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miércoles, 31 de octubre de 2018

[A VUELAPLUMA] Los matices son la cuestión





El sociólogo e historiador José Andrés Rojo escribía hace unos días en El País sobre el hecho de que los mitos, en palabras de Keith Lowe, no nos permiten ver que las guerras son siempre una realidad turbia y moralmente ambigua en la que los matices no pueden ni deben obviarse.

Entre 1939 y 1945, comienza diciendo, fueron asesinados en torno a uno de cada seis polacos y uno de cada cinco ucranianos. Se cree que durante la Segunda Guerra Mundial perecieron al menos 20 millones de rusos. El número de víctimas en China, según los cálculos más conservadores, oscila entre los 15 y los 20 millones. Las fuerzas aliadas bombardearon Dresde hasta reducirla a escombros y Estados Unidos lanzó las bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki. El historiador británico Keith Lowe recoge estas referencias en algún lugar de El miedo y la libertad, su libro sobre los cambios que produjo la Segunda Guerra Mundial y que se tradujo en España el año pasado. Habla también del Holocausto, y explica que es a los judíos a quienes les ha tocado desempeñar el papel de “la víctima por antonomasia” de aquellos terribles años. “Se los asesinó de manera más eficaz y en mayores números que a ningún otro grupo racial. Y los métodos industriales empleados para aniquilarlos parecen el epítome de la inhumanidad tanto del sistema nazi como de la guerra en sí misma. En ese sentido, los judíos son un símbolo ideal de nuestro victimismo colectivo”.

Cada uno de los capítulos del libro de Lowe recoge la experiencia de una persona, y a partir de esta va iluminando aspectos concretos relacionados con aquel devastador conflicto. Cuando cuenta lo que le ocurrió al soldado estadounidense Leo Creo, que llegó a Europa para combatir contra los nazis, escribe que “lo que sucedió realmente en la guerra y lo que recordamos de ella son dos cosas muy distintas, y esa discrepancia, que no deja de aumentar, le incomoda sobremanera”. Aquel soldado pensaba que no pudo hacer gran cosa en la defensa de Estrasburgo —lo hirieron y fue retirado del combate— y le fastidiaba la inmensa estatura de héroe que le habían otorgado a su regreso. No todos los soldados que pelearon en Europa, además, fueron nobles y valientes. También los hubo que saquearon ciudades, violaron mujeres, cometieron abusos. Pero los mitos que se construyeron al final de la guerra borraron cualquier sutileza.

Madrid, miércoles 24 en la Facultad de Derecho de Tres Cantos: el historiador Santos Juliá y el abogado José María Ruiz Soroa han sido convocados por la Universidad Autónoma y la Fundación Pablo Iglesias para volver sobre el pasado bajo el título ¿Qué memoria histórica? Da la impresión de que en España todavía fuera necesario establecer un relato sobre lo que ocurrió durante la Guerra Civil y la dictadura. Es lo que los socialistas pretenden hacer con la propuesta de crear una comisión de la verdad que han incluido en su proyecto de reforma de la llamada Ley de Memoria Histórica.

Ruiz Soroa exploró los aspectos jurídicos de las últimas propuestas legislativas sobre esta cuestión y llamó la atención sobre su alta carga emocional y su deficiente factura técnica. Santos Juliá había explicado antes que igual no se trata de establecer lo que hay que recordar, como si fuéramos los fieles de una religión. Olvidar lo que nos molesta y alimentar lo que contribuye a reforzar una identidad para el presente. Frente a eso quizá sea más fecunda la actitud del historiador: salir de los tuyos y no apagar ninguna voz que proceda del pasado. Lowe lo expresa de otra manera cuando dice que los mitos no nos permiten ver que la guerra fue una realidad turbia y moralmente ambigua. La cuestión que plantea la iniciativa de los socialistas es si la sociedad española necesita realmente ese relato único sobre lo que ocurrió o si ya está madura para los matices.



Dresde, Alemania, tras los bombardeos de 1945



Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 12 de julio de 2017

[A vuelapluma] La trampa de Tucídides





El rápido ascenso de Pekín pone en peligro la preponderancia de Washington. La historia nos enseña que en los próximos años el riesgo de una guerra entre ambos será muy real, pero también que hay maneras de evitarla, dice en un reciente artículo en El País el profesor Graham Allison, director del Centro Belfer de Ciencias y Asuntos Internacionales en la Kennedy School de Harvard y autor del libro Destined for War: Can American and China Escape Thucydides's Trap?

