miércoles, 31 de mayo de 2023

[ARCHIVO DEL BLOG] Un reconocimiento merecido. [Publicada el 19/7/2008]





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Es noticia destacada en la prensa la visita que ayer realizaron los reyes al expresidente del gobierno Adolfo Suárez, en su domicilio particular, para entregarle personalmente el Gran Collar de la Orden del Toisón de Oro, la condecoración nobiliaria más importante del mundo -de la que el rey de España es su Gran Maestre- que le fue otorgado por el Gobierno el pasado año.
Es un reconocimiento absolutamente merecido para quien fuera presidente del gobierno entre 1976 y 1981, impulsor de la Ley de Reforma Política que puso fin al régimen franquista y del proceso constituyente posterior que culminaría con la aprobación de la Constitución de 1978.
Hablé con Adolfo Suárez personalmente en una sola ocasión, poco después de ser designado presidente del gobierno por el rey, en mi condición de secretario general en Las Palmas de la Unión del Pueblo Español (UDPE), una de las "asociaciones políticas" que él impulsaba desde la secretaría general del Movimiento. Me pareció, como han dicho de él otras personas con mucho más conocimiento de causa que yo, un auténtico animal político, un encantador de serpientes, al que no se le puede escatimar elogio alguno por lo que consiguió y por como lo consiguió... No le seguí en su creación de la UCD, tras el reconocimiento legal de los partidos políticos, y volví a la vida universitaria. Nunca me he sentido a gusto del todo como hombre de partido, aunque milité después en el PSOE durante un tiempo. Pero jamás ha dejado de interesarme la política, más como ciencia y estudio teórico que como ejercicio profesional o vocacional.
Pienso que Adolfo Suárez se merece, aunque resulte tardío, ese reconocimiento que el pueblo, el gobierno y el rey le otorgan con esta distinción. Y reconozco no haber podido dominar del todo la emoción que me ha embargado al ver la entrañable foto de un Adolfo Suárez incapaz de recordar quién es, quién fue y qué hizo, paseando junto al rey de los españoles.
Les invito a leer las crónicas que Mábel Galaz y Federico Quevedo han escrito en El País y El Confidencial, respectivamente. Y Sean felices, por favor. Y como decía Sócrates, "Ιωμεν". Tamaragua, amigos. HArendt











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