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viernes, 11 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Y el muro (de Berlín) se cayó. [Publicada el 9/11/2009]


Y el Muro se cayó... Berlin, 9 de noviembre de 1989



Este comentario se publica a las 20,12 horas (de Canarias) del 9 de noviembre de 2009. Justamente a los veinte años del momento en que el Muro de Berlín se cayó. ¿Qué estaba haciendo usted exactamente a las 20 horas y 12 minutos de ese día 9 de noviembre de 1989 en que la Historia de Europa dio un vuelco? Supongo que habrá mucha gente que lo recuerde, pero estoy seguro que no es el caso de la mayoría. Yo, tampoco, pero...

También un día 9, sí, es casualidad, pero es así, en este caso del mes de julio de 1964, este escribidor en ciernes comenzaba en Cercedilla, un pueblo de la sierra de Madrid en el que estaba pasando unos días de vacaciones con mi familia, una especie de "diario" que cuarenta y cinco años después aún sigo llevando. Sólo en los primeros años fue lo que podríamos decir un "diario" clásico en el que se ven registrados los primeros escarceos amorosos y los primeros desengaños, los problemas con los estudios y el trabajo, los acontecimientos familiares, los amigos, las lecturas... En diciembre de ese mismo año comenzaba a trabajar y ese "Diario" de adolescente, se fue convirtiendo imperceptiblemente en un mero registro pormenorizado y anotado día a día de sucesos, acontecimientos y vicisitudes personales con muy poco, por no decir nada, de reflexiones y confesiones íntimas. Y así sigue, día a día, y miles de páginas después.

El 9 de noviembre de 1989, al final de la página de ese día, hay una escueta anotación de cuatro líneas, escrita con estilográfica de tinta negra, que dice así: "El Muro de Berlín se cae: El nuevo gobierno germano-oriental ha abierto el Muro sin restricciones. Queda como un monumento a la insolidaridad humana".

Hoy se conmemora en toda Europa ese hecho. No me corresponde a mí, ni querría hacerlo, un análisis de él, sólo dejar constancia de como lo percibí ese lejano día de hace veinte años. Si lo han comentado otras muchas personas en estos días. Y he elegido tres de esos comentarios, los que me han parecido más interesantes, para dejarlos reflejados en el Blog.

El primero es de Rosa María Artal, periodista. con la que mantengo relación epistolar esporádica a través de nuestros respectivos blogs. Aquel día ella estaba en Berlín con un equipo de Televisión Española y lo vio y lo vivió en primerísima persona, y lo ha rememorado en El País en un artículo titulado "Berlín: Así se desmoronó el Muro", publicado el pasado día 24 de octubre.

El segundo es del sociólogo y profesor en la Universidad Libre de Berlín, Ignacio Sotelo, que en un artículo titulado "Por qué cayó el Muro" (El País, 06/11/09) explica las causas políticas, económicas y sociales que llevaron a su estrepitosa caída, y con ella, a la del Telón de Acero y la Guerra Fría, y al comienzo del proceso de reunificación europea.

El tercero y último está escrito por el protagonista innegable de la desaparición del Muro de Berlín y, con él, del comunismo como opción política, y de la propia Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas que lo sustentaba. Me refiero, como es lógico, a Mijail Gorbachov, en esos momentos todopoderoso secretario general del PCUS, y líder del comunismo mundial. que en El País del pasado día 5 escribía un interesante y ponderado artículo, titulado "Veinte años después del Muro, la historia continúa", en el que analiza los cambios positivos que han ocurrido en el mundo en estos últimos veinte años y, también, los retos y problemas a los que se enfrentan la humanidad y los Estados. Perdónenme la presunción, pero estoy seguro que les van a interesar. HArendt




Berlín. La Puerta de Brandeburgo, hoy



La reproducción de artículos firmados en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt





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jueves, 10 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] La noche de los cristales. [Publicada el 11/11/2008]



Berlín, noviembre de 1938


Ayer, 10 de noviembre, se cumplieron 70 años justos del inicio de lo que acabaría convirtiéndose en el Holocausto, la "Shoah", el exterminio sistemático y premeditado de los judíos de Alemania y Europa por el régimen nazi. La atrocidad fue de tal calibre que ninguna de las realizadas posteriormente por régimen, estado, nación u hombre alguno, y las ha habido de todos los colores y calibres, le resulta equiparable. Fue la llamada por los historiadores "La Noche de los Cristales". Lo recuerda hoy en un interesante artículo de El País titulado "La España en guerra ante la Kristallnacht", que reproduzco más adelante, el profesor de Antropología Social de la Universidad Complutense de Madrid Alejandro Baer, .

El artículo del profesor Baer se centra en explicar la diferente actitud que mostraron ante los hechos que se relatan el gobierno y la prensa de la zona republicana, por un lado, y el gobierno y la prensa de la zona nacional, por otro. La primera, condenándolo con energía y rotundidad; la segunda, amparándolo y justificándolo.

