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viernes, 13 de noviembre de 2015

[Política] ¿Qué queda del sueño de una Europa constitucional?





Tribunal de Justicia de la Unión Europea


A finales del pasado mes de octubre, el duro discurso de Viktor Orbán arrancó enfervorizados aplausos de sus socios del Partido Popular Europeo, reunidos en Madrid. El primer ministro de Hungría rompió el guion de los discursos anodinos y previsibles de los demás líderes conservadores en su intervención ante el plenario del Congreso del PP europeo. Primero, alertando que el reto de la inmigración masiva está ya "desestabilizando el futuro de la familia política" de los conservadores europeos, de varios países y de varios Gobiernos de la Unión. Luego, pidiendo una respuesta clara y firme, con plazos bien determinados, por parte de las instituciones. Acabó precisando algunas cuestiones en las que no está de acuerdo con el acervo común de sus socios políticos, incluso de las resoluciones acordadas durante el cónclave.

Pocos días después, la ONU denunciaba al Gobierno checo por trato degradante a los refugiados; Alemania se planteaba usar aviones militares para expulsar inmigrantes; y Philippe Legrain, ex asesor independiente en temas económicos para la presidencia de la Comisión Europea e investigador superior visitante en el Instituto Europeo de la Escuela de Economía de Londres escribía un artículo en El País titulado "La desintegración de Europa" en el que señalaba que el restablecimiento de fronteras internas es una señal clara de que la UE se caía a pedazos y que la salida del Reino Unido podía trastocar la dinámica de la integración; razón de sobra para arreglarlo antes de que sea demasiado tarde, añadía.

El martes de esta semana el primer ministro británico, David Cameron, hacía públicas las claves del pulso entre el Reino Unido y el resto de la Unión Europea, claves que encuentran el rechazo de la Comisión y de varios de los Estados miembros.

Y un día antes, en un ejercicio de demagogia pseudo-democrática llevada al límite del absurdo, el parlamento de la Comunidad Autónoma de Cataluña, declaraba solemnemente, en un brindis al sol tan característico de esa rancia españolidad que ellos desprecian a boca llena, la independencia de Cataluña de España.

Pero ante tanta desidia, incompetencia y falta de liderazgo en España y Europa, ¿qué cabe hacer? Centrémonos en Europa; supongo que respuestas las hay a decenas (al menos veintiocho), una por cada partido europeo y por cada gobierno estatal. Pero a lo que se ve, todas resultan insuficientes e inaplicables. ¿Y tenemos que conformarnos los ciudadanos, insisto, ante tanta desidia e incompetencia por parte de los líderes de los gobiernos europeos ? 

A mí me ha parecido de enorme interés el artículo publicado recientemente en Revista de Libros por Francisco Rubio Llorente, que fue presidente del Consejo de Estado, vicepresidente del Tribunal Constitucional y director del Centro de Estudios Políticos y Constitucionales, con el título de "Constitucionalismo contemporáneo y Constitución Europea", reelaboración en lo esencial de lo escrito por el autor en el Libro-Homenaje al magistrado del Tribunal Constitucional, Luis Ortega, recientemente fallecido.

Dice Rubio Llorente al inicio de su artículo: "Para la mayor parte de los ciudadanos europeos de nuestro tiempo, las finalidades que dan sentido al proceso de integración tienen una naturaleza fundamentalmente económica y es la ciencia económica, no la jurídica, la que ha de guiarlo. Como es bien sabido, no siempre fue así, ni debiera ahora ser así. En los comienzos de este proceso, la economía era instrumento al servicio de una finalidad más alta: evitar nuevas guerras, asegurar la paz en Europa mediante una reestructuración jurídico-política del continente, una «apertura» constitucional de los Estados europeos que diese lugar a un nuevo sistema de relación entre ellos. Por eso ha podido decirse que ese proceso no comenzó en los Tratados de Roma o París, sino mucho antes, en las Constituciones promulgadas tras el final de la guerra en todos los Estados fundadores. Pronto, ya en la década de los sesenta del pasado siglo, esa finalidad última pasó, sin embargo, a segundo plano y la economía dejó de ser instrumento para convertirse en objetivo real del proceso de integración. Las exigencias económicas o, más precisamente, la racionalidad propia de la economía de mercado, habían de primar, en consecuencia, sobre cualesquiera otras. El Derecho seguía siendo imprescindible, pero sólo como forma, como «lengua del poder», y las categorías jurídicas que obstaculizaran o entorpecieran la integración económica habrían de ser abandonadas o reformuladas para acomodarse a ella. Una tarea que sólo los jueces pueden llevar a cabo.

