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lunes, 5 de agosto de 2013

¿Qué es la sabiduría?





Atenea, diosa de la sabiduría



"La vida me preguntó en cierta ocasión: "¿Qué es la sabiduría?". Yo me apresuré a responderle: "¡Ah, la sabiduría! Se tiene sed de ella sin poder nunca saciarse; se la codicia con ansia sin poder hartarse de ella. Se la mira bajo velos; se prende a través de redes. ¿Es hermosa? ¡Qué sé yo! Pero hasta los peces más viejos muerden su anzuelo. Es voluble y porfiada. Con frecuencia la he visto morderse los labios y enredarse el pelo con el peine. Tal vez es mala y pérfida y mujer en todo; pero cuando más seduce es cuando habla mal de sí misma." Cuando hablé así a la vida, insinuó una sonrisa perversa y cerró los ojos. "¿De quién hablas? -me dijo-. ¿No será de mí? Y aun cuando tuvieras razón, ¡venir a decirle a uno tales cosas en su propia cara! Pero ¡háblanos ahora de tu propia sabiduría!" ¡Ay! Entonces volviste a abrir los ojos, ¡oh vida bienamada! Y me pareción que volvía a caer en el insondable abismo... Así cantó Zaratustra." (Friedrich Nietzsche: "Así habló Zaratustra"; Círculo de Lectores, Barcelona, 1970).

De "Así habló Zaratustra" dice uno de sus comentaristas, el profesor Carlos Ayala, que es "una obra absolutamente inclasificable, y no solo dentro de la obra de Nietzsche sino que puede considerarse literalmente impar en la historia de la filosofía [...] Es el espíritu del decir sí a todo, aun a lo más doloroso. El espíritu que dice sí a la vida y a la tierra frente a los fantasmas ideales."

El famoso crítico literario Harold Bloom, en su obra "¿Dónde se encuentra la sabiduría?" (Santillana, Madrid, 2005) de la que escribía también hace unos días, dice que su libro sobre el origen y el lugar de la "sabiduría", que para él se encuentra en la literatura sapiencial de todas las culturas del mundo -la asiática, la africana, la del Oriente Próximo y la del hemisferio europeo occidental- surgió de una necesidad personal que reflejara la búsqueda de una sagacidad que pudiera consolarle y mitigar los traumas causados por el envejecimiento, por el hecho de recuperarse de una grave enfermedad y por el dolor de la pérdida de amigos queridos. A lo que leo y enseño, dice, solo le aplico tres criterios: esplendor estético, fuerza intelectual y sabiduría. Las presiones sociales y las modas periodísticas, añade, pueden llegar a oscurecer estos criterios, pero las obras con fecha de caducidad no perduran. La mortalidad acecha, y todos aprendemos que el tiempo siempre triunfa. Disponemos de un intervalo y luego nuestro lugar ya no nos conoce."

Pero quizá la más bella definición de sabiduría es la que está en el libro sapiencial del mismo nombre, uno de los deuterocanónicos de la Biblia: El Libro de la Sabiduría, capítulo 6, versículo 24: "La sabiduría es lo que más se mueve entre todas las cosas que se mueven", que es, justamente, el lema de mi universidad.

Espero que disfruten de los enlaces reseñados. Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt





Emblema de la UNED






Entrada núm. 1928
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

miércoles, 19 de mayo de 2010

Jurisprudencia constitucional






















Creo que lo escribe con excesiva vehemencia, pero que no deja de tener buena parte de razón. Me refiero al artículo que en el diario El País publica hoy miércoles el abogado José María Ruiz Soroa, titulado "Democracia ramplona", sobre las críticas, a su juicio infundadas, que se formulan a la labor del Tribunal Constitucional como garante de los derechos y libertades de los españoles que la Constitución establece. En particular y sobre todo, a partir del interminable proceso de examen del Estatuto de Cataluña.