Pero a mí lo que más me ha llamado la atención del artículo es la afirmación, que comparto, de que "los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente vencieron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas - y que- sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente". ¿Acaso le cabía a alguien duda de ello? No me atrevería yo a afirmar rotundamente que la mayoría de la sociedad española sea racista; desde luego, arraigados prejuicios antisemitas si que tiene. Y en lo que discrepo del profesor Baer es que provengan del régimen franquista... Tengo la impresión de que son bastante más antiguos.

Hay un libro espléndido y admirable del filólogo e historiador Américo Castro titulado "España en su historia: cristianos, moros y judíos" (Círculo de Lectores, Barcelona, 1989), que explicita ese eterno tema de discusión académica nacional sobre que es el "ser de España". Castro, contra la opinión de otros eminentes historiadores españoles como Claudio Sánchez Albornoz, con el que polemizó duramente sobre ello, se inclina por la tesis del mestizaje entre cristianos, moros y judíos, como característica definitoria del "ser nacional español". Es por ello por lo que al inicio del capítulo X de su libro afirma con rotundidad: "La historia del resto de Europa puede entenderse sin necesidad de situar a los judíos en un primer término; la de España, no. La función primordial y decisiva de los hispano-hebreos es indisoluble, a su vez, de la circunstancia de haber vivido articulados prietamente con la historia hispano-musulmana."

Como atestigua mi apellido paterno y el escudo de armas familiar (se dice en él que "probó" su hidalguía, lo que significa que había dudas sobre la pureza de su sangre...) soy descendiente de conversos. Como lo fueron innumerables españoles tales como el propio rey Fernando el Católico; los escritores Juan de Mena, Fernando de Rojas, fray Luis de León, Mateo Alemán, Hernando del Pulgar, Jorge de Montemayor y el mismo Miguel de Cervantes; los místicos (y santos) Teresa de Jesús y Juan de la Cruz; el teólogo Juan de Torquemada; el médico y científico Miguel Servet; los filósofos Juan Luis Vives, Francisco Sánchez y Benito Espinosa... La lista es interminable y espléndida.

Decir ahora que el antisemitismo español, según algunos especialistas el más arraigado de Europa, es producto del franquismo, o de la confrontación israelí-palestina actual, me parece como poco, quedarse un poco cortos... HArendt



Berlín, noviembre de 1938


"La España en guerra ante la 'Kristallnacht'", por Alejandro Baer

Kristallnacht, Noche de los Cristales, es el término con el que ha pasado a la historia el pogromo antisemita organizado por el régimen nazi en la noche del 9 al 10 de noviembre de 1938. La destrucción de cientos de sinagogas, saqueos, asesinatos y decenas de miles de arrestos y traslados a campos de concentración conforman el fatal balance de las acciones que tuvieron lugar en Alemania y Austria hace 70 años, y que dan comienzo al periodo hoy definido como el Holocausto.

En noviembre de 1938 España atraviesa la última etapa de la Guerra Civil, que se va definiendo de manera ya prácticamente irreversible a favor del bando nacional. El hambre, la destrucción y las noticias del frente que protagonizaban la vida en las dos Españas pueden hacer suponer que los infortunios que sufrieron los judíos alemanes por esas fechas no tendrían apenas repercusión en los medios españoles. Pero no es el caso. Los diarios se hicieron eco de los sucesos de Alemania, desde el atentado contra el diplomático alemán Von Rath en París por un joven judío polaco -que ofreció la excusa al régimen de Hitler para iniciar el pogromo-, hasta las reacciones internacionales a las acciones y medidas antisemitas. La percepción y representación de estos hechos en España se inscribe en un contexto político y cultural condicionado, por un lado, por la imagen estereotipada del judío -que emerge con nitidez durante la República en el ideario conservador y católico- y, por otro, por los acontecimientos de la guerra de España y, en especial, el vínculo entre los fascismos italiano y alemán con Franco.

La prensa de la zona nacional dio las noticias justificando las acciones antijudías, reproduciendo la versión antisemita de la propaganda alemana y ofreciendo también su propia interpretación, a partir del ancestral antijudaísmo de raíz católica. El atentado contra Von Rath del 7 de noviembre es presentado como fruto de una conspiración internacional judía contra Alemania: "Se trata de un crimen evidentemente político, fraguado por las organizaciones judías" titulaba, por ejemplo, La Gaceta del Norte el 9 de noviembre. El diario El Pensamiento Navarro titulaba en primera página el 11 de noviembre: "Los judíos envenenan las relaciones entre los pueblos", y describían los ataques como "acciones espontáneas contra los judíos". Respecto a las disposiciones que dicta el Gobierno alemán separando a los judíos de la economía nacional, el diario gallego El Progreso reproducía directamente las fuentes alemanas: "El judaísmo ha logrado acabar con la paciencia del pueblo alemán, siendo ya hora de que se den cuenta de cómo sabe reaccionar contra tales ataques". Ideal, de Granada, titula en portada el 13 de noviembre: "Alemania adopta medidas enérgicas contra los hebreos. Es un aviso claro para el judaísmo internacional, para que no vuelva a atentar contra un alemán". En esta misma línea también el diario Amanecer, de Zaragoza, señalaba el 11 de noviembre que "nadie debería sorprenderse por las medidas adoptadas por Alemania para defenderse", y se refería a las acciones anti-judías como "merecido castigo" para aquellos que "habían lanzado una ignominiosa campaña contra Alemania". Las noticias son también encuadradas mediante los mitos antisemitas que florecieron durante la República y la Guerra Civil. "Ese es el gran enemigo de la España de Franco: el judaísmo internacional que desde hace muchos años ha visto en nuestra patria presa segura de la política de turbulencias y castradoras concesiones que inauguró el 14 de abril" (Ideal, Granada, 25 de noviembre de 1938). En conjunto y con ocasión de los acontecimientos de noviembre de 1938, las diferencias entre los periódicos son más de matiz que de fondo, y se caracterizan por un discurso marcadamente antisemita.

