jueves, 26 de febrero de 2009

Un pasito por delante

¡Hasta los mismísimos huevos estoy ya del PP canario, en particular, y de la política y los políticos del archipiélago, en general! ¿Nos tomarán por tontos? No sólo me pasa a mí. Para que un periodista bastante ecuánime, irónico y nunca mal hablado, sin carnet del PSOE, ni vendido en cuerpo y alma a la horda prisática, como José Antonio Alemán, suelte en el "Canarias Ahora" de hoy lo que suelta, hay que estar, lisa y llanamente, hasta los mismísimos... Y en Canarias, un pasito por delante, a pesar de ir una hora por detrás.

Lo del pasito por delante no es sólo por lo que dice el vicepresidente del gobierno de Canarias, consejero de Economía y Hacienda y presidente del PP en las islas, don José Manuel Soria, sobre jueces, fiscales, policías, líder de la oposición socialista y delegada del gobierno de España (con la conformidad explícita, no se olvide, de su presidente -y por desgracia, de todos los canarios- don Paulino Rivero, de ATI-CC). Les acusa de conspiración y confabulación contra él y el PP, bastante antes de que el señor Rajoy le imitara en los gestos y aclamaciones a sí mismo y a su partido. Y lo del pasito por delante lo digo, también, porque es más que probable que visite Salto del Negro (la prisión provincial de Las Palmas) con antelación a sus correligionarios peninsulares y eso le trae, evidentemente, sin vivir. Pero en el ínterin, a los que nos tienen sin vivir y hasta los mismísimos es a los canarios... Les dejo con la lectura del artículo de José Antonio Alemán; se titula "El exorcista". Me imagino por qué. Sean felices. Tamaragua, amigos. (HArendt)




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José Manuel Soria, presidente del PP canario




Fotos:
(1) José Manuel Soria:
http://www.elpais.com/recorte/20081007elpepinac_1/LCO340/Ies/Jose_Manuel_Soria.jpg




"El exorcista", por José A. Alemán
(Canarias Ahora, 26/02/09)

Rajoy descartó dimisiones de imputados del PP para no ser menos que Bermejo. Él, desde luego, no las forzará, bonito fuera. Menos mal, porque me habría descolocado si coge la escoba y pega a barrer la casa. Hubiera tenido que modificar, a estas edades, mi idea de la derechona (a la que diferencio de la derecha, vaya por delante).

Mucho he oído decir de la desvergüenza con que la derechona se pone siempre por el lado grueso del fonil, vulgo embudo; de la incoherencia de exigirle a los demás lo que ella no practica; aparte del descaro con que intoxica y manipula a la opinión pública, a la que ve integrada por imbéciles y demás lindezas en las que no abundo porque en Canarias Soria no necesita presentación como adalid de esa concepción más que perversa, pervertidora.

No creo, a eso iba, que la ley del fonil defina la actitud de la derechona porque ella es así, sin más. Tampoco es riguroso calificarla de franquista pues lo suyo viene de más atrás; Franco fue su criatura predilecta, no su origen. La alimenta la creencia de que España, sus islas adyacentes y las subyacentes en que vivimos, constituyen una finca de su exclusiva propiedad. La jactancia de Carlos Fabra, presidente de la Diputación de Castellón, al contar los centenares de allegados y amigos a los que ha colocado, refleja esa mentalidad de propietario a la que pertenece conceptualmente Rajoy cuando exige de los demás lo que no a los suyos.

Quiero decir que no es cinismo, ni asunto de foniles: la derechona considera que actúa en derecho y tan consciente es de que la finca es suya que arremete contra las instituciones del Estado de Derecho por no cumplir sus deberes de mayordomía a satisfacción de la propiedad. Las instituciones no son menos suyas y yo con lo mío hago lo que quiero.

El convencimiento de la derechona de que la finca les pertenece es tal que considera a los psocialistas unos advenedizos que la han despojado de su propiedad y de ahí la oposición que hace el PP: brilla por su ausencia una propuesta alternativa a Zapatero que no sea la pura devolución del poder expoliado. La democracia, aunque reducida prácticamente a votar una vez cada cuatro años, es el obstáculo para recuperar la finca y no les importa si salta por los aires, una vez debilitadas sus bases institucionales.

Una democracia, por cierto, que hicieron posible la progresía intelectual y social y en lo político el centro y la izquierda y la derecha democráticas; mientras la derechona permanecía atorrada en su desconcierto sin saber qué hacer al apagársele la lucecita de El Pardo. La contaminación franquista no era políticamente correcta en la Transición. Pero ahora el paso del tiempo la ha librado del complejo (la derecha sin complejos, recuerden) y se burla de los planteamientos progresistas y hasta del cambio climático y se opone significativamente a la memoria histórica dónde están inscritas sus tropelías. Tiene la esperanza de que sea cierto lo de que el pueblo que olvida su historia está condenado a repetirla.

En esa línea se inscriben las carajeras contra leyes mal vistas por la Iglesia, empeñada en imponer su doctrina hasta a los no católicos y que se considera perseguida porque encuentra resistencia; asuntos como el de la Educación para la Ciudadanía es otro buen botón de muestra de la coyunda de la derechona y la Iglesia que, todo hay de decirlo, responde a la rancia y más casposa tradición española.

Locke defendía la democracia representativa como sustituta de las guerras civiles. Pensaba que la perspectiva de ocupar el poder evitaba que la oposición se echara al monte y utilizara sólo armas políticas. La derechona no ha alcanzado ese grado civilizatorio que permite discernir entre hacer oposición y llevarse por delante las instituciones llegando, si fuera necesario, al enfrentamiento civil. La finca es suya y nadie va a decirle cómo administrarla.

Este espíritu, que anima a la derechona en el fondo de su alma, resta incoherencia a los dichos y hechos del PP. Cree que las cosas son así y que Dios está de su lado porque lo está la jerarquía católica; la Iglesia verdadera y dos piedras. Defiende la impunidad de su gente porque se corresponde al origen divino del orden que quieren en su finca; en la que se les ha infiltrado Satanás en forma de Zapatero (de López Aguilar en Canarias) convirtiendo a policías, fiscales y jueces en custodios del diabólico expolio. Necesita la derechona un buen exorcista que ahuyente a los demonios y volvamos a tener la misa en latín. Que es, por cierto, el idioma de los endemoniados; pura justicia poética, qué quieren.




(E-1110) .../...

viernes, 20 de febrero de 2009

Sin vergüenza alguna

Sin vergüenza alguna, sí señor. Con dos cojones, u ovarios, según la clasificación sexual de cada cuál. Ahí tienen a Sus Señorías, titulares individuales y personales (lo es cada uno de ellos, y no en conjunto) del más garantista de los poderes del Estado, en huelga. Alegres como chiquillos con zapatos nuevos. No entro en la legalidad ni oportunidad de la huelga; no es el caso. Si sus "Pares" del Consejo General del Poder Judicial dicen que no es ilegal, pues vale. Me alegro por ellos.

¿Se imaginan ustedes dónde acabarían unos militares, a los que el Estado encomienda las armas de la nación para defenderla, si decidieran ponerse en huelga o desobedecer las órdenes del poder civil? ¿O qué el rey, el gobierno o diputados y senadores hicieran lo mismo? A mi, aparte de desasosiego, me ha producido una enorme vergüenza. Si ya hasta los jueces juegan a hacer política, o bromas, con su poder de vida, muerte y hacienda sobre los ciudadanos, apaga y vámonos... Sean felices. Tamaragua. (HArendt)


Fotos:
(1) Los jueces de Valencia en huelga:
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Jueces en huelga (Valencia)




(E-1108) .../...

A la búsqueda del Bosón de Higgs (II)

No estaba muy seguro de que mi querida amiga y vecina, Inés, fuera a asumir la extraña petición que le hiciera hace unos días de intentar explicarme, y explicarnos, que era eso del "Bosón de Higgs". Me equivoqué. como era de esperar. Lo ha hecho, y encima, relacionando su explicación con los personajes de "El Señor de los Anillos", de Tolkien, al que yo había citado fuera de todo contexto lógico.

Dejo aquí constancia de mi agradecimiento para con ella y transcribo las entradas de su blog (http://inesuja.blogspot.com) publicadas los días 18, 19 y 20 de febrero. Juzguen ustedes; seguro que les resulta interesante. Y sean felices. Tamaragua (HArendt)


Fotos:
(1) Dios leyendo un manual de Física, por Quino (Del blog "Inesuja):
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih2e1p2LML4SV4_zi4IHoaYl_mykVpFA_e5E5Y48DeKvnklwCO3Ec1hvfwTY4c1WDSSP-O2qGHrqXyIjmUSeNtAF1NqLSnTF37d4E1Z8IBXb_CHtZoVn_0-chGqRUOlOcdQ5nvnTfTWHE/s400/quino-fisica.jpg
(2) Las cumbres de Gran Canaria, nevadas:
http://www.canarias7.es/multimedia/i/galerias/2853/gal2853-7.jpg



https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEih2e1p2LML4SV4_zi4IHoaYl_mykVpFA_e5E5Y48DeKvnklwCO3Ec1hvfwTY4c1WDSSP-O2qGHrqXyIjmUSeNtAF1NqLSnTF37d4E1Z8IBXb_CHtZoVn_0-chGqRUOlOcdQ5nvnTfTWHE/s400/quino-fisica.jpg
Dios leyendo un Manual de Física (Quino)




"hoy voy a hablar de física: la teoría unificada: la comunidad del anillo" por Inesuja.
(18, 19 y 20 de febrero de 2009: http://inesuja.blogspot.com)


tres anillos para los reyes elfos bajo el cielo,
siete para los señores enanos en palacios de piedra,
nueve para los hombres mortales condenados a morir
uno para el señor oscuro, sobre el trono oscuro
en la tierra de mordor donde se extienden las sombras
un anillo para gobernarlos a todos. un anillo para encontrarlos,
un anillo para atraerlos a todos y atarlos en las tinieblas
en la tierra de mordor donde se extienden las sombras

así comienza el libro "el señor de los anillos" de j.r.r. tolkien que imagino que muchos de vosotros habéis leído (y si no fijo que habéis visto la trilogía homónima de peter jackson). os voy a hacer una revelación: en realidad este libro habla de física, ¿que no?

el universo tal y como lo conocemos puede ser explicado a través de cuatro interacciones: la electromagnética (campos electromagnéticos), la nuclear fuerte (núcleos de los átomos), la nuclear débil (unión de los electrones con los núcleos) y la gravitacional (responsable de la formación de estrellas, planetas, galaxias y demás), y de los transmisores de esta interacción, que son los bosones. os voy a mostrar cómo tolkien los refleja en su libro:

* los elfos se van a corresponder con la interacción electromagnética, que es de alcance infinito, como sus flechas; a su anillo (bosón) lo vamos a llamar "fotón", porque además los elfos son muy ligeros, casi como fotones, que no tienen masa.
* a los señores enanos les vamos a asociar la interacción fuerte, que es de corto alcance pero bastante cañera, como sus hachas, y a su anillo (bosón) lo llamaremos "gluón".
* a los hombres mortales les vamos a asociar la interacción débil, que es de medio alcance y como su propio nombre indica más débil que la fuerte, y a sus anillos (a estos les damos dos, que los hombres luchan con espada y escudo) les llamaremos "bosón w" y "bosón z".

los anillos se forjaron en las entrañas del monte del destino, y el anillo único los unifica y gobierna a todos. pues ahora pensemos que el monte del destino es el big bang y que el anillo único es el "bosón de higgs", un bosón formado a los 10 elevados a menos 43 segundo de la explosión, sin el cual difícilmente se pueden explicar el resto de anillos-bosones (fotones, gluones y bosones w y z), de una enorme masa (como el anillo único), que nadie nunca ha visto y al que muchos temen y gracias a la cual se afianza el "modelo estándar de la física de partículas", que intenta unificar las tres interacciones anteriores.

al que todavía esté despierto a estas alturas es posible que le haya chocado algo en todo lo anterior: he hablado de cuatro interacciones pero sólo he explicado tres.

la teoría unificada intenta aglutinar en una sola las cuatro interacciones anteriormente descritas; para ello a cada una de ellas debe tener asociado un bosón que va a generar un campo de interacción.

en el caso de la interacción gravitatoria tendría que llevar asociado un bosón responsable de esta interacción, un bosón insignificante, en el que nadie se fijaría y que parece que no pinta nada en esta historia, más o menos lo mismo que los hobbits en el libro, solo que los físicos lo llaman "gravitón".

el gravitón por tanto sería el bosón que faltaría para completar esta teoría (el hobbit que va a cargar con todo el peso de la historia) y que necesariamente tiene que caracterizarse por ser extremadamente pequeño y tener muy muy poca masa (aunque no masa cero), cuya interacción es muy débil y de aparente corto alcance pero que explica cosas tan grandes como –por ejemplo- la configuración planetaria. de hecho, fíjense si son importantes que tolkien les dedicó un libro para ellos solitos. por desgracia por ahora el gravitón no es más que una idea que ni tan siquiera ha podido ser concebida matemáticamente; me explico: la ley de gravitación universal es una de las más antiguas conocidas, se explica perfectamente en la física clásica pero cuando intentamos generar un análogo cuántico no sabemos cómo hacerlo.

