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jueves, 2 de julio de 2020

[A VUELAPLUMA] Arquetipos



Héctor amonesta a Helena y Paris. Jan Ferdinand Heyndrickx (1820)


En el A vuelapluma de hoy [Ulises, Lisístrata y otros héroes de nuestro tiempo. El País, 25/6/20] el periodista Guillermo Altares, comenta un reciente libro del acádemico de la RAE, historiador y filólogo, Carlos García Gual, en el que se bucea en la literatura griega para escoger cinco arquetipos favoritos, aún vigentes en el cine, el cómic o el relato de la gestión sanitaria de la pandemia. 

"La historia de una cultura -comienza diciendo Altares- se puede contar a través de los héroes que sus ciudadanos veneran o temen, de los relatos de personajes extraordinarios que se repiten a lo largo de los siglos. Es lo que hace Carlos García Gual (Palma de Mallorca, 77 años), helenista y académico de la lengua, en su último libro, La deriva de los héroes en la literatura griega (Siruela), un ensayo que se mueve en un apasionante terreno en el que se mezclan la historia, la literatura y el mito. Cada época de la literatura griega, con la que nace nuestra cultura, construyó un tipo de héroes diferente. Son personajes que fueron perdiendo poderes sobrehumanos hasta convertirse en seres normales capaces de hazañas extraordinarias. Esa lógica sigue vigente en nuestra cultura contemporánea, a través, por ejemplo, del cómic o del cine de superhéroes, pero también en las noticias, ahora que vemos a los sanitarios como los héroes civiles de la pandemia. García Gual lo sabe bien: el erudito, que lleva décadas trasladando el hechizo grecolatino al lector medio en español, pasó ingresado dos semanas en el hospital por coronavirus y ha superado la enfermedad, de la que se halla felizmente recuperado.

“Lo que muestra este libro es cómo la mitología está unida a la literatura y a la sociedad griega a lo largo de su historia”, explica por teléfono García Gual, catedrático de Filología Griega en la Universidad Complutense de Madrid, autor de numerosas traducciones y ensayos, en los que de una forma u otra siempre emergen héroes y mitos como La muerte de los héroes o Sirenas. “La democracia quería un tipo de héroe como el héroe cómico, mientras que el mundo anterior, de aristócratas, buscaba héroes épicos. Son personajes que están unidos al devenir histórico de la sociedad griega”.

La historia de los héroes griegos se puede relatar a través de cinco personajes que apasionan a García Gual. Su libro, lleno de citas y de homenajes a autores que le ayudaron a navegar en el mundo de los héroes clásicos, contiene muchos más personajes, pero no disimula sus preferencias por estos cinco.

Héctor, el héroe derrotado que lucha por su ciudad: La Iliada, el gran poema épico de Homero, narra el enfrentamiento entre dos héroes, el aqueo Aquiles, hijo de un rey y una ninfa, frente a Héctor, el troyano, que se sabe derrotado y que, sin embargo, mantiene su lucha por algo mucho más importante que la gloria y el honor: su propia ciudad. Héctor se convierte así en el primer gran héroe cívico. “Enlaza con la ideología y los valores del patriotismo ciudadano”, explica García Gual. “Se alza como lo contrario de Aquiles, que lucha por su honor y quiere sobre todo que se le recuerde como el mejor. Héctor es un héroe más moderno, que combate por su ciudad, es un personaje de una nueva época. Es curioso que Homero muestre una gran simpatía por la figura de Héctor, que es mucho más humano”. Como resume en su libro, “en Héctor podemos ver la emergencia de un nuevo ideal de humanidad, de la concepción de que un hombre se realiza mejor en el servicio a la ciudad que a su propio honor”.