La prensa republicana, por el contrario, reaccionó condenando con firmeza las acciones nazis y expresando solidaridad, e incluso identificación con los perseguidos. La Vanguardia titula el 11 de noviembre a cuatro columnas "En Alemania se ha desatado la fobia antisemita", y señala a continuación que "las turbas han incendiado todas las sinagogas de Berlín y saqueado las tiendas y domicilios particulares de los israelitas, cometiendo actos de verdadero vandalismo". El día 13 de noviembre los diarios de Madrid y Barcelona informan con detalle sobre lo sucedido. "Aumenta la indignación en todo el mundo por los actos de violencia de Alemania", titula La Vanguardia. Con el encabezamiento "El pogrom nazi", el Abc de Madrid, entonces en manos republicanas, dará comienzo a una serie de informaciones sobre las acciones de la noche del 9 al 10 de noviembre, la reacción internacional que provocaron, así como sobre los decretos que continuaron a los atentados y que fomentaron la creciente arianización y separación de los judíos de la vida económica de Alemania. Igualmente, el Abc publica noticias que desmienten el carácter espontáneo del pogromo, menciona "brutales métodos hitlerianos" e "inconcebibles decretos antisemitas de Goebbels". Aparecen también por vez primera los nombres de los campos de concentración nazis de Mauthausen y Buchenwald. El diario, editado en Alicante, Fragua Social, órgano de la CNT, se refiere al atentado contra Von Rath como "un acto de justicia realizado por un israelita" (9 de noviembre de 1938), y en los días siguientes publica titulares como "Se ha desatado en toda Alemania una furiosa ola de barbarie antisemita. Incendios, saqueos y otros excesos" o "Todas las conquistas del derecho y de la civilización han quedado sepultadas bajo el régimen despótico de la barbarie nazi". Igualmente se interpretan las acciones nazis en el contexto internacional, el de las concesiones al totalitarismo nazi, que afectaban también a la República española: "Sin la claudicación de Múnich, la bestia nazi no se hubiera atrevido a los actos de barbarie que comete contra los judíos" (Fragua Social, 12 de noviembre).

Finalmente, merece ser destacada la nota de condena a las acciones nazis que hace pública el Gobierno republicano tras una reunión del Consejo de Ministros en Barcelona el 16 de noviembre de 1938. La comunicación, reproducida de forma íntegra por los diarios republicanos un día más tarde, subrayaba que "los responsables de estos crímenes son los mismos promotores de la propaganda calumniosa que a partir de julio de 1936 se ha venido haciendo contra España y su gobierno", y que España, "dolorida ante el agravio de la dignidad humana que significa la afrenta de los nefandos pogromos de la Alemania nazi" prestaría, una vez terminada la guerra y dentro de los límites de sus posibilidades, "cobijo a cuantos perseguidos por su origen, ideas políticas o religiosas", quisieran venir a España. En contraste, esta misma noticia es recogida por el Abc nacional, el de Sevilla, en una columna titulada "Ecos y fichas de la criminalidad roja" el 18 de noviembre de 1938. En ella se expresa que, "además de acoger en su suelo a toda la hez de las brigadas internacionales", el gobierno de la República "dará la máxima facilidad a todos los judíos que quieran trasladarse a la España roja (...) Con esta ley se prepara la invasión de España roja por el judaísmo internacional".

Barcelona caería en manos de Franco apenas dos meses más tarde, y a finales de marzo de 1939 las tropas nacionales entraban en Madrid, donde el Generalísimo daría el 1 de abril su conocido último parte oficial de la guerra.