sin embargo no toda la esperanza está perdida: ya hay dos interacciones que se han podido unir, que son la débil y la electromagnética, creando la "electrodébil" que explica cómo los electrones se unen a los núcleos, y que siguiendo la analogía con el libro podríamos llamar "la última alianza entre hombres y elfos".

en resumen: los avances realizados en los últimos cincuenta años en el campo de la electrodinámica cuántica han animado a los físicos a intentar unificar todas las teorías de interacción existentes en una sola a la que denominan "teoría unificada" (otra vez un nombre rebuscado) con el objetivo de intentar explicar un poco mejor por qué el universo es como es. algunas de las partes ya están explicadas como puede ser la interacción electrodébil pero actualmente existen dos escollos que todavía no se han logrado salvar; el primero es encontrar el bosón de higgs con el cual se daría un enorme paso para unificar las interacciones electromagnética, débil y fuerte (y que es la razón por la que se creó en lhc –large hadron collider-) y el segundo formular y encontrar el gravitón, algo tan insignificante que hasta podría parecer intranscendente, pero para lo cual todavía queda mucho camino por recorrer.

epílogo: mientras el otro día me desayunaba un café con leche y un cruasán de chocolate y me paseaba por mis blogs amigos, me encontré lo siguiente en el de mi vecino harendt: "Mi ignorancia de la Física es tan mayúscula que la primera vez que oí hablar del "Bosón de Higgs" pensé que se estaban refiriendo a uno de los personajes de la novela "El Señor de los Anillos", del escritor sudafricano J.R.R. Tolkien. Es evidente que me equivoqué, y a pesar de haber leído bastante cosas sobre él, sobre el "bosón", sigo tan en blanco como al principio.", tras lo cual me animaba a intentar explicar qué es el susodicho bosón. mi primera reacción fue pensar "este tío está como una baifa (cabra canaria de tamaño más pequeño que la peninsular)", pero decidí aceptar el reto y he aquí el resultado, de hecho mi objetivo ha sido ir un poco más allá e intentar explicar la teoría unificada, espero que al final hayáis comprendido algo. (vecino, el reto era realmente complicado, pero como podrás observar no ibas nada desencaminado, espero haberlo superado…)



http://www.canarias7.es/multimedia/i/galerias/2853/gal2853-7.jpg
Las cumbres de Gran Canaria, hoy




(E-1107) .../...

martes, 17 de febrero de 2009

Desde Cuba, otra vez

Día a día, a pesar del desaliento, las amenazas y las represiones, los cubanos comienzan a desperezarse de su miedo. Desde dentro, porque si no lo hacen ellos no lo va a hacer nadie. Dos de mis "blogs amigos" dan cuenta hoy del hecho desde allí mismo, en el corazón de La Habana. Ambos se refieren a un mismo acontecimiento: el anuncio de la publicación de un libro, crítico con el régimen: "Boring Home", de Orlando Luis Pardo, en un parque de La Habana, al aire libre, bajo vigilancia policial. Les animo a que los visiten. Más contenido, como siempre, el de Yoani Sánchez, "Generación Y" (1), Premio Internacional 2009 al mejor blog del mundo, y desde el cual puede bajarse el libro de Orlando L. Pardo en formato "pdf". Exultante, y aun sobrecogida por el miedo, más literario, el comentario de Claudia Cadelo en su blog "Octavo Cerco" (2). No se si el régimen de los Castro se mueve hacia sitio alguno; los cubanos, seguro que sí. Lo estamos viendo. No les dejemos solos, por favor. Sean felices. Tamaragua. (HArendt)


Notas:
(1) http://desdecuba.com/generaciony
(2) http://octavocerco.blogspot.com





http://jacquesthomet.unblog.fr/files/2008/05/yoanisanchez060508.jpg
La cubana Yoani Sánchez




Fotos:

(1) Yoani Sánchez:
http://jacquesthomet.unblog.fr/files/2008/05/yoanisanchez060508.jpg
(2) Claudia Cadelo:
http://penultimosdias.com/wp-content/uploads/2008/12/i-love-minit-citacion-claudia.jpg





http://penultimosdias.com/wp-content/uploads/2008/12/i-love-minit-citacion-claudia.jpg
La cubana Claudia Cadelo





(E-1106) .../...

lunes, 16 de febrero de 2009

A la búsqueda del Bosón de Higgs (I)

Mi ignorancia de la Física es tan mayúscula que la primera vez que oí hablar del "Bosón de Higgs" (1) pensé que se estaban refiriendo a uno de los personajes de la novela "El Señor de los Anillos" (2), del escritor sudafricano J.R.R. Tolkien. Es evidente que me equivoqué, y a pesar de haber leído bastante cosas sobre él, sobre el "bosón", sigo tan en blanco como al principio.

Mi vecina y amiga Inés, que vive en Maspalomas como yo, es licenciada en Física, y tiene una gran facilidad para hacer asequible algunos de los grandes secretos de esa ciencia, podría echarnos una mano al respecto. ¿Te animas, vecina? Mientras lo hace (no me dejes mal, por favor...), visiten su blog "Inesuja"(3), que es la mar de interesante.

Según cuenta Luis Miguel Ariza en El País Semanal de ayer domingo en un artículo titulado "La chispa de Dios. ¿Qué pasó al principio de todo?", y que reproduzco más adelante, el "bosón de Higgs" es la más pesada de todas las particulas conocidas, responsable de proporcionar
su masa al resto de las partículas, surgido simultáneamente al Big Bang (4), aproximadamente a los 10 elevado a menos 43 segundos, del gran estallido, y sin el cual todo carecería de masa, no existiría la gravedad, ni las galaxias, las estrellas, los planetas, ni la vida.

Albert Einstein (5), que según Ariza no creía en un Dios cristiano tradicional, llegó a afirmar que "Dios no juega a los dados con el Universo". Tampoco aceptaba que nuestro universo fuera el simple resultado de un accidente. Pero los físicos actuales no se permiten esos juegos de palabras.

Leon Lederman (6), premio Nobel de Física, publicó en 1994 un libro titulado "La partícula de Dios" que trataba sobre el "bosón de Higgs". El título del libro no gustó mucho en los ambientes científicos, que le achacaron una intencionalidad meramente publicitaria. "Ningún
científico serio -aseguraron- usaría ese nombre en un artículo científico o en una conferencia. La ciencia y la religión son dos empresas humanas que están en esferas diferentes, y están fundadas
bajo principios claramente distintos. Otros pueden no estar de acuerdo (son palabras del profesor Howard Haber, citado por Ariza en su artículo) pero yo creo -añade-, que cualquier intento para mezclarlas termina en algo que no tiene sentido o que produce confusión".

Para Lawrence Krauss (7), doctor en Física por el MIT (8) de Cambridge (Ma., USA), estamos empezando a hacernos preguntas que jamás creíamos que pudiéramos responder. Es alucinante -dice-, y muy inspirador. La creación según la Biblia es bastante aburrida, comentan sus alumnos, pero la historia real de como surgió el universo, concluye, es una fuente de inspiración espiritual más fascinante de lo que nos imaginamos jamás.

Sean felices y disfruten del artículo en cuestión. Tamaragua. (HArendt)


Notas:
(1) http://es.wikipedia.org/wiki/Bos%C3%B3n_de_Higgs
(2) http://es.wikipedia.org/wiki/El_Se%C3%B1or_de_los_Anillos
(3) http://inesuja.blogspot.com/
(4) http://es.wikipedia.org/wiki/Big_Bang
(5) http://es.wikipedia.org/wiki/Albert_Einstein
(6) http://es.wikipedia.org/wiki/Leon_Max_Lederman
(7) http://es.wikipedia.org/wiki/Lawrence_M._Krauss
(8) http://es.wikipedia.org/wiki/MIT

Fotos:
(1) Simulación de la detección del "Bosón de Higgs" en el CERN europeo:
http://www.plataformasinc.es/var/ezwebin_site/storage/images/multimedia/imagenes2/lhc-el-detector-cms/simulacion-de-una-deteccion-del-boson-de-higgs-en-cms-ii/98362-1-esl-MX/Simulacion-de-una-deteccion-del-boson-de-Higgs-en-CMS-II_imagenGaleria.jpg
(2) El pinar de Tamadaba (Gran Canaria) bajo la niebla:
http://okapi.nirudia.com/photos/normal/okapi-20070808234623.jpg




http://www.plataformasinc.es/var/ezwebin_site/storage/images/multimedia/imagenes2/lhc-el-detector-cms/simulacion-de-una-deteccion-del-boson-de-higgs-en-cms-ii/98362-1-esl-MX/Simulacion-de-una-deteccion-del-boson-de-Higgs-en-CMS-II_imagenGaleria.jpg
Simulación del proceso de detección del "bosón de Higgs" en
el CERN europeo.




"La chispa de Dios. ¿Qué pasó al principio de todo?", por Luis Miguel Ariza
El País Semanal, 15/02/09

La partícula de Dios es el título de un libro sobre cosmología que publicó el premio Nobel Leon Lederman en 1994. Se refiere al bosón de Higgs, en honor del físico escocés Peter Higgs, quien lo dedujo teóricamente en los años sesenta como el responsable de proporcionar la masa al resto de partículas. Surgió casi simultáneamente con el Big Bang, y es la partícula más pesada de todas las conocidas. Para los físicos, demostrar su existencia sería casi como encontrar el Santo Grial: sin ella, todo carecería de masa; no existiría la gravedad, galaxias, estrellas o planetas, ni la vida. Usted no podría estar leyendo este artículo. Claro que Higgs podría haberse equivocado. Su bosón ha demostrado ser la bestia más escurridiza de la física. Durante décadas, los físicos han buscado su rastro en las colisiones que se producen en las tripas de los aceleradores de partículas. Ahora, con la puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones del Laboratorio Europeo de Partículas (CERN), el más poderoso del mundo, contienen la respiración. Si el bosón aparece, el paso dado por la física sería casi tan trascendental como el calificativo de "divino". "Espero que al final lo encuentren, ya que Peter tuvo esta idea maravillosa hace cuarenta años, y si sucede mientras vive, estoy seguro de que compartirá el Premio Nobel", explica el reverendo sir John Polkinghorne a El País Semanal desde su casa en Cambridge, al otro lado del teléfono.

¿Reverendo? Sí, y también caballero por la reina de Inglaterra. Es autor de más de 35 obras -la última es Questions of truth- que abordan la relación entre ciencia y religión, dos invenciones humanas tan irreconciliables como el agua y el aceite. De esa pasta está hecho Polkinghorne, que también es un físico de primera. Como profesor de física matemática de la Universidad de Cambridge, este afable británico de 78 años ha enseñado a premios Nobel como Brian Josephson o astrofísicos como Martin Rees, y ha trabajado con el Nobel Murray Gellman, aportando sus investigaciones fundamentales para descubrir el quark, el componente básico de la materia. Y, por supuesto, ha trabajado con Peter Higgs, un ateo convencido.

Cuando Lederman sacó su libro con este título, La partícula de Dios, al escocés no debió de sentarle muy bien. Por usar un término educado. "Creo que fue una tontería, aunque suele ocurrir que cuando los científicos escriben para el gran público y extraen la palabra Dios fuera del texto para colocarla en el título, eso les ayuda a vender más ejemplares", reconoce este reverendo anglicano.

Lederman quería titular su libro Aquella maldita partícula de Dios. "La llamó de esa manera porque nadie podía encontrar la maldita cosa", dice el físico británico Paul Davies, haciéndose eco de un rumor que corre entre sus colegas. En inglés, la palabra "maldita de Dios" (goddammed) tiene connotaciones religiosas. "El editor no estaba de acuerdo con un título blasfemo porque podía ofender la sensibilidad religiosa americana. Así que la cambió por Partícula de Dios (God
particle)". Se cumplió además una regla no escrita, formulada por el astrónomo ya fallecido Fred Hoyle, por la que las palabras ingeniosas en cosmología se anclan en el imaginario colectivo como ganchos (a Hoyle se le recuerda por haber acuñado el término Big Bang en un comentario casi despectivo durante un programa de radio de la BBC en 1949, al tratar de explicar al público la teoría de la creación súbita del universo, en la que jamás creyó).

¿Es una cuestión meramente semántica, o esta "partícula de Dios" refleja algo más que un truco comercial? Los críticos aducen que se usa la ciencia para vender religión. Otros no han dudado en
aprovecharse de la religión para vender ciencia. Cuando, en 1992, el físico George Smoot presentó al mundo el mapa de la radiación de microondas del universo cuando tenía 300.000 años de edad -el equivalente a presentar una fotografía de un embrión humano de diez horas-, sus palabras, recogidas en una conferencia de prensa, fueron: "Si eres religioso, es como si estuvieras viendo a Dios". El mapa de COBE (explorador de fondo cósmico) estaba construido como un conjunto de gránulos coloreados de materia, y surgieron en la prensa títulos como La huella dactilar de Dios. El propio Smoot, que compartió por ello el Nobel de Física en 2006, destaca en su biografía las reacciones de sus colegas al hallazgo. "Han encontrado el Santo Grial de la física", dijo Michael Turner, astrofísico de la Universidad de Chicago. "Es como el génesis", exclamó por su parte Stephen Maran, el editor de la prestigiosa enciclopedia Astronomy and Astrophysics.

