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sábado, 10 de agosto de 2013

España y Europa, a la deriva





Mar tempestuoso: ¿Estamos a la deriva?



Dos artículos de muy similar calado, el primero de un historiador y el segundo de un economista, centrados en un mismo asunto: la crisis española y europea, desde la perspectiva política y desde la económica y financiera. Los traigo hasta el blog para que ustedes puedan sacar sus propias conclusiones. 

De economía no entiendo absolutamente nada, a pesar de haber estudiado un curso de Economía Moderna en la New York University, y con el "Samuelson", en la UNED. De historia, evidentemente, un poco más; lo mismo que de teoría política. Pero mis opiniones al respecto son irrelevantes. Si acaso, insistir en mi rechazo al sistema electoral español, a mi juicio, causa principal de la mayor parte de nuestros problemas de representación política, que ya he explicitado "ad náuseam" en el blog y que no es cuestión de repetir, pero que pueden resumirse en: 1. Abandono del sistema proporcional por otro mayoritario simple, de distritos electorales uninominales en todos los ámbitos de representación (local, autonómico y nacional); 2. Ley de Partidos con primarias abiertas y obligatorias en todos los niveles internos de funcionamiento, Congresos bianuales obligatorios a fecha fija, y absoluta transparencia económica y financiera controlada por órganos externos a las propias organizaciones partidistas.

El primero de los artículos citados, "Política, democracia y la marca España", del historiador y catedrático de la Universidad de Zaragoza, Julián Casanova, publicado en El País del pasado día 7, plantea dos premisas: que el presidente del gobierno no va a dimitir, pase lo que pase, porque no se siente culpable de nada, y segundo que las Cortes Generales no cumplen su función si los proyectos se imponen, sin lugar a debate, por la mera fuerza de la mecánica electoral.

Desde que apareció en Inglaterra John Locke mediado el siglo XVII, dice, y ya hace años de eso, en algunos países de Europa comenzó a gestarse la idea de que el soberano ya no era portador del poder absoluto de base teológica y que frente al mismo se contraponía la voluntad política del pueblo, convertida en principio casi universal, conquistado de forma gradual a través de revoluciones, conflictos y guerras. Esa voluntad quedó consagrada a partir de 1945, tras la derrota de los fascismos, cuando para proteger al individuo de las arbitrariedades del poder se fijaron claramente los límites y las funciones del mismo, algo, por lo que parece, en España todavía no nos hemos enterado, añade. Nos estamos alejando, dice, de forma acelerada de la democratización de la sociedad en un proceso de consolidación de estructuras antidemocráticas del poder. No solo estamos ante una crisis económica profunda de largo alcance, continúa, sino que está en juego la propia conservación y desarrollo de la democracia. Sin alternativas políticas ante ese deterioro, concluye, vendrán tiempos peores y España y la democracia caminarán en direcciones opuestas.

El segundo de los artículos citados lleva por título "España: Emergencia nacional y crisis de deuda", está escrito por el economista Ignacio Muro, miembro del grupo "Economistas frente a la crisis, y aparece publicado en El País de hoy. 

El actual diseño de la UE, dice en él, es fuente de asimetrías y el capitalismo financiero se encuentra absolutamente cómodo con los ajustes. Cuando se califica la situación actual como de emergencia nacional, añade, no solo se debe entender en el sentido de desastrosa o fuera de control, sino también como símbolo de que esta crisis está evolucionando de tal forma que vuelve a situar los intereses nacionales y la voluntad nacional como principio activo de la política. Empieza a ser innegable que, por encima de las políticas de ajuste, la carga de la deuda externa público-privada es, en los países del Sur, la pieza que hoy bloquea el arranque de la economía productiva y que su única solución (quita mas reestructuración de vencimientos) choca con los (des)equilibrios de poder y la ruptura de consensos en una Europa polarizada entre deudores y acreedores.

La conclusión a la que llega es que una salida basada en la culpabilización de los países del sur no hará sino ahondar en más desequilibrios. Con lo cual, termina, quedaría demostrado que el actual diseño de la UE no sólo la incapacita para enfrentarse a crisis asimétricas, sino que, en sí misma, empieza a ser fuente de asimetrías, desigualdad fiscal y divergencias competitivas. Justo lo contrario que lo que aspiraba a ser.

Sean felices por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt





Europa, raptada








Entrada núm. 1935
http://harendt.blogspot.com
Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)