Dice Ruiz Soroa que hay dos formas de criticar el funcionamiento, incluso la existencia, de un Tribunal Constitucional. La primera, la de aquellos que argumentan que la capacidad de un pueblo para autogobernarse no puede estar limitada por unos textos constitucionales más o menos rígidos y heredados de generaciones pasadas. Y menos aún por unos tribunales que imponen su opinión elitista y técnica a los representantes de la ciudadanía e invalidan o recortan las leyes por estos aprobadas. Para estos autores, dice, nuestras actuales democracias constitucionales son "democracias paternalistas" (Waldrom) o "democracias jibarizadas" (Sánchez Cuenca), que tratan al ciudadano como a un ser precisado de muletas para desempeñarse en la vida pública. Es muy discutible, concluye, pero es una opinión razonada.

La polémica viene de antiguo, sobre todo a partir de los años 30 del pasado siglo, y se hizo patente en la confrontación que llevaron a cabo dos grandes juristas: el austriaco Hans Kelsen y el alemán Carl Schmitt, sobre "quién debe ser el defensor de la Constitución". Ya la he tratado anteriormente en el blog, y allí me remito.

La segunda, siempre a juicio del autor del artículo, es la de aquellos que aun teniendo a la vista que el Tribunal Constitucional ya había acordado en su sentencia nonata de hace unas semanas la inconstitucionalidad de una veintena de artículos del Estatuto, algo en lo "que todos sus miembros estuvieron de acuerdo", añade, han emprendido una campaña desaforada para sacarlo adelante pese a quien pese. Supongo, aunque no lo dice, que se refiere a los partidos que han promovido el reciente acuerdo del Parlamento de Cataluña en defensa del actual texto estatutario y solicitando la modificación de la ley del Tribunal Constitucional.

Desde mi atalaya de mero espectador y seguidor interesado de la jurisprudencia de nuestro Tribunal Constitucional, comparto con el señor Ruiz Soroa su opinión de que la labor del Tribunal ha sido, en cuanto a la salvaguardia de los derechos y libertades de los españoles se refiere, a pesar de algunas excepciones de interpretación que ahora no vienen al caso, absolutamente positiva. Dicho lo cual, reitero dos cuestiones que están en la mente de todos y que nuestro articulista no menciona: a) es absolutamente injustificable que una sentencia sobre la constitucionalidad de una ley, sea ésta de la complejidad que sea, lleve más de tres años sin resolverse; y b) es absolutamente injustificable que la renovación de aquellos de sus miembros que han cumplido su mandato se prorrogue indefinidamente por la imposibilidad de acuerdo entre los dos grandes partidos nacionales.

De la primera cuestión los únicos responsables son los propios miembros del Tribunal; de la segunda, los únicos responsables son el partido popular y el partido socialista. Como obligar a estos últimos a un ejercicio de responsabilidad resulta poco menos que una utopía, me pregunto: ¿por qué no dimiten en pleno los miembros del Tribunal Constitucional forzando así su renovación? 

He puesto en la cabecera del blog la milenaria y venerada imagen de la lechuza de Atenea, diosa de la Sabiduría, a ver si nos ilumina en estos momentos de tribulación.  Y en la sección de vídeos, uno sobre el homenaje tributado el pasado mes de enero por la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED), mi alma máter, al que fuera primer presidente del Tribunal Constitucional, el profesor Manuel  García Pelayo. Espero que les resulte interesante Sean felices. Tamaragua, amigos. HArendt

 





María Emilia Casas, presidenta del Tribunal Constitucional




 
"¿DEMOCRACIA RAMPLONA?", por José María Ruiz Soroa
EL PAÍS  -  Opinión - 19-05-2010

Escuchamos hoy un confuso discurso sobre la democracia que, en nombre del principio de autogobierno de los ciudadanos, clama contra el hecho de que un reducido colegio de jueces pueda poner su particular opinión por encima de la voluntad de los representantes de esos ciudadanos en los parlamentos, por encima incluso de la voluntad expresada en referéndum por los mismos ciudadanos catalanes. En este discurso se mezclan respetables posturas de principio con un craso oportunismo sectario que pretende vestir con ropajes democráticos lo que es sólo un interés, el de que una determinada ley (el Estatut, se entiende) salga adelante a costa de todo.

