagogia -comienza diciendo Majluf-. Cómo resistir el avance de un régimen mentiroso y potencialmente destructivo. Cómo actuar mientras los nuevos embaucadores –con la venia de mayorías adormecidas o manipuladas– destruyen las instituciones y cambian la constitución para entronizar a un señor: ¿Nos plantamos en Reforma hasta que se atiendan nuestras plegarias? ¿Organizamos una marcha? ¿Nos afiliamos a un partido político de oposición, aunque sean PRI o PAN, aquellos ladrones? ¿Le escribimos a nuestros legisladores, aunque sean del partido gobernante? ¿Visitamos cada pueblito para conocer mejor al México “verdadero”, emulando al populismo de abrazos con la esperanza de descarrilarlo desde adentro? ¿Revisamos nuestro privilegio, como solicita una de las alas académicas al servicio del resentimiento, acaso para que las partes agraviadas nos consideren interlocutores válidos?

El periodismo prescriptivo no es el mejor –no creo que dar recetas sea función de la prensa, como sí lo es hacer diagnósticos y exhibir problemas, ni tampoco creo que esté equipada para ello y la mayor de las veces adquiere así su forma más fea–, pero ya demasiadas, y cada vez más, personas manifiestan confusión y desasosiego, tanto personal como colectivo, frente a una era oscura e incierta. Y en efecto, ¿qué puede hacer el ciudadano común ante semejante monolito? Alguna o varias de las anteriores, sí, además de las de cajón: votar cuidadosamente de ahora en adelante (el encargo se explica solo), donar –o mejor aún, sumarse– a la sociedad civil opositora, mantenerse informado, persuadir a los demás, señalar estupideces e injusticias, criticar y ridiculizar al régimen, leer a los comentócratas oligárquicos más hostigados.

Pero, aunque todo suma, es posible que no alcance. La demagogia es infatigable en un país adolescente. Y si bien la historia nos enseña que nada permanece, tampoco sabemos cuánto.

De tal suerte que sí hay algo que cada pequeño opositor puede hacer por sí mismo. Acaso algún día el agregado cambie los vientos, pero si no, no importa, pues de todas formas es esta la forma más digna de sobrellevar el ciclón. Václav Havel la llamaba “el poder de los impotentes” o “actuar como si…”. Y quién mejor para explicarlo que el venerable Christopher Hitchens en sus Cartas a un joven disidente:  

Václav Havel, que trabajaba como dramaturgo y poeta marginal en una sociedad y un Estado que de veras merecían el título de absurdos, se dio cuenta de que la ‘resistencia’ en su acepción original de insurgencia y militancia era imposible en la Europa central de la época. Por lo tanto, propuso vivir como si fuera ciudadano de una sociedad libre, como si la mentira y la cobardía no fueran obligaciones patrióticas, como si su gobierno hubiera firmado los diversos tratados y acuerdos para consagrar los derechos humanos universales. Llamó a esta táctica el "poder de los impotentes" porque, incluso cuando el desacuerdo está casi prohibido, es relativamente fácil hacer parecer estúpido a un régimen que insiste en el asentimiento.

Así fue como Rosa Parks se sentó en un asiento reservado para blancos aquella tarde de 1960, evoca Hitchens confirmando a Havel: “actuó como si una mujer trabajadora negra pudiera ocupar el lugar de un blanco en el sur segregacionista”. Así también Oscar Wilde ridiculizó a la sociedad victoriana que lo condenó: “decidió vivir y actuar como si la hipocresía moral no fuera dominante.” Aleksandr Solzhenitsyn también se dispuso a “escribir como si un erudito individual pudiera investigar la historia de su propio país y publicar sus hallazgos” en el Moscú de los setenta. “Todos, al comportarse literalmente, actuaron irónicamente. Y en cada caso, como sabemos ahora, las autoridades se vieron obligadas primero a actuar con vileza y luego a parecer viles, para finalmente ser víctimas de severos veredictos de la posteridad.”

En nuestra propia historia pienso en Francisco Zarco, el Nigromante, Rodolfo Usigli, Julio Scherer, Luis González de Alba, Javier Sicilia y Lydia Cacho, quienes actuaron como si jamás los fuesen a censurar, como si no los acechara el autoritarismo. Es eso lo que desnuda al poder al tiempo que reivindica al individuo: define por contraste el acto rebelde frente a la proscripción. Y aunque ni aquellos ni estos fueron ciudadanos comunes, fue precisamente por haber actuado como si gozaran de libertad, que son referente. Desde luego que el resultado, advirtió Hitchens, “no está nunca garantizado…y debe haber días en que el talante del como si sea extremadamente difícil de mantener.” Pero eso jamás es contratiempo: es un ejercicio de libertad per se con el que el disidente se sale con la suya.  

Guardo toda proporción con el obradorismo –mas no descarto ningún devenir ominoso– y pienso que hoy uno debe actuar como si el líder no condenara opositores desde el estrado presidencial; como si los propagandistas del régimen no lincharan críticos; como si reprobar el populismo no fuese considerado traición; como si la violencia criminal que vive al amparo del Estado no estuviese desbordada; como si sobraran los eufemismos y perífrasis; como si no se hubieran promulgado la extinción de dominio y la prisión preventiva oficiosa, leyes que fortalecen al gobierno y debilitan al ciudadano; como si no existiese el miedo. Eso, el miedo. Es eso al final: los autoritarismos viven del miedo. Y lo mejor que puede hacer uno es actuar como si no lo tuviera".



