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jueves, 18 de junio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Sarah Palin y Las lágrimas de Eros. Publicada el 10 de febrero de 2010




La política estadounidense Sarah Palin


No soy hombre afortunada en el juego. Sí, en cambio, al menos eso pienso yo, muy afortunado en el amor y la amistad, conceptos inextricablemente unidos para mí. Espero que no signifique un cambio de ciclo el precioso regalo que he ganado en el concurso convocado por Revista de Libros, consistente en un ejemplar del magnífico catálogo elaborado por el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Caja Madrid sobre la exposición "Las lágrimas de Eros", que acaba de exhibirse en Madrid.

Cuando cursaba el último año de la licenciatura en Geografía e Historia en la UNED tuve que realizar un trabajo de final de curso relacionado con la asignatura de Historia del Arte. Me propuse hacerlo sobre "El desnudo en el Museo del Prado", pero después de hacer acopio de bastante material gráfico, a base de diapositivas que aún conservo, por meras razones de proximidad geográfica abandoné la idea y acabé por abordar uno mucho más prosaico sobre "La Iglesia de San José, en Las Palmas, como paradigma de la arquitectura neoclásica en Canarias". He recordado el hecho esta mañana mientras disfrutaba de las excelentes reproducciones que figuran en el catálogo, que acabo de recibir.

No creo que la neo-conservadora y reaccionaria Sarah Palin, exgobernadora de Alaska y excandidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, hubiera disfrutado de esta exposición. El periodista Marc Bassets escribía ayer un interesante artículo [Conservadores. Diario de Washington. La Vanguardia, 9/2/2010] sobre el ascenso mediático de Sarah Palin, convertida por obra y gracia de una parte de la prensa norteamericana y de la cadena televisiva Fox, en nuevo líder espiritual y político del país.

A mí, Sarah Palin, me parece una tarada mental, analfabeta y exhibicionista, al lado de la cual, Esperanza Aguirre, la impresentable presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid, raya a alturas inconmensurables, similares a las de una mítica Palas Atenea, diosa de la Sabiduría.

He encontrado en YouTube un vídeo elaborado por la UNED sobre la exposición "Las lágrimas de Eros" del Thyssen. Pueden verlo en el enlace anterior. Espero que lo disfruten. Así como el artículo de Marc Bassets que reproduzco más arriba. Y pidamos a la diosa Fortuna que ni la una ni la otra, ni Palin ni Aguirre, lleguen un día al gobierno... ¡Dios nos pesque confesados si tal cosa llegase a ocurrir! Les dejo con mi cuadro favorito del Thyssen: una maravilla de la historia del arte, con mayúscula.




Giovanna Tornabuoni, de Ghirlandaio


La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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domingo, 29 de septiembre de 2019

[ESPECIAL DOMINGO] Thomas Piketty, contra la propiedad privada



El economista francés Thomas Piketty (Joel Saget, APF)


El periodista Marc Bassets, corresponsal del diario El País en París, escribe sobre el último libro publicado por el economista francés, Thomas Pikettu, gran teórico de la desigualdad, titulado "Capital e ideología", un monumental ensayo que propone la circulación de bienes para superar el capitalismo. 

No es la lucha de clases, comienza diciendo Bassets, ni la mano invisible del mercado, ni menos aún la historia de los grandes líderes y batallas lo que mueve el mundo, sino las ideas, según el economista francés Thomas Piketty. Y el aleph que a casi todo da sentido, la llave de la evolución de las sociedades es la propiedad privada. Quién posee qué y en nombre de qué.

Las desigualdades crecientes de ingresos y patrimonio, que Piketty diseccionó en una obra anterior, el superventas El capital en el siglo XXI (Fondo de Cultura Económica, 2014), son producto de una ideología. Cada momento tiene su justificación, un argumento que lo sostiene, y transformar el mundo obliga a cambiar de ideas. “Dar un sentido a las desigualdades, y justificar la posición de los ganadores, es una cuestión de importancia vital. La desigualdad es ante todo ideológica”, escribe en Capital e ideología, recién publicado en Francia y que lanzará Deusto en castellano.