Principios defienden aquellos autores que argumentan que la capacidad de un pueblo para autogobernarse no puede estar limitada por unos textos constitucionales más o menos rígidos y heredados de generaciones pasadas. Y menos aún por unos tribunales que imponen su opinión elitista y técnica a los representantes de la ciudadanía e invalidan o recortan las leyes por estos aprobadas. Para estos autores, nuestras actuales democracias constitucionales son "democracias paternalistas" (Waldrom) o "democracias jibarizadas" (Sánchez Cuenca), que tratan al ciudadano como a un ser precisado de muletas para desempeñarse en la vida pública. Es muy discutible, pero es una opinión razonada.

Intereses defienden en cambio quienes, a la vista de la ya probada inconstitucionalidad del Estatut (puesta de relieve inapelablemente en la última sesión del Tribunal Constitucional, TC, en la que todos sus miembros estuvieron de acuerdo en que como mínimo una treintena de preceptos del Estatut eran inconstitucionales), han emprendido una campaña desaforada para sacarlo adelante pese a quien pese.

A estos muñidores del democratismo radical -sección catalana- se les puede cuestionar su sinceridad democrática. Y su propia lógica. Por una sencilla razón: porque el rendimiento empírico de nuestra justicia constitucional no avala en absoluto sus impostadas quejas, sino más bien todo lo contrario. Es decir, que cuando este TC ha invalidado leyes aprobadas por la soberanía popular (y lo ha hecho varias veces), nunca ha sido para disminuir el autogobierno de los ciudadanos, sino para ampliarlo. Y sobran ejemplos.

Cuando el TC invalidó por inconstitucional la Ley de Seguridad Ciudadana o de la patada en la puerta, ¿no incrementó nuestros derechos ciudadanos? Cuando el TC rechazó el decreto ley antiterrorista, ¿protegió o limitó nuestros derechos? Cuando declaró inconstitucional la Ley de Enjuiciamiento Criminal y prohibió que el juez instructor fuera también el juez sentenciador, o vetó los juicios sin noticia previa, ¿nos trató como a menores de edad? Cuando el TC invalidó las limitaciones de derechos a los inmigrantes contenidas en sucesivas leyes de inmigración socialista y popular, ¿de verdad que jibarizó nuestra democracia? ¿O más bien la amplió un poco más?

Seamos serios: la ejecutoria de nuestro TC no recuerda para nada la del Tribunal Supremo de Estados Unidos del primer tercio del siglo XX, aquel tribunal que hizo un uso abusivo de ciertas cláusulas constitucionales para invalidar así cualquier legislación progresiva en materias sociales o económicas, llegando a provocar la directa amenaza de Roosevelt de reformarlo si no modificaba su actitud. Ningún tribunal constitucional europeo, desde la posguerra en adelante, se ha significado por funcionar como un reductor de autogobierno, sino todo lo contrario, como un potenciador de democracia. ¿A qué viene entonces este súbito ataque de esencialismo democrático en su contra?

Pero si hay un ejemplo patente de la contradicción flagrante en que caen los demócratas radicales -sección catalana- es el que proporciona la sentencia del Tribunal de 13/08/1983, que invalidó una Ley Orgánica aprobada con los votos de una supermayoría de representantes del pueblo en el Congreso y el Senado, en concreto la Ley Orgánica 30/06/1982. Aquella norma rechazada se llamaba (¿recuerdan?) "Ley Orgánica para la Armonización del Proceso Autonómico" y fue recurrida ante el Tribunal por los partidos nacionalistas, que alegaban que congelaba y reconducía el desarrollo del Estado autonómico "de una manera inconstitucional". Incluso el Partido Comunista de Santiago Carrillo, que ahora también se apunta a la eliminación del TC por antidemocrático, acudió a él en 1982 en demanda de protección democrática. Y el Tribunal Constitucional les dio la razón, y sobrepuso su propia interpretación de la Constitución a aquella que había hecho el pueblo soberano a través de sus representantes. ¿Dónde estaría hoy el Estatut si la mayoría hubiera sido soberana sin límites?