Timothy Ferris, profesor emérito de periodismo científico de la Universidad de Berkeley y uno de los más reputados escritores científicos estadounidenses, se muestra reacio al debate: "No paso por discutir sobre estos temas en términos religiosos", responde por correo electrónico. "Estas discusiones sólo alimentan la ilusión generalizada de que las creencias religiosas te permiten entender mejor asuntos científicos, cuando no es el caso. También sugieren que la religión actúa como guía para la investigación que llevan los científicos, lo que depende de cada cual". Ferris cree que esta interferencia refuerza la idea de que "el origen del universo o de las
leyes naturales no puede ser entendido sin el recurso de recurrir a un Dios. Y no es el caso. Todo lo contrario, si se invoca a Dios se están violando los principios científicos". Y concluye: "Si la religión tiene algo útil que ofrecer a la ciencia, desconozco lo que es".

Howard Haber, profesor del Instituto de Física de Partículas de la Universidad de California en Santa Cruz, lleva treinta años investigando la física del bosón de Higgs. "Creo que Leon Lederman, un físico muy reputado, introdujo el término 'partícula de Dios' presumiblemente para atraer la atención del público, pero nos hizo claramente un flaco favor", asegura. "Ningún científico serio usaría ese nombre en un artículo científico o en una conferencia. La ciencia y la religión son dos empresas humanas que están en esferas diferentes, y están fundadas bajo principios claramente distintos. Otros pueden no estar de acuerdo, pero yo creo que cualquier intento para mezclarlas termina en algo que no tiene sentido o que produce confusión".

A pesar de las críticas, la palabra Dios no es tabú: los más grandes la han usado abiertamente. Stephen Hawking, que ocupa la Silla Lucasiana como profesor de Matemáticas de la Universidad de Cambridge, manifestó en una visita reciente a España: "La ciencia no deja mucho espacio para los milagros o para Dios". En el pasado, cuando escribió su famosa obra Breve historia del tiempo, admitió que tenía el convencimiento de que "algún día conocería el rostro de Dios", y que estaba convencido de que la teoría de la totalidad (capaz de aunar todas las fuerzas conocidas que operan en el universo en una sola) se encontraría al finalizar el milenio. Ahora, Hawking es un poco más pesimista. Con bastante ironía, ha apostado poco más de cincuenta euros a que el LHC fracasará a la hora de encontrar el bosón de Higgs, dejando además un comentario no menos suculento. "Creo que será mucho más excitante si no lo encontramos. Significará que nos hemos equivocado en algo, y que tendremos que empezar de nuevo", indicó a la BBC.

Los científicos construyen los aceleradores como el LHC para estrellar partículas entre sí (en este caso, protones contra protones). La búsqueda del bosón de Higgs consistirá en examinar millones de datos y detectar si hay una fluctuación estadística que se salga de la media. Los físicos llorarán de alegría. "Yo creo que van a tener éxito, pero probablemente les va a llevar unos tres años para estar seguros", nos dice Paul Davies. La tarea es monstruosa: encontrarlo será como dar con un alfiler de un gramo en un pajar de 100 millones de toneladas métricas.

Davies dirige el centro Beyond de la Universidad Estatal de Arizona y también es un conocido divulgador de la ciencia. No ha dudado en abordar con valentía el término Dios en sus libros (su
último título es The Goldilocks enigma, no publicado aún en español), mezclando física, teología y filosofía. Todo lo contrario que Steven Weinberg. El Nobel comentó recientemente a la revista Newsweek que la ciencia está arrinconando cada vez más a la religión y que por ello la necesidad de una explicación religiosa a la creación del universo se hace cada vez menos necesaria. Weinberg es un declarado ateo. Admite mque tanto la ciencia como la religión son inventos humanos, pero que las sectas religiosas en Occidente están aprendiendo a dejar de explicar la naturaleza en términos religiosos, dejando la tarea a la ciencia. "Cuanto más sabemos del universo, menos signos vemos de un diseñador inteligente. Isaac Newton pensó que una explicación de cómo brillaba el Sol podría hacerse en términos de la acción de Dios. Pero ahora sabemos que el Sol brilla gracias al calor producido por la conversión de hidrógeno en helio. La gente que espera encontrar evidencias de la acción divina en la naturaleza, en el origen o en las
leyes que gobiernan la materia se va a llevar una decepción".

Si el bosón de Higgs existe, nos dice Polkinghorne, podría haber surgido en una época tempranísima del universo, en un lapso tan corto que resulta inconcebible para la mente humana. "Probablemente hablamos de 10 elevado a menos 43 segundos después del Big Bang, de una manera tan increíblemente rápida que no se puede comprender". La cifra hay que escribirla entera en una línea entera, y el universo tendría por entonces 0,000.000.000.000. 000.000.000.000.000.000.000.000.000.001 segundos de edad.

Es la llamada era de Planck, el tiempo más breve concebible por la ciencia. "Y ya tienes que tener toda una clase de leyes de la naturaleza por debajo, para que exista la posibilidad de que a
partícula aparezca en ese tiempo", recalca Polkinghorne.

Lawrence Krauss, físico y cosmólogo de la Universidad Estatal de Arizona, discrepa sobre la cronología. El bosón de Higgs lleva un "campo asociado", que pudo surgir más tarde. Las distintas partículas, de acuerdo con la teoría, nacieron sin masa, y la adquirieron al pasar a través de este "campo de Higgs". "Es como si tratases de empujar un coche por una carretera y de repente topas con el fango; se hace más difícil empujarlo. El campo de Higgs es como una especie de campo cósmico de barro. Creemos que este campo surgió por accidente cuando el universo tenía una millonésima de millonésima de segundo". En números, 10 elevado a menos doce segundos. El campo de Higgs aparece un poco más tarde, pero aun así extraordinariamente pronto. "No podemos recrear el universo cuando tenía 10 elevado a menos 43 segundos, pero sí cuando tenía una millonésima de millonésima de segundo". Es comprensible la excitación que rodea al LHC, que presumiblemente entrará en funcionamiento este verano.

Esas leyes naturales definen un universo que exhibe una sintonía extraordinaria. Las constantes de la naturaleza son muy precisas y exactas. La luz tiene una velocidad má­xima (300.000
kilómetros por segundo). El electrón, una masa y una carga establecida. Las leyes operan bajo esas constantes, y lo hacen por igual en el comedor o en su cocina que en la región más ecuatorial de la galaxia de Andrómeda. La gravedad es una atracción entre los cuerpos inversamente proporcional al cuadrado de la distancia que los separa, y no al cubo de la distancia, por ejemplo. ¿Es el universo en que vivimos producto del mero accidente?

Esta cuestión torturó al físico más grande de la historia, Albert Einstein, que llegó a afirmar que Dios "no juega a los dados con el universo". Einstein no creía en un Dios cristiano tradicional, ni tampoco aceptó que nuestro universo era el simple resultado de un accidente. Sin embargo, comentó que el aspecto "más incomprensible del universo es que es comprensible". Para Lawrence Krauss fue casi una declaración de fervor religioso. Lo cierto es que aquellos que le
presentaron como un ateo convencido se equivocaron. "Lo que me diferencia de los llamados ateos es un sentimiento de absoluta humildad ante los inalcanzables secretos de la armonía del cosmos", dijo el gran sabio, según recoge la última biografía del escritor norteamericano Walter Isaacson. Los ateos fanáticos, explicó Einstein en una de sus cartas, "son como esclavos que todavía sienten el peso de sus cadenas cuando se han despojado de ellas tras una dura lucha. Son criaturas que, en su resentimiento contra la religión tradicional como opio de las masas, son incapaces de oír la música de las esferas".

Además de un prestigioso cosmólogo, Krauss es uno de los mejores escritores de best-seller sobre el universo (su último libro es Quintaessence, the mistery of the missing mass), y deplora usar el término Dios en sus obras. "Todo lo que sabemos del universo está constreñido en una región que ocupa el espacio de un solo átomo. ¡Es increíble!". El hecho de que las matemáticas sean el lenguaje de la naturaleza es uno de los hechos más sobresalientes e inexplicables". Y Krauss se hace la siguiente pregunta: ¿por qué somos capaces de describir el universo desde que tenía billonésimas de segundo y predecir su futuro usando las matemáticas? "No hay razón por la que el universo tenga que ser tan comprensible".

"Creo que las leyes de la física no son el resultado de un mero accidente, sino que son bastante especiales en su forma", responde por su parte Paul Davies, el director de Beyond. "El hecho de que la mente humana pueda entender la realidad profunda de la naturaleza y hacer que el mundo tenga sentido" es algo que también le inquieta. "¿Por qué podemos hacer eso? Nuestras mentes han sido moldeadas por la evolución para ayudarnos en nuestra supervivencia. ¿Qué tiene que ver eso con la física cuántica o los agujeros negros?".

Reacciones del tipo "es como mirar a Dios" o "estar delante del génesis" no implican necesariamente una confesión religiosa cuando uno está envuelto en asuntos de este calado. ¿Por qué se reacciona así? "La investigación científica es un trabajo duro", razona Polkinghorne. "Y la recompensa es a menudo en forma de maravilla, acerca del orden establecido en el mundo. Es algo que resulta profundamente satisfactorio desde el punto de vista intelectual". Pero la ciencia, de acuerdo con este físico y sacerdote, explica el proceso, "cómo ha ocurrido", pero no explica el "porqué".

De acuerdo con Polkinghorne, la ciencia no puede ir más allá. La belleza racional del universo es algo tan chocante que incita a buscar una explicación.

¿Experimentan los cosmólogos un sentimiento trascendente cuando investigan las etapas tempranas del universo? "Absolutamente", coincide Lawrence Krauss. "Estamos empezando a hacernos preguntas que jamás creíamos que pudiéramos responder. Es alucinante. Y muy
inspirador. Muchos de mis estudiantes me abordan y me comentan: la creación según la Biblia es bastante aburrida". La historia real de cómo surgió el universo es una fuente de inspiración espiritual, "más fascinante de lo que nos imaginamos jamás".




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El Pinar de Tamadaba (Gran Canaria) bajo la niebla




(E-1105) .../...

jueves, 12 de febrero de 2009

Bananaria, en Carnavales

El Blog de Francisco Pomares ("El anillo de Moebius"), periodista tinerfeño que escribe cada día en el periódico "La Provincia-Diario de Las Palmas", recrea hoy con humor el nuevo Escudo de Armas de Canarias, propuesto (es broma, evidentemente) por el "propietario, editor, director y lector" (me gustaría decir que único, pero no es así. por desgracia para los tinerfeños) del otrora prestigioso periódico "El Día", de Santa Cruz de Tenerife. El señor Pomares me ha alegrado la jornada.

En el mismo número del diario, su director, Ángel Tristán Pimienta, en su blog "Apuntes", también le saca los colores al último editorial del inefable don Pepito, presidente "in pectore" de la República Guanchanchera de Bananaria. Disfrútenlos. Y sean felices, que estamos en Carnavales y no hay que tomarse a estos machangos muy en serio. Tamaragua. (HArendt)


Fotos:

(1) Propuesta de nuevo escudo de armas de Canarias:
http://blog.laprovincia.es/francisco_pomares/files/2009/02/abor-4867-perritos.jpg
(2) El Teide (Tenerife):
http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr11158/Teide.jpg
(3) Bandera del independentista MPAIAC:
http://simbolosdecanarias.proel.net/xtras/images/band_can/MPAIAC-2.png





http://www.fotonatura.org/galerias/fotos/usr11158/Teide.jpg
El Teide, símbolo emblemático de todos los canarios




"Heráldica recreativa"
("El Anillo de Moebius": El Blog de Francisco Pomares)

Un colega mío, muy aficionado a los protocolos y la heráldica ha tenido noticia de que el Gobierno de Rivero plantea –como tantos otros Gobiernos antes que éste- cambiar el escudo de Canarias, después de haber cambiado el lema de “Una tierra única” por el de “Un solo pueblo”, que le recuerda al del Sauzal que aún sigue siendo alcalde y puede hacer lo que quiera. A mi amigo le ha llegado el boceto de la propuesta de nuevo escudo, al parecer realizado por una empresa valenciana de diseño, al muy módico coste de 40.000 euros, con desarrollo tipográfico, aplicaciones y todas esas cosas que sirven para añadirle un par de ceros a la factura del mono.

Mi amigo dice que conoce a un tipo que es pariente del novio de una funcionaria de Presidencia que tuvo acceso al diseño y que –a pesar del secretismo con el que se lleva el asunto- consiguió hacerse con una fotocopia de la propuesta y sacarla clandestinamente del bunker de Rafael O`Shanahan.