La audaz «constitucionalización» jurisdiccional de los Tratados, continúa diciendo, a partir de sentencias de la del caso Costa versus ENEL, hizo posible el avance de la integración económica, el paso del mercado común al mercado único y de las Comunidades a la Unión, pero a costa de eliminar algunos componentes sustanciales del concepto de Constitución. Los Tratados son «Constitución» porque sus normas son de aplicación directa y prevalecen sobre las estatales, sea cual fuere su rango, no porque emanen del poder constituyente de una inexistente soberanía nacional o porque su validez se apoye en la pretensión de positivizar un Derecho más alto, un "higher law". Esta Constitución «funcional» sólo tiene una legitimidad democrática derivada de la de los Estados, «señores de los Tratados», y son también las Constituciones nacionales las que garantizan los derechos en el seno de las respectivas sociedades. En esa función, la «Constitución» europea puede complementarlas, pero sólo en su propio ámbito de actividad, en el ejercicio de sus competencias, que no son universales, como las de los Estados, sino competencias de atribución al servicio de finalidades específicas. Unas puramente políticas, pero poco apremiantes, como las de asegurar la paz en una Europa que vive bajo la protección militar de los Estados Unidos, o formuladas en términos vagos y remitidas a un futuro más o menos lejano, como la de realizar una unión «cada vez más estrecha», pero de cuyo contenido concreto sólo se conocen con precisión los límites que en ningún caso ha de traspasar, pues «la Unión no es una Federación». Otra, no desprovista de consecuencias políticas, pero de naturaleza económica, que es el objeto directo de los Tratados y requiere la acción inmediata y cotidiana de las instituciones europeas y de los Estados miembros, es la integración de estos en un mercado único con plena libertad de circulación de bienes, capitales, servicios y personas". 

Los especialistas en Derecho Constitucional siempre han dicho que lo más característico del proceso de construcción de la democracia norteamericana ha sido el decisivo papel del Tribunal Supremo en la interpretación de la Constitución. Con todas las limitaciones del caso, que acertadamente señala Rubio Llorente, quizá sea el Tribunal de Justicia de la Unión la última instancia que nos quede a los ciudadanos europeos para conservar la esperanza en una Europa unida y en paz. De lo que realicen nuestros políticos no creo que debamos esperar gran cosa, si acaso, como decía Karl Popper en "La sociedad abierta y sus enemigos", que los destrozos que hagan sean los menores posibles.

Espero que se animen a continuar la lectura de los artículos citados en los enlaces de más arriba. 


Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt


Parlamento de la Unión Europea



Entrada núm. 2505
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La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura (Voltaire)

miércoles, 7 de enero de 2015

¿Quo vadis, Europa? Carta abierta al presidente del Parlamento Europeo



Martin Schulz, presidente del Parlamento Europeo


Las Palmas de Gran Canaria, 7 de enero de 2015

Sr. Martin Schulz
Presidente del Parlamento Europeo
ESTRASBUGO (Francia, U.E.)

Estimado Sr. Schulz:

Su compatriota el señor Joschka Fischer, exministro de asuntos exteriores y exvicecanciller de la República Federal Alemana entre 1998 y 2005, líder del partido Verde alemán durante más de veinte años, escribía el pasado día 2 de enero en varios diarios europeos, entre ellos El País, de  Madrid, un más que interesante artículo titulado "Un año decisivo para Europa", en el que, como resumen, venía a señalar que la batalla por la política de austeridad que lidera la canciller alemana Angela Merkel amenaza no solo a los Estados de la eurozona sino a todo el entramado de la propia Unión Europea, haciéndose la reflexión acerca de lo que puede pasar en las próximas elecciones griegas del día 25 y con las amenazas del primer ministro británico, David Cameron, de celebrar lo más pronto posible un referéndum en su país sobre la permanencia o salida del Reino Unido de la Unión Europea. No entro en más detalles porque estoy seguro de que usted ya conoce el artículo del señor Fischer.

Con toda sinceridad, tanto las amenazas de abandonar la Unión por parte del señor Cameron si no se accede a renegociar las condiciones de pertenencia a la Unión del Reino Unido, como las poco veladas amenazas de la señora Merkel a Grecia de una más que segura "salida" de la eurozona en virtud de quien gane las elecciones, no son de recibo. El señor Cameron y la señora Merkel pueden opinar en nombre propio y de sus respectivos gobiernos pero en ningún caso, entiendo yo, pueden hacerlo en nombre de sus conciudadanos y menos aun en nombre de los restantes ciudadanos y Estados de la Unión.