Este mes, bajo inmensas presiones de China, el nuevo presidente surcoreano, Moon Jae-in, dejó en suspenso parte del sistema antimisiles que estaba desplegando Estados Unidos en su país. Este episodio no es más que el último ejemplo del duelo de influencias entre Estados Unidos y China en la región de Asia-Pacífico. ¿Es posible que el duelo acabe convirtiéndose en una guerra abierta?, se pregunta el profesor Allison al comienzo de su artículo.

En mi nuevo libro —Destined for War: Can America and China Escape Thucydides's Trap?— argumento que, con el rumbo actual, el estallido de una guerra entre los dos países en las próximas décadas no solo es posible, sino mucho más probable de lo que se piensa. El motivo es la trampa de Tucídides: una tensión estructural letal que se produce cuando una potencia nueva reta a otra establecida. El primero en describir este fenómeno fue el historiador griego en su narración de la Guerra del Peloponeso. “La guerra era inevitable, por el ascenso de Atenas y el miedo que eso inspiró en Esparta”, explicaba Tucídides.

El proyecto de historia aplicada que dirijo en Harvard ha encontrado, en los últimos 500 años, 16 casos en los que el ascenso de una gran nación trastocó la posición de otra nación dominante. Doce de ellos terminaron provocando una guerra.

Un ejemplo claro es lo que ocurrió hace 100 años. ¿Cómo es posible que el asesinato de un archiduque desencadenara una conflagración tan catastrófica que los historiadores tuvieron que crear una categoría nueva, la de guerra mundial? La respuesta es que la tensión crónica causada por la rivalidad entre una potencia emergente y una potencia dominante provoca una dinámica fatal en la que acontecimientos que, en otro caso, serían insignificantes o al menos manejables pueden desatar una cascada de acciones y reacciones y desembocar en un resultado que nadie deseaba.

El hecho de que, en cuatro de los 16 casos, se evitara la guerra, significa que el resultado no está predeterminado. La trampa de Tucídides no es un concepto fatalista ni pesimista, sino que debe servir para que seamos conscientes del tremendo peligro creado por la situación actual entre Estados Unidos y China. Si las dos partes continúan como hasta ahora, la historia se repetirá.

El mundo no ha presenciado nada equiparable al cambio tan veloz y trascendental en el equilibrio de poder debido al ascenso de China. Si Estados Unidos fuera una empresa, podría decirse que, en los años inmediatamente posteriores a la II Guerra Mundial, facturaba el 50% del mercado económico mundial. En 1980 facturaba el 22%. Tres décadas de crecimiento superior al 10% de China han reducido la cuota estadounidense al 16%. Por su parte, China pasó de representar el 2% de la economía mundial en 1980 al 18% en 2016.

Para los estadounidenses acostumbrados a un mundo en el que su país era el número uno, la idea de que China pueda superarlos parece inconcebible. En los últimos años, los medios occidentales no dejan de hablar de la “desaceleración” china y la “recuperación” de Estados Unidos. Sin embargo, a pesar de su “desaceleración”, China crece tres veces más deprisa que EE UU. Según el Fondo Monetario Internacional, en 2014 China sobrepasó a Estados Unidos y se convirtió en la primera economía en términos de paridad de poder adquisitivo, que tanto la CIA como el FMI consideran el mejor criterio para comparar economías nacionales. Si los dos países continúan sus tendencias de crecimiento actuales, la economía china será un 50% mayor en 2023. Y tres veces mayor en 2040. Las afirmaciones del presidente Trump de que Estados Unidos ha estado “retrocediendo” frente a China reflejan, en parte, la realidad de esos cambios.

¿Podrán Trump y Xi Jinping gestionar la relación geopolítica más crucial del siglo XXI sin ir a la guerra? Desde el punto de vista de la personalidad, el presidente de Estados Unidos y el de China no pueden ser más distintos, pero se parecen en muchos otros aspectos. Ambos han prometido hacer que sus respectivos países vuelvan a ser grandes con un programa de cambios radicales. Todo el mundo conoce el famoso lema de Trump. Cuando Xi llegó al poder en 2012, también prometió devolver la grandeza a China, proclamó su “sueño chino” y llamó al “gran rejuvenecimiento de la nación china”.