Mi amigo está indignado con el asunto. Opina que el nuevo escudo, además de ser contrario a la tradición y a lo que establece el Estatuto de Autonomía, atenta contra la virtud y la decencia, y no podría ser utilizado ni en colegios ni en escuelas.

Mi amigo, en fin, cree que el Gobierno se ha pasado un montón con la propuesta, y me dice que si se llega a aprobar y utilizar, pedirá convertirse en canario apátrida, cosa que no sé muy bien que significa.

La verdad es que mi amigo es un exagerado: el escudo es un elemento simbólico, cuya intención es la de reflejar con elementos heráldicos las señas de identidad de un pueblo.

La fotocopia que me enseña (con el ceremonioso y solemne secretismo con el que los pibes de sexto nos dejaban ver las revistas guarras a los menudos en el cole) no escapa en absoluto a esa voluntad de representación heráldica de nuestra identidad. Es verdad que uno de los perros intenta abusar del otro, pero yo diría que ese es hoy el estado preciso de la región: izquierdas contra derechas, tinerfeños contra grancanarios, políticos contra jueces, todo Dios anda en Canarias porculeando al que tiene enfrente. A mí este escudo me parece mucho más representativo de la Canarias de hoy, que el más tradicional de los perros enfrentados: así es como anda hoy el patio.

Por eso, lamento que la historia que me cuenta mi amigo sea inveraz. Porque no ha sido el Gobierno -como él cree- quien encargó el nuevo diseño. De hecho, Presidencia no pagó ni un duro por el boceto: fue el dueño de ‘El Día’. Parece que pretende llevarlo a la próxima reunión de la Unidad Africana, a ver si le dan el gusto y lo aceptan como escudo de la independencia… Como él mismo dice, con dos clorocos.




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Propuesta de escudo de Canarias atribuida a Pepito Rodríguez, propietario, editor y director de ‘El Día", de S.C. de Tenerife




"Sueños, vanidades y delirios"

(Apuntes: El Blog de Ángel Tristán Pimienta)

Ya lo dicen las leyes de Murphy: todo lo que puede empeorar, empeora sin remedio. A su vez los principios de Peter establecen que uno puede ser un excelente conserje pero un fatal director de hotel. Sin ir más allá está el caso de un pobre gallego al que le tocaron seis millones de euros en un cuponazo, y acabó suicidándose. No había sabido administrar la fortuna, ser nuevo rico sensato, y dilapidó la suerte hasta quedar más pobre que antes, porque antes no tenía deudas millonarias y ahora sí.

Vamos proa al marisco. La nave parece el camarote de los hermanos Marx, con una serie de personajes que entran y salen haciendo y diciendo disparates, mientras nadie mira la carta de navegación, y se pone la brújula al lado de un imán de tonterías y vanidades, y el timón se cae a trozos. Ya se ha dicho que reunión de capitanes, barco a pique. Sobre todo cuando algunos de esos capitanes ven espejismos en el mar, a saber por qué.

Ahora, el Kalikatres sapientísimo, León de Finlandia, Hidalgo de Nivaria, hijo predilecto de los más diversos municipios y cabildos sometidos a su dictado, intérprete supremo y único del Tenerife profundo y del Tenerife superficial, príncipe de egos y solemnidades, distinguido por la Guardia Civil, admirador de Capitanes Generales, glosador de la España de Franco, amenazador tronante contra infieles y apóstatas y colaboracionistas con el enemigo, defensor de los empresarios que tienen la suerte de dar tremendos pelotazos, y cuyas neuronas funcionan cada vez mejor, dice de sí mismo en memorable editorial modelo ‘escusatio non petita’ -forma culta del dicho de que quien se pica es porque ajos come- … este dechado de virtudes que, a pesar de sus ingentes méritos y de la reverencia de las jerarquías tinerfeñas aún no ha goza del predicamento universal que merece, ni siquiera en las revistas de psicología social, nos acaba de descubrir el Nuevo Mundo que nos espera a Canarias: ser independientes gracias a la intervención de la UE, la ONU y la OUA. Ave María Purísima: La ONU y la OUA, con la llave, plantea, de la famosa Resolución 1.514.

Caigan de rodillas los descreídos, póstrense a sus pies los próceres bañados por la sombra del Teide, canten aleluyas de alegría los dirigentes de ATI, de Coalición Canaria, del PP que le adulan y requiebran. La Organización de la Unidad Africana nos hará libres, por fin, y seremos ricos, como Mauritania, Nigeria, Namibia, Cabo Verde… en vez de estar explotados por “la metrópoli” - ¿no se ha enterado del Estado de las Autonomías ni de la plena democracia de la España de hoy?- y manejados como títeres por Bruselas.

Se veía venir, no crean ustedes que esto ha sido repentino. Don José lo tiene todo previsto, y cuenta con grandes, sabios y prudentes consejeros como Antonio Cubillo, que al regreso de su exilio en Argel proponía que todos los niños aprendieran guanche, y que el gofio fuera declarado alimento obligatorio. Para ir preparando el camino del santo advenimiento místico ‘El Día’ ya ha publicado en sucesivas entregas el proyecto de República Guanche, que contempla como una de sus aportaciones más interesantes a la economía regional la sustitución del Euro por el Áfrico. Pero donde los redactores del Papiro Magno se han lucido es en la ceremonia de toma de posesión del futuro mandamás: además de jurar por esto y lo otro, según la costumbre aborigen ha de tocarse el totiso varias veces con un tubo que contenga huesos de las momias de nuestros antepasados.

El mundo de la comunicación tendrá cambios sustanciales, porque los estudios fonéticos comparativos de las voces indígenas escuchadas por conquistadores y primeros cronistas permiten asegurar a los expertos que hablaban la lengua bereber: y el bereber se escribe en caracteres árabes. Supongo que es una forma de quitar Educación para la Ciudadanía, y sustituirla por Educación para el Islam, con cursos especiales de adaptación al nuevo idioma. ‘El Día’ quizás deje de llamarse ‘El Día’ para llamarse ‘La Media Luna’ o algo así, y su digital a lo mejor puede incorporar ‘cortes’ de audio de ‘tam tam’ y silbo gomero.

Pero no es fácil todo esto, mayormente porque ya la ONU y la OUA han dicho, cuando el Mpaiac se convirtió en palanganero de los intereses estratégicos de Argelia en el Magreb y el coronel Boumedianne quiso chantajear a España a costa del Sahara, que no ha lugar. Ite misa est. Claro que eso es lo de menos para nuestro mejor multimedallista no olímpico: la ONU y la OUA se equivocaron. Europa se equivoca. La OTAN se equivoca. La Historia se equivoca. La realidad se equivoca. Los datos se equivocan. Los canarios que legislatura tras legislatura votan a partidos que ofrecen moderación, dentro de lo que cabe y según las circunstancias y el cabreo, Constitución, autonomía y Europa, se equivocan. Los empresarios que no hay día que no den gracias al REF, a los fondos de la UE, a la solidaridad nacional vía Presupuestas y extras, a la RIC, a las plusvalías de las sinergias de la octava potencia económica, se equivocan.

¿Se imaginan? Seríamos un país a la pepitoria en medio del océano mientras golosos comensales ávidos de la prepotencia suicida de vanidosos tontos de capirote prepararían cucharas, cucharones, tenedores, trinchantes y cuchillos.

Y los psiquiatras, de momento, callan. Pero no los jueces y fiscales, que a pesar de las indirectas siguen tirando de los ovillos que enredan la causa de la causa del delirio causado.



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Bandera del MPAIAC (Partido independendista canario)




(E-1103) .../...

miércoles, 11 de febrero de 2009

Eluana

Pensaba escribir un dolorido artículo sobre Eluana Englaro, la joven italiana fallecida el pasado día 9 después de 17 años en estado de coma. Pensaba escribir también sobre la hipocresía de que hace gala la jerarquía católica italiana y el monarca absoluto del estado teocrático y totalitario más antiguo de la historia de la humanidad. Pensaba escribir, finalmente, sobre el cinismo de ese bufón impresentable, ateo, mafioso, golfo y desvergonzado individuo que preside el Consejo de Ministros de la república italiana... Pero mejor, lo dejo. Como dice el viejo refrán castellano, "el mayor desprecio es no hacer aprecio"; ni siquiera para insultar... Descansa en paz, Eluana. Como decían tus antepasados, "Sit tibi terra levis" (Que la tierra te sea leve).

Les dejo con la lectura de sendos artículos que en El País de hoy escriben sobre este suceso la profesora de Filosofía Moral y Política de la Universidad de Barcelona, Margarita Boladeras, y el corresponsal de dicho diario en Roma, Miguel Mora. Sean felices. Tamaragua. (HArendt)




Fotos:

(1) Eluana Englaro:
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(2) Benedicto XVI:
http://www.biografiasyvidas.com/biografia/r/fotos/ratzinger_2.jpg
(3) Silvio Berlusconi:
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Eluana Englaro




"Eluana: derechos frente a despotismo", por Margarita Boladeras
Catedrática de Filosofía Moral y Política en la Universidad de Barcelona
(El País, 11/02/09)

Berlusconi y la Iglesia se han aliado para violar tanto los deseos de una paciente y su familia como las decisiones de los tribunales italianos. Querían mantener indefinidamente un estado vegetativo irreversible.

El día 9 de febrero, a las 20.10 horas, murió en la clínica La Quiete, de Udine, Eluana Englaro, la italiana de 38 años que estaba en estado vegetativo irreversible desde 1992, cuando sufrió un accidente de tráfico. Esta dramática situación ha llegado al extremo de la mayor injusticia y crueldad por la actuación de algunos médicos y fiscales, así como por un Gobierno que ha desafiado los derechos de los ciudadanos y las sentencias judiciales, para proclamarse protector de los dogmas de una Iglesia, hasta el punto de intentar legislar de forma inconstitucional. El pulso entre el Gobierno italiano y los jueces ha alcanzado niveles tan grotescos como dolorosos para la sociedad de aquel país.
Durante los últimos 11 años, el padre de Eluana venía reclamando el derecho de su hija a rechazar un tratamiento médico que no podía aportar ninguna mejora y que era fútil. En estas situaciones aparece el poder actual de la medicina y sus flaquezas: puede mantener la vida vegetativa de una persona durante años, algo impensable en otras épocas, pero es incapaz de restablecer la vida psíquica y personal, y algunos grupos confesionales se resisten a admitir que la obstinación terapéutica es mala praxis médica.

Ella no podía hablar, pero su familia sabía que no hubiera querido permanecer en esta situación. Como tutor, el padre podía reivindicar la voluntad de Eluana y tomar la decisión de interrumpir la hidratación y la alimentación artificial, pero las denuncias de médicos y fiscales lo impidieron. Once años de pleitos y debate público; todo lo contrario del respeto a la intimidad y a la autonomía personal.

Por fin, en 2007, los jueces determinaron que Beppino Englaro, como tutor, tenía el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos propuestos, a pesar de que "actualmente hay una carencia legislativa que proporcione las indicaciones en casos de petición de suspensión de tratamientos médicos por parte de los tutores de personas en coma y sin esperanzas de mejoría" (Tribunal de Apelación de Milán). En 2008, la Audiencia de Milán falló a favor de la interrupción de la hidratación y la alimentación artificial.

Cuando parecía que se habían aclarado las cuestiones fundamentales del caso, es decir, que, por el principio ético y constitucional de respeto a su autonomía y a su dignidad, toda persona tiene el derecho de aceptar o rechazar los tratamientos médicos que se le proponen -por sí misma si es capaz y, si no lo es, a través de su representante legal-, la fiscalía de nuevo recurrió la sentencia porque consideraba que no se había comprobado con suficiente objetividad la irreversibilidad del estado vegetativo persistente. En noviembre de 2008, el Tribunal Supremo italiano zanjó esta cuestión, amparando la petición de la familia Englaro.

En lugar de permitir un desenlace discreto, respetando la intimidad y el dolor de estas personas, una vez más los políticos de la derecha manipuladora y despótica entraron a saco, instrumentalizando el caso y masacrando los sentimientos y las convicciones más personales de la familia Englaro y de todos los que piensan como ellos, en aras de la defensa de una forma de entender la vida que no tiene respaldo constitucional ni ético racional. Han llegado a prohibir las actuaciones autorizadas por los jueces en los centros sanitarios públicos y a amenazar a los posibles colaboradores. Muchos hemos contemplado estupefactos, indignados y tristes cómo se tergiversan los hechos y los argumentos para imponer el control del Gobierno sobre el dominio de la vida y de la muerte, en contra de los derechos ciudadanos.

El punto culminante de las medidas del Gobierno de Berlusconi ha sido su intento de promulgar una ley para prohibir la muerte de Eluana, y ello no ha creado más que confusión, crispación y temor. ¡Hasta el presidente de la República Italiana la ha calificado de inconstitucional! No podía ser de otra manera, pues la judicatura había aclarado suficientemente las cuestiones de principios fundamentales. Giorgio Napolitano ha declarado: "El monopolio de la solidaridad y la autoridad moral no es patrimonio de nadie. Tampoco el fin de la vida".