El próximo día 12 de enero hará justo diez años que en medio de la campaña sobre el Proyecto de Constitución Europea que se votaría en España unas semanas más tarde, tuve el honor de ser invitado a pronunciar una conferencia en la sede regional del sindicato Unión de Trabajadores de España (UGT) en Las Palmas de Gran Canaria, en las Islas Canarias, donde resido desde 1967. La titulé "El Proyecto de Constitución Europea" y la publiqué el 25 de noviembre de 2006 en mi blog Desde el trópico de Cáncer, y allí puede leerla si es que tiene interés en ello. 

¿Por qué es esta una Constitución para los ciudadanos europeos?, me preguntaba al inicio de la misma. Y añadía a continuación, esta es una Constitución para los ciudadanos europeos porque establece unos valores y principios propios y específicos de la Unión Europea, enunciando el establecimiento de la Unión como unión de los ciudadanos y los Estados de Europa y abriéndola a todos los Estados europeos que respeten esos valores y principios y los promuevan en común: dignidad humana, libertad, democracia, igualdad, Estado de Derecho, derechos humanos, pluralismo, no-discrimnación, tolerancia, justicia, y solidaridad e igualdad entre sus hombres y mujeres. También la libre circulación de personas, mercancías, servicios y capitales, libertad de residencia y establecimiento y no-discrimanación en razón de la nacionalidad. Y todo ello para promover la paz, los valores y el bienestarb de sus pueblos, un desarrollo sostenible, el progreso científico y técnico, combatir la exclusión y discriminación y promover la justicia y la protección social, la igualdad de sexos, la solidaridad entre las generaciones, la protección de los derechos de los niños, la cohesión económica, social y territorial y la solidaridad entre los Estados miembros. Unas páginas más tarde, concluía la conferencia con una cita de un gran europeo, Víctor Hugo, pronunciada en 1848, que dice así: "Llegará un día en que todas las naciones del continente, sin perder su idiosincrasia o su gloriosa individualidad, se fundirán estrechamente en una unidad superior y constituirán la fraternidad europea. Llegará un día en que no habrá otros campos de batalla que los mercados abriéndose a las ideas. Llegará un día en que las balas y las bombas serán reemplazadas por los votos". 

Todos sabemos como acabó la aventura de crear una Constitución para Europa. Al parecer nadie lo lamenta; yo, sí. Lo lamenté entonces y sigo lamentándolo aun hoy: ¡qué gran oportunidad perdida! El 30 de agosto de 2013 vuelvo a escribir en Desde el trópico de Cáncer sobre Europa. Ahora, para traer a colación la idea sobre Europa de uno de los más grandes filósofos europeos de entreguerras: el español José Ortega y Gasset. Lo hago en una entrada titulada "Los Estados Unidos de Europa: el sueño de Ortega y Gasset". Traigo hasta allí las palabras que nuestro gran filósofo pronunció en la Universidad Libre de Berlín el 7 de septiembre de 1949, titulada "De Europa meditatio quaedam", que tuvo una repercusión extraordinaria entre el público universitario, según una información periodística: "El día en que don José Ortega y Gasset dio su conferencia las multitudes de público que no habían conseguido tarjeta de entrada, a pesar de haberse repartido varios miles -todas las mayores salas estaban provistas de altavoces-, asaltaron el edificio, rompieron la gran puerta, quebraron los ventanales, causaron víctimas y fue inevitable una seria intervención de la Policía. Los periódicos alemanes, durante varios días, han relatado estos incidentes y hecho sobre ellos comentarios bajo el título humorístico: La rebelión de las masas, aludiendo al libro de nuestro compatriota, que es hoy una de las obras más populares en Alemania".

Este conjunto de ideas, dice sobre la conferencia el también filósofo español José Luis Abellán en su libro "Historia crítica del pensamiento español", ya estaban plenamente elaborado en 1929, diez años antes del comienzo de la Segunda Guerra Mundial. El contenido de la misma no difiere mucho, continúa diciendo el profesor Abellán, de las ideas centrales que ya había desarrollado Ortega en su libro "La rebelión de las masas". Su argumento base es la existencia de una "sociedad europea" secular, que ha tenido diversas formas de organización a lo largo del tiempo, pero que -las circunstancias históricas actuales- exigen se formalicen políticamente en un nuevo Estado nacional que comprenda a las distintas patrias tradicionales. Su idea nuclear es esta: "Dadas las condiciones de la vida actual, los pueblos de Europa solo pueden salvarse si trascienden esa vieja idea esclerosada poniéndose en camino hacia una supra-nación, hacia una integración europea".