La muerte de Sócrates, por Jacques-Louis David, 1787


La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt






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jueves, 2 de julio de 2015

[Literatura] Un cuento cada día. Hoy, "El príncipe feliz", de Oscar Wilde








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Hoy continúo la serie con "El príncipe feliz", de Oscar Wilde. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (1854-1900) fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés. Está considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte. Como portavoz del esteticismo, realizó varias actividades literarias. Conocido por su ingenio mordaz, su vestir extravagante y su brillante conversación, Wilde se convirtió en una de las mayores personalidades de su tiempo. En la década de 1890 refinó sus ideas sobre la supremacía del arte en una serie de diálogos y ensayos, e incorporó temas de decadencia, duplicidad y belleza en su única novela, "El retrato de Dorian Gray". La oportunidad para desarrollar con precisión detalles estéticos y combinarlos con temas sociales le indujo a escribir teatro. En París, escribió "Salomé" en francés, pero su representación fue prohibida debido a que en la obra aparecían personajes bíblicos. Produjo cuatro comedias de sociedad a principios de la década de 1890, convirtiéndose en uno de los más exitosos dramaturgos del Londres victoriano tardío. Murió indigente en París, a la edad de cuarenta y seis años. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse", dejó dicho. 

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt






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sábado, 13 de junio de 2015

[Literatura] Un cuento cada día, o casi... Hoy, "El gigante egoísta", de Oscar Wilde








El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Hoy continúo la serie con "El gigante egoísta", de Oscar Wilde. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (1854-1900) fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés. Está considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte. Como portavoz del esteticismo, realizó varias actividades literarias. Conocido por su ingenio mordaz, su vestir extravagante y su brillante conversación, Wilde se convirtió en una de las mayores personalidades de su tiempo. En la década de 1890 refinó sus ideas sobre la supremacía del arte en una serie de diálogos y ensayos, e incorporó temas de decadencia, duplicidad y belleza en su única novela, "El retrato de Dorian Gray". La oportunidad para desarrollar con precisión detalles estéticos y combinarlos con temas sociales le indujo a escribir teatro. En París, escribió "Salomé" en francés, pero su representación fue prohibida debido a que en la obra aparecían personajes bíblicos. Produjo cuatro comedias de sociedad a principios de la década de 1890, convirtiéndose en uno de los más exitosos dramaturgos del Londres victoriano tardío. Murió indigente en París, a la edad de cuarenta y seis años. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse", dejó dicho. 

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 11 de junio de 2015

[Literatura] Un cuento cada día. Hoy, "El fantasma de Canterville", de Oscar Wilde







El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. 

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Hoy continúo la serie con "El fantasma de Canterville", de Oscar Wilde. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (1854-1900) fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés. Está considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte. Como portavoz del esteticismo, realizó varias actividades literarias. Conocido por su ingenio mordaz, su vestir extravagante y su brillante conversación, Wilde se convirtió en una de las mayores personalidades de su tiempo. En la década de 1890 refinó sus ideas sobre la supremacía del arte en una serie de diálogos y ensayos, e incorporó temas de decadencia, duplicidad y belleza en su única novela, "El retrato de Dorian Gray". La oportunidad para desarrollar con precisión detalles estéticos y combinarlos con temas sociales le indujo a escribir teatro. En París, escribió "Salomé" en francés, pero su representación fue prohibida debido a que en la obra aparecían personajes bíblicos. Produjo cuatro comedias de sociedad a principios de la década de 1890, convirtiéndose en uno de los más exitosos dramaturgos del Londres victoriano tardío. Murió indigente en París, a la edad de cuarenta y seis años. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse", dejó dicho.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt




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martes, 2 de junio de 2015

[Literatura] Un cuento cada día. Hoy, "El cumpleaños de la infanta", de Oscar Wilde




Las Meninas (Diego Velázquez)



El cuento, como género literario, se define por ser una narración breve, oral o escrita, en la que se narra una historia de ficción con un reducido número de personajes, una intriga poco desarrollada y un clímax y desenlace final rápidos. 

Durante los próximo meses voy a traer hasta el blog algunos de los relatos cortos más famosos de la historia de la literatura universal. Obras de autores como Philip K. Dick, Franz Kafka, Herman Melville, Guy de Maupassant, Julio Cortázar, Alberto Moravia, Juan Rulfo, Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Oscar Wilde, Lovecraft, Jack London, Anton Chejov, y otros... Espero que los disfruten. 

Hoy continúo la serie con "El cumpleaños de la infanta", de Oscar Wilde. Oscar Fingal O'Flahertie Wills Wilde (1854-1900) fue un escritor, poeta y dramaturgo irlandés. Está considerado uno de los dramaturgos más destacados del Londres victoriano tardío; además, fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Hoy en día, es recordado por sus epigramas, sus obras de teatro y la tragedia de su encarcelamiento, seguida de su temprana muerte. Como portavoz del esteticismo, realizó varias actividades literarias. Conocido por su ingenio mordaz, su vestir extravagante y su brillante conversación, Wilde se convirtió en una de las mayores personalidades de su tiempo. En la década de 1890 refinó sus ideas sobre la supremacía del arte en una serie de diálogos y ensayos, e incorporó temas de decadencia, duplicidad y belleza en su única novela, "El retrato de Dorian Gray". La oportunidad para desarrollar con precisión detalles estéticos y combinarlos con temas sociales le indujo a escribir teatro. En París, escribió "Salomé" en francés, pero su representación fue prohibida debido a que en la obra aparecían personajes bíblicos. Produjo cuatro comedias de sociedad a principios de la década de 1890, convirtiéndose en uno de los más exitosos dramaturgos del Londres victoriano tardío. Murió indigente en París, a la edad de cuarenta y seis años. "Escribí cuando no conocía la vida. Ahora que entiendo su significado, ya no tengo que escribir. La vida no puede escribirse; sólo puede vivirse", dejó dicho.


Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





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