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lunes, 26 de agosto de 2019

[DESDE LA RAE] Hoy, con el académico José Hierro



El académico José Hierro


La Real Academia Española se creó en Madrid en 1713 por iniciativa de Juan Manuel Fernández Pacheco y Zúñiga (1650-1725), octavo marqués de Villena, quien fue también su primer director. En sus primeras semanas de andadura, la RAE estaba formada por once miembros de número, algunos de ellos vinculados al movimiento de los novatores. Más adelante, el 3 de octubre de 1714, quedó aprobada oficialmente su constitución mediante una real cédula del rey Felipe V. La RAE ha tenido un total de 483 académicos de número desde su fundación. 

A esta sección del blog iré subiendo periódicamente una breve semblanza de esos cuatrocientos ochenta y tres académicos, comenzando por los más recientes. Pero sobre todo, en la medida de lo posible, pues creo que será lo más interesante, sus discursos de toma de posesión como miembros de la Real Academia Española. 

Continúo hoy la semblanza de los actuales y pasados miembros de la RAE con la del académico José Hierro (1922-2002), elegido en 1999 para ocupar la silla "G", de la que no llegó a tomar posesión pues murió antes de leer su discurso de ingreso.

José Hierro «dedicó toda su vida a la poesía y fue uno de los miembros de la llamada poesía social y existencial, en los que la huella de la guerra y de la dictadura posterior estuvo muy presente», cuenta Alonso Zamora Vicente en su Historia de la Real Academia Española.

Hierro nació en Madrid, pero a los dos años su familia se trasladó a Santander, ciudad en la que transcurrió su niñez, su adolescencia y gran parte de su juventud. Al poco de terminar la Guerra Civil, fue detenido por pertenecer a una organización de ayuda a presos políticos y a la Unión de Escritores y Artistas Revolucionarios, y estuvo encarcelado durante cinco años, hasta 1944.

Tras salir de prisión y pasar una temporada en Valencia, regresó a Santander. Ahí desempeñó el cargo de redactor jefe de la revista Tierras del Norte y, más adelante, trabajó en otra, Economía Montañesa. En esa época se relacionó con el renovador grupo Proel, editor de la revista poética del mismo nombre en la que publicó, en 1947, su primer libro, Tierra sin nosotros. Con el segundo, Alegría, obtuvo el Premio Adonais. En ellos, en palabras de Zamora Vicente, «recoge la experiencia carcelaria y de la guerra».

Tal y como explica Joaquín Benito de Lucas en el Diccionario biográfico español (DBE, 2011), Hierro se trasladó a Madrid en 1952. Comenzó a trabajar en la Editora Nacional y en la sección del Instituto Cervantes del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, además de colaborar en numerosos periódicos y revistas de literatura y arte. Al año siguiente, en 1953, recibió el Premio Nacional de Literatura.  Desde 1966 hasta su jubilación, en 1987, trabajó en Radio Nacional de España.

Según Alonso Zamora Vicente, tras la publicación, en 1950, de Con las piedras, con el viento, en donde el desamor es el protagonista, Hierro «comienza una introspección poética que le lleva a encontrar nuevos mecanismos diferentes a los del realismo poético que triunfaba en la poesía española del mmento. Ejemplo de ello son Cuanto sé de mí (1957, Premio de la Crítica 1958 y Premio Juan March 1959) y su culminación, El libro de las alucinaciones (1964, Premio de la Crítica 1965), donde la poesía se vuelve más irracional».

Tras este libro, «vendrá una larga temporada de silencio —explica Zamora Vicente— que se romperá con Agenda (1991) y con su última obra, Cuaderno de Nueva York (1998), considerada uno de los mejores libros de la poesía contemporánea».

Entre los numerosos galardones que recibió José Hierro destacan el Premio Príncipe de Asturias de las Letras (1981), concedido «por el intenso valor lírico de su obra, que supone a la vez un testimonio histórico y una actitud ética merecedores de público reconocimiento»; el Premio de las Letras Españolas (1990); el Premio Reina Sofía de la Poesía Hispanoamericana (1995), y el Premio Cervantes (1998). Fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (1995) y la de Turín (2001).

En 2003 se creó en Getafe (Madrid) la Fundación Centro de Poesía José Hierro, «una institución cultural sin ánimo de lucro y dedicada por completo a la creación, difusión y fomento tanto de la tradición poética como de las nuevas promociones literarias».