Pero quizá, concluye su cita sobre Ortega el profesor Abellán, el mejor resumen de su pensamiento lo encontramos en este párrafo inédito hasta hace poco: "Es palmario que ningún Estado nacional europeo ha sido nunca totalmente soberano en relación con los demás. La soberanía nacional ha sido siempre relativa y limitada por la presión que sobre cada una de ellas ejercía el cuerpo íntegro de Europa. La total soberanía era una declaración utópica que encabezaba la redacción de la Constitución, pero, en la realidad, sobre cada Estado nacional gravitaba el conjunto de los demás pueblos europeos que ponían límites al libre comportamiento de cada uno de ellos amenazándole con guerras y represalias de toda índole, es decir, penas y castigos, según son constitutivos de todo derecho y de todo Estado. Había, pues, un poder público europeo y había un Estado europeo. Solo que este Estado no había tomado la figura precisa que los juristas llaman Estado, pero que los historiadores, más interesados en las realidades que en los formalismos jurídicos, no deben dudar en llamarlo así. Ese Estado europeo ha recibido en el pasado diversos nombres. En tiempo de Wilhelm von Humboldt se le llama "concierto europeo" y poco después hasta la Primera Guerra Mundial se le llamó "equilibrio europeo". Por tanto, los pudores que hoy algunos pueblos sienten o fingen sentir ante todo proyecto que limite su soberanía no están justificados y se originan en lo poco claras que están en las cabezas las ideas sobre la realidad histórica".

¿Queda algo de esa entusiasta e ilusionante idea de Europa en el quehacer diario de las instituciones de la Unión Europea de 2015? Yo personalmente, estimado señor Schulz, creo que poco o nada.

Presidente Schulz, me he tomado el atrevimiento de dirigirle esta carta abierta en la confianza que me depara el hecho de saberle un europeísta convencido y confeso, y como no, también por ostentar la presidencia del órgano que dentro de la Unión Europea, o lo que queda de ella, nos representa a nosotros exclusivamente, a los sufridos ciudadadanos de la Unión: nuestro parlamento, el parlamento de todos nosotros, el Parlamento Europeo.

El profesor mexicano Gustavo R. Velasco escribía en septiembre de 1943, en plena II Guerra Mundial, el prólogo de la edición del famoso tratado "El Federalista", de los ilustrados norteamericanos A. Hamilton, J. Madison y J. Jay, para el Fondo de Cultura Económica de México. Y relata en él que terminada la Guerra de Independencia mediante un tratado preliminar firmado a finales de 1782, sobrevino a los recien independizados estadounidenses el movimiento de desilusión-reacción que suele seguir a las épocas de gran tensión, una vez que desaparece el peligro del exterior que aplaca las diferencias internas. Y las trece colonias, que habían conducido la lucha contra Gran Bretaña en la forma más desunida que imaginarse pueda y atendiendo ante todo a sus intereses particulares, hasta marzo de 1781 no terminaron de ratificar el pacto que daba forma a los llamados "Artículos de Confederación", que llevaron a la Unión a una condición cercana a la anarquía. Las condiciones económicas eran precarias, dice el profesor Velasco, en una nación obligada a hacer reajustes profundos en la organización de su economía, agravada por la emisión de papel moneda y por la repudiación por parte de varios Estados de las deudas que habían contraído. La oposición de intereses entre diversos grupos de la población, principalmente entre las ciudades y el campo y entre deudores y acreedores, alcanzó a provocar motines y brotes armados. En una palabra, dice, a las altas esperanzas que se fincaban en la victoria y la consecución de la independencia habían sucedido sentimientos de confusión y desaliento, de tal grado, que los historiadores llamaron a esa época el "período crítico de la historia americana".

¿Será ese, señor Schulz, el momento crítico que su compatriota el señor Fischer denunciaba a la Unión Europea para este año 2015 en su artículo de hace unos días? Sea lo que fuere, continúa el profesor Velasco, se extendió entre los norteamericanos la convicción profunda de que era indispensable un cambio radical, y aunque a regañadientes, el Congreso convocó a una Convención que debería reunirse en Filadelfia en mayo de 1787 con el objeto único y expreso de revisar los Artículos de Confederación y de presentar dictamen a las  sobre las alteraciones y adiciones a los mismos que fueran necesarios a fin de adecuar la Constitución federal a las exigencias del Gobierno y el mantenimiento de la Unión.