Esta apuesta tan decidida del Gobierno italiano de Berlusconi indica la dureza que están dispuestos a emplear los que se oponen a la ética racional. Hace siglos que el poder político y el dogma religioso se apoyan para tener el dominio de la vida y la muerte de las personas. Dicen que defienden la vida humana, pero no respetan los derechos humanos ni la legislación europea sobre el derecho a la autonomía del paciente y el consentimiento informado.

El señor Englaro ha manifestado: "Espero que su historia sirva para que la gente entienda que la medicina debe pensar mil veces antes de crear situaciones que no existen en la naturaleza. Eso es de locos. La vida es vida, la muerte es muerte. Blanco o negro. Las personas vivas son capaces de entender y decidir por sí mismas. Yo he pedido por caridad que dejen morir a mi hija Eluana. La condena a vivir sin límites es peor que la condena a muerte. En la familia, los tres habíamos dejado clara nuestra posición. Lo hablamos muchas veces. Vida, muerte, libertad, dignidad. Somos tres purasangre de la libertad. No necesitamos escuchar letanías. Ni culturales, ni religiosas, ni políticas".

Esta libertad que reclama la familia Englaro es lo que el actual Gobierno paternalista y demagógico de Italia no está dispuesto a tolerar. Quiere mantener la vida vegetativa irreversible pero no respeta la integridad de la vida física, psíquica y moral, ni la dignidad de cada persona de acuerdo con sus convicciones.

¿Cuántos años necesitará Italia para tener una legislación acorde con los derechos fundamentales de las personas en este ámbito, que impida las intromisiones partidistas y sectarias?

En España la situación es clara para los casos de interrupción del tratamiento médico. La Ley 41/2002, de 14 de noviembre, Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente, reconoce el derecho de los pacientes y de sus tutores a solicitar la interrupción de un tratamiento médico. Inmaculada Echevarría, de Granada, se acogió a esta norma; el dictamen que elaboró la Comisión Permanente del Consejo Consultivo de Andalucía reconoció que "el ordenamiento aplicable permite que cualquier paciente que padezca una enfermedad irreversible y mortal pueda tomar una decisión como la que ha adoptado doña I. E. [...] Se trata de una petición amparada por el derecho a rehusar el tratamiento y su derecho a vivir dignamente". El fin de Inmaculada, igual que el de Eluana, no debe calificarse de eutanasia, sino de suspensión de un tratamiento médico.

Con todo, nuestro país también ha sufrido la irresponsabilidad política en casos tan graves como el de Leganés, que ha tenido consecuencias negativas en la administración de la sedación terminal a los enfermos y en la seguridad de los profesionales que deben tratarlos.

Queda mucho trabajo que hacer para lograr claridad de ideas en todos los que tienen responsabilidades en estas cuestiones y en las personas en general. El debate público es importante y debería ayudarnos a superar la manipulación que algunos sectores pretenden. La preservación del verdadero sentido de la vida y de la dignidad humanas dependen de ello, así como la evitación de mucho sufrimiento innecesario.




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Benedicto XVI: Monarca absoluto del Estado Vaticano




"Italia después de Eluana. El padre que ganó al Papa y a Berlusconi", por Miguel Mora
Corresponsal en Roma
(El País, 11/02/09)

Gobierno y Vaticano se aliaron por el 'caso Eluana' - Su progenitor, héroe de los laicos, es tachado de "asesino".

Para el Vaticano y el Gobierno de Silvio Berlusconi, Beppino Englaro es un "verdugo" y un "asesino". Lo reiteraron ayer en sus primeras páginas el periódico de la Santa Sede, Avvenire, y el de la familia de Berlusconi, Il Giornale. Si creemos a los que le conocen, y a muchos ciudadanos, compatriotas o no, Englaro es el verdadero Cavaliere, un referente laico, un ejemplo cívico, el padre que cualquier hijo desearía tener.
¿Cómo se explica esa divergencia de opiniones?

La historia empieza el 18 de enero de 1992. Eluana Englaro tiene 21 años y sale con unos amigos. Sus padres le han dejado su BMW. Al volver a casa, encuentra hielo en la carretera. El coche hace un trompo. Se parte el cráneo y la segunda vértebra cervical. Queda paralizada, su cerebro se desprende de la corteza. No siente dolor, no se mueve. Pero respira. Le hacen una traqueotomía antes de que sus padres lleguen al hospital. Vive, o al menos es un simulacro de vida. El padre ruega que la dejen morir. Los médicos, que no pueden.

Un año después, diagnóstico definitivo: estado vegetativo permanente, deberá ser alimentada con sonda. En 1994, las monjas misericordinas le dan una habitación en el hospital Beato Luigi Talamoni. Eluana había nacido allí. Y allí iba a permanecer, inconsciente, hasta este 6 de febrero.

Beppino Englaro es un tipo cabal y determinado, alto y enjuto, de perfil afilado. Cuando Eluana vivía, dirigía una pequeña empresa de moquetas y suelos de linóleo. Desde hace 11 años, ha dedicado su vida a defender la dignidad de su hija. Su derecho a morir. El precio ha sido altísimo. El lunes, mientras hablaba con este periódico por móvil, sonó el fijo de su casa. Englaro respondió "grazie, grazie" y colgó. Era una de las varias llamadas diarias que le tachan de asesino.

Ayer, Englaro viajó hasta Udine con escolta policial para ver por última vez a su hija. Eluana será incinerada y enterrada en Paluzza, provincia de Udine, el pueblo natal de Beppino, junto a su abuelo paterno. Sin funeral.

Mientras la campaña de desinformación sigue lanzando basura contra los médicos y la familia, el fiscal de Trieste dijo que no ve "el menor indicio de delito en la muerte de Englaro". Una periodista de la RAI, Marinella Chirico, que entró en la habitación de Eluana el domingo con permiso del padre, contó que verla fue una "experiencia devastadora". El padre habría podido enseñar una foto actual de su hija para callar bocas. No lo ha hecho.

Italia, entretanto, se ha fracturado en dos y se ha convertido en escenario de odio y manipulación. "Con la instrumentalización de una tragedia nacional y familiar", escribió ayer Ezio Mauro, director de La Repubblica, "y los ecos oscuros de quien intenta transformar la muerte en política, empieza la fase más peligrosa de nuestra historia reciente".

Los Englaro han ganado su batalla legal. Pero ellos y el país han sufrido un coste enorme. La aspiración de civilización, su fe en el Estado laico, su espíritu de libertad han sido ultrajados, en lo que Anna Finocchiaro, la senadora del PD, ha llamado "los chacales de la política". Italia ha tardado 11 años en hablar sobre el fin de la muerte. Fue en 1998, ante el abandono en que se encontraba, cuando Englaro pidió ayuda por primera vez al Estado. Tras las primeras sentencias contrarias, 1999 y 2003, se remitió a los políticos. Hasta ahora, doce gobiernos distintos habían mirado a otro lado, negándose a legislar.

¿La razón? El Vaticano se oponía, el centro izquierda era incapaz de llegar a una posición común, la derecha prefería resolver el asunto por debajo de la mesa.

Mientras eso sucedía, los jueces hacían el trabajo de la política. En julio de 2008, Apelación dice que se puede suspender la alimentación de un paciente si su estado es irreversible y se constata su voluntad. Derecho a morir. La avanzada Constitución italiana es la base de la sentencia. La Iglesia tiembla. Hay 2.000 personas alimentadas así en Italia.

En enero de 2008 ha caído el Gobierno Prodi. Claro, que eso tampoco garantiza nada: Berlusconi es un divorciado, poco de fiar, ni siquiera puede comulgar, su mujer confesó un aborto terapéutico en el extranjero. La Iglesia coloca en la secretaría de Estado de Sanidad a uno de los suyos, Eugenia Roccella, integrista provida. Ella moverá los hilos bajo la mirada del ministro, Maurizio Sacconi, ex socialista, laico en su juventud, ahora gente de orden.

El Parlamento se moviliza por fin el verano pasado. Plantea un conflicto de competencias al Constitucional, y éste determina que la magistratura, y no el legislativo, debe solucionar el caso. La fiscalía recurre. Las "togas rojas" siguen dando la razón a la familia. En Italia y en Estrasburgo. El 13 de noviembre de 2008, el Supremo confirma que Eluana puede morir. El 22 de diciembre, la Corte Europea rechaza el recurso de las asociaciones católicas. "Por fin será libre", dice su padre.

Arde Troya. El Papa lanza a sus mejores hombres a la arena. Porta a Porta, el programa de la RAI, abre sus salones a los cardenales. Hace reportajes sobre comas reversibles. Dice que Englaro mata a su hija basándose en una voluntad presunta. El 68% que apoyaba a la familia en 1999 baja al 55% en un mes.

La propaganda es fácil: dejar de alimentar a Eluana es un asesinato, todos los que estén a favor militan en la cultura de la muerte. Juego sucio, censura, insultos, demagogia, invocaciones desde el palacio de San Pedro... Vale todo.

Llega el momento. En el Senado se votan las enmiendas a la Ley de Seguridad de Roberto Maroni, ministro de la Liga Norte, socio clave de la mayoría. La Iglesia ha dicho que es una ley xenófoba. Buen momento para mostrar las uñas. Siete diputados católicos de la derecha votan con la oposición y tumban la enmienda. No es decisivo, porque la ley debe ir todavía a la cámara. Es una oferta.

En dos días, Berlusconi aprueba la ofensiva final. El cardenal Tarcisio Bertone, recién llegado de su periplo por la España socialista, se pone al mando. Roccella lanza el decreto salva Eluana. Berlusconi aprueba el texto pese a que el presidente napolitano sostiene que es inconstitucional. La Curia transmite su "desilusión" con el jefe del Estado... italiano.

Un simple vendedor de moquetas ha puesto en jaque con su laicismo y su fe en la legalidad a los poderes fuertes. "No comprenden la legalidad a la luz del sol", dice a este diario el domingo. "La Iglesia no puede imponerme sus valores". Casi todos los medios silencian el titular: "Una condena a vivir sin límites es peor que una condena a muerte".

El lunes, alcanza su trágico objetivo. Su única hija, su "esplendor", como la llamaba, se apaga a las 19.35, en pleno debate del proyecto de ley que prepara el Senado para intentar salvarla. Su médico, Amato de Monte, da a Englaro la noticia: "Tua bambina", le dice.

Su bambina tenía once años cuando sus padres le reprendieron. Ella se encaró y les dijo: "¿Y vosotros qué tenéis que ver con mi vida?". Durante 6.233 días, esa rebelde nata vivió atada a una sonda. Hace hoy 80 años justos, Italia y el Vaticano se separaron en dos Estados. Ahora, los chacales han unido otra vez sus destinos. La pobre Eluana ha escapado a tiempo. La pobre Italia deberá convivir con ellos.





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Silvio Berlusconi: Presidente del Consejo de Ministros italiano




(E-1102) .../...

martes, 10 de febrero de 2009

Religión contra Democracia

"La política moderna es un capítulo dentro de la historia de la religión". Quién así se expresa tan contundéntemente es John Gray, autor de "Misa negra. La religión apocalíptica y la muerte de la utopía" (Paidós, Barcelona), catedrático de Pensamiento Europeo en la London School of Economics de Londres. Y quien da cuenta de ello es Álvaro Delgado-Gal, profesor en la Faculta de Filosofía de la Universidad Complutense de Madrid y director de Revista de Libros, en el artículo central del número de febrero. "El genio dentro de la botella", que es su título, sirve al profesor Delgado-Gal para comentar el citado libro de Gray así como otra de sus más famosas obras: "Perros de paja. Reflexiones sobre los humanos y otros animales" (Paidós, Barcelona), escrita unos años antes. También lo hace con el libro "The Stillborn God. Religion, Politics and the Modern West" (Alfred A. Knopf, Nueva York), del catedrático de Humanidades en la Universidad de Columbia de Nueva York, Mark Lilla, historiador de las ideas como Gray.

Es un artículo denso, de no fácil lectura, aunque revelador e interesante en extremo para aquellos que se interesen por la teoría política. No puede leerse completo en la edición electrónica de Revista de Libros salvo que se sea suscriptor de la misma, así que lo reproduzco en su integridad más adelante por si alguno de los lectores tiene interés en él; lo recomiendo encarecidamente.

El profesor Delgado-Gal nos recuerda al comienzo de su artículo que el mismo Cicerón (siglo I a.C.), aun habiendo percibido el carácter supersticioso de la religión romana, dejaba escrito en su obra "De divinatione", que la religión era un tejido de fábulas de las que no convenía descreer en público, no fuera a quedar confundido y patas arriba el orden civil de la República... Desde ese momento, la confrontación entre Religión y Política estaba servida, ¿pero cuál será el final de la misma?, ¿habrá algún ganador claro en esa guerra soterrada desde hace siglos?