Ulises, el aventurero que no busca la aventura: De todos los héroes griegos, Carlos García Gual cree que el más perdurable es Odiseo o Ulises (en su versión latina). Se trata de un humano sin poderes físicos especiales, que ni siquiera busca la aventura, sino que solo quiere volver a casa y para eso utiliza la inteligencia. “Es el aventurero, el hombre astuto e inteligente, que tiene una serie de aventuras que él no buscaba, sino que se encuentra metido en ese mundo y sabe triunfar tanto ante los monstruos, como las seducciones femeninas, el mar o incluso el más allá”, señala. “Es el gran viajero. Para los griegos la figura que tienen como más representativa es Ulises. Viaja al más allá pero no le interesa, va allí casi como un turista porque se lo ha pedido Circe. Es interesante que Ulises no tenga mucho interés por el más allá, ni cuando Calipso le ofrece la inmortalidad si se queda con ella. La inmortalidad no le interesa mucho: lo que quiere es regresar. Ese gusto terreno de Ulises resulta muy moderno”.

Edipo, el héroe de lo absurdo: Edipo, al que García Gual dedicó un libro anterior, pertenece ya a un nuevo mundo helénico, que ha dejado atrás la épica para entrar en la tragedia. Para definir este momento recurre a una cita del francés Jean Pierre Vernant (un gran helenista que fue un héroe de la resistencia contra los nazis, pero que jamás se jactó de ello): “Cuando el héroe es puesto en tela de juicio ante el público, es el propio hombre griego quien, en el siglo V ateniense, se descubre problemático”. Este personaje de Sófocles refleja como ningún otro esa visión de un mundo cambiante: “Los héroes no son del todo buenos ni malos. Edipo, que quizás sea el más trágico, es un hombre que tiene una carrera heroica, y de pronto descubre que es un asesino y el culpable de las desdichas de Tebas y, sin embargo, no podemos decir que haya nada malvado en él. Es un personaje que creyendo hacer siempre lo justo se ha encontrado que se ha casado con su madre y ha matado a su padre”. Para el autor, forma parte de “los héroes del absurdo, que se enfrentan a un destino trágico en un mundo sin sentido”.

Lisístrata, la heroína que busca la paz: Con la comedia, un género que ha llegado hasta nosotros solo a través de 11 obras de Aristófanes, se abre una nueva época en el mundo griego, donde los protagonistas son tipos normales y corrientes que, sin embargo, acaban salvando a sus ciudadanos. “Frente al mundo de la tragedia, la comedia refleja más la vida de la ciudad, de la democracia”, explica García Gual, quien en su libro dedica un apartado a la heroína de la literatura griega Lisístrata, que encabeza una rebelión de las mujeres contra los hombres a los que privan de sexo hasta que dejen de guerrear. “Aristófanes presenta esas dos piezas, Lisístrata y La asamblea de las mujeres, con personajes femeninos que ocupan el lugar de los héroes, son heroínas de farsa. Para la Grecia clásica, es el mundo al revés porque las mujeres no participan de la vida política. Pero da entender que el mundo sería mucho mejor gobernado por ellas, porque buscan la paz”.

Alejandro, entre el mito y la historia: Con Alejandro Magno, Carlos García Gual cree que se acaba el mundo de los héroes helénicos. “Es el último gran héroe griego”, explica. Concentra en su grandeza las virtudes de los grandes personajes de la literatura griega: la fuerza de Heracles, la capacidad de exploración de Ulises, la muerte trágica de Héctor. Pero, apunta el profesor, presenta además una característica insólita: es un personaje real que, sin embargo, logra formar parte de la mitología. “Ese Alejandro que pasó de la historia al mito acaba por ser más importante que el Alejandro histórico”, señala. Y, allí, en ese inmenso terreno donde se mezclan la realidad y la imaginación, en el inabarcable campo de batalla de los grandes héroes, acaba el libro con un “relato que luego viaja por los siglos y las varias lenguas y literaturas mucho más allá del escenario en que surgió”.

A vuelapluma es una locución adverbial que el Diccionario de la lengua española define como texto escrito "muy deprisa, a merced de la inspiración, sin detenerse a meditar, sin vacilación ni esfuerzo". No es del todo cierto, al menos en mi caso, y quiero suponer que tampoco en el de los autores cuyos textos subo al blog. Espero que los sigan disfrutando, como yo, por mucho tiempo. 