Como es bien sabido, la Convención, que se reunió entre el 14 de mayo y el 17 de septiembre de ese año, resolvió como algo obvio que para alcanzar los fines que el Congreso le había asignado no bastaba con acometer una reforma de los Artículos de Confederación, así que sin perder tiempo en ello, y tras discusiones acaloradas que a punto estuvieron de provocar su disolución, se decidió por elaborar un nuevo proyecto constitucional que tras ser ratificado por el pueblo de los Estados de la Unión se convirtió en la actual Constitución de los Estados Unidos de América.

Termino, señor presidente, invitándole a hacer llegar esta petición al parlamento que preside: A "mi Parlamento"; al parlamento que representa al pueblo europeo en su conjunto. Y ello, con una doble finalidad: primera, animar al parlamento europeo como representación genuina de los ciudadanos de la Unión a que asuma el protagonismo que le corresponde de pleno derecho en el proceso de construcción de la nación europea y se pronuncie por la necesidad de proclamar ya la unión federal de los pueblos y Estados europeos y la creación de los Estados Unidos de Europa. Segunda, que con la misma determinación dé los pasos necesarios para elaborar, aprobar y someter a los pueblos y Estados de la Unión un proyecto de Constitución para los Estados Unidos de Europa.

Gracias, señor presidente, por su amable atención.

Carlos Campos ("HArendt")
Historiador
Las Palmas de Gran Canaria
(Islas Canarias, España, UE)


P.S.: Consternado por el criminal atentado terrorista de esta mañana en París contra los periodistas del semanario francés Charlie Hebdo, quisiera manifestarle mi repulsa más absoluta a los autores e inductores de tan horrendo acto y mi respeto profundo a las víctimas del mismo, en la seguridad de que la violencia sectaria nunca prevalecerá en los pueblos de Europa sobre sus ansias de libertad, convivencia y progreso en paz.


***


Con fecha 30 de marzo de 2015 recibo el siguiente correo electrónico de la Unidad de Solicitudes de Información del Parlamento europeo:


A(2014)415
CL/rf

Estimado Sr. Campos:

El Presidente del Parlamento Europeo (PE), Martin Schulz, ha recibido su mensaje electrónico en el que recoge un enlace a su carta abierta sobre la Unión Europea (UE).

Rogamos acepte nuestras disculpas por el retraso en la respuesta a su mensaje. El Presidente del PE recibe diariamente una cantidad elevada de solicitudes y no es posible responder a todas ellas en un plazo breve de tiempo.

El Presidente nos ha encargado responder a su correo.

Le indicamos que el Sr. Martin Schulz ha recordado en varias ocasiones el interés del Parlamento Europeo por recuperar la confianza de los ciudadanos en la Unión Europea.

En su discurso inaugural, tras su reelección como Presidente del PE, el Sr. Schulz ha insistido una vez más en este asunto, al asegurar que "solo ganaremos la confianza de los ciudadanos si los ciudadanos sienten que la Unión Europea está a su lado, que les protege y les fortalece. La base del Estado de Derecho, Señorías, es el respeto de la dignidad humana, de la dignidad de cada ser humano con independencia de su sexo, su origen, el color de su piel, sus creencias o su modo de vida".

El Presidente del PE también recordó los diferentes desafíos a los que se enfrenta actualmente la UE, como el desempleo juvenil, las desigualdades entre países y entre grupos sociales o las reformas en el sistema bancario y fiscal, entre otros numerosos temas. Usted puede consultar el texto íntegro de este discurso en la página web del Presidente del PE.

En su intervención de julio de 2014 ante el Consejo Europeo (reunión de los jefes de Estado o de Gobierno de cada país de la UE), el Sr. Schulz volvió a referirse a estos temas y destacó que: "en la presente legislatura nos enfrentaremos a desafíos muy importantes. El Parlamento Europeo quiere hacer frente a esos desafíos sobre la base del método comunitario y cooperando lealmente con la nueva Comisión y con ustedes".

En su discurso de diciembre ante el Consejo, en diciembre, el Presidente del PE destacó la importancia del plan de inversiones de la UE y aseguró que dicho plan es "una señal inequívoca de nuestro compromiso de situar a Europa en una nueva senda de crecimiento y empleo. Y es de la mayor importancia que ustedes también muestren su compromiso inequívoco con él". Puede consultar más información sobre este plan de inversiones la nota de prensa del PE a este respecto.

Esperamos que estas informaciones resulten de su interés.