Ciñéndonos a lo que denominamos "Occidente", nos dice Delgado-Gal, para el profesor Gray el cristianismo es una sangrienta patología cuya falsa secularización, cerrada en falso a lo largo de los últimos cuatrocientos años, ha provocado más sangre aún. Pero una patología, añade, que ha durado ese tiempo parece difícil que pueda ser, en realidad, una patología. Si nos tomamos la teoría de la evolución en serio, dice, lo normal sería concluir que la patología cumple alguna función, o, sumando eones y yendo más allá del cristianismo, que la religión se halla enredada con nuestra dotación genética. «Las religiones expresan necesidades humanas que ningún cambio en la sociedad puede eliminar. Los seres humanos no dejarán de ser religiosos por lo mismo que no dejarán de ser sexuados, lúdicos o violentos», continúa Gray. La pregunta, entonces, sería si se logrará contener la religión en el ámbito privado, como quería John Locke en el siglo XVII. Según Gray, ni siquiera eso será posible, porque si la religión es una necesidad primaria de los hombres, no podrá suprimirse ni relegarse al ámbito de la vida privada y debería integrarse plenamente en la esfera pública, lo que no significa que haya de establecerse una religión pública.

Para Mark Lilla, dice Delgado-Gal, que pone como ejemplo lo que ocurre al respecto en los Estados Unidos, se está manteniendo la religión a raya mediante un esfuerzo constitucional, pero tan "empeñoso", que ya empiezan a acusarse síntomas de lo que los ingenieros denominan «fatiga de materiales», provocando un derrumbe del sistema. La adecuación de Dios al orden civil, concluye, habilitó a la religión en la sociedad liberal al precio de dejarla medio muerta. Al revivir la religión, la sociedad liberal ha saltado por los aires...

La desasosegante conclusión a la que llegan ambos autores desde posiciones distintas, afirma Delgado-Gal, es que si Dios se está resistiendo a morir, no cabe excluir que nos espere a la vuelta de la esquina el caos anterior a Locke, la atmósfera moral que precedió a la Gran Separación (el mundo de ideas en el que la Política dejó de depender de la Teología, enunciado por Hobbes en su "Leviatán") con la diferencia fundamental de que lo que en este momento histórico podría haber entrado en crisis no fuera Dios, sino la democracia. ¿Se saldrá la "religión" con la suya? Ejemplos recientes, caso Eluana -añado yo-, tenemos de sobra. Sean felices. Tamaragua. (HArendt)





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El profesor John Gray




"El genio dentro de la botella", por Álvaro Delgado-Gal

Revista de Libros nº 146 · febrero 2009

John Gray
PERROS DE PAJA. REFLEXIONES SOBRE LOS HUMANOS Y OTROS ANIMALES
Trad. de Albino Santos
Paidós, Barcelona 240 pp. 9,90 €

John Gray
MISA NEGRA. LA RELIGIÓN APOCALÍPTICA Y LA MUERTE DE LA UTOPÍA
Trad. de Albino Santos
Paidós, Barcelona 350 pp. 29 €

Mark Lilla
THE STILLBORN GOD. RELIGION, POLITICS AND THE MODERN WEST
Nueva York, Alfred A. Knopf


El pasado es un caos que los historiadores atenúan poniendo marcas en el calendario. Este ejercicio, mitad ceremonioso, mitad mnemotécnico, no es necesariamente inútil. Cabe afirmar, sin daño aparatoso de la verdad, que la Roma del legendario Escévola y de los verídicos escipiones empezó a acabarse el año en que César se declaró dictador vitalicio de la República; o que Grecia baja de punto y se desliza tras ser vencida la coalición de ciudades estado por las tropas imperiales macedonias en Queronea. Ni el golpe de mano de César, ni la rota de Queronea, cambiaron, por sí solos, los destinos romano o griego. Pero constituyen episodios límite. Se diría que hay ocasiones en que el tiempo se dobla sobre sí y adquiere espesor, lo mismo que un cordón al ser herido por la torcedera. Presentan un perfil más esquivo, más difuso, las grandes crisis espirituales. ¿Qué es una crisis espiritual? Y supuesto que sepamos lo que es, ¿por qué señales se manifiesta?

Sigo con los clásicos. Dos siglos antes de Cicerón, Roma era una robusta ciudad guerrera, sólidamente asentada sobre las costumbres atávicas. Los romanos, cuando partían para fundar una nueva colonia, cargaban, junto a los enseres y las armas, los penates domésticos. Y también al revés: no era infrecuente que, invirtiendo el flujo numinoso, agregaran al botín de guerra las estatuas de los dioses vencidos, cuyos poderes propiciatorios confiaban en apropiarse. La religión integraba, en fin, un galimatías eficaz, que los poetas no habían estilizado aún en hermosos hexámetros. Pero Cicerón ha probado el veneno de la filosofía griega, y aunque pertenece al colegio de augures y practica los ritos sagrados con el celo de un homo novus, percibe ya el carácter supersticioso de la fe nativa. En De divinatione sugiere que la religión es un tejido de fábulas de las que no conviene descreer en público, no vaya a quedar confundido y patas arriba el orden civil de la República. San Agustín imputa el mismo parecer a Varrón (La ciudad de Dios, VI, 6). Sin duda alguna, algo se ha quebrado en la visión de las cosas de los romanos cultos. Es lícito hablar de crisis, de crisis espiritual. Al tiempo, no lo es, si por crisis hemos de entender una suspensión del orden vigente y la llegada inmediata de otro alternativo. Habrán de transcurrir casi cuatrocientos años, digo bien, cuatrocientos, antes de que se consolide en el orbe romano la disciplina de la cruz.

La historia ulterior del cristianismo es, de nuevo, la de una sucesión de crisis, resueltas de modo más o menos compatible con la Palabra Revelada o con las reinterpretaciones que de la última hubieron de ensayarse al compás de los tiempos y los conflictos entre los hombres. No existe un guión limpio, una sucesión apretada y coherente de conceptos. En 1679, Bossuet invoca todavía los milagros para vindicar la fe verdadera. Dios asegura sus designios mediante intervenciones directas que anulan las leyes de la naturaleza y alteran el curso de la historia (Discours sur l'histoire universelle, II, 1). Al año siguiente, y a contrapelo de Bossuet, Malebranche teoriza, en su Traité de la nature et de la grace, un Dios arquitecto cuya obra no es perfecta porque, más importante todavía que la perfección de la obra, es la pulcritud y economía de medios con que ésta debe ser ejecutada. Malebranche no es el innombrable Spinoza, y no niega los milagros. Ha redactado el Traité con un objetivo devoto: el de explicar la razón por la que Dios, a despecho de ser infinitamente bueno, ha generado un mundo en que la inmensa mayoría de los hombres están condenados a tostarse en el infierno. Los milagros, no obstante, ya sólo entran de canto o como al bies en la composición de lugar de Malebranche, de claro sabor deísta. En el póstumo A Discourse on Miracles (1706), Locke cruza el Rubicón. El argumento de Locke es expeditivo. Un hecho sólo constituye un milagro si subvierte una ley natural; nunca llegaremos a un acuerdo definitivo sobre cuáles son las leyes naturales; luego será mejor que no nos fatiguemos indagando tras este suceso o el de más allá la acción portentosa del Creador. ¿Ha entrado en crisis irreversible el cristianismo, o bien se han averiguado maneras de hacerlo congruente con la nueva ciencia?

La ortodoxia contemporánea tiende a apuntarse al primer brazo del dilema. Según ésta, una serie de acontecimientos marcan, a lo largo de los siglos XVII y XVIII, una crisis magna, una crisis cuyo desenlace es el final de la era teológica y el comienzo del mundo en que vivimos ahora. Ese proceso, o mejor, lo que de él se deriva, recibe el nombre de «secularización». El mecanicismo galileano en Física; la distinción, dentro del Derecho Natural, entre teología moral y una inteligencia de las leyes sociales de prosapia utilitarista; el auge de la burguesía y la correlativa invención en el área protestante de mecanismos constitucionales que desplazan la fe a la esfera privada y basan la legitimidad de la política sobre principios meramente civiles habrían sido los agentes principales del cambio.

Anticipo que nuestros dos autores dedican el grueso de su esfuerzo a desautorizar la ortodoxia contemporánea. Mark Lilla con suavidad de formas y John Gray desgañitándose como un hooligan; para que no haya equívocos, abre Misa negra con esta afirmación lapidaria: «La política moderna es un capítulo dentro de la historia de la religión». Pero antes de centrarme en los textos y quienes los han escrito, estimo conveniente discutir una ambigüedad inherente al concepto de secularización. A veces, se entiende que se ha secularizado el que ha conseguido reconstruir sus representaciones morales a partir de principios exentos de connotaciones religiosas. El ejemplo canónico nos viene dado por Kant o, para ser más precisos, nos habría venido dado por Kant en la hipótesis de que hubiese logrado lo que probablemente no logró: erigir una ética desde premisas que se justifican sin acudir a la autoridad de la religión recibida. En otras ocasiones, por el contrario, la especie «secularización» no alude a una aventura o un denuedo en el campo de las ideas sino a una mera constatación sociológica: la de que la gente está dejando de ir a misa, o ya no consulta el santoral para decidir qué nombre pondrá a sus hijos, o come carne los viernes, o se disgusta mucho cuando un familiar se mete a cura. La distinción no impresionará demasiado al sociólogo positivista. Éste dará por hecho que las ideas que la gente tiene son una cosa, y su manera de ir por la vida, otra, y aquí paz y después gloria. Si nos tomamos, empero, las ideas en serio –y Lilla y Gray son historiadores profesionales de las ideas–, el asunto varía por completo. Imaginemos que la moral laica que a la sazón profesamos resultara ser, o precaria y vulnerable –veredicto de Lilla–, o religión disimulada –John Gray–. Entonces parecerá razonable concluir que la conducta aparentemente secularizada de la gente en las democracias occidentales representa un caso de falsa conciencia. Es oportuno recuperar el paralelo con la Roma de Cicerón. Esa Roma experimentó una crisis por cuanto los optimates cultos percibieron una incongruencia entre los principios que animaban el orden social y político, y la razón. Pero ahora nos encontramos en la situación inversa. Lo que estaría ocurriendo ahora es que la gente cree estar viviendo con arreglo a principios racionales que, o son postizos, o no terminan de ser lo que pretenden ser. Gray, cuya antipatía hacia el cristianismo es notoria, llega a afirmar que los cristianos deliberados de antaño eran más inteligentes que los inconfesos de hogaño. Al menos, sabían qué terreno pisaban. Y Lilla nos invita permanentemente a no olvidar nuestros orígenes, que no han sido suprimidos, sino provisionalmente desactivados. Sea como fuere, no atravesaríamos una era de secularización triunfante, sino, más bien, de confusión galopante.

John Gray es un hombre sugestivo, extravagante, y en trashumancia permanente desde los tiempos en que ofició como asesor de Margaret Thatcher. En Misa negra se refiere a ella con un respeto mitigado por una objeción de fondo. La objeción es que el conservadurismo liberal de Thatcher constituye una contradictio in terminis. Gray, siguiendo la tesis de Karl Polanyi en La gran transformación, sostiene que el capitalismo se afirmó en Inglaterra a través de una férrea política centralizadora, más hacedera en ese país que en otras regiones de Europa porque el Parlamento de Londres reunía poderes excepcionales. La consolidación del orden capitalista/liberal se levantó sobre un montón de ruinas: el de las complejas formas culturales y societarias que conformaban la vieja vida inglesa, venerable e improductiva. El reproche que dirige a Thatcher se repite en su análisis de Hayek: no es dable exaltar los méritos de la destrucción creadora del capitalismo y declararse a la vez conservador (Hayek, por cierto, negó serlo; pero no creo que haya convencido a nadie). Gray escribió un buen libro sobre Hayek, al que añadió en ediciones sucesivas un post scriptum con las notas disidentes que acabo de comentar. La conclusión de Gray es que Hayek fue un excelente economista, y un mal fenomenólogo cultural. Me parece que lleva razón.

¿Qué intuye Gray tras la exaltación por Hayek del carácter proteico, innovador, del liberalismo capitalista? El mito del progreso –«La civilización es progreso y el progreso es civilización», afirma Hayek en The Constitution of Liberty–. Pero el mito del progreso reproduce el mito cristiano de un orden providencial... con un matiz agravante. En realidad, los cristianos mainstream, los que han tenido vara alta desde el asentamiento de la doctrina tras los primeros y balbucientes años, han tendido a asociar el orden providencial cristiano con el triunfo de la Iglesia tras la llegada del Mesías, es decir, con un proceso cuyo cumplimiento se sitúa en el pasado. Agotado el tiempo mundano, ingresaremos en otra esfera: nuestros cuerpos serán gloriosos y nuestras miradas extáticas estarán fijas en Dios. El progresista secularizado, sin embargo, ha licenciado el más allá. De resultas, la dislocación cristiana entre los dos tiempos, el de la historia y el de la eternidad, se suelda para dar lugar a un tiempo único, con resultados explosivos: el reino de Dios en la tierra, prudentemente metaforizado como el triunfo de la Iglesia en la historia, se convierte de nuevo en un anhelo, en un deseo exigible de gloria, aquí y ahora. Y se abre la caja de los truenos, la que habían acertado a sellar hombres más avisados que Condorcet, Comte o Marx.

