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jueves, 12 de marzo de 2020

[A VUELAPLUMA] Sin besos ni abrazos



Ilustración de Sara Morante para Impedimenta


"En Los diarios de Adán y Eva, -comenta en el A vuelapluma de hoy ["Vivir sin besos". El País, 6/3/20] la escritora Berna González Harbour- un delicioso relato de Mark Twain que hoy no resistiría la prueba del algodón de la corrección política, Adán se adapta tan bien a la expulsión del paraíso que encuentra rápidamente el lado práctico a ese nuevo mundo donde se ha de convivir con la muerte: “Nos hicimos con varias pieles de los animales muertos. Le pedí (a Eva) que los cosiera, a fin de tener unos trajes adecuados para las ocasiones públicas. He de admitir que ella me hace mucha compañía. Dice que a partir de ahora debemos trabajar para ganarnos la vida, pues así está mandado. En esto ella me será útil, pues el encargado de dirigirlo todo seré yo”.

Así es como Adán, expulsado del Edén por tomar del fruto de Eva, se hace jefe de este universo que nosotros hemos heredado en una obra tan ingeniosa que nos sirve para actualizar los símbolos de nuestro tiempo.

Y no vamos a circular desde aquí hacia el debate feminista que las amazónicas nos han puesto tan fácil, no, sino al de la carnalidad. El pecado, el contacto, la manzana prohibida que ofreció la serpiente a Eva, y esta a Adán, truncó el paraíso y abrió la puerta a un mundo de muerte y enfermedades que en esencia ensuciaba la vida sin carnalidad del jardín del Edén.

Estos días, parece que todo nos redirige a ese falso universo en el que el pecado está excluido: no podemos tocarnos, besarnos o tratarnos a menos de un metro de distancia. Las reuniones son virtuales, se cancelan ferias del libro, del móvil, congresos o hasta el estreno de James Bond. Muchos partidos serán sin público. Un ministro alemán le niega la mano a Merkel, el papa Francisco cancela audiencias mientras el mundo teme por su tos y la Iglesia anula los apretones de mano al dar la paz. La cultura del roce que tanto nos gusta, que tanto necesitamos y que hemos aprendido a desarrollar de tantas formas posibles, se tambalea para dar paso a un paraíso muy distinto del Edén, y es el de los besos por emoticono, las relaciones virtuales, la victoria de la tecnología y la vida sin reuniones. El derecho a roce ha muerto. China reivindica su capacidad de control facial de la población -que tanto nos asusta a los que aún creemos en la libertad- como un enorme instrumento contra el virus, y las redes celebran que las relaciones que favorecen no nos pueden contaminar.

Pero no salimos ganando en este nuevo paraíso sin pecado concebido. Muchos queremos abrazar, queremos besar, queremos contaminarnos de afecto y eso era lo bueno de este mundo imperfecto,  donde se puede morir pero también amar. Y acataremos los protocolos como Dios manda, claro que sí, pero recordaremos la frase que Mark Twain coloca en la tumba de Eva: “Dondequiera que ella estuviera, allí se hallaba el Paraíso. Adán”. Pues eso".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 





La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




HArendt





Entrada núm. 5819
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

sábado, 10 de abril de 2010

A vuela pluma

 La escritora cubana Yoani Sánchez




Una de mis ineludibles lecturas diarias es el blog de la cubana Yoani Sánchez, "Generación Y". A mi, que, que soy locuaz por naturaleza y que asumo como propia la frase atribuida al escritor Mark Twain que citaba en mi entrada de ayer, la concisión y precisión de los textos de Yoani en su blog me llenan de admiración. Será por su condición de filóloga...

En su último comentario, que reproduzco más adelante, relata con sorna la confiscación de varios ejemplares de su libro "Cuba Libre" por, cito textualmente, "atentar contra los intereses generales de la nación". Entre los más de 2300 comentarios a su entrada que iban registrados hace unos momentos está el mio. No es que resulte excesivamente original, pero les animo a sumarse a él. Dice así:

Mi querida Yoani: En las democráticas sociedades europeas, España sobre incluida, una buena parte de sus gentes todavía siguen creyendo que la revolución cubana es un paradigma de libertad y que la culpa de todos sus males la tienen Estados Unidos y la Unión Europea. Eso ya no es ignorancia, ni buenismo, ni ansias libertarias, es lisa y llanamente estulticia, estupidez o en lenguaje más coloquial, que tú que eres filóloga comprenderás en sus justos términos, gilipollez. Uno de los políticos españoles que más admiro por su sensatez, Santiago Carrillo, ex-secretario general del PCE, se sumaba hace unos días en una entrevista televisiva a esa falaz teoría de la conspiración universal contra el régimen cubano. Me gustaría suponer que a sus 95 años de edad y de experiencia uno puede tener fallos de percepción; espero que fuera eso. Pero así están las cosas en esta vieja Europa. No desfallezcas, por favor. No dejes de denunciar la realidad de Cuba. Muchos de nosotros, desde nuestra cómoda posición de ciudadanos libres de un país libre, lo hacemos y te apoyamos. Un saludo muy cariñoso desde la isla de Gran Canaria, querida Yoani.