Se suele decir respecto a la relación entre historia y sociología que la primera sin la segunda está ciega y que la segunda sin la primera está vacía. Esto es lo que nos suele recordar Reyes Mate cuando insiste, con Walter Benjamin, que el presente puede ser iluminado en un instante a través de la fuerza fugaz de un pasado olvidado. Al volver la mirada a la representación de la Noche de los Cristales en los medios de la época descubrimos que estos hechos también nos conciernen en España. Por un lado, republicanos españoles y judíos europeos -muy especialmente aquellos que se alistaron en la Brigadas Internacionales- reconocieron entonces que sus destinos estaban entrelazados. Por otro, los enraizados prejuicios y estereotipos antisemitas, con que se prodigaron en noviembre de 1938 quienes finalmente vencieron la Guerra Civil, han perdurado durante décadas. Sus resabios y ramificaciones forman parte de nuestro presente. (El País, 11/11/08)



España, noviembre de 1938



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Entrada núm. 5180
Publicada el 11 de noviembre de 2008
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miércoles, 9 de noviembre de 2022

[ARCHIVO DEL BLOG] Ajustando cuentas personales con la Historia. [Publicada el 24/11/2008]



Madrid, 1949.  La familia materna de HArendt al completo


Un poco pretencioso por mi parte eso de escribir "Historia" con mayúsculas, pero es que en estos últimos días he leído algunas contribuciones interesantes al polémico asunto de la Memoria Histórica, y me he decidido a hacer una modestísima contribución a ella: la de mi propia familia. Como homenaje a tantas otras familias divididas por la guerra civil y obligadas a luchar en bandos opuestos. No voy a dar más nombres de los necesarios, pero los hechos y los personajes son reales, y los transmito tal y como a mi me llegaron a través de la memoria y la transmisión oral de mi familia.

13 de septiembre de 1923. El general Primo de Rivera da un golpe de Estado. El rey Alfonso XIII se encuentra de vacaciones en San Sebastián con la Familia Real. Enterado del pronunciamiento militar, abandona el Palacio de Miramar a las doce en punto de la noche y entra en Madrid a las seis de la mañana. El coche de escolta lo conduce un joven guardia civil de 23 años adscrito a la Casa Real. Es mi padre. Y es republicano.

14 de abril de 1931. Proclamación de la República. Mis padres viven en Sevilla, en donde mi padre se encuentra destinado. Mi madre, apolítica total, le comenta estupefacta como es posible que las mismas masas que dos años antes aclamaban emocionadas al Rey en la inauguración de la Exposición Universal de Sevilla, griten ahora, entusiasmadas, vivas a la República.

Octubre de 1934: Trubia (Asturias). Los mineros se han sublevado contra el gobierno de la República y han ocupado, entre otros lugares, la fábrica de armas de la ciudad. Es la denominada "Revolución de Asturias". Intentan asaltar el cuartel de la Guardia Civil de la localidad. Mi padre está destinado allí. Las mujeres de los guardias civiles y sus hijos, que viven en la Casa Cuartel, se refugian en zanjas abiertas en el exterior pues el edificio está siendo bombardeado con los cañones que los mineros han obtenido en el asalto a la fábrica de armas. A mi madre, embarazada de mi segundo hermano, le dan un fusil, no sabe muy bien para qué, y la meten en una zanja con mi hermano mayor. Los mineros no llegan a ocupar el cuartel.

18 de julio de 1936. Mis padres viven en Barcelona. Mi padre ya es sargento, y está destinado en el Parque de Automovilismo. Es el conductor del coronel Antonio Escobar, jefe de la 19ª Comandancia de la Guardia Civil. Está afiliado a Falange Española. Permanece fiel al gobierno de la República ante el alzamiento militar, como toda la Guardia Civil de Barcelona.

1938. Fecha indeterminada. Después de vicisitudes varias por toda la zona republicana, mi padre se encuentra de nuevo en Barcelona. Es detenido, acusado de conspiración contra la República y condenado a muerte. Mi abuelo materno, militante socialista, acude desde Madrid para interceder por él y acompañar a mi madre. Se le indulta de la pena de muerte y es ingresado en un barco-prisión fondeado en el puerto de Barcelona. La aviación "nacional" bombardea Barcelona, mi abuelo es alcanzado por una de las bombas y pierde una pierna.

Mi padre y dos guardias civiles más encarcelados, escapan del barco-prisión y huyen a pie hasta la frontera francesa. Uno de sus compañeros, herido, es devorado por los cerdos una noche en la que se han refugiado en una alquería, camino de la frontera. Logra llegar a Francia y es internado en un campo de concentración cercano a Lyon. El trato a los españoles es inhumano. Mi madre y mis hermanos no volverán a saber nada de él hasta abril de 1939, cuando por un parte radiofónico se enteran de que ha sido repatriado a España.

1940. Mi padre es investigado y juzgado como desafecto al régimen, al no haberse sublevado en julio del 36. No pueden probarle nada en contra y es destinado como Comandante Militar a la isla de El Hierro, en Canarias. Allí permanecerá con mi madre y mis hermanos hasta 1945, en que vuelve destinado a la Península. En 1956 se retira, por edad, con el grado de comandante de la Guardia Civil.