Cuando los nacionalistas y comunistas acudían al Constitucional en 1983, y exigían el amparo de la Constitución contra las decisiones legislativas de la inmensa mayoría de los representantes del pueblo español, ¿no estaban ellos mismos proclamando que la Constitución y su interpretación por el Tribunal eran la última instancia de legitimidad en nuestro sistema democrático? ¿Cómo es, entonces, que ahora argumentan que ni la Constitución ni el Tribunal pueden "jamás" ponerse por encima de la voluntad del Parlamento o del sentimiento de un pueblo? ¿Es que su ramplona concepción de la democracia depende del lado en que caigan sus intereses?























José María Ruiz Soroa




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Entrada núm. 1304 
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"La verdad es una fruta que conviene cogerse muy madura" (Voltaire)

miércoles, 10 de febrero de 2010

Sarah Palin y las "Lágrimas de Eros"




"María Magdalena en una cueva" (Jules-Joseph Lefebvre, 1876)
Exposición "Lágrimas de Eros" (Museo Thyssen, Madrid)




No soy hombre afortunada en el juego. Sí, en cambio, al menos eso pienso yo, muy afortunado en el amor y la amistad, conceptos inextricablemente unidos para mi. Espero que no signifique un cambio de ciclo el precioso regalo que he ganado en el concurso convocado por Revista de Libros, consistente en un ejemplar del magnífico catálogo elaborado por el Museo Thyssen Bornemisza y la Fundación Caja Madrid sobre la exposición "Lágrimas de Eros", que acaba de exhibirse en Madrid.

Cuando cursaba el último año de la licenciatura en Geografía e Historia en la UNED tuve que realizar un trabajo de final de curso relacionado con la asignatura de Historia del Arte. Me propuse hacerlo sobre "El desnudo en el Museo del Prado", pero después de hacer acopio de bastante material gráfico, a base de diapositivas que aún conservo, por meras razones de proximidad geográfica abandoné la idea y acabé por abordar uno mucho más prosaico sobre "La Iglesia de San José, en Las Palmas, como paradigma de la arquitectura neoclásica en Canarias". He recordado el hecho esta mañana mientras disfrutaba de las excelentes reproducciones que figuran en el catálogo

No creo que la neo-conservadora y reaccionaria Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska y ex candidata a la vicepresidencia de los Estados Unidos, hubiera disfrutado de esta exposición. El periodista Marc Bassets escribía ayer en su blog "Diario de Washington", que se publica en el periódico La Vanguardia de Barcelona y que es una de mis lecturas diarias imprescindibles, un interesante artículo sobre el ascenso mediático de Sarah Palin, convertida por obra y gracia de una parte de la prensa norteamericana y de la cadena televisiva Fox, en nuevo líder espiritual y político del país.

A mi, Sarah Palin, me parece una tarada mental, analfabeta y exhibicionista al lado de la cual, Esperanza Aguirre, la impresentable presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid, raya a alturas inconmensurables, similares a las de una mítica Palas Atenea, diosa de la Sabiduría.

He encontrado en YouTube un vídeo elaborado por la UNED sobre la exposición "Lágrimas de Eros" del Thyssen. Pueden verlo en la columna de la derecha, en la sección "Vídeos". Espero que lo disfruten. Así como el artículo de Marc Bassets que reproduzco más adelante. Y pídamos a la diosa Fortuna que ni la una ni la otra, ni Palin ni Aguirre, lleguen un día al gobierno... ¡Dios nos pesque confesados si tal cosa llegase a ocurrir! Sean felices, por favor. Tamaragua, amigos. HArendt





Sarah Palin, ex gobernadora de Alaska





"CONSERVADORES", por Marc Bassets
Blog "Diario de Washington"
LA VANGUARDIA, 09/02/2010

Sarah Palin, el movimiento tea party, los conservadores insurgentes proceden de una tradición antigua en la política americana. La tradición del resentimiento, del antielitismo y el antiintelectualismo, de la conspiración paranoica, dirán los críticos.

El historiador Rick Perlstein, autor de un ensayo sobre el precursor Goldwater, ha estudiado el fenómeno. Y ve dos líneas de continuidad con el movimiento conservador que en los años sesenta puso los fundamentos de la era conservadora en Estados Unidos.

