domingo, 6 de julio de 2014

Hoy, con José Ángel Valente y el tema de España en la poesía española contemporánea (VIII)




Puente romano sobre el río Miño (Orense)



Ahora que parece que una buena parte de los españoles que se declaran de izquierdas parecen confundidos con conceptos tales como pueblo, país, patria, gobierno, nación y Estado, conceptos que sin duda inducen a confusión pero que en ningún caso son sinónimos, quizá convendría reivindicar el nombre común de España que a todos nos acoge y ampara. Sin vergüenza alguna. Sin remordimientos de ninguna especie.

De ahí, mi atrevimiento de traer durante unas cuantas semanas, o mientras el cuerpo aguante, lo que algunos de los grandes poetas españoles contemporáneos han dicho sobre su patria común, sobre la nuestra, sobre España.

Hoy, a José Ángel Valente (1929-2000). Poeta, ensayista y traductor, nace en Orense (Galicia). Estudia Derecho en la Universidad de Santiago de Composteña y Filología Románica en la Complutense de Madrid. Su poesía se enmarca en el esencialismo lírico, muy influenciado por Paul Celan y el misticismo español de Juan de la Cruz y Miguel de Molinos. En 1972 es sometido a un consejo de guerra por presuntas injurias al ejército en uno de sus cuentos más famosos. Murió en Ginebra (Suiza). Les dejo con su poema "Patria cuyo nombre no sé".



Yo no sé si te miro
con amor o con odio
ni si eres más que tierra
para mí.
Pero contigo solo,
a muerte, debo
levantarme y vivir.
Aquí es tu piel tirante
sobre el mapa del alma,
azotada y cruel;
allí suave,
rota en ríos de lluvia,
inclinada hacia el mar.
Allí paso perdido,
pie puro que anda el sueño;
aquí craneo abrasado
por el peso de Dios.
Estoy así mirándote
con un ojo que apenas 
ha nacido a mirar.
Porque he venido ayer
y no sé aun quién eres,
aunque tal vez no seas
nada más verdadero
que esta ardiente pregunta
que clavo sobre ti.

Vine cuando la sangre
aun estaba en las puertas
y pregunté por qué.
Yo era hijo de ella
y tan solo por esto
capaza de ser en ti.

Vine cuando los muertos
palpitaban aun próximos
al nivel de la vida
y pregunté por qué.
Yacían bajo tierra:
tú eras su verdad.

Caía el sol, caía
inútilmente el pan,
caía entre la noche
y la sombra de nadie
derribaba la fe.
Y sin embargo supe
que tú estabas allí.

Apenas, casi a solas,
entre el aire y la muerte,
un brote nuevo
se atrevía a pujar.

Solo, entre la esperanza
estéril, la esperanza
ganada, las palabras
caídas, las palabras
comi ciegas banderas
levantadas, un brote
se atrevía a pujar.

Oh, cómo en las colinas
sobreviviente el aire
se animaba de él.

Debíais protegerlo.
No lo hicisteis.
Temblad.
Porque debió crecer
para la luz, no para
la sombra, el odio, para
la negación.
La tierra había sido
removida y arada
con la sangre de todos.
Con la sangre. Era
difícil la alegría,
necesitábamos
primero la verdad.

Hemos venido. Estamos
solos. Pregunto,
¿quién tiene tu verdad?

Tú eres esta pregunta.

Oh patria y patria
y patria en pie
de vida, en pie
sobre la mutilada
blancura de la nieve,
¿quién tiene tu verdad?

"Patria cuyo nombre no sé", de José Ángel Valente


Y mañana, con Leopoldo Panero.  Ahora, por favor, sean felices. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν": nos vamos. Tamaragua, amigos. HArendt


 


El poeta José Ángel Valente




Entrada núm. 2089
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Pues tanto como saber me agrada dudar (Dante Alighieri)

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