Mi madre no pasó de los estudios primarios, pero fue una mujer muy fuerte, y muy conservadora. Toda su familia militaba en el partido socialista. Un tío suyo, hermano de mi abuelo, era diputado en las Cortes republicanas y alcalde del municipio del Puente de Vallecas, ahora integrado en la ciudad de Madrid. Era un hombre de orden, muy preparado, republicano ferviente y socialista. Protegió los conventos e iglesias de su localidad cuando ocurrieron los sucesos de abril de 1931, defendiendo a los sacerdotes y religiosas de Vallecas. En 1941, fue condenado por un consejo de guerra y ejecutado. De nada valieron las intercesiones de esos mismos religiosos que él protegió.

Por la casa de mis abuelos maternos, en la Rivera de Curtidores de Madrid, pasaron a menudo Indalecio Prieto, Largo Caballero, el doctor Negrín y otros dirigentes socialistas, antes de la guerra civil. Mi madre los conoció de joven allí. Mis abuelos maternos murieron a mediados de los años 50. Llegué a conocerlos y jugué de niño muchas tardes en su casa cuando mis padres iban a visitarlos.

Mi abuelo paterno fue también guardia civil. Murió en 1906. Nunca llegué a ver una foto suya. Tuvo 21 hijos, tres con mi abuela, su segunda esposa. En casa de mis padres vi su nombramiento como guardia civil expedido en nombre de la reina Isabel II. Un tío mío, hermano de mi padre, fue teniente de la Legión durante la guerra civil. Todos los hermanos varones de mi madre, y los maridos de sus hermanas, lucharon del lado republicano.

Otro día, si tengo ánimo, seguiré con la historia. Ahora, les dejo el enlace a un interesante artículo aparecido en la Revista Claves de Razón Práctica de este mes, titulado "Argumentos patéticos. Historia y memoria de la guerra civil". Una persona asesinada es una persona asesinada, ¿o no?, -se pregunta el autor del mismo, el profesor Ángel G. Loureiro, catedrático de Literatura Española Contemporánea y Teoría Literaria en la prestigiosa universidad de Princeton (Estados Unidos)-. Uno puede tener una clara simpatía por la República, dice, pero eso no resuelve las cuestiones éticas planteadas por los asesinados de ambos bandos. Y concluye su artículo: Sería muy tranquilizador tener una respuesta política a los dilemas suscitados por los asesinatos pero las cuestiones planteadas por todas las víctimas de la guerra civil no admiten una respuesta política tan sencilla como muchos asumen o exigen. Por cierto, en la foto de más arriba, soy el niño inmediatamente debajo de mi abuelo. Y, ah..., se me olvidaba, un último hecho muy muy personal: fui concebido el 8 de mayo de 1945. El mismo día que terminaba la Segunda Guerra Mundial en Europa. Cosas del destino, o del amor, al menos en este caso... HArendt



Alegoría de la Historia


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martes, 28 de julio de 2020

[LORCA EN SU JARDÍN] Hoy, con Mariana Pineda



Fotograma de una representación actual de Mariana Pineda




Concluidas las entradas dedicadas a Miguel de Cervantes y Benito Pérez Galdós, durante los próximos meses voy a ir subiendo al blog, en la medida de lo posible, toda la extensa obra teatral, poetica y narrativa de ese otro genio de la literatura en español que fue Federico García Lorca.

Federico García Lorca (1898-1936) fue un poeta, dramaturgo y prosista español, conocido por su destreza en muchas otras artes. Adscrito a la generación del 27, fue el poeta de mayor influencia y popularidad de la literatura española del siglo xx. Como dramaturgo se le considera una de las cimas del teatro español de ese mismo siglo, junto a Valle-Inclán y Buero Vallejo. Murió asesinado un mes después del golpe de Estado que dio origen a la Guerra Civil civil española.

Continúo hoy la serie con la obra teatral Mariana Pineda, drama histórico escrito por Lorca entre 1923 y 1925. Fue estrenada el 24 de junio de 1927 en el Teatro Goya, de Barcelona por la compañía de Margarita Xirgú, con escenografía de Salvador Dalí. 

La obra gira en torno a la historia real de Mariana Pineda, una mujer granadina de 26 años condenada a muerte y ejecutada en Granada el 26 de mayo de 1831, por defender la causa liberal frente al absolutismo del rey Fernando VII, al haberse encontrado en su casa una bandera liberal con las palabras Libertad, Igualdad y Ley, bandera que había sido fue bordada por unas mujeres del barrio del Albaicín. 

La pueden leer desde este enlace, en la edición electrónica de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, de la Universidad de Alicante, tomada de sus Obras completas, Madrid, Aguilar, 1954También pueden disfrutarla, completa, en este video del canal YouTube, puesta por el grupo Taller de Teatro Dionisos, de Jerez de la Frontera, el año 2011. 