El nuevo libro es ambicioso. Empezando por las dimensiones: 1.200 páginas. Abarca siglos, desde la Edad Media hasta hoy. Se extiende por cuatro continentes. Desborda las disciplinas académicas: de la economía a la historia, de la ciencia política a la teoría de la justicia y a la literatura. Las novelas de Jane Austen, Balzac o Carlos Fuentes ofrecen tanta o más información que una batería de gráficos y tablas, unas 170, sobre la historia de la propiedad privada y su efecto en las desigualdades.

“Hoy afrontamos una lógica de acumulación sin límite y de sacralización del derecho del propietario”, dijo esta semana Piketty en un encuentro con corresponsales en la Paris School of Economics, donde codirige el Laboratorio Mundial de la Desigualdad. “Y olvidamos que los grandes éxitos del siglo XX en la reducción de las desigualdades, pero también en el crecimiento económico, se obtuvieron reequilibrando los derechos del propietario con los del asalariado, el consumidor. Se hizo circular la propiedad”.

Capital e ideología contiene tres libros en uno. El primero y más extenso —las 800 primeras páginas— es una historia detallada de lo que el autor llama los “regímenes desigualitarios” o “de desigualdad”. Comienza por el Antiguo Régimen y la desigualdad “trifuncional” de las sociedades divididas en el clero, la nobleza y el tercer estado. Si aquel sistema perduró durante siglos, fue porque una ideología lo sostenía, disfrutaba de una legitimidad: se justificaba por la necesidad de seguridad, que debía garantizar la casta guerrera, y de sentido, del que se encargaba la casta sacerdotal.

De la ideología “trifuncional”, Piketty pasa a la “sociedad de propietarios”. La Revolución Francesa de 1789 abolió los privilegios, pero no la propiedad privada, que podía incluir a los esclavos. Entre 1800 y 1914 las desigualdades se disparan y superan los niveles del Antiguo Régimen. “El argumento de la época era que, si se cuestiona el derecho de propiedad, adquirido en un marco legal, nunca sabremos dónde parar, y el caos se impondrá”, explica Piketty.

El periodo de entreguerras en el siglo XX es una transición entre el “propietarismo” desigualitario y no regulado del siglo XIX y la era socialdemócrata de la posguerra mundial. Estados Unidos y Europa adoptan entonces la fiscalidad progresiva con tipos impositivos que superaron el 80%, sistemas de protección social avanzados y el acceso a la educación. Deja paso a partir de los ochenta, con la revolución reaganiana y la caída del bloque soviético, a lo que Piketty denomina el “hipercapitalismo”. La ideología desigualitaria, lo que en este periodo, que es el nuestro, legitima el statu quo, sería la meritocracia, “la necesidad de justificar las diferencias sociales apelando a capacidades individuales”.

Aquí termina el primero de los tres libros. El segundo, que ocupa las 300 páginas siguientes, es un estudio sobre la evolución del sistema de partidos en Europa y Estados Unidos. En unos años los socialdemócratas han pasado de ser el partido de la clase trabajadora al de la élite con diplomas universitarios y han abrazado las ideologías de la desigualdad. Son los cómplices necesarios del “hipercapitalismo”, según Piketty, que acuña el término de “izquierda brahmán” (por el nombre de la casta sacerdotal hindú). Esta domina la élite política junto a la “derecha mercader” (las élites económicas y empresariales). Es un eco de la sociedad “trifuncional” del Antiguo Régimen que deja a las clases populares en la intemperie política y a la merced de los mensajes nacionalistas y racistas.

El tercer y último libro dentro de Capital e ideología es el más breve, menos de cien páginas, pero el más debatido en Francia. En este capítulo, Piketty lanza su programa de “socialismo participativo” para “superar el capitalismo y la propiedad privada”. El objetivo es convertir la propiedad en “temporal” y “organizar una circulación permanente de los bienes y la fortuna”. Defiende una integración federal de la Unión Europea. Y aboga por un impuesto sobre el patrimonio con un tipo máximo del 90% para los supermillonarios, por una cogestión de las empresas, en las que los trabajadores compartan el poder, y por una especie de herencia para toda persona de 25 años de 120.000 euros.

“El hipercapitalismo del siglo XIX, previo a 1914, se estrelló contra la competencia muy fuerte entre países, que eran potencias coloniales. De tanto acumular activos en otras partes del mundo acabaron destruyéndose mutuamente”, concluyó Piketty en la citada conversación. “Hoy no ocurrirá lo mismo. Pero lo que puede ocurrir es que este divorcio con las clases populares conduzca a una explosión de la Unión Europea y a un repliegue en las identidades nacionales”.