La reproducción de artículos firmados en el blog no implica compartir su contenido, pero sí, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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miércoles, 23 de julio de 2014

El poeta José Hierro y el tema de España en la poesía española contemporánea (XXV)




Puerta de Alcalá (Madrid)



¿Por qué buena parte de los españoles que nos declaramos de izquierdas damos la impresión de estar un tanto perdidos en el uso de términos tales como "pueblo, país, patria, gobierno, nación, España, estado"?... Al usarlos parecen similares pero no lo son. Para la derecha, sí; todo es lo mismo y va en el mismo saco. Los españoles que nos declaramos de izquierdas no deberíamos avergonzarnos de reivindicar el uso del nombre de España, la patria común que a todos nos acoge y ampara, No es solo de ellos, es también nuestra. Y deberíamos hacerlo sin vergüenza alguna, sin ningún tipo de remordimiento, sin amargura ni complejo de ninguna especie. Y para eso puede servirnos la poesía.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos, poetas del exilio exterior e interior, pero españoles todos hasta la médula, han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España y su añoranza. Y es que, en palabras de Walt Whitman, "el poeta es el instrumento por medio del cual las voces largamente mudas de los excluidos dejan caer el velo y son alcanzados por la luz".  

Hoy traigo hasta el blog al poeta José Hierro (1922-2002). Nace en Madrid, pero muy niño se traslada a Cantabria donde va a transcurrir la mayor parte de su vida. Al finalizar la guerra civil, con tan solo 17 años, es encarcelado durante cinco años. Poeta de la llamada generación de la posguerra, fue exponente de la poesía desarraigada o existencial, siendo la suya una poesía evocativa e intimista influenciada por Gerardo Diego. Fundó la revista poética Proel y colaboró también con las de Espadaña y Garcilaso. Recibió el Premio Cervantes, el Nacional de Literatura y el Príncipes de Asturias de las Lertras. Murió en Madrid en 2002. Les dejo con su poema "Canto a España":

Oh España, que vieja y seca te veo.
Aun brilla tu entraña como una moneda plata cubierta
de polvo.
Clavel encendido de sueños de fuergo.
He visto brillar tus estrellas, quebrarse tu luna en las
aguas,
andar a tus hombres descalzos, hiriendo sus pies con
tus piedras ardientes.

¿En dónde buscar tu latido: en tus ríos
que se llevan al mar, en sus aguas, murallas y torres de
muertas ciudades?
¿En tus playas, con nieblas o sol, circundando de luz tu 
cintura?
¿En tus gentes errantes que pudren sus vidas por darles
dulzor a tus frutos?

Oh España, qué vieja y qué seca te veo.
Qusiera talar con mis manos tus bosques, sembrar de
ceniza tus tierras resecas,
arrojar a una hoguera tus viejas hazañas,
dormir con tu sueño y erguirme despues, con la aurora,
ya libre del peso que pone en mi espalda la sombra fatal
de tu ruina.

Oh España, que vieja y que seca te veo.
Quisiera asistir a tu sueño completo,
mirarte sin pena, lo mismo que a luna remota,
hachazo de luz que no hiende los troncos ni pone la llaga
en la piedra.

Qué tristes he visto a tus hombres.
Los veo pasar a mi lado, mamar en tu pecho la leche,
comer de tus manos el pan, y sentarse después a soñar
bajo un álamo,
dorar con el fuego que abrasa sus vidas, tu dura corteza.
Les pides que pongan sus almas de fiesta.
No sabes que visten de duelo, que llevan a cuestas el
peso de tu acabamiento,
que ven impasibles llegar a la muerte tocando sus graves
guitarras.

Oh España, qué triste pareces.
Quisiera asistir a tu muerte total, a tu sueño completo,
saber que te hundías de pronto en las aguas, igual que un
navío maldito.
Y sobre la noche marina, borrada tu estela,
España, ni en ti pensaría. Ni en mí. Ya extranjero de
tierras y días.
Ya libre y feliz, como viento que no halla ni rosa, ni mar,
ni molino.
Sin memoria, ni historia, ni edad, ni recuerdos, ni pena...

... en vez de mirarte, oh España, clavel encendido de
sueños de llama,
cofre de dura corteza que guarda en su entraña caliente
la vieja moneda de plata, cubierta de olvido, de polvo y
cansancio...

"Canto a España"
José Hierro


Y mañana nos vemos con el poeta Diniosio Ridruejo. Sean felices por favor, y ahora, como también decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt





El poeta José Hierro




Entrada núm. 2117
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)