Les dejo ahora con la lectura del texto de Yoani Sánchez. Y por favor, no dejen de leer su magnífico blog, sin duda, y merecidamente, el mejor y más premiado en lengua española. En la sección de vídeos de este blog pueden ver uno de apoyo a Yoaní Sánchez por parte de Amnistía Internacional. Y sean felices, por favor. A pesar de los hermanos Castro. Tamaragua, amigos. HArendt





  Los hermanos Fidel y Raul Castro




Generación Y
 "Cuba Libre" preso en La Habana


Justamente ayer, la víspera de presentarse en Chile una compilación de mis textos con el título Cuba Libre, me llegó una   información de la Aduana General de la República. En ella me confirmaban la confiscación de diez ejemplares de mi libro enviados a través de DHL. En las rancias y breves palabras de la burocracia, me explicaban:

    Al realizar la inspección física del envío se detectó documentación cuyo contenido atenta contra los intereses generales de la nación, por lo que se procede a su decomiso en correspondencia a lo establecido en la legislación vigente.

Trato de reproducir la escena de “los especialistas” dilucidando si permitían o no que el libro traspasara las fronteras de esta Isla y llegara hasta mis manos. ¿Buscarían en sus páginas alguna imagen obscena que pudiera ofender la moral? De seguro no la encontraron entre las fotos de vallas inflamadas de consignas políticas, las desvencijadas entrañas de un automóvil abandonado y las banderas cubanas exhibidas en un mercado donde no vale la moneda nacional. Esto último puede parecer obsceno, pero no es mi culpa.

¿Serían celosos doctores de la gramática esos que manosearon las frases de Cuba Libre buscando quizás una errata  o un tiempo verbal mal usado?  ¿Se trataba acaso de analistas militares, indagando entre los párrafos de mis crónicas por códigos ocultos, revelaciones sobre la economía o documentos secretos de la Seguridad del Estado? Nada de eso hallaron, ni siquiera la receta de cómo fabricar guarapo, esa casi extinta bebida nacional que se logra exprimiendo la caña de azúcar.

Me conformo con fantasear que quienes impidieron a la versión española de mis textos llegar hasta cientos de amigos entre los que circularía eran unos uniformados con más disciplina que lecturas. Probablemente ya estaban avisados por los escuchas que monitorean constantemente mi teléfono; pueden haberles advertido incluso que no fueran a leer el contenido. Si tres años de publicar en el ciberespacio hubieran servido solamente para hacer llegar mi voz hasta estos torvos censores, sería suficiente motivo para sentirme satisfecha. Algo de mí quedará en ellos, como mismo su represiva presencia ha marcado mis crónicas, las ha empujado a saltar hacia la libertad.






Monumento a José Martí en La Habana




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Entrada núm. 1293 -
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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

viernes, 9 de abril de 2010

Historiadores y fastos patrios


 
 Monumento a las Cortes y la Constitución de 1812 (Cádiz)


 
Hace unos días leía una frase atribuida al escritor norteamericano Mark Twain en la que se comentaba que había concluido una carta muy extensa con las siguientes palabras: "De haber tenido más tiempo hubiese sido más breve". Quizá sea ese mi problema: acuciado por mis obligaciones -siempre satisfactorias y agradables de abuelo a tiempo completo y de coyunturas familiares varias- al final las únicas horas de relativo sosiego de que dispongo son las de tantas y muchas de la noche. Y con ello, producto del cansancio, no dispongo del tiempo y paciencia suficientes para concretar mis digresiones literarias a unos justos términos de extensión...

A finales de los noventa, concluida hacía tiempo mi licenciatura en Geografía e Historia, me plantee la temeraria osadía de entrar en la universidad como docente. Se había sacado a concurso una plaza de profesor ayudante para la asignatura de Historia Contemporánea en la Universidad de Las Palmas y  entre la documentación que era preciso aportar figuraba presentar un programa detallado de un apartado cualquiera de Historia Contemporánea de España para impartir en un curso académico.