Reciba un atento saludo,

Unidad de Solicitudes de Información de los Ciudadanos
www.europarl.europa.eu/askEP 











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viernes, 6 de noviembre de 2009

La nueva presidencia de la UE

Mapa de la Unión Europea




Resulta complicado establecer paralelismos entre algunas de las instituciones creadas por el nuevo Tratado de la Unión Europea, definitivamente aprobado en estos días, y las de un Estado nacional.

Por poner ejemplos: el órgano legislativo de la Unión, bicameral, está conformado por el Parlamento Europeo, propiamente dicho, elegido por los ciudadanos europeos, y por el Consejo de la Unión, conformado por representantes de los gobiernos de los Estados miembros.

Pero es que resulta que ese mismo Consejo de la Unión, ejerce también funciones ejecutivas, que comparte, aunque diferenciadas en cuanto a sus competencias, con la Comisión Europea, que sí es el órgano ejecutivo ordinario de la Unión.

El órgano judicial es el Tribunal de Justicia de la Unión, que engloba varios tribunales. Como órganos independientes podemos citar al Tribunal de Cuentas de la Unión y el Banco Central Europeo. Y como órganos asesores el Comité Económico y Social y el Comité de las Regiones de la Unión, compuestos por representantes elegidos por los Estados miembros.

Más complejo resulta el intento de explicar la función del Consejo Europeo como institución de la Unión. Lo más fácil sería compararlo con una Jefatura del Estado (Monarca o Presidente de la República), colegiada, eso sí, de un Estado nacional, con la salvedad de que, aunque como ésta carezca de facultades ejecutivas, sus funciones no son meramente representativas sino que lo convierten en el órgano impulsor por antonomasia de la Unión.

Y, entonces, ¿cuál es la función del nuevo presidente del Consejo Europeo creado por el Tratado de Lisboa? Según el propio Tratado, su función es la de garantizar la preparación y continuidad de la labor del Consejo y favorecer la búsqueda del consenso entre sus miembros. No es mucho, pero tampoco es algo intrascendente, pues dota de permanencia y cabeza visible al Consejo y la propia Unión.

Descartada prácticamente ya la candidatura oficiosa del ex-primer ministro británico Tony Blair, una propuesta que era una auténtica afrenta a la Unión y a todos aquellos que creemos en ella, la actual presidencia sueca del Consejo ha anunciado que ya está trabajando en la búsqueda de nombres para proponer, tanto para la presidencia, como para ocupar el puesto de Alto Representante de la Política Exterior y de Securidad de la Unión, auténtico Ministro de Asuntos Exteriores europeo, y además vicepresidente de la Comisión y Secretario General del
Consejo Europeo.

La búsqueda de nombres no ha hecho más que empezar, pero algunos ya comienzan a poner "los puntos sobre las íes". Por ejemplo, el Secretario de Estado para Asuntos Europeos francés, Pierre Lellouche, vino a decirles a los conservadores británicos, y a su líder, David Cameron, que no pueden seguir jugando al gato y al ratón con las instituciones de la Unión, que eso se acabó, y que tienen que decidir: "que o lo toman o lo dejan".

Por su parte, el insigne catedrático y sociólogo norteamericano Norman Birnbaum, profesor emérito del Law Center de la Universidad de Georgetown, en Washington (DC), profundo admirador de Europa y de las instituciones europeas, publicaba un importante artículo ("La elección del nuevo presidente europeo", El País, 04/11/09) en el que desgranaba los problemas y dificultades a los que habrá de enfrentarse el titular de esa nueva presidencia europea, entre otras, las múltiples y estrechas relaciones entre Estados Unidos y Europa en un plano de igualdad y tomando ejemplo uno de la otra.

El nuevo Tratado de la Unión, con las modificaciones introducidas por el Tratado de Lisboa, puede descargarse en formato "pdf" en la siguiente dirección electrónica:

http://bookshop.europa.eu/eubookshop/download.action?fileName=FXAC08115ESC_002.pdf&eubphfUid=575504&catalogNbr=FX-AC-08-115-ES-C

Espero que les resulten interesantes los artículos mencionados, que más adelante reproduzco. Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. (HArendt)





Fredrik Reinfeldt, presidente de turno del Consejo de la Unión




"GRAN BRETAÑA Y LA UNIÓN" (de Agencias)
EL PAÍS - Internacional - 05-11-2009

El líder del Partido Conservador británico, David Cameron, presentó ayer un conjunto de propuestas para contentar al ala más euroescéptica de su grupo por su decisión de no convocar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa, con el argumento de que éste ya estará en vigor en el caso de que alcanzaran el poder en las elecciones generales de la próxima primavera.