En Misa negra, Gray ubica en la Revolución Francesa el momento fatídico en que Occidente traslada a los afanes del día la promesa cristiana de salvación. Con arreglo al calendario de los secularistas, la Revolución Francesa integró un exceso del que surgirían a continuación innúmeros bienes: los derechos, la participación política universal, la libertad. Gray, a quien Norman Cohn, uno de los máximos especialistas en movimientos milenaristas, ha asesorado en Misa negra, prefiere decir que los jacobinos inauguran un nuevo quialismo, con tal cual brote gnóstico. Los fanáticos antañones se movían en ámbitos de dimensión artesanal: la glosolalia o el creerse invulnerables a las balas, originó, o lances cómicos, o muertes absurdas. Pero las enormes capacidades de la técnica y del Estado moderno han puesto en manos de los iluminados instrumentos de destrucción aterradores. Gray incluye en su requisitoria el rosario de experimentos comunistas que dejó al siglo XX convertido en un camposanto. Tampoco omite a los nazis, a los que considera, provocadoramente, hijos de la Ilustración.

Nazismo y comunismo son objeto de improperio y deprecación que el decoro vigente tolera. Gray es más subversivo, y no deja títere con cabeza. Incluso el liberalismo aparece como una anomalía cristiana más, como una burbuja liberada por el fondo de un cristianismo oculto. Misa negra es un libro desaforado, y también irregular. El periodismo de urgencia, el tratamiento histérico de la guerra de Irak y la militancia antiBush –éste, sí, cristiano a tocateja–, ocupan un espacio absurdo dentro de un libro escrito al trote. Gray carga tanto las tintas que se tiene, en ocasiones, la impresión de que ha empuñado la pluma sacudido por una catástrofe personal. Esta sensación se modera cuando se echa un vistazo a Perros de paja, publicado unos años antes que Misa negra. Perros de paja nos depara, por así decirlo, la clave filosófica de la que manan las fulminaciones del libro más tardío. Se trata de una clave sencilla: el hombre es un animal, no el compuesto de alma inmortal y cuerpo deleznable que ha pretendido la tradición cristiana y quiso antes Platón. Si el hombre es sólo un animal, y carece por tanto de los atributos que penden de su presunta singularidad óntica –la encarnada por el auriga, por retomar la imagen platónica del Fedro–, será inevitable recibir cum grano salis el sistema de derechos, capacidades o expectativas que a esa singularidad van asociados. A lo que, a la postre, nos lleva la naturalización radical del hombre es a invertir a Kant, fénix y cifra de muchos lugares comunes de la filosofía contemporánea. En la filosofía kantiana, la libertad, Dios y la vida eterna aparecen como exigencias deducibles de nuestra experiencia moral. Gray echa a chacota que seamos libres, no se entretiene en discutir si Dios existe, y niega incluso que seamos propietarios de una conciencia, en la acepción que defendió Kant y alega el sentido común. Para Gray, por supuesto, Kant es otro cristiano embozado. Cita, a este respecto, un divertido pasaje de El fundamento de la moral de Schopenhauer. Un hombre acude a un baile e inicia un escarceo con una belleza enmascarada. Pero al final del baile ésta se quita la máscara y el hombre descubre que ha estado pelando la pava con su esposa. El hombre es Kant, y la esposa, el cristianismo.

El errático, aunque intenso, examen de Gray plantea una pregunta capital: la de qué precio ha de pagarse por el abandono de las supersticiones cristianas. La respuesta es que el precio es enorme. Habríamos de renunciar, por ejemplo, a los derechos, entendidos como una garantía acreditable por el hombre con independencia de la sociedad o el régimen cultural que le hayan caído en suerte. Esto es un corolario del naturalismo tomado en serio. La consecuencia fue extraída, mucho antes, por Jacques Monod, nobel de medicina y autor del celebérrimo El azar y la necesidad. Escribe Monod (capítulo noveno): «Las sociedades liberales de Occidente celebran de dientes afuera, y proponen como fundamento de la moral un fárrago repugnante de religiosidad judeocristiana, progresismo cientificista, creencia en los derechos "naturales" del hombre, y pragmatismo utilitarista». Conviene reparar, sobre todo, en que Monod ha entrecomillado "naturales" al hablar de «derechos». El concepto de derecho natural, como insistiré en demostrar dentro de un instante, o es teológico o no es. El naturalismo de verdad nos deja a solas en un mundo cuyas leyes no hemos construido y que es indiferente a nuestros anhelos. Gray renuncia heroicamente a la noción de derecho, aunque suaviza este arrojo con una conjetura facilona: sugiere que la mutilación que supone el abandono de los derechos no es peor que las devastaciones causadas por la fe, bien en sus manifestaciones palmarias, bien en las recónditas. A esto los economistas lo llaman un trade-off: lo comido por lo servido. A la vista del mundo que apunta, yo preferiría llamarlo wishful thinking: no hay mal que por bien no venga.
Pese a todo, compensa leer Misa negra. ¿Por qué? La razón es que la perspectiva forzada de Gray sirve de contrapeso a las no menores violencias que en nuestra comprensión de las cosas han introducido los prejuicios dominantes. Llevamos siglos procurando recuperar las certidumbres del cristianismo desde un punto de partida no cristiano. Kant, un hombre de genio, dio el pistoletazo de salida, y Rawls ha encendido la última bengala. Pero una lectura atenta de los libros fundadores, y cierta independencia de la presión que ejerce la opinión establecida, deberían bastar a persuadirnos de que el intento es mucho menos sencillo de lo que se cree. El concepto, por ejemplo, de derecho individual, o derecho humano, es dudosamente inteligible, como aventuré hace un rato, fuera de una matriz teológica. La idea de derecho humano, humano a secas, proyecta a escala cósmica un artículo jurídico cuya definición presupone la existencia de un orden civil y de un magistrado que pueda garantizar ese orden con su autoridad. La extrapolación no tendrá sentido si no se realiza in toto: si no incluye, junto al artículo en cuestión, un orden de magnitud también cósmica y alguien que desde arriba lo tutela. Pretender lo primero sin conceder lo segundo suscita dificultades enormes, según se aprecia, con claridad maravillosa, en el reproche que Barbeyrac dirige a Grocio en la traducción anotada que de Los derechos de la guerra y de la paz realizó al francés. La idea de Grocio es que lo justo seguiría siendo de obligado cumplimiento incluso si, per impossibile, Dios no lo ordenara (Libro I, capítulo I, X). Barbeyrac contesta que esto es absurdo, porque nadie está obligado a nada si un tercero no lo fuerza a la obediencia. Mucho antes, el tomismo había afirmado que el mundo, en cuanto creado por Dios, exhibe una estructura que está orientada a un fin bueno y que el hombre puede aprehender por medio de la razón.

Ello franquea la puerta a una justicia universal y a la vez ateológica, en la línea seguida por Grocio. Pero este compromiso es inestable. Aunque no estemos postulando a Dios, estamos postulando su Providencia, y entonces, bien mirado, estamos postulando a Dios. Lo natural es que la cuestión acabe por resolverse, o en clave abiertamente religiosa, o en clave spinozista. En Spinoza ha desaparecido del cosmos todo rastro providencial. El resultado es que lo lícito y lo ilícito, lo piadoso y lo impío, no se pueden determinar antes de que el soberano los defina mediante sus decretos positivos, los cuales sólo serán vinculantes en la medida en que aquél se halle en situación de instarlos apelando a su poder incontrastable (Tratado teológico-político, capítulo XIX). En el mundo de Spinoza, evidentemente, queda poco margen para los derechos. Me refiero a los que proclama la Declaración de 1789 o a los que enarbolan las cartas de la ONU. Los clásicos modernos comprendieron la relación entre derecho y teología, y la arduidad de separarlos –y en ocasiones, de hacerlos compatibles– mucho mejor que nosotros.

Mark Lilla, el autor del tercer libro, es también, ya lo sabemos, historiador de las ideas, especialmente, historiador del pensamiento alemán. Profesa como catedrático de Humanidades en la Universidad de Columbia y escribe con frecuencia en The New York Review of Books (Gray es catedrático de Pensamiento Europeo en la London School of Economics y ha colaborado abundantemente en The Times Literary Supplement, de modo que asistimos a una perfecta simetría transatlántica). Entre The Stillborn God, el libro de Lilla, y los dos de Gray, se registran intrigantes paralelismos e, igualmente, diferencias muy importantes. Lilla prefiere no exceder los límites de su especialidad y es siempre más razonable que Gray. Pero opina, lo mismo que éste, que llevamos la religión pegada a la espalda. En Europa, según Lilla, ha sido históricamente hegemónica la teología política, entendida como una justificación del poder a partir de la Palabra Revelada y de su articulación por teólogos y juristas. Lilla atribuye la «Gran Separación» –el ingreso en un mundo de ideas en que la política deja de depender de la teología– a Hobbes (la idea germinal, por cierto, es de Carl Schmitt, al que Lilla prefiere no citar). Es Hobbes quien, en Leviatán, reinterpreta la religión como un artificio puramente humano y logra, por lo mismo, desactivarla. Nietzsche haría lo mismo unos siglos más tarde, aunque para sacar consecuencias por entero distintas. Sea como fuere, el Dios subyugado de Hobbes no tardará en sacudirse las cadenas. Lilla traza un itinerario arbitrario, aunque fascinante, que pasa por «La profesión de fe de un vicario saboyano» de Rousseau, se alarga a Kant y Hegel, y surca de caminos y menudos senderos la teología liberal alemana.

La reaparición de Dios representa también una reincorporación de éste al mundo social, bajo sucesivos disfraces. En Rousseau, nos asomamos al dios de los deístas: un Dios que nuestro corazón solicita y que no conoce acepción de ritos o cultos concretos. En Kant, Dios es una exigencia de la ley moral: se precisa un más allá en que el sujeto pueda alcanzar la perfección que no le ha sido concedida en este mundo y donde el sentido del deber y los impulsos del sentimiento se confundan hasta constituir un todo inconsútil y perfecto. Kant, por cierto, elaboró una eclesiología: es misión de las iglesias cristianas apacentar a sus rebaños con el propósito de converger hacia una religión límite que sólo puede ser racional. Al cabo, la Iglesia Militante dará lugar a la Iglesia Triunfante. Hegel da un paso más en la reinserción de Dios en la estructura civil y política. Las citas exactas valen más que mil exégesis, de modo que invocaré la sección 552 de la Enciclopedia: «Puede calificarse de error monstruoso de nuestro tiempo esto de empeñarse en considerar como separables, incluso como recíprocamente independientes, cosas inseparables (la conciencia religiosa y la ética)». El error se repite, añade Hegel, cuando ponemos de un lado la religiosidad subjetiva, y del otro el Estado y el derecho constitucional. En el esquema hegeliano, el Estado y la Iglesia han entrado en armonía, aunque no son equipolentes: el Estado liberal hegeliano luce más galones en la bocamanga que la clericatura y, en caso de conflicto, deberá prevalecer sobre ésta. En la estela de Hegel, los teólogos liberales –protestantes y judíos– intentan una adaptación de la religión a las ideas e instituciones modernas. El experimento concluye penosamente en la Gran Guerra. Adolf von Harnack y Ernst Troeltsch, los dos representantes señeros de la teología liberal, apoyan al káiser y se van, lo mismo que él, por el desaguadero de la historia.

El gran desastre europeo transformó la faz de Occidente. Se renueva el arte, la ciencia, el pensamiento. El gran acontecimiento teológico es la publicación de la Epístola a los romanos, en la que Karl Barth clama por un Dios que ya no tiene nada que ver con la deidad cortés, aburguesada, cortada a la medida de las necesidades civiles del Estado alemán, que habían cultivado sus antecesores liberales. Esto fue emocionante, pero alojaba también grandes peligros. Antes de la Gran Separación, la teología política se había visto contenida por una serie de mecanismos defensivos cuya expresión heráldica nos viene dada por la doctrina agustiniana de las Dos Ciudades. Los elegidos son peregrinos en la tierra, y mientras no llegue la parusía, habrán de acomodarse a convivir con los poderes que tienen la sartén por el mango en Babilonia (véase La ciudad de Dios, Libro XIX, capítulo XVII). La restitución de Dios al mundo profano operada por los teólogos liberales destruyó este equilibrio. Si la teología liberal hubiese triunfado, Dios habría desaparecido por asimilación: su mensaje habría acabado por confundirse con los manuales de buena conducta del ciudadano comme il faut. Dado, sin embargo, que la teología liberal no triunfó, sino que fracasó, lo que vino a ocurrir es que Dios resurgió desde el interior del reducto en que se le había intentado confinar. Es decir, desde la propia sociedad, infructuosamente secularizada. El efecto fue explosivo. Aunque Barth fue un antinazi impecable, no sentó ejemplo entre muchos de sus colegas. A lo largo de los veinte y los treinta, la teología política hizo estragos en la cultura europea. No sólo porque muchos hombres de religión se plegaron a la barbarie, sino porque ésta se adornó con atributos teológicos. El libro de Lilla concluye en un tono vagamente ominoso: el triunfo de la democracia y de la civilidad liberal no puede darse por sentado. Alojamos un volcán, que podría estallar en cualquier momento y cuyas devastaciones resultarán tanto mayores cuanto más ignoremos de dónde venimos o cuál es la componenda excepcional sobre la que se erige el orden actual.