Monumento a Lorca. Plaza de Santa Ana, Madrid



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sábado, 18 de julio de 2020

[ARCHIVO DEL BLOG] Bochorno y vergüenza. Publicada el 14 de mayo de 2010



El juez Baltasar Garzón



Se consumó la mayor afrenta a la democracia española desde el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981. Nunca pensé que se podrían repetir en mí los sentimientos de bochorno y vergüenza que sentí ese lejano día de hace 29 años. Y lo han consumado un juez instructor lunático, un Consejo General del Poder Judicial desprestigiado y un Tribunal Supremo en la inopia, con la inhabilitación y procesamiento del juez de la Audiencia Nacional, Baltasar Garzón, por intentar que los crímenes del franquismo no quedaran impunes. Y todo ello con el aplauso y el apoyo indisimulado del principal partido de la oposición.

A pesar de todo, sigo creyendo en la grandeza de la democracia. Como dijo Pericles en la Atenas del siglo V a.C., "nuestro régimen político se llama democracia porque el gobierno no depende de unos pocos sino de la mayoría", y estoy convencido de que, finalmente, y más pronto que tarde, prevalecerá la justicia sobre la impunidad.

Les invito a leer el artículo que sobre el asunto escribe hoy en el diario El País [Un juez ante la historia. El Pais, 14/5/2010] el magistrado emérito del Tribunal Supremo y miembro de la Comisión Internacional de Juristas, José Antonio Martín Pallín. HArendt



El magistrado Martín Pallín


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viernes, 17 de julio de 2020

[CLÁSICOS DE SIEMPRE] Los diálogos platónicos. Hoy, con Eutifrón




Busto de Platón. Museos Vaticanos


Comienzo un nuevo capítulo de entradas de la sección Clásicos de siempre del blog subiendo al mismo los Diálogos de Platón. Lo continúo con el titulado Eutifron o de la santidad, que pueden leer en el enlace anterior, y los sucesivos los iré subiendo con la periodicidad habitual de uno al mes, esperando que merezcan su interés.


Eutifrón (Ευθύφρων) o Sobre la santidad es un diálogo perteneciente a la serie llamada Primeros diálogos, escritos en la época en que el autor era aún joven. La fecha exacta permanece, sin embargo, incierta: sus comentaristas la hacen variar entre desde el 399 y el 395 a. C., justo antes del proceso de Sócrates y unos pocos años después de su muerte.

Se supone que se desarrolla hacia el 399 a. C.: más precisamente entre la acusación de Meleto y el proceso de Sócrates. Eutifrón es un personaje oscuro, pero que parece realmente haber existido, como es regla en los personajes puestos en escena por Platón. Los hechos relatados en el diálogo son probablemente exactos y bien conocidos por los atenienses de la época. Por otra parte, es difícil precisar si este Eutifrón corresponde al personaje del mismo nombre nombrado en el Crátilo, aunque, a priori, nada parece objetarlo.

Eutifrón trata sobre la naturaleza de la santidad, pero no aporta al tema conclusión alguna. En la escena introductoria Sócrates acaba de descubrir que fue objeto de una acusación por parte de un tal Meleto, un joven oportunista que le reprocha corromper a la juventud con sus discursos y sus ideas, especialmente en materia de religión. Cuando se dirigía hacia el Pórtico del rey, en Atenas, para comparecer ante el arconte rey, se cruza con Eutifrón, que se sorprende de verlo allí. Después de haberle contado su desgracia adornándola con halagos irónicos a la sensatez de Meleto, Sócrates pregunta a su vez la razón por la cual Eutifrón se encuentra en el mismo lugar que él. Eutifrón le responde que se apresta a cometer un acto de gran piedad. Acaba, en efecto, de presentar una acusación contra su propio padre. Uno de los jornaleros de su familia, que trabajaba en sus tierras en Naxos, había una tarde bebido demasiado y degolló a uno de los criados de la familia. El padre de Eutifrón ordenó, entonces, atar de pies y manos al criminal y arrojarlo a una fosa, al mismo tiempo que envió a un hombre a consultar al exégeta sobre qué debía hacer. El padre se olvidó del hombre atado que, antes de que regresara el enviado, había muerto de frío y de hambre. Sócrates se alegra de esas circunstancias: si Eutifrón procede con tanta determinación, es seguramente porque tiene una visión clara y precisa de lo que es pío y de lo que no lo es. De lo contrario, no se animaría a presentar una acusación tan grave contra su padre. Le ruega encarecidamente, entonces, que lo ilumine sobre la naturaleza de la piedad, a fin de que Meleto no pueda acusarlo de carecer de ella.

Platón (427-347 a.C.) fue un filósofo griego seguidor de Sócrates y maestro de Aristóteles. Su nombre original parece haber sido Aristocles, y nace en el seno de una familia aristocrática ateniense que por línea paterna se decía descendiente del mítico rey Codro, y por línea materna estaba emparentada con Solón, el gran reformador político de la ciudad y poeta. En 387 fundó la Academia de Atenas, institución que continuaría a lo largo de más de novecientos años, a la que Aristóteles acudiría desde Estagira a estudiar filosofía alrededor del 367, compartiendo unos veinte años de amistad y trabajo con su maestro.