La reproducción de artículos firmados por otras personas en este blog no implica compartir su contenido. Sí, en todo caso, su  interés. Y ahora, como decía Sócrates, Ιωμεν: nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt




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jueves, 26 de noviembre de 2015

[De libros y lecturas] Hoy, "Ensayos", de Michel de Montaigne



Michel de Montaigne (1533-1592)


Ya he escrito en alguna otra ocasión sobre Michel de Montaigne y su famoso Essais (Ensayos). En concreto en octubre de 2009 y diciembre de 2012, aventurando las similitudes y diferencias entre blogs y ensayos. ¿Qué es un "ensayo" en la acepción clásica del término? Nadie duda del origen del mismo, que toma su nombre del título de la obra cumbre del citado autor francés. Al elogio y práctica del ensayo como literatura le dedicó unas magníficas páginas el escritor y filósofo Fernando Savater en un texto que servía de introducción al libro de Hannah Arendt La condición humana.  

Decía Savater en él que, en su origen, el ensayo es la opción del escritor que aborda un tema cuyo tamaño y complejidad sabe de antemano que le desbordan. El ensayista -dice- no es un invasor prepotente, ni mucho menos un conquistador de la cuestión tratada, sino todo lo más un explorador audaz, quizá solo un espía, en el peor de los casos un simple fisgón. En la raíz misma del ensayo -continuaba más adelante- está pues el escepticismo. En este aspecto, es lo opuesto al tratado, que se asienta en la certeza y en la convicción de estar en la posesión de la verdad. El ensayista no agota nunca la cuestión que aborda, -seguía diciendo-, pero puede extenuarse en cambio puliendo sus líneas expresivas y añadiendo puntualizaciones circunstanciales a sus argumentaciones. Así, fue que Montaigne retocó sus ensayos una y otra vez, casi hasta el día de su muerte. En el ensayo, concluía, siempre asoma la personalidad del autor, siempre se hace oír la persona, lo individual, la subjetividad que se asume como tal y se tantea a sí misma al formar cuerpo con lo objetivamente concretado.

Tengo dos ediciones de los Ensayos. La primera, de la editorial Cátedra, publicada entre 1987 y 1993, en tres tomos. La segunda, del Círculo de Lectores, de 1997, esta última, una selección de textos. Ambas magníficas. En mayo de 2009, el profesor Carlos García Gual se hacía eco en Revista de Libros, de la publicación de una nueva edición de los Ensayos por parte de la editorial Acantilado, en un artículo titulado Modernidad de Montaigne. Y en el último número de esta misma revista, este mismo mes de noviembre, el escritor Vicente Molina Foix hacía una recensión de la nueva edición bilingüe, en francés y español, de los Ensayos de Montaigne por parte de Galaxia Gutenberg, en un artículo titulado Lectores de Montaigne. Les recomiendo la lectura de ambos.

Ni que decir tiene que confiando en su generosidad más que en mis méritos, le he pedido a los Reyes Magos esta edición bilingüe de los Ensayos. Sé que no me he portado tan bien como para merecerla, pero en fin, espero que me concedan al menos el beneficio de la duda. Ya saben, por eso del in dubio pro reo... 

En todo caso, por si se animan a su lectura las dejo en el enlace siguiente el texto completo de los Ensayos de Montaigne en la también magnífica versión de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes de la Universidad de Alicante. Los Ensayos de Montaigne representan el triunfo de la mirada libre que el hombre del Renacimiento volvió hacia sí mismo y hacia el mundo. Montaigne escribe sobre el miedo, la imaginación o la muerte, sobre los caníbales, las costumbres de vestir, la soledad, o los olores. Y es que, a Montaigne, como también dijera antes que él el escritor romano Publio Terencia Africano, nada humano le era ajeno, puesto que era hombre: "Homo sum, humani nihil a me alienum puto". Les aseguro que no quedarán defraudados, pues es uno de esos escasos libros que perdurarán en la memoria de los hombres mientras la humanidad y el mundo existan.

Y ahora, como decía Sócrates, "Ιωμεν", nos vamos. Sean felices, por favor, a pesar de todo. Tamaragua, amigos. HArendt







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