Como se esperaba, Cameron se ha comprometido a presentar una propuesta en el Parlamento para que a partir de ahora sea obligatorio que cualquier cesión adicional de soberanía a Bruselas sea aprobada por los británicos en referéndum. Su propuesta rompe una larga tradición de su propio partido, que jamás convocó una consulta para ratificar anteriores tratados europeos. Ni siquiera cuando Reino Unido ingresó en el club europeo de la mano del conservador Edward Heath, en 1973, se convocó un referéndum, aunque dos años después el laborista Harold Wilson sí lo hizo para ratificar la permanencia.

Cameron presentará también una propuesta de Ley de Soberanía de Reino Unido para dejar claro que la última autoridad en el país reside en el Parlamento, al estilo, dijo, de lo que ocurre en Alemania.

También pedirá la devolución de poderes transferidos a Bruselas en tres áreas: política social y empleo, la Carta de Derechos Fundamentales y justicia criminal. Si no logra esa devolución, amenazó con convocar un referéndum sobre “un paquete más amplio de garantías para proteger nuestro sistema democrático de toma de decisiones, aunque permaneciendo, por supuesto, como miembros de la Unión Europea”. Esa consulta se haría en un eventual segundo mandato de los tories.

El secretario de Estado francés para Asuntos Europeos, Pierre Lellouche, acusa hoy al Partido Conservador británico de "castrar" con su "autismo" al Reino Unido en relación con la Unión Europea (UE).

En unas declaraciones al diario The Guardian, Lellouche afirma que son "de pena" los planes anunciados el miércoles por el líder tory, David Cameron, para el caso de ganar las elecciones generales del próximo año, y predice que no van a prosperar.

"Los tories no tienen más que una sola frase, que no dejan de repetir. Dan una extraña sensación de autismo", afirma el político francés, considerado, sin embargo, como uno de los miembros más anglófilos del Gobierno de Nicolas Sarkozy.

El miércoles, Cameron anunció en Londres su nueva estrategia para Europa tras la renuncia de su partido a organizar un referéndum sobre el Tratado de Lisboa como había prometido. Cameron habló en cambio de intentar recuperar una serie de competencias en materia de legislación laboral y social que ahora corresponden a la UE, aunque explicó que no se haría de forma inmediata y que las negociaciones podrían durar hasta cinco años.

Ese compromiso no fue suficiente para el eurodiputado tory Daniel Hannan, que renunció ayer mismo a su puesto de portavoz en la UE para asuntos legales de los tories y dijo que luchará por que se organicen referendos que permitan a este país gobernarse a sí mismo.

Sin ambages diplomáticos, Lellouche afirma en su entrevista con The Guardian que "es muy triste ver a un país europeo tan importante aislarse del resto y desaparecer del radar". "Están
haciendo lo que han hecho en el Parlamento Europeo. Han castrado básicamente la influencia británica", dice el político francés en referencia a la decisión de los tories de abandonar el Partido Popular Europeo para aliarse con pequeños grupos de la Europa central y del Este más a la derecha.

Según Lellouche, los conservadores británicos no lograrán apoyo para ese plan: "Nadie va a dedicarse en muchos años a revisar (los tratados). Nadie va a volver a jugar con lasinstituciones. Van a decirles que o lo toman o lo dejan, y (los 'tories') deberían tener la honradez de reconocerlo".

Para el político francés, es el momento ahora de presentar una Europa unida ante los desafíos que se presentan en materia de comercio, de cambio climático y otros. "Si no estamos unidos, nos van a marginar. Ningún país, sea grande o pequeño, puede actuar solo". Y (Reino Unido) se arriesga a la marginación, a la irrelevancia", agrega Lellouche.





JM Durao Barroso, presidente de la Comisión europea




"LA ELECCIÓN DEL NUEVO PRESIDENTE EUROPEO", por Norman Birnbaum
EL PAÍS - Opinión - 04-11-2009

La costumbre estadounidense de dar consejo a quienes no lo han solicitado parece incurable... En su visita a Islamabad, la secretari de Estado Clinton empleó un tono condescendiente para hablar del país. Los europeos (recordemos "euroesclerosis" y "la vieja Europa") han soportado durante años la arrogancia de nuestras élites, mucho menos excusable que la ignorancia y los prejuicios de nuestros ciudadanos.

Cierto es que Estados Unidos ha tenido su propia quinta columna: académicos, banqueros, empresarios, generales, funcionarios, políticos y publicistas europeos que respaldan y repiten en todo momento la absurda idea de que poseemos una corrección moral y una sabiduría política incuestionables. ¿Hay alguna posibilidad de que en las elecciones a la Presidencia Europea salga elegido un presidente que incremente la independencia del continente con respecto a EE UU?