Como he observado antes, las coincidencias entre Lilla y Gray son en ocasiones asombrosas. Sobre el libro de Lilla me permitiré exponer dos comentarios críticos. Ambos se refieren a Hobbes. Se me antoja excesivo atribuir a Hobbes la Gran Separación. Allí donde ésta fue duradera y eficaz –Estados Unidos e Inglaterra–, el modelo no vino dado por Hobbes, sino por Locke. Y Locke no destierra a Dios, sino que lo domestica. La estrategia lockeana está muy bien resumida en el capítulo que Locke dedica a los entusiastas en An Essay Concerning Human Understanding (Libro IV, XIX). Consiste en limitar las revelaciones de Dios a las que ya están codificadas en la Biblia y exigir que las restantes teofanías se sometan al examen de la razón. Lo que aparece entonces es un espacio de expresión pública que no niega a Dios pero que embrida eficazmente la invocación de Su Nombre. En The Reasonableness of Christianity se dibuja claramente una forma de fe que hace caso omiso de la teología y sus complejidades (la divinidad de Cristo, etc.), y que apunta hacia el deísmo. La separación entre Estado e Iglesia que establecen años más tarde los constituyentes americanos es consecuencia plausible del trabajo previo de Locke.

Mi segunda objeción es que la lectura que Lilla hace de Hobbes es unilateral. Hobbes fue, casi con seguridad, ateo. No obstante, ello no le impidió trasladar al soberano los atributos temibles que las teologías escotista y ockhamista habían asignado al Creador. La clave de esas teologías es el voluntarismo: ante el dilema de si Dios está obligado a querer lo que es bueno, o nada puede oponerse a la voluntad de Dios, se respondió diciendo que es bueno lo que Dios quiere. Dios define lo bueno queriéndolo. El hallazgo portentoso atraviesa de la cruz a la fecha la teología calvinista, y Hobbes lo aplica sin sombra de duda a Leviatán, un heterónimo de Dios de tejas abajo. De aquí a la construcción de un pensamiento político totalitario, plenamente asumido por los exponentes más radicales de la fórmula democrática, media un paso. Quedarse sólo con el Hobbes desacralizador es perderse la mitad de la función.

Ignoro qué título dará al libro de Lilla el editor que tenga el buen acuerdo de publicarlo en nuestro idioma. Sea cual fuere su decisión, la traducción literal reza así: «El Dios nacido muerto». ¿A qué Dios se refiere Lilla? Al alumbrado por los teólogos liberales. Fue un Dios de tan baja tensión, un Dios tan a ras de la moral cotidiana, que no acertó a cumplir la función que siempre ha cumplido Dios. Que es la de prometer la salvación y ayudarnos a soportar mediante esa promesa las incongruencias y miserias que devastan el mundo sublunar. Dios, en fin, no cabe en código civil. Pero, ¿es necesario, según Lilla? O mejor: ¿existen motivos para pensar que las alternativas laicas a Dios son un mero sueño de la razón?

Lilla elude pronunciarse sobre este asunto. Mi impresión, sin embargo, es que está al borde de decir «sí». Entiéndase, de admitir –con pesar– que Dios es imprescindible. Extraigo esta conclusión del tenor general de su argumento y de alguna que otra incursión –repárese, sobre todo, en las páginas 253-254– en el viejo asunto de los entusiastas, a saber, las sectas que se creían en comunicación directa con el Espíritu Santo y pusieron a Europa manga por hombro a lo largo de los siglos XVII y XVIII. Las extravagancias de los entusiastas no conocieron límites. Todas las orquestas de rock del orbe, reunidas y ampliadas, son un aburrimiento en comparación con esos grupos de iluminados fanáticos que los poderes seculares y las iglesias establecidas persiguieron, diezmaron y torturaron. Para tener una vislumbre de ese mundo desaparecido, basta acudir a la glosa que de Locke hace Leibniz en sus Nouveaux essais sur l'entendement humain. Leibniz menciona, entre los entusiastas, a Antoinette Bourignon. ¿Quién fue Antoinette Bourignon? Una dama rica de Brabante que se creyó esposa de Cristo y que edificó una teología personal. Entre sus prodigios está el de haber inspirado al arquitecto Lacoste la demostración de la cuadratura del círculo. O el de conjeturar el procedimiento por el que Adán se reproducía antes de cometer el pecado original y dividirse en hombre y mujer. Gracias a su amor místico a Dios, Adán, d'après Bourignon, quedaba fecundado, y ponía unos huevos de los que salían otros tantos retoños. Los elegidos, en el paraíso, se multiplicarán de idéntica manera.

Los entusiastas fueron con frecuencia gente ignorante y siempre intratable. Pero sedujeron a teólogos e intelectuales formados. Bourignon se ganó, entre otras devociones, la de Poiret, un hombre cultivado. La fascinación que ciertos loquinarios ejercen sobre personas respetables brota de un sentimiento profundo: el de que no vivimos, no podemos vivir, con arreglo al sistema cerrado de ideas que se despliegan en los libros de filosofía. Estos sistemas son racionalizaciones ex post de otras ideas, salvajes y colmas de energía, y existencialmente más aptas que sus sucedáneos, por así llamarlos, exotéricos, o pasados por la aduana del pensamiento organizado. Para nosotros Poiret se pierde en el fondo de un pasado casi ininteligible. Pero autores modernos, y enormemente inteligentes, parecen participar del sentimiento que acabo de señalar. Un ejemplo obvio es Weber. A todas luces, Weber se siente más cerca del capitalista de primera generación, el cual acumulaba buscando en la riqueza señales de que había sido distinguido por la gracia, que de los capitalistas inerciales de su época. Éstos se le antojan a Weber puros autómatas, en el fondo, meros imbéciles morales. Otro ejemplo interesante es el que nos depara Schumpeter. En Socialismo, capitalismo y democracia, Schumpeter conjetura que el capitalismo morirá, no a impulso del socialismo, sino de sí mismo. ¿El motivo? El motivo es que su ethos reposa en estructuras culturales antiguas, que el propio éxito del capitalismo socava. Vuelvo a los entusiastas y a Lilla. El último no cita un artículo que sería rarísimo que no hubiese leído: «Religious Freedom and the Desacralization of Politics: From the English Civil Wars to the Virginia Statute», de J. G. A. Pocock. La tesis de Pocock es que la desactivación de los entusiastas fue una de las grandes tareas de la política durante los primeros siglos modernos, y que la solución consistió finalmente en convertir la religión en un asunto de mera «opinión». En algo que no estaba vedado a la especulación, pero que de ningún modo debía invocarse como argumento en las relaciones entre los hombres, o de éstos con la esfera pública. Nos encontramos, de nuevo, ante la «Gran Separación» de que habla Lilla, aunque en clave lockeana mucho más que hobbesiana. Por las razones que ustedes conocen, me inclino más por el retrato que hace Pocock de la situación que por el que bosqueja Lilla. Este punto, no obstante, no es el que me importa destacar ahora. Lo interesante es que el artículo de Pocock está escrito en un registro weberiano: Pocock aventura que el amansamiento de Dios integró también su desvirtuación, y que no está claro que el fuego, al extinguirse, no nos haya cegado el corazón de escorias y ceniza. O, por hablar al modo de Lilla, que la normalización de la teología no haya alumbrado un Dios muerto. El mismo escrúpulo he percibido en la discusión lateral que hace Lilla de los entusiastas en The Stillborn God. De ser mi sensación certera, la inanidad del Dios herrado por el poder civil, y la inanidad consiguiente de las formas de vida que crecieron en el espacio abierto por la Gran Separación, no serían sólo imputables a un episodio de la cultura alemana. La inanidad, la debilidad, y el peligro, afectarían a todo el mundo occidental contemporáneo.

Pero Lilla, a la vez, es un hobbesiano sincero. Contempla con más horror que trepidación interior el retorno a los desgarros civiles que la religión provocó en la Europa de su mentor. Ello confiere a su libro una sabrosa ambigüedad: vivimos una época mejor, una época en muchos sentidos deseable. Pero también vivimos una época de aleación espiritual baja. Esencialmente, porque descansa sobre la represión de Dios, no sobre su superación. Resulta interesante notar que Lilla publicó en The New York Times («The Politics of God», 19 de agosto de 2007) un anticipo popularizado de The Stillborn God. No se trata de un mero resumen, puesto que se adentra en cuestiones de actualidad que no trata en su estudio sistemático. Y afirma dos cosas tremendas. La primera, que es un «milagro» –o sea, algo que es probable que no vaya a durar– que el edificio constitucional estadounidense esté soportando las disensiones que sacuden al país en materias tales como el aborto, la eutanasia, las células madre o la oración en las escuelas. La segunda, que el islamismo es inadaptable. Lo es por cuanto se trata de una auténtica religión, entiéndase, de una religión no despotenciada por la Gran Separación. Los intentos por sujetarla al orden de las democracias liberales resultan, por tanto, vanos. Si el islamismo se hace por fin compatible con nuestras formas de vida, será gracias a una revolución teológica interior, no menos formidable que la obrada por Lutero hace quinientos años. Y no sabemos si eso ocurrirá, ni, por supuesto, cuándo ocurrirá. Mientras tanto, la creciente presencia de musulmanes en suelo occidental habrá de gestionarse acudiendo al procedimiento medieval del gueto, en la acepción laxa del concepto. Tendrá que reconocerse a una parte de la población el derecho a regirse por normas que difieren de las de la mayoría. Es inevitable no advertir la naturaleza crepuscular de estas reflexiones. Según el guión oficial, Occidente superó primero la cuestión religiosa, y luego consiguió evitar la lucha de clases. De ahí resultaron sociedades altamente homogéneas, en que se combinaba la libertad individual con dosis grandes de redistribución. Estábamos en el paraíso socialdemócrata. Pero el paraíso socialdemócrata empezó a deteriorarse en lo cultural en los sesenta, y en lo económico en los setenta. Ahora la socialdemocracia empieza a parecer una cosa del pasado. Los valedores de las indiscutibles virtudes del orden socialdemócrata recordarían crecientemente a los defensores de la sociedad patriarcal en época de Locke. Serían reaccionarios en la acepción aséptica del término, como fue un reaccionario objetivo Filmer, el gran rival de Locke.

¿Qué pronósticos adelanta por su lado Gray sobre el futuro de la religión? Se detecta una inflexión, un giro, al comparar Perros de paja con Misa negra. En el primer libro, el cristianismo nos es presentado como una sangrienta patología cuya falsa secularización promete más sangre aún. Se diría que Occidente, y por extensión todo el mundo occidentalizado, terminarán por morir de un atracón de sí mismos, como lo hicieron los habitantes de las islas de Pascua en la descripción que de ese fenómeno misterioso nos ha transmitido Jared Diamond. Pero una patología que ha durado más de dos mil años parece difícil que pueda ser, en realidad, una patología. Si nos tomamos la teoría de la evolución en serio, lo normal será concluir que la patología cumple alguna función, o, sumando eones y yendo más allá del cristianismo, que la religión se halla enredada con nuestra dotación genética. Es la consecuencia a la que Gray llega en Misa negra. Escribe textualmente Gray: «Las religiones expresan necesidades humanas que ningún cambio en la sociedad puede eliminar [...]. Los seres humanos no dejarán de ser religiosos por lo mismo que no dejarán de ser sexuados, lúdicos o violentos». Todavía queda en pie una pregunta: ¿se logrará contener la religión en el ámbito privado, como quería Locke? Ni siquiera, según Gray. Añade nuestro autor: «Si la religión es una necesidad primaria de los hombres, no debería suprimirse ni relegarse al ámbito de la vida privada. Debería integrarse plenamente en la esfera pública, lo que no significa que haya de establecerse una religión pública. Las sociedades tardías alojan una diversidad enorme de puntos de vista [...]. El mundo moderno tardío es insobornablemente híbrido y plural».

Pero la coletilla final de Gray suena a falso. Una religión afirmativa no se resignará nunca a no ser una religión expansiva, porque la verdad no es negociable, no se restringe a ser «mera opinión». En el caso alemán, como explica Lilla, la adecuación de Dios al orden civil habilitó a la religión en la sociedad liberal al precio de dejarla medio muerta. Al revivir la religión, la sociedad liberal saltó por los aires. En el caso de Estados Unidos, se está manteniendo la religión a raya mediante un esfuerzo constitucional tan empeñoso que ya empiezan a acusarse síntomas de lo que los ingenieros denominan «fatiga de materiales». En resumen: si es verdad que Dios se resiste a morir, no cabe excluir que nos espere, a la vuelta de la esquina, el caos prelockeano, la atmósfera moral que precedió a la Gran Separación. Mutatis mutandis: lo que podría haber entrado en cuarto menguante es la democracia liberal, no Dios. Esto es lo que insinúa Mark Lilla, y Gray firmemente piensa, aunque a veces se muerda la lengua.




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El profesor Mark Lilla




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