El capital en el siglo XXI, publicado en 2013 en francés, vendió más de dos millones de ejemplares y marcó en Europa y Estados Unidos el debate sobre las desigualdades. Thomas Piketty, de 48 años, es el último ejemplar del intelectual totalizador. La novedad es que ahora el intelectual ya no es un filósofo, ni un sociólogo ni un novelista, sino un economista. Y no construye sus propuestas en el aire sino que se apoya en un andamiaje sólido en el que el big data tiene un papel central. El economista Branko Milanovic llama a este método, en un artículo en Le Monde, “turbo-Annales”, en alusión a la llamada escuela de la revista Annales, corriente histórica multidisciplinar y empírica de historiadores fundada a finales de los años veinte.

Piketty no es, como tantos en el paisaje intelectual francés, un declinólogo abonado a la retórica apocalíptica. “Soy fundamentalmente optimista”, declara. Y se refiere a su nuevo libro: “Capital e ideología parte de una constatación: ha habido una mejora prodigiosa de los niveles de educación y de salud. Y termina con otra constatación optimista: hay un aprendizaje de la justicia en la historia. Hay fases de regresión terrible, pero creo en una historia de progreso: no solo técnico, sino humano, por medio de la educación y la sanidad, y con una organización social que sea más igualitaria en el sentido de que permita acceder a la educación, a la cultura, a la riqueza”. Si un rasgo de la izquierda fue la fe en el progreso humano, Piketty la conserva.



Bosque de laurisilva en La Gomera (Islas Canarias)



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jueves, 29 de septiembre de 2016

[Política] Trump contra Clinton: Primer "round"





La diferencia fundamental entre unas elecciones presidenciales en Estados Unidos y España, aparte del sistema electoral: en el primero presidencialista, en el segundo parlamentario, es que en Estados Unidos cualquier gilipollas con dinero puede aspirar a ser presidente. En España basta con  ser gilipollas.

Marc Bassets, corresponsal de El País en el gran país norteamericano relata con detalle como ha sido la primera confrontación electoral directa entre los dos candidatos del partido republicano y el demócrata. Por supuesto que hay más candidatos de otros partidos que aspiran a la presidencia, pero a efectos prácticos sus posibilidades sus nulas, así que basta con centrarse en los dos citados.

Hillary Clinton, dice Bassets, resistió este lunes los ataques de Donald Trump en un debate en el que ambos candidatos chocaron por sus visiones opuestas sobre la economía, la discriminación racial y la credibilidad de ambos para liderar la primera potencia mundial. En medio de una expectación mundial, ninguno cometió errores de bulto que puedan desequilibrar una campaña igualada. No hubo ninguna salida de tono mayúscula de Trump, que hizo un esfuerzo por contenerse. Pero Clinton logró ponerle a la defensiva al cuestionar sus credenciales como empresario, acusarle de racismo y poner en duda su temperamento para ser comandante en jefe.

Para Clinton, continúa diciendo, debatir cara a cara con Trump, era arriesgado. Trump, además de magnate inmobiliario, es una estrella de la telerrealidad y se siente cómodo en el pressing catch televisivo. Para Trump, un candidato con una tendencia acusada a la improvisación, enfrentarse por primera vez con una política experimentada como Clinton, y verse confrontado con sus propias mentiras y exageraciones, también entrañaba un riesgo. El duelo de la Universidad de Hofstra, en Nueva York, terminó con más satisfacción en el campo demócrata que en el republicano, pero probablemente no suponga un vuelco. Quedan 42 días de campaña y dos debates más.

Cada uno expuso sus credenciales, sin salirse del guión, añade Bassets. Clinton, como una candidata con un dominio detallado de los temas, sin perder los nervios, sonriente durante buena parte de los noventa minutos que duró el duelo, y haciendo gala de su larga experiencia política. Trump, poco preocupado por los detalles, y con mensajes sencillos sobre el libre comercio, el crimen o la política exterior que llegan a su electorado, formado en gran parte por hombres blancos de clase trabajadora. Clinton buscó el cuerpo a cuerpo, en un intento constante de provocar uno de los exabruptos de Trump. Entre el moderador, Lester Holt, y la propia Clinton, dejaron en evidencia sus mentiras. Por ejemplo, su afirmación de que se opuso a la Guerra de Irak en 2003, desmentida por declaraciones públicas del magnate en aquella época.