Participó activamente en las enseñanzas de la Academia y escribió sus obras, siempre en forma de diálogos sobre los más diversos temas, tales como filosofía política, ética, psicología, antropología filosófica, epistemología, gnoseología, metafísica, cosmogonía, cosmología, filosofía del lenguaje y filosofía de la educación. A diferencia de sus contemporáneos, casi todo el trabajo de Platón ha sobrevivido intacto.

Mediante mitos y alegorías Platón desarrolló sus doctrinas filosóficas. En su teoría de las formas o ideas, sostuvo que la realidad sensible es solo una "sombra" de otra más real, perfecta e inmutable. De ese mundo proviene el alma humana y todos los conceptos universales (formas), los cuales son innatos en ella. El alma es inmortal, pero ésta se encuentra "encarcelada" en el cuerpo. Platón es considerado como uno de los fundadores de la filosofía política al considerar que la ciudad justa estaría gobernada por filósofos reyes. Intentó también plasmar en un Estado real su original teoría política, razón por la cual viajó dos veces a Siracusa, Sicilia, con intenciones de poner en práctica allí su proyecto, pero fracasó en ambas ocasiones y logró escapar penosamente y corriendo peligro su vida debido a las persecuciones que sufrió por parte de sus opositores.

Su influencia como autor y sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina gracias a sus trabajos. Sus ideas fueron la base del llamado neoplatonismo de filósofos como Plotino y Porfirio, que influyeron en San Agustín y, por lo tanto, en el cristianismo. 




La Escuela de Atenas, Rafael (1512). Museos Vaticanos



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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

viernes, 10 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Pasado



Dibujo de Sr. García para El País


Para que el pasado nos ayude a mejorar el presente, comenta en el A vuelapluma de hoy viernes [Sin memoria no hay democracia. El País, 27/6/2020] la escritora Géraldine Schwarz, no basta con nombrar a unos cuantos culpables de la historia y derribar sus estatuas. Requiere adoptar la perspectiva de la víctima y ser capaces de pedir perdón. Porque sin memoria no hay democracia. 

"Antes de la II Guerra Mundial, -comienza diciendo Schwarz- recordar la historia solo servía para glorificar a las naciones, agitar el revanchismo o canonizar a los héroes. Entonces, Alemania inventó el concepto de Vergangenheitsbewältigung, el intento de asumir la vergüenza de su pasado nazi haciendo frente colectivamente a los incalificables crímenes del Tercer Reich en lugar de eludirlos. Este proceso, que comenzó a finales de los sesenta tras dos décadas de amnesia colectiva, permitió que de un legado negativo surgiera algo positivo: la rehabilitación y reconstrucción de Alemania como una de las democracias más fuertes del mundo. Yo crecí en Francia, donde nací de madre francesa y padre alemán. Hace 20 años me trasladé a vivir a Berlín. Aquí puedo ver a diario de qué forma este trabajo, lo que se denomina “asumir el pasado”, ha influido de forma positiva en Alemania y en la sociedad alemana moderna.

La cultura alemana de la memoria podría servir de inspiración a países como España, EE UU o el Reino Unido, que tienen dificultades para comprender que, para transformar el peso del pasado en riqueza, deben afrontarlo, no hacer caso omiso de ellas. Ahora bien, para que el pasado nos ayude a mejorar nuestro presente, no basta con nombrar a unos cuantos culpables de la historia y derribar sus estatuas. La furia es comprensible, sin duda, cuando las autoridades permiten que se siga honrando a figuras como el rey Leopoldo II de Bélgica o el traficante de esclavos Edward Colton de Bristol en lugares públicos sin que haya ninguna contextualización. Pero la iconoclastia, muchas veces, no aporta más que una impresión de justicia. Poco después llega el olvido. Y lo único que queda es la oportunidad desperdiciada de utilizar nuestro pasado para conocernos mejor a nosotros mismos.

”Nuestra historia nos enseña de qué es capaz el ser humano”, dijo el presidente alemán Richard von Weizsäcker en un recordado discurso ante el Bundestag en 1985. Y añadió: “No podemos pensar que ahora somos muy distintos y nos hemos vuelto mejores”. Los hombres homenajeados en estatuas pudieron hacer lo que hicieron porque sociedades enteras en Europa, América, el mundo árabe y el Imperio Otomano compartían sus ideas. Quizá no se mancharon físicamente las manos de sangre, pero mucha gente se benefició, directa o indirectamente, del cruel y salvaje dominio del hombre sobre el hombre que entrañaban la esclavitud y el colonialismo. La complicidad de la multitud de gente con un sistema criminal es, me parece, mucho más importante que la culpa individual de un traficante de esclavos o un sádico colono.

Y esa responsabilidad social parece menos relevante en la era oscurantista de Cristóbal Colón —cuando la Iglesia, con toda su influencia, decidió que la mayoría de los seres humanos no blancos carecían de alma— que en épocas más modernas. ¿Cómo es posible que, en los siglos XIX y XX, países como Estados Unidos, el Reino Unido y Francia, que presumían de ser los adalides de la democracia y la libertad, oprimieran y explotaran sin ningún escrúpulo a la gente, con el pretexto de “instruirla”?

