domingo, 22 de mayo de 2016

[Reedición] Y Europa reinará de nuevo en Creta...




Frescos en Cnosos, Creta


"Reedición" es una nueva sección del blog dedicada a reproducir antiguas entradas que tuvieron cierto predicamento en su momento entre los lectores de Desde el trópico de Cáncer. Estas entradas se publican diariamente, conservan su título, fecha y numeración original, y no cuentan en el cómputo general de entradas del blog. Disfrútenla de nuevo si lo desean.   

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"Y tras dejar el pesado cetro, el padre y soberano de los dioses, cuya diestra está armada de fuegos de tres puntas, quien con su movimiento de cabeza agita el orbe, se viste con la apariencia de un toro y, mezclado con los novillos, muge y pasea su hermosura entre las tiernas hierbas. En efecto, su color es de la nieve que no han pisado las huellas ni ha derretido el lluvioso Austro; su cuello rebosa de músculos, sobre los brazuelos le cuelga la papada, los cuernos son pequeños ciertamente pero de los que podrías afirmar que habían sido hechos a mano y más resplandecientes que una piedra preciosa sin mancha; ninguna amenaza en su frente y ninguna mirada que aterre: su rostro respira paz. Se admira la hija de Agénor de que sea tan hermoso, de que no amenace ningún combate, pero en principio teme tocarlo aunque sea manso: luego se acerca y tiende flores a su blanco hocico. El enamorado se alegra y, mientras llega el esperado placer, besa sus manos; y apenas ya, apenas, aplaza el resto y ora juguetea y salta en la verde hierba, ora apoya su níveo costado en las rubias arenas y, haciéndole perder el miedo poco a poco, unas veces ofrece su pecho para ser palmeado por la virginal mano, otras los cuernos para ser atados con nuevas guirnaldas. Se atrevió incluso la doncella real, sin saber a quién pesaba, a sentarse en el lomo del toro: en ese momento el dios, poco a poco desde la tierra y desde la playa seca, pone en primer lugar las falsas huellas de sus patas en las aguas, después se va más allá y lleva su botín a través de la llanura de alta mar. Ella está aterrada y se vuelve a mirar la playa abandonada en su rapto y sujeta con su mano derecha un cuerno, la otra está colocada en el lomo; sus ligeros vestidos ondean con el soplo del viento." (Ovidio: Metamorfosis. Cátedra, Madrid, 2005).

El hermoso texto del poeta romano Ovidio (siglo I d.C.) que acabo de reproducir sobre el mito del "rapto de Europa" me anima a suscitar de nuevo el asunto de las elecciones europeas que han de celebrarse dentro de dos días. Y ello después de una de las campañas electorales más vergonzosas que recuerdo en las que se ha hablado de todo menos de Europa. Por parte de la derecha, porque Europa y sus elecciones no le interesan absolutamente para nada salvo para desgastar a la izquierda con lo de la herencia recibida, tres años después del reparto de lo poco que quedó por repartir. Por parte de los nacionalistas, porque también les trae al pairo, salvo en cuanto les sirva para arrimar el ascua a las pequeñas sardinas de sus patrias inventadas. Por parte de la izquierda-de-la-izquierda, con carteles alusivos a la salida de la Unión Europea, el euro y la OTAN pidiendo el fin del capitalismo, todo para la clase obrera, y el final de las guerras imperialistas (¿europeas?), todo en el mismo saco. Por parte de los partidos "emergentes", todos a la greña por arrancar votos a los tradicionales, y más europeístas que nadie pues no tienen nada que perder, ni que ofrecer. Y por parte del gobierno negándose a contestar a todo lo que le plantea, legítimamente, la oposición; a llevar el debate a los asuntos de Europa, y a realizar la pedagogía política que debería serles consustancial, precisamente como gobierno. Y luego quedan los partidarios de la abstención, apostando sobre seguro gracias al sencillo procedimiento de pensar que el que no vote, vota por ellos.

No creo en las utopías. Han causado mucho daño, mucho dolor, mucha muerte y muchas lágrimas a los europeos a lo largo de la historia. Lo he dicho ya bastantes veces en el blog para tener que justificarlo de nuevo. Sin embargo, como amante de los clásicos me gusta releer y recrearme en los mitos que han dado forma al alma de los europeos, de sus pueblos, sociedades e historia. Estoy seguro de que el mito de Europa dejará de serlo, cuando la virginal hija de Agénor reine de nuevo en Creta. O lo que es lo mismo cuando unos hombres valientes tomen un día el toro de Zeus por los  cuernos y, como otros antes hicieron en 1776 y 1789, reunidos en asamblea constituyente digan al mundo: "Nosotros, miembros del Parlamento europeo, representantes de los ciudadanos y pueblos de este continente, proclamamos el nacimiento de los Estados Unidos de Europa". 

Les invito a leer el estupendo artículo que la profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona, Blanca Vilà, escribía hace unos años sobre ese "rapto de Europa" del que tanto nos quejamos los ciudadanos europeos. Es un canto a la esperanza y al futuro. No dejen que les venza el desánimo, el justo cabreo, la desesperación o la sensación de impotencia. Europa somos nosotros, sus ciudadanos de a pie y sus pueblos, no solo sus gobiernos y sus Estados: esos son nuestros mandados. 

Por usted, por su futuro, por Europa, acuda el domingo a votar. No la deje en manos de quienes no la quieren nada más que para manosearla. Europa, nuestra Europa, no se lo merece.

Y ahora sean felices, por favor, y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt



La diosa Europa


Entrada núm. 2068
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)
Publicada originariamente con fecha 23 de mayo de 2014