"No tiene la imagen [de presidenta]. No tiene aguante", atacó Trump. Y así sembraba de nuevo dudas sobre el estado de salud de Clinton, a lo que esta respondió recordando que, como secretaria de Estado, había viajado a 112 países y negociado acuerdos internacionales. "Que él me hable de aguante...", añadió.

“Ella tiene experiencia, pero es una mala experiencia”, dijo Trump, cuya currículum diplomático es inexistente.

“[El de Trump] no es el temperamento adecuado para ser comandante en jefe”, dijo Clinton tras contrastar sus esfuerzos para alcanzar un acuerdo diplomático con Irán con las bravatas de Trump ante los iraníes.

Cuando Trump echó en cara a Clinton que despareciese de la campaña durante unos días, Clinton respondió: "Creo que Donald acaba de criticarme por preparar este debate. Y sí, lo preparé. ¿Y sabe para qué más me preparé? Me preparé para ser presidenta." Era una manera de decir que su rival carece de la preparación para ocupar el Despacho Oval.

Ella le llamaba a él Donald. Él alternó entre “secretaria Clinton” y “Hillary”. Él aparecía crispado y serio; ella, con una sonrisa condescendiente, como si su oponente fuese un niño travieso y ella su madre o profesora.

Un argumento recurrente de Trump, sigue contando Bassets, fue que Clinton lleva treinta años en política y ha fracasado; que su experiencia como hombre de negocios y novato en la política le permitirá resolver los problemas de EE UU; que la política exterior de Clinton fue lo que propició el ascenso del Estado Islámico. El republicano avanzó cuando expuso su discurso proteccionista en defensa de la clase obrera, de tribuno de los trabajadores desamparados ante el vendaval de la globalización, el cierre de fábricas y su traslado a países como México, que citó varias veces.

Tan llamativo fue lo que dijo como lo que calló. Apenas habló de inmigración, uno de sus temas estrella, añade el corresponsal de El País. Tampoco lanzó ningún insulto espontáneo. No hubo un circo Trump, y esto ya es un pequeño éxito para los republicanos, que temían que una payasada de su candidato arruinase el debate. No fue un debate de groserías como lo fueron otros en las elecciones primarias del Partido Republicano.

En cambio, añade, Trump tuvo que enfrentarse a un continuo ataque de Clinton por la falsedad de muchas de sus afirmaciones. Uno de los momentos más intensos ocurrió cuando la candidata demócrata insinuó que el republicano mantiene ocultas sus declaraciones de hacienda porque esconde que es menos rico de lo que dice, porque no da dinero a la filantropía, porque no paga impuestos, o porque cuenta entre sus deudores a extranjeros que le condicionarían si llegase a la Casa Blanca. También recordó a la audiencia pasados comentarios misóginos del republicano, y expuso sus prácticas empresariales, entre otras el impago a los proveedores, o las repetidas suspensiones de pago de sus empresas. El objetivo era quebrar la imagen de Trump como empresario de éxito y defensor del ciudadano de a pie, y retratarlo como un plutócrata que precisamente se aprovecha del ciudadano de a pie.

“Todo son palabras…”, dijo Trump para retratar a Clinton como una política tradicional, poco fiable y eficaz. A la pregunta de por qué durante años difundió la “mentira racista”, en palabras de Clinton, sobre el certificado de nacimiento de Barack Obama, Trump replicó con una confusa explicación que atribuía el cuestionamiento de la nacionalidad del primer presidente ne a colaboradores de Clinton. “Donald", dijo Clinton en otro momento, "sé que vives en tu propia realidad”.

El mundo vio durante noventa minutos el contraste entre dos Estados Unidos, dos candidatos que provocan más rechazo que adhesión, pero ambos, a día de hoy, con opciones a la Casa Blanca.