Nuestro propio presidente se va pareciendo cada vez más a Gulliver apresado por los liliputienses. Los europeos también padecen esta misma miniaturización política. Los presidentes de gobierno socialistas hicieron muy bien en rechazar la candidatura de Tony Blair. Su inexpugnable fidelidad a EE UU y la seguridad sacerdotal de que hace gala (sobre todo cuando se equivoca) son razones más que suficientes. Sin embargo, parece evidente que los líderes europeos no están buscando grandes talentos para el cargo. La canciller Merkel no designará candidato a Schröder, ni a Steinmeier ni a Steinbrück ni a Fischer. Berlusconi no quiere ni oír hablar de Amato. Sarkozy no oculta que pasa por alto a Aubry, a Strauss-Kahn y a Vedrine. El presidente polaco no propone a su distinguido predecesor, Kwasniewski. Zapatero no menciona a su camarada de partido, González.

El hecho de que el presidente de la Comisión actual sea Barroso, fiel servidor de EE UU y refractario al Estado de bienestar europeo, parecería subrayar la necesidad de nombrar a una figura política relevante, que se atreva a llevar a cabo la modernización del modelo social europeo y a convertir Europa en una fuerza autónoma en la política mundial. ¿Cuándo fue la última vez que se alzó alguna v de peso en Europa para explicarle a EE UU que su obsesión con el "terror", su yihad en el mundo islámico, su hostilidad con Irán, su falta de voluntad para contener a Israel eran desastrosos? Europa, en cambio, acepta un papel subordinado y, a veces, se queja de las consecuencias.

Sería inexacto achacar la crisis financiera sólo al capitalismo americano, pues muchos capitalistas europeos son tan irresponsables, tienen tan poco espíritu social, como sus socios del otro lado del Atlántico. No hace mucho que oíamos a los líderes europeos ensalzar la desregularización y la privatización, como si hubieran estudiado Económicas en la Universidad de Chicago. Sin embargo, cuando las prestaciones del desempleo y los subsidios gubernamentales permiten que algunos de los países de la UE funcione mejor que EE UU, tanto desde el punto de vista económico como desde e social, son muy pocos los que se lanzan a sacar las conclusiones obvias. Una sociedad civilizada no requiere menos intervención económica pública, sino más. El primer presidente europeo será recordado si es capaz de conducir a la UE a un nuevo equilibrio entre el mercado y el Estado. Los jefes de gobierno europeos, sin embargo, debaten el nombramiento de los candidatos desde un punto de vista
partidista, lo que sólo servirá para relegar al nuevo presidente a una oscuridad instantánea.

Grandes corrientes de ideas y prácticas sociales han cruzado siempre el Atlántico en ambas direcciones. El Estado de bienestar estadounidense que construyeron los dos Roosevelt y Wilson le debe mucho al socialismo y a la democracia cristiana europeos. Los Estados de bienestar europeos posteriores a 1945 copiaron, a su vez, el modelo del New Deal. Ahora EE UU atraviesa una crisis. Puede elegir entre ser una sociedad de consumo o un imperio, pero no las dos cosas a la vez.

Puede permitir que se intensifique nuestro terrible darwinismo social o puede construir nuevas instituciones más solidarias. Nuestros recursos intelectuales y morales siguen siendo abundantes, como lo demostró la elección a la presidencia del hijo de un inmigrante africano. No obstante, el temor a verse desposeídos de sus privilegios está profundamente arraigado en muchos de nuestros ciudadanos, y a no ser que reparemos el tejido social, seguirán aumentando los síntomas, cada vez más agudos, de desintegración.

Los presidentes estadounidenses terminan por ser prisioneros de la Casa Blanca, y, aunque inteligente y abierto al mundo, Obama tampoco es una excepción. Gran parte de nuestra élite política es propensa a hacer caso omiso de la experiencia, recuérdese, si no, la discusión sobre Afganistán. Pese a todo, el debate sobre los costes del imperio y el precio del capitalismo sigue adelante. Una Europa más segura de su propia singularidad histórica, más orgullosa de sus
logros poscoloniales, innovadora en sus instituciones sociales y menos complaciente con respecto a sus prácticas democráticas podría ejercer una influencia importante -una vez más- en nuestro futuro. Esperamos que el nuevo presidente europeo sea consciente de que a este lado del Atlántico tiene un electorado moral, y lo esperamos por la cuenta que nos tiene.






Javier Solana, Alto representante para la Política Exterior de la UE




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Entrada núm. 1245 -
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