La opresión se prolongó hasta mucho después de la II Guerra Mundial, después de que proclamaran su superioridad moral sobre el fascismo. ¿Hasta qué punto esta doble vara de medir ha dañado el modelo de democracia parlamentaria en todo el mundo? Millones de ciudadanos estadounidenses y europeos contribuyeron a una hipocresía intolerable, una inmoralidad.

Esta reflexión es crucial, porque nos remite a nuestra responsabilidad individual actual. Nos ayuda a ser conscientes de nuestras contradicciones, en lugar de echar la culpa a los demás. Nos obliga a darnos cuenta de que no es necesario trabajar directamente al servicio de un sistema injusto para ser cómplices de él.

En Alemania, a quienes siguen la corriente los llaman Mitläufer. Durante el Tercer Reich, mi abuelo fue uno de ellos. Se aprovechó de las políticas antisemitas de los nazis para comprar una empresa a una familia judía por un precio muy barato. Tras la guerra, el único superviviente de aquella familia, que había muerto en Auschwitz, exigió una indemnización. Pero mi abuelo se consideraba inocente. Como la mayoría de los alemanes, no quería aceptar la realidad de que, si bien la influencia de cada Mitläufer a nivel individual era mínima, sus pequeños actos cotidianos de cobardía y oportunismo habían creado las condiciones necesarias para el funcionamiento de un sistema criminal. Fue necesaria la valentía de la generación de mi padre para sacar a la población alemana de la amnesia y convertir a los Mitläufer en un elemento fundamental de esa tarea de rendir cuentas con el pasado. Esa actitud contribuyó a concienciar más a los jóvenes sobre su falibilidad y a armarlos contra los demagogos y los manipuladores del odio y las mentiras. Y gracias a ello pudieron transformar la culpa colectiva en responsabilidad democrática. Aun así, ni siquiera Alemania es inmune. Aprender del pasado es un proceso que es necesario alimentar y reexaminar continuamente, igual que la democracia.

Enfrentarse a las sombras de la historia es algo que no debería hacerse en una cultura de culpabilidad ni en el culto a las víctimas. Tampoco debe instrumentalizarse para agitar el odio y el sectarismo, ni para alimentar una versión anacrónica y maniquea del pasado. Pero asumir el pasado es imposible sin un paso esencial: adoptar la perspectiva de la víctima, el oprimido, el ocupado, el humillado. Y ser capaces de pedir perdón.

Sin embargo, muchos se resisten todavía a este proceso. El Reino Unido se niega a pedir perdón por matanzas que están claramente documentadas y por la explotación económica y la segregación racial que llevó a cabo en sus colonias. El recuerdo de los errores de la historia no parece formar parte de la educación nacional, ni en las escuelas, ni en los museos, ni en la mayor parte de los medios de comunicación. Pero los británicos no son los únicos que se niegan a aceptar la realidad en Europa. También lo hacen los Países Bajos, Italia, Portugal... y España.

Cuando México pidió a España, en 2019, que pidiera perdón por el brutal sometimiento de los pueblos indígenas durante la conquista en el siglo XVI, Madrid respondió que no era posible juzgar el pasado desde una perspectiva contemporánea. En efecto, es posible alegar que el oscurantismo predominante en la época es una circunstancia atenuante. Pero ese es un argumento que conviene usar con cautela, porque se puede utilizar para justificar todo tipo de crímenes cometidos bajo la influencia de una ideología fanática. Lo que debilita la credibilidad de España es que también cerró los ojos voluntariamente a los crímenes del régimen de Franco. Triunfó la impunidad y las víctimas se quedaron solas con su sufrimiento. El resultado fue una peligrosa relativización de los crímenes de Franco que está arraigando en parte de la sociedad, con su corolario: el desarrollo de un partido extremista y antidemocrático.

Sin asumir la responsabilidad del pasado, ninguna reconciliación es duradera, ninguna paz es sólida, ningún pasado se expía. Una historia reprimida tiene un efecto bumerán. Regresa en forma de tensiones colectivas, una sociedad dividida, el ascenso del populismo, el extremismo y el racismo. El hecho de negarse a afrontar las sombras de la historia revela que no se ha entendido en absoluto la importancia que tiene hacer suyo el pasado para la madurez democrática de un país y para la paz internacional. Si los países europeos quieren tener influencia normativa en el mundo y reafirmar los valores de una sociedad abierta y democrática frente a modelos autoritarios, las antiguas potencias coloniales deben asumir sus responsabilidades históricas.

Afrontar la memoria con honestidad no es un accesorio moral para dar buena imagen. Nos ayuda a construir, juntos, el futuro. Nos guía para comprender el mundo en lugar de sufrirlo, evitar los errores e identificar los peligros; los que proceden de otros, pero, sobre todo, los que proceden de nosotros mismos. Nos ayuda a vivir de forma más consciente".

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 






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