Primera, "la gran corriente del individualismo", de la oposición de la base conservadora a cualquier tipo de acción estatal. Y segunda, "algo un poco más maligno", que sería definir el progresismo "como la maldad natural", algo que amenaza, entre otras cosas, la familia.

¿Y qué novedades presenta este movimiento en 2010? "No veo nada extraordinariamente nuevo", respondió Perlstein cuando hablé con él hace unas semanas. "Lo nuevo no es el movimiento sino la relación de las instituciones de elite y especialmente de la prensa con este movimiento".

El historiador recuerda que uno de los argumentos del movimiento conservador es que existe una conspiración de los medios de comunicación progresistas de la Costa Este -casi todos, según esta visión- contra la gente corriente. Existiría así una desconexión entre la elite mediática y la realidad de la calle, entre el país virtual y el real.

Perlstein denuncia que este argumento ha acabado creando una sensación de inseguridad en los medios de comunicación que antaño eran referentes. Ahora temen parecer progresistas porque les acusan continuamente de ello. Y el esfuerzo de imparcialidad acaba dando eco a mentiras, rumores y acusaciones descabelladas.

En un artículo en el Washington Post, el historiador recordaba que en los años sesenta estas metiras, rumores y acusaciones descabelladas no merecían la más mímima atención de los medios serios. "Era distinto -escribió-. Ustedes nunca oyeron al fallecido Walter Cronkite utilizando tiempo del telediario de la noche para 'desmontar' las acusaciones de que una propuesta para construir una clínica psiquiátrica en Alaska realmente era un campo para internar a derechistas críticos con el presidente, ni le vieron dando tiempo a quienes hacían estas acusaciones para que se explicasen ante las cámaras". Ahora sí.

Ahora algunos medios de comunicación presentan como una versión más de los hechos la denuncia, lanzada por Palin, de que la Administración Obama quería crear comité de la muerte, encargados de decidir si vale la pena tratar médicamente a los mayores o a los niños con síndrome de Down. En verano, y antes durante la campaña electoral, los medios de referencia dedicaron líneas y minutos a 'desmontar' mentiras sobre la religión o la nacionalidad de Obama. Según Perlstein, los que hace cincuenta años habrían sido considerados extremistas y excéntricos ahora ocupan un lugar respetable en los medios de comunicación.

Sarah Palin emerge como una líder de este movimiento sin líderes. "La adoran, hay un vínculo sólido". Palin "es fascinante", dijo el historiador, en la medida que traslada al presente la "imagen de ama de casa vengadora", un figura con antecedentes, como la activista Phyllis Shlafly en los años setenta.

Al nivel político actual, sin embargo, "no se ha visto nada semejante". Perlstein, cuando hablé con él, dudaba de que Palin llegase a la presidencia, quizá ni siquiera a la candidatura republicana. "Viendo sus movimientos, todo lo que ha hecho parece calculado para, de algún modo, garantizarse una carrera lucrativa", dijo. Las memorias multimillonarias, y el contrato con la cadena de televisión Fox News -la número uno de las cadenas informativas por cable- así lo parecen sugerir. "No creo que tenga las agallas, la paciencia, ni la disciplina. Y ella lo sabe", añadió. "La veo más como una figura mediática, y muy poderosa".

En Estados Unidos, los popes televisivos y radiofónicos son más poderosos que la mayoría de políticos. Creo que Sarah Palin es una figura fascinante y poderosa, destinada a influir en la política americana. Veremos si desde un cargo electo o no Palin aúna algo muy antiguo -la política de los agravios de la "mayoría silenciosa" frente a las corruptas élite mediáticas, política e intelectuales- y algo novísimo: el político como estrella de un reality show.

No sólo por los líos de su vida familiar, y el exhibicionismo de los implicados, sino también por la mezcla de victimismo y agresividad propio de los personajes de estos programas.

Las elecciones de 2008 trajeron lo que parecía un nuevo tipo de político que conmovió al mundo: Barack Obama. Pero también trajeron a Sarah Palin, una precursora que quizá anticipe -¿más que Obama?- la política del siglo XXI.





Viñeta de Forges





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Entrada núm. 1277 -

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