Donald Trump y Hillary Clinton



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miércoles, 10 de diciembre de 2014

Derechos Humanos: Reflexiones en su Día Mundial del 2014









A mi amiga Germana Roy, con inmenso cariño

Tal día como hoy de hace sesenta y seis años, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de la recien creada Organización de las Naciones Unidas, reunida en París, aprobaba y promulgaba solemnemente la Resolución 217A (III) que contenía la Declaración Universal de Derechos Humanos. Su elaboración, encomendada a una comisión especial de dieciocho miembros presidida por Eleanor Roosevelt, la viuda del presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt, duró dos años. La redacción final de la resolución, conocida como Proyecto Ginebra, por la ciudad donde se ultimó, corrió a cargo del francés René Cassin. Fue aprobada sin ningún voto en contra y ocho abstenciones.


Aunque algunos remontan su origen remoto al denominado "Rollo de Ciro", por el emperador persa de ese nombre del siglo VI a.C., sus antecedentes más inmediatos son, con toda evidencia, la Declaración de Derechos de Virginia de 1776 y la Declaración de Derechos del Hombre y del Ciudadano francesa de 1789. 

La Declaración Universal de Derechos Humanos de Naciones Unidas supuso, a tres años del final del más sangriento conflicto bélico sufrido nunca por la humanidad, un aldabonazo moral de primer orden. Hay un precioso librito de la historiadora y profesora estadounidense Lynn Hunt: "La invención de los derechos humanos" (Tusquets, Barcelona, 2011), que parte de la necesidad de explicar el hecho de que los Padres Fundadores de la gran nación norteamericana pudieran sostener como evidente el principio de que todos los hombres son creados iguales en una sociedad en que la desigualdad era una realidad apabullante. Para ello, parte de la tesis de que a partir de la segunda mital del siglo XVIII nuevas formas de leer crearon nuevas experiencias individuales que, a su vez, hicieron posibles nuevos conceptos sociales y políticos que volvieron evidente a la gente normal nuevas formas de comprender y a partir de ello nuevos tipos de sentimientos. Para Lynn Hunt, dice el profesor Roberto Luis Blanco Valdés al reseñar su obra en Revista de Libros (mayo, 2011), la respuesta a esa pregunta está en aproximarse al estudio y comprensión de esos nuevos derechos "evidentes" en una sociedad tan dispar a partir de la aparición de nuevos sentimientos de empatía derivados de la lectura de libros epistolares como los de Rousseau, Richardson o Adan Smith, todos ellos producto de la Ilustración, en los que la empatía por el sufrimiento y el dolor ajeno enseñaron a sus lectores a pensar en "los demás" como sus iguales y semejantes haciendo brotar en ellos el sentimiento de la existencia de unos derechos humanos "evidentes" a pesar de todas las desigualdades e injusticias reales también evildentes. De ahí que las revoluciones americana y francesa, y sus consiguientes "declaraciones de derechos", puedan considerarse los antecedentes directos de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948.

Sesenta y seis años después de esa Declaración el balance no cabe calificarlo sino de positivo. aunque mucho más lento de lo que habría cabido esperar. Organizaciones de defensa de los derechos humanos como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, ponen cada año en sus respectivos informes anuales, el dedo en una llaga que no acaba de cerrarse. El informe de Amnistía Internacional 2013, organización con la que me siento orgullo de colaborar asiduamente, expone en datos y cifras el número de Estados que en ese año torturaron a sus ciudadanos, reprimieron la libertad de expresión, toleraron juicios injustos, encarcelaron a presos de conciencia, llevaron a cabo ejecuciones, cometieron homicidios ilegales y desalojaron de sus casas a hombres mujeres y niños. El informe de Human Rights Watch, por su parte, se centra este año en el examen de las lagunas que en la defensa de los derechos humanos evidencian los Estados de la Unión Europea, concretamente en materias como inmigración y asilo, discriminación, intolerancia y lucha antiterrorista, sacándole los colores a Estados como Alemania, España, Francia, Grecia, Hungría, Italia, Países Bajos, Polonia, Reino Unido o Rumanía.

A la vista de todo ello parece lícito preguntarse si existe un progreso moral real de la humanidad. Uno de los que dice que sí y que no al mismo tiempo es el profesor Javier Gomá Lanzón, que en un artículo de hace unos años en Revista de Libros (agosto 2008) concluía aseverando: "la misma civilización que ha sabido progresar moralmente ganando a la opresión una más amplia esfera de libertad, ha usado esa libertad ampliada, en una medida no despreciable, para la inmoralidad más perversa, haciendo descender al hombre a unas profundidades de abyección y envilecimiento imposibles de predecir. De lo que se sigue, en fin, que si desde la perspectiva de la libertad cabe confirmar la existencia comprobada de un progreso moral, desde la del contenido de esa libertad y de su ejercicio efectivo sería casi un sarcasmo mantener semejante aserto. De ahí, añade, el matizado sí y no a la pregunta que se suscitó al principio".

