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miércoles, 17 de julio de 2013

Política: "Ad náuseam". Reedición de la entrada de fecha 22/7/2008.





"¡Ad náuseam!"




"Ad náuseam" es una locución adverbial latina que significa, literalmente, "hasta la náusea", y que se utiliza para dejar constancia de algo cuyo exceso resulta molesto o produce profundo desagrado... Nada que ver con la gran novela del creador del existencialismo, el filósofo francés Jean-Paul Sartre ("La náusea", 1938) . A mi comienza a pasarme con el lenguaje que utilizan los políticos, todos, aunque haya gradaciones entre unos y otros... Por citar sólo a mis paisanos, me pasó, con Julio Anguita y con José María Aznar; luego con Juan José Ibarretxe, Paulino Rivero y Josep-Lluís Carod-Rovira. Y ahora comienza a pasarme con José Luis Rodríguez Zapatero y con Mariano Rajoy... Dice la escritora y novelista Almudena Grandes ("Equivocaciones", El País, 21/07/08) que hemos convertido la política en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y que ésa es la mayor de las equivocaciones. Pienso que tiene toda la razón. En tiempos más oscuros, y no me refiero a los que relató John Ronald Reuel Tolkien ("El Señor de los Anillos", 1955), los procuradores en Cortes de las ciudades castellanas que volvían de las mismas sin conseguir la aprobación real a las propuestas emanadas de ellas, solían ser colgados sin más trámites de las almenas. No propongo yo que se llegue a tanto con todos los políticos, pero sí es cierto que deberíamos comenzar a exigir a nuestros representantes con un poco más de rigor que respondan de lo que dicen, y sobre todo de lo que hacen. Y más, cuando pretenden hacernos creer que lo que dicen y hacen lo dicen y hacen en nuestro nombre... Sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt




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Romeu (El País, 21/07/08)




Equivocaciones", por Almudena Grandes
El País, 21/07/08

Me he preguntado muchas veces por qué los políticos nunca reconocen sus errores. Por qué, si la capacidad de equivocarse es una condición universal de los seres humanos, ningún político de ningún partido se sienta nunca ante un micrófono para pronunciar unas palabras que todos decimos todos los días, y casi siempre más de una vez: lo siento, me he equivocado, he cometido un error, perdóname. Se diría que pretenden situarse al margen de las debilidades propias de su especie, pero al hacerlo, se excluyen también de su grandeza. Sólo aprendemos de los errores que hemos cometido, y reconocerlos es una prueba de honestidad intelectual y de integridad moral que, en teoría, debería mejorar las expectativas electorales.

Las de Zapatero han empeorado en el malabarismo verbal de los sinónimos que se dedica a espolvorear, como si fueran polvos mágicos, sobre una crisis que devora sustantivos, adjetivos y adverbios con idéntico apetito. Solbes, más sintético, porque es de ciencias, comenta las peores cifras económicas diciendo que no son datos positivos. Yo miro a mi alrededor, descubro que en otras crisis, las que sacuden a los partidos de la oposición, tampoco nadie ha roto nunca un plato, y concluyo que no se trata de un vicio del poder, sino de la política. Pero, ¿por qué lo hacen? ¿Qué ventajas extraen de su insistencia en perseverar en un error que crece en la misma proporción en que lo niegan?

Ellos saben que la teoría no es la práctica, y que su oficio jamás ha sido tan fácil como ahora, cuando los errores se pagan sólo cada cuatro años porque los ciudadanos creen que la política no va con ellos, que no tiene nada que ver con su vida cotidiana. Así, entre todos, la hemos convertido en la profesión de unos señores que nunca se sienten obligados a reconocer que se han equivocado. Y ésa es la mayor de las equivocaciones. 




http://www.elpais.com/recorte/20080106elpepicul_6/LCO340/Ies/Almudena_Grandes.jpg
La escritora Almudena Grandes







Entrada núm. 1913
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

lunes, 31 de diciembre de 2012

Sartre y sus "demonios", visto por Vargas Llosa





Jean-Paul Sartre


Despido la séptima singladura anual de "Desde el trópico de Cáncer" con un soberbio artículo de nuestro controvertido Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, sobre otro controvertido escritor, intelectual, y también premio Nobel de Literatura, Jean-Paul Sartre. Lo publica en El País de hoy  con el título de "Sartre y sus ex amigos"

Basado en lo escrito por el propio Sartre en el tomo IV de su libro Situaciones, Vargas Llosa comenta en él  las tormentosas relaciones de amistad-odio que éste tuvo con otros escritores e intelectuales comprometidos de su época como Albert CamusPaul Nizan o Maurice Merleau-Ponty. Pero el hilo conductor del artículo, como no, es la relación que el gran filósofo francés mantuvo a lo largo de casi toda su vida con el partido comunista soviético, el "Partido" por antonomasia.

De las filias y fobias políticas de nuestro Nóbel no parece necesario hablar porque son conocidas. Pero ello no invalida la calidad literaria de su obra novelística ni de su prosa, ni la de aquellos a los que ataca o ensalza. En todo caso, me ha parecido un interesante texto, polémico como casi todos los suyos, digno de lectura mientras esperamos el nuevo año que se nos echa encima en apenas unas horas.

En este vídeo pueden disfrutar de la entrevista concedida por el gran filósofo francés al programa Encuentro. Una larga entrevista en la que habla sobre sí mismo, la filosofía, la política y su concepto de libertad. Está subtitulada en español. Se lo recomiendo encarecidamente.

Tamaragua, amigos. HArendt











Entrada núm. 1775
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"Tanto como saber, me agrada dudar" (Dante)
"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)
"La historia del mundo no es un suelo en el que florezca la felicidad. Los tiempos felices son en ella páginas en blanco" (Hegel)
"Todas las penas pueden soportarse si las ponemos en una historia o contamos una historia sobre ellas" (Isak Dinesen)