Los dos se enorgullecen de lo que consideran sus extraordinarias cualidades de líderes. Trump alegó tener un instinto sin igual para los negocios como base de sus aspiraciones a la presidencia. Xi ha concentrado hasta tal punto el poder que muchos le llaman “el presidente de todo”. El excepcionalismo forma parte del programa político de los dos, y eso indica una semejanza más fundamental: cada uno de ellos tiene un gran complejo de superioridad y considera que no hay nadie que se le compare. Y, lo más importante, cada uno piensa que el otro país es el principal obstáculo para lograr sus objetivos.

El riesgo es que, en medio de la tensión estructural provocada por el ascenso de China y exacerbada por las visiones rivales de Xi y Trump, las crisis inevitables que, normalmente, podrían contenerse acaben desembocando en algo que no desea ninguna de las dos partes.

Aun así, la guerra no es inevitable. La historia demuestra que las grandes potencias pueden manejar las relaciones con sus rivales, incluso con las que amenazan con derrocarlas, sin desencadenar una guerra. El primero de los cuatro casos “sin guerra” que examino es la rivalidad entre un Portugal hegemónico y una España en ascenso a finales del siglo XV, cuando esta última, unida y rejuvenecida, empezó a desafiar el dominio comercial portugués y a hacerse con el poder colonial en el Nuevo Mundo. Cuando las dos potencias ibéricas estaban al borde de la guerra, la intervención del Papa y el Tratado de Tordesillas, de 1494, evitaron en el último momento una guerra devastadora.

El conflicto entre Portugal y España y los otros tres casos de resolución pacífica pueden enseñar mucho a los estadistas actuales, igual que los fracasos. ¿Seguirán Trump y Xi —o sus sucesores— los trágicos pasos de los gobernantes de Atenas y Esparta, de Gran Bretaña y Alemania? ¿O encontrarán una manera tan eficaz de evitar la guerra como Gran Bretaña y Estados Unidos hace un siglo y Estados Unidos y la Unión Soviética durante las cuatro décadas de la Guerra Fría? Nadie lo sabe, por supuesto. De lo que sí podemos estar seguros es de que la dinámica que descubrió Tucídides se intensificará en los próximos años.



Dibujo de Nicolás Aznárez para El País


Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt



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viernes, 4 de septiembre de 2015

[Humor & Digresión] La crisis de los refugiados. La solidaridad en la UE, cuestionada



Gallego y Rey



No creo que nadie en su sano juicio se cuestione la gravedad de la crisis humanitaria que la llegada a las fronteras de la UE de miles de refugiados que huyen de las guerras en Oriente Medio y el norte de África supone para la UE. 

Crisis que está dejando bastante meridianamente claro que la solidaridad no es el fuerte de los Estados europeos. Curiosamente son los "malos" de la película (Alemania), quienes más pruebas de solidaridad con estos refugiados están dando. Grecia e Italia, los países receptores, están dando la cara. Pero este no es un problema de Italia ni de Grecia. Es un problema de Europa y es Europa en su conjunto, la que tiene que resolverlo. 

No insisto en lo que el profesor Torreblanca planteaba hace unos días y que yo reproducía en mi entrada de ayer. Hoy quiero limitarme a traer hasta el blog algunas viñetas de la prensa española de estos días sobre este tremendo drama. Quizá ellos, con su simplicidad expresiva, aciertan a exponer la situación con mayor crudeza y realismo que cualquier discurso.

Las viñetas que expongo son de Forges y El Roto (El País), Morgan (Canarias 7), Gallego y Rey, Idígoras y Pachi, y Ricardo (El Mundo).

Esta entrada ha sido seleccionada para participar en el concurso de "Post Solidarios" de la Fundación Mutua Madrileña.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt 



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VIÑETAS


Forges


El Roto


El Roto


Morgan


Idígoras y Pachi


Idígoras y Pachi


Idígoras y Pachi


Ricardo


Ricardo


Ricardo




Entrada núm. 2434
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