Uno de los que dice que sí, que ese progreso moral existe y que vivimos en el mejor de los mundos posibles contra toda evidencia, es el prestigioso psicólogo estadounidense Steven Pinker en su libro "Los ángeles que llevamos dentro. El declive de la violencia y sus implicaciones" (Paidós, Barcelona, 2013). A analizar ese libro y la veracidad de los datos en él expuestos, le dedicaron sendos artículos en mayo de 2013 en Revista de Libros Juan Antonio Rivera y mucho más recientemente en El País del pasado 7 de diciembre Marc Bassets. La conclusión a la que llegan, y yo con ellos,  es que, efectivamente, a la vista incontrovertible de los datos que se exponen es muy probable que vivamos en el mejor de los mundos posibles, pero que esa verdad que los datos acreditan, en mi opinión, y como ya dije hace unos días comentando en las redes sociales el artículo de Rivera, el corazón no la percibe.

Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt








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miércoles, 10 de febrero de 2010

Sarah Palin y las "Lágrimas de Eros"




"María Magdalena en una cueva" (Jules-Joseph Lefebvre, 1876)
Exposición "Lágrimas de Eros" (Museo Thyssen, Madrid)




No soy hombre afortunada en el juego. Sí, en cambio, al menos eso pienso yo, muy afortunado en el amor y la amistad, conceptos inextricablemente unidos para mi. Espero que no signifique un cambio de ciclo el precioso regalo que he ganado en el concurso convocado por Revista de Libros, consistente en un ejemplar del magnífico catálogo elaborado por el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Caja Madrid sobre la exposición "Lágrimas de Eros", que acaba de exhibirse en Madrid.

Cuando cursaba el último año de la licenciatura en Geografía e Historia en la UNED tuve que realizar un trabajo de final de curso relacionado con la asignatura de Historia del Arte. Me propuse hacerlo sobre "El desnudo en el Museo del Prado", pero después de hacer acopio de bastante material gráfico, a base de diapositivas que aún conservo, por meras razones de proximidad geográfica abandoné la idea y acabé por abordar uno mucho más prosaico sobre "La Iglesia de San José, en Las Palmas, como paradigma de la arquitectura neoclásica en Canarias". He recordado el hecho esta mañana mientras disfrutaba de las excelentes reproducciones que figuran en el catálogo

No creo que la neo-conservadora y reaccionaria Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, hubiera disfrutado de esta exposición. El periodista Marc Bassets escribía ayer en su blog "Diario de Washington", que se publica en el periódico La Vanguardia de Barcelona y que es una de mis lecturas diarias imprescindibles, un interesante artículo sobre el ascenso mediático de Sarah Palin, convertida por obra y gracia de una parte de la prensa norteamericana y de la cadena televisiva Fox, en nuevo líder espiritual y político del país.

A mi, Sarah Palin, me parece una tarada mental, analfabeta y exhibicionista al lado de la cual, Esperanza Aguirre, la impresentable presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, raya a alturas inconmensurables, similares a las de una mítica Palas Atenea, diosa de la Sabiduría.

He encontrado en YouTube un vídeo elaborado por la UNED sobre la exposición "Lágrimas de Eros" del Thyssen. Pueden verlo en la columna de la derecha, en la sección "Vídeos". Espero que lo disfruten. Así como el artículo de Marc Bassets que reproduzco más adelante. Y pídamos a la diosa Fortuna que ni la una ni la otra, ni Palin ni Aguirre, lleguen un día al gobierno... ¡Dios nos pesque confesados si tal cosa llegase a ocurrir! Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska





"CONSERVADORES", por Marc Bassets
Blog "Diario de Washington"
LA VANGUARDIA, 09/02/2010

Sarah Palin, el movimiento tea party, los conservadores insurgentes proceden de una tradición antigua en la política americana. La tradición del resentimiento, del antielitismo y el antiintelectualismo, de la conspiración paranoica, dirán los críticos.