Sin excesivo esfuerzo y con enorme ilusión elaboré un programa sobre Historia de España en el siglo XIX basado en dos textos académicos, libros que conocía bien, y que aún hoy me siguen pareciendo magníficas síntesis del acontecer español cultural, económico, político y social de ese siglo. Para mi, sin duda, el más significativo e importante de la Historia de España, pues fue aquél en que se fraguó la realidad, con todas sus luces y sombras, de la España de hoy,

Esos libros eran "La España del siglo XIX. 1808-1898" (Espasa Calpe, Madrid, 1980) del profesor Vicente Palacio Atard, y el impresionante tomo 5 de la "Historia Crítica del Pensamiento Español. Liberalismo y Romanticismo. Siglo XIX: 1808-1874" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1993), del profesor José Luis Abellán. Desgraciadamente, en aquellos tiempos eso de los ordenadores era cosa de brujas y perdí la copia del programa, que supongo aparecerá un año de estos en cualquier lugar inesperado de mi ingobernable biblioteca familiar.

El mismo día en que se abría el plazo de presentación de las solicitudes me personé en el Departamento correspondiente. Allí me encontré con el secretario del mismo, que resultó ser un antiguo compañero mio de licenciatura, y me comentó entre jocoso, irónico, o simplemente cínico, que podía presentar mi solicitud si quería pero que la plaza ya estaba decidida y pre-adjudicada de antemano a un becario de dicho Departamento...

Decliné la oferta y seguí con mi actividad profesional ordinaria hasta cumplir en ella 41 años, 2 meses y 8 días de servicio, y obtener mi merecida jubilación. Nunca más volví a intentar entrar en el tiovivo endogámico-incestuoso en que se ha convertido la universidad española desde hace décadas.

No estoy muy al tanto de cuales son los fastos conmemorativos que el gobierno y las instituciones políticas y culturales españoles preparan para el 200 aniversario del inicio de las Cortes de Cádiz,  que en septiembre se cumplen, y culminaron en 1812 con la aprobación de la primera Constitución liberal de Europa. Pero me temo que no van a estar a la altura que la circunstancia se merece.

El profesor Jean Meyer, de la División de Historia del Centro de Investigación y Docencia Económicas de México, escribe un brillante artículo con el título de "Al hilo de las celebraciones", sobre historia, historiadores y celebraciones patrias en el último número de Revista de Libros (el 160, abril de 2010). Y si bien lo hace comentando el libro "Historia y celebraciones. México y sus centenarios", (Tusquets. Ciudad de México, 2010) del historiador mexicano Mauricio Tenorio Trillo, y sobre el bicencentenario y centenario, respectivamente, de la Primera de la Guerra de Independencia (1810) y de la Revolución mexicana (1910), muchas de sus reflexiones pueden generalizarse a cualquier acto de ese tipo. Entrecomillo los textos de ambos profesores, crítico y criticado, indiferenciadamente. Y espero que del contexto pueden percibir cuál pertenece a uno y cuál a otro; en cualquiera de los casos, ambos merecen la pena.

Para comenzar, "celebrar, conmemorar y recordar, no es lo mismo", dicen. Y añaden:  "cuando [nosotros] los historiadores participamos en centenarios y bicentenarios  funcionamos como ciudadanos, miembros de la ciudad, de la "societas civilis", más que como estudiosos. De actuar como historiadores puros -apuntilla-, vendríamos a perturbar el concierto memorioso de la celebración. [.../...] La empresa conmemorativa -siguen diciendo- no es ingenua, sino intencional, premeditada y funcional. ¿Qué vamos a celebrar, qué vamos a recordar? ¿Qué celebraron y recordaron las generaciones anteriores y las presentes?".

Un poco más adelante enfatizan: "Puede ser que, para quien aprende historia, la patria esté en lo que aprende; para quien escribe historia, la patria debe estar en poder discutirla y en nunca escribirla del todo, siempre reescribirla". "La historia y la patria son una forma de ceguera, también una forma de visión, irrenunciables. [.../...] Es el olvido tanto como la memoria nuestro laboratorio, el de los historiadores". Y concluyen: "Mientras no abandonemos la idea de que la identidad es la base de la memoria, la cultura o la historia verdadera, no existirán las condiciones para la aparición de un nuevo horizonte historiográfico".

Termino yo también por hoy: ¿Sería mucho pedir que el Ministerio de Cultura, la Real Academia de la Historia, las Cortes Generales, el Centro de Estudios Políticos y Constitucionales y/o la Junta de Andalucía promovieran y apoyaran una serie de RTVE que, superando el éxito de público de bodrios tan infumables como "Águila Roja" o "La conjura de El Escorial", recogieran en una cuidada y rigurosa recreación histórica los avatares políticos y personales de aquellos españoles que dieron lugar a las Cortes de Cádiz y la Constitución de 1812? Cosas más raras se han visto... En la sección de vídeos del Blog he puesto uno, de ámbito escolar, sobre las Cortes y la Constitución de Cádiz. Espero que les resulte interesante. Y sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt




Oratorio de San Felipe Neri, Cádiz, en el que se celebraron las Cortes (1810-1812)



 
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Entrada núm. 1292 -
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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)