El historiador Rick Perlstein, autor de un ensayo sobre el precursor Goldwater, ha estudiado el fenómeno. Y ve dos líneas de continuidad con el movimiento conservador que en los años sesenta puso los fundamentos de la era conservadora en Estados Unidos.

Primera, "la gran corriente del individualismo", de la oposición de la base conservadora a cualquier tipo de acción estatal. Y segunda, "algo un poco más maligno", que sería definir el progresismo "como la maldad natural", algo que amenaza, entre otras cosas, la familia.

¿Y qué novedades presenta este movimiento en 2010? "No veo nada extraordinariamente nuevo", respondió Perlstein cuando hablé con él hace unas semanas. "Lo nuevo no es el movimiento sino la relación de las instituciones de elite y especialmente de la prensa con este movimiento".

El historiador recuerda que uno de los argumentos del movimiento conservador es que existe una conspiración de los medios de comunicación progresistas de la Costa Este -casi todos, según esta visión- contra la gente corriente. Existiría así una desconexión entre la elite mediática y la realidad de la calle, entre el país virtual y el real.

Perlstein denuncia que este argumento ha acabado creando una sensación de inseguridad en los medios de comunicación que antaño eran referentes. Ahora temen parecer progresistas porque les acusan continuamente de ello. Y el esfuerzo de imparcialidad acaba dando eco a mentiras, rumores y acusaciones descabelladas.

En un artículo en el Washington Post, el historiador recordaba que en los años sesenta estas metiras, rumores y acusaciones descabelladas no merecían la más mímima atención de los medios serios. "Era distinto -escribió-. Ustedes nunca oyeron al fallecido Walter Cronkite utilizando tiempo del telediario de la noche para 'desmontar' las acusaciones de que una propuesta para construir una clínica psiquiátrica en Alaska realmente era un campo para internar a derechistas críticos con el presidente, ni le vieron dando tiempo a quienes hacían estas acusaciones para que se explicasen ante las cámaras". Ahora sí.

Ahora algunos medios de comunicación presentan como una versión más de los hechos la denuncia, lanzada por Palin, de que la Administración Obama quería crear comité de la muerte, encargados de decidir si vale la pena tratar médicamente a los mayores o a los niños con síndrome de Down. En verano, y antes durante la campaña electoral, los medios de referencia dedicaron líneas y minutos a 'desmontar' mentiras sobre la religión o la nacionalidad de Obama. Según Perlstein, los que hace cincuenta años habrían sido considerados extremistas y excéntricos ahora ocupan un lugar respetable en los medios de comunicación.

Sarah Palin emerge como una líder de este movimiento sin líderes. "La adoran, hay un vínculo sólido". Palin "es fascinante", dijo el historiador, en la medida que traslada al presente la "imagen de ama de casa vengadora", un figura con antecedentes, como la activista Phyllis Shlafly en los años setenta.

Al nivel político actual, sin embargo, "no se ha visto nada semejante". Perlstein, cuando hablé con él, dudaba de que Palin llegase a la presidencia, quizá ni siquiera a la candidatura republicana. "Viendo sus movimientos, todo lo que ha hecho parece calculado para, de algún modo, garantizarse una carrera lucrativa", dijo. Las memorias multimillonarias, y el contrato con la cadena de televisión Fox News -la número uno de las cadenas informativas por cable- así lo parecen sugerir. "No creo que tenga las agallas, la paciencia, ni la disciplina. Y ella lo sabe", añadió. "La veo más como una figura mediática, y muy poderosa".

En Estados Unidos, los popes televisivos y radiofónicos son más poderosos que la mayoría de políticos. Creo que Sarah Palin es una figura fascinante y poderosa, destinada a influir en la política americana. Veremos si desde un cargo electo o no Palin aúna algo muy antiguo -la política de los agravios de la "mayoría silenciosa" frente a las corruptas élite mediáticas, política e intelectuales- y algo novísimo: el político como estrella de un reality show.

No sólo por los líos de su vida familiar, y el exhibicionismo de los implicados, sino también por la mezcla de victimismo y agresividad propio de los personajes de estos programas.

Las elecciones de 2008 trajeron lo que parecía un nuevo tipo de político que conmovió al mundo: Barack Obama. Pero también trajeron a Sarah Palin, una precursora que quizá anticipe -¿más que Obama?- la política del siglo XXI.





Viñeta de Forges





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"Pues, tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)

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